Translate

Vietnam - Saigon, una visita pausada a una ciudad que merece ser algo más que un sitio de paso

Sobre los no-preparativos del viaje

     Una nueva oportunidad de viajar a Asia. Un viaje por motivos profesionales conocido con antelación pero para el que finalmente no pude organizar nada que a priori me satisficiera, y es que las fechas del viaje no fueron las mas apropiadas (casi recién llegado de Kenia - con una visita a Zürich y otra al sur de Alemania por motivos de trabajo entre medias - y con un viaje a Cuba con M dos días después de regresar de Jakarta vía Doha) Extendí las fechas del viaje para tener unos días de vacaciones antes de la actividad profesional, pero encontrar un destino para esos días extras se convirtió casi más en un problema que en un motivo de alegría (¡bendito problema!) Muchos destinos fueron considerados; algunos de ellos dejaron de ser opciones reales al comprobar las conexiones de vuelos desde Jakarta, que son muy limitadas (Brunei, Taiwan, Laos, Manila), otros lo fueron por motivos económicos una vez comprobados los precios de los hoteles y los vuelos para esta escapada asiática, a caballo entre la aventura africana y la caribeña por llegar (Hong Kong, Perth, Sri Lanka), otros lo fueron simplemente por pereza (Kawah Ijen en Java o Taman Negara en Malaysia; no me veía de nuevo con la maleta y portátil a cuestas en plan explorador), otros por requerir un visado de entrada en el país que con los numerosos viajes que tuve que hacer en esas fechas simplemente no podía conseguir, y finalmente otros por ser destinos ya conocidos recientemente en la zona, así que al final me quedé con la opción mas económica y la más cómoda: la ciudad de Ho Chi Minh en Vietnam (me gusta más Saigon...¿por qué la cambiaron de nombre?), un país desconocido hasta la fecha y que para ser sinceros no entraba en mi lista de destinos por visitar porque pocas cosas había escuchado (positivas) de la antigua Saigon, en comparación con las maravillas que se hablan (y que he vivido) de otros países de indochina. 


       Así las cosas, en los días previos al viaje me invadió una extraña sensación que no había conocido hasta la fecha antes de un viaje de estas características...pereza. No podía creerlo. A las puertas de un viaje a Asia y yo tratando de buscar una explicación para entender por qué había extendido el viaje esos días extras meses atrás. Por si fuera poco, el día antes de mi salida hacia Jakarta, al sacar las tarjetas de embarque de mi vuelo a Ho Chi Minh comprobé que el viaje ya no era todo lo cómodo que se antojaba en principio: la breve escala de una hora y media en KLIA (la mayoría de los vuelos que salen de la capital indonesia hacen escala en Kuala Lumpur o en Singapur, auténticos centros de distribución de viajeros en la zona) se había convertido en una larguísima escala de 8 horas de duración, ya que los vuelos de AirAsia (3.156.000IDR) habían sufrido cambios en los horarios debido al cierre del espacio aéreo sobre la ciudad Malasia durante las fechas de mi viaje (al parecer debido a las cenizas volcánicas emitidas por un volcán indonesio que entró en erupción...pero sinceramente dudo que fuera esa la verdadera razón; AirAsia no destaca ni por su puntualidad ni por el servicio al pasajero, ni mucho menos por su seriedad a la hora de cancelar o cambiar vuelos casi sin previo aviso) Por todo ello el  viaje no comenzó con la misma intensidad que en otras ocasiones. 

El viaje

      Como suele ser habitual en mis ultimas visitas a la zona, volé con Qatar Airways vía Doha, esta vez, por fin, a bordo de un flamante A350 (¡¡finalmente lo conseguí!!) La configuración de cabina ya era conocida (es la misma en toda la flota de largo radio de Qatar Airways equipada con clase Premium) pero no por eso deja de sorprenderme positivamente; mucho espacio personal, un puntito de privacidad y muchísimo hueco para los útiles personales hacen hasta la fecha de ésta configuración de asientos mi favorita de todas cuantas he probado. La ya conocida oferta de entretenimiento a bordo (muy completa y de calidad, complementado con un servicio de WiFi a bordo un poco caro - aunque te dejan probarlo por 15 minutos gratis, pero hay que registrase y el servicio sufrió numerosas interrupciones en ese tiempo, muy lejos de la calidad de servicio ofrecido por Emirates - limitada a 10Mb - o por Norwegian - ilimitada y gratuita), y una cuidada oferta de restauración, como de costumbre, complementan la experiencia a bordo del A350, un avión muy silencioso que copia algunos detalles de diseño interior de su hermano mayor, el A380, como las amplias ventanas interiores (un efecto estético, ya que los óvalos exteriores son como los de un A320), aunque el sistema de cortinas no me convenció en absoluto, ya que son automáticas (a modo de cortinilla plegable) y se oscurecen en dos etapas...poco práctico y con un toque un tanto retro. 


      Cinco horas y media después de la salida de Frankfurt llegué a Doha, donde la noche ya se había adueñado del lugar (en torno a las 18:00...y así todo el año, ¡vaya vida!), un transfer en tiempo récord (quince minutos en el gigantesco aeropuerto Qatarí es todo un récord, ya que solo tenía una hora entre la hora de llegada de un vuelo y la hora de salida del otro) y de nuevo a bordo del avión que me llevaría a Jakarta, esta vez un B787 Dreamliner; mismo interior de cabina y diferencias en los detalles con el Airbus (ventanas mucho mas amplias - de verdad, sin efectos estéticos -, cortinas que se oscurecen de forma gradual merced a un gas que inunda el vano entre cristales, ventanas en los aseos...), y la misma suavidad de vuelo (o un poco inferior) que el A350. Una vez probados los dos modelos, en cuanto a confort en cabina, el modelo Europeo gana, desde mi punto de vista, la partida al modelo Americano (aunque el Boeing tenga un diseño más vanguardista) 

      Tras ocho horas y media de vuelo llegué a Jakarta (sin pegar ojo, ya que el vuelo fue mas bien movidito); con motivo de la entrada en vigor en Junio del 2016 de la nueva normativa sobre inmigración en Indonesia, no hace falta hacer la Visa on arrival, así que los trámites de entrada, ademas de más baratos (ahora son gratis), son mucho mas ágiles. Y una vez en Indonesia, comenzó mi particular extensión del viaje hacia Vietnam vía Kuala Lumpur, destino final al que llegué mucho más tarde de lo inicialmente planeado cuando compré los billetes de avión, debido a los problemas antes mencionados. Fue entrar y salir de inmediato del país, ya que el primero de mis vuelos hacia Vietnam salía tan sólo un par de horas después de aterrizar en la capital indonesia. Con total sinceridad...no creo que vuelva a hacer un vuelo en las mismas condiciones en el futuro, ya que resultó una experiencia extremadamente larga y pesada (por supuesto, si bien el vuelo de AirAsia hacia KL aterrizó puntual en Malaysia, la salida del vuelo a Vietnam se demoró aún una hora más, a sumar a la ya conocida demora por el cambio en el horario del vuelo...cruz roja para AirAsia en el futuro)

Llegada a Ho Chi Minh: aeropuerto, hotel y moneda

       El aeropuerto de Ho Chi Minh se encuentra literalmente dentro de la ciudad, una ventaja cuando se llega tarde después de un largo viaje y la única opción disponible para salir del aeropuerto y llegar al hotel es el taxi (escalofríos me dan sólo de pensar que tengo que tomar un taxi...) Para evitar las habituales "sorpresas" que experimento a bordo de los taxis, tomé todas las precauciones posibles: me informé sobre las compañías más reputadas de taxis de Saigon (Mailinh y Vinasun), que suelen emplear el taxímetro en su recorrido, me descargué el mapa de Ho Chi Minh para seguir el trayecto con el gps del teléfono y me informé sobre el importe normal del trayecto (de unos 8 Km, y sin apenas tráfico por mi tardía llegada) La experiencia en este caso salió bien: sin complicarme mucho la vida, en un mostrador del aeropuerto contraté el viaje hasta el hotel (220000 VND), un precio muy inferior al que había visto en diferentes blogs (se referían a 400000 VND...) En el hotel descubrí que incluso había pagado de más, porque el trayecto no suele costar más de 170000-190000 VND; no fue mucha la pérdida en esta ocasión. 



      La moneda vietnamita es el Dong vietnamita (VND), y el cambio está en torno al 1€ = 25000 VND. Realizar la conversión de precios a euros resulta pues sumamente fácil. No tienen monedas (aunque en algunos puestos de souvenirs se pueden encontrar juegos de monedas usadas a un precio excesivamente alto considerando el valor nominal y el estado de las mismas) y los billetes tienen un valor nominal que oscila entre los 500000 y los 500 VND; así las cosas, cuando llegues a Vietnam, ¡prepárate para convertirte de pronto en millonario! 

      Durante mi estancia en la ciudad de Ho Chi Minh de cinco noches me alojé en el hotel Zoolut Stay 271, en el distrito 1 de la antigua Saigon (32,5$/noche con desayuno, aunque curiosamente no me dejaron pagar en $ y tuve que pagar en VND...) El hotel se ubica en la concurrida calle Le Thanh Ton, muy cerca de todos los puntos de interés de la ciudad, a los que se accede andando fácilmente (el conocido mercado Ben Thanh se encuentra a menos de cinco minutos andando) Las habitaciones son muy amplias, no así el armario que resulta ciertamente escaso para estancias largas (principalmente faltan estanterías; yo pasé cinco noches y la ropa no sabía donde ponerla), ni el baño, un poco justo aunque con todo lo necesario (y para una persona viajando sóla más que de sobra) Buena conexión WiFi, aire acondicionado, caja fuerte, maquina de agua para beber, pequeño frigorífico y desayuno a base de comida tradicional servido en la cafetería del local (¡exquisito! Si te gustan los noodles fritos y salteados con verdura y carne) completan la oferta del establecimiento, con un personal atento (norma general en Vietnam) aunque incapaz de hablar ni el ingles más básico. Un buen hotel, considerando el precio que tiene. Como único inconveniente, mencionar que es muy ruidoso, por el ruido de los coches que transitan por la bulliciosa avenida Le Thanh Ton y por las obras que se están llevando a cabo en el edificio adyacente, algo que sin duda afecta al descanso (¡y de qué manera!)



Conociendo Ho Chi Minh - El distrito 1

       No sé qué tiene Asia, pero cuando estoy allí todo cambia. Tras una noche reparadora (pese a los ruidos...pero ¡es que el cansancio y el sueño acumulado del viaje eran mayores!), la pereza inicial del viaje desaparece y se transforma en unas ganas irremediables por salir a descubrir la ciudad, sensación que no pude ignorar, y tan pronto estuve listo, y después de disfrutar de mi desayuno, me dejé llevar por el bullicio y el caos que reina en estos lugares, un ritmo de vida frenético que te arrastra y te lleva a olvidar los problemas y preocupaciones y centrarte en disfrutar de la ciudad, del viaje, de la oportunidad...Carpe Diem! En Asia me encuentro cómodo; con la excepción de Singapur, no viviría en ninguna de las ciudades que he tenido la inmensa fortuna de vivir a este lado del planeta, pero una visita a Asia siempre es especial, única y no merece ser desperdiciada. Sin una agenda ni ruta concebida (no había preparado nada, así que no sabía que me depararía la ciudad), y con el plano cutre que me llenaron de garabatos en la recepción del hotel me lancé a conquistar la ciudad...con calma, eso sí, esta vez sin prisa alguna. Lo primero que me llamó la atención fue el tema del tráfico: abundante y caótico, con motocicletas por todas partes, pero al menos aquí se respetan los semáforos y cuando se pone rojo, todos (vale....casi todos...hablando de coches, porque para las motos las reglas parecen ser diferentes...no hay reglas - las motos circulan en sentido contrario, por las aceras, ¡todo vale!) se detienen, oportunidad que has de aprovechar para cruzar la calle porque no tendrás otra (con los ojos bien abiertos siempre...) Lo malo viene cuando has de cruzar la calle y no hay semáforo...tan sólo un paso de cebra que, por supuesto, nadie respeta. Ahí comienza el riesgo y es cuando piensas fugazmente que quizás haber contratado esa póliza de seguro de viajes que te ofrecían en la compañía aérea al comprar los billetes de avión no hubiera sido una mala inversión (o seguramente sí, porque ya sabemos como funcionan los seguros: en principio te lo cubren todo pero cuando el problema se origina, de una forma misteriosa - digna de estudio por la gente de Cuarto Milenio - aparece una cláusula que especifica que tu caso, sea el que fuere, queda fuera de la cobertura...) En estos casos, lo mejor es aprovechar esos momentos en los que el tráfico disminuye (si se puede decir así) y lanzarse sin mirar, confiando que no llegue un coche (es mas fácil enfrentarse a motos), y notarás el aire que provocan al pasar a escasos...¿centímetros? ¿milímetros? de ti. Por fortuna he tenido la oportunidad de visitar numerosas ciudades en distintos países asiáticos, y hasta la fecha he de decir que en ninguna otra he vivido un tráfico tan intenso como en Saigon



     Aparte de ese "problemita", Ho Chi Minh se puede recorrer fácilmente andando y dispone de amplias aceras para ello (la mayor parte de ellas están ocupadas por motos aparcadas o incluso en movimiento...¡pero aceras tienen!) Los conductores de moto-taxi apenas se interesan en un viajero solitario y no me sometieron a su particular acoso para tratar de llevarme a cualquier lugar, algo que es de agradecer: el poder pasear por las calles simplemente disfrutando de lo que la ciudad ofrece, de los olores y sensaciones que originan no tiene precio. Y es que se nota que la gente en Saigon esta acostumbrada al turismo: si dices que no necesitas una moto o un taxi, ya está, ahí se acaba el tema y cada uno sigue a lo suyo (en otros lugares se ponen verdaderamente pesados y tanta insistencia llega hasta a molestar) Y la gente ofrece una sonrisa y un saludo sin esperar nada a cambio, sin pedir dinero inmediatamente después...simplemente te saludan porque les apetece...¡esto me encantó! La mayor parte de los puntos de interés se encuentran en el distrito 1, no muy distantes entre sí, lo que permite una visita pausada, relajada, disfrutada. Saigon presenta varias facetas en la misma ciudad: tradición y modernidad, unidad por la historia de una ciudad de la que sabemos poco, y lo poco que sabemos ha sido narrado a través de las películas bélicas (aunque ésta historia sea solo la contada por una de las partes del conflicto que aquí se vivió) 

     El epicentro de la actividad se concentra en torno al mercado de Ben Thanh. El edificio fue construido por los franceses en 1914 y agrupa a cientos de comerciantes que un un espacio minúsculo (las tiendas apenan tienen un par de metros cuadrados y los pasillos internos resultan agobiantes, por la proximidad y persistencia de los vendedores que tratan de llamar tu atención) tienen que convencer a los compradores de las bondades de su producto. Los vendedores se agrupan por géneros (textiles, decoración, alimentación, etc), lo cual facilita mucho las cosas. Una vez has fijado tus ojos en un producto, comienza la negociación por el precio; el precio que te piden por cualquier artículo es desorbitado (como de costumbre) Conviene haber visitado alguna de las tiendas de precios fijos de la ciudad (o en la oficina de correos) para al menos tener una referencia. A modo de ejemplo, por la típica camiseta de la ciudad con un dibujo me pidieron, de partida, entre 170000 y 250000 VND; al final pagué 50000 VND, y sin mucho esfuerzo (ninguno para ser sinceros) Al margen de los artículos de decoración, recuerdos y textiles, hay una zona dedicada a los comestibles, con productos frescos - carnes y pescados, que mejor ni mirar...-, y una zona con pequeños puestos en los que preparan y sirven platos locales para degustar allí mismo, a precios muy económicos: el plato principal oscila entre los 50000-80000 VND y una cerveza local Saigon se vende por 25000 VND. Una experiencia recomendable si te gusta experimentar cosas nuevas y no eres muy escrupuloso (si te gustan los manteles de tela, este no es tu sitio...)



      Cuando la actividad finaliza en el interior del mercado (al caer la noche, en torno a las 1800), los puestos se trasladan al exterior, a las calles aledañas al mercado, que ofrecen básicamente los mismos productos pero en un entorno distinto, y con el inconveniente de que las calles no están cerradas al trafico de motocicletas, así que resulta súper incomodo pasear por el mercado en medio de tan frenética actividad. Curiosamente en una de las calles venden productos a precio fijo (¡en Ringgit Malasio!) y ahí descubrí por qué me llevó tan poco esfuerzo conseguir mis camisetas a 2€: en estos puestos las venden a 7RM (unos 40000 VND), pero solo unos modelos limitados...bueno, creo que podré soportarlo. 

La animada avenida Le Thanh Ton, en la parte trasera del mercado de Ben Thanh
      Al sur de Ben Thanh se encuentra el mercado de Dan Sinh, al que se puede acceder por la calle Yersin. Es un mercado peculiar, orientado al bricolaje y artículos de ferretería. Pero no son estos articulos por los que el mercado es conocido; su interior alberga un buen numero de tiendas de objetos militares donde se puede encontrar de todo relacionado con este tema: uniformes, botas, equipos de marcha, cascos...también se venden placas de identificación de soldados americanos (un poco macabro...) y numerosos mecheros zippos, que según dicen abandonaron los americanos tras su huida del país. Todo tipo de productos para satisfacer en definitiva, los deseos de los amantes de este tipo de objetos. Adyacente al mercado de Dan Sinh se puede visitar un pequeño templo, Phung Son Tu, que me llamó la atención por los incensarios en forma espiral que adornan sus techos, así como las ricas pinturas y los grabados en la madera de las columnas de la estancia principal. 







       Desde la zona de los mercados es fácil acceder al resto de los puntos de interés que se ubican al norte, en torno a las calles Dong Khoi y Nguyen Hue. El edificio más notable, por tamaño e historia, es el Palacio de la Reunificación (entrada de pago, 30000 VND), un lugar de historia convulsa: en su origen el lugar estuvo ocupado por el Palacio Norodom, que sirvió de residencia al gobernador francés primero, y al presidente survietnamita Ngo Dinh Diem después, y que en 1962 sufrió el bombardeo de su propia fuerza aérea con el objetivo de acabar con su vida, pero logró escapar del ataque, aunque no vivió lo suficiente para ver el edificio actual, reconstruido sobre las ruinas del antiguo palacio, ya que murió asesinado antes. Ya en 1975 (año en el que Saigon pasó a denominarse Ciudad de Ho Chi Minh...¡vaya cambio!) el palacio se convirtió en el símbolo de la reunificación vietnamita cuando un tanque norvietnamita derribó la puerta del palacio, provocando la huida del presidente desde un helicóptero situado en la azotea. En el edifico se pueden observar los distintos salones presidenciales, habitaciones privadas, comedores y el resto de instancias de la instalación, incluyendo cocinas, un cine, una sala de juegos y hasta una sala de tiro en la planta sótano, por encima del nivel que ocupa el búnker. Unos amplios jardines rodean el edificio; curiosamente, para acceder a los jardines también hay que pagar (la entrada al palacio da derecho a disfrutar también de los jardines)







      Atravesando el jardín que se haya al noreste de la puerta principal del Palacio de la Reunificación nos encontramos de frente a la Catedral de Notre Dame, la mayor iglesia construida durante la ocupación francesa y cuya torre, de 40m de altura, se convirtió en el punto más alto de la ciudad cuando terminó su construcción, allá por 1880. El recubrimiento exterior del edificio (que según mi guía de viajes no es ladrillo, aunque lo parezca) son azulejos rojos traídos desde Marsella (a mí me siguieron pareciendo ladrillos...) El interior presenta una ausencia casi total de elementos decorativos; las vidrieras originales, que seguían el patrón de las maravillosas vidrieras de Chartres, quedaron destruidas durante la II GM y se reemplazaron por vidrios incoloros. La escultura de la Virgen Maria que se alza frente a la catedral fue construida en Roma y emplazada en su ubicación actual en 1959. Los horarios de visita de la Catedral son bastante reducidos (de 0800 a 1030 y de 1500 a 1600), así que mejor planificar la visita en esas franjas horarias (aunque si no ves el interior tampoco te pierdes nada...)





      Frente a la Catedral de Notre Dame se encuentra el hermoso edifico de la Oficina Central de Correos, abierta de 0700 a 2000 diariamente, edificio diseñado por Gustave Eiffel (éste nombre ya nos suena: torre Eiffel, Estatua de la Libertad...¡este hombre hizo de todo!) , y como no podía ser de otra forma teniendo tal padre, la estructura interior abovedada descansa sobre pilares de hierro forjado. Un enorme retrato de Ho Chi Minh vigila la actividad de esta frenética oficina de correos que también alberga, en sus accesos, un par de tiendas de recuerdos a precios más que aceptables (fijos, no tan baratos como los que puedes obtener en Ben Thanh, pero sin necesidad de perder el tiempo regateando...para gustos) 



         Desde la Oficina de Correos se puede iniciar un recorrido por la calle Dong Khoi, calle por la que Saigon fue antiguamente conocida como la Paris de Oriente, donde coexistían elegantes hoteles, tiendas de moda, lujosos restaurantes y cafeterías con prostíbulos, y que desaparecieron durante el régimen comunista. Caminando en dirección sureste por Dong Khoi y la paralela Nguyen Hue, podremos ver algunos de los edificios más notables de la ciudad, y es que ésta zona ofrece la cara más amable de la ciudad, una oferta de ocio inigualable y un ambiente que no tienen parangón en ninguna otra zona de la ciudad: las torres Vincom, unas modernas torres acristaladas que albergan enormes centros comerciales donde las mejores marcas internacionales se dan cita; el Hotel Continental, uno de los edificios más hermosos construidos bajo el control francés; el cercano hotel Rex, conocido por servir como centro de operaciones de muchos de los periodistas que cubrieron la guerra de Vietnam, así como centro de comunicaciones de la propaganda americana durante la guerra; el Teatro Municipal, magnifica construcción colonial que data de 1899 y que sigue siendo utilizada en la actualidad como sala de espectáculos y conciertos; y finalmente la Sede del Comité Popular, que preside la amplia avenida Nguyen Hue que desemboca en el río Saigon. El edifico sigue albergando las oficinas administrativas municipales y no permite visitas; su exterior recuerda al ayuntamiento de Paris y al frente del mismo se alza una estatua del omnipresente Ho Chi Minh en actitud de mando (antes había una estatua suya sosteniendo a una niña, pero esta escultura cambió de ubicación y fue remplazada por una mas, digamos, autoritaria) 





Vista general de la avenida Nguyen Hue
Sede del Comité Popular, el actual ayuntamiento, presidiendo la avenida Nguyen Hue




La estatua original de Ho Chi Minh frente al ayuntamiento, hoy luce en Le Quy Don
       La actividad en ambas calles es frenética y muy animada, y contrasta la amplitud de la avenida Nguyen Hue en contraposición a la abarrotada y estrecha Dong Khoi. Al sur, casi al borde del río, se alza el edifico más representativo de la nueva ciudad de Ho Chi Minh, la torre Bitexco, diseñada por el mismo equipo que diseñó la torre Burj Al Arab de Dubai, con la que guarda cierto parecido, y que fue finalizado en el año 2010, convirtiéndose con sus 262,5m en el segundo edificio más alto de Vietnam, por detrás de la Keangnam Hanoi Landmark Tower de Hanoi (349m) 






























Los alrededores del Distrito 1 

       En los alrededores del distrito 1 se pueden visitar un buen puñado de pagodas y edificios religiosos, cada uno con sus peculiaridades. La más afamada es la Pagoda del Emperador de Jade, situada al norte, en el distrito 3 (Mai Thi Luu 73, abierto de 0600 a 1800 a diario), aunque se puede llegar andando desde el distrito 1 (teniendo cuidado al cruzar las calles, claro...) Es una pequeña pagoda ubicada en un enorme terreno que acoge un refugio de tortugas (consideradas símbolo de fortuna y buena suerte en Vietnam) y diversos salones en su interior, el principal dedicado al Emperador de Jade, cuyo acceso se encuentra custodiado por esculturas de Guardianes demonios gigantes construidos con papel mache (¡¡¡!!!) que protegen también el altar en el que se encuentra la madre de los cinco Budas. En los laterales del templo se puede visitar el pequeño salón de las mujeres, ocupado por dos hileras de representaciones femeninas que representan cada una un año lunar y se asocian a un vicio o una virtud (difícil saber cuál es cuál...), y la sala de los Diez Infiernos, dedicada al rey del infierno (no podía ser de otra manera), con su caballo rojo y detallados murales labrados en madera que representan escenas de condenación. Ascendiendo a la planta superior se puede observar la complicada y cuidada estructura del tejado de este notable templo, en color verde. 







     Hacia el norte de la Pagoda del Emperador de Jade podemos visitar el Templo de Le Van Duyet (Phan Dang Luu), cuya particularidad es que está dedicado a un mortal (el general Le Van Duyet, obviamente) y no a una deidad. El templo destaca por la total ausencia de iconografía religiosa, reemplazadas en esta ocasión por imágenes del general, junto a diversos objetos personales. La tumba del general también se encuentra en el recinto. Me resultó curioso observar que a pesar de no ser un templo consagrado a Buda (o a cualquier otro dios), los ritos religiosos de los fieles que allí acudían seguían el mismo patrón, quemando incienso y haciendo reverencias a las imágenes...está claro que hay quien siente la necesidad de creer en algo, aunque ese "algo" sea un general considerado héroe nacional...







     Desde el Templo de Le Van Duyet, bajando por Dinh Tien Hoang y continuando por su prolongación Vo Thi Sau hasta el cruce con Nam Ky Khoi Nghia, y continuando por ésta en dirección Oeste hacia el río, nos encontramos primero con la Iglesia de Tan Dinh (la conocida como iglesia rosa) y con la Pagoda de Vinh Nghiem después.

      La Iglesia rosa (Iglesia de Tan Dinh) se ubica en la calle Hai Ba Trung, frente al mercado de Tan Dinh (curiosa coincidencia...) Actualmente (Septiembre 2016) se encuentra en proceso de renovación interna, así que no se puede visitar, pero el exterior resulta muy vistoso y colorido, con ricos detalles ornamentales. En los jardines adyacentes hay diversas esculturas relacionadas con la vida y pasión de Jesús y una enorme representación (unos 5m) de un Cristo con los brazos abiertos. El cercano mercado de Tan Dinh es un mercado eminentemente local, y en él se pueden encontrar todo tipo de telas para confección, artículos religiosos (incienso, velas) y consumibles, todo orientado a satisfacer más la demanda local que los gustos del turismo, que difícilmente podrá encontrar en este mercado algo de su interés. 






       La Pagoda de Vin Nghiem es de reciente construcción (1971) y destaca por su torre de ocho plantas, la más elevada de la ciudad. El edificio principal (abierto de sol a sol) se ubica frente a la torre y presenta escaleras de acceso diferenciadas para hombres y mujeres. El interior del templo es muy austero y destaca la representación de Buda con una cruz gamada grabada en el pecho.









      Más al sur se encuentra la Pagoda de Xa Loi (en el distrito 3, calle Ba Huyen Thanh, con unos horarios de visita muy limitados, de 0700 a 1100, de 1300 a 1500 y de 1700 a 2000), una de las Pagodas más importantes durante la revolución comunista, ya que jugó un papel importante en la oposición al régimen antibudista de comienzos de los años 60, hasta el punto que tres de sus monjes se inmolaron como protesta. Mas allá del pasado turbulento del templo, del que no quedan huellas en la actualidad, el complejo se caracteriza por su torre de siete alturas y la ausencia total de mobiliario en su interior, donde una solitaria imagen de Buda tallada en bronce ocupa el lugar de honor del templo. 




        Frente a la estación de autobuses de la calle Le Lai se alza la iglesia Huyen Si, uno de los mayores templos católicos de la ciudad. 



Los parques

      Saigon sigue siendo una jungla, pero de asfalto en estos días. El caótico trafico, el repetitivo sonar de las bocinas de los coches, motos y autobuses que por sus calles circulan llegan a aturdir los oídos (y la cabeza), así que de vez en cuando hay que darse un respiro, y para ello nada mejor que visitar alguno de los parques que se distribuyen por la ciudad, auténticos remansos de tranquilidad aislados del ruido de la ciudad. Uno de los más hermosos es el parque Van Hoa, situado en la parte trasera del Palacio de la Reunificación, y que es uno de los recintos naturales más grandes con que cuenta la ciudad. Pasear por el parque supone un momento de descanso para los sentidos; aquí se concentran todo tipo de grupos de gente: desde quienes ensayan un número musical, hasta quien simplemente se reúne para hablar, o practicar Tai Chi, o quienes se agrupan en busca de Pokemon, sí, tal cual. La fiebre de los Pokemon no tiene comparación posible en Europa; decenas de personas que caminan al unísono con la mirada fija en la pantalla del teléfono, en busca de aquel bichito que aún se les resiste. Me pareció curioso ver que la gente se reúne para ir juntos de "caza". 




       Más al norte, entre la Pagoda del Emperador de Jade y la Iglesia y mercado de Tan Dinh se encuentra el parque le Van Tam, un poco más sencillo en su concepción que el anterior, pero donde los cánones de comportamiento de la gente que allí se reúne permanecen inalterables. Un verdadero oasis para escapar de las saturadas avenidas Hai Ba Trung y Dien Bien Phu entre las que se ubica, dos de las principales arterias de la ciudad. El parque alberga un pequeño parque de atracciones para los más pequeños y numerosas zonas arboladas con bancos en los que tomarse un respiro. 




     La zona del río Saigon al final de la calle Dong Khoi resulta también muy agradable de visitar. La orilla del río ha sido recuperada y en la actualidad se puede pasear por toda la zona, donde se han acondicionado áreas de recreo y zonas verdes. El río apenas presenta actividad comercial y no se ha desarrollado como medio de transporte o reclamo turístico como en otras ciudades (Bangkok por ejemplo), por lo que la afluencia de turistas en esta zona es prácticamente inexistente, un buen motivo para acercarse y comprobar de primera mano los hábitos de pesca locales. 






      

      Finalmente, al norte de la ciudad se encuentra el mayor de todos los parques, el que alberga el jardín botánico y el zoo de la ciudad, justo al lado del Museo de la ciudad de Ho Chi Minh, donde se puede ver el cuerpo momificado de Ho Chi Minh; como no tenia ningún interés en conocer a ese señor por el que Saigon perdió su bonito e histórico nombre, prescindí de la visita. Al jardín botánico (50000 VND) sí decidí entrar, por una única razón: a 250Km al sur de Saigon se encuentra el Parque Nacional de Cat Tien, hogar del rinoceronte javanés, especie declarada extinta en el año 2010 cuando unos furtivos acabaron con la vida del ultimo ejemplar que habitaba en el parque. Así las cosas, decidí entrar en el zoo con la esperanza de ver un ejemplar en cautividad de tan característico animal de la región. Recién llegado de Kenia, donde he podido disfrutar enormemente observando animales en estado salvaje, y "enemigo" como soy de los zoos, traté de evitar por todos los medios ver los recintos de los animales para no "deprimirme"; el esfuerzo fue inútil ya que el recinto es una extraña mezcla de parque de atracciones con jardín botánico (muy reducido), salpicado de recintos por todas partes donde los animales malviven en unas decenas de metros cuadrados, todo mezclado. Para mi desgracia no tenían ejemplares de rinoceronte javanés, si no de rinoceronte blanco. Supongo que el dinero de las entradas lo emplearán en pagar sueldos y los costes de electricidad de las atracciones instaladas, porque lo que es en cuidado de los animales poco invierten. Como pensé para mi mismo antes de entrar, la visita es totalmente prescindible, los peores 50000 VND gastados de todo mi viaje a Vietnam

Museo de la Ciudad de Ho Chi Minh









Túneles de Cu Chi

       Una de las visitas obligadas si se visita Saigon son los túneles de Cu Chi, situados en la localidad del mismo nombre, a unos 40 Km al norte de Ho Chi Minh. Durante la guerra con los americanos, los vietnamitas emplearon estos túneles para ocultarse y defenderse del enemigo (con las armas de que disponían difícilmente podían atacar) Se crearon autenticas ciudades subterráneas con todo lo necesario para sobrevivir durante largos periodos de tiempo: cocinas, salas de reuniones, búnkers, dormitorios, quirófanos, salas de costura donde remendar los uniformes y crear calzado "especial" (la forma de la suela era inversa, de forma que la parte ancha estaba en el talón, dando la sensación a los americanos de que se caminaba en el sentido inverso al que en realidad se hacía), salas donde se fundía la munición enemiga y se reciclaba, etc. Todo ello conectado por una red de unos 250 Km de túneles, construidos en tres niveles: el primero de ellos se encontraba a unos 2-3m de profundidad, el segundo a unos 5-6m y el tercer y último nivel en torno a los 10m. Los túneles tenían, originalmente, unas dimensiones de 50x70cm (actualmente, aquellos que entran dentro del recorrido de la visita turística se han agrandado hasta los 70x100cm, para permitir el paso de los turistas, normalmente mas corpulentos que los soldados vietnamitas que los construyeron originalmente)



       Hay decenas de excursiones organizadas que salen diariamente de Ho Chi Minh para visitar los túneles (en muchos casos la experiencia se combina con la visita a la santa sede del cadoismo, en Tai Minh, visita que me tentó pero de la que decidí prescindir después de pasar una mala noche y no descansar mucho...) Enemigo acérrimo de los tours multitudinarios, decidí organizar la visita por libre (no sale mucho más económico, pero la libertad de hacerlo así, sin ataduras ni horarios, no tiene precio, al menos para mí) Los autobuses con destino Cu Chi salen de forma regular desde la estación de autobuses situada en 23/9 Le Lai (7000 VND/trayecto, linea 13 - ¡ojo! No es la estación central que se encuentra frente al mercado de Ben Thanh) El trayecto dura en torno a hora y media (la mayor parte del trayecto discurre por las caóticas calles de Saigon) y se realiza en autobuses de la época en la que Otto (nacido en Colonia) inventó el motor de combustión, pero sorprendentemente dotados de aire acondicionado (¡menos mal!) El trayecto no ofrece mucho desde el punto de vista paisajistico. Una vez en Cu Chi aún hay que recorrer los cerca de 20Km que separan el centro de la ciudad de los túneles; yo contraté los servicios de un moto-taxi (100000 VND ida y vuelta, después de regatear desde los 300000 VND inicialmente pedidos)

       La entrada al complejo cuesta 20000 VND, más otros 90000 VND que sólo pagamos los turistas (en total algo más de 5€, tampoco me pareció exagerado) La visita hay que hacerla siempre acompañado con algún guía de las instalaciones. Al viajar solo (algo muy poco habitual en esta región, parece ser...), me juntaron con un grupo de 5 malasios mas bien sosetes (eran un poco mayores), y como no se animaron a hacer ninguna de las actividades, progresamos de forma rápida por el recorrido (tiene que ser una tortura ir con un grupo de 20-30 personas en las que todos se quieren hacer la misma foto, arrastrarse por el mismo túnel, subir al tanque, etc.) Obviamente, yo me apunté a todo; me metí en uno de esos minúsculos agujeros que daban acceso a los túneles y en los que sólo se entra de forma vertical y te tapas con una tapa camuflada como el terreno (también agrandado para la ocasión, ya que el acceso no resultó estrecho en absoluto...aunque supongo que no se puede comparar la sensación de permanecer durante horas allí a los escasos segundos que yo permanecí enterrado en total oscuridad), me subí a lo alto de un tanque americano y recorrí un tramo de los túneles, experiencia que resultó menos angustiosa de lo inicialmente esperado, ya que no hace falta arrastrarse en absoluto e incluso se puede avanzar en cuclillas. El guía nos explicó algunos de los sistemas empleados por los vietnamitas para evitar que los perros rastreadores usados por los americanos detectaran los lugares de acceso a los túneles, tales como poner restos de tejidos de soldados americanos (lo que confundía a los perros, que identificaban el lugar como "amigo") o rociar los accesos con una especie de polvos pica-pica que hacían retroceder al perro sin marcar el lugar; otra cosa no se les puede negar, pero ingenio demostraron tener. El mismo ingenio (esta vez usado de la peor forma posible) que demostraron tener para crear todo tipo de ingeniosas trampas con materiales de la naturaleza para acabar de una forma lenta (cruel diría yo) con los soldados americanos que pisaban una de ellas. 


Paso 1: el agujero...da acceso a los túneles, más bien estrecho (y eso que ha sido agrandado)
Paso 2: se mete uno dentro y con la tapa pues se estudia el mecanismo :-)
Paso 3: se baja, y con los brazos estirados se sigue bajando para que la tapa quede a ras de suelo
Paso 4: ahora no me ves...
        El guía nos explicó que toda la vegetación de la zona es nueva, ya que los americanos arrasaron con napal la selva original, y la vegetación que se observa hoy en día es una reforestación que data de los años 80 del siglo pasado. Durante el recorrido se pueden observar los cráteres originados por las bombas lanzadas por bombarderos B-52, que llegaban a perforar hasta los 5-6m de profundidad, inutilizando por tanto los dos niveles de túneles superiores, pero no afectando al tercer y último nivel, en el que se encontraban los refugios; también son visibles aún hoy en día, fragmentos de metralla y bombas esparcidos por el terreno, semi enterrados en los caminos artificiales creados en la zona para facilitar el acceso de los turistas. 




         Durante la mayor parte del recorrido te acompaña un sonido lejano, que se convierte en ruido estruendoso al aproximarte a la zona de la tienda de recuerdos, correspondiente al sonido de las armas de fuego de la época de la guerra disparadas por los turistas que así lo deseen. Y es que, al lado de la tienda de recuerdos se ubica un campo de tiro en el que se puede disparar un AK-47 o cualquiera de las armas empleadas en el conflicto por el bando vietnamita (40000 VND/disparo) En esta ocasión no tuve ningún reparo en rechazar la "oferta" por tres motivos: el primero y más importante, no me aporta nada disparar un arma, un artefacto cuya única función y misión es causar daño (¿donde está la emoción?) En segundo lugar, al ser armas usadas antiguas, no seria la primera vez que una de ellas se encasquilla y sale la munición por donde no debería; y en tercer lugar, de haber disparado, con los continuos controles aleatorios de explosivos en los aeropuertos (esos en los que pasan un papelito por tus manos, tu ordenador, tu cámara...) no se cómo podría haber explicado al agente de turno la presencia de pólvora en mis manos (que tarda varios días en desaparecer por completo) 

El campo de tiro
      Finalizada la visita te invitan a un plato de tapioca y un té caliente (genial...total, sólo debería haber 38 grados allí con una humedad del 90%, así que lo que más apetecía era tomarse una bebida bien calentita) y dan por finalizada la visita, que en mi caso duró algo menos de hora y media. Una experiencia muy positiva si se mira desde una perspectiva realista de dónde se está y se deja de lado la frivolidad con la que se trata el asunto de la guerra en estos sitios devastados no hace mucho tiempo atrás. 


      Satisfecho con la visita, que respondió a las expectativas que tenía en ella, regresé de nuevo a Saigon a bordo de un más que destartalado autobús de la linea 13 con toda la tarde aún por delante para seguir explorando y disfrutando de la ciudad. 

       Y es que al margen de los puntos de interés ya mencionados, como toda ciudad, Saigon ofrece mucho más, pero para eso hay que descubrir la ciudad a pie de calle, caminando, con los ojos y la mente abiertas, como se deben conocer las cosas (si es lo que te gusta, claro) Casi en cada calle algo llamó mi atención; pudo ser simplemente un niño jugando, o una vendedora tradicional vietnamita cargada hasta los topes de mercancía, o un edifico bonito - o feo, o simplemente viviendas en las que la gente local desarrolla su vida diaria, o mercados de comida en la calle, o una mascota de una conocida cadena de comida rápida...todo es diferente en Asia, o al menos a mí me lo parece. Y la comida, ¿qué decir de la comida? De acuerdo que te tiene que gustar este tipo de comida, basado en mil combinaciones de arroz/noodels con verduras, pero la variedad de sabores es enorme, y personalmente no tengo ningún problema en alimentarme durante unos días con esos elementos como base (me gusta un buen chuletón de buey y un buen pescado, pero como siempre digo, "allá donde vayas haz lo que veas")

Convertí este street food market en mi cuartel general por las tardes, en la trasera de Ben Thanh


¿dónde dejé mi moto?








El cierre

       El día que abandoné Saigon el cielo parecía derrumbarse sobre la ciudad (un buen momento para partir, pensé) En un día en el que yo, habituado a las lluvias del norte del viejo continente, no hubiera dudado en quedarme en casa y no salir, los saigonenses proseguían con su rutina sobre sus motocicletas como si nada sucediera. El tradicional caos de trafico acrecentado por las condiciones de lluvia, que hacían difícil ver incluso a través del parabrisas del coche que me trasladaba a la terminal internacional del aeropuerto Tan Son Nhat a primera hora de la mañana, un trayecto de una media hora por el que pagué 130000 VND (al final el viaje del día de la llegada resultó carísimo en comparación; fueron solo 4€ al cambio, pero un ¡70% mas caro!) El regreso a Jakarta discurrió sin incidentes, con una breve escala en KL y sin cambios inexplicables esta vez por parte de AirAsia. Ya en Jakarta poco tiempo para el ocio, como suele suceder cuando se viaja por motivos laborales. Durante mi estancia en la capital indonesia me alojé como de costumbre en el hotel Pullman Jakarta Central Park, un lujo de alojamiento. Y al final de la semana de trabajo, regreso a Frankfurt vía Doha con Qatar Airways, a bordo de un A330 primero (con una configuración que no me gusta tanto...pero por fortuna no se sentó nadie al lado) y de un B787 después, la mejor manera de terminar un viaje, relajándose a 35000 pies de altura y disfrutando del vuelo. 



Jakarta - Doha a bordo de un A330
Escala en Doha
        Y como suele suceder en todo viaje a Asia, al margen de monumentos, templos, y sitios históricos (que sin duda alguna son interesantes y es bonito descubrirlos, pero que irremediablemente termino confundiendo u olvidando ante la acumulación de viajes a la zona - pero para eso tengo este blog, que me recuerda qué hice en cada momento), lo que al final perdura en el recuerdo son las experiencias vividas, disfrutar de un modo de vida que poco o nada tiene que ver con el modo de vida Europeo, las sensaciones, esas que no se pueden describir ni con palabras ni con imágenes, esas que hay que vivirlas para entenderlas y que irremediablemente me llevan a pensar en éste preciso momento - un momento complicado de mi vida y tremendamente exigente desde el punto de vista físico, mental y económico, al haber visitado siete países y cuatro continentes en seis semanas - en cuál será mi próxima experiencia/destino en la zona. Como se suele decir, lo importante no es cómo se empieza, si no cómo se termina; y un viaje que comenzó de forma dubitativa, perezosa, ha terminado de forma muy positiva; Saigon me ha sorprendido, Asia en estado puro, un lugar del que no esperaba nada y que, tal vez por eso, me ha ofrecido mucho. Y es que Asia nunca defrauda; habrá gente que no lo entienda, que no me entienda, ésta pasión por un sitio caótico, ruidoso, de sabores especiales y olores "característicos". Quienes no hayan visitado nunca ésta región seguramente nunca lleguen a comprenderme, y de quienes la hayan visitado seguramente habrá quien piense que exagero, pero lo cierto es que hasta le fecha he recorrido mucho mundo (muchísimo me falta por recorrer aún), y ningún sitio como Asia me ha ofrecido esa mezcla explosiva de sensaciones y experiencias que me llevan irremediablemente a repetir. Esa es la grandeza de los viajes, la que me lleva a comenzar desde ya a planificar mi próxima experiencia en la zona, experiencia que sin lugar a dudas tendrá que esperar a la primavera del próximo año y que espero compartir con M en directo, y con todos vosotros a través de este canal cualquiera que sea el destino elegido (¡y candidatos no me faltan!) ¡cho đến khi tiếp theo!) 


No hay comentarios:

Publicar un comentario