Recuerdo la primera vez que visite París. Corría el año 1999; mi flamante ordenador (equipado con un Pentium 486) aún funcionaba con Windows 95 (que había sido toda una revolución unos años antes…los más afortunados
disfrutaban de las virtudes del “novedoso” Windows 98 en ordenadores con una memoria mucho inferior a la que posee cualquiera de los dispositivos USB de memoria que cualquier compañía regala en la actualidad como reclamo publicitario) y el concepto
“low cost” aún no había nacido, así que embarcarse en un viaje a la capital francesa (o a cualquier lugar al que hubiera que llegar a bordo de un avión) suponía un enorme esfuerzo económico (sobre todo para un recién titulado incorporado al mundo laboral) Recuerdo que viajé con algunos compañeros de trabajo con motivo de
la feria aeronáutica de Le Bourget y pensé que, puestos a estar en la ciudad de la luz, merecía la pena hacer un sobre esfuerzo (económico) para visitar algo más que el vetusto aeropuerto situado al norte de la ciudad. Y recorrí París de Norte a Sur, de Este
a Oeste, visité Versalles y hasta me escapé a Disneyland Paris…y todo porque pensé que, tal vez, no volvería a visitar la capital del Sena de nuevo, o al menos no en muchos años…pero no fue así y tan solo tres años después, ironías de la vida, me encontré viviendo en París…¡durante varios años!
(a caballo entre Madrid y París, eso sí) Desde entonces, cada vez que visito un
lugar, por remoto que este sea (y he tenido la inmensa fortuna de visitar lugares muy remotos), pienso que seguramente en el futuro tenga la ocasión de volver a visitar ese lugar de nuevo (siempre que la visita inicial haya merecido la pena…algo que suele
ocurrir con bastante asiduidad), y espero que así sea, porque normalmente dejo algo interesante pendiente de visitar, para justificar un hipotético viaje en el futuro...
Algo parecido experimenté durante mi primera visita a la región Finlandesa de Laponia, tan solo un año atrás; y un año después me embarqué, esta vez con cinco compañeros de viaje, en un nuevo viaje a esta aislada, preciosa
y cautivadora región del norte del viejo continente, con el mismo objetivo y la ilusión renovada de todo viaje: disfrutar de una buena compañía, pasar buenos momentos y confiar en repetir fortuna con las auroras boreales (que se han convertido casi en una obsesión en mi vida desde
que tuve la enorme suerte de disfrutarlas en mi primer intento en Rovaniemi - mi viaje a Rovaniemi)
Siguiendo la misma lógica que me llevó a disfrutar de éste fantástico e inigualable fenómeno de la naturaleza que son las auroras boreales (“si la gente paga un dineral por dormir en un iglú con el techo acristalado
para ver las luces del norte…no debe ser un mal sitio para divisarlas…¡aunque sea fuera del iglú!”), me lancé a organizar un viaje a
Ivalo (sede de la empresa que mantiene actualizada la web de previsiones de actividad solar -
www.aurora-service.eu - que trata de determinar los mejores momentos para divisar auroras, y que ofrece viajes a precios desorbitados para “buscar” auroras en la región) Previa escala
en Helsinki y una vez reagrupado con mis compañeros de viaje que volaron desde Madrid, nos embarcamos en un vuelo de Norwegian rumbo a Ivalo (en torno a los 100€ el viaje de ida y vuelta, con una maleta de 20Kg facturada): servicio de una low cost con el inigualable aliciente
de poder disfrutar de conexión Wifi ¡gratuita! a 11000m de altura. Vuelo puntual y llegada al coqueto aeropuerto de Ivalo que nos recibe con gélidas temperaturas pero con todo el calor que el blanco manto que cubre el lugar puede ofrecer.
Llegando a Helsinki...nada comparable a lo que nos esperaba en Ivalo |
Rumbo a Ivalo, amanecer a 11000m de altura, y con la posibilidad de compartirlo en directo con el Wifi a bordo del avión |
-22 grados a nuestra llegada...mi anterior récord estaba en los -20, ¡así que récord superado! |
Día 1
Recogidas las maletas nos embarcamos en la Volkswagen Caravelle reservada para la ocasión (alquiler con Hertz, 650€ / cinco días, con un servicio pésimo por parte del personal de la oficina del aeropuerto, que era incapaz
de decir tan siquiera las cifras del precio del alquiler en inglés, y que terminaron cargando 30€ más de lo presupuestado en el precio del alquiler...aún estoy esperando respuesta por parte de Hertz a mi reclamación...) rumbo a Saariselkä, lugar elegido para alojarnos (apartamentos Herrenterttu, 516€ para las cinco noches) La cabaña tenia de todo (y más) para disfrutar de una estancia de lo más placentera: camas para
dormir 8 personas mínimo, cocina completamente equipada, un hermoso comedor con una estupenda chimenea, leñero, trineos, DVD, equipo de música, terraza con vistas al precioso bosque cubierto de nieve, aparcamiento privado, sauna privada…todo un lujo de alojamiento.
Por poner un pero, el aseo, que era minúsculo y resultó insuficiente para las necesidades de un grupo de 6 personas adultas. Pero por lo demás, ¡todo perfecto!
Una vez alojados y tras la pertinente sesión fotográfica en el bosque situado en la parte de atrás de la cabaña para capturar la belleza del lugar, nos dirigimos a la entrada del pueblo para retratar el característico cartel
de bienvenida que recibe a los viajeros…al más puro estilo de Las Vegas, ¡pero bastante menos concurrido y con más frío! Será por las temperaturas, pero la gente en esta región (al menos la mayoría de los que nos hemos encontrado) son bastante fríos (normal)
y hasta toscos en el trato…algo extraño y que no esperaba en absoluto por lo que había leído. El personal de la oficina de turismo (abierta solo de lunes a viernes) es un claro ejemplo de este carácter apático y distante: lejos de proporcionar información,
casi se sintieron ofendidos por tener que responder a nuestras preguntas acerca de la zona, todo después de sacarles de su particular conversación…
El día no invitaba al turismo (la temperatura había subido algo con respecto a la que nos recibió a nuestra llegada, pero con temperaturas de -15 grados y algo de aire, la sensación térmica era mucho menor), pero nos acercamos
al cercano mirador situado al Norte de Saariselkä, lugar de observación de las luces del norte y que alberga también un restaurante y una tienda de souvenirs, además de ser el punto de salida de un par de diminutas pistas de esquís con sus correspondientes
remontes. El paisaje nos cautivó al momento: los edificios cubiertos por hielo y nieve, sus formas caprichosas y el contraste formado entre la nieve y las luces que se trataban de abrir paso ocultas bajo el manto helado capturaron nuestros objetivos. Un buen lugar para tomar un almuerzo (hay sopa y plato
del día, pero nos decantamos por la tradicional hamburguesa acompañada de una buena cerveza finlandesa, a precio de restaurante de 3 tenedores…¡pero estamos en Laponia!)
Al salir, la noche se había apoderado del lugar (en ésta época del año amanece en torno a las 10:30am y el sol se pone tan sólo tres horas más tarde, aunque hay alguna hora de claridad adicional) y el viento y la nieve parecían sentirse cómodos juntos…parece que no iba a ser un buen día para observar el cielo al anochecer…así que de regreso a la cabaña, donde pasamos la tarde tranquilamente y pudimos disfrutar del entorno por la noche,
cuando la temperatura suavizo hasta los -6 grados y la nieve caía de manera copiosa sobre los que nos aventuramos a dejar el calor de la chimenea y salimos a pasear. Definitivamente habría que esperar una mejor ocasión para caer rendido al embrujo de las cautivadoras luces del norte.
Día 2
Un nuevo día amanece en Saariselkä...aunque lo de amanecer es un decir, porque el sol apenas se alza, pasea tímidamente sobre el horizonte y decide volver a desaparecer a las pocas horas hasta el día siguiente...así que ¡hay que aprovechar las horas de luz! Decidimos visitar el cercano Santa´s Resort, en Kakslauttanen, a apenas 10Km de Saariselkä en dirección Sur (www.santasresort.fi) El reclamo no podía resultar más atractivo: un recinto en el que se agrupa la casa de Santa, la torre de los elfos, el puente del oro, la casa de las celebraciones...todo invita a visitar este lugar en busca de las comparaciones con la residencia "oficial" de Santa Claus en Rovaniemi. Después de un par de intentos y de preguntar en un hotel cercano sobre la ubicación del resort, por fin damos con él; en la carretera no hay indicación alguna del mismo, y hay que tomar el desvío que indica West Village, que es el nombre que recibe el recinto y que también alberga unas cuantas cabañas e iglús con techo panorámico de cristal. Empezamos a sospechar que tal vez no hay comparación posible con el Santas Village de Rovaniemi...
Al llegar, ausencia total de coches... y por lo tanto de visitantes. La casa de Santa cerrada a cal y canto, sin anuncio alguno sobre el horario de apertura. La publicidad del lugar reza que en esta casa habita Santa con su esposa y recibe a los visitantes...pues ¡le debimos pillar haciendo la compra! La cercana casa de celebraciones también estaba cerrada, y la torre de los elfos y hasta la tienda de souvenires...definitivamente no hay comparación posible con Rovaniemi. En los días siguientes en Saariselkä descubrimos que el resort es un lugar privado y sólo se abre cuando hay celebraciones...y sólo para quienes hayan pagado (y estén invitados) a la celebración. Una decepción en toda regla...El lugar ofrece, no obstante, unas buenas vistas (como todo en ésta región finlandesa) y un puñado de curiosidades:
- El puente de Santa, un puente construido por Santa con la ayuda de sus duendes, de 50m de largo y 10m de altura.
- La torre donde habitan los duendes de Santa, muy cerca de la casa de Santa.
- Los renos de Santa, un poco abandonados los pobres...
- La casa de Santa.
- La casa de las celebraciones, anexa a la casa de Santa; pocas celebraciones durante nuestra visita...
- Y por supuesto, espectaculares lugares en los que disfrutar con trineos, montañas de nieve o simplemente contemplando el maravilloso paisaje, todo a -24 grados, ¡nuevo récord!
A la salida del recinto, en dirección a Saariselkä y antes de coger la carretera general, nos detuvimos en una granja de perros para interesarnos por las actividades de paseos en trineo. Para nuestra sorpresa (o no tanta) no había nadie en el lugar. Pudimos comprobar que los perros se encontraban en unas condiciones lamentables (apenas sin espacio para moverse, por no hablar de la "comida" que tenían preparada para ellos) Después de jugar un rato con algunos de ellos, decidimos dejar el lugar con la certeza de que no volveríamos allí para realizar el safari en trineo (ignoro el nombre de la empresa que tiene su sede allí)
Para terminar de aprovechar las horas de luz antes de regresar a la cabaña a descansar, comer y calentarnos un rato, decidimos pasar de nuevo por el mirador situado al Norte de Saariselkä y visitamos la granja de perros de la empresa husky&co (www.huskyco.fi) En cuanto llegamos al lugar, nos recibieron "echándonos" de la propiedad por que nos dijeron que el recinto aún estaba cerrado y que para reservas había que ir a su oficina en el centro de la ciudad. Al tratar de pedir información sobre las actividades y una posible visita a la granja quedó patente que no tienen ninguna voluntad de hacer amigos: antipáticos, secos y con un comportamiento que en nada ayuda (creo yo...) a su negocio. Dejamos la propiedad pero nos quedamos en la carretera para poder ver a los perros y la salida de un safari al caer la tarde que se estaba preparando, pero con la idea clara de que tampoco realizaríamos el safari de huskys con ellos. Al llegar a la cabaña y buscar referencias sobre esta empresa, parece ser que no fuimos los únicos que recibimos ese trato antipático y descortés por parte del personal...¡curiosa manera de hacer negocio!
Pasamos el resto de la tarde en nuestra acogedora cabaña, jugando un campeonato de parchís mientras hacíamos tiempo para salir a tomar una cerveza y una cena en un restaurante local. Al salir de cenar, diminutos copos de nieve habían cubierto la furgoneta con una fina capa blanca...otra noche en la que el clima no nos da tregua, y por lo tanto se esfumaron las posibilidades de buscar las luces del norte...¡quizás mañana tengamos más suerte!
Día 3
Día 3
Amanece y la nieve sigue siendo la protagonista, la invitada que nadie quiere recibir en su fiesta, pero que se empeñó en acompañarnos durante nuestra estancia y parecía que no había forma de dejarla atrás.. La nieve no había cesado de caer en toda la noche y se habían acumulado unos 5-10cm adicionales a los que ya había...Decidimos, no obstante, emprender rumbo a Inari, la aldea Sami (habitantes tradicionales de la región), situada a unos 80Km al Norte. Con la que estaba cayendo y con las carreteras sin limpiar, cuando todo invitaba a pasar el día en la cabaña de la forma más relajada posible, nos hicimos a la carretera...aunque lo de carretera es un decir porque no se distinguía fácilmente por dónde iba la carretera...los neumáticos de invierno, no obstante, son una maravilla y hacen que apenas se note diferencia al conducir en éste terreno.
Conduciendo rumbo a Inari...¡a 80-90Km/h por estas carreteras! |
Salimos de Saariselkä en dirección a Inari...¡menudo día! |
Romeo y Julia, una pareja de jabalís. Al parecer Romeo no sabe muy bien qué hacer para perpetuar la especie.. |
Algunos perros se mostraron muy tímidos; la dueña nos pidió que no nos acercásemos a ellos porque se extresan. |
La preciosa Susi, una juguetona hembra de husky siberiano |
Uno de los cachorros de zorro ártico salvados; gracias a eso hoy no "vive" en un armario |
Al terminar la visita, y después de jugar un poco con la nieve, decidimos emprender de nuevo camino a Inari, ya que el tiempo había mejorado. Al llegar a Inari ni rastro de los Sami (normal, con el frío que hacía...), así que visitamos el lago de la localidad (más tiempo para fotos, saltos, videos...), dimos una vuelta por la localidad y disfrutamos de una comida en un restaurante local.
Al más puro estilo Amundsen, explorando el lago de Inari |
De regreso a Saariselkä, tras una breve parada en Ivalo para reponer provisiones, parecía que el cielo mostraba alguna estrella que tímidamente se insinuaba sobre el claro manto celeste. A la espera de que la noche se apoderase del lugar, pasamos el tiempo jugando una partida de bolos en la coqueta bolera de Saariselkä (huelga decir quién ganó...) Decidimos probar suerte en el cercano mirador al norte de Saariselkä por la noche. Las estrellas se adivinaban de forma muy tenue; una fina capa de nubes altas cubría el cielo, pero allí permanecimos, al pie del cañón (algunos...otros prefirieron "buscar" auroras desde el calor y la comodidad de la Caravelle), esperando el momento mágico. A nuestra derecha, una excursión de Lapland safaris también esperaba, ellos sin la posibilidad de refugiarse de vez en cuando en la furgoneta. Sorprendidos, ya que si te cobran cerca de 100€ por la excursión esperábamos que al menos te llevasen a un sitio más aislado (y no a un mirador situado a unos 4-5 Km del centro de Saariselkä y al que se puede acceder incluso andando...) Tras un par de horas de espera, abandonamos el lugar, sin haber visto luz alguna, o al menos no a nuestros ojos:
Imagen del cielo estrellado, con el reflejo de las luces una población en el horizonte, por las nubes existentes. |
Día 4
La previsión anunciaba un precioso día soleado para el cuarto día de nuestra estancia en Laponia, así que decidimos reservar nuestra excursión en moto de nieve para ése día. Después de comparar y mirar algunas de las empresas que realizan éste tipo de excursiones, nos decidimos por hacerla con Wilderness Safaris Saariselka (www.nla.fi), por dos motivos fundementales: el primero es que fueron de los pocos que nos atendieron de una forma amable, correcta. Y la segunda por la posibilidad de hacer la excursión de forma privada (sólo nuestro grupo), y a un precio inferior al que ofertaban el resto de las compañías en grupos mucho más amplios (el precio por 2h de excursión en grupo es de 69€ p/p y en privado por 85€ p/p), con el aliciente añadido de poder elegir el horario de salida: las excursiones organizadas salen en torno a las 14:00h, así que la mitad del recorrido se realiza en semi oscuridad. Preferimos disfrutar de la actividad con la luz del sol, así que salimos a las 11:00am, convenientemente equipados con todo lo necesario para no acabar congelados en la experiencia.
Al poco de ponernos en marcha, el guía se detiene y saca su teléfono móvil para volverse a sacar una foto del horizonte; en la pausa nos comentó que era la primera vez que veía el sol en 2 meses. El recorrido discurre por unos paisajes de ensueño, difícil describir con palabras la belleza del lugar, aumentada por el brillo del sol y la claridad del cielo que tuvimos la inmensa suerte de disfrutar aquel día. Para muestra, unas imágenes.
A mitad del recorrido hicimos una parada para tomar un tentempié (un sandwich frío y una bebida caliente para templar) en una carpa rodeados de un paisaje de esos que se quedan grabados en la retina. Sesión de fotos y continuamos la excursión. Dos horas de recorrido por los alrededores de Saariselkä que nos encantó y nos supo a poco...¡de haber tenido algún día más seguramente hubiéramos repetido! Quedamos muy contentos, tanto con el recorrido como con la organización por parte de Wilderness Safaris Saariselkä.
Terminada la excursión, regresamos a las instalaciones de la empresa organizadora en trineo |
Satisfechos con la actividad realizada, nos dirigimos a la calle Etalärinteentie, al norte de Saariselkä y muy cerca de nuestra cabaña, para disfrutar del impresionante paisaje y de la puesta de sol, una maravilla desde aquel lugar y en aquel entorno. Disfrutamos como niños tirándonos desde los balcones de las cabañas a la nieve que se acumulaba a sus pies, saltando, brincando y riendo, disfrutando del momento y esperando que esa noche se dieran las condiciones para poder ver las auroras boreales. Exhaustos por el día vivido, nos dirigimos a la cabaña para comer y continuar con las actividades locales...
Después de la comida decidimos probar la sauna de la cabaña (¡hasta ahora no habíamos tenido tiempo!), y sólo un par de valientes nos decidimos a darnos un baño en la nieve: a -26 grados, sólo el hecho de salir a la calle en bañador y descalzo ya impone, pero ¡revolcarse por la nieve ya es para nota! La sensación de frío no fue exagerada, principalmente porque la peor parte se la llevaron los pies (¡la próxima vez salgo con calcetines!), y el calor de la sauna sirvió para recuperar la temperatura corporal después de la experiencia. Los cánones finlandeses recomiendan salir de nuevo a la calle después de la sauna...pero esa segunda salida nos la saltamos, ¡con la primera tuvimos suficiente!
Aquella noche salimos en la KV hacia los lagos situados más al norte de Ivalo para buscar las auroras. Para nuestra sorpresa, y después del maravilloso y soleado día vivido, cuando salimos de la cabaña pequeños cristales de nieve caían del cielo...decidimos seguir, con la esperanza de que fuera algo local. Encontramos un sitio estupendo para divisar las auroras, al borde de un lago y accesible desde la carretera (así que se podía esperar en la furgoneta), con total ausencia de luces de ciudades y con todo preparado para disfrutar del evento: esa podía ser la noche, así que metimos la botella de vino espumoso de diseño, de color rosa con brillantina, para brindar y celebrar que el objetivo del viaje se había logrado. Las coordenadas del lago son 68º 45' 26.90" N, 27º 27' 37.30" E.
Preparando el brindis por las auroras boreales |
Día 5
Al comienzo del recorrido |
El recorrido es precioso, y una hora es más que suficiente (en mi opinión) para disfrutar de la experiencia (y hay que decir que en este caso fue una hora completa, con la única parada del cambio de piloto y alguna otra por problemas con los perros, pero no se pierde tiempo en tomar bebidas)
Así es como terminamos... |
Terminada la excursión visitamos las instalaciones con un poco más de detenimiento y vimos que cada perro tenía su nombre en su jaula, nos explicaron cómo los entrenan y nos dijeron que cada perro está especializado para un tipo de circuito (en función de la duración del safari), así que los nuestros, en teoría, ya no trabajaban más ese día. El lugar alberga también un hotel, y al concluir nos ofrecieron un desayuno en el comedor del hotel, así que la experiencia no pudo ser más positiva.
De camino a Saariselkä tuvimos la fortuna de ver un par de renos salvajes (los alces se nos resistieron y por desgracia no vimos ninguno), hicimos un último intento por visitar la oficina de Santa en Saariselkä (tras un par de intentos días atrás, siempre la habíamos encontrado cerrada, y como había sido en fin de semana decidimos probar un día de diario), intento fallido de nuevo ya que la oficina permanecía cerrada y sin muestras de haber sido abierta en mucho tiempo; en un hotel cercano nos explicaron que pertenece al mismo dueño que el complejo de Kakslauttanen...¡así nos explicamos que nunca hubiese nadie! Tiempo para las últimas compras y a la espera de que esa noche fuera la definitiva para ver las auroras...¡era nuestra última noche en Laponia!
Vista de Saariselkä desde el mirador |
Esto es todo lo que vimos en la última noche..buenas condiciones pero ni rastro de las auroras |
Concluida nuestra estancia en Laponia sólo restaba preparar las maletas para emprender el viaje de regreso al día siguiente. El vuelo de Norwegian partió con un retraso de aproximadamente una hora, motivado al parecer por los retrasos acumulados en el aeropuerto de Helsinki debido a las condiciones climatológicas. Por fortuna los respectivos vuelos de conexión (a Madrid y Dusseldorf) nos permitieron no tener que preocuparnos en exceso por este retraso en la salida del vuelo. Sin más contratiempos llegamos a Helsinki (disfrutando de Wifi gratuito a bordo de nuevo), donde me separé del grupo, después de haber disfrutado de un vuelo muy tranquilo y con unas vistas excepcionales (como de costumbre cada vez que se vuela)
Saariselkä nos despidió con -32º |
Finalizado el primer viaje de vacaciones del año solo me queda decir que han sido unos días estupendos, días que he disfrutado como un niño en mitad de aquel paraíso de frío y nieve y que la experiencia hubiera sido simplemente (casi) perfecta de haber disfrutado del espectáculo de las luces del norte. Esta entrada se la dedico a mis compañeros de viaje, ya que sin ellos el viaje no hubiera sido lo mismo. Amigos (y hermanita), ¡ha sido una gozada haber podido disfrutar de estos días en vuestra compañía!
De regreso a Alemania, ¡hasta la próxima! |
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