Los preparativos
De GMT +7 a GMT -4. Recién llegado de Jakarta después de haber pasado unos días allí por motivos laborales, me embarqué de nuevo en un vuelo, esta vez en compañía de M, con destino Cuba. Cuba no era el destino inicialmente previsto para nuestras vacaciones otoñales; aunque sí estaba en la lista de destinos posibles, la prioridad era Asia (un sitio cálido en el que olvidarse del otoño que ya golpeaba insistentemente la puerta para entrar en el viejo continente) Al final nos despistamos con la compra de los billetes de avión y ante la escalada (exagerada) de precios a destinos orientales y la llegada de la temporada de lluvias a los destinos asiáticos que queríamos visitar, decidimos dar un cambio y volar a Cuba, en busca de un clima benévolo y con el objetivo de poder disfrutar de la auténtica Cuba, ahora que la apertura comercial es un hecho y traerá, irremediablemente, la perdida de la esencia del carácter de la isla en unos años, cuando se haya convertido en el parque de recreo de EEUU.
Plaza de la Catedral, La Habana |
Símbolo que identifica a las viviendas particulares autorizadas |
Parque histórico militar El Morro, desde el malecón habanero |
Una calle cualquiera en La Habana |
Para los desplazamientos, aunque barajamos la idea de alquilar un coche, después de hablar con gente que había visitado la isla y comprobado las experiencias de muchas personas con los alquileres de coche allí (por lo general bastante negativas) y los precios (¡desorbitados!), nos decantamos por la opción del autobús, y decidimos reservar todos los trayectos desde Colonia a través de la web de Viazul (www.viazul.com) Los trayectos resultan bastante caros (teniendo en cuenta que hablamos de Cuba), pero es un servicio eminentemente destinado a turistas, así que ya sabíamos lo que había. Parece que hay otros autobuses "para locales", mucho mas económicos, pero no ofrecen las mismas garantías en cuanto a frecuencias y horarios, así que decidimos ir un poco sobre seguro en este aspecto (aunque a mí personalmente no me hubiera importado una pequeña dosis de "aventura" en algún desplazamiento) Durante nuestra estancia en Cuba "descubrimos" que hay otras formas de desplazarse por la isla: la empresa Transtour tiene autobuses cubriendo prácticamente cada rincón de la isla (y el aspecto de sus vehículos es mucho mejor que el que tienen los de Viazul), y Cubataxi, que ofrece viajes en coche colectivos a precios ligeramente superiores a los de Viazul, con la ventaja de ser desplazamientos mucho mas ágiles y sin paradas intermedias.
Entrar en Cuba requiere un visado turístico. Si tienes una embajada u oficina consular cerca, lo más sencillo puede ser acudir directamente allí, ya que el visado turístico se tramita inmediatamente (22€) Si no puedes acudir en persona, en Bonn nos informaron que también lo tramitan, pero cobran 35€ adicionales por la gestión y piden todo tipo de documentos, como seguro medico. En internet hay muchas webs que gestionan los visados, a precios similares (22€ + 35-50€ por gestión) Nosotros lo gestionamos con onlinetours (http://www.onlinetours.es/visados-a-cuba), un trámite muy sencillo ya que solo piden los datos de los pasaportes y únicamente cobran los gastos de envío (entre 5-10€, dependiendo del método de envío seleccionado), además de los 22€ del visado. Un par de días más tarde de hacer la gestión online, recibí los visados en la dirección indicada. Muy recomendable.
La vida en Cuba
En cuanto a la moneda, Cuba presenta la singularidad de tener dos monedas, una para locales (el peso cubano) y otra para turistas (el peso convertible, CUC), moneda que carece de valor fuera de Cuba. Obviamente los precios varían ostensiblemente en función de quién lo compre (local o turista) y con qué moneda se pague. Las tarjetas de crédito gozan de escasa popularidad en la isla, y su uso conlleva abusivas comisiones (superiores al 10%) así que es recomendable viajar con euros en efectivo para cambiarlos al llegar por CUC (se aplican comisiones en el cambio de dólares del 10%, aunque este porcentaje ha llegado a situarse en el 20%) En el momento del viaje el cambio se situaba en 1€ = 1,06 CUC.
El suministro eléctrico en Cuba es un tanto irregular, y la corriente en general es de menos voltaje (110v), lo que, a no ser que lleves un transformador, no tiene mayor inconveniente,aunque necesitarás más tiempo para cargar las baterías de tus gadgets electrónicos. La clavija es la de dos terminales machos planos, así que hacen falta adaptadores (menos en Varadero, que usa la clavija doble compatible con los enchufes europeos) Como era de suponer, la conexión a internet es muy limitada (prácticamente inexistente), y en Cuba no existe la posibilidad de hacerse con una tarjeta SIM local para tener datos en el móvil (uno de los lugares, si no el más, más retrasado en este aspecto de todos cuantos he visitado), así que la comunicación con el "exterior" resulta en muchas ocasiones una autentica misión imposible (no conseguí que mi madre entendiera que no podía mandar mensajes a cada momento...) Se puede comprar una tarjeta en algunos hoteles que permite el uso temporal de internet (5 CUC / hora en la isla, y 2 CUC/hora en el hotel en Varadero - una conexión que funcionaba de forma esporádica pese a ser de pago), aunque para conectarse aún hace falta una red WiFi abierta, por lo que no resulta extraño ver ingentes cantidades de cubanos agrupados en torno a un lugar desde donde pueden acceder a una de esas conexiones WiFi abiertas. Para una familia cubana, una conexión fija en su domicilio de 50h de duración al mes, con modem (nada de WiFi, ni alta velocidad...), cuesta 45 CUC/mes. Increíble. La información es poder, y alguien parece estar muy interesado en limitar el acceso a la información a la población cubana.
El precio de una cerveza local ronda los 1,5-2 CUC |
El viaje
El vuelo lo hicimos con Iberia, desde Dusseldorf vía Madrid; un A319 lleno hasta la bandera en el primer trayecto y un A330-200 para el trayecto hasta La Habana, con las consabidas limitaciones ofrecidas por la compañía de bandera Española: poco espacio con el respaldo delantero (menor aún si se tiene en cuenta que por alguna extraña razón los respaldos de los asientos de los laterales de la ultima fila de cada sección de turista no se abaten...pero los cuatro centrales sí lo hacen ¡¡!!), un servicio de entretenimiento a bordo mediocre en esta ocasión, con poca oferta de títulos y de escasa calidad, y con conexión Wifi a bordo a un precio excesivo (1h por 9€ y 4h por 25€) El punto a favor de Iberia fue la puntualidad, que nos llevó a aterrizar en La Habana una media hora antes del horario programado, nueve horas después de nuestra salida de Madrid.
Por delante doce días en Cuba, con el siguiente itinerario:
Por delante doce días en Cuba, con el siguiente itinerario:
La Habana - Viñales - Cienfuegos -Trinidad - Varadero
La Habana
El aeropuerto internacional José Martí se encuentra a unos 20Km de La Habana, y la única forma de salir de él es en taxi (auch...ya empezamos...) Hablar del uso de taxímetros en Cuba es como tratar de hablar de los principios por los que un avión vuela con un niño de dos años y que éste lo entienda, una quimera, así que la única opción es negociar con el taxista el precio del trayecto y evitar siempre el uso de coches no autorizados (que abundan) por razones obvias de seguridad. Nosotros decidimos tomar un taxi "oficial" en el aeropuerto con el que acordamos un precio de 25 CUC por el trayecto hasta nuestra casa en la ciudad, situado en la La Habana vieja. En poco más de veinte minutos nos encontramos en la puerta de nuestro alojamiento, con un montón de información proporcionada por el taxista (no siempre correcta, como fuimos descubriendo sobre la marcha durante el viaje)
Durante nuestra estancia de tres noches en La Habana nos alojamos en "el 81" (35 CUC/noche, el desayuno 5 CUC/persona y día, info@el81.net), situado en la antigua Avda. Galiano (N. 115, ahora Avda. Italia), a escasos metros del malecón y de los principales puntos de interés de la ciudad vieja, accesibles andando desde el alojamiento. Un alojamiento muy básico pero suficiente para nuestra estancia (posiblemente el peor de nuestros alojamientos en Cuba en cuanto a habitación se refiere, con algo parecido a aire acondicionado, pero muy obsoleto y ruidoso) La estupenda terraza le añadía un plus al alojamiento, ya que era fabuloso poder desayunar con el malecón y el mar al fondo, o tomar un Cuba libre al llegar por la noche antes de acostarnos. Los dueños de la casa - Alberto, Melba, y también Samuel - fueron muy atentos y resolvieron todas nuestras dudas y preguntas al instante. El desayuno - con zumo natural, fruta fresca, huevos preparados al instante al gusto de cada uno y un bollo de pan, básicamente -, personalmente me pareció algo escaso y caro para lo que ofrecen, aunque luego comprobamos que tanto el precio como la composición del desayuno era similar en todas las casas en las que nos alojamos, y que el acceso a productos de alimentación básica no siempre resulta sencillo en Cuba. Una experiencia muy positiva y un alojamiento que, pese a las limitaciones mencionadas, no dudaría en recomendar, por su ubicación y el amable trato recibido de parte de nuestros anfitriones.
La mayor parte de los puntos de interés de La Habana se encuentran en la zona vieja de la ciudad, limitada por la Avda. José Martí y el mar. Mi recomendación es descubrir la ciudad a pie, ya que las distancias en la ciudad vieja no son muy grandes y cada calle ofrece una visión distinta de la ciudad y de la vida que en ella se desarrolla. La Habana vieja fue declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982, año en el que comenzó una profunda renovación de los edificios coloniales más deteriorados; el resultado de aquellos trabajos es palpable en la actualidad - aunque aún hay mucho trabajo por hacer, ya que saliendo de las zonas más turísticas, el aspecto de las calles y las viviendas es desolador.
El edificio más reconocible de la ciudad es el Capitolio, una replica del de Washington D.C., inaugurado en 1929 y que alberga la Asamblea Nacional. Aunque el edificio fue reabierto al público en el año 2014 después de una profunda renovación, en la actualidad está de nuevo cerrado y los andamios parecen formar parte de la imagen permanente de este singular edificio neoclásico. El Km 0 de todas las carreteras de la isla se encuentra en el vestíbulo del edificio.
Justo al lado se encuentra el bonito edificio del Gran Teatro y el Parque Central, epicentro de la vida social (y del turismo) de La Habana, donde destaca la estatua de José Martí, escritor, el héroe nacional mas importante de Cuba (1853-1895) Del Parque Central nace el Paseo de Martí, también conocido como Prado, una amplia avenida arbolada flanqueada por edificios históricos que desemboca al norte en el Malecón, desde donde se tienen unas vistas espectaculares del Morro, un parque histórico militar que comprende el castillo del Morro y la fortaleza de S. Carlos de la Cabaña (entrada 6 CUC para cada uno de los lugares) El acceso a el Morro se realiza únicamente en coche, ya que hay que cruzar la bahía por un túnel y el acceso a los peatones esta prohibido (2 CUC en taxi colectivo o 5 CUC en taxi privado) El lugar es un sitio histórico y suponía la primera linea de defensa de La Habana, dando fe de este hecho numerosos vestigios en la zona. Hacia el este se puede visitar el Cristo del Sagrado Corazón de Jesús, una escultura de 23m de altura que data de finales de la década de los 50 del pasado siglo, y que destaca más que por su tamaño, que también, por los trabajados detalles de la escultura. La escultura se encuentra en lo alto de un cerro a unos 50m sobre el nivel del mar, por lo que resulta visible desde distintos puntos de La Habana vieja.
De regreso a la zona histórica de La Habana, dirigimos nuestros pasos hacia la Catedral, uno de los edificios que mas llamó mi atención en La Habana, no tanto por su apariencia, que no se puede comparar ni de lejos por ejemplo a la catedral de mi ciudad de acogida, Colonia, pero cuya construcción me recordó a mi admirada y recién visitada Petra, ya que el pórtico principal recuerda al Tesoro de la ciudad Jordana, y el material de construcción parece ser piedra labrada (pero solo lo parece) El interior de la Catedral es sobrio pero sigue la linea de diseño iniciada en el exterior. Como complemento ideal a la visita, se puede subir a la torre (1 CUC); y es que las vistas desde las alturas normalmente no encuentran parangón (como suele decir mi tío Jesus, si hay un sitio elevado hay que subirse para hacerse una idea de la ciudad, y yo sigo ese principio a rajatabla allá donde voy; ¡no hay torre o mirador que se me resista!) La plaza de la catedral, una de las cuatro con que cuenta La Habana vieja, está rodeada de mansiones coloniales y goza de una animada vida, con numerosos restaurantes, bien en la plaza o en las calles aledañas.
A escasos metros de la catedral se encuentra uno de esos lugares que goza, a mi entender, de una fama poco justificada: La bodeguita del medio. Hemingway pasaba largas horas en éste local tomando mojitos (al igual que lo hacía en la Floridita tomando daiquiris), y de ahí le viene la fama al local, que sirve mojitos al precio de 5 CUC; un ambiente excesivamente turístico y masificado para mi gusto, posiblemente la gran decepción de La Habana, ya que esperaba mucho más de un local de esta fama (supongo que es el precio del turismo de masas que se vive casi en cada rincón del planeta)
Muy cerca de la plaza de la Catedral, se encuentra la Plaza de Armas, una plaza adoquinada que data del S.XVII y que debe su nombre a los ejercicios militares que aquí se desarrollaban. Notables edificios rodean la plaza, como el castillo de la Real Fuerza, construido en 1577 y que pasa por ser la fortaleza más antigua de la ciudad, o el palacio de los Capitanes Generales, actual sede del Museo de la Ciudad.
La tercera de las plazas de La Habana vieja es la Plaza Vieja, que data de 1559, una hermosa plaza porticada adornada por edificios señoriales, uno de los cuales alberga en la actualidad el curioso Museo de Naipes; y a muy corta distancia se ubica la cuarta plaza, la de S. Francisco, donde se encuentra el convento de S. Francisco, que perdió su carácter secular en 1762, cuando los ingleses ocuparon la ciudad.
Cualquiera de las calles de La Habana vieja tiene su propio encanto y mucha historia, pero posiblemente la calle Mercaderes sea una de las más notables en este aspecto, una calle peatonal que acoge numerosas mansiones, museos y un gigantesco panel decorativo minuciosamente compuesto por piedrecitas de distintos colores (una especie de mosaico de piedras)
Finalmente, merece la pena mencionar el Museo de la Revolución, alojado en un bonito edificio de 1920 que fue tiempo atrás palacio presidencial, un autentico homenaje a la revolución, haciendo un recorrido por la historia reciente de Cuba.
Al sur de la ciudad vieja, en la zona de la bahía y antes de llegar a la estación de trenes, se encuentra el mercado de S. José, un antiguo muelle de mercancías reconvertido en centro cultural y donde se puede encontrar prácticamente de todo en materia de artesanía y recuerdos de la isla: pinturas, bordados, tallas de madera, camisetas...cientos de pequeños puestos que ofrecen prácticamente lo mismo y a precios similares (hay que negociar, pero el regateo no funciona como en Asia, ya que aquí el precio de partida se encuentra muy cercano al precio final del producto) En ocasiones pasear por sus pasillos resulta agobiante por la proximidad de los puestos y las numerosas voces que reclaman tu atención. Yo hice alguna compra allí, pero poca cosa, mas que nada por despreocuparme y no tener que perder mas tiempo mirando qué llevarme de recuerdo de mi viaje (además de ron, ¡claro está!)
Si se visita La Habana no se puede decir que la experiencia ha sido completa hasta que no se ha probado uno de los clásicos coches americanos que recorren sus calles y se ha hablado con su dueño y comprobado la conexión que tiene con su joya sobre ruedas. Algunos de estos vehículos son autenticas preciosidades y merecen ser observados como lo que son. Nosotros decidimos dar un paseo en uno de ellos, aunque no elegimos el modelo de coche, para ser sinceros: lo decidimos sobre la marcha mientras paseábamos por la Plaza de Armas y la lluvia parecía dar una tregua; acordamos el precio con un conductor que nos pareció majete (25 CUC por algo más de una hora de recorrido) y nos lanzamos a descubrir el centro de La Habana a bordo de un Plymouth descapotable de 1956 con Gómez al volante. El paseo nos llevó a descubrir La Habana vieja desde otro ángulo, el barrio chino - donde paradójicamente no queda ningún chino, ya que tal y como nos dijo algún otro conductor de coche, si ves un chino en el barrio chino el viaje es gratis - y de allí a la Plaza de la Revolución, con el monumento a José Martí en el centro, emplazado en el punto más elevado de La Habana, y los famosos murales del Ché (en la fachada del edificio que ocupa el Ministerio del Interior) y Fidel decorando las fachadas de los edificios gubernamentales que rodean la plaza, que data de comienzos de los años 50; visitamos el cementerio Colón - con notables tumbas y cuya principal característica es que posee una ermita en su interior, algo único en Cuba - y la zona residencial de la capital cubana, Vedado, en cuyos alrededores se encuentra el parque dedicado a John Lennon (que aunque nunca visitó la isla parece que se le tiene mucho cariño en Cuba), recorrimos el emblemático malecón habanero y regresamos a la plaza de Armas algo más de una hora más tarde, habiendo disfrutado de un agradabilísimo paseo a cielo abierto y de las explicaciones proporcionadas por el conductor-guía del coche, con quien quedamos muy contentos. Una experiencia muy recomendable.
La oferta de restauración en La Habana es muy completa, y hay opciones para todos los presupuestos: algunos carteles anuncian un menú completo en base a pollo/cerdo con arroz, bebida y postre por 5 CUC, y en otros sitios los precios se disparan hasta los 30-35 CUC por plato principal con langosta como ingrediente fundamental. Hay negocios regentados por el Estado, cuyos precios suelen ser más elevados, y los llamados "paladares", negocios privados donde los precios suelen ser mas ajustados y que ofrecen una buenísima calidad. Nosotros la verdad es que casi siempre comimos bien, pero de entre los sitios que visitamos (y que nos recomendó Samuel, de "el 81", no puedo por menos que mencionar (y recomendar que si viajas a la isla no dudes en visitarlos) los siguientes lugares:
- Paladar Doña Eutimia: en el extremo suroeste de la plaza de la Catedral se abre paso un pequeño callejón repleto de paladares a ambos lados. Una legión de personas que trabajan para esos restaurantes tratarán de convencerte de las bondades del menú que ofrecen (¡ojo! En las ofertas hay gato encerrado, ya que según nos contaron Alberto y Melba te harán pagar la comisión que le corresponde a la persona que consiga que te sientas en el mesa de un determinado local), en todos ellos menos en uno, que siempre está lleno de gente y que no necesita de personas que te convenzan para que te sientes a la mesa a disfrutar de su menú. El paladar de Doña Eutimia es el situado al fondo a la derecha del callejón, y ofrece una carta muy variada de platos de la cocina tradicional cubana a precios aceptables (una comida con dos entradas, dos platos y bebidas para dos personas sale por unos 30 CUC) Buen servicio, buen ambiente y sabrosos platos para uno de esos lugares que no puedes dejar de visitar en La Habana (conviene reservar con antelación...a nosotros nos dieron de comer una hora mas tarde de cuando llegamos por falta de previsión por nuestra parte)
- El sitio de en frente: en la calle O'Reilly, entre las calles Habana y Aguiar (en frente del bar Bilbao), se encuentra este lugar que de no haber sido por el consejo de Samuel nunca hubiéramos encontrado, simplemente porque hubiéramos pasado de largo, ya que el acceso es a través de una pequeña puerta que se abre a una escalera que para nada anticipa lo que oculta al final. En la terraza de la azotea se puede disfrutar de comida de diseño (a unos precios algo elevados) Pero no es la comida la que nos llevó a este lugar, sino las bebidas: el bar sirve unos cócteles deliciosos y muy generosos a un precio que oscila entre los 4-5 CUC (el mojito vale 4,5 CUC) En un ambiente muy relajado, un tanto alejado del circuito turístico de masas, con música ambiente y una cuidada atención al cliente, El sitio de en frente se convirtió en visita obligada al caer la noche durante nuestra estancia en La Habana, donde disfrutamos (vaya si lo hicimos) de una de las bebidas más tradicionales de la isla. Recomendable al 100%.
Al margen de sitios históricos, monumentos y paisajes que La Habana ofrece, nuestra estancia en la ciudad quedó marcada por numerosas experiencias e imágenes que solo quienes hayan visitado la ciudad como viajeros, y no como turistas, pueden y saben apreciar. Pese a que las necesidades básicas de la población parecen estar cubiertas, hay una carestía importante de muchos artículos de primera necesidad, como geles de baño, detergente y material escolar, y otros presentan unos precios ridículamente altos, más teniendo en cuenta que el sueldo de un funcionario ronda los 40 CUC/mes (¡nos pidieron 15 CUC por dos paquetes de leche en polvo!) Esta situación la aprovechan (o al menos lo intentan) muchos de los cubanos que ven en el turismo una fuente "fácil" de ingresos: en nuestro primer día en La Habana parece que lleváramos puesto un cartel de "recién llegados" en la frente, ya que nos abordó continuamente gente que, después de su particular discurso, terminaban irremediablemente pidiendo comida, que les invitáramos a tomar algo o que les acompañáramos a algún supermercado a comprar algún producto (nunca dinero), ocasión que aprovechaba el vendedor de turno para hinchar los precios. Pronto aprendimos que no se podía dar mucho crédito a esta gente y que lo mejor era ignorarlos, y a partir de ahí nuestra experiencia en La Habana mejoró considerablemente (ojo, que solo fueron una minoría los que se comportaron así, pero gente sin escrúpulos los hay en todas partes)
Durante nuestra estancia pudimos comprobar de primera mano las dificultades para acceder a muchos productos básicos: visitamos varios supermercados y la ausencia de productos era general, con estanterías vacías y carteles de productos agotados por todas partes. El acceso a la información es otro punto en el "debe" del gobierno de la isla; el acceso a internet es muy complicado y limitado, y resultaba muy curioso ver gente agrupada en las inmediaciones de hoteles u otros recintos que ofrecían conexión WiFi, incluso bajo la lluvia al abrigo de un paraguas, sin duda una de las imágenes que más nos llamó la atención. Y para finalizar, los edificios de la ciudad antigua, muchos de ellos en estado de semi ruina (o de abandono completo), pero en muchos casos habitados. Alejándose de las calles principales o de aquellas en torno a los lugares de interés turístico, las calles de la ciudad antigua rezuman desolación, abandono y pobreza, pero resultan sumamente interesantes de visitar, y es que es en esas calles, por donde apenas transitan turistas, donde se desarrolla la vida de La Habana actual, una experiencia impagable que nos encantó poder disfrutar de primera mano.
Viñales
El dia de nuestra despedida de El 81, Alberto y Melba nos tenían preparada una bonita sorpresa, ya que se encargaron de organizar nuestro traslado a la estación de autobuses situada cerca del zoo de la ciudad, un tanto alejada del centro histórico de La Habana. Para despedirse de La Habana (al menos de forma temporal) nada mejor que hacerlo en un coche clásico, y para ello Alberto y Melba contactaron con Ramón, que conduce un Ford de 1929 para llevarnos a la estación de autobuses...casi nada. Disfrutamos del trayecto de unos veinte minutos de duración a cielo abierto a bordo de esta joya sobre ruedas (10 CUC), y de la compañía del simpático Ramón, un cubano con mucha historia a sus espaldas. Una muy grata sorpresa y un bonito detalle por parte de nuestros anfitriones durante nuestra estancia en La Habana.
A la entrada a la estación de autobuses un grupo de gente se agolpaba tratando de buscar clientes para un trasporte colectivo a Viñales, una alternativa que no conocíamos; al parecer el precio es similar, pero los trayectos duran menos, ya que van directos. Como ya llevábamos los billetes de todos los trayectos comprados no indagamos más en esta opción y no llegamos a ver el tipo de vehículo en el que se realiza el traslado, pero al menos descubrimos que hay una alternativa a Viazul....tal vez para nuestra próxima visita a la isla.
A las 1400h partió puntual el autobús Viazul con destino Pinar del Río y Viñales (12US$/persona), un trayecto de unos 180 Km para el que invertimos algo más de tres horas. Los autobuses resultaron ser mucho más viejos de lo que yo tenía en mente, algo predecible teniendo en cuenta el estado del parque automovilístico de la isla, pero por el precio que tienen y al ser un servicio destinado exclusivamente a turistas, esperaba simplemente algo mejor: la mitad de las tomas de aire acondicionado no se podían accionar al haber perdido años atrás las palancas de regulación y accionamiento, cortinas y tapicería en mal estado, asientos cuyo respaldo no se reclinaba o no permanecía vertical...Pese a ello, el trayecto discurrió de una forma muy plácida (al margen de los vaivenes provocados por las bacheadas carreteras cubanas), aunque una menor intensidad del aire acondicionado en el interior del vehículo se hubiera agradecido.
Tras una primera parte por autovía y apenas sin tráfico, hicimos una breve parada en Pinar del Rio, lugar cuya arquitectura recuerda poco o nada a la de La Habana. El paisaje cambia completamente y a partir de allí los últimos 30 Km hasta Viñales discurren por una sinuosa carretera que ofrece unas vistas espectaculares, con una orografía marcada por los característicos mogotes de la región. Algo más de tres horas después de nuestra salida de La Habana llegamos a Viñales, donde Leyani nos estaba esperando con un cartel con nuestros nombres a la llegada del Viazul. Durante nuestra estancia nos alojamos en la casa de Osvedy y Leyani (25 CUC/noche, 5 CUC el desayuno por persona y día, osvedyleyani@gmail.com) un alojamiento situado en una tranquila calle un tanto "alejada" del centro de Viñales (en realidad está a sólo cinco-diez minutos andando, pero en una localidad tan pequeña parece que está lejísimos del centro) Un alojamiento extraordinario: una habitación muy amplia y un aseo que aunque pequeño era muy funcional, y donde todo funcionaba perfectamente (presión de agua y temperatura), un sistema de aire acondicionado muy nuevo y una zona común compartida con la otra habitación de la vivienda (vacía en el momento de nuestra llegada) que incluía frigorífico y sala de estar. El alojamiento ofrece además una amplia carta de productos (desde bebidas y comidas a excursiones e incluso masajes) a unos precios mucho más razonables que los que habíamos experimentado en La Habana días atrás. El desayuno incluía los mismos productos que en La Habana (huevos, pan, zumo de fruta y plato de fruta fresca), ¡también excelente! Contratamos con ellos nuestra excursión del día siguiente con Changa, el tío de Leyani (10 CUC/persona, en treking con guía privado) y salimos a conocer Viñales.
Viñales es una pequeña localidad, pero muy turística; a cada paso se puede leer el cartel de alojamiento disponible en casa particular (yo calculé que el 75-80% de las viviendas en Viñales ofrecen esta posibilidad; M era de la opinión que ese porcentaje era aún mayor; al final de nuestra estancia descubrimos que hay cerca de ¡1000 viviendas que ofrecen alojamiento privado en la zona!) La localidad básicamente tiene una calle principal donde se amontonan los restaurantes, agencias de viajes y otros negocios, y a pesar de estar invadida de turistas, resulta tremendamente tranquilo pasear por sus calles: puedes entrar en las tiendas sin sufrir el acoso de los comerciantes, pasear por un mercado local sin que todos y cada uno de los vendedores traten de que les compres algo y pasear por la calle sin tener que rechazar constantemente las ofertas de taxi...en definitiva, un escenario completamente distinto al vivido en La Habana días atrás. Por si fuera poco, los precios son mucho más ajustados (una estupenda cena con langosta como ingrediente principal cuesta del orden de 8 CUC, y un mojito oscila entre los 2-3 CUC), y todo ello en un entorno precioso y muy particular. Sin duda un gran acierto incluir el destino en nuestro plan de viajes (pese a que he reconocer que tenía mis dudas cuando discutí con M el plan de viaje meses atrás)
El premio final del recorrido fue visitar la cueva del Palmerito (2 CUC), una pequeña cueva de unos 300m de longitud con algunas pequeñas formaciones de estalactitas y estalagmitas formadas por la filtración del agua y que crecen a razón de 1cm cada cien años según nos dijeron (nada especial, sobre todo si se ha visitado la Cueva de los Franceses o las del Drach), pero presenta la singularidad de que al final del recorrido hay un lago de unos 35m de largo, con una profundidad que oscila entre los 35-180cm, y donde te puedes dar un chapuzón en medio de la oscuridad en tan increíble entorno, una experiencia singular y única sin duda. La cueva no está acondicionada en absoluto, así que el recorrido se hace con la ayuda de la luz proporcionada por unas pequeñas linternas que porta el guía de la cueva, y el baño se produce en semi oscuridad (u oscuridad completa si no hay linternas encendidas) Es un sitio relativamente transitado pero durante nuestra visita M y yo estuvimos prácticamente solos, tan solo en compañía de tres nórdicas, así que disfrutamos del lugar con cierta tranquilidad. Encantados con la experiencia emprendimos el camino de regreso a Viñales, a donde llegamos seis horas después de nuestra salida (unos 14 Km de recorrido) habiendo disfrutado de la experiencia, compañía y una animada conversación con Changa, que nos ofreció el punto de vista sobre la vida en la isla de un guajiro que lo más lejos que ha ido a sus cincuenta años es a La Habana, y que hablaba con cierta tristeza de la realidad de bloqueo que sufre la isla y las escasas oportunidades que se brindan para sus habitantes. Una experiencia impagable y absolutamente recomendable.
Para finalizar nuestra breve pero más que interesante estancia en Viñales, subimos al hotel La Ermita, un refugio un tanto aislado de la realidad local pero que ofrece unas vistas estupendas de Viñales y los mogotes de la zona. Una animada y distendida charla nocturna con Osvedi y Leyani al abrigo de un perfecto mojito (¡gracias Osvedi!) nos abrió los ojos, de nuevo, sobre la realidad cubana. De nuevo esta experiencia vivida no tiene precio, y agradecemos profundamente el estupendo y caluroso trato recibido por Osvedi y Leyani durante nuestra estancia en su casa. Cuando decidimos alojarnos en casas particulares este fue uno de los motivos principales (a parte del económico, para qué negarlo), y la experiencia de nuevo respondió con creces a las expectativas. Gracias por vuestra hospitalidad, os deseamos lo mejor y esperamos que podamos volver a vernos en el futuro.
Cienfuegos
El Viazul hacia Cienfuegos salía a las 06:45, aunque lo hizo con unos minutos de retraso...por delante casi 8 horas de viaje, el trayecto más largo de cuantos íbamos a realizar en Cuba (32$/persona) Osvedi y Leyani se levantaron para prepararnos un estupendo y completo desayuno para llevar y despedirnos...un detallazo que agradecimos y valoramos como merece.
Tras un largo viaje, pero que no se hizo pesado en absoluto (quizás si hubieran dicho antes que sobre las 1200 habría una parada de una hora para comer, el viaje hubiera estado aún mejor), llegamos a Cienfuegos, que nos recibió con lluvia, algo que sería casi una constante durante nuestra estancia en la localidad. Cienfuegos es una localidad "nueva" y sus calles siguen un ordenado patrón cuadriculado numerado, por lo que resulta tremendamente fácil llegar a cualquier sitio (si se sabe la dirección, claro) La estación de autobuses se encuentra en la calle 49, entre las avenidas 56 y 58 (las calles siguen numeración impar, y las avenidas par), y nuestro alojamiento se encontraba en la av. 58 entre las calles 37 y 39, un paseo de unos diez minutos.
Mientras caminábamos hacia nuestro alojamiento, M y yo tratamos de recordar por qué decidimos pasar dos noches allí, ya que la estancia se antojaba demasiado larga por lo que íbamos viendo en nuestro paseo. Luego recordamos que decidimos usar Cienfuegos como parada de descanso, en la mitad de nuestro viaje por Cuba.
En Cienfuegos nos alojamos en el Hostal casa verde 3709 con Baby y Yosvany (25 CUC/noche, y los habituales 5 CUC/persona por desayuno/día, babycasaverde3709@gmail.com) La habitación era la menos independiente de todas en cuantas habíamos estado hasta la fecha, ya que la entrada a la casa era común y había que atravesar la sala de estar para llegar a la habitación, muy amplia y dotada de aire acondicionado y frigorífico, con ventana al interior de la casa, así que echamos de menos una ventana exterior para tener mas privacidad y algo de aire fresco. El desayuno, el mejor sin duda alguna hasta la fecha: abundante fruta, huevos, pan, zumo natural y bocadillos de jamón y queso, todo riquísimo y preparado al instante. Una amplia terraza en el piso superior - cuyo acceso resultó más complicado de lo esperado ya que los dueños cerraban el acceso por la noche (en torno a las 2200h) - completaba las instalaciones de nuestro alojamiento, situado muy cerca de los escasos puntos de interés que ofrece Cienfuegos.
La actividad comercial en Cienfuegos se concentra en la calle 37 o Paseo de Prado, y el boulevard, en la confluencia de la 37 con la 56. El Boulevard es una calle peatonal con comercios a ambos lados, que desemboca en la Plaza José Martí, una bonita plaza ajardinada (donde se encuentra el único punto de acceso WiFi de la localidad), rodeada de los edificios más históricos y hermosos de la ciudad: la Asamblea Municipal, la catedral (que presentaba un aspecto interior muy pobre, ya que se está renovando), el Teatro...cada edificio simboliza un pedacito de la historia de la localidad.
El Boulevard |
La calle 37 concentra la mayor parte de los negocios y restaurantes de la localidad - incluyendo un par de sucursales de la afamada cadena de heladerías Coppelia, donde la escasez de sabores quedó patente durante nuestra estancia, posiblemente debido a la dificultad para obtener materias primas -, y desemboca en el malecón, un paseo al borde del mar y que conduce al puerto deportivo. Y lamentablemente, poco más ofrece Cienfuegos, una localidad que se puede visitar en menos de dos horas. Por si fuera poco, hay escasos lugares al aire libre en los que poder disfrutar de una cena o un mojito, y el tiempo no fue precisamente un aliado durante nuestra visita, ya que llovió todas las tardes - aunque luego el tiempo mejoraba notablemente una vez descargado el chaparrón.
De entre los lugares que visitamos en Cienfuegos, dos recomendaciones y una advertencia:
- Las Mamparas: comida criolla a muy buenos precios; buena cantidad, buena calidad y buen servicio, poco más se puede pedir. Lo peor del local es que no tienen terraza y comer en el interior puede resultar un tanto sofocante (los ventiladores no son suficiente...)
- Casa Prado (www.casapradorestaurant.com): lo mejor sin duda es la terraza desde la que se puede disfrutar de un mojito, un picoteo o una cena. Ofrecen menú del día muy completo (18 CUC), aunque parece mas un menú de bebidas que de comida por la cantidad de bebidas que ofrece. Probamos alguna cosilla de cocina y quedamos contentos, aunque los precios son algo elevados tratándose de Cienfuegos.
- te quedarás: en el boulevard de Cienfuegos, a pocos metros de la calle 37, se encuentra sin duda alguna el peor restaurante de cuantos conocimos en Cuba: precios elevados, mala calidad y un pésimo servicio (pedimos tres cosas y se equivocaron en dos de ellas, así que nos tocó esperar para que nos trajeran lo que pedimos) Si puedes evitarlo, te harás un favor a ti mismo y a tus vacaciones.
Al margen del municipio de Cienfuegos, se puede organizar alguna excursión desde allí a la sierra cercana; nosotros decidimos ir a El Nicho, una recomendación de Alberto (La Habana) y una de las excursiones más populares (tanto desde Cienfuegos como desde Trinidad) Contratamos un taxi privado (40 CUC) para hacer el trayecto (unos 50 Km, hora y algo de camino) La entrada se paga al llegar (10 CUC/persona) El nicho es básicamente un paseo por el borde de un río en el que se pueden observar distintas pozas y saltos de agua. El trayecto es de unos 3 Km y en temporada alta al parecer el tiempo de permanencia en el recinto está limitado a unas dos horas, tiempo más que suficiente para completar el trayecto y disfrutar del río, ya que te puedes bañar en prácticamente el sitio que desees. Nosotros lo hicimos en la poza de cristal, la ultima de las lagunas a las que se accede en el recorrido. El sitio nos gustó, pero a mí personalmente me pareció muy caro para lo que ofrece, y me recordó (de lejos) al sendero de la cola de caballo, en el parque de Ordesa en Pirineos (http://danipale.blogspot.de/2015/05/ordesa-los-pies-de-los-pirineos.html) En el recinto hay un restaurante que ofrece varios platos de comida a precios más que aceptables (nos dijeron que había paladares privados cerca y que eran mas económicos, pero al llegar a uno de ellos no nos convenció ni lo que vimos, ni la comida ni mucho menos los precios, mucho más caros que en el recinto del Nicho (suponemos que la comisión del taxista iba incluida en el abultadísimo precio que nos dieron por comer en medio de la nada comida precalentada...)
Trinidad
Cienfuegos no dió para más y tras dos noches allí nos dirigimos a Trinidad, localidad cercana y Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1998, de nuevo en Viazul (6$/trayecto), en un destartalado autobús (no funcionaba el aire acondicionado, el respaldo de algunos asientos no se abatía y el de otros no se podía poner vertical...), pero que al menos llegó antes de la hora prevista a la coqueta localidad de Trinidad, en el sur de la isla, un trayecto de algo menos de hora y media. En Trinidad nos alojamos en el hostal José y Kirenia (25 CUC/noche, desayuno a 5 CUC/persona por día) Para nuestra sorpresa, el alojamiento se encontraba un tanto lejos del centro (10-15 minutos andando del centro histórico, que para un localidad como Trinidad es un mundo...) y los dueños enviaron a buscarnos un bici taxi (3 CUC) que tuvimos que pagar nosotros...un detalle feo para empezar. La habitación se encontraba en la segunda planta de la vivienda que ocupan los dueños y la mayor parte de la familia (padres, hermanos, cuñados...), y cuenta con todo lo necesario para la estancia, como de costumbre: aire acondicionado, frigorífico y baño independiente (aunque la presión del agua era muy escasa en esta vivienda) El desayuno era muy bueno, del estilo del disfrutado días atrás en Cienfuegos. La vivienda resultó ser tremendamente ruidosa (sobre todo por la mañana), así que todos los días que pernoctamos allí nos despertamos mucho antes de lo que nos hubiera gustado, por el ruido en la casa. Apenas tuvimos contacto con los dueños, que se mostraron mucho más distantes de lo que estábamos acostumbrados en base a nuestra corta experiencia, apenas intercambiamos un par de frases con ellos, y sin haber hecho nada mal, nos fuimos con la sensación de haber estado en un hostal (muy ruidoso) más que en una vivienda particular. No repetiría en éste establecimiento, y por supuesto, no lo recomiendo.
Kirenia nos ayudó a organizar nuestra excursión por el Valle de los Ingenios, excursión que pensábamos realizar en un tren de vapor (10 CUC/persona) pero que no pudimos hacer porque no sabemos muy bien qué, si el tren o el puente, pero algo estaba roto, así que tras consultar a distintas agencias de la localidad por este viaje (25 CUC/persona en bus) decidimos hacerlo en taxi privado (30 CUC en total), aunque al final, yo personalmente, no quedé nada contento con la excursión (tal vez debería decir más bien con el conductor del coche), que me pareció un timo total; el amigo de la familia básicamente nos quería despachar con una visita al mirador, otra a Manaca-Iznaga y regreso a Trinidad a visitar un taller de alfarería...conseguimos que nos llevara a una hacienda cercana pero lo hizo a regañadientes, y desde luego no respondió para nada a las expectativas creadas (y a lo que nos habían dicho Kirenia y José sobre la excursión y los "muchos" sitios que visitaríamos...)
El Valle de los ingenios debe su nombre a los ingenios (factorías de azúcar) que poblaron el valle tiempo atrás, una zona donde únicamente se cultivaba caña de azúcar, cultivo que ha caído en desuso en la actualidad. El mirador situado a un par de kilometros de Trinidad ofrece unas vistas espectaculares del valle y el Tope de Collantes. El boom del azúcar llegó a esta región a manos de los españoles en torno al 1600, y ello causó un aumento de la riqueza y actividad comercial de la zona, junto con un aumento del uso de mano de obra esclava para trabajar los campos.
A unos 18 Km de Trinidad se ubica la localidad de Manaca-Iznaga, representada por su torre de 44m de altura que ha resistido al paso del tiempo y de algún que otro huracán. Cuenta la leyenda que dos hermanos se disputaban el amor de una bella criolla y para impresionarla uno de ellos construyó una torre de 44m de altura, mientras que el otro construyó un pozo con la misma profundidad. El final de la historia no está claro: hay quien dice que el padre de los hermanos se quedó con la torre, el pozo y la chica, y otros cuentan que la mujer criolla abandonó el lugar cansada de esperar a que los hermanos finalizaran sus obras...sea como fuere, la torre de Manaca-Iznaga, la única de este tipo en toda Cuba, se alza dominando el valle. En tiempos pasados la torre se utilizaba para controlar a los esclavos que trabajaban las plantaciones, para abortar fugas y rebeliones. Hoy sirve de atracción turística y se puede acceder a su parte superior por 1 CUC.
Cerca de la torre se alza la villa en la que residían los dueños de la plantación y la campana que sirvió para avisar sobre el inicio o el final de la jornada laboral, fugas, rebeliones y otros hechos cotidianos.
Muy cerca se encuentra Guachinango, una villa con 300 años de historia a sus espaldas y que aún conserva muchas de las características de la villa original (hoy reconvertida en restaurante, como casi todas estas construcciones) Muy cerca se puede visitar uno de los puentes que atraviesa el tren de vapor en su recorrido por el valle (cuando funciona...)
Trinidad, una ciudad que cumplió 500 años en 2014, ofrece una visión muy distinta de Cuba, y no se parece a nada de lo que habíamos visitado hasta la fecha. El centro histórico es muy hermoso e invita a ser recorrido a pie (más por las vistas y el ambiente que se respira que por el terreno en sí, ya que las mismas piedras de las calles que le otorgan una personalidad única al lugar, también dificultan caminar por ellas) y ofrece numerosos puntos de interés; la Plaza Mayor es la mas antigua de las plazas de Trinidad, y se suele considerar la segunda en importancia a nivel nacional, por detrás de la plaza de la Catedral en La Habana. La plaza se encuentra rodeada de bellos edificios coloniales y de la Iglesia de la Santísima Trinidad, de aspecto neoclásico, autentico epicentro de la vida social de la localidad, ya que en sus alrededores de ubican numerosos restaurantes y bares (La Bodeguita del Medio, Canchánchara, la Casa de la Trova, la Casa de la Música, etc.) donde se puede disfrutar de un mojito (u otra bebida local cubana) en un ambiente de lo más animado y siempre con la música de fondo.
Muy cerca se encuentra la Iglesia de S. Francisco de Asís, que hoy alberga el museo denominado "lucha contra bandidos" y ofrece una visión muy partidista de la Revolución cubana, como no podía ser de otra forma...el edificio es el más relevante de Trinidad, arquitectónicamente hablando, con la torre barroca gobernando el centro de la localidad, desde cuya cima se pueden obtener unas imponentes vistas de la localidad, el mar y la montaña que lo rodean (1 CUC)
Al norte se encuentra la plaza de las tres cruces, que conserva tres cruces (o lo que quedan de ellas) que recuerdan el calvario, y que fueron creadas por la gente local para conmemorar la Semana Santa. La plaza carece de reclamo alguno, pero las calles que la rodean parecen ser de una localidad distinta a Trinidad, con ausencia total de casas de turismo o negocios turísticos, la visión más autentica de la vida de los pocos habitantes de la población que no se dedican a la provechosa industria del turismo.
Al sur de la localidad se encuentra la Plaza Carrillo, dominada por la Iglesia de S. Francisco de Paula. La plaza destaca por su pérgola o estructura metálica cubierta de plantas, y por la iglesia antes mencionada, declarada iglesia auxiliar de la Iglesia de la Santísima Trinidad en 1830.
Lo mejor de Trinidad, al margen de sus notables e históricos edificios, es el ambiente que se respira por sus calles, sobre todo al atardecer y por la noche. Caminar por sus calles empedradas puede resultar sofocante a plena luz del día, ya que el sol castiga al viajero (cuando hace sol, porque también sufrimos los rigores de la lluvia durante nuestra visita...cruzar las calles con tanto agua no resultó sencillo), pero en la noche los ritmos caribeños invaden la atmósfera, y las escaleras situadas en el lateral de la Iglesia de la Santísima Trinidad se convierten en lugar de encuentro de locales y foráneos, que con un mojito en la mano (precios entre 1,5 - 3 CUC) disfrutan de la cálida noche en un entorno único, al abrigo de la luna y de los sones cubanos. Para disfrutar de los ritmos cubanos nada mejor que visitar uno de los bares de música, o mejor aún, la Casa de la Trova de Trinidad, el lugar en el que se reúnen locales y foráneos para compartir unos bailes al ritmo de una banda de música cubana; M y yo visitamos la trova y la verdad es que lo pasamos en grande. Me llevé una grata impresión del ambiente nocturno de Trinidad, ¡recomendable al 100%! En cuanto a la restauración, el centro histórico de Trinidad ofrece posibilidades para todos los gustos y bolsillos. De entre los sitios que probamos la verdad es que ninguno me llamó la atención especialmente, ni por bueno ni por malo; en general se come bien y a buenos precio, así que simplemente nos dejamos llevar por lo que más nos apetecía en cada momento.
Varadero
Finalizada nuestra estancia en Trinidad (que se me hizo más larga de lo esperada, principalmente por el mal tiempo reinante por las tardes, cuando la lluvia impedía realizar cualquier tipo de actividad), nos dirigimos hacia nuestro último destino en Cuba, Varadero, destino turístico por excelencia en la isla. De nuevo a bordo de un autobús de Viazul (20$) nos embarcamos en un viaje de algo más de seis horas de duración, en busca de sol, playa y descanso en los últimos días de nuestro viaje de casi dos semanas por Cuba (viaje que finalmente no resultó cansado en absoluto, pero unos días sin hacer nada siempre vienen bien para recargar fuerzas...aunque normalmente en mi caso después de unas horas sin hacer nada, ya empiezo a pensar en algo que hacer...¡la inactividad no es para mí!) El viaje se hizo muy pesado esta vez, en parte debido a las continuas y larguísimas paradas (Cienfuegos, Santa Clara, repostar, una improvisada charla en medio de la autopista con otro conductor, veinte minutos para cenar a tan sólo una hora de viaje del destino final...) y también porque gran parte del viaje fue de noche y a mí personalmente los viajes nocturnos se me hacen mucho mas pesados (si no veo nada parece que el tiempo no pasa...)
Para nuestros días de descanso en la playa barajamos inicialmente la opción de Cayo Coco, mucho menos turístico (más auténtico), pero decidimos no meter más horas en los autobuses, así que nos decantamos por la opción mas cómoda, conocida y turística. Durante nuestra estancia nos alojamos en el típico resort de "todo incluido", ya que el plan para los últimos días estaba claro: playa, piscina, descanso, beber y comer (y quizás alguna actividad de buceo o snorkel si se daban las condiciones) Nos alojamos en el hotel Be Live Experience las Morlas (90€/noche), un todo incluido situado al borde del mar con unas instalaciones muy modestas pero con todo lo que íbamos buscando para nuestros últimos días en Cuba, destinado principalmente al turismo italiano y al alemán en menor medida. La oferta de comida nos sorprendió favorablemente (ensaladas, carne y pescado a la plancha, fast food, arroz, pizza, pasta...) sobre todo por la variedad, considerando la experiencia vivida en la isla los días anteriores y la escasez general de muchos alimentos y otros productos básicos que habíamos podido constatar durante nuestro viaje. Una agradable y tranquila piscina, acceso directo a la playa que baña el mar del caribe (un tanto revuelto durante nuestra estancia, lo que impidió que tan siquiera me llegase a plantear la idea de hacer submarinismo - tan solo el día de nuestra partida el mar estaba en calma aparente, pero con una profunda resaca y bandera amarilla ondeando, así que el buceo/snorkel tendrá que esperar otra oportunidad...), bares de playa y piscina (donde los mojitos se terminaban en torno a las 1700h, cuando la bolsa diaria de hierba buena llegaba a su fin)...tuvimos la sensación de estar en un país completamente distinto, ya que estos resort no dejan de ser una burbuja artificial creada al margen de la realidad del país, y nos alegramos de haber podido vivir Cuba durante unos días, a nuestra manera y a nuestro aire, pero Cuba al fin y al cabo. La oferta del ocio que ofrece el equipo de animación del complejo es de muy bajo nivel - no encuentro adjetivos para definir la actuación que "sufrimos" el día de nuestra llegada -, aunque también disfrutamos de un espectáculo de música cubana, que aunque eminentemente turístico, resultó muy entretenido. El ultimo día de nuestra estancia descubrimos que el hotel también ofrecía kayaks y paseos en catamarán de forma gratuita para los clientes, aunque no pudimos disfrutarlos (aunque únicamente operaron ese día durante nuestra estancia, el mar no estaba muy tranquilo aún...y con mi historial de mareos en el entorno marino decidí no arriesgar...) Y así, al margen de la realidad del país en el que nos encontrábamos, pasaron nuestros últimos días en Cuba, entre mojitos, baños, paseos por la playa y puestas de sol.
El regreso
Agotadas las tres noches y sus correspondientes días en Varadero, iniciamos el regreso a casa. Pese a tener comprados los billetes para regresar a La Habana con Viazul (10$), condicionados por la mala experiencia del ultimo viaje y el horario tan malo que tenía el autobús (saliendo de Varadero a las 1200h, y con nuestro vuelo partiendo a las 2335h, con maletas en La Habana nos vimos perdiendo un día completo en el vetusto aeropuerto habanero), decidimos contratar un transfer desde el hotel al aeropuerto (25 CUC/persona), para poder aprovechar el día de playa completamente antes de iniciar el regreso a Colonia. En teoría Viazul nos debe reembolsar el 75% del importe del billete no utilizado...hasta la fecha no hemos tenido constancia de dicho reembolso...(ni creo que lo recibamos, la verdad - han contestado que no tienen obligación de reembolsar, escurriendo el bulto, como cabría esperar) Pese a estar al 100% de capacidad según nos dijeron, el hotel nos permitió hacer un check out tardío (1400h) y seguir disfrutando de las instalaciones (restaurantes y bares incluidos) hasta la hora de nuestro transfer al aeropuerto a las 17:55h, así que definitivamente fue una buena idea olvidarse de Viazul y organizar un regreso alternativo más tarde, ya que pudimos disfrutar de un día completo adicional en la playa (de haber conocido esta posibilidad en el momento de organizar el viaje...) En torno a dos horas y media más tarde estábamos en la terminal 3 del aeropuerto José Martí, una terminal con una decena de puertas de embarque distribuidas en torno a una sala cuadrada; afortunadamente el vuelo hacia Madrid salió en hora y no tuvimos que esperar mucho en esa nada acogedora sala de embarque. Un vuelo más o menos tranquilo a Madrid (nefasto servicio a bordo por parte del personal del vuelo IB6620) y de regreso a Colonia vía Dusseldorf, fin de las vacaciones y de un viaje que de nuevo discurrió, afortunadamente, sin mayores imprevistos. El sol y las altas temperaturas dieron paso a las nubes y temperaturas de menos de diez grados. Definitivamente echaremos de menos Cuba por unos días más, al menos...
Las conclusiones
Como suele ser habitual, durante un viaje normalmente recopilas mucha información y conoces de primera mano muchos datos que, de haberlos sabido a la hora de organizar el viaje, nos hubieran ayudado enormemente. En base a mi experiencia, y con lo que he vivido durante el viaje, si tuviera que ir hoy a Cuba de nuevo, posiblemente organizaría el viaje de una forma distinta; para empezar, en cuanto al recorrido, creo que la duración de nuestra estancia en La Habana fue la adecuada (3 noches), pero dedicaría al menos un día más en Viñales (al menos tres noches), uno menos en Cienfuegos (un día y una noche bastan en esta ciudad) y aprovecharía el viaje desde Cienfuegos a El Nicho para visitar algún otro lugar del Tope de Collantes de camino a Trinidad (es decir, no regresaría desde El Nicho a Cienfuegos para luego volver a Trinidad, ya que se encuentran en la misma dirección y se puede ahorrar algo de dinero y sobre todo de tiempo) No dudaría en volver a alojarme en casas particulares; la experiencia ha sido en la mayor parte de los casos positiva o incluso excepcional (como en Viñales), y aporta un punto de vista y una experiencia única al viaje (por aquello de sentirte viajero más que turista) Y en cuanto a los desplazamientos, sin duda alguna suprimiría muchos de los trayectos realizados en Viazul por taxis comunitarios (menos turísticos), ya que el estado de los autobuses de Viazul no se corresponde en absoluto con el precio que se paga por el billete y con la calidad de servicio que se puede esperar de un transporte destinado a foráneos. El estado de las carreteras es mucho mejor de lo que esperábamos, y aunque conducir en Cuba puede ser ciertamente un reto para los sentidos (hay que estar atento permanentemente porque la gente cruza sin mirar, las bicis, motos o carretas de caballos se cruzan, se incorporan a la vía o se detienen en cualquier punto y sin previo aviso, etc.), pero sin duda tendría en cuenta la opción de alquilar un coche en un viaje futuro (con una casa de alquileres conocida y con buena reputación y con suficiente tiempo de antelación como para asegurar un precio razonable), ya que echamos de menos la flexibilidad que aporta moverse con un coche a nuestro ritmo. Para finalizar, en cuanto a compras se pueden sacar de la isla 2 litros de ron, 25 puros y 250 cigarros por persona. Contrariamente a lo que nos habían dicho, comprobamos que los precios del ron, por ejemplo, en el aeropuerto son solo ligeramente superiores a los que ofrecen los supermercados que habíamos visitado durante el viaje - o incluso inferiores a los de Varadero -, así que a diferencia de lo que sucede en la mayor parte de los duty free, comprar en el aeropuerto puede ser una opción (yo compré antes y facturé las botellas en la maleta, para evitar cargar con ellas durante los vuelos, para gustos supongo)
Me llevo la idea de una Cuba a dos velocidades: la de aquellos que viven (y en muchos caso se aprovechan) del turismo - una minoría, pese a todo -, y el resto de Cubanos, aquellos que tienen dificultades para acceder a detergente, fruta fresca o útiles de higiene personal, la inmensa mayoría, allí donde el turismo o las ayudas del gobierno apenas llegan. De entre los primeros, nos hemos encontrado con gente estupenda y sincera (principalmente los dueños de las viviendas en las que nos hemos alojado y la mayor parte de la gente que trabaja en los paladares), y con muchos otros buscones y aprovechados de la vida que solo buscan dinero y parecen ver en cada turista un billete de 100$, esa misma moneda americana que tanto critican y con la que al mismo tiempo sueñan. Los taxistas fijan sus tarifas en función de la temporada (y de la capacidad de negociación del cliente), y no tienen inconveniente en admitir que por el mismo trayecto unos días cobran 30 y otros 50...un comportamiento simplemente despreciable. Un país en el que la falta de información y las dificultades para acceder a internet le sitúan, al menos entre los países que he visitado hasta la fecha, claramente en la ultima posición del ranking, un país subdesarrollado y anclado en la segunda mitad del S.XX en materia de comunicación. Un país complejo, fiel reflejo de la historia que le ha tocado vivir y que lucha por abrirse paso con reformas que parecen estar destinadas solo a unos pocos, un país que destaca por la calidez de su gente (de la mayor parte de su gente), lo que le hace especial y único. Un país, una isla, que en definitiva merece la pena ser descubierta de una forma distinta, dejándote llevar por los ojos de la gente que allí vive. Las cosas están cambiando en Cuba, a un ritmo posiblemente más lento del esperado, pero cambiando en definitiva; seguramente poco queda de la Cuba que vivieron aquellos que se aventuraron a visitar el país años atrás, y los cambios amenazan con hacer desaparecer la esencia del país, así que si tienes pensado visitar esta región del planeta, mi consejo es que no lo dejes para mucho más adelante. Cuba, un destino que sin duda no te dejará indiferente.
Que recomiendas más, dos Días en viñales o en cienfuegos
ResponderEliminarHola,
Eliminarsin duda dos días en Viñales. Viñales tiene mucha vida, y los alrededores son espectaculares, te puedes perder haciendo rutas andando o a caballo durante varios días. Cienfuegos como ciudad no ofrece mucho, y los alrededores (parques naturales) los puedes visitar desde Trinidad, ya que se encuentran a medio camino entre ambas ciudades.
¡Disfruta del viaje!