La llegada
Mi tercera visita
a Tailandia tuvo Phuket como escenario.
Decidimos incluir unos días de playa en las vacaciones, pues si bien ni M ni yo somos muy playeros, sí nos gusta tomarnos unos días de relativo descanso durante las vacaciones en un entorno de sol y mar, y Phuket se presentaba como la oferta
más atractiva en la zona (valoramos otras opciones, pero la necesidad de volar
hasta Indonesia, mucho más lejos,
hizo que desecháramos estas opciones), un estupendo lugar en el que celebrar un nuevo cumpleaños (con la canción de Parchís como banda sonora :-P) Para llegar al destino de playa por
excelencia de Tailandia repetimos con
Malindo Air desde Kuala Lumpur (50€/persona, con 25Kg de
equipaje), y de nuevo disfrutamos de un vuelo muy cómodo de en torno a una hora
de duración. Puntuales llegamos al pequeño aeropuerto de Phuket, que se encuentra
al norte de la isla. Para desplazarnos hasta el hotel decidimos contratar los
servicios de vecay (https://www.vecayphuket.com/) que ofrecía un precio muy
competitivo (en torno a los 11€ por el traslado privado al hotel, por los cerca
de 20-25$ que ofertaban el resto de las compañías que visitamos en internet) A
la llegada tuvimos el mismo problema que con rideways en Kuala Lumpur, y es que no había
nadie esperándonos. En esta ocasión la espera fue más breve y después de contactar
con el coordinador de la zona (por WhatsApp,
gracias a la conexión gratuita que ofrece el aeropuerto), rápidamente apareció
el conductor del mini van que nos
condujo en traslado privado hasta nuestro hotel, un recorrido de unos 40min
hasta nuestro alojamiento en Surin
que nos sirvió para tener una toma de contacto con el paisaje, las carreteras y
la forma de conducir en la zona.
El alojamiento
Para nuestra
estancia en Phuket, y después de realizar un exhaustivo estudio sobre las
playas y los establecimientos disponibles para nuestras fechas (la reserva la
hicimos tarde, así que muchas de las opciones barajadas o bien no estaban
disponibles o lo estaban a unos precios ridículamente altos para tratarse de Tailandia), decidimos alojarnos en la
zona de Surin Beach, en el 6th Avenue Surin Beach (47€/noche), una
habitación equipada con una pequeña cocina, de la que no hicimos uso alguno. Teníamos
claro que queríamos evitar la zona de Patong
Beach, la más turística de la isla, y entre las zonas más tranquilas Surin pareció ser una buena opción. El
establecimiento es muy nuevo, y eso se nota en el perfecto estado de las
instalaciones y el correcto funcionamiento de todo (pese a que a nuestra llegada el aire
acondicionado no enfriaba lo suficiente, y después de pasar una noche con mucho
calor avisamos en recepción y lo solucionaron de forma inmediata) La habitación
resultó ser un poco pequeña para una estancia de 6 noches; principalmente
echamos de menos armarios para colocar la ropa y ubicar las maletas. Al margen
de eso, todo estaba muy limpio, el personal del establecimiento fue muy atento
y gozamos de una buena conexión a internet gratuita. Uno de los principales
puntos favorables del hotel es la piscina de la azotea, desde la que se tienen
unas vistas fabulosas del entorno (aunque el excesivo volumen de la música del
bar de la piscina estropeara el ambiente de tranquilidad en algunos momentos)
Entre los puntos débiles, la ubicación del establecimiento: si bien es cierto
que se puede acceder andando a dos playas distintas (Surin y Bang Tao, en
sendos paseos de unos 10min), en los alrededores del hotel no hay prácticamente
nada, siendo necesario caminar hasta la carretera principal para encontrar
bares, restaurantes y tiendas (un paseo de unos 5-7min, pero a esas
temperaturas se hacían muy largos los minutos) Con una moto la situación
mejora, pero aún dista de ser ideal. Un buen alojamiento al que le falla la
ubicación.
Los
desplazamientos
Para moverte por Phuket
hay básicamente tres opciones (como en cualquier lugar): la primera consiste en
coger un taxi para cada desplazamiento, lo cual limita mucho los movimientos y
la flexibilidad de las visitas, por no hablar del claro inconveniente que
supone el precio. La segunda es conocer la isla a base de excursiones organizadas,
en grupos más o menos numerosos y siguiendo rutas masificadas y nada
personalizables. Y la tercera es alquilar un coche o una moto y moverse
libremente por la isla. Obvia decir cuál fue la opción elegida. Con la
experiencia ganada en mi reciente visita al norte del país, equipado con mi carnet de conducir internacional - que en previsión obtuve durante las
vacaciones de Navidad en Palencia -, y con el beneplácito de M (que tenía sus dudas sobre lo de andar en moto, viendo cómo es el
tráfico en la zona), alquilamos una moto para movernos por la isla durante
nuestra estancia. Después de preguntar en el hotel y en un par de agencias
locales, decidimos alquilar la moto en una agencia local situada en una pequeña
calle anexa a la zona comercial de Bang
Tao, que a la postre resultó ser, por casualidad, la misma agencia con la que
trabajaba el hotel, gestionada por dos mujeres muy amables. El hotel nos
ofrecía la moto por 300 BTH/día, y en la agencia la alquilamos por 200 BTH/día
(misma moto, 50% más barata…no hace falta decir nada más) Y con nuestra
flamante moto nos lanzamos a conocer la isla.
La visita
Nuestra primera
visita a Phuket tuvo una invitada poco deseada: la lluvia. Y es que los
primeros días de nuestra estancia estuvieron marcados por las tormentas y las
lluvias semi-monzónicas que sufrimos, que si bien no llegaron a afectar
severamente nuestro plan de viaje, sí limitaron en cierta medida algunas de
nuestras visitas, principalmente la visita al centro histórico de la población
de Phuket (lluvias en Tailandia y viajar en moto no parece ser la combinación más ideal...)
La mayoría de la
gente que visita la isla lo hace bajo el reclamo de sol y playa. La costa más
explotada turísticamente es la costa oeste, pero en la costa hay playas y
playas. Con la playa de Patong como
referente turístico, hacia el norte y al sur de la misma hay opciones para todos
los gustos. Yo solamente pasé por Patong
en una ocasión, de camino hacia el Gran
Buda, y fue suficiente para alegrarme de no alojarme allí (ni cerca de allí)
Una localidad caótica y saturada en cuanto al tráfico y el turismo se refiere,
donde cruzar las calles es un acto de fe, y que es lo más occidental que te
puedes encontrar en todo el país – adiós al encanto asiático. Para gustos, pero
definitivamente no para nosotros. La playa de Surin, en la que nos alojamos, resultó ser, por contra,
excesivamente tranquila: la playa, pequeña y limpia, carece de servicios; hay
un mercado de comida local a pie de playa (excelente en cuanto a oferta, servicio y
precio, al menos el que probamos el primer día al llegar), pero solo está
abierto de día (en cuanto el sol se pone, la zona es un desierto de gente)
La cercana playa
de Bang Tao es una de las más largas
de la isla (unos 7Km), con hoteles ocupando buena parte del litoral. La zona más al sur es mucho más tranquila, con un pequeño embarcadero y mucha actividad local. Hacia el norte la playa se hace más ancha y los hoteles parecen tomar el protagonismo (pero no hay playas privadas, al menos que nos diéramos cuenta) Presenta mucha
más actividad, con una calle comercial de espaldas al mar, y unos pocos
chiringuitos situados directamente en la playa; para nuestra desgracia, dimos
con estos chiringuitos la última noche de nuestra estancia, pero nos encantó el
sitio en el que estuvimos.
Algo más al sur
se encuentra la playa de Kamala (que sufrió las consecuencias de un terrible tsunami hace unos años, catástrofe de la que solo da fe el monumento erigido en el parque al borde de la playa en la que se produjo la entrada torrencial de agua), a
escasos 5 Km de Surin, que también
presenta una oferta razonable de locales de restauración, en un ambiente
tranquilo y familiar. Cualquiera de estas tres playas (con Surin a la cola, por la falta de oferta mencionada) presentan un
desarrollo turístico muy limitado, y el turismo, aunque abundante, es sobre
todo familiar y de parejas.
Pero no todo es
sol (que no vimos tanto como nos hubiera gustado durante nuestra estancia) y
playa en Phuket. La isla presenta un buen puñado de sitios de interés
que bien merece la pena visitar. A cada paso puedes encontrar un templo
budista, una visita siempre interesante (al menos para mí), aunque bien es cierto que los templos
en la zona no alcanzan la grandeza de aquellos situados en otras regiones del
país. Recorrer la isla por libre es una experiencia absolutamente recomendable: te permite descubrir de primera mano muchos lugares y costumbres que de otra forma seguramente no podrías. En una ocasión me crucé con un elefante caminando tranquilamente por la carretera, en mitad del tráfico...me lo pensé dos veces antes de adelantarle porque el tamaño del ejemplar era descomunal. Los elefantes en Tailandia han tenido históricamente mucha relevancia. En la actualidad, en zonas rurales, se les puede ver trabajando en el campo, una situación que sin ser ideal, es mucho mejor que el reciente uso "turístico" que se ha encontrado a estos estupendos animales: los turistas se amontonan para dar paseos a lomos de los elefantes, se multiplican las granjas (llamadas ecocentros de recuperación de elefantes...curioso eufemismo) en las que te puedes bañar con los elefantes, darles de comer...como si fueran una mascota. Visto como tienen a los animales a plena vista en muchos de los lugares que ofrecen paseos (atados con pesadas cadenas que les permiten moverse apenas un metro), no quiero imaginar cómo los tendrán para pasar la noche. Por supuesto, no visitamos ninguna de estas granjas - te tratan de convencer de que el turismo es la salvación para estos animales que de otra manera no tendrían ninguna oportunidad, pero desde mi punto de vista el dinero del turismo no hace sino aumentar la captura de elefantes para poblar estos centros que se multiplican por toda la geografía de las zonas turísticas del país. De nuevo para gustos y opiniones; yo prefiero quedarme con la imagen de un grupo de elefantes caminando libremente en medio de la sabana en Masai Mara...
Nos tomamos la visita a la isla de forma muy relajada, con tan solo una decena de puntos de interés en la lista de “visitas”, aunque en nuestro recorrido por la isla dimos con muchos más puntos interesantes. Pese a todo, visitamos unos cuantos templos (aunque quedaron muchos más por descubrir):
Nos tomamos la visita a la isla de forma muy relajada, con tan solo una decena de puntos de interés en la lista de “visitas”, aunque en nuestro recorrido por la isla dimos con muchos más puntos interesantes. Pese a todo, visitamos unos cuantos templos (aunque quedaron muchos más por descubrir):
- Wat Thep Kasattri: también conocido como Wat Ban Don, es un bonito templo abierto, situado al borde de la carretera 4024, con todos los elementos característicos de estas construcciones. Alberga una numerosa comunidad de monjes budistas y es uno de los templos más antiguos de la isla.
- Wat Muang Komanraphat: un peculiar templo encalado de reciente construcción con jardines adornados con todo tipo de figuras de la cultura Thai y budista.
- Wat Phra Thong: un complejo religioso formado por varios edificios y uno de los templos más antiguos de la isla. En el templo principal visitamos la famosa escultura semienterrada dorada de Buda, una de las más veneradas por la gente local; cuenta la leyenda que la desgracia cae sobre todo aquel que intente desenterrarla. Yo, por si acaso, ni me acerqué...
- Wat Phra Nang Sang: uno de los templos más llamativos de todos cuantos pudimos ver en nuestro recorrido por la isla, y al parecer también el más antiguo, ya que su construcción se remonta 500 años atrás. Pese a ello, tiene el aspecto de estar en construcción, por el estado de sus alrededores y el de alguno de sus edificios. Presenta una decoración muy viva y rica, mezcla de varios estilos. Sin duda, una visita interesante por la singularidad del recinto.
- Wat Khao Rang Samakhitham, situado en la bajada de Rang Hill se encuentra este hermoso templo dominado por la representación de un enorme buda dorado que saluda a los visitantes. Hasta la construcción del Big Buddha, esta representación de Buda era la mayor de todas cuantas había en la isla. La recompensa por subir hasta el templo, situado al final de una larga escalera, bien merece el esfuerzo. El templo es un importante centro de peregrinación budista en la zona. En el interior del templo se respira ese ambiente de tranquilidad que solo algunos templos budistas pueden transmitir.
- Wat Karon, un hermoso y tranquilo templo cuya entrada está custodiada por dos serpientes naga que rodean todo el edificio. Los martes y sábados por la tarde hay un mercado en los alrededores, pero no llegamos a visitarlo.
- Wat Chaithararam, posiblemente el templo más visitado de Phuket, un referente religioso en la zona, también conocido como Wat Chalong, es el templo más importante de los 29 con que cuenta la isla. Está compuesto por varios edificios (cada uno más bonito que el anterior), destacando la estupa que domina el complejo y desde cuya terraza se puede observar todo el recinto. Una de las visitas imprescindibles en la isla. A nosotros nos costó bastante dar con el recinto, ya que según Google maps el templo está en otra localización completamente distinta: después de tratar de dar con la carretera de acceso que mostraba Google sin éxito, preguntamos a una persona que nos dijo que el templo al que en teoría nos dirigíamos no era Wat Chalong, sino otro templo al que sólo se podía acceder andando o en bicicleta de montaña. Punto negativo para google maps en esta ocasión.
- Big Buddha, dominando la colina se alza esta enorme representación de Buda de 45m de altura. La estructura del Buda, así como el templo sobre el que se asienta (que está inacabado), son de cemento, recubierto por pequeñas placas de mármol (se puede contribuir a la construcción del templo comprando estas placas de mármol sobre las que se inscribe tu nombre antes de pasar a formar parte del complejo) La visión del gran buda es sobrecogedora. No menos impresionante resultan las vistas de la isla que se tienen desde el mirador del templo. En el recinto también se pueden ver las huellas que, según cuenta la leyenda, dejó Buda.
Pero no todo son
templos en Phuket. La isla goza de una vegetación exuberante y unos
paisajes cautivadores. Prácticamente a cada paso se encuentran motivos para
detener la marcha y dejarse seducir por las vistas que ofrecen algunos de los
miradores situados al borde de la carretera. El interior de la isla alberga un
buen número de parques naturales (200 BTH entrada) Por falta de tiempo, y
también por la desmotivación propia del que acude a la cascada de Kathu y se encuentra con semejante “ruina” de paisaje (la de Kathu es una de las más famosas de la isla y visita obligada incluida en muchos paquetes turísticos), decidimos no visitar ninguno de
ellos – en cualquier caso, los paisajes de las montañas de Phuket no son en absoluto
comparables a los paisajes del norte del país, en cuya contemplación uno puede
pasar horas y horas prácticamente sin reparar en ello.
Al sur de la isla se puede visitar el cabo Promthep, un entorno precioso solo estropeado por la masiva afluencia de turistas. Los autobuses se amontonan en el pequeño aparcamiento, y los ávidos turistas que bajan de ellos tienen sólo unos minutos para plasmar la belleza del lugar; por suerte, si te alejas por el paseo que discurre paralelo a la costa unos pocos metros, no muchos, ya son suficientes para poder disfrutar del paisaje en un ambiente mucho más tranquilo. El lugar es muy popular al atardecer, por sus puestas de sol. No soy persona de multitudes, así que a pesar de estar en el lugar apropiado y casi a la hora perfecta para disfrutar de una puesta de sol en el cabo, la tarde que visité el cabo decidí alejarme de la multitud y disfrutar de una puesta de sol espectacular en compañía de M y en la tranquilidad que ofrece Surin. Las imágenes no dejan lugar a dudas de que la decisión fue la correcta.
De camino al cabo Promthep merece la pena hacer una parada en Rawai, una bonita playa situada al sur de la isla, conocida por sus restaurantes de marisco (que no llegué a probar porque no era la hora adecuada...(lástima!)
Como ya he comentado antes, la visita a la ciudad vieja de
Phuket se vió parcialmente truncada por la lluvia que hizo acto de presencia al poco de llegar. Antes de llegar visitamos la cercana Rang Hill, una colina desde la que se tienen unas bonitas vistas de la isla, plagada de monos por todas partes, y la colina de los monos, donde después de recorrer un kilómetro y medio caminando hacia la cumbre, curiosamente no vimos un sólo mono (y no será por las cantidades ingentes de espigas de plátanos que había al borde del camino), así que decidimos dar la vuelta y nos dirigimos a Phuket.
El centro de Phuket destaca por sus edificios coloniales, muestra de su pasado portugués. La verdad es que disfruté del tiempo que pudimos pasar en la ciudad antes de que la lluvia hiciera acto de presencia y arruinara el mercado y nuestra tarde en la ciudad. Ante tal perspectiva, y con la vista puesta en el largo camino de vuelta que teníamos por delante hasta Surin, decidimos refugiarnos en el mercado de Na Ka hasta que pasara la tormenta (normalmente las lluvias duran lo que duran, pero cuando amaina ya no vuelve a llover) La ocasión perfecta para degustar un buen puñado de especialidades locales a buen precio y ¡a salvo de la lluvia!
Y estando en Phuket, ¡no podíamos dejar pasar la ocasión de visitar la bahía de Phang Nga! Son muchos los reclamos de la bahía, muchas las islas que han servido de escenario para reconocidas películas y la elección se antojaba complicada. Una de las más conocidas, visitadas y turísticas es la isla Phi Phi, donde se encuentra la playa Maya, la bella playa tailandesa que sirvió de escenario para la película La playa protagonizada por Leonardo Di Caprio en el año 2000. 18 años después, en marzo de este mismo año, Tailandia decidió restringir el acceso a la isla y cerrarla a los turistas 4 meses al año para evitar el deterioro que el entorno estaba padeciendo. Lamentable (no por el cierre, si no por haber permitido que se llegara a esta situación límite) Pese a tener la opción de visitarla (hay excursiones a muchas islas, muchos recorridos, muchas agencias...) nos decidimos por una excursión de un día que incluía, entre otras visitas, una parada en al famosa isla que aparece en la película de James Bond "la pistola de oro", protagonizada por Roger Moore. Contratamos la excursión en la agencia en la que alquilamos la moto, al precio de 3200 BTH para los dos (el folleto oferta la excursión a ese precio por persona...) La oferta incluía un par de visitas a cuevas y lagos en la zona, la famosa isla de James Bond (el tour se llama James Bond Island...¡qué original!), tiempo libre para nadar, comida y bebida a bordo y el traslado desde y hacia el hotel.
La empresa organizadora fue Phangnga at canoe. Si decides hacer este viaje...¡no lo hagas con ellos! (no tienen página web, pero verás en tripadvisor que su puntuación no es muy buena que digamos...); desde el punto de vista organizativo fue completo desastre: en el barco éramos unas 60 personas, y llevaron 3 botellas de refresco de 1,5l para todo el día...no es de extrañar lo que pasó (al menos sí tuvieron agua suficiente...curiosamente no se quedaron sin las bebidas que vendían aparte, como cervezas) Los paseos en canoa fueron testimoniales, ya que te llevaban ellos y solo tenían unas 7-8 canoas en el barco (otros barcos llevaban hasta 20 canoas que llegáramos a contar), así que te daban una vueltecita y rápido de regreso al barco para que, en el tiempo de la visita, todos los pasajeros pudieran "disfrutar" de la experiencia. Para rematar, al llegar al muelle al final del recorrido, nuestro transporte no estaba disponible y trataron de que nos metiéramos en una mini van para 10 personas 13 pasajeros...para un recorrido de cerca de dos horas. Tras algo más de una hora de espera (sin que nos dieran ni un vaso de agua - tenían un chiringuito y estaban encantados de vendernos las bebidas), finalmente una parte del grupo emprendimos el regreso a Surin y dejamos atrás a 3 personas que se quedaron esperando otro transporte...simplemente lamentable. Del guía y responsable de la excursión mejor ni escribo...Al margen de eso, pasamos un bonito día en el mar, descubriendo hermosos rincones naturales (a pesar del deterioro que muestran debido a la masiva presencia del turismo) y comprobando de primera mano la degradación de la bahía y la suciedad del agua en la zona. Una pena, el lado más triste del turismo irresponsable que entre todos hemos construido.
Y no dio para más. Como de costumbre, la semana pasó como un suspiro y de nuevo nos encontramos haciendo las maletas con rumbo a nuestro próximo destino, de nuevo Singapur. De nuevo contratamos el traslado al aeropuerto con vecay y esta vez no tuvimos queja alguna: el conductor nos esperaba puntual a la hora acordada en la puerta del hotel. Un trayecto muy cómodo y tranquilo al aeropuerto, con un conductor muy profesional, momento que aproveché para recordar mentalmente muchos de los momentos vividos en la isla. Una bonita experiencia. Otra más. El viaje continua en Singapur, todo un contraste llegando de Tailandia...¡no te lo pierdas!
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