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España - Con P de Palencia, la bella desconocida.

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         Este está siendo un año atípico (por decirlo de forma educada, porque hartito me tiene el virus éste...). Normalmente te traigo a éste espacio las imágenes y experiencias vividas en mis, hasta ahora, numerosos viajes (veremos a ver lo que queda después de que pase el temporal...). He recorrido medio mundo (literalmente), y pese a que la idea había rondado mi cabeza en numerosas ocasiones, nunca se había materializado, principalmente porque había destinos más "interesantes" en mi lista de cosas por hacer. Pero éste año, durante las cortas vacaciones estivales que pasé en Palencia, mi ciudad natal, decidí salir a descubrir la ciudad en un par de ocasiones cámara en mano, cual turista (después de tantos años viviendo fuera, cuando voy me siento un poco como tal), para recorrer algunos de los rincones que la ciudad ofrece, con la idea de, finalmente, dar forma a éste proyecto (si no lo hago ahora, me temo que nunca encontraré mejor oportunidad) y traer hasta ti algunas imágenes de esta desconocida localidad, situada por encima de los 730 metros de altitud sobre el nivel del mar, donde los veranos son calurosos y secos, y los inviernos fríos y húmedos, con persistentes nieblas húmedas.   





     Vaya por delante que, siendo oriundo de la ciudad, puede que no sea todo lo objetivo que debiera, aunque trataré de esforzarme en llevar hasta ti la imagen más pura de la ciudad, sin condicionantes. Pese a haber nacido allí, he pasado más tiempo viviendo fuera que en Palencia (Madrid, París, Colonia), ya que con 18 años me fui a la capital a cursar mis estudios universitarios. Es por ello que últimamente, cuando visito la ciudad me siento un poco descolocado, fuera de lugar; la distancia entre Colonia y Palencia no es insalvable, pero es un viaje de unas 9 horas de puerta a puerta, demasiado tiempo como para poder ir un fin de semana simplemente, y esa ausencia de visitas y de contacto con tu tierra a la postre origina que te sientas como un extranjero en tu propia tierra cuando la visitas, algo extraño que solo comprenderán quienes hayan pasado la mayor parte de su vida lejos de su tierra natal. 

         Mi estancia en Madrid, primero durante mi época de estudiante y después como asalariado, sirvió para valorar más el privilegio que es poder vivir en una ciudad pequeña, una ciudad "aburrida" (en el mejor sentido de la palabra). Palencia tiene muchas cosas que me gustan, pero sin duda una de las que más valoro es que una vez que estás en la ciudad, te puedes olvidar de los medios de transporte porque sus compactas dimensiones hacen que se pueda recorrer fácilmente andando. Todo un lujo, no siempre valorado en su justa medida por quienes pueden disfrutar de él a diario. De punta a punta no son más de 45-50 minutos andando. Todos los lugares correspondientes a las imágenes que vas a poder ver en esta crónica (con la excepción del Cristo del Otero y algunas imágenes del canal, que quedan un poco más alejados y visitarlos en coche es lo más oportuno), se pueden visitar en un solo día, andando (y posiblemente te sobre tiempo - si andas ligero, como lo hago yo, ¡claro!). Una libertad que no se valora en su justa medida hasta que se pierde - hasta 3 horas pasaba en transporte público en Madrid durante mis últimos años de trabajo para cambiar entre mi lugar de residencia y los lugares de trabajo; sobran los comentarios.



       Otra de las ventajas de Palencia es que es prácticamente imposible perderse; el desarrollo de la ciudad ha estado condicionado (y limitado) por las vías del tren al Este, y el río Carrión que baña la ciudad al Oeste. En el núcleo urbano de Palencia hay dos puentes peatonales que cruzan el río (una pasarela a la altura de la iglesia de San Miguel, y el puente de Puentecillas, de origen romano), y otros dos puentes que permiten además el paso de vehículos: el Puente Mayor, que data del S. XVI, y el puente de Hierro, construido a principios del S. XX. Así pues, Palencia es una ciudad alargada, que ha crecido fundamentalmente entre estos dos límites (aunque en los últimos años se ha tratado de salvar la barrera que suponía el ferrocarril, que literalmente dividía la ciudad en dos, y la zona al Este de las vías se ha desarrollado urbanísticamente y conectado con el núcleo de la ciudad). Una arteria atraviesa la ciudad de Norte a Sur, y no es otra que la Avenida de Valladolid, que se prolonga por la Calle Mayor, una calle peatonal que vertebra la actividad comercial, administrativa y turística de la ciudad. Desde la Calle Mayor se tiene acceso a todos los puntos de interés de la ciudad. 




     Entre los puntos negativos, sin duda el haber crecido a la sombra de Valladolid, de la que la separan unos 45 Km (siendo las dos capitales de provincia más cercanas de España) ha jugado en contra de Palencia en cuanto a la oferta de ocio, comercial y cultural. Recuerdo que de pequeño muchos sábados íbamos a Valladolid a las galerías comerciales de una conocida cadena para pasar la tarde y hacer compras. Afortunadamente eso ha cambiado y Palencia cuenta hoy con una oferta comercial a la altura de la ciudad, suficiente para satisfacer las necesidades de sus habitantes. Pero la oferta de ocio sigue siendo muy limitada: tan solo hay cines (un monopolio en manos de una única familia) y algún museo (principalmente religiosos o dedicados a artistas de la tierra). Palencia tiene un teatro (sí, solo uno) que por desgracia se encuentra cerrado la mayor parte del tiempo y que solo abre sus puertas en contadas ocasiones con motivo de representaciones puntuales. He de confesar que a día de hoy aún no he conseguido acceder al interior del Teatro Principal, un edificio del S. XIX construido siguiendo el modelo de los teatros italianos, renovado hace unos años, y una verdadera belleza, por las fotos del interior que he podido ver. Los conciertos musicales se concentran en torno a las fechas con motivo de las fiestas patronales de San Antolín (2 de Septiembre) y poco más. Lamentablemente ahí termina la oferta cultural de la ciudad. 



Un poco de historia

     Palencia ha llegado al S. XXI con numerosos vestigios de su glorioso pasado, un pasado milenario que la ciudad mima y del que disfruta y se enorgullece. Ciudad de origen celtíbero, Palencia fue originalmente Pallantia. Poco se sabe de aquella época en la que los vacceos - una de las tribus celtas más cultas - establecieron una ciudad al borde del río Carrión, ya que apenas quedan vestigios o registros de aquellos primeros años de vida de la ciudad. Los celtas dieron paso a los romanos, de cuyo paso sí se conservan huellas, siendo el puente de Puentecillas el mayor exponente de aquella época histórica; este puente ha sido remodelado en varias ocasiones, pero siempre ha mantenido su esencia original y su función, que desde los orígenes no ha sido otra que la de servir de unión entre la ciudad y la zona denominada Sotillo de los Canónigos, una isla creada por la bifurcación del río Carrión a su paso por la capital castellana. La Edad Media fue uno de los períodos de mayor esplendor de la ciudad, con la creación de la primera universidad Española, la Universidad de Palencia, a comienzos del S. XIII, un dato del que muy poca gente tiene conocimiento, desafortunadamente. La ciudad se desarrolló bajo el mecenazgo de Alfonso VIII, quien mostró en numerosas ocasiones su favor hacia Palencia, ciudad que el rey eligió para el nacimiento de su hija, Blanca de Castilla, quien a la postre se convertiría en reina de Francia. 




     En el S. XIV Palencia era una ciudad próspera. Esa prosperidad originó que se iniciara la construcción de una nueva catedral, edificada sobre el templo románico que allí se asentaba, el cual a su vez se alzaba sobre las ruinas de la anterior catedral visigoda; la Catedral de San Antolín condensa la historia de varios siglos. En la actualidad, en la cripta de San Antolín, se pueden apreciar restos de estas construcciones originales. La construcción de la Catedral de Palencia se inició en el año 1321, y no concluyó hasta finales del S. XVI. De ésta época datan también muchas de las construcciones religiosas más imponentes de las que se puede disfrutar en la actualidad, como el convento de las Claras (de estilo gótico, en cuyo interior se puede contemplar la imagen de San Antonio, muy visitada por mi madre, y la de un cristo yacente de apariencia muy humana, que fue encontrado en el mar dentro de una urna y al que según cuenta la tradición popular le crecen las uñas y el pelo - su aspecto es realmente el de una persona momificada, impacta verlo, ¡y mucho!), el monasterio de San Francisco (gótico con elementos barrocos), la iglesia de la Compañía (jesuita) o la de San Lázaro (S. XVI), un claro ejemplo de la harmoniosa unión del románico tardío con el gótico. 





      Si la Edad Media fue un período próspero para la ciudad, el despegue económico definitivo llegaría a partir del S. XVI. Uno de los principales detonantes de ese despegue (y del de muchas otras ciudades castellanas, situadas en el corazón del imperio) fue la construcción del Canal de Castilla (S. XVII), la obra de ingeniería hidráulica más importante y compleja de la época en España. La idea original era la de facilitar la distribución de los cereales producidos en Castilla (a Palencia se la conoce como "el granero de España", tal y como reza el himno de la ciudad) hacia los puertos del Norte, idea del Marqués de la Ensenada. El canal, que en sus orígenes era navegable, tiene una longitud total de 207 kilómetros y en su recorrido salva un desnivel total de 150 metros, para lo cual se construyeron 38 esclusas, siendo Palencia la provincia que más longitud de canal tiene. La dársena del canal, situada frente al Puente Mayor, era el final de un ramal del canal que se construyó para dar respuesta a los problemas logísticos derivados de la carga y descarga de las mercancías. La construcción de una línea férrea casi paralela al trazado del canal supuso el declive de la mayor obra de ingeniería hidráulica de España hasta aquella fecha, abandonándose la navegación del mismo a mediados del S. XX. La dársena del canal, testigo de una de las épocas de mayor bonanza de la ciudad, permaneció en el abandono durante muchos años, hasta que se decidió recuperar este espacio para uso y disfrute de los ciudadanos, y hoy en día alberga el Museo del Agua; el canal se ha rehabilitado como canal de riego - para lo cual se han creado presas y modificado localmente el cauce del canal -, y destino turístico, ya que en algunas zonas cercanas a Palencia se ofrece la posibilidad de hacer pequeños recorridos en barca para conocer mejor su historia. 








      La industria tradicional palentina (basada en la producción de harina, armas y lana), mantuvo a flote la economía de la ciudad hasta después de la Guerra Civil. A partir de entonces, la ciudad entró en una espiral negativa y perdió la relevancia que hasta entonces había tenido. En la actualidad, la fábrica de armas sigue en activo (ubicada ahora dentro de los límites de la ciudad) y junto con la industria automovilística constituyen los dos principales motores de la actividad económica de la ciudad. Palencia, a la sombra de otras grandes capitales castellanas, no es un destino turístico de referencia, aunque atractivos no le faltan, como te comentaré a continuación (y eso centrándonos solo en la capital, porque la provincia y sobre todo el norte, tiene espacios naturales únicos).

La calle Mayor y sus alrededores




     La calle Mayor es el auténtico elemento vertebrador de la ciudad. Toda la actividad comercial, empresarial, social y administrativa gira en torno a esta calle peatonal: tiendas, restaurantes, bares, juzgados, el ayuntamiento, la diputación provincial o la plaza de Abastos se concentran en o se ubican a escasos metros de la calle Mayor. Hace años los locales comerciales estaban ocupados por pequeños negocios familiares; hoy en día las grandes multinacionales han tomado el control y la calle ha perdido parte de su identidad (ha sido así en todas las ciudades, así que Palencia no iba a ser una excepción). Afortunadamente la calle Mayor de Palencia tiene un elemento característico y único que le otorga su personalidad, algo que no han podido cambiar las grandes cadenas comerciales: la mayor parte de la calle es porticada, siendo, con sus casi 1300 metros de longitud (solo el tramo porticado), una de las calles de éstas características más largas de España (si no la más larga). Los pórticos se interrumpen solo en las intersecciones con las calles transversales en 4 ocasiones, siendo su elemento más característico (y todo un alivio en los días de lluvia o de fuerte calor). En una de esas interrupciones se ubica la controvertida escultura dedicada a la mujer palentina (popularmente conocida como "la gorda", por motivos obvios, como puedes ver en las imágenes que siguen, que data de 1998); pese al rechazo inicial que generó, en la actualidad es un punto de referencia en la ciudad (tal vez muchos ya han olvidado el origen de la escultura y a quien está dedicada). Muchos de los edificios que dan forma a ésta calle han sido renovados en los últimos años, y ahora la calle Mayor luce sus mejores galas para orgullo de sus habitantes, que la recorren incesantemente, bien por necesidad, bien por deseo personal: pese al paso del tiempo, la calle Mayor sigue siendo lugar de encuentro para los palentinos, una función social que nunca ha dejado de cumplir.  




       La intersección de la calle Mayor con la calle Don Sancho / calle de la Cestilla (la calle cambia de nombre en ésta intersección), se encuentra uno de esos rincones nobles de la ciudad: desde la esquina ocupada por el colorido edificio que alberga el Casino de Palencia, se pueden ver los edificios de la Diputación Provincial y de la Iglesia de la Compañía, uno enfrentado al otro a ambos extremos de la calle. Continuando por la calle Mayor a escasos metros se encuentra la oficina de turismo, un buen lugar para iniciar cualquier visita a la ciudad.




      La Plaza Mayor se encuentra en el tramo central de la calle Mayor, y alberga el edificio del Ayuntamiento de la ciudad. La plaza data del S. XVII, y es una plaza rectangular porticada en tres de sus lados que gira en torno al monumento a Alonso Berruguete, escultura de bronce y piedra blanca del genial artista palentino Victorio Macho, que data del año 1963, una de las esculturas más características de la ciudad. El Ayuntamiento ocupa el cuarto lado de la plaza, un edificio del S. XIX construido en estilo neoclásico. La actividad en la Plaza Mayor, nula durante muchos años, se ha ido recuperando en los últimos años, gracias a la renovación de muchos de sus locales comerciales y viviendas y la apertura de algunos bares y restaurantes, locales de visita obligada en los que poder disfrutar de una consumición con su correspondiente tapa en un marco incomparable. 



      La Plaza Mayor da acceso por el norte a la iglesia de San Francisco, declarada Monumento Nacional desde el año 1962, fundación franciscana que data del S. XIII y que en su dilatada historia no siempre ha estado dedicada a la oración, habiendo sido sede de las Cortes Generales en el S. XIV y residencia real. Si salimos de la plaza por el Sur, nos encontraremos con la Plaza Municipal de Abastos, justo al lado del llamativo edificio de la Diputación Provincial de Palencia, edificio de estilo neorenacentista de comienzos del S. XX. La Plaza Municipal de Abastos es el único edificio de hierro y cristal de la capital Palentina y data de finales del S. XIX, todo un hito arquitectónico en su tiempo (y todavía llamativo y cautivador en la actualidad). Sigue dando servicio a los ciudadanos con una oferta de productos frescos eminentemente locales.




      Hacia el norte de la calle Mayor se puede visitar la casa Junco (cerrada en la actualidad), construcción nobiliaria de estilo barroco del S. XVIII, y la iglesia del Convento de las Agustinas Canónigas, del S. XVII, dos buenos ejemplos del carácter noble que la calle Mayor ha tenido desde sus orígenes. Si puedes, no pierdas la oportunidad de recorrer la calle a primera hora de la mañana y a media tarde: el contraste entre el silencio y tranquilidad de la mañana contrasta con el bullicio y la multitud que la recorren al atardecer, sobre todo el verano, cuando el calor comienza a aflojar. Personalmente, me quedo con la visita con la fresca de la mañana.




La Catedral y San Miguel

      Dos de las visitas indispensables en Palencia son la Catedral y la iglesia de San Miguel. La Catedral de San Antolín (el patrón de la ciudad, parte de cuyas reliquias se conservan en la cripta, uno de los primeros ejemplos de construcción románica en Castilla con algunos elementos visigodos) es la tercera Catedral de España en cuanto a extensión, y la segunda en cuanto a longitud de nave (130 metros, muy por encima de los 100 metros de nave que tiene la Catedral de Santiago de Compostela, por poner un ejemplo conocido por todos). Pese a éstos impactantes  y contundentes datos, no goza de la fama de otras catedrales, como las de León o Burgos, tal vez por su exterior austero. La sobriedad exterior contrasta con la riqueza decorativa interior, un espacio que alberga una veintena de capillas ricamente ornamentadas que guardan verdaderos tesoros artísticos, como el Martirio de San Sebastián, una de las obras maestras de El Greco; esta belleza interior es por lo que se la conoce popularmente como "la bella desconocida". Una visita obligada, sin duda (aunque para visitar el interior haya que pagar y las fotografías no estén permitidas...). Hasta el año pasado era posible ver a un numeroso grupo de cigüeñas que regresaban a dormir a los pináculos de la catedral, una imagen realmente única. Éste año no he visto tantas cigüeñas como en años anteriores: quizás he ido antes a Palencia o quizás hayan encontrado un sitio mejor en el que dormir (aunque se me ocurren pocos lugares mejores para una cigüeña que un nido en uno de los numerosos pináculos de la catedral). Sea como fuere, si visitas la Catedral no olvides echar la vista hacia arriba: además de las cigüeñas es posible que veas curiosas gárgolas (como una sujetando una cámara de fotos...¡reto lanzado!).






     A orillas del río, muy cerca del Puente Mayor (construido en piedra en el S. XVI y reformado en el S. XIX para permitir el paso de vehículos) se encuentra la iglesia de San Miguel, que data del S. XII y fue declarada Monumento Nacional en 1931, una de las construcciones más antiguas de la ciudad y otro de los símbolos palentinos por excelencia (tenemos muchos...¡hay tanto donde elegir!). La torre, de carácter religioso-militar, en una de las estructuras más conocidas y representativas de Palencia. La torre de la iglesia iba a ser inicialmente mucho más alta, pero los continuos saqueos que sufría la ciudad obligaron a tomar la decisión de eliminar el tramo superior y utilizar lo que iban a ser los arranques de los ventanales del cuerpo superior como almenas para que los soldados pudieran hacer guardias. Pese a que no hay evidencia histórica, la leyenda afirma que en ésta iglesia (o en su emplazamiento, ya que el Cid vivió un siglo antes de que fuera construida la iglesia) se casaron Rodrigo Diaz de Vivar, el Cid campeador, y doña Jimena. Por supuesto, ésta leyenda en un hecho que no admite discusión para todos los palentinos, que no ponemos en duda en ningún momento que el enlace se produjera en éste lugar. El interior de la iglesia contiene verdaderas obras maestras del arte sacro castellano medieval; una visita indispensable. 





Los parques y jardines

     Monumentos e historia aparte, si hay algo por lo que destaca Palencia es por la abundancia de zonas verdes (además de por la abundancia de bares). Recuerdo haber leído de niño que Palencia era, por aquellos entonces, la capital de provincia con mayor superficie de zonas verdes por habitante; con las nuevas zonas verdes desarrolladas a lo largo de los últimos años y el descenso en la población es de suponer que Palencia siga liderando esa estadística (los últimos datos publicados al respecto no consideran ciudades de menos de 100.000 habitantes, así que Palencia ni aparece en los estudios...indignante). El río Carrión a su paso por Palencia parece jugar con el terreno, y su cauce se desdobla y se vuelve a juntar en un cauce único en un par de ocasiones, dando lugar a dos islas: la isla dos aguas, un complejo deportivo que cuenta con varios espacios naturales, pistas de deporte y hasta un campo de golf; y la isla del Sotillo de los Canónigos, que alberga piscinas y zonas verdes. Además de éstas islas, hay numerosos parques a lo largo y ancho de la ciudad, como las Huertas del Obispo, los Jardinillos de la Estación, el Parque Deportivo Ribera Sur o el Parque de la Carcavilla, lugares ideales en los que relajarse o pasear se convierte en un verdadero placer para los sentidos. Entre los más frecuentados se encuentra el Parque Huerta de Guadián, un remanso de paz y tranquilidad situado en pleno centro de la ciudad, el Parque del Salón de Isabel II, uno de los más frecuentados por los locales, o el Parque Isla dos Aguas, situado frente a la iglesia de San Miguel y desde el que se tienen unas vistas formidables del Puente Mayor. Un espacio natural que se encuentra entre mis favoritos en la ciudad, ya que a pesar de su ubicación no suele estar muy frecuentado. Sin duda una buena forma de comenzar o de terminar un día en Palencia es darse una vuelta por uno de sus numerosos parques y jardines. 












El Cristo del Otero

      Nos vamos acercando al final del recorrido, y no podía cerrar la entrada sobre Palencia de mejor manera que haciendo referencia al símbolo más conocido (para los Palentinos) y más desconocido (para la mayoría de la gente de fuera de Palencia) de la ciudad: el Cristo del Otero, obra del escultor local Victorio Macho, que está enterrado a los pies de su obra maestra, y que data del año 1931. Construido en hormigón y recubierto de piedra y granito, la imagen recuerda a la del Cristo del Corcovado de Río de Janeiro, y es que ambas esculturas comparten muchas similitudes:
  • Ambas esculturas son coetáneas: la construcción de ambas finalizó en 1931. 
  • Ambas rondan los 30 metros de altura; bien es cierto que, aunque resulte difícil de creer, la altura del Cristo del Otero no se sabe con certeza: según la página que mires (todas de organismos oficiales de turismo de Palencia), la altitud varía entre "por encima de los 20 metros" y los 31 metros. Lanzamos satélites al espacio y es posible hacer video llamadas en tiempo real al otro lado del mundo pero no nos ponemos de acuerdo sobre cuánto mide una estatua...curioso. Por los cálculos que yo he hecho, muy por encima, calculo que puede medir entre 23-25 metros. 
  • Ambas se sitúan sobre un promontorio: en el caso de la capital carioca, el cerro del Corcovado se alza unos 710 metros sobre el nivel del mar; el cerro del Otero tan sólo se alza unos 100 metros sobre la ciudad, lo que le resta espectacularidad (aparte de la ausencia de mar y otras cosas, claro).

      Hay sin embargo un dato en el que el Cristo del Otero arrasa: su construcción se inició en 1930, mientras que el Cristo del Corcovado empezó a construirse en 1921, y sin embargo ambos se finalizaron en 1931. Punto a favor de la productividad castellana. 

      No se puede comparar con la espectacularidad del Cristo carioca (que se alza sobre una peana de casi 10 metros de altura en posición de brazos abiertos, lo que le otorga aún más espectacularidad), pero el Cristo del Otero significa para los palentinos lo mismo que el Cristo de Corcovado para los cariocas. A medida que te acercas a la ciudad, se puede ver el Cristo desde prácticamente cualquier carretera de acceso a la ciudad, como el faro que te guía a casa en la oscuridad. La posición del Cristo del Otero es mucho más sobria que la del Cristo de Río de Janeiro; no en vano es un Cristo castellano. El Cristo está en posición de bendición, protegiendo a la ciudad de Palencia. Parece ser que su verticalidad se debe a que está concebido para ser visto desde abajo, o simplemente para contrastar con la horizontalidad del terreno que le rodea, Tierra de Campos. Todo son incógnitas en torno a esta fabulosa construcción de la que poco se sabe más allá de los límites de la provincia castellano-leonesa. A los pies de la estatua hay una pequeña ermita y un mirador que se alza sobre la ciudad y desde el que se tienen unas vistas fenomenales de Palencia y de la llanura de Tierra de Campos. Las vistas son bonitas a cualquier hora del día, pero si tienes la suerte de visitarlo al caer la tarde, con algunas nubes en el cielo, como me sucedió a mí, el espectáculo es simplemente soberbio. Las imágenes hablan por sí mismas.







      Y para finalizar, un breve apunte gastronómico. Palencia es una ciudad con muchos bares (pero muchos, muchos...aunque veremos cuántos quedan después de lo que estamos viviendo). La cultura de tomar el "vermut" antes de comer, y unos chismes antes de cenar (o reemplazando a la cena, aprovechando las tapas que se sirven) es parte de la forma de vida de muchos de los lugareños. Si conoces bien los lugares, puedes irte comido o cenado a casa después de 3 ó 4 consumiciones, ya que hay locales que sirven muy buenas y abundantes tapas. También los hay que te despacharán con unas aceitunas o unas patatas fritas de bolsa. Y en cuanto a los locales de restauración, la verdad es que no estoy muy al día, ya que no vivo allí desde hace tiempo y cada vez que voy delego en mi hermana o en mi madre la elección de los sitios para salir a comer o a cenar. Sí tengo malos recuerdos de algunos restaurantes (muy caros y con escasa calidad y mal servicio), pero para ser justo hace mucho que no voy, así que no podría saber si han podido enmendar sus errores o no. Pero sí te puedo recomendar algún lugar que nunca me ha fallado (hasta la fecha):
  • La mejillonera, todo un clásico en Palencia. Lugar muy frecuentado por los locales al que el único "pero" que se le puede poner es que no tiene terraza. Económico, pese a su nombre su plato estrella son las patatas bravas...¡irresistibles!.
  • Cervecería Flandes, situado en una plaza cerrada al tráfico es el lugar ideal para disfrutar de una buena cerveza importada; la carta de cervezas es casi tan abundante como su menú, con platos de todo tipo que van desde comida americana (alitas de pollo, nuggets, nachos) hasta especialidades bábaras (codillo, salchichas), pasando por cazuelitas de patatas fritas con distintos acompañantes o las famosas paletas de pintor: patatas fritas con muchas salsas para compartir. Precios muy económicos, ideal para picar y compartir con amigos. 
  • La parrilla de Don Jamón, situado en plena plaza Mayor ofrece brochetas exquisitas (de carne o pescado) preparadas a la parrilla y posiblemente los mejores chuletones de ternera que se puedan comer en Palencia en la actualidad. No es barato, pero tampoco es excesivamente caro: las brochetas rondan los 14€ (y están exquisitas) y el kilo de chuletón unos 40€, pero también tienen menús algo más económicos para el mediodía.
  • La Traserilla, local ubicado frente al Puente Mayor en una antigua vivienda tradicional, ocupa tres plantas del edificio, con pequeños comedores en cada una de ellas. Ofrece una cocina de fusión, mezclando elementos innovadores con los sabores tradicionales de la cocina castellana. El más caro de todos en esta pequeña lista, pero también el más diferente y original. 
     Y hasta aquí todo lo que os quería contar sobre Palencia. Espero que os dejéis pasar por allí ahora que los viajes fuera de nuestras fronteras están complicados, para que podáis descubrir en primera persona las bondades de una ciudad que tiene muchos atractivos para todo tipo de viajeros. Es complicado que nos veamos por allí, pero si vas, ¡me encantaría recibir tus comentarios!.
¡Hasta pronto!



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