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Brasil: Río de Janeiro - Parte 1

          Brasil. 7500Km de costa (algo menos de la longitud costera Española), una superficie unas 16 veces superior a la de España y una población tan sólo 4 veces superior a la española, lo que hace de Brasil un país con una baja densidad demográfica. No en vano, gran parte de su superficie está ocupada por la selva del Amazonas (en continuo retroceso, dicho sea de paso). El país del fútbol y la samba no entraba en mis planes de viaje para éste año, pero una sucesión de acontecimientos hicieron necesario un viaje a la región de Sao Paulo, y puestos a hacer tal viaje, cómo no, decidí extenderlo unos días más para conocer dos zonas que sí se encontraban en mi lista de destinos futuros: Río de Janeiro e Iguazú. Como el viaje surgió prácticamente deshaciendo las maletas de mi viaje a Indonesia, en esta ocasión "decidí" no preparar nada (más bien me vi obligado a ello debido en parte a la ausencia del tiempo que se necesita para organizar un viaje) y me lancé a conocer ambos lugares a la antigua usanza: mapa en mano y preguntando a la gente (¡que para eso hablamos portuñolo!)

        La moneda de Brasil es el Real Brasileño (BRL) En el momento del viaje, un euro equivalía a algo más de 3 BRL (oscilando entre 3,1 y 3,2 BRL por euro), así que la conversión de precios resulta realmente fácil. En circulación coexisten monedas y billetes con el diseño antiguo y con el nuevo (que no sé exactamente de cuando data)


Algunos billetes y un juego completo de monedas brasileñas - varios diseños

       Transporte

        Brasil es el quinto país más grande del mundo y también el quinto más poblado con más de 200 millones de habitantes. Su territorio abarca prácticamente la mitad del continente sudamericano. Con estos condicionantes, no es de extrañar que el avión sea el rey indiscutible entre los medios de transporte (a no ser que estés dispuesto a pasar decenas de horas metido en un autobús) Las comunicaciones ferroviarias no están muy desarrolladas, algo que se entiende a la vista de las enormes distancias entre destinos.
 
Avión

        La mayor parte de los vuelos internos están operados por las compañías Gol, Tam y Avianca. En mi caso realicé todos los vuelos internos con Gol (que además tiene un acuerdo de colaboración con Iberia para el programa Iberia Plus), principalmente porque era la compañía que me ofrecía los horarios que más me convenían a precios competitivos. La ventaja con cualquiera de las tres compañías es que puedes comprar los billetes desde España sin problemas y admiten equipaje facturado sin costes añadidos (23kg en el caso de Gol); además puedes comprar trayectos individuales, sin necesidad de un ida/vuelta, algo muy cómodo si quieres hacer un circuito. Los precios son competitivos (150-250 BRL por trayecto)

      Río de Janeiro tiene dos aeropuertos: Santos Dumont, situado en el centro de la ciudad, empleado principalmente para vuelos domésticos, y al que se puede acceder en metro, no directamente, sino mediante un pequeño paseo a la estación más cercana - Cinelandia - a apenas diez minutos andando. Numerosas líneas de autobuses conectan la terminal con los distintos distritos de Río. Y si no, la opción del taxi está siempre disponible. El otro aeropuerto es el de Galeao, a unos 25km al norte de Río. Es el aeropuerto internacional (la terminal número 2), aunque también opera vuelos nacionales desde la terminal 1 (en renovación actualmente). Hay autobuses que conectan ambos aeropuertos regularmente (línea 2018 Executive, que emplea en torno a 45 minutos en el trayecto) Esta línea también recorre el litoral carioca, con paradas en todas las playas. Desde Copacabana (el autobús para a la altura del posto 5 – BRS 3, pero la parada no está indicada), el trayecto dura no menos de 1,5 horas y el precio es de 13.5 BRL con independencia de donde lo tomes y hacia donde vayas. Los aeropuertos brasileños son un pequeño desastre para la entrega de equipaje (algo similar a Barajas), ya que por mi experiencia este proceso se demora por al menos 45 minutos desde la llegada del vuelo.
 
Llegando a Río
Metro en Río

     Río tiene la ventaja de ser una ciudad alargada, enclavada entre el mar y la montaña que la rodea. Hay dos líneas de metro (la roja y la verde), que utilizan las mismas vías y andenes y que coinciden en gran parte de su recorrido por el centro de Río (lo que facilita los transbordos sin largos paseos por interminables pasillos subterráneos) Los trenes llevan luces de colores para identificar a qué línea pertenecen. La frecuencia es bastante buena y los coches, sin ser de la última generación, son cómodos. El precio del billete simple es de 3.5 BRL aunque también puedes comprar tarjetas recargables para principalmente ahorrar el tiempo de compra en cada trayecto. El metro cubre las principales atracciones, desde Ipanema y Copacabana en el Sur, hasta Maracaná en el norte, incluyendo Flamengo, Botafogo y la zona centro. Para llegar a otros destinos como el Corcovado o el Pan de Azúcar, tendrás que hacerlo en bus, ya que no hay metro hasta allí.
 
Autobuses

       El sistema de autobuses de Río puede parecer complejo a simple vista pero es uno de los más sencillos que he visto, sencillez propiciada por la especial geografía de la capital carioca, a lo largo del litoral: el frontal del autobús identifica la zona a la que se dirige, así que si bien igual no te lleva a la puerta del sitio que deseas visitar, al menos te dejará en la zona y a corta distancia de tu objetivo. El precio del billete ronda los 3 BRL, aunque hay algunos denominados 'excutive' cuyo precio oscila entre los 8 y los 16 BRL, entre ellos el que sirve los aeropuertos de Santos Dumont (también accesible en metro) y el aeropuerto de Galeao al Norte. Las líneas están divididas en grupos (BRS 1, BRS 2, BRS 3) de forma que en cada apeadero solo se detienen las líneas que corresponden a un grupo en concreto. Las marquesinas de las paradas (al menos las de la zona centro y zonas de interés turístico que he visitado) tienen información detallada sobre el grupo, las líneas y la localización de las paradas más próximas, aunque también he de reconocer que en ocasiones las paradas no están señalizadas y el autobús para donde puede...En definitiva, lo he encontrado muy práctico e intuitivo, dentro de la complejidad del sistema, teniendo en cuenta el número de líneas que hay en Río.
 
En autobús por Río de Janeiro
        Hoteles

       La opción hotelera en Brasil es amplia y variada: el viajero puede elegir en función de sus prioridades (precio, servicios, localización, etc) el alojamiento que más se adecue a sus necesidades. Para éste viaje mi prioridad era la ubicación del alojamiento (y por supuesto el precio, aunque en esta ocasión localización y precio estaban en conflicto directo) Para la semana en Río decidí alojarme en Copacabana. Los hoteles de la zona centro al norte eran más económicos, pero para un viaje de este estilo preferí rascarme un poco más mi maltrecho bolsillo (aún recuperándose de los gastos del viaje a Indonesia apenas unas semanas atrás) y estar en una de las zonas más animosas y populares de Rio)
 
 
       Río Copacabana (280 BRL / noche). Convenientemente situado en la Avda Nossa Senhora de Copacabana a apenas unos metros de la playa de Copacabana (a la altura del posto número 5) se encuentra este hotel de rancio abolengo que reclama una completa renovación para adaptarse a los nuevos tiempos. La habitación sencilla resultó ser demasiado pequeña. Muebles arcaicos, aire acondicionado ruidoso y una televisión de tubo completan la oferta del alojamiento. Afortunadamente en una ciudad como Río no pasarás mucho tiempo en la habitación, pero aun así hubiera agradecido algo más acorde a la descripción que reflejaba el motor de reservas en el que lo reservé. El desayuno es correcto, con algunas especialidades brasileñas y abundante fruta. La conexión wifi, gratuita, únicamente funcionaba de forma correcta en el vestíbulo del hotel. Lo mejor, sin duda alguna, su privilegiada situación, a corta distancia de las playas de Ipanema y Copacabana y su azotea con piscina, que ofrecía unas espectaculares vistas de la costa, sólo ensombrecidas por la caprichosa meteorología durante mi estancia, empeñada en "poner" nubes donde no debía haberlas. La azotea se orientaba hacia el Este; hubiera sido el lugar perfecto para ver un amanecer sobre Copacabana, pero por desgracia el acceso no abría hasta las diez de la mañana... ¡qué poca visión!
 
Playa de Copacabana desde la terraza del hotel
 
      Lo que más me ha gustado del hotel:
  • su localización, a apenas 50m de la playa de Copacabana, a un corto paseo de Ipanema y con buenas opciones de transporte (el metro y numerosos autobuses hacia los puntos más emblemáticos de Río, aeropuertos incluidos)
  • la piscina en la azotea, pequeña pero agradable y con unas vistas de la bahía de Copacabana que pocos alojamientos pueden ofrecer. Además ofrecía un servicio de bar a precios más que competitivos para lo que suelen ser este tipo de alojamientos.
  • el desayuno era bastante abundante, con algunos productos brasileños y opciones más comunes (pan tostado, huevos revueltos, fruta, cereales, etc)
 
     Lo que menos me ha gustado:
  • el reducido tamaño de las habitaciones "económicas", sin apenas sitio para todo aquello que no pueda ubicarse en el armario.
  • el aire acondicionado es extremadamente ruidoso (debe ser el primer modelo que salió al mercado, porque ni en África me encontré con un sistema tan ruidoso), lo que hace necesario que lo apagues por la noche (además sólo funciona cuando introduces la llave magnética en el receptáculo de la entrada, así que cuando llegas a la habitación la temperatura es la que es porque el aire no ha funcionado en todo el día)
  • la cobertura wifi es muy pobre en las habitaciones. Yo me bajaba a recepción para poder tener una conexión decente para trabajar, fotos y alguna otra cosilla.
 
       En Foz de Iguazú me aloje en el Hotel National Inn Iguaçu (180 BRL / noche): en el lado brasileño de las cataratas de Iguazú se encuentra este alojamiento, cuyo principal inconveniente es su situación, literalmente en mitad de la nada. El hotel ofrece habitaciones amplias, bien equipadas y cómodas, con una buena conexión wifi. Las instalaciones se completan con una refrescante y espaciosa piscina. Es un hotel muy familiar, situado a medio camino entre Foz de Iguaçu y el parque natural. La línea de autobús 120 que conecta ambos destinos en unos 40 minutos tiene parada en frente del hotel, pero la escasa frecuencia de la línea limitará mucho tus movimientos en transporte público si eliges este alojamiento, apropiado únicamente si dispones de coche propio para moverte por la zona. Por no tener no tiene ni restaurantes en los alrededores, así que tendrás que sufrir la cocina del establecimiento si decides cenar en el hotel. Y es que la cocina no es el punto fuerte del hotel; el desayuno ofrece una amplísima variedad de dulces, pero si no eres muy goloso (como en mi caso), la oferta se reduce considerablemente y tendrás pocas opciones para variar. La calidad y variedad de la oferta gastronómica no se corresponde con la categoría del hotel. La actitud del personal de recepción tampoco ayuda a mejorar la opinión general del establecimiento.
 
        Iguassu Flower Garden (65 US $ / noche) en Puerto Iguazú - Argentina, se encuentra éste establecimiento de gestión familiar, situado a unos 15-20 minutos andando del centro urbano y otro tanto del hito de las tres fronteras en su versión Argentina. El dueño del establecimiento se esmerará para que te encuentres lo más cómodo posible, aunque a veces tanto esmero pueda 'contrariarte' (aquí realicé el check-in más largo de mi vida en un hotel...1,5 horas desde que entré hasta que 'conseguí salir' con las llaves de mi apartamento) y las prohibiciones que te impone el dueño puedan resultar algo extrañas ("no arrojes papel higiénico al WC que se atasca"...¿¿¡¡!!??) Las habitaciones son estilo apartamentos independientes, amplias y cómodas, con pequeños detalles de esos que marcan diferencias, a veces tan sencillos como tener un ambientador temporizado para aromatizar la estancia. Buena recepción wifi y un desayuno 100% casero (con poca variedad pero de calidad y preparado en el momento) complementan la oferta de este alojamiento. Sólo acepta pago en metálico (euros y dólares incluidos, aunque la tasa de conversión que te aplica en este caso no es muy buena)
 
Una calle de Puerto Iguazú, con su característico tono rojizo
 
 
       El viaje
 
       Para mí el viaje comienza cuando recibes la confirmación de la compañía aérea una vez que los billetes han sido emitidos. En ese momento ya no hay vuelta atrás y es cuando la fase de preparativos comienza, con las fechas de entrada y salida de Brasil como únicos condicionantes. Una vez confirmada la necesidad de viajar a Sao José dos Campos, situado a unos 80km al norte de Sao Paulo en dirección a Río, no me costó mucho dejar fuera de mi itinerario ambas localidades. Un gran acierto. La primera no ofrece ningún atractivo para el viajero; es una localidad para trabajar, cuna de la aviación Brasileña, donde la mejor decisión será la de alojarte en un buen hotel porque probablemente no salgas mucho de él durante tu estancia. La segunda, una megalópolis de 20 millones de habitantes, no encaja con mi idea de ciudad 'amigable' o cómoda como para conocerla en unos días. Seguramente esté siendo injusto con la capital paulista (la verdad es que nunca tuvo ninguna posibilidad en éste viaje), pero cuando el tiempo escasea y a la vista de los numerosos atractivos que ofrece la zona (por no hablar del país al completo), resultó la elección más obvia.
 
       En esta ocasión, el ocio fue antes que el deber, ya que adelanté mi llegada a Brasil para disfrutar de unos días de vacaciones antes de cumplir con el deber laboral. El vuelo lo realicé en un A330 de la compañía Iberia, cubriendo la ruta Dusseldorf – Madrid – Sao Paulo. El “inconveniente” de cruzar el atlántico en un bimotor es que no se puede hacer siguiendo la ruta directa más corta entre ambos puntos, sino que hay que ir recorriendo la costa Africana hasta Senegal, punto en el avión cambia de rumbo y se dirige por la ruta atlántica hasta Sao Paulo. La buena climatología durante el viaje me permitió disfrutar de increíbles vistas del continente africano – desierto del Sahara incluido – e incluso reconocer desde 33000 pies de altura lugares visitados un par de años atrás, como Senegal y la isla de Gore.
 
El desierto del Sahara visto a 30000 pies de altura
      
        La cabina del avión contaba con el “nuevo” interior, desde mi punto de vista mucho mejor que el anterior, ya que ofrece mayor sensación de espacio y sobre todo más intimidad. La oferta de ocio es bastante buena para los hispanos parlantes, con decenas películas traducidas o en versión original inglesa que amenizarán tu viaje entre los distintos servicios de comida ofrecidos durante el vuelo. Para el vuelo (realizado en horario diurno, así que lo de descansar no iba conmigo) decidí ver las películas Jersey Boys (de Clint Eastwood, con una buena banda sonora compuesta por éxitos de este grupo que suenan hoy en dia, la película me defraudó en el resto de los sentidos), Al filo del mañana (nada que ofrecer salvo espectaculares imágenes y otra buena dosis de cine futurista al que ya nos tiene acostumbrados Tom Cruise) y Fracture (una película thriller del año 2007 que una vez vista comprendí por qué no la había visto antes; la película te entretiene mientras la ves pero una vez terminada la olvidarás completamente)
 
La ruta prevista del vuelo
        El servicio, sin ser comparable al ofrecido por algunas compañías de oriente medio, me sorprendió favorablemente (mis anteriores experiencias con Iberia en este tipo de vuelos no habían sido tan satisfactorias). Iberia ofrece servicio de WiFi y GSM a bordo, al precio de 5$ por 4Mb y 20$ por 22Mb. Como nunca he sabido qué puedes hacer con 4Mb (en cuanto a tráfico de datos se refiere), preferí no arriesgarme con la factura del teléfono.
 

Una de las comidas a bordo del avión

        El avión llegó puntual a Sao Paulo en torno a las 19:30 hora local, después de algo menos de 11 horas de vuelo desde Madrid.    En Sao Paulo únicamente pase unas horas de mi primera noche en Brasil, horas que aproveché para descansar un rato en un hotel céntrico situado cerca de la Plaza de la República, al que llegué en autobús desde el aeropuerto de Guarulhos (36 BRL, 40 minutos) después de solucionar el papeleo relacionado con el extravío de mi maleta en la conexión en Barajas (cuando escuchas tu nombre por la megafonía de un aeropuerto a tu llegada, no suele ser buena señal...)
 
       Los aledaños de la Plaza de la República no destacan ni por su seguridad ni por su ambiente familiar: drogas, prostitución, bandas...el mejor sitio para llegar llamando la atención con una maleta de mano en mitad de la noche. La situación a la luz del día la mañana siguiente no mejoró mucho (añadid borrachos a la lista anterior y tendréis la imagen de la zona un sábado a las 08:00am, con la gente saliendo de una discoteca cercana) Una vez recuperada mi maleta con todos mis enseres (con una elevada dosis de incertidumbre y gracias, he de decir, a la buena gestión y mejor voluntad del personal de tierra de Iberia en el aeropuerto de Guarulhos), volví a perderla de vista al facturarla al límite para mi vuelo a Ro de Janeiro. El vuelo de la compañía Gol (original nombre para una compañía aérea en Brasil) nos llevó, a mi maleta y a mí, a Río de Janeiro sin mayores contratiempos en un vuelo de algo menos de una hora, hasta el aeropuerto Santos Dumont.

     
         Río de Janeiro

        Río es una ciudad que te enganchará desde el momento en que pongas un pie en ella. Es de esas ciudades que simplemente te atrapan: su situación, en un entorno único y privilegiado, junto con la combinación de lugares turísticos, playas y cultura, hacen de Río una de esas ciudades que, una vez conocida, no puedo dejar de recomendar visitar a todos aquellos que tengáis ocasión de hacerlo. Un viaje sensorial y visual recorriendo lugares que te parecerá conocer por la cantidad de veces que los habrás visto en la televisión o en películas. Mi estancia en Río se prolongó por 6 días, tiempo que puede parecer suficiente para hacerse una idea de la ciudad y visitar sus numerosos atractivos pero la realidad es que al final resultó ser algo justo y hubiera agradecido un par de días más...el tiempo (el astronómico y el meteorológico) jugó en mi contra, pero espero poder ajustar cuantas en el futuro con la convicción de que visitaré de nuevo la ciudad.

       Río ofrece la peculiaridad de ser una ciudad alargada, de forma que si la recorres siguiendo la línea costera, sus playas te guiarán y te mostrarán los atractivos de esta increíble ciudad de forma natural. Y como la naturaleza es sabia, en la crónica de este viaje voy a seguir el orden marcado por ella para contar las maravillas y sorpresas que me deparó la visita a Río.


        Ipanema y Leblon

Playa de Ipanema
       Al sur de la capital carioca se encuentran las playas de Leblon y de Ipanema, continuación natural de la playa de Copacabana que se sitúa más al norte. Enclavadas entre dos formaciones rocosas inconfundibles se encuentran estas dos amplias playas de arena dorada y 4km de longitud, dividida en zonas, llamadas postos, donde todo el mundo tiene su sitio: las familias se agrupan mayoritariamente en torno al espacio entre los postos 11 y 12 en Leblon, los gays entre los postos 8 y 9 y los habitantes de las favelas cercanas encuentran su lugar entre los postos 7 y 8. Ambas playas están separadas por el Canal del Jardín de Alah. Multicultural y multirracial, Ipanema muestra la cara más alternativa de la capital (por ello también se conoce a esta zona como cementerio dos Elefantes) donde numerosos vendedores ambulantes, hippies y artistas callejeros muestran su arte en forma de artículos de cuero y acordes musicales al caer la tarde a los afortunados viandantes y deportistas, el común denominador de todas las playas cariocas.
 
El deporte es el rey en Brasil, y el mejor lugar para practicarlo son las playas
 
Playa de Ipanema desde el mirador de Leblon
 
         En el paseo marítimo, al que jardines de hawaianas separan de la playa, encontrarás numerosos puestos de comidas y bebidas, a modo chiringuito a pie de playa, el lugar ideal para disfrutar de un merecido descanso mientras se disfruta de una refrescante cerveza local o un más refrescante aún agua de coco gelado, la bebida reina del lugar.
 
Disfrutando de un coco gelado en Ipanema
 
        En el extremo occidental de la playa de Leblon se ubica el mirador del mismo nombre, donde el contraste entre el lujo representado por el hotel Sheraton que preside el enclave contrasta con la pobreza de la favela Vidigal que se alza a sólo unos metros. En el otro extremo, la Pedra do Arpoador marca el final de la playa de Ipanema y el comienzo de la playa de Arpoador, antesala de la Praia do Diablo.
 
Jardines de hawaianas en la playa de Ipanema
 
Mirador de Leblon, con el hotel Sheraton y la favela Vidigal
Playas de Leblon e Ipanema desde el jardín de la Pedra do Arpoador
 
        Praia do Diablo

    
Praia do Diablo, con la fortaleza de Copacabana al fondo
      Entre las playas de Ipanema y Copacabana se encuentra esta pequeña playa, auténtico paraíso para los surfistas, y es que la localización de la playa hacen de este lugar un lugar único para cabalgar sobre grandes olas en un marco incomparable. Desde las formaciones rocosas que dan acceso a dicha playa desde Ipanema (Pedra do Arpoador) podrás disfrutar de una puesta de sol acompañado de otros muchos fanáticos de este acontecimiento, la puesta de sol, que no por repetirse cada día deja de ser un momento único y especial. Una especie de fin de año diario: la puesta de sol marca el fin de cada día, con todo lo bueno y lo malo sucedido en torno a el, con la esperanza que el día siguiente sea mejor si cabe. Mi primer atardecer en Rio lo pasé en compañía de otras muchas personas en la Pedra do Arpoador, mirando hacia el oeste a la espera de la puesta de sol, pero las nubes me privaron de este maravilloso fin de día. En aquella multitudinaria soledad y con la única compañía de un mar embravecido que parecía quejarse por el final del día, dejé que el silencio ocupara mi mente, y cuando quise reaccionar ya había anochecido. Uno de esos momentos sencillos que no tiene precio.


Atardecer en la Pedra do Arpoador
La favela Vidigal iluminada al fondo

 
        Lago Rodrigo de Freitas

Lago Rodrigo de Freitas, con los morros de Saudade y dos Cabritos
       Alejándote de la línea costera hacia el interior hallarás el Lago Rodrigo de Freitas, un lago interior rodeado por un sendero de algo más de 7km de longitud y que discurre paralelo a la playa de Ipanema, donde destaca la vista de los morros de Saudade y dos Cabritos, formaciones elevadas que tratan de abrirse paso y destacar a la vista del visitante, empequeñecidas por el lejano cerro del Corcovado. El lago ofrece múltiples posibilidades, desde un tranquilo paseo en bicicleta por su orilla, un relajante paseo en barca o el Parque da Catacumba, de acceso gratuito y donde se pueden realizar tirolinas, descenso en rapel o pasear entre los árboles (actividades de pago)
 
Cristo del Corcovado desde el Lago Rodrigo de Freitas
El lejano cerro del Corcovado, visto desde el Lago

 
          Copacabana



Fortaleza de Copacabana

        Enclavada entre el morro do Leme y la fortaleza de Copacabana (entrada 6 BRL) y observada en la distancia por el Pan de azúcar, se encuentra la playa con mayúsculas de la capital carioca; 4,5km de fina arena dorada que sigue el mismo patrón que la playa de Ipanema, con áreas establecidas en forma de postos y numerosos puestos de playa donde comer y beber disfrutando de vistas únicas de la costa carioca. El placer de algo tan simple como tomarse una cerveza en esta playa, con el Pan de Azucar mostrándose al fondo y la melodía del romper de las olas como banda sonora es algo que ciertamente no puedo describir. En estos momentos es cuando reparo en la grandeza de los momentos sencillos…un momento que hubiera mejorado sensiblemente con un amigo y en compañía de una buena conversación, pero ¡nadie dijo que todo fuera perfecto! En torno al puesto de la prefectura 5 hallarás todo tipo de recuerdos y artículos de artesanía local a precios sin competencia en el mercado que a diario ocupa la isla central del paseo.
 
Copacabana desde el morro do Leme
Copacabana desde el morro do Leme
con el Cristo del Corcovado al fondo
Copacabana desde el morro do Leme
Atardecer sobre Copacabana
Playa de Copacabana
Playa de Copacabana
Playa de Copacabana
Playa de Copacabana
 
        A un lado el mar, y al otro los edificios de estilo art decó se abren paso; decadentes hoteles y pequeños rascacielos que sin duda vivieron tiempos mejores, aún conservan su seña de identidad, la misma que imprimen a este paseo que lo hacen uno de los lugares más emblemáticos de Río de Janeiro. Una visita obligada que no defraudará. 

Paseo de la playa de Copacabana
Paseo de la playa de Copacabana
Paseo de la playa de Copacabana
Hotel Copacabana Palace...por si hay dudas, ¡no me alojé en él!
Paseo de la playa de Copacabana
 

       Pan de Azúcar

          Enclavado en el distrito de Urca, esta curiosa formación montañosa, que se abre paso de pronto y de forma caprichosa desde el mar, ocupará buena parte de tu visita a Río de Janeiro. La zona es accesible desde Copacabana por medio de numerosos autobuses que anuncian el nombre de este emblemático lugar en sus parabrisas, o bien a pie, aunque para ello tendrás que emplear en torno a 45-60 minutos transitando por túneles y lugares no muy llamativos a la vista. Una vez allí, te recomiendo un paseo por Urca, ya que desde el paseo que bordea el distrito al borde del mar podrás disfrutar de unas espectaculares vistas de la ciudad.
 
Panorámica del Pan de Azucar, desde Flamengo
 
 



 
 
 


 


Pan de Azúcar y playa de Urca
Playa de Urca
Playa de Urca con la playa de Flamengo y el Corcovado al fondo
Botafogo desde Urca
Playa de Flamengo y el centro de Río desde Urca
 
        A pie del enorme negocio construido en torno a esta pequeña montaña se halla la playa Vermelha, un playa que debe su nombre al color rojizo de sus arenas, aunque sin duda lo que más llamara tu atención es la fantástica visión que se tiene de la costa carioca.


Praia Vermelha
Praia Vermelha
Subiendo en el teleférico al Morro de Urca

        Al Pan de Azúcar se accede por medio de un teleférico (62 BRL) en dos tramos: el primero de ellos te llevara hasta el Morro de Urca, a 220m de altitud, también accesible mediante escalada para aquellos que dominen esta técnica. En esta primera plataforma encontrarás tiendas de souvenirs, algún restaurante y un lugar para realizar excursiones en helicóptero a precios asequibles, despegando desde el helipuerto situado allí mismo, y espectaculares vistas de la ciudad de Río. El tour en helicóptero más básico ofrece una visita panorámica de la capital por 250 BRL (unos 8-10 minutos de vuelo) e incluye la "visita" al Cristo del Corcovado. Para desgracia mía, el día de mi visita al Pan de Azúcar el tiempo no era el mejor (a pesar de que las previsiones anunciaban cielos despejados, una profunda formación nubosa se abrió paso y ocultó por completo el Corcovado y con ello mis esperanzas de realizar este vuelo - algo pendiente para la próxima ocasión) y el mínimo número de pasajeros para realizar el viaje es de tres...¡otra de las desventajas de viajar sólo!


Urca desde el Morro del mismo nombre
Aeropuerto Santos Dumont, desde el morro de Urca
El Pan de Azúcar desde el morro de Urca
Panorámica de la costa carioca desde el morro de Urca

       
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
       Sin tiempo para más lamentos, me dirigí al punto de embarque del segundo teleférico para acceder al punto más alto del Pan de azúcar, situado a 396m de altura, desde donde las vistas te dejarán simplemente sin palabras. En la zona, además de numerosos miradores y un pequeño puesto de comida (mejor evitar comer aquí...por experiencia) y bebida, podrás realizar una pequeña marcha por un sendero en la vertiente norte del monte.

Subiendo al Pan de Azúcar
Praia Vermelha y Copacabana desde el Pan de Azúcar
El litoral carioca
El centro de Río desde el Pan de Azúcar
Uno de los extraños animales que podrás ver en el sendero norte del Pan de Azúcar
        El mirador frente a la playa de Botafogo es un buen lugar para disfrutar de un atardecer único y especial.
 
Atardecer sobre Botafogo




Atardecer sobre Botafogo, en el Corcovado envuelto en nubes

 
 
           Botafogo

         Desde mi modesta opinión, una de las playas más bonitas en las que he estado, no por la playa en sí, si no por el entorno en el que se encuentra y las vistas que ofrece. Desde pocos sitios se puede observar el Pan de Azúcar y el Cristo del Corcovado con un simple giro de cabeza como sucede en este lugar. Una playa corta, de apenas 500m de longitud, que puede dar la sensación de abandono si la visitas un día de diario en la mañana, pero que cobra vida según se acerca la noche y los fines de semana, cuando la gente asalta la playa para hacerla suya, principalmente jugando al vóley o al fútbol; no en vano la zona da nombre a uno de los equipos de fútbol de Río y el fervor por los colores se siente en la gente. Parques deportivos, auténticos gimnasios al aire libre, complementan la oferta de ocio de esta conocida playa carioca, que marca la imaginaria línea divisoria entre el "Río para los turistas" al sur y el "Río para los cariocas" hacia el norte.
 
Botafogo desde el Mirante do Pasmado, en el morro del mismo nombre

Playa de Botafogo

Playa de Botafogo


 
         El borde entre las playas de Flamengo y Botafogo es un lugar idear para disfrutar de un hermoso atardecer, frente al Monumento Estació de Sá.  
 
 




 
        Flamengo

        Bordeando la línea costera hacia el norte desde Botafogo se llega a la playa de Flamengo, caracterizada por sus interminables parques y la encrucijada de carreteras que en días de diario harán que llegar a la playa sea una auténtica aventura; los fines de semana la situación mejora ya que la zona se corta al tráfico rodado y hordas de ciclistas y runners reivindican su sitio en la ciudad. En el barrio que da nombre a otro de los clubes de fútbol de  la ciudad, la rivalidad con sus cercanos vecinos del sur es evidente. La playa de Flamengo sirve además como vínculo de unión entre el mar y la zona antigua de la ciudad, el centro urbano.

Vista panorámica de la playa de Flamengo




        El Parque do Flamengo, que se originó como resultado de la nivelación de la colina de Sao Antonio en 1965, tiene pistas de ciclismo, canchas de fútbol y tenis y una población arbórea de más de 170000 ejemplares pertenecientes a 300 especies diferentes. Un buen lugar para relajarse y tomarse un respiro.




       El parque de París, el monumento Estació de Sá, el Palacio de Catete (actualmente el Museo de la República y fácilmente identificable por las figuras de los cóndores de bronce que vigilan desde los aleros) y la iglesia de N. Sra. Da Gloria son fácilmente accesibles desde esta playa. Un paseo que sin tener el encanto de la playa de Copacabana, te reportará un buen puñado de imágenes y sitios interesantes por descubrir.


Monumento Estació de Sá



Iglesia de N. Sra da Gloria
Parque de Paris, con el centro de Río al fondo
Iglesia de N. Sra da Gloria desde el Parque de Paris
Palacio de Catete

        Y hasta aquí la primera parte de mi viaje a Río de Janeiro, un recorrido por sus emblemáticas playas y algunos de los rincones mas conocidos de la capital carioca. En unos días la segunda parte (y última) de la crónica de este viaje: el centro de Río, Corcovado, Maracaná, el Sambódromo, las favelas y la visita a Iguazú.



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