El viaje
De nuevo Semana
Santa. Vacaciones. Y de nuevo M y yo
llegamos tarde en la planificación de nuestras vacaciones de primavera (esta
vez por culpa de mis viajes de trabajo) Finalmente nos decantamos por la opción
asiática y decidimos hacer un recorrido por varios países del sudeste asiático,
visitando Kuala Lumpur (Redescubriendo Kuala Lumpur) Singapur y Phuket (Phuket y bahia de Phang Nga). Ya en
solitario, me deje seducir por la opción Vietnamita y decidí visitar Hanoi. Cuatro países, cuatro
ambientes, cuatro maneras de entender la vida en Asia. Con la excepción de Phuket y Hanoi, las otras dos
paradas del viaje son viejas conocidas para mí, pero no por ello deja de ser
interesante el visitar de nuevo lugares conocidos: siempre es bueno regresar a esos
lugares para poder hacer esas visitas o actividades que quedaron pendientes en
viajes anteriores, o simplemente para descubrir la ciudad desde una perspectiva
diferente, y esta vez las iba a visitar por primera vez acompañado, lo que
siempre le añade un aliciente al viaje.
Por las
dificultades mencionadas anteriormente que retrasaron la definición del viaje,
el comienzo de las vacaciones fue extraño, atípico: M y yo tuvimos que viajar a Singapur, nuestro punto de entrada
en la región, por separado, en distintos vuelos y en distintos días. Experiencia para
aprender y no repetir. Parte de la experiencia de las vacaciones es el viaje, y
sin duda hubiera sido mejor hacerlo juntos, pero no pudo ser en esta ocasión. Así las
cosas, yo tuve que iniciar el viaje con dos días de antelación, y realicé el
vuelo a Singapur vía Estambul
con Turkish Airlines. La compañía de
bandera turca se enorgullece de ser la compañía aérea que vuela a más destinos
del mundo, una de las pocas cosas de las que pueden presumir. La flota de la
compañía está obsoleta (sobre todo los aviones de corto/medio radio), una
vetusta flota en concordancia con interiores de cabina totalmente desfasados,
fueron el común denominador en todos mis vuelos. La oferta de la cabina business está muy por detrás de lo que
ofrecen otras compañías como Iberia, Qatar o Emirates: poco espacio personal, un servicio discreto, una oferta
de entretenimiento más que limitada (en el vuelo de Colonia a Estambul la
oferta de entretenimiento se limita a la tablet
que te entregan con una veintena de películas precargadas – la mayoría solo en
turco, chino o ruso, algunas en inglés y solo una en castellano) y una oferta
gastronómica poco atractiva (he comido muchos menús de clase turista mejores…) Tras
una larguísima escala de 4 horas en Estambul
(otro punto negativo para la compañía turca, que ofrece conexiones entre vuelos
larguísimas – por eso tal vez era la opción más económica de viaje en las
fechas señaladas en business), en la
que tuve muchísimo tiempo para disfrutar del estupendo lounge que la compañía tiene en el aeropuerto de Ataturk, con todo lo necesario para
pasar horas y horas entretenido, emprendí el vuelo hacia Singapur.
En el largo radio la oferta de Turkish mejora algo (sobre todo gastronómicamente hablando, porque la configuración de cabina sigue siendo muy poco atractiva): es la única compañía que conozco que lleva a bordo dos cocineros que se encargan de preparar algunos platos del menú directamente en el avión, a gusto del pasajero. Pese a lo llamativo de la oferta, me decanté por un menú ligero (ya había comido suficiente en el lounge, y las horas del vuelo invitaban más a dormir que a comer…), menú que lamentablemente no pude disfrutar por las tremendas turbulencias sufridas durante el vuelo: en mi calidad de viajero frecuente, nunca hasta la fecha me había encontrado con un vuelo tan agitado y por tanto tiempo (he sufrido turbulencias más fuertes, pero instantáneas; en el vuelo las turbulencias de intensidad más o menos moderada se prolongaron por algo más de 3 horas) Así las cosas, recordaré ese vuelo de Estambul a Singapur con Turkish Airlines como, hasta la fecha, el peor vuelo de mi vida, una de las pocas veces en las que he contado las horas de vuelo pendientes, esperando que mi agitado estomago se tranquilizara al aterrizar.
En el largo radio la oferta de Turkish mejora algo (sobre todo gastronómicamente hablando, porque la configuración de cabina sigue siendo muy poco atractiva): es la única compañía que conozco que lleva a bordo dos cocineros que se encargan de preparar algunos platos del menú directamente en el avión, a gusto del pasajero. Pese a lo llamativo de la oferta, me decanté por un menú ligero (ya había comido suficiente en el lounge, y las horas del vuelo invitaban más a dormir que a comer…), menú que lamentablemente no pude disfrutar por las tremendas turbulencias sufridas durante el vuelo: en mi calidad de viajero frecuente, nunca hasta la fecha me había encontrado con un vuelo tan agitado y por tanto tiempo (he sufrido turbulencias más fuertes, pero instantáneas; en el vuelo las turbulencias de intensidad más o menos moderada se prolongaron por algo más de 3 horas) Así las cosas, recordaré ese vuelo de Estambul a Singapur con Turkish Airlines como, hasta la fecha, el peor vuelo de mi vida, una de las pocas veces en las que he contado las horas de vuelo pendientes, esperando que mi agitado estomago se tranquilizara al aterrizar.
Singapur ha sido el escenario de la estancia más
larga de mi periplo asiático primaveral. Una ciudad de sobra conocida, pese a
las pocas veces que he estado allí. Fue el punto de inicio, intermedio y final
de mi viaje, estancias que aproveché para conocer algunos de los muchos lugares
que ofrece la ciudad y que quedaron pendientes en mi visita anterior (http://danipale.blogspot.com/p/singapur.html).
El alojamiento
Con tantas
entradas y salidas del país, aproveché las diferentes visitas para “probar” distintas
opciones de alojamiento, en función de la duración y el propósito de la
estancia:
The Southbridge
hotel (65€/noche), fue el hotel elegido para pasar las dos primeras noches en
la ciudad antes de reunirme con M
para volar a Kuala Lumpur. Un hotel económico
en el corazón de Chinatown, muy bien
ubicado, y que cumplió a la perfección con el propósito de la estancia. Las
habitaciones son muy pequeñas, aceptables para una estancia corta de una
persona viajando sola (para estancias más largas o viajando en compañía no lo
recomendaría en absoluto) Tuve problemas con la conexión a internet desde mi
teléfono móvil y no lo pude utilizar durante toda mi estancia, pero pareció ser
algo achacable a mi terminal, ya que con un segundo teléfono me pude conectar
sin problema. El animado bar del hotel ofrece música en vivo y una buena oferta
de bebidas y de comida a precios muy atractivos. Personal muy amable,
instalaciones en muy buen estado, buena limpieza…todo por encima de lo que
cabría esperar de un alojamiento de este precio en Singapur – excepto el
tamaño de la habitación y del aseo.
Novotel Clarke
Quay (en torno a los 200€/noche la habitación con vistas a la bahía y
desayuno), un hotel cuya carta de presentación son las vistas que ofrece desde
su lounge situado en la planta 24, o desde las habitaciones de las plantas
altas orientadas a la bahía. Nos alojamos en la habitación 2317 y las vistas
fueron lo mejor que el hotel ofreció, junto con la amplitud de la habitación.
Por lo demás, todo fueron mediocridades: la limpieza deja algo que desear, el
desayuno es más que limitado (para tratarse de un hotel de esta categoría en Asia, y comparándolo con otros
establecimientos de la zona, la oferta deja bastante que desear) y algunos de
los elementos de la habitación no funcionaban correctamente (interruptores y enchufes
obsoletos o dañados). Pese a llegar a las 14:30H al hotel, tuvimos que esperar
para hacer el check-in porque la habitación no estaba lista. El check-out fue
un auténtico desastre organizativo, mostrando las limitaciones de un personal
poco preparado y experimentado: 20 minutos para conseguir una factura y cerrar
mi estancia en el hotel son demasiados en cualquier parte, pero cuando te
alojas en un hotel de esta categoría esta cifra es simplemente inaceptable (por
no mencionar que la primera factura que me entregaron correspondía a otro
huésped). La conexión WiFi funcionó a la perfección, y pudimos disfrutar del
acceso al lounge de la planta 24 en
el que sirven bebidas, desayuno y una cena fría entre las 18:00h y las 20:00h,
todo de forma gratuita. Como en otros muchos alojamientos en la ciudad, el hotel pone a tu disposición un terminal móvil con acceso a internet y llamadas gratuitas a una veintena de países (España no está en la lista), al que no le dimos uso alguno. Las vistas desde la terraza de la habitación y la buena
ubicación del establecimiento no justifican, desde mi punto de vista, el
elevado precio del mismo. Disfruté de las vistas…pero seguramente no vuelva a
alojarme allí.
Fort Canning
Lodge (125 S$/noche), un alojamiento muy básico en el corazón de Orchard Rd. El
establecimiento ofrece unas habitaciones muy austeras y un tanto obsoletas. La
conexión WiFi funcionaba correctamente, aunque había que introducir
continuamente el número de usuario y contraseña, lo que siempre es un engorro.
Hotel muy ruidoso, tanto dentro como fuera – se está construyendo un nuevo
edificio justo enfrente, y el ruido por la mañana es insoportable. No lo
recomiendo en absoluto. Por ese precio, creo que hay opciones mucho mejores en
la zona (yo estuve pendiente de la incorporación de un amigo más al grupo que
visitaría Singapur desde España para compartir habitación con él,
y cuando finalmente confirmó que no podía unirse al viaje ya fue demasiado
tarde para optar a opciones aceptables de hoteles en la zona)
Mercure Singapore Bugis
(200S$/noche), un buen alojamiento situado en una céntrica y concurrida zona de
la ciudad, con multitud de ofertas de ocio cercanas para todos los bolsillos.
Elegí la habitación de categoría superior, en formato dúplex, con la que no
quedé muy contento: muy original pero poco funcional (en la planta inferior se
encuentran el aseo, la ducha y la sala de estar, y en la superior solamente
está el dormitorio) Por probarlo bien, pero en el futuro optaré por una
habitación tradicional – posiblemente en el mismo hotel porque por lo demás
quedé encantado con el establecimiento: muy buena conexión a internet, un
desayuno correcto, acceso a la sala lounge con aperitivos, personal muy amable
y eficiente, buenas vistas desde la habitación…en fin, que quedé contento con la experiencia.
La visita
La visita a Singapur
se dividió entre los días que pasé solo al principio, los días que pase con M y con la pandilla llegada desde España expresamente para la ocasión en
el medio del viaje, y los días que pasé por motivos laborales al final de mi
estancia. El primer par de días los dediqué a recorrer de nuevo aquellos
rincones de los que ya había disfrutado en mi anterior visita. Una toma de
contacto con una ciudad en la que es extremadamente fácil moverse, tanto
andando como en transporte público (principalmente en metro, un sistema muy
nuevo y que funciona perfectamente – precios en torno al 1,4 – 2,5S$ en función
del trayecto) La estancia final, por motivos laborales, dio poco de sí en
cuanto al turismo se refiere (la única tarde que tuve libre antes de partir de
regreso a Colonia, la lluvia dio al
traste con todos mis planes), así que el grueso del viaje se centró en la
estancia intermedia con M y el resto
de la pandilla de amigos de España.
Como era la primera visita para el grupo, no faltaron las visitas tradicionales a los puntos de interés de la ciudad, aquellos imprescindibles que no pueden faltar en todo viaje a Singapur, como:
Cuando llueve...llueve de verdad |
Como era la primera visita para el grupo, no faltaron las visitas tradicionales a los puntos de interés de la ciudad, aquellos imprescindibles que no pueden faltar en todo viaje a Singapur, como:
- Chinatown, una visita imprescindible si se quiere disfrutar de la gastronomía tradicional tanto china como local (mercado de Maxwell), hacer compras a buenos precios, disfrutar del animado ambiente de las calles engalanadas con motivo del año del perro, o visitar uno de los muchos templos que se encuentran en la zona, como el fantástico templo de la reliquia de Buda, la mezquita Jamae o el templo hindú de Sri Mariamman.
- Little india, con sus coloridas calles, edificios y templos, una animada zona, sobre todo si se visita un domingo, donde la actividad contrasta con la relativa calma que lucen sus comercios entre semana.
- El barrio árabe, con la mezquita del Sultán como epicentro de la actividad de la zona. En las proximidades se ha rehabilitado la calle Haji Ln, que ahora acoge locales de ocio y restauración muy llamativos (y bastante caros)
- El barrio colonial, donde se encuentran los edificios mas representativos de la reciente historia de la ciudad, como el Parlamento (el nuevo y el viejo), la catedral del buen pastor, la iglesia de S. José, Chijmes (una bonita iglesia reconvertida en centro gastronómico), el Teatro Victoria...multitud de lugares que merecen ser disfrutados a pie de calle.
- La marina y sus jardines, la zona más icónica de la ciudad, donde se puede disfrutar de los espectáculos de luz y sonido que se ofrecen en los jardines (19:45 y 20:45)
- Clarke Quai y Boat Quai, epicentro de la actividad de ocio en torno al río Singapur, zonas eminentemente creadas para los expatriados (y los turistas), que son el grupo de población que más abunda en la isla.
- El Merlion, esa criatura mítica con cabeza de león y cuerpo de pez, símbolo de la ciudad, que se alza orgulloso en el acceso de la marina, junto al puente del jubileo.
Y es que el
centro de Singapur, por conocido, no deja de sorprender. Pero también
aproveché la visita para descubrir algunos lugares que quedaron pendientes en
mi visita anterior, y para conocer otros tantos por “accidente” al descubrirlos
caminando, tales como:
- Mezquita del sultán: el epicentro del barrio árabe tiene unos horarios de visita muy limitados, y en mi anterior visita no pude acceder a su interior; esta vez me costó un par de intentos (la primera vez que fui la mezquita estaba cerrada a los turistas, pero al menos pude comprobar los horarios de apertura, para planificar una nueva visita), pero finalmente conseguí entrar (no una, ni dos…si no en tres ocasiones durante mis repetidas estancias en la ciudad) En la entrada prestan prendas para los turistas. El interior no ofrece nada reseñable, con una decoración más bien austera, como la mayoría de las mezquitas, y una zona de visitas para los no musulmanes muy, muy limitada.
- Mezquita Jamae, en Chinatown, una pequeña mezquita ubicada en el corazón de Chinatown, fundada en 1826 por la comunidad Chulia de los primeros colonos de la isla. La construcción se inició en 1830 y finalizó cinco años más tarde, y destaca la entrada que mezcla elementos indios y musulmanes.
- Mezquita de Abdul Gafoor, muy cerca de Little India se encuentra esta bonita mezquita (necesité un par de intentos para visitar el interior por los reducidos horarios de visita) Una mezquita que hasta ahora había pasado inadvertida para mí, pero que recomiendo visitar si pasas por la zona. En el interior tuve una animada charla con un clérigo, muy interesado en conocer los motivos que habían llevado a un grupo de 7 españoles a viajar a Singapur (para entonces M ya había regresado a Colonia) y en contarnos sus experiencias en España y sus visitas a los lugares con herencia musulmana del país. Tuve que ser rescatado por mis compañeros de viaje de tan animada charla que parecía no tendría fin.
- Templo hindú de Sri Veeramakaliamman, en el corazón de Little India se encuentra este bonito templo, cuyo interior apenas puede adivinarse desde el exterior. Un referente espiritual entre la comunidad hindú de la isla.
- Hawker Chan, un restaurante galardonado con una estrella Michelín en 2016 en el que se puede disfrutar del plato estrella (pato con arroz) por algo menos de 5€. El restaurante original se encuentra en el mercado de Chinatown (en la segunda planta, donde se encuentra el food market), pero tiene unos horarios de apertura muy limitados (de 10:30h a 15:30h, miércoles cerrado), así que cuando llegamos con intención de cenar nos encontramos con el local cerrado. También es cierto que al estar en el mercado tradicional, el calor y los aromas del recinto pueden no ser tolerados por todos los viajeros (como quedó patente durante nuestra visita por parte de algunos de mis compañeros de viaje). Pero eso tiene solución, y es que el avispado dueño de la estrella Michelín más barata del mundo, ha abierto tres sucursales, una de ellas en Chinatown (78 Smith Street, abierto de 10:00h a 20:00h, miércoles cerrado), y hasta allí nos fuimos a degustar un plato con estrella Michelín. El establecimiento carece de encanto alguno: está montado a modo de McDonald’s o Burger King, con una zona de pedidos y otra zona de recogida de los mismos, lo que le resta el encanto que sí tiene el local original. El aspecto es muy limpio y sin olores “tradicionales” inundando el ambiente, un local eminentemente turístico pero una buena opción de restauración a un precio muy económico. ¿quién dijo que Singapur era caro?
- Glutons Bay Street food market, en la zona de la marina, y ofreciendo unas inmejorables vistas del Marina Bay, se encuentra este pequeño mercado de comida al aire libre que se convirtió, por méritos propios, en uno de los principales “centros de operaciones” durante nuestro viaje. Bien es cierto que los precios son ligeramente superiores a los de cualquier otro recinto de similares características, pero la ubicación de paga. Entre otras especialidades, disfrutamos del tradicional “chili crab” (a la española, eso sí, ¡con la salsa separada no sea que el picante fuera excesivo!)
Al margen de lo
que dio de sí nuestra estancia cultural y gastronómica en Singapur, y de los
numerosos puntos fotogénicos que ofrece la ciudad (uno de los mejores, si no el
mejor, al situado otro lado de la bahía, desde el que se pueden disfrutar de
unas vistas espectaculares de la Marina y los jardines – y si el atardecer
acompaña ya la recompensa es completa), empleamos un par de días en descubrir
algunos lugares en las afueras de la ciudad, como la isla Sentosa y Palau
Ubin.
Isla Sentosa
La isla Sentosa se encuentra al sur de la ciudad, y se puede llegar
fácilmente a ella a través de la estación de metro de Harbour Front, que conecta con la Sentosa Station por dentro del centro comercial. Una isla creada
exclusivamente para el ocio, con numerosas actividades para todo tipo de
viajeros: parques temáticos, acuarios, museos, hoteles, restaurantes…una
completa oferta de ocio a un paso de Singapur. A la isla se accede a través
de un monorraíl (4S$, pase válido para todo el día) que da servicio a toda la
isla – cuenta con cuatro estaciones. Con excepción de la primera, el resto
están muy próximas y se puede caminar de una a otra.
Nosotros nos decantamos por visitar el parque Universal Singapur (76S$), un parque temático pequeño (si se compara con otros parques similares), pero que ofrece atracciones y alicientes de sobra para ocupar la agenda de todo el día. El horario de apertura es un tanto limitado (de 10:00h a 18:00h), pero suficiente para recorrer todo el parque con tranquilidad y disfrutar de todas las atracciones (pese a que en algunas de ellas tuvimos que esperar unos 40 minutos de cola, en la mayoría de ellas la entrada era casi directa, sin colas, y a última hora de la tarde ya no había cola en ninguna de las atracciones – incluyendo las montañas rusas) y buena parte de los espectáculos que el parque ofrece. Un copia a escala del parque de Los Ángeles que visité con mi hermana hace ya 5 años (cómo pasa el tiempo!) y que ofrece prácticamente las mismas atracciones:
Nosotros nos decantamos por visitar el parque Universal Singapur (76S$), un parque temático pequeño (si se compara con otros parques similares), pero que ofrece atracciones y alicientes de sobra para ocupar la agenda de todo el día. El horario de apertura es un tanto limitado (de 10:00h a 18:00h), pero suficiente para recorrer todo el parque con tranquilidad y disfrutar de todas las atracciones (pese a que en algunas de ellas tuvimos que esperar unos 40 minutos de cola, en la mayoría de ellas la entrada era casi directa, sin colas, y a última hora de la tarde ya no había cola en ninguna de las atracciones – incluyendo las montañas rusas) y buena parte de los espectáculos que el parque ofrece. Un copia a escala del parque de Los Ángeles que visité con mi hermana hace ya 5 años (cómo pasa el tiempo!) y que ofrece prácticamente las mismas atracciones:
- Jurassic Park, atrévete a descubrir los secretos de la clonación de dinosaurios en un recorrido en balsa neumática que recorre muchos de los escenarios de la película, ¡una atracción de lo más refrescante!
- La Momia, una aventura que se desarrolla en la oscuridad propia del interior de una pirámide.
- The Transformers, una montaña rusa virtual que te coloca en el centro de una encarnizada lucha entre los decepticons y los autobots (¡hubo quien en las caídas cerraba los ojos de la impresión!)
- WaterWorld, un espectáculo que recrea un futuro desolador en el que la vida se desarrolla en ciudades artificiales rodeadas de agua, una lucha feroz por hacerse con combustibles fósiles, un espectáculo lleno de acción, explosiones, carreras y hasta de aviones aterrizando en el escenario. 100% recomendable.
¡Y muchas más atracciones! y todo ello en un entorno de lo más cuidado y atractivo, como es habitual en este tipo de recintos. Para los amantes
de este tipo de parques, un imprescindible. Si no lo eres tanto, una visita seguramente
prescindible (yo soy de los primeros)
Al sur del parque
se puede visitar el Merlion, una
enorme representación de esta mítica criatura mezcla de pez y león, símbolo de
la ciudad. Se puede subir a los miradores situados en la boca y en lo alto de
la cabeza (por unos 15S$...nosotros nos conformamos con verlo por fuera que era
lo que queríamos)
En la zona
situada más al sur de la isla, mirando al mar, finalizamos el día contemplando
el espectáculo “Wings of Time” (23S$ la entrada VIP, que te da derecho a un asiento
en la zona central del anfiteatro, un pequeño snack - unas palomitas saladas como la salmuera - y un recuerdo de la
visita - un abanico), un bonito espectáculo de luz, imágenes proyectadas sobre una pantalla de agua, fuego y sonido. El espectáculo es
muy bueno y está muy bien hecho; lo que sinceramente no sé si vale son los 23S$
de la entrada por un espectáculo que apenas llega a los 20 minutos de duración.
Palau Ubin
Palau Ubin es una pequeña isla situada al noreste de la
isla principal, a la que se accede únicamente por medio de las barcas (3S$) que
parten del muelle de Changi, al que se llega en autobús - lineas 9 ó 19 (2S$) - desde la
estación de metro de Tampines East (DT33). Las barcas únicamente salen cuando están
completas (nosotros como éramos un grupo bastante numeroso casi la llenamos de
inmediato) La isla destaca por ser uno de los últimos enclaves “naturales” de Singapur
– sin grandes construcciones y que conserva el paisaje de manglares original de
la zona. Lo más típico es recorrer la isla en bicicleta (las distancias no son
muy grandes, y el terreno es prácticamente llano, aunque el estado de las bicis
y el calor hacen que las distancias parezcan mucho más grandes de lo que son en
realidad) Las bicicletas las puedes alquilar en uno de los muchos sitios de
alquiler que te encontrarás nada más abandonar el muelle, con precios que
oscilan entre los 6 y 10 S$ - todas en bastante mal estado, así que la
diferencia de precio no está muy justificada desde mi punto de vista. Y así, en
plan verano azul, nos lanzamos a recorrer la isla, con algún que otro incidente
(cadenas que se salían, frenos que no funcionaban…)
Los paisajes son simplemente espectaculares. En el extremo oriental de la isla se puede hacer un recorrido por una plataforma sobre el mar, que recorre el litoral, que es de lo más llamativo de la visita. La baja marea marcó nuestra visita, lo que facilitó que pudiéramos ver unos cuantos lagartos y a los cangrejos autóctonos de la isla, de un tamaño minúsculo y caracterizado por tener una pinza de un tamaño mucho mayor que la otra. En la isla puedes pasar todo el día o unas cuantas horas, para gustos. Al regreso de nuestro recorrido ciclista decidimos disfrutar de una refrescantes bebidas en el único restaurante local abierto (había otro en la plaza, lleno de turistas, así que nos fuimos al sitio en el que estaban los lugareños, que además ofrecía unas bonitas vistas al mar) aderezadas con algunas especialidades culinarias locales, como la tortilla de ostras, a la espera del ultimo barco de regreso a la isla principal (en torno a las 18:30h) Una visita de lo más interesante porque ofrece un punto de vista totalmente diferente de Singapur, el contraste natural a la belleza artificial de la ciudad.
Los paisajes son simplemente espectaculares. En el extremo oriental de la isla se puede hacer un recorrido por una plataforma sobre el mar, que recorre el litoral, que es de lo más llamativo de la visita. La baja marea marcó nuestra visita, lo que facilitó que pudiéramos ver unos cuantos lagartos y a los cangrejos autóctonos de la isla, de un tamaño minúsculo y caracterizado por tener una pinza de un tamaño mucho mayor que la otra. En la isla puedes pasar todo el día o unas cuantas horas, para gustos. Al regreso de nuestro recorrido ciclista decidimos disfrutar de una refrescantes bebidas en el único restaurante local abierto (había otro en la plaza, lleno de turistas, así que nos fuimos al sitio en el que estaban los lugareños, que además ofrecía unas bonitas vistas al mar) aderezadas con algunas especialidades culinarias locales, como la tortilla de ostras, a la espera del ultimo barco de regreso a la isla principal (en torno a las 18:30h) Una visita de lo más interesante porque ofrece un punto de vista totalmente diferente de Singapur, el contraste natural a la belleza artificial de la ciudad.
El final del viaje
Y así entre islas, parques de atracciones, mercados, piscinas y paseos se pasaron los días. Con la obligación laboral finalizada, emprendí el regreso a Colonia, un mes después de mi salida, con la maleta repleta de bolsas de ropa sucia, la tarjeta de memoria de la cámara completa y los recuerdos de tantos viajes y experiencias tratando de hacerse un hueco en mi memoria. Cuatro semanas que pasaron volando, como no podía ser de otra forma cuando el tiempo se comparte en buena compañía. El viaje de regreso, vía Estambul, fue mucho más tranquilo que el de ida, tranquilidad que solo se vio alterada por el caos reinante en el aeropuerto de Estambul durante mi escala de una hora escasa de duración, escala en la que tuve que pasar un nuevo control de seguridad que se demoró por cerca de 40 minutos, lo que hizo que tuviera que correr de verdad para llegar a tiempo a mi vuelo de conexión a Colonia tan solo cinco minutos antes de que cerraran la puerta. Definitivamente no quedé muy satisfecho ni con Turkish Airlines ni con el aeropuerto de Ataturk, pero por desgracia me parece que voy a tener que volar bastante frecuentemente allí por motivos profesionales. Sin más contratiempos aterricé en Colonia y di por finalizada la aventura asiática primaveral, una estación que comenzó con el sublime espectáculo de las auroras boreales en Laponia y continuó con un recorrido por cuatro países asiáticos (la entrada del viaje a Hanoi y a la bahía de Ha Long aún está pendiente de publicación…¡pero no tardará!) A la espera de nuevos viajes y aventuras que seguro no tardarán en llegar, ¡estaros atentos al blog!
No hay comentarios:
Publicar un comentario