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Noruega - Tromsø, entre fiordos y auroras boreales


     Año 2017. Cuarta semana de Enero. Prácticamente recién iniciado el año llegó el primer viaje de vacaciones....o para ser fiel a la realidad debería decir el segundo, ya que el primero se produjo con el nuevo año aún desperezándose,  el que tuvo lugar del 2 al 5 de enero en Suances, Cantabria, donde M y yo disfrutamos de unos días de descanso (más que merecido...¡y necesario para lo que se nos venía encima!), disfrutando del sol, de paseos por la playa, del hermoso paisaje del litoral cantábrico y de unas temperaturas nada propias del mes de enero. Sea como fuere, en tan solo tres semanas han sucedido tantas cosas que, echando la vista atrás, ahora ese viaje a la costa cantábrica parece mucho más lejano en el tiempo: a Suances le siguió Gran Canaria (por trabajo...desafortunadamente sin tiempo esta vez para redescubrir este maravilloso y único rinconcito del Atlántico), regreso a Colonia (via Dusseldorf), viaje de trabajo a Toulouse (via Frankfurt), para regresar de nuevo a Colonia (via Munich esta vez), antes de volar a Londres (por motivos profesionales también)....de donde partí, una vez finalizada la actividad profesional que me llevó allí, en vuelo directo de la compañía Norwegian hacia Tromsø, destino del ya casi tradicional viaje invernal en busca de auroras boreales



     Como ya he escrito en alguna otra ocasión, desde que tuve la inmensa fortuna de disfrutar de este maravilloso espectáculo - de forma fugaz, eso sí, o al menos eso me pareció a mí - durante mi primera visita a la región de la Laponia finlandesa hace ya dos años (debió de ser la suerte del principiante...), el viaje se ha repetido de forma anual. Después del sabor agridulce con el que finalizó el viaje del año pasado (lo pasamos en grande...¡pero no vimos ninguna aurora boreal, que era a lo que íbamos!), me dije que tal vez éste año era momento para un descanso, o al menos de un aplazamiento hasta el mes de febrero o marzo, donde parece que hay más posibilidades de poder disfrutar de las mágicas y hechizadoras luces del Norte, pero finalmente y merced a un ¿desafortunado? error en la reserva de un apartamento que dejó a mis compañeros de viaje sin oportunidad de cancelarlo, me vi, sin buscarlo ni saberlo, envuelto de nuevo en un viaje a las tierras del norte de Europa, al Norte de Noruega esta vez, a Tromsø

     Me pasó como suele pasar con la lotería de Navidad, que se juega solo por si le toca al compañero o al vecino... y sólo de pensar que Sandra y Luismi iban a ir sí o sí y que yo podría quedarme fuera de juego ante un hipotético encuentro con las luces del Norte, decidí, de forma altruista, acompañarles...por aquello de ayudar con el inglés....¡yo soy así de generoso! 😉



     El plan para nuestra estancia de cuatro noches estaba claro: disfrutar del maravilloso entorno y los fiordos de la región, y cruzar los dedos para poder disfrutar de las auroras boreales. Las previsiones del tiempo no eran favorables en absoluto (pronóstico de lluvia todos los días y temperaturas muy suaves, más propias de la costa del norte de España que de una localidad situada a casi ¡70 grados de Latitud Norte!), así que llegamos a Tromsø un tanto escépticos (particularmente yo...) Al llegar, las previsiones se hicieron realidad: la lluvia que caía trataba de eliminar cualquier resquicio de nieve en la ciudad, tarea para la que contaba con la inestimable ayuda de unas temperaturas que rondaban los 5-6 grados positivos...el mundo al revés. Estaba claro que no superaríamos el récord de temperatura negativa fijado un año atrás en Saariselka, -30 grados. Y es que, pese a lo que yo pensaba antes de viajar a esta región, las temperaturas en la zona son por lo general muy suaves, situándose la temperatura media del mes de enero en los 2 grados negativos. Viajar para aprender...





      Tromsø se encuentra a unos 5Km del aeropuerto, y se accede a través de una curiosa carretera que discurre por un túnel que atraviesa la montaña y en cuyo interior hay ¡rotondas! Nunca lo había visto, un túnel excavado en la roca con rotondas...el GPS no funciona así que dar con la dirección correcta es cuestión de suerte (al menos la primera vez que te adentras en él, porque en el fondo el túnel sólo comunica el aeropuerto con el centro de la localidad y lo peor que puede pasarte es que salgas en el otro extremo de la misma) Para acceder a la ciudad desde el aeropuerto hay un autobús que cubre la ruta, aunque nosotros nos decantamos por alquilar un coche para movernos libremente durante nuestra estancia. Con la experiencia de años pasados, y habiendo ojeado los precios y contenidos de las excursiones ofertadas por las empresas turísticas de la zona (que rondan los 150€ mínimo por actividad y persona), el coche de alquiler era la opción mas razonable, económica y cómoda para sacarle todo el partido a nuestra estancia en Noruega, el país mas caro de cuantos he visitado hasta la fecha sin duda alguna. Por unos 270€ alquilamos en Avis un Golf automático para los cuatro días, con seguro a todo riesgo, y nos olvidamos de las excursiones organizadas...¡más o menos! Aún tuvimos que recurrir a alguna, más que para recopilar información, para cotillear...Pero no todo es caro en Noruega...en el supermercado Eide Handel A/S, en la confluencia de las carreteras 862 y 852, se puede "comer" mientras se hace la compra: salmón noruego, fruta, dulces...un autentico placer poder probar el salmón antes de comprarlo, para comprobar las bondades del producto local.



      Durante nuestra estancia en Tromsø nos alojamos en los apartamentos Viking Tromsø (180€/noche...a mí me salió mucho mas barato...¡gracias por el regalo!), los causantes de forzar el viaje...El apartamento se ubica en el centro de Tromsø, muy cerca de todos los puntos de interés, aunque Tromsø es una localidad muy pequeña y recorrerla de punta a punta no lleva más de 15-20 minutos. El apartamento tenía todo lo necesario para hacer muy agradable una estancia de tres personas (se oferta como apartamento con capacidad para cuatro personas, pero no sé como se pueden alojar cuatro personas allí...), muy amplio, con cocina totalmente equipada, dormitorio separado en la planta baja y un comedor con sofá convertible en cama. El apartamento me gustó, aunque no puedo decir lo mismo  del comportamiento del personal (o al menos de algunos de ellos, principalmente la chica rubia con la que hice el check-in): trataron de engañarnos con el tema del aparcamiento, diciéndonos a nuestra llegada que en toda la localidad de Tromsø hay que pagar para aparcar día y noche (lo cierto es que únicamente se paga de 0800 a 1700 de lunes a viernes y de 0800 a 1500 los sábados) Menos mal que no nos fiamos y decidimos explorar antes de pagar el abusivo precio del aparcamiento por día (150 NOK) Aparte, es un establecimiento descaradamente centrado en el dinero: cobran por adelantado (con una política de cancelación cuando menos dudosa, o poco clara), cobran un depósito a la entrada, amenazan con cobrar por cualquier cosa que se pueda imaginar (que si dejas el apartamento sucio, que si no reciclas bien la basura en los ¡¡¡¡ cinco !!!! cubos de distintos colores que encuentras en la cocina - y cuyo código de colores no se corresponde en absoluto al que estamos acostumbrados en el resto de Europa, por hacerlo mas complicado... ¡cada vez que echábamos algo a la basura discutíamos si el color de la bolsa era la apropiada o no!, que si no friegas los cacharros a la salida....); en definitiva, un apartamento que no vale lo que cuesta y al que no regresaría en futuras visitas (por su paupérrima gestión, no tanto por el apartamento en sí)


Un toque de sabor Español en Noruega...
       Si viajas en coche, hay unas cuantas áreas y calles convenientemente identificadas, en las que se puede aparcar y que están reguladas por parquímetros, que aceptan tanto pago con tarjeta como con monedas, lo cual resultó muy práctico y nos evitó el siempre incómodo trámite de cambiar moneda (como es habitual en los países nórdicos, todo se puede pagar con tarjeta, por pequeño que sea el importe de la compra) El importe para la primera hora de estacionamiento son 25 NOK, y a partir de ahí los precios por hora bajan. 

     Tromsø, que se encuentra en una isla, ofrece un puñado de puntos de interés en el casco urbano y alrededores, tales como: 
  • La catedral del Ártico, que curiosamente no es una catedral, construida en 1965 y que es sin duda alguna el edifico mas característico de Tromsø

  • Polaria, el acuario mas septentrional del mundo, un curioso edificio en forma de piezas de dominó apoyadas unas sobre otras.
  • La Catedral de Tromsø, ubicada en pleno centro de la localidad, tiene la particularidad de ser una de las dos únicas iglesias Noruegas construida en madera; curiosamente, la otra también se puede visitar en Tromsø.


La segunda de las catedrales construidas en madera
  • La zona del puerto, que ofrece las vistas mas generosas de la ciudad, donde se congregan numerosos restaurantes, hoteles y museos, como el museo Polar, ubicado en una antigua casa de aduanas del puerto que data de 1830 y que propone un viaje a través de los años explicando la conquista del ártico. 




  • El puente de Tromso, construcción que domina el paisaje local desde que fuera inaugurado en 1960, tiene más de un kilómetro de longitud (concretamente 1036m), con 58 vanos, siendo el central el más amplio (80m), y alzándose hasta una altura máxima de 38m sobre el mar.


  • el teleférico de Tromsø (170 NOK, http://fjellheisen.no/en/), situado en Tromsdalen (aproximadamente a un kilómetro de la Catedral del Ártico), ofrece, por lo que hemos podido imaginarnos, las mejores vistas de Tromsø desde lo alto de la montaña de Storsteinen, a 421m sobre el nivel del mar. Por desgracia no pudimos comprobarlo, ya que las nubes que inundaban el paisaje durante nuestra estancia no permitían ver mas allá de unos pocos kilómetros, y el único día que tuvimos cielos despejados el teleférico permaneció cerrado por los fuertes vientos que reinaban en la parte más alta...así que quedó pendiente para la próxima visita.

  • La biblioteca, un curioso y moderno edificio que domina la ciudad (al lado del Burguer King, para más señas)

     Orientarse en muy fácil, ya que básicamente la localidad ocupa el espacio que queda entre la montaña y el mar. Cuenta con una calle comercial peatonal, supermercados a cada paso y una cantidad exageradamente alta de peluquerías...algo que llamó nuestra atención desde el primer momento (a modo de curiosidad...) Al tener apartamento, hicimos algunas comidas en él y otras de bocadillo mientras esperábamos la aparición de las escurridizas auroras boreales (¡ni imagináis cómo sabe una tortilla de patata o unos huevos fritos con patatas acompañados de salmón noruego al regresar de una excursión!), pero también exploramos algún restaurante que llevaba mi hermana apuntado en su cuaderno de viaje. Los precios de la comida y la bebida en Tromso (en Noruega en general) son ridículamente caros: a modo de ejemplo, una cerveza de 3340-400ml cuesta entre 8 y 12€ (en un bar, dependiendo del tipo de cerveza; en el supermercado no cuesta menos de 3,4-4€), una barra de pan cuesta unos 4€, la cabeza de ajo se vende a euro, la media docena de huevos 3,5€...y así con todo. Por fortuna, el exquisito salmón noruego (nada que ver con el que se vende en España...), en comparación no sale tan caro, rondando el kilo de lomo ahumado los 30€. De entre los sitios que visitamos, me permito hacerte dos recomendaciones:
  • Huken Pub, situado en la calle Strandgata 22, ofrece unas deliciosas hamburguesas gourmet, acompañadas de patatas fritas artesanales a un precio que ronda los 185 NOK (un precio que puede parecer elevado, pero si se tiene en cuenta que un menú del Burguer King ronda los 110 NOK...), en un ambiente de lo más relajado en un local con una cuidada y personalísima decoración. Buen trato, buen servicio, muy buena cerveza, buenos precios (para tratarse de Noruega...), excelente comida...si tienes oportunidad, no dejes pasar la oportunidad de visitarlo, seguro que no te arrepientes. 
  • Ølhallen, en la calle Storgata 4 se encuentra este local, el bar más antiguo de Tromsø, y cuyo principal reclamo son los 80 tipos diferentes de cerveza que sirven. Sin obviar el carácter turístico del establecimiento, merece la pena visitarlo para degustar alguna de las muchas variedades de cerveza local que sirven en un entorno con mucha historia, la que le otorgan los 89 años que han transcurrido desde la apertura del establecimiento. La cervecera Mack (fundada en 1877), la cervecería más septentrional del planeta, encuentra en este local un buen punto de comercialización de sus numerosas variedades de cerveza.  

    Lo mejor de Tromsø, no obstante, se encuentra en la región: los fiordos. La caprichosa geografía de la zona se encuentra salpicada de montañosas islas separadas por brazos de mar, mar que se adentra tierra adentro en algunas de esas islas dando lugar a estos paisajes únicos y característicos del norte de Noruega. Resulta un auténtico placer recorrer las serpeteantes carreteras que discurren bordeando los fiordos, a escasos metros del mar, dejándose seducir por la impresionante belleza del entorno, una singular mezcla de mar y montaña. A pesar de las intermitentes lluvias que nos acompañaron durante nuestra visita y de las elevadas temperaturas, que nunca bajaron de los 2 grados y que llegaron a alcanzar los 10 grados durante nuestra última tarde de estancia en la región, pudimos disfrutar de paisajes increíbles: cascadas de agua heladas, fiordos congelados, paisajes donde la nieve se resistía a abandonar el lugar que por derecho le corresponde en estas latitudes y en ésta época del año, un mar cuyas aguas muestran colores que rivalizan con aquellos que ofrecen muchos de los mares de los mejores destinos de turismo de playa del mundo...tanto por ver, por descubrir, y tan pocas horas para disfrutarlo; en enero y en ésta región del planeta, el sol se muestra extremadamente tímido, saliendo de su "refugio" nocturno en torno a las 1000 y ocultándose de nuevo sobre las 1400, momento en el que cede su protagonismo, cuando se dan las condiciones para ello, a las auroras boreales. Pese a las desfavorables previsiones meteorológicas, el clima nos ofreció una mañana de tregua durante nuestro viaje y nos regaló unas magnificas horas de sol y cielos despejados, horas en las que pudimos disfrutar del sol que asomaba curioso entre las montañas sobre el horizonte, un sol que se mostraba dubitativo entre continuar su ascenso o iniciar el descenso, un sol que compartió, para nuestra sorpresa y extrema alegría, protagonismo con una invitada inesperada....pero esto os lo contaré más adelante.
       




Sommarøy, uno de los mejores lugares para observar auroras boreales de la región...fácil adivinar el por qué




   
   La región rebosa de sitios preciosos que esperan ser descubiertos. Mapa en mano, a la antigua usanza, nos lanzamos a recorrer kilómetros en busca de aquellos lugares que la profesional trabajadora de la oficina de turismo local había marcado en nuestro plano. Visitamos varias localidades de la vecina isla de Kvaløya, situada al Oeste de Tromsø, como Sommarøy, Trombik - un pintoresco pueblo de pescadores - o la cercana playa de Grotfjord; visitamos Oldervik al Este y recorrimos la Ruta de las Luces del Norte, la E6/E8, pasando por Ramfjord, Laksvatn, Oteren y Skibotn de camino a nuestro destino final en Finlandia, mas allá de Helligskogen, a donde llegamos en nuestra persecución siguiendo los claros de cielo que se iban abriendo a nuestro paso, preparando la búsqueda de auroras boreales de la noche, sin saber siquiera que acabaríamos atravesando la frontera finlandesa. Y es que, cuando se trata de buscar auroras, ¡no ponemos límites! Una excursión, la de ese día, desde Tromsø en Noruega hasta Kilpisjärvi en Finlandia de unos 150 Km para los que empleamos unas seis horas...y es que había tantos sitios que ver y que se iban mostrando a nuestro paso en el camino que se hacia difícil avanzar, parando a cada paso para poder sacarle toda la esencia a la experiencia. 




Carretera 862, 69,67N, 18,75E, una de mis fotos favoritas del viaje






    Pero no fueron ni la localidad de Tromsø ni los fabulosos rincones y preciosos paisajes del norte de Noruega los que nos habían llevado hasta allí. El verdadero motivo de nuestra visita se encontraba a una altura superior a los 100Km sobre nuestras cabezas, en el cielo de aquellas latitudes. La magia que rodea a este único e incomparable espectáculo de la naturaleza, las auroras boreales, y la posibilidad de poder observar una de ellas es lo que año tras año nos lleva a buscar un destino más al norte, en busca de lugares más propicios para la observación de estas perfectas sincronías de luces en la oscuridad, tan fascinantes como impredecibles, tan cautivadoras como difíciles de observar. A lo largo de estos años, desde que la primera parte del sueño que había rondado mi cabeza durante tantos años se hizo realidad en Rovaniemi (Finlandia), el deseo por repetir la experiencia y las sensaciones que experimenté hace ya dos años, en medio de aquel lago helado en Laponia, hipnotizado por las luces de colores y el baile de formas que me regaló aquella noche, no ha hecho más que aumentar. Contrariamente a lo que podría pensarse, la consecución de un sueño no ha terminado con el deseo, si no que lo ha aumentado. Como ya he escrito en otra ocasión, la condición necesaria para que las auroras se muestren es que haya un cielo tan despejado como sea posible. Las auroras se producen a una altura superior a aquella a la que se sitúan las nubes (de cualquier tipo, altas, medias o bajas), así que la ausencia de nubes medias y bajas (las mas densas, las que producen las precipitaciones) es fundamental. Las nubes altas suelen ser más delgadas, al carecer de agua en suspensión, por lo que de la misma manera que la luz de una estrella las atraviesa, una aurora boreal lo suficientemente fuerte también puede ser visible a través de nubes altas. A partir de ahí, la suerte y la actividad solar determinan si el sueño se cumple o si hay que seguir persiguiéndolo por medio mundo. Las condiciones durante nuestro viaje no eran, por lo tanto, adecuadas en absoluto para el objetivo de nuestra aventura nórdica anual, con abundancia de nubes bajas y precipitaciones. 



E8, antes de llegar a Ramfjord
De camino a Trombik
¡Totalmente integrados con los Noruegos!

Grotfjord, precioso lugar antes de llegar a Trombik
Trombik
Trombik
      Nuestra visita a la oficina de información turística de Tromsø nos trajo un halo de esperanza; una de las personas que trabajan allí nos comentó que no había muchas posibilidades de ver auroras esos días, por la existencia de nubes, pero abrió una puerta a la esperanza para el día siguiente, donde parecía podría haber una ventana de tiempo sin nubes. El secreto de la predicción meteorológica se encontraba en la web www.yr.no. La web proporciona información detallada (y a juzgar por la experiencia, muy precisa), del porcentaje de nubes (altas, medias y bajas) para la localidad seleccionada. Una información muy valiosa. En esta ocasión no presté tanta atención a la web que normalmente utilizo para comprobar los niveles de actividad solar ya que al encontrarnos tan al Norte, incluso con Kp1 se pueden llegar a observar auroras si se dan las condiciones para ello (www.aurora-service.com

      Así las cosas, al día siguiente y con toda la información en la mano, decidimos dirigirnos hacia Skibotn, localidad que aparentaba tener el menor porcentaje de nubes bajas y medias por la tarde/noche de todas las localidades con las que probé suerte en la web meteorológica. Suerte, casualidad, coincidencia...sea como fuere, salimos de Tromsø con nubes y lluvia y a los 20-30Km un claro de cielo se abrió ante nosotros, pequeño al principio, pero que fue ganando terreno con el paso del tiempo. Un maravilloso cielo azul nos acompañó durante nuestro largo viaje hacia Skibotn, no por la distancia en sí, si no mas bien por la belleza del escenario y las innumerables paradas que el paisaje y el increíble tiempo invitaban a hacer. Y fue en una de esas paradas, en torno a las 11 de la mañana, cuando disfrutábamos del sol y del paisaje de fiordos que ofrece la localidad de Ramfjord, cuando surgió la magia. A plena luz del día, mi hermana se percató de un color rosáceo en el cielo...a la incredulidad inicial le siguió el asombro: teníamos ante nuestros ojos, a plena luz del día y con el sol como testigo, ¡una aurora boreal! Los colores, aunque débiles, eran claramente visibles, y se podía incluso adivinar la trayectoria que seguía el halo de luz que acompaña al centro de la aurora, ya que el cielo ofrecía un aspecto borroso en esas zonas, como si algo se moviera. Después descubrimos que la actividad solar en esas horas se situaba en Kp5. Simplemente fascinante...no contaba con ver una aurora por la noche, así que imaginad la sensación que invadió mi cuerpo al poder disfrutar de una a plena luz del día. Indescriptible. Recuperados de la impresión, y habiendo disfrutado del espectáculo durante un rato (nunca lo suficientemente largo), las luces de colores se empeñaban en seguir con nosotros aquella mañana; decidimos emprender de nuevo el camino, y avanzamos guiados por la aurora, a la que no la perdimos de vista durante varias horas. A cada rato, al alzar la mirada a través de las ventanas del coche, allí se encontraba esa mezcla de colores que guiaba nuestra marcha, hasta que en nuestro afán por seguir la dirección en la que el cielo se mostraba más claro, nos metimos en un valle donde las montañas primero, y las nubes después, borraron cualquier rastro de esa aurora, nuestra particular estrella de oriente que guió nuestro viaje aquella mañana. 






Lo que se ve es...¡una carretera! completamente helada, eso sí.






      Con el ocaso llegamos a Skibotn, donde el cielo estaba totalmente cubierto. Decidimos desviarnos hacia el Este y justo después de atravesar la frontera finlandesa nos metimos por una vía de servicio que se abre a la izquierda hasta que encontramos una explanada en la que pasamos, ni más ni menos, que cinco horas esperando a que las luces del norte hicieran acto de presencia. Las estrellas nos indicaban que estábamos en el lugar adecuado, y aunque las nubes amenazaban con ocultar su brillo a cada paso, una porción del cielo permaneció siempre clara...pero no hubo bailes de luces, ni colores en el cielo en aquella reducida porción despejada del firmamento...tan solo los reflejos de una aurora que posiblemente se estaba produciendo por encima de las nubes y que conseguían filtrase por los huecos que dejaban éstas a su paso, dotando a algunas zonas del cielo de un color verdoso. Y es que el verde es el color predominante y mayoritario de las auroras que se producen en esta región. Decepcionados, abandonamos el lugar y regresamos a la carretera principal, donde descubrimos, para nuestra sorpresa, decenas de excursiones que habían llegado a la zona en una de las numerosas actividades organizadas que se organizan y salen diariamente de Tromsø en busca de las auroras (algunas de ellas publicitan que "persiguen" las auroras hasta Finlandia si es necesario) Y allí estábamos nosotros, en el borde entre Finlandia y Noruega, a donde habíamos llegado, por casualidad, compartiendo experiencia con decenas de personas (aunque a nosotros nos había salido bastante más barata la excursión...) Aún pudimos disfrutar de alguna aurora muy débil antes de emprender el regreso a Tromsø cuando comprobamos que el cielo estaba totalmente cubierto y no se adivinaba ni una sola estrella. 



Una aurora se insinuaba en la noche...las nubes no nos dejaron disfrutar del espectáculo


      De regreso, justo antes de llegar a Skibotn, pudimos ver varios autobuses apostados al borde de la carretera, y algunas personas enfocando los objetivos de sus cámaras al cielo (ciertamente no es el mejor lugar, al borde de una carretera por la que circulan continuamente vehículos cuyas luces deslumbran bastante y dificultan la visión clara del cielo, pero bueno, allí estaban...) Y fue al seguir la dirección en que apuntaban aquellos objetivos cuando comprobamos que frente a nosotros se mostraba un precioso baile de luces, una coreografía espontánea de luces verdes y anaranjadas de la que quisimos formar parte. En la única zona clara del cielo, la aurora se mostraba con toda su belleza; no era muy fuerte, pero ahí estaba, y era preciosa. La magia había vuelto. No tenia la belleza de aquella que vi en Rovaniemi, pero era una aurora. Y allí sí, nos quedamos hasta que la actividad cesó. Incluso esperamos un tiempo más mientras asistíamos al desfile de autobuses y furgonetas de las excursiones que emprendían el regreso a Tromsø, esperando que la espera y la paciencia tuvieran su recompensa, pero no fue así. No hubo mas luces del Norte aquella noche. Pasadas las dos de la mañana regresamos finalmente a Tromsø, una jornada larga que había tenido recompensa: aurora de día y de noche en la misma jornada...¿se puede pedir más?
      Y así es como vivimos la formación de la aurora...






       Sí, queríamos más. Aún tuvimos una nueva oportunidad de probar suerte antes de iniciar el regreso a casa. Al día siguiente la web anunciaba nubes por todas partes...difícil elegir un lugar al que ir...ante tal previsión decidimos quedarnos cerca de Tromsø antes que iniciar de nuevo el largo viaje a Finlandia, a donde se dirigían todas las excursiones aquel día (completamente llenas, según nos confirmaron en Arctic Guide Service (email tromso@arcticguideservice.no), una de las agencias que organizan excursiones y que se mostraron muy abiertos, compartiendo con nosotros el lugar al que irían, las bajas probabilidades de ver algo aquella noche e incluso las fotos de la aurora que vieron un par de días atrás, una especie de reflejo ligeramente verdoso en el cielo, únicamente visible para el objetivo de la cámara de fotos...Así las cosas nos dirigimos a Oldervik, a unos 40Km al Este de Tromsø y esperamos al final de la carretera en la más completa oscuridad (69.7710N, 19,7099E), por fortuna con unas temperaturas que rondaban los 5-7 grados (nos olvidamos el vino caliente en el apartamento - al más puro estilo alemán...) Para nuestra sorpresa, pudimos ver algunos destellos verdes en el cielo, colándose entre las nubes, muy similares a los que habíamos podido ver el día anterior muy lejos de allí. Cuando parecía que un nuevo destello se insinuaba a nuestra izquierda, vimos que algo surgía a la derecha; lo que comenzó como una pequeña aurora, perfectamente visible, fue ganando intensidad, creciendo, ocupando como por arte de magia todo el cielo sobre nosotros...y de pronto la noche se volvió amanecer y la luz de aquella formidable aurora boreal inundó el lugar. Difícil explicar el torrente de sensaciones que experimenté en ese momento. Un cielo completamente iluminado en mitad de la noche, un baile de luces sobre nuestras cabezas. Expresiones de asombro entre nosotros, de alegría, incluso incredulidad por lo que estábamos viviendo. Pura Magia. Por desgracia para nosotros, de la misma forma que llegó, se fue. En apenas cinco minutos no quedaba ni rastro de aquella sensacional aurora, la oscuridad se adueñó de nuevo del lugar y pese a nuestra esperanza de ver una nueva aurora, la espera resultó estéril. La experiencia fue excepcional, superando cualquier expectativa. El viaje ya estaba justificado con lo vivido el día anterior, pero lo de aquella noche fue la confirmación definitiva. Por fin mis compañeros de viaje habían podido disfrutar de una aurora, y yo pude rememorar las sensaciones que experimenté hace dos años. Pese a las adversas condiciones climatológicas, habíamos podido disfrutar de uno de los mayores espectáculos que la naturaleza ofrece. 

      Y así fue como vivimos el nacimiento, apogeo y ocaso de la aurora, aquella que iluminó el cielo de Noruega en plena noche:







       Después supimos por casualidad que aquellos que se aventuraron y viajaron hasta la frontera con Finlandia esa noche no vieron absolutamente nada. Tuvimos suerte, mucha suerte, y la exprimimos al máximo. 

      Con los deberes hechos y satisfechos con la experiencia, dimos por concluido el viaje. El pequeño aeropuerto de Tromsø fue testigo de la despedida del grupo: mientras yo regresaba a Colonia via Estocolmo, mis compañeros de viaje volaban a Oslo y de allí a Madrid. Solo me queda agradecer a mi hermana y a Luismi el tiempo (y algunas de las fotos) compartido en este viaje (¡un placer haber disfrutado de las maravillosas auroras en compañía!), y comenzar a pensar en el próximo destino...¿a dónde me llevaran las próximas vacaciones? Una pista: en Semana Santa M y yo visitaremos una de las civilizaciones más fascinantes de cuantas han habitado sobre este pequeño planeta, y navegaremos por un río (por parte de él, claro) cuya longitud asciende a 6700 Km. 



1 comentario:

  1. ESPECTACULARES tus cuentos. Me han servido de mucho. Gracias. Qué hermosa experiencia.

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