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Myanmar: Bago, Kyaiktiyo y lago Inle (Parte 2/3)


        Concluida la estancia en Yangon, era tiempo de hacer la maleta y comenzar la ruta que, en sentido contrario a las agujas del reloj, me llevaría a recorrer los destinos más destacados de la geografía birmana - solamente de la parte central y sur del país, ya que el acceso a algunas áreas del norte está prohibido a los visitantes por las guerras que desde hace varios años asolan la región (todo un ejercicio de secretismo de la junta militar birmana...)

        Bago

        La primera parada del itinerario fue Bago, destino que decidí incorporar en mi recorrido por los numerosos atractivos (monumentos religiosos espectaculares en un perfecto estado de conservación) que ofrece en un espacio relativamente pequeño, lo que permitía cubrirlo en un sólo día (un día intenso, ¡eso sí!) Tras un más que interesante trayecto de dos horas en tren por la "descuidada" red de ferrocarriles birmanos, llegué a esta población que a primera vista me resultó mucho mas grande de lo que los mapas reflejaban, impresión que confirmé durante las horas siguientes. Al llegar no tenía ni idea de donde estaba el hotel, ya que no me había dado tiempo a descargar los mapas, y encontrarte sólo, "perdido" y con 40 Kg de equipaje distribuidos en dos maletas en mitad de un lugar poco frecuentado por los viajeros en Asia dista de ser una situación perfecta. Nada más salir de la estación del tren hordas de gente se dirigieron hacia mí, ofreciendo transporte, hoteles, etc. Como no me gusta que me agobien, decidí ignorarlos y continuar caminando, confundido en mi pensamiento de que Bago era poco más o menos como un pueblillo español...después descubrí que el "pueblillo" en cuestión tenía más de ¡300000 habitantes! (¡la información es siempre fundamental!) 

Billete de tren de la compañía nacional de ferrocarriles birmana
        La opción de ignorar a la gente en esta ocasión no me funcionó muy bien; la escasez de turismo en esta zona es evidente, y para uno que llegaba los locales no estaban dispuestos a dejarme escapar sin sacar tajada...como auténticos leones que acosan a su presa, me siguieron por un largo espacio de tiempo, buscando hacerse con una comisión fácil al "facilitarme" los servicios de algún taxi local. En esta ocasión me tocó el papel de gacela, pero de gacela enferma, ya que con el pesado equipaje no me podía mover tan ágilmente como me hubiera gustado. Como la paciencia y serenidad son dos de mis virtudes, cuando cejaron en su empeño (por agotamiento del rival, como suelo decir), entonces pude buscar transporte por mi cuenta y llegar finalmente al hotel (3000 MMK en trishaw), situado al sur en un desvío de la "autopista" de Yangon a Mandalay.

       Una vez alojado en el hotel y después de una refrescante ducha me dispuse a comenzar la exploración de la ciudad, para lo cual pacté el transporte en moto (2000 MMK) hasta mi primer destino, la Shwemawdaw Pagoda en el lado Este de la ciudad. Las visitas se concentran en dos grupos, al este y al oeste de la estación de tren. Cada grupo de monumentos puede recorrerse fácilmente andando, pero para ir de un grupo a otro se requiere de algún medio de transporte ya que distan unos 8-10 Km. Se puede acceder a todos los templos, pagodas y palacios con el ticket diario (10000 MMK, a lo que hay que sumar los 300 MMK que cobran por la cámara en muchos de los templos) que se puede comprar en los principales templos (en muchas de las visitas no solicitan la entrada, pero sí lo harán seguro en el Palacio Kanbawzathadi y en la Shwemawdaw Pagoda)

Por las calles de Bago
Por las calles de Bago

    Grupo del  Este

       La primera visita fue la Shwemawdaw Pagoda, el monumento mas importante y venerado de la región, con su imponente campana de 114m de altura que se dice alberga reliquias del Buda Gautama, entre ellas dos pelos que se dice fueron entregados por el propio Gautama en vida (a estas alturas ya no sé por donde llevo la cuenta de los pelos de Gautama...) Como de costumbre, la estructura actual no es la original, que ha sido agrandada en varias ocasiones hasta llegar a tener el soberbio aspecto que muestra en la actualidad. La última reconstrucción data de 1947, cuando fue erigida la que a día de hoy es la estupa más alta de Myanmar, después de que un terremoto destruyera la construcción anterior a principios del S.XX. Los restos del antiguo cuerpo del templo aún pueden ser vistos a los pies de la brillante estupa dorada. 

La estupa central está rodeada por numerosos pequeños templos con otras tantas representaciones de Buda;
lugares de oración y de descanso 
A los pies de la impresionante estupa se hayan los restos de la antigua construcción que desapareció por un terremoto
a principios del S. XX.
Patio rodeando la estupa central; también es parte del recinto sagrado, así que toca recorrerlo descalzo
La estupa de 114m, la más alta de Myanmar
       El recinto alcanza su máximo esplendor y belleza con la luz del atardecer, momento en el que decenas de peregrinos recorren sus santuarios y pequeños templos para hacer sus ofrendas a los monjes que allí se congregan. La zona estaba especialmente animada en las fechas de mi visita, ya que debido a la proximidad del año nuevo birmano (que se celebra entre el 13 y el 16 de abril) había una feria y un mercado instalado a los pies del acceso principal al templo. 


Curiosa imagen de un árbol de navidad en el recinto del templo,
en pleno abril, víspera del año nuevo Birmano

     Al Este de la Shwemawdaw Pagoda, y accesible desde la escalera este del complejo religioso se encuentra Hintha Gon, un templo estrechamente relacionado con los míticos pájaros "Hamsa" (nombre del que deriva el término "goose" inglés - ganso), símbolo de la ciudad. La leyenda dice que dos príncipes Mon eligieron ésta ubicación para la ciudad de Bago después de que dos pájaros "hamsa" aterrizaran en un islote tan pequeño que la hembra se tuvo que posar sobre el macho. El pájaro "hamsa" simboliza la virilidad, la fuerza y la pureza. La verdad es que no acabé de entender la relación entre la isla, los pájaros y Bago...¡pero esa es la historia! El templo Hintha Gon también es uno de los mejores puntos de los que disfrutar de la puesta de sol sobe Bago

Shwemawdaw Pagoda, vista desde Hintha Gon
Los míticos pájaros "hamsa"
Puesta de sol sobre Shwemawdaw Pagoda, desde Hintha Gon
     Hacia el Oeste, por Bago-Khayan-Thongwa Road, y hacia el sur se encuentra el Palacio Kanbawzathadi, una reconstrucción de lo que se cree fue el Palacio original Mon, ya que de éste no queda nada. En 1990 durante unas excavaciones se hallaron restos de grandes postes de madera y ladrillos, que fueron identificados como los restos del palacio del Rey Bayinnaung, uno de los reyes más poderosos de Birmania (S. XVI) A partir de esos pedazos de madera, y con una gran dosis de imaginación me temo, se construyó esta reproducción que seguramente poco (o nada) tenga que ver con el original. Es uno de los sitios donde comprueban que has comprado el pase diario para visitar los monumentos de Bago, pero la verdad es que el palacio resultó ser una visita prescindible desde mi punto de vista. 

Hay que tener mucha imaginación para concebir el Palacio actual a partir de los pilares de madera que se
hallaron y que se muestran en la imagen al lado de los nuevos...
Frontal del Palacio, de innegable belleza, pero artificial...
      El último sitio de interés de la zona Este es el Monasterio de la Serpiente (Thatana Lin Yaungshwe), situado (o escondido, más bien, ya que encontrarlo no resultó nada fácil) en un barrio de las afueras de Bago. El monasterio, hogar de decenas de monjes, es el hogar también de una serpiente pitón de 9m de longitud (y según dicen más de 110 años de vida...¡muchos años me parecen!) que se cree es la reencarnación de un monje que habitó en las colinas cercanas. Los peregrinos acuden al templo a mostrar su respeto al reptil en forma de donaciones; posiblemente sea la serpiente más rica del mundo...¿saldrá en la lista Forbes?

La serpiente pitón, con las ofrendas que depositan los fieles sobre su piel
Viviendas en los aledaños del Monasterio de la serpiente, la otra cara de Bago
 (y de toda ciudad asiática, me atrevería a decir)
         Grupo del  Oeste

      Tras un pequeño paseo en moto (2000 MMK) atravesando toda la población de Bago, el siguiente punto de interés, ya en el grupo Oeste de monumentos, es la Mahazedi Pagoda, la pagoda mas alejada del centro de Bago. Como otros tantos templos de la zona, la pagoda Mahazedi resultó seriamente dañada durante un terremoto en 1930 y su posterior reconstrucción devolvió al monumento su gloria pasada (al parecer había caído en el olvido antes de aquel terremoto) Una bella pagoda que se sale un poco de los cánones de las construcciones religiosas birmanas. La leyenda dice que albergaba reliquias muy valiosas en su interior, un diente con incrustaciones de oro y diamantes que data de 1599, pero también se dice que la reliquia es falsa, pero que el rey que lo trajo desde Sri Lanka de vuelta a Birmania nunca aceptó tal echo y se encargó de otorgar al diente poderes sobrenaturales. Hoy en día esa reliquia (verdadera o falsa) se encuentra en Sagaing, cerca de Mandalay.



       A escasos cien metros al sur de la pagoda Mahazedi se encuentra la pagoda Shwegugle, poco conocida pero que bien merece una visita para visitar el recinto circular sobre el que se asienta la estupa y donde hay 64 representaciones de Buda. El edificio data de 1464.


       Aproximadamente a 1,5 Km hacia el este se encuentra el monumental buda reclinado de 76m, Nawdaawgyi Myathalyaung Buddha, que data de 2002 y es el mayor buda de estas características de la región de Bago (el record mundial lo ostenta el Buda reclinado Win Sein Taw Ya, en la región birmana de Mawlamyine, con ¡180m de longitud! quedó pendiente la visita...para la próxima)



          A 100m al norte se encuentra el Buda Shwetalyaung, mucho más conocido y venerado que su gigante vecino del sur, pese a que sólo mide 55m de largo, pero cuya construcción data del año 994. Abandonado y oculto en la jungla, fue en 1880 cuando los británicos descubrieron sus restos entre la maleza y se decidió renovar y proteger la pintura de la escultura, construyendo para ello una gigantesca estructura metálica. Es la representación de un Buda tumbado más venerada y querida por los burmeses, en parte debido a su expresión serena, que se relaciona con el momento en que Buda alcanzó el nirvana.


Detalle de la cara del Shwetalyaung Buda
Acceso al Shwetalyaung Buda, un centro comercial cubierto que hay que descubrir descalzo
      Para finalizar, el Kalyani Sima, un monasterio con una larga historia y hogar de decenas de monjes y aprendices en la actualidad. En un entorno muy bello, rodeado de lagos artificiales, los monjes realizan sus tareas diarias entre oraciones y unas condiciones de vida mucho mejores que las que disfrutan el común de los ciudadanos en Myanmar.



La vida en la calle...muchas personas viven con lo que se ve en la imagen
      Un nuevo atardecer devuelve los colores rojizos al cielo, al tiempo que la noche se apodera de la ciudad y las oraciones se sustituyen por negociaciones para conseguir el mejor precio en los mercados nocturnos; para mí, el momento de disfrutar de una cena local y tiempo para descansar en el hotel. Mañana será otro día largo...



         Kyaiktiyo

       Después de una reconfortante noche toca ponerse en marcha hacia el siguiente destino, Kyaiktiyo, un tanto alejado de los circuitos turísticos por su mala accesibilidad, pero que ofrece una de las vistas mas espectaculares del sudeste asiático. En un rocambolesco y accidentado viaje en autobús (5000 MMK) finalmente llego a Kin Pun, el poblado-campamento desde el que parten los camiones que transportan a los fieles a lo alto de la montaña, en un viaje frenético repleto de curvas imposibles, donde se encuentra la Pagoda de la Roca Dorada. Evalué la posibilidad de ir en tren desde Bago, pero la estación de tren se ubica en Kyaikto; desde allí se necesita un autobús para llegar a Kin Pun  - en torno a una hora de viaje - y después  hay que embarcarse en el conocido "camión de la muerte" para acceder a la pagoda. Demasiadas horas viajando (aunque hubiera salido más barato), así que me decidí por la opción más cómoda.

         Los camiones que transportan a los fieles hasta la pagoda tienen esta pinta:


        El trayecto cuesta 2500 MMK si viajas en el remolque trasero y 3000 MMK si lo haces en la cabina con el conductor (sólo hay 2 plazas) Los precios están indicados en un enorme cartel en el aparcamiento de los camiones, a los que se accede mediante unas plataformas metálicas. El trayecto de subida dura en torno a una hora, y el de bajada unos 30-40 minutos. La razón es que a la subida el camión se detiene no menos de dos veces en sitios donde te dan una charla sobre no se qué (era en birmano) y de pronto todos se ponen a sacar dinero y a ponerlo en un cuenco metálico...¡menos el españolito! Imagino que se tratara de ofrendas. Nunca pensé que un camión pudiera tomar curvas como lo hacen éstos...¡me faltaban manos para agarrarme a la barandilla del borde!


       Habiendo sobrevivido al trayecto de subida, me encontré en la cima, donde aún hay que caminar unos 10-15 minutos para acceder al templo (6000 MMK, sólo para turistas, para los locales el acceso es gratuito...) El servicio de transporte al campamento está únicamente pensado para los fieles, ya que los camiones sólo circulan de 6 de la mañana a 6 de la tarde; si viajas por otros motivos, como en mi caso, y quieres disfrutar del amanecer (05:30am) o del atardecer (06:30pm) o bien te quedas en uno de los dos únicos hoteles de la zona (carísimos) o bien te planteas otros medios de subir/bajar si quieres disfrutar de esos momentos...es decir, recorrer andando los 15Km que hay entre Kin Pun y la pagoda. El motivo es que los fieles hacen vigilia en lo alto de la montaña, ya que este es un lugar de profundo significado religioso y por eso plantean esos horarios. En cuanto vi la orientación de la roca no me costó decidir que podría prescindir del amanecer y que me iba a quedar a ver atardecer...¡ya me preocuparía de bajar más adelante! Ahora tocaba disfrutar de las magnificas vistas que ofrecía el lugar y de la gente que allí se encontraba.

Los fieles se agrupan en la terraza superior preparándose para pasar la noche de vigilia, durmiendo en el suelo al raso
La Leyenda de Kyaiktiyo: la Pagoda de la Roca Dorada alberga un pelo de Buda (¿por cuántos vamos...?), que se dice fue entregado a un rey en el S. XI por un hermitaño que lo había guardado por 100 años, con la condición de que el rey encontrara una roca con forma de cabeza sobre la que construir una pagoda para albergar la reliquia. El rey, que había sido bendecido y tenía poderes mágicos, se sumergió en el fondo del océano, dónde encontró una roca apropiada y la transportó de forma mágica hasta su posición actual. Se cree que sólo con el peso del pelo sagrado la roca mantiene el equilibrio sobre su inestable plataforma y evita caer. Contrariamente a lo que se pueda pensar, los burmeses veneran la pagoda y la reliquia que contiene; la roca es sólo un "adorno" (aunque sea lo más llamativo)

Definitivamente, ¡la visita mereció la pena!

La roca parece estar apoyada "milagrosamente" sobre un borde. La sensación al situarse debajo de la enorme roca
dorada es de intranquilidad
         Se puede acceder a la base de la roca por un estrecho pasillo (acceso sólo reservado a los hombres), donde los fieles llevan a cabo el ritual de colocar láminas de pan de oro en la roca. Las campanas, atadas a la barandilla por medio de lazos rojos, son otra de las populares ofrendas hechas por los fieles que visitan esta pagoda. Durante la visita a la pagoda tuve la ocasión de charlar con varios monjes budistas; normalmente, los más jóvenes que hablan algo de inglés, se aproximan a los visitantes para practicar un poco inglés y las conversaciones resultaron de lo más interesantes. A mi me interesaba sobre todo entender algunos de los principios del budismo, su forma de vida y sus rituales. También he de decir que las conversaciones normalmente finalizaban cuando me preguntaban qué religión practicaba y yo les contestaba que ninguna...eso es algo que no entra en sus esquemas, tienen que creer en algo/alguien. Una de esas charlas fue mucho más divertida, ya que un monje entrado en años se sentó a mi lado mientras contemplaba la pagoda y las soberbias vistas que ofrece el lugar y se puso a hablar en perfecto birmano sin parar. Aún indicándole que no le entendía, él siguió contándome la historia de la pagoda ayudándose de signos (había leído antes la leyenda que he narrado anteriormente, así que pude reconocer en sus signos algunos elementos de aquella historia); permaneció a mi lado por unos veinte minutos, sin dejar de hablar y sonreír. Una experiencia interesante, aunque no aprendí mucho de ella.


Una de las constantes en el viaje a Myanmar: los locales te piden que te hagas una foto con ellos. En ésta ocasión fui yo
quien solicitó al monje una foto...¡pero al hombre de la derecha le pudo la condición!
Espacio de oración reservado únicamente a los hombres. Curiosamente
también ofrecía las mejores vistas del atardecer
      Al caer la tarde los fieles comienzan a agolparse en las inmediaciones de la pagoda para hacer sus oraciones; miles de velas se encienden y el humo inunda el ambiente, un ambiente con una profunda espiritualidad que rodea de un halo de misticismo todo lo que sucede en torno a la gran roca.

Un atardecer único en un ambiente singular; a la derecha, los
fieles se afanan en aplicar pan de oro sobre la base de la roca



         La noche había caído, así que era hora de emprender el camino de regreso al hotel en Kin Pun. Linterna en mano me disponía a comenzar el descenso y recorrer los 15 Km andando cuando vi subir un camión a la pagoda; tuve suerte y el camión emprendió el camino de bajada unos minutos más tarde con una decena de personas a bordo, en torno a las 19:30h. El tiempo que ahorré en el descenso por la fortuna al poder "engancharme" en un camión tardío, lo empleé bastante bien, ya que al bajar me junté con un grupo de 3 españoles que se habían encontrado por casualidad y tuvimos una animada cena española, hasta que el dueño del restaurante decidió que era hora de cerrar y nos invitó amablemente a abandonar el local. Un día largo que dio mucho de sí y que respondió las expectativas que tenía depositadas en la visita a esta pagoda situada en una remota región de Myanmar.



         Lago Inle

       Temprano y con el desayuno a medio digerir, emprendí el camino hacia el lago Inle, un largo viaje que me llevó en autobús de vuelta a Yangon (4h, 7000 MMK), para desde allí desplazarme en taxi al cercano aeropuerto (3000 MMK) y volar en dirección a Heho, el punto de acceso al lago Inle (un trayecto de unos 45 minutos desde el aeropuerto hasta Nyaunghshwe, donde se encontraba el hotel), en un vuelo directo de la compañía Air Bagan a bordo de un ATR 72. La peculiaridad de este pequeño aeropuerto reside en que no tiene cinta de entrega de equipaje (algo que en aquel momento me pareció curioso pero que luego comprobé es lo habitual en los aeropuertos birmanos), así que el equipaje se entrega de forma personalizada en mano por un numeroso grupo de trabajadores...sistema fiable pero poco eficaz me temo. En torno a las 4 de la tarde ya estaba alojado en el hotel y listo para hacer el primer reconocimiento de la zona.

Características construcciones sobre pilones de madera en el lago Inle
La vida en el lago...o cómo adaptarse a un entorno distinto
      En la zona del lago Inle pasé cuatro noches, tiempo más que suficiente para descubrir la belleza que oculta el lago, sus particularidades, la vida dentro de él y los alrededores; un día menos hubiera sido incluso más apropiado. Y es que el atractivo del lago reside en su interior; uno de los días lo dediqué a recorrer el borde del lago en bicicleta y poco positivo puedo decir, ya que no ofrece ninguna visita de interés (o al menos yo no conseguí encontrar nada que llamara mi atención en ese largo y caluroso día de bicicleta) El lago está para ser descubierto a bordo de un cayuco, para adentrarse en sus secretos y maravillarse por la vida que rezuma en cada rincón del mismo. El lago alberga auténticas ciudades en su interior. Se calcula que habitan en torno a 100000 personas en el lago, de la minoría étnica Intha), con ordenadas calles de casas suspendidas en pilones de madera, islotes sobre los que se han construido templos, jardines flotantes...toda una variedad de atractivos que sólo pueden ser descubiertos a bordo de una de las características barcas que surcan las aguas del lago. Así que si tuviera que volver otra vez, sin duda no perdería tiempo tratando de descubrir los bordes del lago, porque lo verdaderamente interesante está en su interior.

Uno de los poblados construidos dentro del lago; las embarcaciones de madera sustituyen a los coches y motos

La oficina postal de los habitantes del lago (y para los turistas...)
          En las orillas del lago Inle se sitúan los complejos hoteleros más caros y lujosos del lugar. Muchos de ellos estaban cerrados durante las fechas de mi viaje (abril), y es que la temporada turística del lago, sin duda el destino más turístico de todo Myanmar, va de Octubre a finales de Marzo. Los complejos que se encontraban abiertos eran demasiado caros (¡excesivamente caros!) así que me alojé en Nyaunghshwe, una población que aglutina la mayor actividad de la zona, con numerosos hoteles, restaurantes y donde se pueden alquilar cayucos a motor para recorrer el lago en las excursiones diarias. En Octubre se celebran las fiestas del lago, con motivo del fin de la temporada de lluvia. Embarcaciones de remeros (una práctica de remar muy característica y curiosa, porque reman con el pie...pero de nuevo algo reservado sólo a los hombres) se baten en duelo por las aguas del lago; sólo he podido ver fotos del evento, pero parece ser interesante...



         En el embarcadero de Nyaunghshwe se apelotonan las características embarcaciones de madera y sus "capitanes". La barca es la única forma de conocer el lago y todo lo que encierra, así que te tocará rascarte el bolsillo un poco (tampoco mucho) porque los propietarios no regatean mucho; cuando yo fui no había muchos turistas y pude rebajar algo del precio inicial, pero imagino que en plena temporada alta con turistas por doquier los barqueros no rebajen mucho. Al final por 13000 MMK conseguí tener una barca para todo el día prácticamente (de 9:30/10:00 de la mañana hasta las 16:00/16:30) cada uno de los días que estuve por allí, con excepción del día que visité Inn Dein que sólo conseguí la embarcación por 18000 MMK (alegaban que estaba muy lejos, que el nivel del agua era muy bajo y la barca se podía quedar trabada...todo mentira, ya que la distancia no es mayor que la que se recorre para ir a In Paw Khone y el nivel del agua se mantiene alto aguas arribas gracias a un ingenioso sistema de presas que sólamente permiten el acceso de las barcas por su zona central pero que retienen el agua lo suficiente como para mantener el nivel de agua, ¡muy ingenioso!)

El ingenioso sistema de presas, al regreso de Inn Dein
Inle Bo Teh, construcción de la época colonial británica en medio del lago
        El recorrido en barca es de lo más cómodo; las barcas llevan asientos de madera con un respaldo reclinable y están acolchadas en el asiento y el respaldo (mediante el chaleco salvavidas) El paseo permite descubrir la forma de vida de los habitantes del lago: pescadores (los de verdad, no los de las fotos), recogedores de algas, comerciantes en un ir y venir incesante de barcas...las construcciones típicas de la región, sustentadas sobre mástiles de madera, en el mejor de los casos, o construidas enteramente con bambú para las más humildes, me acompañaron durante el recorrido, un recorrido que por lo vistoso y novedoso del escenario puso a prueba la batería de mi cámara de fotos.

Vendedoras en un mercado flotante...no fue un buen día para los negocios
Un pescador
Con las varas golpean la superficie del agua y luego recogen las algas que flotan

         El primer día que alquilé una barca (tuk-tuk, por el ruido del motor tan característico), el amigo Yo-Yo fue mi guía, y con él descubrí la mayor parte de los atractivos del lago. A pesar de acordar el precio con él para los siguientes días, no le volví a ver y me tocó negociar cada día...lo del regateo me supone un esfuerzo que no creo que nadie entienda. Para mí regatear es como salir a comprar: como no tenga el modo "activado" no hay forma de comprar nada. Con el regateo me pasa igual...¡creo que agoté todos mis recursos y paciencia negociadora en Beijing en el Mercado de la Seda!

En barca con Yo-Yo...¡no le volví a ver!
Cultivando en las huertas flotantes
         Desde Nyaunghshwe, el trayecto comienza siempre recorriendo el largo canal (unos 5Km) que une el lago Inle con la población. En cuanto el canal se abre al lago, aparecen unos de los personajes más característicos de esta región, los pescadores con su tradicional red cónica que no dudan en posar para lo foto...pero no es gratis (nada es gratis en Myanmar...es como África pero en el este) El pescador se acercó a mi barca y me mostró un pescado que lleva en la misma, y acto seguido me pidió dinero...el ritual se repite una y otra vez con cada barca de extranjeros que atraviesa sus dominios, así que no penséis que me estaba haciendo un favor posando para la foto...Muy pocos pescadores de verdad utilizan este artefacto hoy en día para pescar en el lago, ¡pero alguno se ve!

El característico pescador, remando a la manera tradicional local con el pie


Este estaba pescando de verdad...no le prestaba atención a los turistas

      Una de las peculiaridades del lago (de las muchas que tiene) es que cada día se celebra un mercado en un punto distinto del mismo, así que hay que enterarse en el hotel (o preguntarle al "capitán" del barco) para poder visitar el mercado del día. En los mercados la escena se repite una y otra vez, con barcas amontonadas en los accesos (sólo hay un mercado flotante pero no tiene mucho éxito a juzgar por lo visto, así que los mercados son "terrestres"), un estallido de color y olores que no me dejó indiferente; y es que en los mercados se puede encontrar de todo ¡y más!

En el acceso a uno de los mercados
Los mercados flotantes no tienen mucho éxito en ésta zona



         De entre las muchas visitas que se pueden hacer a aldeas y sitios de artesanía dentro del lago realicé las siguientes:

  • Ywama: un mercado flotante de escasa actividad situado frente a unas pagodas que recuerdan a las de Inn Dein pero sólo eso...las recuerdan. En los alrededores también hay numerosas tiendas de artesanía local (aquí observé que cada barquero va a unas tiendas, se reparten el negocio), sobre todo talleres que trabajan la plata. Aquí se puede visitar un local regentado por miembros de la minoría étnica Padaung, a cuyas mujeres se reconoce fácilmente por sus collares de aros. El peso y número de aros del collar dependen de la edad de la mujer, comenzando con 4Kg a la edad de 14 años hasta un máximo de 9Kg a partir de los 21 años (creo recordar, pero no estoy muy seguro de las cifras...) cogí uno de los collares de mayor peso y puedo asegurar que tiene que ser un tormento llevar eso puesto toda la vida; me comentaron que los llevaban por belleza y por protección, contra el ataque de algunos de los animales que habitan la región de la que son oriundos (ya que no sólo llevan los collares en el cuello, si no también en las rodillas y muñecas) La representante de la tribu accedió gustosa a fotografiarse conmigo (¡debe estar acostumbrada ya que es la misma que aparece en mi guía de viajes!)

Con una mujer Padaung...curiosamente la misma que aparece en la foto de mi guía de viaje...¿será la única?
  • Phaung Daw U Pagoda, el principal templo del lago y un lugar de culto. El principal atractivo son las cinco imágenes de Buda que aloja en su interior. Las imágenes salen en procesión por el lago durante las fiestas que se celebran en octubre, a bordo de una bonita embarcación dorada, guardada en un muelle cercano (y que puede ser visitada) para tal ocasión. La peculiaridad de estos cinco pequeños budas es que han perdido su forma original por la cantidad de papel de oro que los devotos budistas les han aplicado en su superficie, un privilegio, el de aplicar laminas de oro, reservado a los barones (las mujeres no pueden ni acceder al altar donde se hayan los "budas"- o lo que queda de ellos)

Pagoda Phaung Daw U, accediendo desde el lago
Interior de la Pagoda Phaung Daw U
Los famosos, venerados e irreconocibles cinco Budas de la Pagoda Phaung Daw U

  • Nan Pan, la mayor de las poblaciones que se asientan en el lago y que alberga, entre otros muchos negocios, un centro donde se elabora artesanalmente tabaco (por niñas...que no dejaban de fumar) A pesar de ser no fumador, la visita resultó interesante, observando la destreza con la que se elaboran los cigarros que tienen apariencia más de espárragos que de cigarrillos...y es que se elaboran de forma artesanal y su apariencia (y sabor, a juzgar por los europeos que estaban comprando "provisiones") no tiene nada que ver con lo que estamos acostumbrados a ver por aquí. ¡Las niñas incluso decían que fumar era bueno para la salud!

La apariencia de los cigarros, a la derecha, es sorprendente
La calle principal de Nan Pan


  • In Paw Khone, unos de los mayores centros textiles del lago, donde se fabrican todo tipo de prendas de vestir (corbatas, camisas, camisolas, pañuelos...) con seda y lino. Yo no sabía de donde salía el lino y fue muy educativo ver cómo se extraen las fibras de lino de la caña y el arduo trabajo que conlleva hacer de estas fibras un tejido trabajable. Las prendas eran caras (como todo en general en el lago: una corbata unos 30$, camisas a 40$), pero seguro que no se puede comparar en cuanto a calidad con cualquier producto de los que compramos a precios incluso mayores a éste lado del mundo.

Uniendo fibras de lino extraídas de las cañas de la izquierda de la imagen...¡menudo trabajo!
Los telares en los que se producen las prendas que luego venden
  • Nga Hpe Chaung (o monasterio de los gatos saltarines...¡no me preguntéis por el nombre!), un original monasterio de teca en medio del lago, que alberga también algunas tiendas de recuerdos (nada de artesanía en ésta ocasión) en los alrededores, y fiel a su nombre, decenas de gatos que campan a sus anchas por el lugar.






  • Los jardines flotantes, únicos en todo el sudeste asiático, donde los oriundos del lugar, los Intha, han conseguido cultivar todo tipo de hortalizas y verduras sobre unas camas de tierra que se mueven al son del nivel del agua del lago: puro ingenio.




  • Inn Dein, sin duda la visita más espectacular y la que más me gustó de todas las que ofrece el lago. A algo más de una hora en barca desde Nyaunghshwe, en un viaje que no tiene desperdicio en sí mismo por la variedad de paisajes, gentes y entornos que se pueden contemplar, se encuentra este centro de culto que aglutina algo más de 1000 estupas que datan de los S. XVII y XVIII. Para acceder a Inn Dein han desarrollado un curioso sistema de terrazas y presas, haciendo que el agua se vaya acumulando en estanques sucesivos aumentando el nivel y la altura del mismo, lo que hacia que la barca diera saltos para superar estos desniveles (en la ida) o cayera (en el regreso) Bien es cierto que en algunos tramos el paisaje, con la escasez de agua y los terraplenes socavados por el agua sobre el terreno arcilloso, recordaban a aquellos vistos en Tortuguero (Costa Rica), pero en esta ocasión la barca no encalló en ningún momento e incluso el cruce con otras embarcaciones no suponía ningún problema. A la llegada al embarcadero, la estampa cambió por competo: las turbias aguas que había aguas abajo y en el lago eran mucho más claras en esta localización, y la vida de los habitantes se mostraba natural (baños, coladas, comercio), ajenos a los curiosos ojos de los pocos turistas que nos acercamos a aquella zona ese día. Tras un largo camino por un recorrido cubierto y acompañado por la presencia de numerosos puestos de artesanía local (la mayor parte de ellos cerrados debido a la escasez de visitantes) se accede por fin al templo, con más de 1000 estupas distribuidas por el territorio que rodea a la pagoda central. Sin duda la visita más impresionante de todas cuantas realicé durante mi estancia en el lago. Al simbolismo y profundo significado religioso del lugar se unía el ambiente único creado por miles de las campanillas que adornaban las puntas de las estupas y que originaban un inquietante y cautivador repiqueteo agitadas en su baile por el caprichoso viento. Un recuerdo imborrable, tanto en mi memoria visual como en la auditiva.
Las estupas mas alejadas del complejo se encuentran en un estado ruinoso, pero resultan igualmente atractivas

Todas las estupas albergan un Buda en su interior,
algunas además tenían otras sorpresas...
 ¡es que hacía mucho calor!





         Y hasta aquí los principales atractivos del lago; pero Nyaunghshwe también tiene algunos puntos de interés que se pueden descubrir callejeando por sus calles, aunque lo mejor es moverse en bici. A algo más de dos kilómetros al norte de la localidad se encuentra el monasterio más hermoso de cuantos pueblan ésta región, Shwe Yaunghwe Kyaung, un edificio de teca con sus inconfundibles ventanas ovaladas.




Arrozales en el camino al monasterio Shwe Yaunghwe Kyaung
       Las calles de Nyaunghshwe esconden algunas bonitas pagodas, entre las que destaca la Yadana Mon Aung, con su peculiar estupa dorada octogonal, o la Kyaung Daw (que se encuentra cerrada al público). 

La plaza central de Nyaunghshwe, con su moumento a la independencia
Kyaung Daw
Yadana Mon Aung

Por las calles de la localidad
        Hacia las afueras de la localidad se sitúa un templo con un colosal Buda exterior; el templo acoge un monasterio donde monjes y novicios disfrutan de juegos y risas, curiosos ante el paso de los pocos visitantes que nos aventuramos a llegar hasta aquel lugar, un tanto alejado del centro y no indicado en los mapas (yo lo vi desde la barca y decidí hacer una visita)

Las puestas de sol en la región son espectaculares...



     Para finalizar, uno de los lugares más fotogénicos que encontré en mi ruta en bici por los alrededores del lago. No sabría decir cómo se llama el lugar, y lo cierto es que lo descubrí por casualidad  al divisarlo desde una pagoda situada en lo alto de una montaña. El lugar se encuentra en la orilla Este del lago. Un puente de teca de en torno a un kilómetro de longitud que no lleva a ninguna parte, ya que sólo se usa para embarcar y desembarcar y desde allí dirigirse cada uno a su casa. Lo visité por la mañana, pero pensé que era un buen sitio para ver atardecer un día por su orientación hacia el oeste, y la verdad es que no me equivoqué. Un entorno evocador y una puesta de sol de película para poner el punto y final a esta segunda parte de la crónica de mi viaje a Myanmar. Pero aún quedan sitios por descubrir en Myanmar: Mandalay, el fin de año birmano y Bagan








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