El último destino
vacacional del año nos llevó a Inglaterra. Recién llegados de Dubai,
y habiendo pasado el tiempo justo en Colonia
para cambiar la ropa de verano de la maleta por una algo más acorde al clima que
nos esperaba en nuestro nuevo destino, M y yo pusimos rumbo a Manchester,
punto de inicio y final de nuestro breve recorrido por la zona centro oeste de
la isla. Tuvimos que madrugar mucho aquella mañana de lunes para estar a
tiempo en el aeropuerto para embarcar con destino a Manchester, uno de los
inconvenientes de viajar con Ryanair,
la compañía aérea elegida para la ocasión, principalmente por comodidad (al
salir de Colonia, el traslado del centro al aeropuerto es muy cómodo), y
también, obviamente, por el precio (dos billetes de ida y vuelta con una maleta
facturada y elección de asientos por menos de 100€) No es un secreto si digo
que siempre que tengo otra opción, prefiero no volar con Ryanair – y mis
razones poco o nada tienen que ver con la seguridad, ya que la compañía aérea
irlandesa está sujeta a los mismos Reglamentos y supervisión por parte de su
autoridad aérea nacional que el resto de compañías europeas. El motivo
fundamental es el trato (maltrato) que, en mi opinión, sufrimos los viajeros,
haciendo que la gestión del tiempo y el desconocimiento de los pasajeros sobre la
normativa aplicable sean sus principales “armas” de presión: embarques
apresurados, amenazas con perder el slot de salida si los pasajeros no
completan el embarque en 20 minutos, la política de maletas en cabina, los
anuncios permanentes por el sistema de comunicaciones de la cabina (un sistema,
recuerdo, cuyo objetivo es proporcionar información a los pasajeros sobre la
seguridad u otros aspectos relacionados con el vuelo), desconocimiento de los
tripulantes de cabina de las normas a bordo cuando, por ejemplo, se está
repostando durante el embarque…Bien es cierto que habituado como estoy a volar
con todo tipo de compañías a lo largo y ancho del mundo, podría enumerar unas
cuantas deficiencias identificadas en todas y cada una de ellas sin excepción (desde Lufthansa, Qatar Airways o Emirates hasta Air Asia o Batik Air), pero con excepción de
Egiptair (a mi juicio la peor de todas las compañías aéreas con las que he
volado), ninguna de ellas acumula tantos elementos negativos en mi percepción
sobre la experiencia de volar, en general, a bordo de uno de sus aviones. A pesar de mis recelos, he de reconocner que llegamos a Manchester en hora, recogimos la
maleta y el coche de alquiler (103£ la semana de alquiler con Budget, con
seguro a todo riesgo incluído) y nos dirigimos a nuestro primer destino:
Liverpool.
Liverpool
Liverpool debe su
fama actual a los Beatles. Todo gira en torno a la figura del grupo musical en
la ciudad, pero Liverpool ya existía antes de que los Beatles revolucionaran
con su música la vida de esta tranquila localidad costera; el desarrollo y
expansión económica de la ciudad, fundada como villa en 1207, vino de la mano
del comercio marítimo, lo que se tradujo en que a principios del S. XIX el 40%
del comercio marítimo mundial pasaba por Liverpool. La importancia del mar en
el día a día de la ciudad es patente, y en la actualidad el puerto de Liverpool
es el segundo por volumen de exportaciones de todo el Reino Unido, solo por
detrás de Londres. Pese a que la población actual ronda el medio millón de
habitantes (lo que puede sugerir una ciudad de un tamaño considerable), la zona
centro es relativamente pequeña y todos los puntos de interés se encuentran a
una distancia accesible a pie. Para nuestra estancia de dos noches en Liverpool
nos alojamos en el May’s House (40€/noche), un apartamento muy amplio, con dos
dormitorios, dos cuartos de baño, cocina y comedor cuyo principal inconveniente
es que está situado un poco lejos del centro (unos 20-25 minutos andando) El
estado de los muebles también deja algo que desear (una renovación de los
armarios no vendría mal); entre los pros están el personal (muy atento y
amable, aunque no hay recepción 24h así que hay que avisar antes sobre la hora de
llegada, pero nos dejaron entrar en el apartamento mucho antes de la hora oficial de entrada sin ningún problema), la posibilidad de aparcar gratis en la misma puerta del establecimiento
(nosotros solo utilizamos el coche durante nuestra estancia para ir a hacer la
compra al TESCO más cercano), una conexión a internet buena y la flexibilidad
que da el tener una cocina en el apartamento (aunque no la usamos mucho:
desayuno y poco más) Un alojamiento más que recomendable por el precio que
tiene y lo que ofrece a cambio.
Llegamos a
Liverpool sin agenda y sin guía de viaje, así que nos lanzamos a disfrutar (más
que a conocer) de la ciudad y del espléndido sol que nos recibió a nuestra
llegada, una circunstancia esta que no es muy habitual cuando se visita el
Reino Unido a finales de Octubre y primeros de Noviembre. La Catedral anglicana
de Liverpool está muy cerca del May’s House, pero decidimos dejar la visita
para otro día en el que el sol no nos deleitara con su presencia, y decidimos
ir a la zona del muelle para aprovechar la benevolencia del clima. Nuestra
primera parada fueron los antiguos muelles de Albert Dock, una de las zonas más
interesantes para visitar de la ciudad, mezcla de edificios históricos, agua, restaurantes, museos…todo tiene cabida en esta zona, una antigua zona portuaria
que tras caer en el olvido tras su cierre como puerto comercial en 1972,
reabrió sus puertas como zona de ocio tan solo 10 años después. En la
actualidad Albert Dock, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, alberga
hoteles, restaurantes de moda, el famoso museo de los Beatles, la Tate Gallery,
tiendas de recuerdos…todo un universo esperando a ser descubierto y en el que
el tiempo pasa volando. Con todo, lo que más me gustó de la zona fue el paseo
que discurre paralelo al rio Mersey, sin duda uno de los lugares más
fotogénicos de la ciudad.
El Liverpool
Waterfront ofrece, sin duda alguna, la cara más hermosa y llamativa de la
ciudad; y es que cuando se combinan agua y edificios históricos la mezcla suele
ser muy atractiva. En la plaza situada frente a la terminal del ferry se ubica
uno de los tributos más visitados de la ciudad a sus más ilustres ciudadanos,
los Beatles, en un entorno simplemente espectacular, con el edificio del Royal
Liver al fondo. En la plaza se ubican los siguientes edificios (conocidos como
las tres gracias de Liverpool):
- El ya mencionado Royal Liver, construido a principios del S. XX y en el que destacan las torres del reloj coronadas por las míticas aves “liver”, símbolo de la ciudad. Con una altura de 90m, fue el edificio más alto de Europa hasta 1934, y uno de los primeros edificios construidos en hormigón a nivel mundial.
- El edificio Cunnard, cuya construcción se inició unos años después de haber finalizado la construcción del Royal Liver.
- El edificio del puerto de Liverpool, el más antiguo de los tres (1903), antigua casa de los muelles Mersey.
De izquierda a derecha, el Royal Liver, el edificio Cunnard y el edificio del puerto de Liverpool |
En este punto
decidimos hacer un pequeño recorrido por el rio Mersey (www.merseyferries.co.uk 15.50£/persona, billete
combinado para el ferry y el autobús turístico que recorre Liverpool), un
recorrido de 50 minutos por el rio que ofrece unas vistas espectaculares del
waterfront de Liverpool y una buena forma de tener una visión general de la
ciudad.
Al desembarcar
decidimos tomar el autobús turístico que recorre los principales sitios de
interés de la ciudad, una buena forma para hacerse una idea del
tamaño y de los que la ciudad ofrece, paseo que sirvió para constatar
que Liverpool puede recorrerse fácilmente andado y que la ciudad ofrece un
puñado de sitios interesantes para visitar, entre los que me permito destacar:
- Catedral Metropolitana de Cristo Rey, la catedral católica cuya construcción terminó en 1967, de planta circular y estilo moderno que no termina de convencer a todos los habitantes de la ciudad. Tiene un diámetro de 59m y tanto el interior como el exterior recuerdan a la catedral de Rio de Janeiro. Hubo un diseño anterior, de 1930, que contemplaba la construcción de una iglesia que hubiera tenido la cúpula más grande del mundo (más grande incluso que la de la basílica de S. Pedro en el Vaticano), pero el alto coste y la II Guerra Mundial frenaron su construcción.
- Catedral anglicana de Liverpool, construida en estilo gótico y cuya construcción, pese a iniciarse en 1904, concluyó en 1978. Desde el punto de vista arquitectónico, personalmente me gustó mucho más que la Metropolitana. Su torre de 101m de altura es uno de los edificios más altos de la ciudad, y su interior ofrece amplios espacios y bonitas cristaleras. Y ahora viene la polémica, porque en su interior se puede encontrar desde una tienda de souvenirs (algo cada vez más habitual en un recinto dedicado al culto) hasta una cafetería/restaurante (esto sí es más novedoso) en el lateral de la nave principal; así, una persona que esté sentada rezando puede girarse y ver como a escasos metros otro grupo de gente habla sin problema en tono normal y come o bebe a voluntad. Como poco, curioso. Se puede subir a la torre de la Catedral, pero al final prescindí de una de las visitas que suele ser obligatoria en todos mis viajes por tres motivos fundamentales: la catedral está un tanto alejada del centro de la ciudad, así que tuve dudas sobre la calidad de las vistas; en segundo lugar, no viajé con mi cámara de fotos…y subir a una torre sin una cámara con zoom le resta algo de atractivo a la visita. Finalmente, la climatología del día no invitaba a esperar mucho de las vistas en un día grisáceo. Merece la pena visitar el cercano y en cierto modo tétrico jardín de St. James, situado a los pies de la catedral, repleto de lápidas que dan un aire un tanto especial a este parque (muy acorde con la noche de Halloween que vivimos en Liverpool)
- Chinatown, enclave en el que se asentó la comunidad China más antigua de Europa. Destaca el arco chino, inaugurado en el año 2000 y construido por oficiales llegados de Shanghai. Con sus 13,5m de altura es el arco de estas características más alto de Europa y el segundo más alto a nivel mundial situado en cualquier Chinatown fuera de China (el más alto, por poco, es el de Washington) La zona estaba relativamente tranquila y vacía durante nuestra visita; al parecer los restaurantes y tiendas abren por la tarde para las cenas y los días de diario no ofrecen almuerzos.
- Los jardines de St. John, en realidad un antiguo cementerio enclavado en el centro de la ciudad, frente al museo del mundo y de la biblioteca central de Liverpool.
- La torre de Liverpool (St. John’s Beacon), data de 1965 y con sus 133m de altura es uno de los edificios más altos de la ciudad. En otros tiempos se podía visitar la terraza y el restaurante giratorio situado en la zona más alta de la torre, pero los mecanismos se averiaron y el recinto se cerró al público. Hoy alberga la Radio City.
- Liverpool One, un enorme centro comercial abierto, con cientos de tiendas y restaurantes de todo tipo que ocupa la mayor parte del centro peatonal de la ciudad.
Pero como ya he dicho, casi todo gira en torno a los Beatles en Liverpool, y posiblemente uno de sus mayores atractivos sea algo que no se puede plasmar en imágenes, y que no es otra cosa que el increíble ambiente de bares y pubs, con música en vivo a diario. La mayor oferta de estos establecimientos se concentra entre las calles Mathew y Temple, pero no faltan lugares casi en cada esquina que ofrezcan música en vivo (algunos con mejor oferta que otros, para qué nos vamos a engañar) El que goza de más fama, y visita obligada en Liverpool, es The Cavern Club: hay que descender varios tramos de escaleras para llegar a este curioso lugar, que ofrece música en vivo a diario de forma ininterrumpida desde las 11 de la mañana, con techos abovedados de ladrillo que ofrecen una acústica excepcional, y que debe su fama a que los Beatles (¡cómo no!) se iniciaron aquí allá por el 1961 (aunque el club abrió sus puertas en 1957) Entre los grupos que han desfilado por su escenario se encuentran Queen, The Rolling Stones, Elton John, Oasis, The Cure, The Who…casi nada. Historia de la música en estado puro. El club original cerró sus puertas en 1973 por la construcción del metro, y volvió a reabrir de forma temporal en 1984, utilizando para su reconstrucción muchos de los ladrillos del club original. En 1989 volvió a cerrar, esta vez por dificultades económicas, para reabrir de nuevo, y esta vez de forma definitiva – al menos de momento – en 1991. El lugar, sin dejar de ser un importante reclamo turístico, ofrece elementos únicos que bien justifican una visita y tomar una pinta de cerveza inglesa en tan característico lugar.
Además del Cavern, antes de abandonar Liverpool visitamos otros lugares de referencia para los Beatlemaníacos, como Penny Lane (en las afueras de la ciudad), título de una canción de los Beatles y lugar de encuentro de Lennon y McCartney cuando tomaban el autobús para ir al centro de Liverpool. La calle debe su nombre a un comerciante de esclavos del S. XVIII, motivo por el que varias iniciativas populares han tratado de cambiar el nombre de la calle, pero la fuerza de la marca Beatles en Liverpool y el apoyo de la mayor parte de la población (ajena al origen real del nombre de la calle) ha hecho estéril cualquier intento de cambio. Y puestos a completar el recorrido por los lugares de interés para los Beatlemaníacos (que no somos, como podréis comprobar en breve…), nos acercamos hasta Abbey Road en busca del famoso paso de cebra de la portada del álbum homónimo publicado en 1969. Y hasta allí llegamos, a la mismísima Abbey Road de Liverpool, una pequeña y estrecha calle sin salida…y sin paso de cebra alguno. Y es que el famoso paso de cebra se encuentra en la Abbey Road de Londres…¡ooops! La anécdota del viaje…
Con nuestro bólido aparcado en la mismísima Penny Lane. |
Entre risas abandonamos Liverpool en dirección a Manchester,
pero de camino hicimos un par de paradas, la primera de ellas en la playa de
Crosby.
Playa de Crosby
En la playa de Crosby se puede visitar, de forma permanente, una colección de 100 figuras de forja de tamaño humano (colección que anteriormente estuvo de forma temporal en Alemania, Noruega y Bélgica), que se encuentran dispersas por el arenal y la franja de mar de la playa. Las mareas en esta zona son muy fuertes, lo que da lugar a formaciones caprichosas en la zona de costa. Una visita interesante.
Chester
Antes de llegar a Manchester, nos desviamos para visitar Chester, bonita
localidad de origen romano fundada en el año 79 de nuestra era. La ciudad se enorgullece de su
pasado medieval, patente en cada rincón del centro histórico, cuyo máximo exponente
son sus murallas, muy bien preservadas y por las que se puede pasear, un
recorrido de unos 3Km que delimita los bordes de la ciudad medieval. En el
interior de la ciudad amurallada destacan los edificios del ayuntamiento y la Catedral, que por
desgracia no pudimos visitar ya que el día de nuestra visita se encontraba
cerrada al público por que se estaba celebrando la fiesta de graduación de los jóvenes
de la localidad. El centro de la villa se asemeja más a una localidad alemana
que británica, con las tradicionales casas de madera entramada. Nuestra breve
visita a la ciudad se completó con la visita a los restos romanos del
anfiteatro y la ribera del rio Dee. Una visita de lo más recomendable.
Manchester
Bien entrada la tarde (noche) llegamos a Manchester. Para nuestra estancia
de 4 noches decidimos alojarnos en un apartamento de Airbnb esta vez. Al ser
una casa particular utilizada como vivienda habitual por la arrendadora (la dueña
y su hija pequeña buscaron otro alojamiento durante nuestra estancia), prescindí
de las fotos en esta ocasión. El piso estaba bien, pero personalmente no me sentí
muy cómodo (en otras ocasiones hemos alquilado a través de Airbnb pisos
destinados exclusivamente al uso turístico, y en estos casos el apartamento está
mucho mejor preparado para recibir huéspedes: en esta ocasión no teníamos ni armarios
para dejar la ropa – los que había estaban llenos con ropa de la dueña, lógicamente)
Sin estar situado en el centro de Manchester, teníamos una línea de autobús que
nos llevaba al centro en unos 15-20 minutos, así que tampoco tuvimos que utilizar
mucho el coche durante nuestra estancia. La dueña del piso nos facilitó muchísima
información sobre lo que podíamos ver en la ciudad, lo que agradecimos muchísimo
porque no llevábamos guía alguna y a primera vista Manchester no ofrecía muchos
atractivos turísticos. Y no nos equivocamos. Pese a todo, nos las arreglamos para que no nos sobrara tiempo en absoluto, y disfrutamos de cada rinc ón de la ciudad, con algunas visitas muy interantes y/o curiosas:
- La Catedral de Manchester (el nombre oficial es Iglesia Catedral y Colegiada de Sta. Maria, S. Dionisio y S. Jorge en Manchester…) se asienta sobre los restos de una construcción anterior que data del año 1215. La construcción del edificio actual se inició en el año 1421 y concluyó a finales del S. XIX.
- La biblioteca de Chetham, que data del S. XVII y pasa por ser la biblioteca pública en activo más antigua de Gran Bretaña. En la actualidad el recinto (al que no tenemos muy claro cómo se accede, porque básicamente nos “colamos” con un grupo que estaba esperando una visita guiada, y sin saber cómo nos encontramos con una pegatina de “visitors” en la solapa y siguiendo a la guía del grupo…) también alberga la escuela de música, una de las más prestigiosas del Reino Unido.
- La biblioteca John Rylands, que se fundó a finales del S. XX tras la fusión de la biblioteca de la Universidad de Manchester con la biblioteca John Rylands. La biblioteca original data de finales del S. XIX; la colección de papiros es una de las más extensas del Reino Unido. El edificio es de una belleza innegable, y al parecer guarda cierto aire con el colegio de Harry Potter (como no he visto las películas no puedo opinar al respecto) Una visita muy recomendable, en la que también te podrás hacer divertidas fotos en el trono real, ataviado con los más variopintos sombreros.
- Chinatown, el segundo enclave Chino más grande del Reino Unido, después del de Liverpool, y tercero de Europa. Abundan los restaurantes de comida China, Tailandesa, Nepalí, Japonesa o Vietnamita. Me sorprendió, al igual que en Liverpool, la ausencia de actividad en la zona, nada que ver con la actividad frenética que desprenden estos enclaves en otras partes del mundo.
- Canal St, el gay village de Manchester, con numerosos bares y restaurantes a lo largo de la calle que discurre paralela al canal de agua que atraviesa la ciudad.
- Jardines de Piccadilly, donde estuvo ubicada la gran noria de Manchester, que se desmontó a principios de este siglo para dar paso a un diseño basado en el agua (una fuente de toda la vida), que es el que hay en la actualidad. Google maps aún sigue fijando en esta plaza la ubicación de la noria de Manchester.
- El Trinity Bridge, diseñado por Santiago Calatrava y cuya construcción finalizó en 1995, siendo la única construcción del arquitecto español en aquel país. El puente tiene una altura de 41m y cruza el rio Irwell, que marca el límite entre Manchester y Salford.
Rio Irwell a su paso por Manchester |
- Royal Exchange Theater, que data de 1921 y que resultó seriamente dañado en los ataques con bomba de 1996. El interior es un tanto futurista, con una especie de nave espacial en el centro.
- El ayuntamiento de Manchester, que data de finales del S. XIX, construcción de estilo victoriano neogótico, en pleno proceso de decoración navideña durante nuestra visita.
- Mackie Mayor, situado en Eagle St. es un centro culinario que ofrece platos tradicionales y de la nueva cocina británica en un ambiente de lo más especial y en un entorno ciertamente diferente.
Como
pasamos la noche del 5 de Noviembre en Manchester, pudimos disfrutar de la
Noche de Guy Fawkes (o Bonfire Night), una celabracion que conmemora el
fracasado atentado del 5 de Noviembre de 1605 con el que un grupo de católicos,
con Guy Fawkes a la cabeza, trataron de destruir la sede del Parlamento en
Londres (el palacio de Westminster) Hay celebraciones a lo largo y ancho del país desde los días previos,
con el plato fuerte en la noche del día
5. Los barrios organizan sus propios espectáculos pirotécnicos y los vecinos se
reúnen en torno a una hoguera a la espera de que comience el espectáculo de
fuegos artificiales bebiendo o comiendo algunos de los platos que ofrecen en
sus improvisados tenderetes callejeros. Ni la lluvia que caía de forma incesante aquella
noche sobre Manchester pudo arruinar la quema de fuegos, y pudimos disfrutar de
un par de espectáculos en la zona en la que se encontraba el apartamento
durante nuestra estancia. Una tradición curiosa, y como casi siempre que hay
fuegos artificiales de por medio, bonita de ver.
El Distrito de los Lagos
Como Manchester
se nos quedó pequeño para nuestra estancia de 4 días, uno de los días decidimos
escaparnos al Distrito de los Lagos, la joya de la corona británica en cuanto a
turismo de naturaleza se refiere. En este Parque Natural, situado al norte de
Manchester, se encuentran el Wast Water y el Scafell Pike, los que pasan por
ser el lago más profundo y la montaña más alta de la isla (con 978m),
respectivamente, Parque que desde este año muestra orgulloso su estatus de ser Patrimonio de la Humanidad, y motivos no
le faltan. En el parque hay numerosos lagos, y es un destino excepcional para
hacer rutas de montaña en busca de cascadas u otras maravillas naturales, rutas
que por desgracia no pudimos realizar (por no llevar el equipo adecuado para
ello y por carecer del tiempo necesario), pero es uno de esos lugares que he
apuntado en mi lista de “destinos para regresar” en el futuro (lista que se está llenando...), porque lo poco
que vimos me encantó. La puerta de entrada por el sureste es Windermere,
localidad eminentemente turística que da nombre al lago más largo de cuantos se
pueden ver en el Parque Natural, pero nosotros entramos por el noroeste, para
ir haciendo un recorrido por el interior del Parque y ver tanto territorio como fuera posible; entramos
por el lago Crummock hacia Buttermere, y de ahí a los lagos Derwent y Thirtmere,
desde donde fuimos bajando por la A591 hasta Windermere, a donde llegamos al atardecer, atravesando a nuestro
paso varios lagos más pequeños y algunas poblaciones. El paisaje es
espectacular, con los colores del otoño pintando de tonos rojos y ocres la vegetación
de la zona, con barrancos que por momentos recuerdan algunas zonas del paisaje islandés
y con los lagos, protagonistas en el parque, acompañando el recorrido. Una
visita obligada si se visita la zona y que me gustó muchísimo. Tan solo un par
de “peros”: la falta de tiempo en nuestra visita (las carreteras están bien,
pero son carreteras estrechas y muy viradas, así que se emplea bastante tiempo
en ir de un sitio a otro, pero esto fue culpa nuestra :-)) y la ausencia casi total de zonas de
descanso o aparcamientos al borde de la carretera donde poder parar para
contemplar sin prisa la belleza de los paisajes. Las zonas de aparcamiento son
muy limitadas y están concentradas en los lugares que sirven de punto de partida a las
numerosas rutas de montaña de la zona, pero esos aparcamientos (de pago) no están
en los sitios más hermosos, así que nos encontramos en varias ocasiones con
estupendas vistas frente a nosotros, de las cuales solo pudimos disfrutar de
forma fugaz a nuestro paso. Una pena, aunque también servirá para onserva mejor el
entorno, esperemos.
El domingo llegó en un abrir y cerrar de ojos, y con él
el final de nuestras vacaciones de otoño por este año. Hubo que madrugar de nuevo
para ir al aeropuerto, y un par de horas más tarde ya estábamos de regreso en
Colonia, listos para empezar a trabajar al día siguiente, pero empezando a
pensar en nuestro próximo destino vacacional, el cual incluso a día de hoy, no hemos
decidido…¡pero estamos sobre la pista! ¡Hasta la próxima!
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