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Qatar: Doha, entre el mar y el desierto.

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      Esta es la historia de un país situado en una pequeña península dentro de la península arábiga cuyos orígenes se remontan 50000 años atrás. Diferentes civilizaciones dejaron su huella en estas tierras inhóspitas a lo largo de los años (Sumerios y acadios de la antigua Mesopotamia, Sasánidos, Portugueses, británicos Otomanos, entre otros), hasta que éste pequeño país consiguió su independencia de forma pactada con el imperio británico en 1971. La historia de un país que vivió durante prácticamente toda su historia mirando al mar, ya que la pesca y el cultivo de ostras eran su principal actividad, y cuya realidad cambió de forma radical cuando en 1940 se descubrió oro negro en sus áridas tierras. Desde entonces, ya nada ha sido igual en éste pequeño país de apenas 300.000 habitantes (y cerca de 2.5 millones de expatriados), de religión musulmana, un país que en la actualidad tiene la cuarta renta per cápita más alta del mundo, renta cuyo origen se encuentra en poseer la tercera reserva más grande a nivel mundial de gas y petróleo. Un país garante de los derechos humanos en el mundo árabe y primer exportador a nivel mundial de gas licuado. Pero no todo es color de oro (aunque sea negro): Qatar es también el país que más CO2 emite a la atmósfera por persona a nivel mundial. Con éstos datos, no es difícil entender la transformación que ha sufrido el país en los últimos 50 años. De aquel país de pescadores solo quedan los vestigios (artificiales) creados como memoria de lo que el país fue y para deleite de los visitantes en la Villa Cultural de Katara, situada al norte de la capital Doha, un espacio destinado a conservar la herencia cultural del país y donde se organizan numerosas exposiciones, actuaciones y conciertos de diferentes representaciones de la cultura árabe. 











       Ese país de pescadores dio la espalda al mar que le había dado de comer durante toda su historia e imaginó qué país quería ser en el futuro. E imaginó un país artificial asentado sobre islas artificiales construidas en terrenos ganados al mar (el aeropuerto o la Perla, entre otras grandes construcciones, se encuentran en terrenos reclamados al mar), imaginó un país de excesos donde sus habitantes (los de origen qatarí) pudieran dar rienda suelta a su imaginación y gastar ingentes cantidades de dinero que la mayoría del mundo no acierta siquiera a imaginar, un país construido con el esfuerzo de los expatriados, ciudadanos que no gozan de ningún tipo de derecho en el país (a los trabajadores de la construcción se les retira el pasaporte al entrar en el país a trabajar, y los trabajadores más cualificados han de pedir permiso a sus empleadores - todas las empresas que hay en Qatar están controladas por el emir/gobierno - para poder dejar el país aunque sea solo por un fin de semana...y pese a todo, Naciones Unidas considera a Qatar como un país con un gran desarrollo humano...). Y los sueños de unos pocos llevaron a crear una de las mayores y más poderosas compañías aéreas de la actualidad, con una de las flotas más nuevas y que cuenta con más de 200 aeronaves surcando los cielos de todo el planeta (el número se ha duplicado en apenas 7 años), motivo por el cual tengo que visitar el país un par de veces al año y que me ha permitido traer hasta ti imágenes y experiencias de mi última estancia que data de Diciembre de 2021. Para la ocasión volé, como no podía ser de otra forma, con Qatar Airways, en vuelo directo desde Frankfurt (apenas 6 horas...se hacen tan cortos los vuelos en las cabinas Q-suites que solo quieres que el vuelo se retrase y dure más), y me alojé en el Alwadi Hotel Doha - MGallery, situado en el distrito de Msheireb, a los pies del Souq Waqif: ubicación inmejorable, habitaciones muy amplias y cómodas, todo tipo de detalles...en definitiva lo que esperas de un hotel de 5 estrellas que además tiene en su azotea un bar desde el que se pueden disfrutar de unas de las mejores vistas de la ciudad (similares a las vistas de las que gozaba desde la habitación - el bar solo abre en horario nocturno, que es una pena, pero al menos desde la habitación pude disfrutar de las vistas en horario diurno). Sin duda, una recomendación clara de alojamiento si visitas la ciudad (yo repetiré, si no cambia nada, en mi próxima visita prevista para Abril 2022).










       En Diciembre anochece muy pronto en Doha (la puesta de sol es en torno a las 5 de la tarde), así que entre semana todas mis visitas fueron nocturnas y solo pude disfrutar del sol durante los fines de semana que pasé en la ciudad. Desde el hotel se accede directamente al Souq Waqif, el epicentro de la actividad de la ciudad: un zoco construido a modo de zoco antiguo (pero es de nueva construcción), conforme a los planos del zoco original y que es una visita obligada en la ciudad: incluso en plena pandemia es un lugar vibrante, lleno de gente, con múltiples opciones de restauración para todos los gustos y bolsillos y donde puedes encontrar prácticamente todo lo que busques. Uno de los pocos lugares que se han mantenido al margen de la vorágine constructora que se había apoderado de la ciudad durante mi última visita: con la vista puesta en el mundial de fútbol del próximo invierno, no han dejado una calle sin levantar, una piedra sin remover. Es complicado pasear por la ciudad en general, debido a las obras - esperemos sea un mal transitorio. El contrapunto positivo a tanta obra es la novísima y lujosa red de metro que se ha inaugurado recientemente: los viajes valen unos 0.50€ al cambio y te llevan a cualquier estación de la red (creada en torno a los estadios de fútbol que se han construido en la periferia de la ciudad). No es una red muy extensa, pero funciona muy bien (los trenes son automáticos, sin conductor), con muy buen servicio y super-cómodo. 















      Desde el Souq Waqif se puede acceder - sorteando baches, barricadas, agujeros y maquinaria de construcción...antes era más sencillo - al modernísimo edificio que alberga el Museo Nacional de Qatar, un edificio que imita la forma de una rosa del desierto, formado por unos discos entrelazados con grandes aleros, lo que proporciona sombra a los visitantes (muy necesaria en los meses de verano, y no tanto en invierno, ya que las temperaturas en la calle son muy agradables). El museo alberga varias colecciones de arte y en el patio se organizan eventos culturales (lo que yo llamo ferias).   





         Desde el museo se puede acceder al Museo de Arte Islámico de Doha, pero ahora mismo por las obras es bastante complicado llegar (y te juegas el tipo, literalmente, al tener que andar por la carretera sin protección alguna). Merece la pena desandar lo andado y llegar al Souq Waqif de nuevo, desde donde se puede acceder mediante un complejo túnel que discurre bajo El Corniche, una de las principales arterias de tráfico rodado de la ciudad, o esperando el cambio de un semáforo que parece no tener programado el paso de peatones, hasta la orilla del mar, desde donde se accede directamente al Museo de Arte Islámico de Doha, uno de mis descubrimientos de éste viaje, no tanto por el museo en sí (que obvia decir no visité), si no por el parque que lo rodea, que ofrece las mejores vistas sobre el icónico perfil de rascacielos de la zona empresarial que se alzan al otro lado de la bahía, vistas de las que se puede disfrutar tomando un refresco cómodamente sentado en una hamaca mirando al mar (nada de cerveza amigos...), uno de los mejores lugares donde disfrutar de la cálida luz del atardecer, sin duda. 













       Al Corniche es el paseo que discurre al borde del mar y conecta la zona del zoco con el distrito financiero, al otro lado de la bahía. Un paseo de unos 5 kilómetros que solía ser un placer para caminar: en Diciembre, con las obras, el paseo se convirtió más bien en una mezcla entre carrera de obstáculos y buscar la salida del laberinto creado por las obras. Pese a todo, el paseo sigue ofreciendo unas vistas espectaculares de la ciudad, y en una isla cercana al monumento a La Perla, símbolo del pasado comercial del país, se ha instalado un reloj que señala la cuenta atrás para el inicio del mundial de fútbol, todo un evento para el país. En Diciembre, durante mi visita, se estaba celebrando el campeonato del mundo FIFA del mundo árabe, y la verdad es que cada vez que había partido la ciudad se paralizaba por el tráfico y los atascos creados. Esperemos que hayan aprendido la lección y mejoren las infraestructuras (¿quizás un poco tarde para darse cuenta de éste pequeño detalle?). 











       Al final del Corniche se encuentra el distrito financiero de Doha, una sucesión de rascacielos de variados diseños que se alzan dominando el perfil de la ciudad. En ésta zona hay muchísimos hoteles, restaurantes y el primer centro comercial que se inauguró en la ciudad, pero la verdad es que hasta la fecha nunca me he alojado en ésta zona y no la tengo muy explorada. Tal vez ahora que hay metro y se puede llegar fácilmente desde el zoco, en algún viaje me anime a cambiar...pero lo dudo, me atrae mucho más el ambiente del zoco y el poder ver las luces de la ciudad por la noche que el echo de estar en la zona donde las luces se originan. Durante el día de mi visita pude disfrutar de los ensayos previos al día nacional (ya se sabe, exhibición aérea de aviones de combate - 2 - y acrobacias en el aire).









       Desde ésta zona se puede tomar el metro (o un uber - ¡¡nunca TAXI!!) para llegar a la zona más exclusiva de todo Qatar: La Perla. Una sucesión de islas artificiales (similares a la palmera de Dubai) donde sin duda, te vas a "deprimir" en cierta manera al comprobar que los sueños de la mayoría aquí se convierten en realidad para unos pocos: yates de lujo, coches de exposición, urbanizaciones exclusivas, tiendas de esas que no te atreves casi ni a mirar por si te dicen algo...la quintaesencia del lujo, la ostentosidad y el despilfarro. Todo lo que con dinero se puede comprar (menos educación...) tiene cabida aquí. Y como el dinero todo lo puede, pues Qatar decidió traerse un pedacito de Italia al golfo y han construido su pequeña Venecia, con sus canales, sus góndolas y hasta una reproducción del puente de Rialto. Una zona exclusiva y con un toque diferente: la sensación de estar en Doha, en mitad del desierto, y pasear entre canales (artificiales, toda la zona está construida sobre terrenos reclamados al mar) no deja de ser extraña. Una zona que he conocido en éste último viaje y que si tienes tiempo te recomiendo visitar porque no deja de ser original. 
















       Pero Doha, a pesar de ser donde habita el 80% de la población, es una parte muy pequeña de Qatar. La mayor parte del territorio del país lo ocupa el desierto. La zona más explotada es la región que limita con el mar interior que hace de frontera con Arabia Saudí. Mi idea inicial era hacer una excursión al desierto para recorrer las dunas en un 4x4 y luego dormir en una cabaña al borde del mar interior, pero sinceramente los precios me parecieron exorbitados para lo ofrecido (en torno a los 400€/noche por ir solo) y lo dejé para otra ocasión, pero sí me acerqué a hacer una excursión en 4x4 por las dunas y llegar al mar interior. La verdad es que los paisajes son espectaculares (cuando te alejas de la zona de acceso, porque es una actividad bastante popular en Qatar y los primeros kilómetros básicamente solo ves huellas de coches en la arena, que no es que fuera precisamente la idea que yo tenía de un desierto...), y con las "suaves" temperaturas de invierno puedes salir del coche a caminar descalzo, disfrutar de las vistas y tomar hasta un tentempié a media mañana sin riesgo de morir por un golpe de calor. La gente con la que hice la excursión la verdad es que profesionales, lo que se dice profesionales, no eran: el convoy estaba formado por 4 coches y unos de ellos se quedó atrapado en las dunas en varias ocasiones (siempre el mismo), y había que ir al rescate, y las dunas las bajaban, pero tan despacito que casi no te dabas ni cuenta...en fin, un poco escasa de adrenalina la actividad, la verdad. Para otra vez alquilaré un boogie que creo se adapta más a mis pretensiones. De regreso a la civilización paramos en un lago interior de sal (la gente tenía buena voluntad, y paraban siempre que se lo pedía, pero conducir en arena no era lo suyo, la verdad). Una excursión que se demoró mucho más de lo inicialmente previsto por los continuos contratiempos sufridos, pero que me sirvió para ver la otra cara del país. Volveré (pero con otros organizadores :-)). 















      Y como en todo viaje, no te prives de probar la gastronomía local (¡a mí me encanta el pollo "shawarma"!), o no tan local, porque con una población de expatriados que ronda el 85% del total, las ofertas gastronómicas son prácticamente ilimitadas, abundando la oferta turca, pakistaní e hindú (para gustos). Con las obligaciones cumplidas y justo a tiempo para comenzar las vacaciones de Navidad, dejé Qatar observando por la ventana del avión los asentamientos locales del desierto y los atractivos colores del mar de Bahrein en mi regreso a Frankfurt. Otro viaje más al zurrón de recuerdos y un destino que he podido conocer un poco más (y que visitaré de nuevo próximamente, espero). A cuidarse todo el mundo, a disfrutar de lo que hay que esto son dos días (o menos si tienes la desgracia de toparte en las pretensiones del egocéntrico ruso...) y ¡hasta pronto!.





 

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