El viaje a Chiang Rai comenzó con contratiempos incluso antes de lanzarme a preparar la maleta. Llegué hasta Tailandia desde Jakarta, destino de mi actividad profesional en la zona, a donde llegué en vuelo de la compañía Qatar Airways vía Frankfurt. Por motivos que aún desconozco, Qatar Airways canceló mi vuelo de partida (que debería haber sido un lunes), y con los vuelos a Tailandia en la mano, me encontré con pocas opciones, así que tuve que adelantar la salida un día y pasar una noche extra en Jakarta. Los problemas con Qatar Airways continuaron el día del inicio del viaje, ya que el primer tramo del viaje, de Frankfurt a Doha, lo realizamos en un avión de LATAM, cuya configuración de cabina es mucho menos confortable que la que ofrece Qatar, ya que ofrece menos espacio para el viajero, aunque bien es cierto que el resto de servicios se mantuvieron. Tras una brevísima escala en Doha de apenas 50 minutos (el avión salió tarde de Frankfurt pese a haber concluido el embarque unos 20 minutos antes de la hora de salida, pero había restricciones de tráfico….¡qué raro!), el vuelo QR956 salió puntual, esta vez sí, del aeropuerto Qatarí con mi maleta a bordo (buena gestión de equipajes en este caso…me veía deambulando por Asia sin maleta los próximos días) Con el cambio de horarios me vi obligado a “perder” un día en Jakarta (en realidad medio), tiempo que pasé en el hotel Ibis Styles Jakarta Airport (32€/noche), situado muy cerca del aeropuerto y que ofrece servicio de lanzadera gratuito (aunque la frecuencia de los horarios deja mucho que desear…) Hotel sin lujos pero muy funcional, con lo necesario para pasar una noche de transición en la capital indonesia antes de lanzarme a descubrir el norte de Tailandia. Habitación amplia, conexión a internet gratuita aceptable, desayuno muy completo y apetecible…no se puede pedir más por ese precio.
CHIANG RAI
Chiang Rai, con sus 70000 habitantes, es la ciudad más poblada del Norte de Tailandia. Tiene un tamaño muy contenido (similar al de mi Palencia natal), así que el centro "histórico" (o mejor dicho, lo que queda de él) se puede recorrer andando sin problemas (aunque hay que andar un rato, y con esas temperaturas a veces se echa de menos un medio motorizado de transporte...), si bien la ciudad está experimentando un crecimiento exagerado en los últimos años y los límites de la nueva ciudad se han extendido mucho más allá de la frontera natural marcada por el río, tradicional límite de la ciudad antigua. Los orígenes de la ciudad se remontan al año 1262, cuando el rey Mangrai la convirtió en la capital de su reino. La época de esplendor le duró poco a la ciudad ya que tan solo 34 años más tarde el mismo rey Mangrai decidió trasladar la capital a la vecina Chiang Mai. De esa época datan la mayor parte de los templos budistas que se conservan y que de una forma u otra han llegado hasta nuestros días. Al margen de los templos (que sí merecen una visita), el resto de la ciudad tiene muy poco que ofrecer: sus calles carecen de encanto alguno, no tienen la personalidad de otros lugares de Asia y pasear por ellas – aunque resulta mucho más tranquilo que hacerlo en la mayor parte de las ciudades asiáticas por las que lo he hecho – no ofrece una gran recompensa al viajero. Para muestra, un botón:
Pero el gran atractivo de Chiang Rai no está en la belleza de sus calles, sino en sus templos, en su gente y en los frondosos alrededores, reclamos más que suficientes para justificar una estancia de un par de días en la zona.
El viaje
Tras una noche reparadora, me encontré de nuevo en la T2 del aeropuerto Soekarmo-Hatta de Jakarta. El vuelo a Chiang Rai lo hice con Airasia (110€, con maleta facturada, elección de asiento y comida a bordo), vía Bangkok (aeropuerto Don Meuong), con una escala de unas tres horas, que no voy a decir que se hizo corta, pero tampoco tan larga como cabría esperar, y es que la terminal doméstica del segundo aeropuerto de la capital Tailandesa ha sido reformada recientemente y ofrece mucho y bueno: tiendas, restaurantes, buena conexión a internet gratuita (2 horas)…en fin, que así se hacen más amenas las esperas. Nueve horas después de salir de Indonesia, finalmente aterricé en el pequeño aeropuerto de Chiang Rai, unos minutos antes de la hora prevista.
El aeropuerto está muy cerca del centro de la ciudad, al que se accede únicamente en taxi (150 BTH – 1 € equivale aproximadamente a 40 BTH) o bien con servicio de recogida acordado con antelación - unos 300 BTH -, y me dirigí a mi alojamiento para las próximas dos noches, el hotel Huen Chan Thip (23€/noche con desayuno), situado en pleno centro de Chiang Rai y a escasa distancia de todos los puntos de interés. El establecimiento, muy normalito, ofrece unos cuantos detalles interesantes: alquiler gratuito de bicicletas, botellas de agua mineral y plátanos a cualquier hora del día, un desayuno no muy variado pero correcto. Las habitaciones son muy amplias y en general están bien (en cuanto a muebles, funcionamiento del aire acondicionado, etc) Yo tuve problemas con la conexión WiFi (el teléfono no me conectaba a ninguna de las dos redes que había – pero el ordenador sí – así que me dieron la clave de la conexión privada del hotel, cuya señal por desgracia no llegaba hasta mi habitación), pero fue más un problema puntual que algo achacable al hotel. Gestionan todo tipo de actividades extras (alquiler de motos o coches, excursiones, etc), así que resulto una opción de lo más acertada. Para el tiempo que suelo pasar en los hoteles cuando viajo solo por turismo, una opción más que aceptable.
El aeropuerto está muy cerca del centro de la ciudad, al que se accede únicamente en taxi (150 BTH – 1 € equivale aproximadamente a 40 BTH) o bien con servicio de recogida acordado con antelación - unos 300 BTH -, y me dirigí a mi alojamiento para las próximas dos noches, el hotel Huen Chan Thip (23€/noche con desayuno), situado en pleno centro de Chiang Rai y a escasa distancia de todos los puntos de interés. El establecimiento, muy normalito, ofrece unos cuantos detalles interesantes: alquiler gratuito de bicicletas, botellas de agua mineral y plátanos a cualquier hora del día, un desayuno no muy variado pero correcto. Las habitaciones son muy amplias y en general están bien (en cuanto a muebles, funcionamiento del aire acondicionado, etc) Yo tuve problemas con la conexión WiFi (el teléfono no me conectaba a ninguna de las dos redes que había – pero el ordenador sí – así que me dieron la clave de la conexión privada del hotel, cuya señal por desgracia no llegaba hasta mi habitación), pero fue más un problema puntual que algo achacable al hotel. Gestionan todo tipo de actividades extras (alquiler de motos o coches, excursiones, etc), así que resulto una opción de lo más acertada. Para el tiempo que suelo pasar en los hoteles cuando viajo solo por turismo, una opción más que aceptable.
Día 1
Mi primer día completo en Chiang Rai lo dediqué a recorrer los alrededores de la ciudad. Para ello alquilé una moto en el hotel (250 BTH/día, una scooter de 115cc automática) El chico de la agencia de alquiler se presentó en el hotel a la hora acordada, firmamos un sencillo contrato de alquiler, pagué en efectivo y ¡a disfrutar de Tailandia! No hizo falta el carnet de conducir internacional (como me temía, ni tan siquiera me preguntó si tenía carnet de moto en Europa…en Chiang Mai comprobé el motivo…) Así que me lancé a las carreteras de Chiang Rai con dos objetivos claros para ese día: el Templo Blanco y la Casa Negra. Me puse rumbo a mi primer destino, haciendo alguna parada por el camino para ir empapándome de la cultura e ir recordando la bella arquitectura de las construcciones locales.
El Templo Blanco (Wat Rong Khun, 50 BTH) se encuentra a unos 15Km al Sur de Chiang Rai, al borde de la autopista 1. Es uno de los templos más peculiares y característicos de Tailandia, obra de un famoso artista visual tailandés de nombre impronunciable (así que me ahorraré los detalles de escribirlo…) reconvertido en arquitecto. Como su nombre indica, su principal característica es el color blanco de sus fachadas, junto con los cristales y espejos que las adornan (es de suponer que un día soleado el edificio luzca más…durante mi visita el cielo estaba blanquecino así que la impresión visual no fue tan impactante como esperaba) El templo aún se encuentra en construcción (la “Sagrada Familia” tailandesa), en parte debido a que sufrió graves daños durante el terremoto ocurrido en Mayo del 2014. El templo, al margen de su impactante estética, es una metáfora de las enseñanzas budistas que muestran el camino para escapar de las tentaciones y deseos carnales, para centrarse en la mente y el espíritu.
Al edificio principal del recinto se accede por un puente que se alza sobre un pequeño lago donde miles de manos se alzan al cielo, representando el sufrimiento del ser humano. Cuando se cruza el puente, guardado por dos criaturas mitad humanas mitad ave, se llega a la “puerta del cielo”, que da acceso al templo principal, cuya decoración poco o nada tiene que ver con la de otros templos budistas: en sus paredes se pueden encontrar imágenes de planetas, naves espaciales, de Batman, de Elvis…en fin, no se puede decir que al menos no sea original. Por desgracia, no se permite sacar fotos del interior (celosamente guardado por varias personas, más preocupadas de que no se saquen fotos que de la indumentaria de algunas personas en un sitio, teóricamente, dedicado al culto)
En el recinto también se puede contemplar un edificio dorado; mientras el edificio blanco representa el alma, el dorado representa el cuerpo (tal vez por eso sea el edificio en el que se ubican los aseos…) Una visita que merece la pena, no tanto por la religiosidad del lugar o por su historia, sino por lo original del planteamiento (un planteamiento eminentemente turístico, no nos engañemos…)
En el recinto también se puede contemplar un edificio dorado; mientras el edificio blanco representa el alma, el dorado representa el cuerpo (tal vez por eso sea el edificio en el que se ubican los aseos…) Una visita que merece la pena, no tanto por la religiosidad del lugar o por su historia, sino por lo original del planteamiento (un planteamiento eminentemente turístico, no nos engañemos…)
Finalizada la visita al primero de mis objetivos en la zona, continué mi camino por la carretera 1208 y justo antes de llegar a la intersección con la 1211 me paré a visitar el Wat Suan Dok, que no estaba en la lista, pero ya que me lo encontré pues paré a echar un vistazo: un templo sencillo pero con encanto (como casi todos), custodiado por dos guardianes Ramayana (a ver cuándo me hago con una de estas figuras para casa, porque me encantan…), originarias de la cultura tradicional indonesia.
Al llegar al cruce con la 1211, un cartel indicando la cercanía de una cascada llamó mi atención, así que decidí cambiar de planes nuevamente y tomar el desvío a la izquierda en lugar de ir hacia la derecha como tenía pensado. El destino improvisado sobre la marcha se encuentra en una reserva natural que se ubica a unos 30Km de Chiang Rai. El camino hubiera resultado muy cómodo de no haber sido por la tremenda tromba de agua que me cayó encima a falta de unos 5Km para llegar (aunque a esas alturas ya estaba más que empapado de la lluvia fina que llevaba cayendo un buen rato…) Para colmo, cuando llegué al lugar, descubrí para mi sorpresa que la catarata en cuestión no es accesible en moto, sino que hay que andar 1,4Km por un camino boscoso (muy bonito, por otro lado) para acceder a ella. Como la lluvia había casi cesado y ya estaba allí, empapado, me puse manos (piernas) a la obra y para allá que me lancé; el camino me recordó al del río Celeste en Costa Rica…pobres zapatillas…¡cómo quedaron de barro! En algo menos de media hora llegué a la catarata en cuestión, Khunkorn: con sus 70m de caída, luego descubrí que es la mayor de cuantas se pueden ver en la región de Chiang Rai (la improvisación suele funcionar…)
Al llegar al cruce con la 1211, un cartel indicando la cercanía de una cascada llamó mi atención, así que decidí cambiar de planes nuevamente y tomar el desvío a la izquierda en lugar de ir hacia la derecha como tenía pensado. El destino improvisado sobre la marcha se encuentra en una reserva natural que se ubica a unos 30Km de Chiang Rai. El camino hubiera resultado muy cómodo de no haber sido por la tremenda tromba de agua que me cayó encima a falta de unos 5Km para llegar (aunque a esas alturas ya estaba más que empapado de la lluvia fina que llevaba cayendo un buen rato…) Para colmo, cuando llegué al lugar, descubrí para mi sorpresa que la catarata en cuestión no es accesible en moto, sino que hay que andar 1,4Km por un camino boscoso (muy bonito, por otro lado) para acceder a ella. Como la lluvia había casi cesado y ya estaba allí, empapado, me puse manos (piernas) a la obra y para allá que me lancé; el camino me recordó al del río Celeste en Costa Rica…pobres zapatillas…¡cómo quedaron de barro! En algo menos de media hora llegué a la catarata en cuestión, Khunkorn: con sus 70m de caída, luego descubrí que es la mayor de cuantas se pueden ver en la región de Chiang Rai (la improvisación suele funcionar…)
Reconfortado con la visita, mis zapatillas, el barro y yo emprendimos el camino de regreso hacia la moto, para tomar de nuevo la carretera 1211 y dirigirme al norte, hacia la Casa Negra. A unos 15Km de Chaing Rai, al borde de la carretera, descubrí el Singha Park, una especie de centro de ocio al aire libre que alberga restaurantes, cafeterías (alguna con unas vistas envidiables), camping, centro de deportes…y una figura dorada gigante – león llamado Singha en Tailandés (por supuesto lo mejor del recinto :-P)
Como para llegar a la Casa Negra hay que tomar de nuevo la autopista A1 en Chiang Rai, decidí hacer una parada técnica en el hotel para ducharme y ponerme ropa seca…¡mucho mejor para continuar la ruta! De camino a la Casa Negra, decido hacer una nueva parada en el Wat Rong Suea Ten (el Templo Azul, entrada gratuita), que me pillaba de camino y esta vez sí, estaba en la lista de visitas. El templo sigue la arquitectura tradicional tailandesa, y presenta una decoración muy cuidada. El color azul lo inunda todo, lo que le da un aire especial y único a este templo. La nota negativa fue la afluencia de visitantes chinos durante mi visita; la frontera con China se encuentra a tan solo 200Km de Chiang Rai, y eso se nota en el tipo de turismo que abarrota la ciudad. Una pena, porque el templo lo tiene todo para ser uno de esos lugares únicos en los que dejarse llevar por los pensamientos sin mirar al reloj…tal vez en otra ocasión pueda visitarlo con más calma.
Un tanto contrariado por la experiencia, decido abandonar el lugar y continuar mi camino por la autopista 1, pero no tardo en desviarme de nuevo (empiezo a pensar que no llegaré a la Casa Negra antes del cierre...): un cartel anuncia la existencia de tres templos en la cercanía, y decido explorarlos. De camino puedo ver en la distancia una gigantesca imagen de Buda sobresaliendo entre la espesura de los árboles. Pese a poner todo mi esfuerzo en localizar el templo en cuestión, finalmente me tuve que dar por vencido (el terreno no era precisamente asfaltado, lo que me llevó a pensar que tal vez ese no fuera el camino, pero sin mapas ni internet poco más podía hacer…) Después de un par de intentos por localizar al gigantesco buda preguntando a gente local, tuve que desistir de mi búsqueda (su ingles era más o menos como mi tailandés...) Me tuve que conformar con visitar el templo Wat Phrathat Chom Sak, que destaca más por las fabulosas vistas que ofrece sobre el paisaje de la región, ya que se encuentra situado en lo alto de una colina, que por el templo en sí.
Finalmente conseguí llegar a la Casa Negra (Museo Baandam) en torno a las 1630h (80 BTH, cierra a las 1700h) La Casa Negra es en realidad una colección de 40 edificios de lo más variopintos (predominando no obstante las construcciones en madera) que albergan distintas colecciones de arte...dicen. Para mí son cachivaches, huesos de animales muertos, trastos…pero para gustos supongo. Ya había leído que era una visita prescindible, pero quería convencerme por mí mismo…y ¡vaya si me convencí! En veinte minutos estaba fuera montado en mi supermoto todoterreno (al final hacia ruidos raros la pobre…) de regreso a Chiang Rai.
Aún tuve tiempo aquel día de hacer un par de visitas a algunos de los monumentos que pueblan la localidad y visitar el mercado central (destinado sobre todo a la venta de productos alimenticios para los locales) y el mercado nocturno, un mercado de ropa donde también se puede disfrutar de uno de esos “food courts” que tanto me gustan: variedad de productos en un único recinto, a precios increíbles, preparados al instante, al aire libre y con actuación musical en directo: yo cené unos rollitos de primavera (6 rollitos por 20 BTH), gambas rebozadas (6 por 40 BTH) y un plato de noodles con verdura y pollo (50 BTH), con la correspondiente cerveza tamaño maxi (620ml, 90 BTH), todo por unos 5€…¡Bienvenidos a Tailandia!
Aún tuve tiempo aquel día de hacer un par de visitas a algunos de los monumentos que pueblan la localidad y visitar el mercado central (destinado sobre todo a la venta de productos alimenticios para los locales) y el mercado nocturno, un mercado de ropa donde también se puede disfrutar de uno de esos “food courts” que tanto me gustan: variedad de productos en un único recinto, a precios increíbles, preparados al instante, al aire libre y con actuación musical en directo: yo cené unos rollitos de primavera (6 rollitos por 20 BTH), gambas rebozadas (6 por 40 BTH) y un plato de noodles con verdura y pollo (50 BTH), con la correspondiente cerveza tamaño maxi (620ml, 90 BTH), todo por unos 5€…¡Bienvenidos a Tailandia!
Día 2
Mi segundo día en Chiang Rai lo dediqué por completo a recorrer sus calles para explorar sus templos, andando en ésta ocasión; con el calor y la humedad que había la empresa resultó más dura de lo esperado.
Y hablando de templos…empecemos por el más alejado de la zona centro, en el Noroeste de la ciudad, el Wat Phra That Doi Thong (entrada gratuita), construido en los años 40, aunque sus orígenes se remontan al año 940, cuando se decidió construir un templo con el objetivo de albergar unas reliquias de Buda. Años más tarde, el rey Mangrai visitó la zona y quedó entusiasmado con el templo y con su localización (normal), decidiendo construir la ciudad de Chiang Rai en esa localización, con el templo como epicentro. El templo es un destacado lugar de meditación y oración. Estéticamente no presenta ninguna particularidad especial (al menos a ojos de un neófito en la materia como el que escribe), aunque sí unas vistas estupendas.
Justo al lado del templo se puede visitar el monumento llamado el Pilar de la Ciudad de Chiang Rai, construido en 1987 con motivo del 60 cumpleaños de su majestad el rey Bhumidol Adulyadej y los 725 años del establecimiento de la ciudad de Chiang Rai. La construcción corona la colina Chom Thong y se compone de un pilar central (cuya altura es la misma que la del rey) construido sobre una base triangular y rodeado de otros 108 pilares repartidos en seis terrazas (correspondientes a los distintos estadios necesarios para alcanzar el cielo), divididas en cinco, en referencia a los cinco grandes ríos de la antigüedad, todo ello según las creencias budistas. A mí la verdad es que no me dijo nada el monumento...
Justo al lado del templo se puede visitar el monumento llamado el Pilar de la Ciudad de Chiang Rai, construido en 1987 con motivo del 60 cumpleaños de su majestad el rey Bhumidol Adulyadej y los 725 años del establecimiento de la ciudad de Chiang Rai. La construcción corona la colina Chom Thong y se compone de un pilar central (cuya altura es la misma que la del rey) construido sobre una base triangular y rodeado de otros 108 pilares repartidos en seis terrazas (correspondientes a los distintos estadios necesarios para alcanzar el cielo), divididas en cinco, en referencia a los cinco grandes ríos de la antigüedad, todo ello según las creencias budistas. A mí la verdad es que no me dijo nada el monumento...
A escasa distancia en dirección sur se encuentra el Wat Doi Ngam Muang (entrada gratuita), el acceso al cual se realiza a través de una escalera flanqueada por dos serpientes Naga, una criatura mitológica acuática. Las puertas de entrada al recinto están decoradas con trabajados grabados en madera. El acceso al templo principal está decorado de nuevo con serpientes Naga. El interior del templo es sobrio y destaca la imponente imagen de un Buda gigante (cubierto con andamios en la fecha de mi visita). Antes el templo presumía de tener la imagen de Buda de cobre más antigua del país, pero esa figura ahora se encuentra en el cercano Wat Phra Kaew. Sin embargo, Wat Doi Ngam Muang puede presumir de seguir teniendo una de las estructuras más antiguas de cuantas se conservan en los templos de la región, y que no es otra que la estupa (o chedi) que guarda las cenizas del rey Mengrai, muerto en 1317. En honor al rey Mengrai, fundador de la ciudad, se alza un monumento frente a la estupa que guarda sus cenizas. Una estructura que recuerda a las que se pueden ver en la antigua ciudad imperial de Ayutthaya, cerca de Bangkok. Me llamó la atención la cantidad de fieles que veneraban el monumento al rey Mengrai en contraste con la soledad del templo principal (incluso tuve que abrir la puerta para entrar – después de preguntar a un monje si estaba abierto al público…)
A unos 150m hacia el Este se encuentra Wat Phra Kaew (entrada gratuita), el templo real de la ciudad y uno de los más antiguos, aunque su fecha de construcción no se sepa con exactitud, pero se cree que fue construido hacia el final del S. XIV. La importancia de este templo radica en que aquí se encontró la figura del Buda esmeralda, una de las imágenes de Buda más veneradas de todo el país, y que se guarda celosamente en el Templo del Buda esmeralda del Gran Palacio de Bangkok. La historia de la imagen del Buda esmeralda es la siguiente: aunque no se sabe con exactitud su origen, se cree que fue tallada en India hace unos 2000 años. Después de haber pasado por Sri Lanka y Camboya, la imagen llegó al Norte de Tailandia a finales del S.XIV, y a fin de conservarla, el rey decidió esconderla en el interior de un templo. Durante una tormenta ocurrida en 1354, un rayo cayó en el edificio, dañando el estuco y dejando parcialmente al descubierto la imagen, que pronto se conoció popularmente como Buda esmeralda debido a su color y a la creencia de estar hecho en ese material (en realidad es de jade verde) Cuando la capital del reino se movió a Chiang Mai, el rey ordenó trasladar la imagen a lomos de un elefante hasta la nueva ciudad, pero el elefante tenía sus propios planes y la imagen terminó en Lampang, mucho más al sur. Después de varios intentos con idéntico resultado, el rey asumió que el elefante era más listo que él y decidió dejar la imagen en Lampang. Desde entonces la imagen pasó de un templo a otro, hasta terminar en Bangkok. Hoy se puede ver una copia de la imagen original en Wat Phra Kaew, hecha en China (como no…) para conmemorar el 90 cumpleaños de la princesa madre.
El templo principal presenta una rica decoración en vivos tonos rojizos. Presidiendo se encuentra la imagen de un Buda de cobre de mayor tamaño de todo Tailandia, y uno de los mayores que se conservan del periodo Lanna. El recinto también alberga un museo sobre la cultura Lanna, que no visité…
Caminando por la calle Trairat Rd. hacia el Sur unos 500m. se llega al Wat Ming Muang (entrada gratuita), un templo de 700 años de antigüedad que llamó muy positivamente mi atención, a pesar de las obras que se están llevando a cabo en el recinto, y que acoge tres edificios: el templo principal, abierto al público, construido en madera, se erigió en honor a la madre del rey Mengrai (en el interior se pueden ver los retratos del rey y de su madre) Frente al templo principal se alza otro edifico blanco, ricamente decorado, pero en un estado de conservación lamentable (incluso la entrada es inaccesible), y al otro lado se ubica un edificio con una vistosa decoración a base de cristales de colores y espejos. Una pena no haber podido verlo en toda su plenitud, pero la visita es más que recomendable (posiblemente este sea uno de los templos menos frecuentados en Chiang Rai por los turistas…)
Volviendo sobre nuestros pasos por la Trairat Rd. unos 200m hacia el Norte, encontramos el Wat Mung Muang (entrada gratuita), templo sobre el que se cree que tiene una protección especial, ya que resultó indemne de los bombardeos ocurridos en la región durante la II Guerra Mundial. Es un templo de reciente construcción (1839) Más antigua es la estupa del recinto que alberga las reliquias de Buda.
Finalmente, caminando por la calle Uttarakit hacia el Este unos 300m se puede visitar el Wat Phra Singh (entrada gratuita), que data del año 1385, siguiendo los cánones de construcción tradicionales tailandeses de la época. El templo alberga una de las imágenes de Buda más veneradas de la región, originaria de Sri Lanka. La escalera de acceso al templo está custodiada por dos Singhas.
Finalizada la visita a los templos del centro de Chiang Rai, como aún tenía tiempo, decidí darle una nueva oportunidad al Templo azul, con la esperanza de poder disfrutarlo con más calma que el día anterior. El templo es uno de los más hermoso de la ciudad, así que las visitas de turistas son continuas y es imposible pensar en una visita “personal” como la que se puede tener en muchos de los otros recintos de la ciudad. Cuando llegué comprobé para mi desesperación que hordas de turistas chinos colapsaban el acceso; lo único bueno de los turistas chinos que viajan en grupos organizados es que suelen estar poco tiempo en los sitios, ya que solo les interesa la foto y hacer un tic en su lista de visitas, así que disfruté relajadamente del exterior del templo, y cuando las excursiones se fueron accedí al interior, donde pude disfrutar de un clima mucho más relajado, de los detalles del templo y empaparme del ambiente. Una nueva excursión de turistas chinos me echó del templo (tan pronto llegan abarrotan el lugar, el guía toma el micrófono y se acaba la tranquilidad y el ambiente de reflexión…una pena), por suerte después de haber disfrutado un rato del mismo y a tiempo para regresar al centro para abandonar la ciudad con destino a Chiang Mai.
Al margen de los templos, en el centro de Chiang Rai se puede contemplar la Torre del reloj, situada en la intersección de dos de las calles más importantes de la ciudad (Thanon Baanpa Pragarn Rd. y Jetyod Rd.), una estructura dorada con una ornamentación muy trabajada, construido en 2008 en honor al rey y usado por los locales como referencia de distancia a los distintos puntos de la ciudad. Por la noche (a las 1900, 2000 y 2100h) hay un espectáculo de luces que muestra lo mejor del reloj; y muy cerca de allí se puede visitar el monumento al rey Mengrai.
Al margen de los templos, en el centro de Chiang Rai se puede contemplar la Torre del reloj, situada en la intersección de dos de las calles más importantes de la ciudad (Thanon Baanpa Pragarn Rd. y Jetyod Rd.), una estructura dorada con una ornamentación muy trabajada, construido en 2008 en honor al rey y usado por los locales como referencia de distancia a los distintos puntos de la ciudad. Por la noche (a las 1900, 2000 y 2100h) hay un espectáculo de luces que muestra lo mejor del reloj; y muy cerca de allí se puede visitar el monumento al rey Mengrai.
Sin tiempo para más, y tras visitar de nuevo el mercado local, el caer de la tarde marca la hora en la que debo abandonar la ciudad con rumbo al siguiente destino, Chiang Mai. Pero eso os lo contaré próximamente en una nueva entrada. Una visita la de Chiang Rai que respondió a las expectativas ya que la localidad y sus alrededores tienen reclamos más que de sobra para convertirse en el destino de una escapada de un par de días para descubrir las particularidades del norte del país. Quedó pendiente la visita al triángulo dorado más al Norte, allí donde se juntan las fronteras de Tailandia, Laos y Myanmar, región por donde discurría la ruta del opio y a la que debe su nombre, principalmente por falta de tiempo, pero un día más en la zona hubiera resultado excesivo desde mi punto de vista (al menos para mis planes e intereses de viaje); tal vez en una futura visita a Laos tenga la oportunidad de acercarme a este punto de interés ;-) ¡Hasta pronto!
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