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Israel y Jordania: Tel Aviv, Aqaba y Petra, la ciudad secreta del desierto.


        Cuando a finales de mayo surgió la oportunidad de viajar por motivos profesionales a Tel Aviv, solamente un pensamiento afloró en mi mente: Petra. La antigua ciudad Nabatea llevaba tiempo, mucho tiempo, en mi lista de viajes, así que rápidamente me puse manos a la obra con la preparación del viaje, durante la cual surgieron muchas dificultades. La primera: ¿cómo llegar a Petra? Después de valorar las distintas opciones disponibles, incluyendo la de volar a algún punto cercano (opción que descarté de inmediato debido a los elevadísimos precios de los billetes de avión entre Israel y Jordania), en base a la información que recopilé sobre los distintos pasos fronterizos existentes entre ambos países, me decanté por la idea de viajar por libre a través del paso fronterizo de Yitzhak Rabin, en Eilat, al sur de Israel. La opción no parecía ni fácil ni cómoda, pero en base al tiempo del que disponía (que era el necesario...¡a Petra no podía ir con prisas!), parecía ser la mas apropiada. Los detalles sobre el viaje los daré mas adelante. Tomada la decisión de qué ruta usar para llegar a mi destino final, la siguiente dificultad afloró tan solo unos días después, cuando por casualidad leí en una pagina web que desde enero de 2016 se necesitaba visado para entrar por Eilat en Jordania (antes por lo visto se pagaba una especie de tasa y se podía entrar en Jordania sin trámites adicionales), visado que sólo se tramita en las embajadas o secciones consulares Jordanas. Descubrir ésto a un mes escaso del viaje y con las vacaciones de verano de por medio no fue una buena noticia. Después de intentar tramitarlo sin éxito por un motivo u otro en Alemania, se me ocurrió que tal vez podría hacerlo durante las vacaciones en España. Como iba a pasar unos días en Cantabria, llamé al consulado honorífico del Reino Hashemita de Jordania en Bilbao y todo fueron facilidades: tramitación en el momento y sin necesidad de aportar los innumerables documentos que me habían pedido por otros cauces. Así que allí nos presentamos M y yo, haciendo un viaje relámpago desde Santander para tramitar mi visado Jordano (65€) Con las formalidades diplomáticas solucionadas, ya solo faltaba esperar a la salida del vuelo para comenzar la aventura, mi particular "cruzada" por el desierto Jordano.


        Viajar a Israel no es como viajar a cualquier otro lugar; un país permanentemente amenazado por ataques terroristas que se ha blindado para evitar, en la medida de lo posible, estos ataques. Las medidas de seguridad son extremas y eso se nota desde el momento de acceder a la sala de embarque. En el aeropuerto de Frankfurt, origen de mi vuelo a Tel Aviv operado por Lufthansa, los vuelos a Tel Aviv tienen una sala de embarque preasignada y su propio control de seguridad, que pasa por el cacheo sistemático y riguroso de todos los pasajeros sin excepción, además de los habituales escáneres de maletas y útiles personales. Como curiosidad, para aquellos que puedan beneficiarse del acceso a la sala VIP, ésta se encuentra fuera de la zona controlada...así que una vez pasado el control uno se encuentra con la ridícula situación de tener que salir de la zona de control para volver a pasar el mismo riguroso control cuando la espera en la sala VIP haya terminado...resumiendo, que pasé dos veces el control de seguridad (¡al menos con el mismo resultado en ambos casos!)


El muro que separa Israel de Palestina es claramente visible desde el avión
       El vuelo directo de unas cuatro horas de duración me llevó puntual a la capital israelí, aunque a nuestra llegada tuvimos que esperar unos diez minutos en pista porque el aeropuerto no disponía de espacios libres en la zona de la terminal para el avión...control de pasaportes para entrar en Israel (de nuevo muy exhaustivo, con muchas preguntas) y me encontré en suelo Israelí con mi pasaporte sin sellar (te dan una especie de resguardo con tus datos del pasaporte, para evitar los problemas que imponen muchos países árabes a pasajeros que quieran entrar en su territorio y hayan visitado anteriormente Israel


        Lo primero, como de costumbre, conseguir moneda local, y como de costumbre me decanté por sacar dinero de un cajero automático en el aeropuerto, opción que al menos hasta la fecha, siempre ha resultado mas beneficiosa para mis intereses económicos que la opción de pasar por una oficina de cambio. La moneda israelí es el Shekel, y en el momento del viaje (Agosto 2016) la equivalencia se situaba en 1€ = 4,26 ILS. 



       El traslado al hotel lo realicé en transporte público, en tren desde el aeropuerto al centro de la ciudad (http://www.rail.co.il/EN/Pages/Homepage.aspx, 13.5 ILS - hay trenes al centro cada media hora y el trayecto dura menos de 15 minutos), y después en autobús urbano hasta la misma puerta del hotel (5,9 ILS) El motivo de hacerlo así es que decidí pasar por la estación de autobuses, situada en Ha-Hagana, para comprar el billete de autobús hacia Eilat del día siguiente (http://www.egged.co.il/, 112 ILS el billete de ida y vuelta) La pagina web ofrece la opción de comprar los billetes online, pero solo está disponible en hebreo, así que no era una opción. También se puede llamar por teléfono para reservar con antelación (recomendado, aunque yo no tuve ningún problema de disponibilidad de asientos), pero me sentí mas cómodo con la opción de pasar por allí, ver la estación y tener los billetes en mano. La primera impresión que me llevé de Tel Aviv al bajar del tren y caminar hacia la estación fue totalmente opuesta a la idea aproximada que me podía haber hecho por lo visto hasta entonces en el aeropuerto y en el tren: el aeropuerto Ben Gurion es un aeropuerto moderno, y los trenes son razonablemente nuevos y cómodos, y desde sus ventanas se ven infraestructuras desarrolladas, en buen estado. Por contra, la zona en la que se ubica la estación de autobuses y la propia estación presentan un aspecto desolador, de abandono total, edificios que a duras penas se mantienen en pie con unas instalaciones eléctricas comparables a las que observé en las favelas de Río de Janeiro, nada que ver con la imagen de país moderno y desarrollado que tenía hasta la fecha. Por desgracia, y con la excepción de algunos lugares, la mayor parte de Tel Aviv ofrece ésta segunda imagen, la de ciudad por construir. Los controles de seguridad, una constante en mi visita a Tel Aviv, presentan su particular versión en la estación central de autobuses: mientras que en el acceso por la calle Levinsky hay que pasar la maleta y mochilas por un escáner, en la entrada situada en la calle adyacente simplemente hay un arco de seguridad para personas, y las maletas no son chequeadas...me tranquilizó mucho saber que se toman la seguridad tan en serio....

Planta baja de la estación central de autobuses de Tel Aviv

       Durante mi estancia en Tel Aviv (una noche a la llegada, antes de partir hacia Jordania, y tres al regreso para trabajar) me alojé en el Mercure Tel Aviv city centre (200€/noche) El hotel no sigue los cánones habituales de los hoteles Mercure y presenta una decoración totalmente distinta, un poco más cuidada y personal. El hotel se encuentra bien situado, a escasos metros de la playa y a medio camino entre el puerto antiguo y Jaffa, ambos accesibles andando (una media hora, aunque el hotel también ofrece bicicletas de forma gratuita) Habitaciones confortables, con nevera y cafetera (para quien tome café), buena conexión WiFi gratuita y algún detalle curioso, como que las llamadas realizadas desde las habitaciones a un total de 77 países son totalmente gratis (entre esos países se encuentran España y Alemania, teléfonos móviles incluidos); supongo que ésta medida no será exclusiva de éste hotel, sino una medida a nivel nacional, pero me resultó curioso y de agradecer. El desayuno, incluído en el precio de la habitación, es mas bien normalito, aunque no falta de nada. 

Habitación "privilege" de la primera noche
Habitación "privilege see view" de las últimas tres noches
Vistas de Tel Aviv desde la habitación del hotel
Tel Aviv desde la habitación del hotel
          Durante mi primera tarde (y mi ultima mañana antes de regresar a Frankfurt al final del viaje) en Tel Aviv me limité a pasear y descubrir el paseo marítimo, un bonito paseo que ofrece posiblemente la cara más amable de la ciudad, con modernos edificios, cuidados jardines y parques y multitud de gente disfrutando del benévolo clima local. El paseo conduce en dirección norte al puerto antiguo, zona en torno a la cual se he desarrollado una amplia oferta de ocio para el turismo (principalmente francés...), y que ofrece algunas curiosidades como una playa para perros y una playa cerrada (y abarrotada a juzgar por las imágenes) reservada para el uso de judíos ultraortodoxos (playa de Nordau) El acceso a dicha playa se realiza por una puerta cubierta con una cortina de plástico, todo con el fin de evitar miradas indiscretas...pero no se pueden poner puertas al mar. Como curiosidad, la playa de perros y la playa de los judíos ultraortodoxos comparten el mismo agua (tan solo unas boyas separan ambas playas en el mar) 



Playa de Nordau

Playa de Nordau, acceso limitado

El viejo puerto
         En la otra dirección, el paseo marítimo conduce hacia el norte a Jaffa. El que fuera uno de los puertos más importantes de la región, y uno de los más antiguos del mundo, en operación continua durante los últimos 4000 años, ha perdido gran parte de su actividad pesquera y comercial desde que comenzara la expansión de la ciudad en 1920. La zona portuaria se ha reconvertido y en la actualidad es uno de los principales reclamos turísticos de la ciudad, y sus edificios albergan restaurantes, tiendas y galerías de arte. La antigua ciudad que se levanta sobre la colina que domina el puerto, con sus edificios de estilo otomano, merece una visita pausada y relajada. Sus estrechas callejuelas empedradas  albergan hoy decenas de restaurantes, tiendas y galerías de arte, y sus laderas ofrecen unas vistas espectaculares tanto del puerto como de Tel Aviv. Pude constatar que la mejor cara de Tel Aviv la ofrece la zona mas histórica de la ciudad, que ha sufrido una profunda renovación, pero que mantiene una atmósfera única y personal, totalmente alejada del ambiente que se respira en otras zonas de la ciudad. La puesta de sol (preciosa en tan soberbio escenario, aunque un poco temprana para lo que yo esperaba en esta época del año, ya que el sol se pone en torno a las 19:15...y eso que en Israel hay una diferencia horaria de una hora más en relación con la hora de España) marcó casi el punto final a la jornada inicial en oriente medio, una larga jornada que había comenzado muchas horas atrás en Colonia. De regreso al hotel por el interior de la ciudad pude constatar que la tónica general la constituyen los edificios en estado de semi abandono, descuidados y sucios. Una cena en un restaurante local (el segundo mejor humus de la ciudad, rezaba el reclamo que me llevó a sentarme allí)  puso el punto final, ésta vez sí, a esta intensa jornada. 
















                                 Jordania

         El despertador sonó temprano la mañana siguiente. Era el momento de viajar a Petra y ¡no había tiempo que perder! El autobús 390 salió puntual de la dársena 1 de la vieja estación central de Tel Aviv. Por delante unas cinco horas de trayecto hasta llegar a Eilat (con dos paradas de unos quince minutos cada una); afortunadamente los autobuses resultan bastante cómodos, están acondicionados y ofrecen mucho espacio para las piernas y, al no ir lleno, pude hacer buen uso del asiento contiguo. Tras un par de horas por autopistas, el resto del camino se realiza por carretera general de doble sentido; lo que no cambia es el paisaje, desértico hasta donde alcanza la vista, una monotonía visual (monotonía no exenta de belleza) que me empujó a empezar a escribir la crónica de este viaje y las lineas que has leído hasta ahora. Unos cuantos letreros al borde de la carretera llamaron mi atención, como por ejemplo desvíos a asentamientos judíos, carteles de advertencia indicando la presencia de camellos (o dromedarios...los de una joroba, siempre los confundo), advertencia de zonas de conflicto armado (en algunas áreas cercanas a Palestina) y carteles indicando que el terreno se encuentra por debajo del nivel del mar  (de hecho más de una hora de recorrido transcurre por terrenos situados por debajo del nivel del mar, curioso) 




        Tan pronto vi el desvío al punto fronterizo de Yitzhak Rabin, me bajé del autobús, sin saber muy bien hacia dónde ir ni como llegar. La información del precario mapa de la zona indicaba que el punto fronterizo estaba cerca, y en mitad de aquel paraje no tuve mucha más opción que caminar...unos diez-quince minutos después me encontraba en la frontera israelí-jordana. Ahí empezaron las aventuras...y los problemas. El paso fronterizo es un autentico caos, y un abuso en toda regla. En la parte israelí hay que hacer dos esperas: la primera para pagar la tasa de salida del país por aquel punto fronterizo (nada menos que 100 ILS, cinco más en concepto de tramitación...total ¡más de 20€!); desde allí hay que dirigirse al control de pasaportes, donde, esta vez sí, te plantan un enorme sello de salida de Israel (gracias a la señora funcionara tendré que sacarme el segundo pasaporte para entrar en muchos de los países árabes de la zona); terminado el trámite hay que pasar por el obligado duty free, un control documental más y te encuentras en tierra de nadie, entre Israel y Jordania, con carteles a ambos extremos de la zona neutra que rezan "bienvenidos a Israel" y "bienvenidos a Jordania". Uno no sabe quién lo recibirá mejor en esas condiciones...pero como Petra está en Jordania, sigo con el plan y me dirijo hacia el lado Jordano, donde nacieron las palabras caos y desorden.  Un primer filtro de seguridad para escasear las maletas, a continuación tienes que averiguar (leyendo un minúsculo cartel), que para entrar en Jordania, ademas del visado que ya cuesta un montón de dinero, tienes que pagar una tasa de 60 JOD, supuestamente reembolsables si pasas tres noches en Jordania...ya veremos. Como normalmente no tienes dinares Jordanos (lo mismo que no viajas con coronas checas si vas a aquel país, ya que esperas conseguirlas allí), tienes que pasar por la caseta oficial de cambio de la frontera a cambiar dólares, euros o ILS por dinares Jordanos (JOD), a una tasa de cambio realmente abusiva...(la tasa oficial de cambio en el momento del viaje se situaba en 1€ = 0,79 JOD; el cambio ofrecido allí era ¡1€ = 0,70 JOD!); con los JOD en mano te diriges de nuevo al punto de control, donde no hay cola ni orden alguno, y tratas de hacerte hueco entre la multitud de maletas y gente que allí se amontonan (durante mi paso unas 15 personas...¡pero abultaban como una multitud!); pasado el primer trámite te dan un recibo con el pago y tienes que pasar por el control de pasaportes, donde verifican el pago y te manosean el pasaporte sin piedad (tantas paginas libres en el pasaporte y al final te acaba poniendo el sello en una página en la que hay otras diez entradas registradas...) Con todo solucionado, coges tu maleta con la sonrisa en la cara pensando que la pesadilla, al menos por ese día, ha terminado...pero aún hay que pasar un control más, documental (para justificar el sueldo de la persona que se encuentra allí y cuya función no está muy definida) Al final, cerca de hora y media para solventar el trámite del paso de frontera, con un grupo de unas quince personas haciéndolo al tiempo, ¡no quiero imaginar lo que tiene que ser aquello cuando se junten grupos mayores!




       Con todo, el paso a Jordania fue como una balsa de aceite comparado con lo que me esperaba a continuación. La mafia taxista (habían tardado mucho en aparecer en este viaje) controla la salida de todos los viajeros de la zona fronteriza, sabedores de que no tienes más opciones que usar sus servicios, ya que la ciudad se encuentra a unos 8-10Km, y con maletas y a esas temperaturas no resulta muy conveniente aventurase (¡a no ser que hayas quedado con alguien con antelación para que te vaya a recoger, que no era mi caso lógicamente!; además la zona fronteriza es zona militar, por lo que no se puede caminar hasta el primer control, situado a un par de kilómetros) A tu salida te abordan, te interrogan, te presionan...la idea era compartir un coche para ir al centro de Aqaba a la espera de que saliera algún autobús hacia Wadi Musa, aunque por las horas que eran (más de las 15:30) las posibilidades de tomar un autobús aquel día eran remotas (nulas diría yo...pero la esperanza no solo es lo último que se pierde, sino que no debe perderse nunca) Tras hablar con el único par de personas que esperaban allí y constatar que eran una familia completa y no quedaba espacio para mí en el coche, y sabedor de que nadie más saldría del paso fronterizo con quien pudiera entenderme en ingles para tratar de compartir gastos para llegar a Aqaba o Wadi Musa, el padrino de la mafia frunce el ceño para decirme que no voy a encontrar autobuses para llegar a Wadi Musa y que tendré que pasar noche en Aqaba si quiero viajar en autobús al día siguiente, pero que haciéndome un favor tiene un coche de una persona que vive cerca de Wadi Musa y me podría llevar allí por 50 JOD...ese es el precio que cobran los taxis por el trayecto (está escrito en la lista de precios que hay en la parada de coches) Inicialmente me negué y comenzó el regateo, yo firme en mi postura (30 JOD) y él tratando de arañar unos dinares más. Al final, lo mejor de viajar con abundancia del mayor de los bienes que se puede tener estando de vacaciones (y siempre), que no es otro que TIEMPO, hace que las cosas se vean de otra forma, ya que tenia muchísimas horas para llegar a Wadi Musa y podría buscar otras opciones, y el mafioso, consciente de que podría quedarse sin nada, de un silbido hizo llamar al conductor de un Hyundai gris que esperaba en la zona, le comunica el precio y el destino y emprendemos la marcha. 

      El conductor en cuestión resultó ser todo un personaje y desde aquí hago un llamamiento de atención a todos aquellos que tengáis pensado viajar a Jordania, por si os encontráis con él, para recomendaros que le evitéis por vuestra propia seguridad:  el pirata de la carretera en cuestión se llama Omar klaefat, es beduino (se le reconoce por sus rasgos y el color de su piel), conduce un Hyundai gris plata y aunque al principio se mostró muy amable, invitándome a sentar en el asiento delantero (reconociendo que la actividad de transporte de personas que hace es ilegal...), pronto cambia el rictus de la cara cuando se le lleva la contraria. Conduce de forma temeraria por las carreteras Jordanas, que no son precisamente un ejemplo en cuanto a pavimentación y orden del trafico, con camiones circulando por la izquierda, otros parados por avería (muchos, muchísimos) ocupando los carriles que ocuparan cuando el motor dijo basta, etc., y al menos en dos ocasiones estuvimos a punto de tener un accidente grave: en la primera ocasión debido a un camión que trataba de adelantar en una zona de subida (debería de ir a 40-50km/h), y cuando te encuentras en esta situación y el coche en el que vas circula a más de 140km/h en un tramo limitado a 110Km/h te encuentras con que el camión está encima tuyo en apenas un par de segundos, y el coche apenas pudo esquivarlo tirándose sobre el arcén, que por fortuna no ocupaba ningún otro vehículo, animal o persona en ese momento..y la segunda vez entrando en Wadi Musa cuando casi empotra el coche contra un montón de piedras de una obra cercana, ya que bloqueó los frenos y el coche derrapó hasta quedarse a escasos centímetros de las piedras (por supuesto él no tuvo la culpa de ninguno de estos incidentes...) Al margen de estas negligencias, trató de chantajearme cambiando el acuerdo a mitad de viaje, diciendo que por 30 JOD perdía dinero y que no hacía el trayecto por menos de 45 JOD...de nuevo el TIEMPO (y que no es la primera vez que salgo de casa) jugó a mi favor, ya que en un ataque de enojo incluso amenazó con dejarme tirado en mitad de la carretera o llevarme de vuelta a la frontera...fue mencionar a la policía, que tal vez estaba interesada en saber a qué se dedicaba de forma furtiva y las cosas se equilibraron de nuevo. Al final del trayecto, tuvo incluso la desfachatez de pedirme propina...¿doble personalidad? En fin, lo peor del viaje, sin duda alguna (como siempre a bordo de un coche de transporte de personas...esta gente tiene un gen para esto, ¿no?), así que ojo con los Hyundais grises conducidos por beduinos que se llamen Omar y que operen entre Wadi Musa y Aqaba, por tu seguridad y el disfrute de tu viaje. 


      

         Wadi Musa, la localidad desde la que se accede a Petra, no ofrece mucho. Es una localidad dispersa, construida sobre las laderas de la montaña y que ofrece un aspecto muy caótico; moverse por allí es de todo menos agradable debido a las pendientes sobre las que se asienta el pueblo. Por fortuna (y porque ya lo había buscado de esa manera), me alojé en el hotel La Maison (18 JOD/noche), situado muy cerca del centro de visitantes de Petra y por lo tanto del acceso a la ciudad perdida. El hotel ofrece habitaciones amplias, una buena situación si tu objetivo en Wadi Musa es visitar Petra, un desayuno aceptable y poco más. La conexión WiFi apenas funcionaba (iba y venia continuamente, lo que hacia imposible incluso hacer una búsqueda en google...daba para mandar algún mensaje de Whatsapp y no siempre), el frigorífico de la habitación no enfriaba, la caja fuerte no funcionaba y el aire acondicionado era mas bien una maquina de ruido que de enfriar, aunque algo refrescaba. Pese a todo, descansé muy bien las dos noches que me alojé allí. 




         El plan inicial en Petra era pasar dos días en el recinto, para luego regresar a Aqaba dos días antes de comenzar mi actividad profesional de Tel Aviv, para hacer noche allí y no hacer todo el viaje de regreso de Wadi Musa a Tel Aviv en un día, y justo antes de trabajar, lo que hubiera resultado agotador y poco profesional por mi parte. Debido a los problemas vividos en el viaje de Aqaba a Wadi Musa, no quería repetir experiencia de nuevo, así que hice todo lo posible para regresar a Aqaba en transporte publico, lo cual no deja de ser otra aventura en Jordania. Pese a la información que abunda en internet sobre la empresa JETT que realiza viajes diarios a Aqaba desde Wadi Musa saliendo a las 16:00h, la realidad al llegar a Petra fue otra, y dicha ruta no existe. La única forma de regresar en bus publico a Aqaba es con los minibuses que parten de la estación central, con un numero de frecuencias diarias sin definir (si no hay clientes, ofrecen menos servicios), empezando a las 0600h, pero sin horarios fijos (cuando el bus está lleno, sale), así que me vi forzado a reducir la estancia de mi segundo día de visita en Petra para tratar de coger uno de estos buses y llegar a Aqaba sin pagar el precio que exige la mafia del taxi local. Con todo, pude disfrutar de Petra al completo, y de forma relajada, como os contaré a continuación. 



        Petra es un negocio estatal de primer orden, y un abuso para el viajero extranjero. Los precios para acceder al recinto se han doblado en los últimos cuatro años, y hoy resultan, a mi modo de ver, exagerados a todas luces: la entrada de un día vale 50 JOD, 55 JOD para dos días y si quieres extender tu estancia tres días o mas habrás de pagar 60 JOD (los Jordanos no pagan nada, claro...) Si estos precios te parecen desorbitados, presta atención a lo que sigue: para aquellos viajeros que visitan Petra en una excursión de un día (sin alojarse en un hotel en la zona - típica excursión organizada que visita Petra desde Israel u otra zona), el precio de acceso al parque es de ¡90 JOD! (Al menos el oficial, supongo que luego habrá chanchullos como siempre...) Para completar la "experiencia" en la zona de taquillas, pese a los enormes carteles y publicidades anunciando la posibilidad de pagar con tarjeta VISA, cuando vas a pagar te dicen que solo aceptan pago en efectivo...sin mas explicación...una vergüenza. 

       Recientemente han puesto en marcha visitas nocturnas a Petra, saliendo sobre las 20:00h y regresando en torno a las 22:00h, con un precio y programa fijo: la entrada, independiente de la entrada de día, cuesta 17 JOD, y la experiencia consiste en recorrer el desfiladero, que ha sido iluminado con velas para la ocasión, hasta llegar al Tesoro, iluminado también a la luz de las velas y donde se escucha una actuación musical. Se pide silencio durante el trayecto. El espectáculo solo se ofrece tres veces por semana, y curiosamente nunca en fin de semana. El único día que estaba disponible durante mi estancia fue el día de mi llegada, pero por diversos motivos (venia disgustado del viaje desde Aqaba y cansado, no quería que la primera vez que viese el Tesoro fuera de noche, el precio en sí y mis dudas sobre el poder de iluminación de unas velas situadas en el suelo sobre la fachada de un edificio de mas de 40m de alto...), me llevaron a dejar pasar la oportunidad de probar esta experiencia...decisión de la que, al menos hoy, no me arrepiento en absoluto. 

       Superado el tramite, vacío mi mente y me dispongo a disfrutar de una de las maravillas del mundo, la cuidad de Petra, un destino que, al fin, iba a entrar a formar parte de mis experiencias y de mi particular biblioteca de imágenes y sensaciones. Antes de entrar en los detalles de las maravillas y secretos que se esconden es este lugar único, comencemos con un poco de historia. Petra fue fundada por los Nabateos, antigua tribu Árabe que se asentó al sur de Jordania hace unos 2200 años y que gracias a sus dotes comerciales y diplomáticas llegaron a controlar el comercio de caravanas de la zona, lo que les reportó enormes riquezas, riquezas que les permitieron establecer un poderoso reinado que se extendió por la mayor parte de Arabia. Luchando, y también con grandes dotes de diplomacia, consiguieron conservar su civilización durante un largo periodo de tiempo, pero finalmente el imperio romano se anexionó los territorios nabateos en el año 106 DC. Desde entonces, y tras unos años se relativo crecimiento, la extraordinaria ciudad de Petra quedó abandonada hasta convertirse en ruinas, llegando a "desaparecer" en el S. XIV. En el año 1812 un viajero suizo, cautivado por leyendas que hablaban de una ciudad perdida en las montañas, se hizo pasar por un estudiante musulmán para acceder al territorio, y tuvo la inmensa fortuna de redescubrir Petra

      La ciudad rojiza-rosada se ubica en un entorno incomparable. Al margen de los numerosos templos, tumbas y otros edificios excavados en la roca, el paraje resulta atractivo en sí mismo simplemente para disfrutar y perderse por sus caminos montañosos, un verdadero paraíso para los aficionados al senderismo. La entrada a Petra es un pequeño centro comercial, con puestos de recuerdos, restaurantes, bares, el centro de información turística (donde la información fluye, pero no siempre es correcta), que pronto da acceso a un polvoriento camino en el que los primeros beduinos ofrecen llevarte a lomos de un caballo hasta la entrada al desfiladero, con el pretexto de que el paseo esta incluido en el precio de la entrada; advertido por una persona de información que hablaba muy buen español, me alertó que al término del paseo (unos 600m) tendría que darles la propina (5-10 JOD). Como en ese trayecto también hay puntos que ver, decidí hacer el camino andando, para irme empapando de la especial atmósfera del lugar. 

        A sólo unos cientos de metros se alza la preciosa tumba del obelisco, una muestra única de fusión de estilos que pocos como los nabateos practicaban. Justo enfrente se ubica el triclinium, una cámara con tres enormes bloques cuyo objetivo era la celebración de fiestas sagradas en honor de los muertos.

Triclinium
Tumba del obelisco, por la mañana
Tumba del obelisco, con la luz del atardecer
      De pronto, como surgido de la nada y de forma majestuosa, se alza Al-Siq (el desfiladero), la que fuera la antigua entrada principal a la ciudad de Petra, un desfiladero de algo mas de 1 Km de longitud, cuyos caminos discurren entre enormes paredes verticales que llegan a alcanzar casi los 100m en algunos puntos y cuya separación entre paredes es en ocasiones de apenas unos metros. El recorrido es de una belleza visual indescriptible, con el sol filtrándose por los resquicios dejados por las rocas y dotando a la piedra de unas tonalidades imposibles. Se pueden apreciar formaciones geológicas de todo tipo, pequeños relieves tallados en la roca y hasta los canales que se usaron para transportar agua en época nabatea. Todo un placer para los sentidos y un buen preámbulo para lo que espera...





         Al final del desfiladero, se adivina la inconfundible figura del Tesoro (Al- Khazneh). El monumento se insinúa parcialmente según te aproximas por el resquicio que queda entre las paredes del desfiladero, como queriéndose mostrar poco a poco, preparando al viajero para lo que está a punto de ver. El impacto visual es indescriptible; de pronto te hayas frente al edifico más representativo y mejor conservado de la ciudad...¡¡WOW!! Lo imaginaba grandioso, pero encontrarme frente a aquella fachada, de 43m de alto y 30m de ancho excavada en la roca y ricamente ornamentada simplemente superó las expectativas, y un escalofrío recorrió mi piel, imaginando lo que debería haber sentido aquel explorador suizo 200 años atrás. El monumento fue construido en el S.I antes de Cristo (casi nada...), y si bien se cree que inicialmente fue una tumba, es posible que fuera utilizado como templo en siglos posteriores. Ante una obra maestra de tal magnitud, construida hace mas de 2000 años sobre la pared de una roca y que ha llegado hasta nuestros días en un estado de conservación envidiable, solo resta sentarse a admirar la obra maestra y rendirse al ingenio y buen hacer de los nabateos. 









          La mayoría de la gente recomienda visitar el Tesoro a primera hora de la mañana; mi consejo es o bien hacerlo a partir de las 09:00-09:30 horas, que es cuando el sol ilumina completamente la fachada (antes está iluminada solo parcialmente ya que las altas montañas que lo rodean le roban los rayos de sol que por su protagonismo merecería), o bien hacerlo por la tarde, que es cuando mayor cantidad de gente se concentra en la zona y la fachada luce igualmente preciosa aún sin la luz del sol bañándola. Si tienes tiempo, y para realmente contemplar la magnitud del monumento, te recomiendo hacer una ruta alternativa (luego contaré los detalles) para observar Al-Khazneh desde lo alto; desde ahí arriba se aprecia realmente la grandiosidad de la construcción. Lo único que no me gustó del lugar es que, al contemplarlo al principio del recorrido, su grandiosidad empequeñece un poco al resto de monumentos, tumbas y templos, lo cual no deja de ser una pequeña injusticia para con el resto de los monumentos que confirman la ciudad de Petra




       Una vez consigo despertar de mi asombro y despegarme del Tesoro (me costó...¡mucho!), prosigo mi recorrido por el desfiladero que se abre a la derecha de Al-Khazneh, y a los pocos metros me encuentro con la calle de las fachadas, formada por una sucesión de tumbas nabateas, de influencia siria y construidas en torno al año 700 antes de Cristo; las tumbas presentan una un diseño sencillo, con entradas rectangulares y construidas sobre la pared de la colina. Frente a las tumbas se alza el teatro, que pese a su apariencia romana, fue construido por los nabateos en el S.I de nuestra era, excavado, como no, en la roca; se estima que tenía capacidad para 7000 personas en sus 45 filas...¡casi nada! 







        Siguiendo con la ruta marcada, hacia el norte por la senda principal, se llega a otro de los puntos de visita obligada en Petra, las tumbas reales, cuyo tamaño y nivel de detalle sugieren que fueron construidas para las personas más influyentes de la ciudad. Si bien el estado de conservación actual de estas tumbas no es tan bueno como el del Tesoro, por sus dimensiones y geometría hacen pensar que compitieron en belleza con Al-Khazneh en su época de máximo esplendor. La primera que me encontré es la Tumba de la Urna, cuyo interior fue consagrado como iglesia en el año 447. Es la mayor de las tumbas reales y se cree que fue excavada en torno al año 70. Justo al lado se alza solemne la Tumba del Palacio, presenta actualmente tres niveles (cuyos detalles presentan una fuerte erosión), pero se cree que originalmente contaba con cinco alturas, hecho que de ser así la convertirían en la mayor de todas las tumbas reales. Desde el final de este conjunto de tumbas se puede acceder a la ruta II, que te llevará a contemplar el Tesoro desde lo alto de la montaña. 









       Dejamos la ruta II para más adelante y sigo por la ruta principal marcada por el ancho y polvoriento sendero que nos lleva a la calle columnada, que en época nabatea conducía al centro de la ciudad y de la que apenas quedan restos en la actualidad. El pavimento de mármol original aún se conserva en algunas zonas del paseo. Al margen derecho se ubicaba la iglesia bizantina (de la que poco queda), y al izquierdo el gran Palacio de la ciudad, un edifico del que solo nos podemos hacer idea de sus dimensiones por los restos arqueológicos encontrados en sucesivas excavaciones, y del que apenas se conserva piedra sobre piedra en la actualidad. Justo al lado, y antes de finalizar con el recorrido principal sugerido, se encuentra Qasr al-Bint, el único edificio independiente de Petra (no excavado en la roca), que ha sobrevivido (mas o menos) al paso del tiempo. Se cree que fue el principal templo de la ciudad, cuyo acceso estaba restringido a los sacerdotes, situándose los fieles en la explanada exterior frente al templo. Los cruzados usaron el templo como establo (no se les ocurrió otra idea mejor...)



Qasr Al-Bint
Qasr Al-Bint
La calle columnada, con las tumbas reales al fondo



       En Qasr al-Bint termina el circuito básico de Petra. Es una ruta sencilla, sin desniveles y de unos 4-5km de longitud (por sentido), así que no supone un gran esfuerzo completar el recorrido. El tiempo dependerá del ritmo que lleve cada uno, de lo que queramos disfrutar de cada uno de los espacios y de los cientos de fotos y recuerdos que queramos llevar de vuelta a casa. De éste punto salen dos rutas: la ruta I, hacia el Monasterio, la otra gran joya de Petra y que la mayoría de la gente opta por hacer, y la ruta III hacia el lugar alto de los sacrificios, bastante exigente y que la gente no suele hacer (principalmente por ausencia de tiempo) 

Ruta I - Ad-Deir, el Monasterio

        Si hay un monumento que compita en belleza y fama con Al-Khazneh, ese no es otro que Ad-Deir, el Monasterio. El camino hacia el Monasterio no está exento de dificultades: un camino que discurre en medio de las montañas, en un entorno impresionante y cuyo acceso supone ascender los alrededor de 800 escalones tallados en la roca para obtener la recompensa final. Hay quienes optan por hacer la ascensión a lomos de los pequeños burros (o mulas, o asnos) que ofrecen los beduinos, animales a los que maltratan sin piedad (tal cual, visto con mis propios ojos) algunos beduinos cuando se creen "invisibles" a miradas curiosas; ante tal circunstancia, y como por suerte tengo dos buenas piernas que me llevan y me traen a casi cualquier lugar, no participé subvencionando con mi dinero esos maltratos animales...allá cada cual lo que hace con su dinero, pero si puedes andar, hazte un favor a ti mismo y a los animales y no participes de ese comportamiento (cuando increpé a uno de ellos al ver lo que hacía me respondió que el animal es suyo y puede hacer lo que quiera, hasta matarlo si le place, añadiendo que en Europa matamos personas y ellos solo animales...sin comentarios, no sé siquiera si esa persona sabría dónde está Europa o que países forman parte de ella para hacer semejante afirmación) Polémicas al margen, el recorrido me llevó unos 40-45 minutos hasta llegar al Monasterio, y otros 10 minutos hasta llegar a un mirador cercano que anunciaba las mejores vistas de Jordania. El frontal recuerda al del Tesoro, también excavado en la roca, de una sencillez mayor, pero de mayores dimensiones. Otro de esos lugares que merecen unos momentos de relax y de contemplación a la sombra y con una botella de agua fresca a mano. La pregunta inevitable: ¿era necesario hacer el Monasterio tan lejos y tan alto con respecto a la ciudad? Recuperado del esfuerzo, el descenso se culmina en algo menos de media hora. Una excursión recomendable (si es a pie mucho mejor) si quieres disfrutar de Petra en toda su magnitud. 

Puerta de los leones; quienes suben a lomos de un burro, no pueden disfrutar de la experiencia



Vistas desde el anunciado puesto que prometía las mejores vistas de Jordania

Ruta II - camino de Jabal al-Khubtha

      Al final de las tumbas reales se puede observar un cartel que anuncia la ruta Jabal al-Khubtha, que para nada insinúa lo que se esconde en esa ruta. Tal vez por eso es una ruta muy poco frecuentada (solo me crucé con 4 personas a la ida, y con tres burros (montados sobre tres asnos) a mi regreso) Lo cierto es que seguramente poca gente sepa que la ruta da acceso a una soberbia vista del Tesoro desde lo alto de la montaña - además de otras muchas imágenes y vistas increíbles de Petra. Cuando comencé el camino no tenia muy claro a dónde me llevaría, aunque por la orientación y la fuerte ascensión inicial todo hacía pensar que la recompensa iba a merecer la pena. La ruta de ida es muy dura, tanto o más que la subida al Monasterio, y lleva no menos de 50 minutos; la primera parte está muy bien indicada y discurre por un camino bien señalizado donde se ascienden unos 534 escalones (sí, los conté a la bajada...) Al finalizar el tramo de escalones el camino desaparece y más o menos te tendrás que guiar por los hitos o por tu sentido de la orientación para dirigirte hacia donde se supone debe estar el Tesoro. Después de equivocarme un par de veces y tomar sendas que no llevaban a ninguna parte, di con la senda buena y la recompensa llegó. La vista desde lo alto de la montaña simplemente quita la respiración. El Tesoro se aprecia en toda su magnitud y es desde allí arriba desde donde se aprecian realmente las dimensiones del monumento. En completa soledad me encontré con un beduino que tiene su "cabaña" en un saliente de la montaña con las mejores vistas posibles, frente al Tesoro. Un par de gestos intercambiados y cada uno a lo nuestro...él a dormir y yo a disfrutar de la vista, la paz y soledad de aquel lugar donde el tiempo se detiene. Si tienes tiempo y anhelas una pequeña dosis de aventura, te recomiendo esta ruta sin ninguna duda. Ponte a prueba y haz la ruta por ti mismo (también puedes contratar los servicios de un guía o realizarla a lomos de un burro, para gustos supongo...) En cualquier caso, tanto las vistas que se observan durante la subida como las que se tienen desde lo alto al final de la ruta, merecen el esfuerzo y el tiempo invertido. El descenso es mucho mas rápido y, una vez conocido el camino, te llevará de regreso a las tumbas reales en unos 20-25 minutos.

Inicio del camino, al final de las tumbas reales
Vistas de Petra, del anfiteatro, a media subida, en su parte inicial
Panorámica desde el mirador al final de la ruta
¡Objetivo cumplido! La recompensa merece la pena
Descenso del mirador

Ruta III - el lugar alto del sacrificio

     Si bien muchos de los que visitan Petra se adentran en los misterios del Monasterio, son pocos los que combinan esa visita con la ruta de Jabal al-Khubtha, y muchos menos los que se lanzan a coronar la tercera cima del recinto, que no es otra que el lugar donde se encuentra el lugar alto de los sacrificios. La ruta nace detrás de Qasr el-Bint y discurre en una primera parte por un terreno mas o menos llano y arenoso ¡Ojo! A unos 300-500m de tomar el camino, éste se bifurca; parece que el camino bueno es el ancho de la izquierda, ya que toma pendiente ascendente, pero en realidad el bueno es el estrecho de la derecha que baja. Unos metros más adelante hallarás indicaciones que te indicarán que estás en el camino correcto. La primera parte atraviesa numerosos puntos de interés, como el triclinium, diversas tumbas (la más destacada es la tumba del soldado, del X.II antes de Cristo, y cuya principal característica se cree fue que tenia un pórtico de acceso), el monumento al León o los restos de una antigua fuente (lastima que no tuviera agua, porque a esas temperaturas ¡un poco de agua se hubiera agradecido!) 


La tumba del soldado
El triclinium
La fuente del león
       Es justo cuando comienza lo difícil de la subida (también muy exigente, pero muy gratificante) cuando los dos turistas que venían detrás de mi (exactamente al mismo ritmo, ellos a lomos de sendos asnos y yo a lomos de mis zapatillas), cuando el guía dice que hasta ahí llegan y que el resto del camino lo tienen que hacer por libre...¡la cara de los turistas era todo un poema! Para ser honestos, habíamos salido casi a la vez de Qasr el-Bint así que escuché perfectamente que el beduino les ofreció llegar al lugar alto de los sacrificios...cosa que no fue así porque desde allí aun quedaba un buen trecho, el más duro, ascendiendo los estrechos escalones excavados en la roca al tiempo que se disfrutaban de una vistas increíbles de la región. Justo antes de llegar a lo más alto, en el lugar donde se alzan dos obeliscos, mantuve una conversación con una beduina que no terminaba de creerse que hubiera visto el Tesoro desde lo alto sin ayuda de guías...tuve que enseñarle las fotos para que me creyera...El lugar alto de los sacrificios es uno de los lugares ceremoniales mejor conservados de Petra (por lo que cuesta llegar hasta allí, todos los que suben ya han hecho su particular sacrificio...) El lugar se utilizaba para ritos religiosos y sacrificios (en principio dicen que sólo de animales...) Desde el extremo, uno de los puntos más elevados de Petra, se tienen unas vistas, como no, espectaculares de la ciudad, con las tumbas reales al frente, bajo la atenta mirada de los beduinos que vigilan desde las alturas el territorio que fue suyo y que les fue arrebatado no hace mucho tiempo. El descenso se puede hacer directamente a la calle de las fachadas, en un tramo totalmente de escaleras que te llevará una media hora (al menos no hay que regresar al punto de partida de la ruta) 

Los dos obeliscos, de influencia egipcia
Vivienda de un beduino en la zona

Impresionantes vistas desde el mirador



Inicio (o final) del camino al lugar alto de los sacrificios, al lado de un puesto de venta
       Y hasta aquí todo lo que dio de sí mi visita de un par de días a Petra, un sueño hecho realidad y otro destino que tacho de la lista de viajes pendientes. Lo que más me gustó del viaje:

        - el sentimiento de explorador que me invadió al adentrarme en esos caminos de las rutas II y III completamente sólo, sin saber muy bien a dónde iba o lo que me esperaba, y la recompensa al llegar al destino final, recompensa en forma de imágenes y sensaciones que perdurarán en mis pensamientos por mucho tiempo. 
      - el Tesoro, una maravilla del mundo antiguo que ha legado a nuestros días; todo es mágico en este lugar, desde el acceso, que se muestra poco a poco a través de los huecos que dejan las paredes del desfiladero, como si el visitante no estuviera preparado para asimilar tanta belleza de golpe y tuviera que suministrársele poco a poco, hasta tener la imagen completa final, hasta el ambiente que se respira en un lugar tan especial, un lugar único. 
       - las conversaciones que tuve con algunos beduinos que habitan en el territorio, comprobar cómo viven y las sensaciones que me transmitieron...igual le dicen lo mismo a todo el mundo que habla con ellos, pero algunas conversaciones me parecieron muy sinceras.







      Lo que menos me ha gustado: 

       - el excesivo coste de todo en Jordania en general y en Petra en particular, desde el transporte para llegar a Wadi Musa, hasta las entradas al parque y el resto de servicios que hay en la zona. Al precio del visado de entrada en Jordania hay que sumar el coste de entrar en el país (reembolsable si se pasan tres noches o más en el país)...sumando todos los costes, que van íntegramente a las arcas del gobierno, sin que la gente que habita las montañas de Petra vea un céntimo de dinar, me surge la duda de si Petra vale lo que cuesta...parece que hay destinos arqueológicos de primer orden con un precio mucho mas asequible (no tan abusivo) por parte del gobierno de turno. Los precios en Petra son precios más propios de un país europeo que de Jordania (lo pude comprobar porque en Aqaba los precios son del orden de la tercera parte de los precios en Wadi Musa - agua, comida, refrescos...) 
        - la extendida costumbre de suponer que todos los occidentales que viajamos a destinos de este estilo somos millonarios, y el afán de la gente de allí por pedir dinero por cualquier cosa...no fueron muchos los que lo hicieron, pero la situación molesta bastante.
        - el mal trato proporcionado por algunos beduinos a sus animales. Mas allá de consideraciones sobre los derechos de los animales, que a mi modo de ver los tienen, estos beduinos deberían entender que sin sus burros, mulas, asnos o camellos no tienen absolutamente nada...cualquier persona medianamente inteligente se daría cuenta se ello y mimaría la fuente de sus ingresos, creo yo. 
        - la experiencia vivida a bordo del coche de Omar...hubiera preferido perder un día de mi viaje antes que haber conocido a este personaje. Lo peor del viaje sin ninguna duda. 

                                          Aqaba - Mar rojo

      Finalizada la experiencia exploradora en Petra, tome un taxi hasta la estación de autobuses de Wadi Musa (1 JOD), donde tuve que esperar dos horas hasta que el autobús que cubre la ruta Wadi Musa - Aqaba se pusiera en marcha casi con todas sus plazas ocupadas (5 JOD) El trayecto, que duró algo menos de dos horas, transcurrió de forma tranquila, con numerosos controles por parte de la policía (hasta en tres veces el autobús paró y la policía subió para pedir algunos documentos de identidad, siempre a nacionales Jordanos) En un minibús atestado de gente, sin aire acondicionado y con las maletas ocupando los pasillos...con todo, el viaje se me hizo mucho más corto que el de ida con Omar...¡qué bien se viaja en transporte publico!

      En Aqaba me aloje en el hotel Golden Rose (36 JOD/noche), en una habitación superior con vistas al mar. El hotel estaba situado a escasos 50m de la parada del autobús, así que no tuve que coger un taxi ni apenas caminar hasta llegar a mi destino. El hotel presenta habitaciones muy amplias, con aire acondicionado, frigorífico (¡que funciona!) y una conexión Wifi !que también funciona correctamente! El personal se mostró siempre muy atento y no tuve ningún problema durante mi estancia. Un hotel más que correcto. 




      Aqaba fue un destino intermedio en mi regreso a Tel Aviv. El plan inicial era haber llegado mucho más tarde y haber pasado noche allí antes de emprender regreso a Tel Aviv al día siguiente. Los problemas con el transporte hicieron que tuviera que adelantar mi regreso de Petra, por lo que llegué a Aqaba con tiempo suficiente para explorar la ciudad e incluso bañarme en el mar rojo. Aqaba no ofrece mucho: un paseo marítimo bonito, una mezquita reluciente y un puñado de centros comerciales (al margen de los tradicionales puestos de comercio locales), ya que Aqaba goza de un régimen impositivo especial (similar a Las Islas Canarias en España) y eso se nota en la cantidad de centros comerciales que hay. En un par de horas ya había recorrido todos los puntos señalados en el mapa, incluyendo unas ruinas de un antiguo cementerio (cerrado desde tiempo de los nabateos, al parecer...), así que decidí darme un baño en las cálidas aguas del mar rojo, y me entretuve viendo otras formas de entender la vida en la playa. Jordania es un país musulmán, y como tal, machista (desde mi punto de vista) Las mujeres acuden a la playa y se bañan con todos los atuendos puestos...no podía dar crédito...pero así es. Como principio, no parece muy higiénico, pero la higiene o la limpieza en general no parece ser algo que preocupe a los habitantes de Aqaba: la playa, de finos guijarros, estaba más que sucia (colillas, tapones de botellas, plásticos...), y la situación en el agua no mejora mucho...así que supongo que si no tienen reparos en tirar botellas de agua al mar cuando las terminan, mucho menos se plantean las consecuencias higiénicas de bañarse con ropa puesta...me encanta viajar, y disfruto conociendo cosas nuevas, pero en estas situaciones, me alegro enormemente de ser Español (o Europeo, mientras dure...) 










      La terraza de la habitación del hotel y la cercana mezquita Al-Sharif Al-Hussein ben Ali fueron el escenario elegido para vivir una estupenda puesta de sol sobre las montañas israelíes, con tierras egipcias visibles en la distancia, y es que Aqaba es sólo uno de los vértices del triángulo que en esta región del mundo, y por medio del mar rojo, sirve de nexo entre tres países: Israel, Egipto y Jordania. Decidí comprar los ingredientes para disfrutar de una cena local en la terraza del hotel, al abrigo de las estupendas vistas de la costa Israelí (muy barato, en torno a 1,2 JOD...algo que en Wadi Musa costaba del orden de 6 JOD y en cualquier restaurante no menos de 20 JOD...) Todo preparado para el regreso a Tel Aviv a la mañana siguiente...la escapada exploradora se iba terminando y tocaba cambiar el gorro de explorador por la "gorra" de trabajo para impartir las conferencias que me habían llevado hasta estas tierras de oriente medio. 








      Repuesto después de un reconfortante sueño, me dirigí al paso fronterizo para emprender el regreso a Tel Aviv. En esta ocasión los trámites de salida de Jordania y entrada en Israel fueron mucho mas rápidos (también es cierto que únicamente yo estaba realizando el trámite en ese sentido), y en poco más de media hora, y después de recibir el reembolso correspondiente al pago de las tasas que había abonado al entrar en el país Jordano y de cumplir con los exigentes controles e interrogatorios del lado Israelí, me dirigí a la parada de autobús de la autopista 90 donde el autobús 390 llego con puntualidad británica. 

       Finalmente pude entender el sistema de tasas de Jordania: al parecer, hay un pase turístico, que cuesta entre 70 y 80 JOD (https://jordanpass.jo/contents/Prices.aspx), y que cubre tanto el visado de entrada en el país como la entrada en unos 40 sitios arqueológicos, Petra incluida, con la única condición de permanecer al menos tres noches en Jordania. Si el poseedor de dicho pase no pernocta tres noches en Jordania, a su salida debe abonar 60 JOD como compensación. Para viajeros con un visado normal, si se pasan tres o más noches en Jordania, al salir del país se reembolsan los 60 JOD que se pagan al entrar; si solo se visita Petra y se permanecen dos noches, se reembolsan 20 JOD, y para estancias inferiores o en otro destino distinto de Petra, no se reembolsa nada. Visto lo visto, el pase turístico es una muy buena opción para estancias en Jordania...lástima no haberlo sabido antes, porque me hubiera compensado con creces...¡para la próxima visita ya lo sé!

      Las cinco horas de viaje entre Aqaba y Tel Aviv se pasaron volando, escuchando música y contemplando el paisaje, que en ésta ocasión me llamó más la atención que a la ida, dejando volar la imaginación de vuelta a Petra, donde se quedó unos días atrás, aunque yo no era consciente de ello, recordando lo vivido con cierta añoranza, la que se siente al final de todo viaje, pero contento porque salvo por algunos pequeños imprevistos, todo había salido bien, sin problemas insalvables y con nada que lamentar. 

Un curioso artilugio sobrevolaba el cielo Israelí en una zona militar protegida...

         Mis últimos días en Israel discurrieron a caballo entre la estupenda habitación del hotel Mercure Tel Aviv City Centre y las instalaciones en las que se desarrollaron las conferencias, aunque siempre hubo algo de tiempo por las tardes para seguir descubriendo Tel Aviv (principalmente Jaffa y el largo y precioso paseo marítimo que pone fin al Mediterráneo), y hasta me dio tiempo a organizar una escapada relámpago a Jerusalén, con el tiempo justo para visitar el Santo Sepulcro, el muro de las lamentaciones, perderme por el intrincado laberinto de callejuelas abarrotadas de puestos de venta (afortunadamente, al ser a ultima hora de la tarde apenas había gente), visitar y constatar las diferencias existentes entre los distintos barrios que conforman la ciudad antigua y disfrutar de una cerveza Palestina en un bar de la ciudad antigua. Una visita breve pero muy completa, en compañía de mi compañero de viaje Juan que ya había visitado la zona en similares condiciones y demostró ser un perfecto guía de visitas cortas. Quizás haya oportunidad en el futuro de realizar una vista más pausada a la zona, porque tal vez me equivoque, pero espero que no sea la ultima vez que visite estas tierras. 


En un mercado cercano al hotel, por las calles de Tel Aviv
       JAFFA:


El puente de los deseos, en Jaffa









       Jerusalén:





           Santo Sepulcro:







       Muro de las lamentaciones: 





       Paseando por Jerusalén:









Disfrutando de una cerveza palestina...un poco caliente
          Curiosamente los controles para salir de Israel son mucho más rigurosos que los que tienen para entrar en su territorio...casi una hora de idas y venidas por el aeropuerto para pasar un primer control de pasaportes antes de facturar la maleta (caótico, sin orden y con la gente viajando con tour operadores colándose descaradamente con la complacencia de sus colegas de seguridad), el control de seguridad (con un chequeo exhaustivo de todas tus pertenencias en busca de explosivos), el segundo control de pasaportes y el acceso final a la zona de las puertas de embarque; una auténtica tortura para el viajero, en nombre de la seguridad dicen...(supongo) 


La torre del reloj, Jaffa
Vista del Promenade de Tel Aviv, desde el malecón de Jaffa


          El vuelo de regreso a Frankfurt marcó el final del viaje, un vuelo que salió de Tel Aviv con casi dos horas de retraso y en el que pude disfrutar de la nueva oferta de entretenimiento a bordo de Lufthansa; el sistema funciona a través de los dispositivos portátiles de los viajeros (parece que las pantallas individuales tienen los días contados en las cabinas de los aviones) y para acceder al contenido multimedia hay que descargarse previamente una aplicación gratuita. Una vez en vuelo, cuando el sistema se activa, el viajero tiene que activar el WiFi de su dispositivo para acceder al contenido multimedia disponible. Un sistema novedoso que me convenció por completo; si bien la oferta disponible no era muy generosa (apenas una decena de películas - solo en Ingles y Alemán, cuatro juegos y una buena oferta musical), el sistema puede ofrecer muchas posibilidades y la visualización de películas fue correcta, con una muy buena calidad de imagen y sonido y sin ningún tipo de cortes o interrupciones.

                                          

       La llegada a Colonia (muy tarde, debido al retraso en la llegada del vuelo a Frankfurt, lo que dificultó el viaje de regreso a la ciudad del Rhin a esas horas de la noche), marcó el final de un viaje e inmediatamente el comienzo del siguiente, porque sin tiempo apenas de deshacer las maletas, en sólo diez días desde mi llegada, me embarcaré en una aventura por tierras africanas, un viaje puramente de vacaciones a Kenia, donde visitaré, en compañía de mi hermana y un grupo de amigos, la reserva de animales de Masai Mara, entre otros muchos lugares. Viaje del que, como de costumbre, espero dar buena cuenta a través de este canal, ¡hakuna matata!




Puesta de sol sobre el mediterráneo, en Tel Aviv

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