Translate

sábado, 1 de enero de 2022

2021, resumen en imágenes de otro año viajero en pandemia

Tiempo de lectura: inferior a 10 minutos







    Fiel a la cita anual, me dispongo a hacer un repaso de lo que ha dado de sí el año viajero 2021, un año que creo estaréis de acuerdo conmigo en que no ha sido el año esperado: 2021 se presentó ante nosotros como el año de la esperanza, del cambio, y se marcha habiendo sido un año como poco tan malo – si no más – como lo fue el 2020 (al menos para mí). Un año de muchas expectativas y pocas realidades. Las vacunas no han aliviado (o mejorado) tanto la situación como nos hicieron creer, y dos años después de que ésta pesadilla comenzara, en muchos países estamos viviendo algunos de los peores momentos. 2021 ha supuesto, en ese sentido, todo un bofetón de realidad: nos ha devuelto, sin contemplaciones, a la cruda realidad que vivimos y de la que, cada uno a nuestra manera, tratamos de escapar. Mi forma de escapar es viajando, difícil escapatoria cuando los gobiernos siguen empeñados en penalizar los viajes internacionales (pese a que si algo ha demostrado 2021 es que esas medidas de ultra-proteccionismo son del todo estériles e ineficaces frente a un enemigo común e invisible). Lo peor sin duda es que si bien en 2020 no tuve que lamentar ninguna pérdida cercana, no puedo decir lo mismo de 2021, con personas próximas a mi entorno que nos dejaron, y algunos otros que, inexplicablemente, decidieron salir (o alejarse) de mi vida, algo que siempre es de lamentar (más aún con lo que estamos viviendo...). La nota positiva ha sido finalizar el año Covid-free, todo un logro a éstas alturas. 

                       

     Sea como fuere, 2021 se va, en cuanto a viajes se refiere, con más pena que gloria (al menos en comparación con las expectativas que tenía hace justo un año). Bien es cierto que en 2021 he viajado más por asuntos de trabajo que en 2020 (un 50% más, con 6 viajes de trabajo por los 4 de 2020), muy lejos aún de la media de los últimos años pre-Covid, donde los viajes profesionales oscilaban entre los 25-30 por año, una cifra que seguramente no vuelva a alcanzar, para mi desgracia, ya que había hecho de viajar mi forma de vida y una actividad de la que disfrutaba enormemente. Hoy en día viajar es mucho más complicado e incómodo, y en ocasiones la pregunta de si merecen la pena tantas molestias ha rondado mi mente, algo que no me había sucedido nunca antes. Pero hagamos un repaso de un año con pocos viajes, aunque algo más largos (algo que parece será la tendencia en los próximos años, aunque yo ya no me aventuro a vaticinar nada visto como van las cosas), donde no han faltado destinos de lo más variados: China, Estados Unidos, Malaysia, Noruega, Islandia, Francia, Irlanda o Reino Unido entre otros.



     Con la práctica totalidad del mundo paralizada y con el trafico aéreo congelado, surgió la posibilidad de viajar a China por motivos profesionales, y ante la perspectiva de ausencia de viajes durante al menos la primera mitad del año que nos ha dejado, me aventuré a viajar al gigante asiático, más concretamente a Shanghai (Recomendaciones de viaje a Shanghai), donde tuve que pasar dos semanas de cuarentena encerrado en una habitación de hotel, una experiencia que no recomiendo y que espero no tener que repetir en mi vida de nuevo. Aunque no todo fue malo: para ser sinceros, hubo momentos difíciles, pero en general los días pasaron de forma fluida, e incluso me hicieron una entrevista en el programa de las Mañanas Kiss de Kiss FM, la anécdota de las dos semanas aislado. Y lo mejor de esos días era saber que al salir tendría acceso a un mundo completamente distinto a aquel en el que llevaba viviendo los últimos meses: al salir de mi cuarentena me encontré una ciudad vibrante, activa, sin mascarillas, sin distancia social, sin limites de aforo…mis ojos no daban crédito, y es ahí cuando comencé a ser más critico con las medidas adoptadas en Europa: mientras en media Europa afrontábamos el enésimo mes de restricciones, en China la vida seguía como si nada hubiera pasado. Sentí envidia, mucha. Y claro está, saqué el máximo provecho de la experiencia, que me llevó a visitar por motivos profesionales Shanghai y Xi’an (Xián, una ciudad milenaria) durante un mes y medio, y entre actividad y actividad, y aprovechando al máximo los fines de semana, disfruté muchísimo de aquella renovada libertad, olvidándome por completo de la realidad que asolaba a la práctica totalidad del resto del planeta. La cuarentena fue dura, pero sinceramente en aquel momento mereció la pena por cada segundo que disfruté después durante las semanas siguientes.




    Al regresar de China, a principios de Abirl, visitamos Bonn para ver la floración de los cerezos, y resultó que un volcán (de nombre impronunciable) había entrado en erupción en Islandia (Crónica del viaje a Islandia)...después de unos días de dudas llegó lo inevitable y en Abril me embarqué en una nueva "cuarentena" en Islandia (ésta vez de sólo 5 días, y mucho más relajada que la China), estancia que aproveché para conocer los alrededores de mi lugar de semi-aislamiento, y una vez concluído pude por fin asistir al gran espectáculo que la naturaleza regaló a los islandeses (también en España tuvimos "nuestro" volcán, pero aquí no se vivió de la misma forma que en Islandia, para desgracia de muchos). Islandia nunca defrauda: paisajes increíbles, glaciares, playas de arena negra, auroras boreales...y ¡volcanes!. Un viaje que fue toda una experiencia de vida, uno de esos que seguramente recordaré durante el resto de mi vida. 












      Después del viaje a Islandia, la actividad viajera se paralizó, coincidiendo con el repunte de casos que hubo a finales de primavera; a falta de vacaciones "exóticas", visitamos el norte de Alemania, Ditzum, una pequeña localidad que fue el escenario elegido para pasar unos días relajados y para probar el nuevo juguete del año, con el que me hice después de regresar de Islandia, por si había que regresar al volcán, que no me pillara desprevenido...





       Y como tenía que probar el dron en condiciones, pues me fui de nuevo a Islandia en Junio, aprovechando que el volcán aún seguía en erupción. La prueba de fuego, nunca mejor dicho, para mi pequeño dron, que cumplió a la perfección. Pero Islandia ofrece mucho más, y aprovechando que tenía un 4x4, me aventuré a descubrir el interior de la isla, dejándome llevar por las carreteras "F" y la improvisación diaria, en función de cómo fuera la climatología. En Junio prácticamente no anochece en la isla, lo que da muchas posibilidades para poder explorar sus paisajes sacados de otro mundo casi durante las 24 horas del día. Otro viaje muy satisfactorio y en el que descubrí un buen puñado de sitios en la isla que espero tener la posibilidad de visitar de nuevo en próximos viajes. 











      Como la primera parte del año no fue muy activa en cuanto a viajes (a pesar de que para algunos pueda parecer lo contrario a la vista de las imágenes anteriores), empleé buena parte de los fines de semana que pasé en casa en trabajar en mi proyecto personal del año de pandemia (Un proyecto con historia), un panel de fuselaje de "la reina" (Boeing 747-400) que ahora decora el salón de mi casa en Colonia. Ya que no podía viajar tanto como me hubiera gustado, al menos he podido viajar imaginariamente sentado en el sofá imaginando las innumerables experiencias que seguramente vivieron quienes viajaron al otro lado de las ventanas que ahora me miran.
 

     En Julio, antes de las vacaciones estivales, tuve la oportunidad de visitar Kuala Lumpur por motivos profesionales, una vieja conocida a la que pude ver bajo una perspectiva completamente diferente: por aquellas fechas, Malaysia afrontaba los peores momentos de la pandemia, y eso marcó el viaje: fue llamativo (y poco alentador) ver una ciudad tan vibrante y llena de vida totalmente apagada: calles desiertas, mercados cerrados, actividad hotelera reducida al mínimo y ausencia total de la actividad que caracteriza a ésta megápolis asiática. Una visita extraña de la que traté de sacar lo mejor en mi tiempo libre (y del fin de semana que pasé allí), pero con todo cerrado solo quedaba pasear por las desiertas calles de la ciudad, una visión inédita de la ciudad que espero (deseo) no volver a ver en el futuro (pese a la comodidad que la ausencia de tráfico supuso para mi actividad profesional en mis desplazamientos a los distintos aeropuertos de la ciudad desde el centro de la misma).







     Al regresar de Kuala Lumpur pude disfrutar de unos merecidos días de vacaciones en Palencia, tiempo para descansar, disfrutar con los amigos y visitar algún rinconcito olvidado de la provincia. A la vuelta de vacaciones, la cosa se fue animando, en cuanto a viajes se refiere, aunque no todos los planes llegaron a plasmarse (pero sí la mayoría, ¡que ya es algo!) En Septiembre viajé a Toulouse por motivos profesionales, y al regresar me fui a las islas Lofoten, en Noruega.
 








      En las Lofoten (Islas Lofoten, el paraíso nórdico) pasamos unos días poniendo a prueba nuestra condición física...y la paciencia con una meteorología que no era la que esperábamos. Llovió. Mucho. Muchísimo. Y eso condicionó en parte el viaje, porque no pudimos hacer algunas de las rutas de montaña que estaban marcadas en nuestro cuaderno de viaje. Aún así, tuvimos ratos de buen tiempo que nos permitieron comprobar en primera persona las bondades y belleza de éste archipiélago de islas situado por encima del círculo polar ártico. Una belleza de lugar del que nos quedamos con ganas de más.









      Los viajes siguieron en Octubre, donde visité Irlanda con M, un viaje que teníamos planeado desde la Semana Santa del 2020 y que tuvimos que aplazar por causas de sobra conocidas. En Irlanda visitamos Dublin, la vibrante Galway y Cork, amén de muchos otros lugares que se encontraban en la zona, y he de decir que al contrario de lo que nos sucedió en Noruega, Irlanda se portó bastante bien climatológicamente hablando y las lluvias fueron mínimas, prácticamente inexistentes, algo de agradecer en un país en el que llueve mucho. El viaje nos dejó un buen puñado de recuerdos e imágenes que espero poder llevar hasta ti pronto (la crónica del viaje aún está pendiente...¡no doy a basto!).












  

      Y Octubre siguió como a mí me gusta, con más viajes; tuve la oportunidad de viajar de nuevo a Estados Unidos por motivos profesionales, un viaje muy apretado y exigente (combinado con una estancia en Reino Unido) que me llevó a visitar Cincinnati (Cincinnati, una pequeña gran ciudad), Nueva York Windsor (Windsor, a orillas del Támesis). Los meses de Septiembre y Octubre recordaron la época previa a la pandemia, con continuos viajes encadenados. Como de costumbre, traté de exprimir al máximo mi estancia en esas ciudades, y es que ahora más que nunca hay que aprovechar los viajes, porque no abundan. 












       Después de un Noviembre mucho más tranquilo de lo que había planeado (mi segundo viaje a Kuala Lumpur del año tuvo que cancelarse por las restrictivas condiciones de entrada impuestas por el país asiático), me quité el mono de viajar a finales de mes, visitando con la pandilla española los mercados de navidad de la región de Alsacia, en Francia. Visitamos muchas localidades de la región (Estrasburgo, Colmar, Kaysersberg, Riquewihr...) donde pudimos disfrutar de las tradicionales construcciones de la región, de sus paisajes (pasados por agua), de su gastronomía y de los vinos calientes tradicionales del periodo navideño. 
















      Y al regresar de Alsacia puse rumbo a Qatar, mi último destino profesional del año, donde pasé dos semanas que dieron mucho de sí y donde pude disfrutar de nuevos rincones del país más allá de Doha, visitando el desierto que ocupa la mayor parte del país y hace de frontera natural con Arabia Saudí, y la zona de la Perla, donde puedes pasear por las calles de Venecia en medio de Oriente Medio...¡cosas que se pueden hacer con dinero en un país!. 














        Un año en el que pudimos volver a disfrutar de los mercados navideños de Colonia, después del paréntesis del año pasado, y que finalicé con una visita fugaz a Frankfurt Sindelfingen, en el sur de Alemania, justo antes de regresar de nuevo a España para finalizar el año y comenzar el nuevo 2022, un año que viene cargado de muchísimas esperanzas e ilusiones, y que espero suponga de verdad el comienzo del fin de la pandemia que todo lo ha cambiado. Un año que afronto con muchos planes de viajes en los primeros tres meses del año, aunque me temo que muchos no se lleven a cabo finalmente, ¡pero por planes que no sea! Espero que a partir de la primavera sí podamos recuperar nuestra actividad viajera habitual. Entre tanto, os deseo mucha salud a todos y mis mejores deseos para el año que acabamos de comenzar. ¡Nos vemos pronto en el aire!








No hay comentarios:

Publicar un comentario