Conocida como “la rosa del Norte”, Chiang Mai se ha convertido en un popular destino de vacaciones en el Norte de Tailandia gracias a su legado histórico y cultural, pero también a las actividades de turismo activo que ofrece merced a su privilegiada situación, rodeada de montañas y preciosos parajes. La ciudad dobla en población a la vecina Chiang Rai (140000 habitantes), y eso se nota. Al llegar a Chiang Rai tienes la sensación de que todo está a mano, y así es. En Chiang Mai la cosa cambia, y parece una ciudad mucho mayor que lo que la cifra de sus habitantes sugiere. Las distancias se hacen a menudo largas como para hacerlas caminando. La ciudad fue fundada por (…a estas alturas ¡ya deberías saber por quién!) el rey Mengrai en 1296, precisamente para reemplazar a Chiang Rai como capital. Un dato curioso de la ciudad es que a pesar de ser casi 50 veces más pequeña que Bangkok, Chiang Mai tiene casi tantos templos como aquella (imposible tratar de visitarlos todos, como en Chiang Rai) La principal característica de la ciudad es que posee un foso que estaba delimitado por un muro (del que aún quedan vestigios) para protegerse de los birmanos. Curiosamente el mismo concepto de ciudad que pude observar en Mandalay (Myanmar) El foso separa la ciudad vieja de la nueva (cada lado del cuadrado que forma la muralla mide algo más de 1,5Km) Decidí alojarme intramuros, con la idea de que la mayor parte de la actividad se concentraría en esa zona, pero no podía estar más equivocado; con excepción del mercado nocturno del domingo, que se realiza en la ciudad antigua, el resto de mercados y zonas comerciales y de ocio se sitúan fuera de la zona amurallada (a escasa distancia, eso sí) Como ya sucediera en Chiang Rai, la ciudad no ofrece mucho desde el punto de vista arquitectónico, al margen de los cientos de templos que pueblan su geografía.
El viaje
Concluido el tiempo de mi estancia en Chiang Rai, inicié el viaje al siguiente destino: Chiang Mai. Para ello decidí viajar con Greenbus (http://www.greenbusthailand.com/website/en/), una compañía de la que había leído en internet (pensé que era la única, pero esperando en la estación comprobé que había otra compañía que ofrecía un servicio similar: Blue) En Chiang Rai hay dos estaciones de autobuses: la terminal 1 se encuentra actualmente en construcción, así que la improvisada estación se ubica en un cercano descampado, lleno de baches y barro (el terreno ideal para andar con maletas…) La terminal 2 se encuentra fuera de la ciudad, y es la única parada del autobús en el recorrido.
Decidí darme un capricho y comprar el billete VIP (solo 7 filas, con tres asientos por fila, 265 BTH) Obviamente aparte de lo ridículo del precio para un trayecto de 3 horas, opté por este servicio por los horarios y porque es el viaje que menos tiempo emplea (el resto de los autobuses tardan 15-30 minutos más) Nada que objetar del servicio: salida puntual, autobús limpio, ofrecen agua y un snack durante el viaje, mucho espacio…todo estupendo. La cabina de los pasajeros está totalmente separada del puesto de conducción (se accede por medio de una puerta, al estilo avión) Por poner un pero, parece que el autobús andaba bastante justo de potencia porque nos pasaban todos: coches, autobuses y hasta camiones. El camino entre Chiang Rai y Chiang Mai discurre en gran parte por territorio de montaña, con lo que el camino es muy sinuoso, pero también muy entretenido para la vista.
Decidí darme un capricho y comprar el billete VIP (solo 7 filas, con tres asientos por fila, 265 BTH) Obviamente aparte de lo ridículo del precio para un trayecto de 3 horas, opté por este servicio por los horarios y porque es el viaje que menos tiempo emplea (el resto de los autobuses tardan 15-30 minutos más) Nada que objetar del servicio: salida puntual, autobús limpio, ofrecen agua y un snack durante el viaje, mucho espacio…todo estupendo. La cabina de los pasajeros está totalmente separada del puesto de conducción (se accede por medio de una puerta, al estilo avión) Por poner un pero, parece que el autobús andaba bastante justo de potencia porque nos pasaban todos: coches, autobuses y hasta camiones. El camino entre Chiang Rai y Chiang Mai discurre en gran parte por territorio de montaña, con lo que el camino es muy sinuoso, pero también muy entretenido para la vista.
Algo más de tres horas después de salir de Chiang Rai llegamos a la estación de autobuses de Chiang Mai, que está situada lejísimos del centro (más teniendo en cuenta que el aeropuerto está prácticamente dentro de la ciudad, al otro lado) Para llegar al hotel tomé un autobús colectivo que estaba vacío y me llevo hasta la puerta del hotel (50 BTH; la otra opción era un tuk-tuk por 150 BTH, pero no me cayó bien el tipo…)
El establecimiento elegido para la estancia de 5 noches fue el Somwal Boutique Hotel (25€/noche la habitación individual estándar con desayuno): la habitación ofrece un espacio más que justo para una estancia tan larga (incluso carece de armarios) El acceso a todas las habitaciones y las ventanas dan al patio de la piscina, así que resulta muy ruidoso y ofrece poca privacidad (si quieres abrir la ventana, todo el mundo que pase por ese pasillo para acceder a su habitación te verá) La conexión WiFi era generalmente buena (pude incluso ver alguna serie en streaming) aunque intermitente (a ratos no había señal) y el desayuno un tanto justo pero correcto, incluyendo un plato principal a elegir entre cuatro opciones. En la azotea tiene unas lavadoras que puedes usar tú mismo (30 BTH) y una zona de secado de ropa en la terraza cubierta allí mismo (me pareció curioso) Y la misma noche de mi llegada es cuando me di cuenta que la zona centro no es la mejor para buscar sitios para cenar: la oferta es muy occidental, y si vas buscando comida tradicional Thai o los típicos mercados de comida, lo tienes complicado en esta zona. Por delante cuatro días completos en la ciudad, con muchos planes pero nada definido.
Día 1
El día despertó de la peor manera posible: lloviendo. Un cielo grisáceo cubría la ciudad. Las previsiones meteorológicas no auguraban nada bueno para ninguno de los días de mi estancia (un inconveniente grande, ya que la mayor parte de los destinos en mi cuaderno de viaje eran parques, montañas, lugares exteriores en definitiva) Después de preguntar por las opciones para alquilar una moto en el hotel (250 BTH/día la scooter automática de 125cc), decidí alquilarla en una agencia local cercana (200 BTH/día), principalmente porque me permitían dejar la fianza en euros en lugar de BTH, y no dejar el pasaporte como fianza (no entiendo cómo la gente acepta desprenderse del pasaporte estando de viaje…) Seguía lloviendo, y como aún estaba digiriendo el atracón de templos del día anterior, decidí arriesgarme confiando en que el tiempo mejorara y me lancé a la conquista de Doi Suthep, unos 15Km al Noroeste de la ciudad. La idea era ir haciendo paradas por el camino, sin planificar, como de costumbre, dejándome llevar por la curiosidad, pero con la lluvia cayendo sobre mí y en una ciudad totalmente nueva, no me pareció lo más apropiado - de pronto perdí la curiosidad... El objetivo en Doi Suthep era visitar el Wat Phra That Doi Suthep, que se encuentra muy cerca de la cumbre, a unos 1600m de altitud. Antes de llegar allí se puede parar en varios miradores a pie de carretera (que no ofrecían muchas vistas…¡con la que estaba cayendo!) y algún que otro templo. Pese a la lluvia, decidí parar en el Wat Pha Lat o templo de la roca inclinada, un rincón que sin duda merece la pena conocer. El templo se ubica en el lugar en el que, según cuenta la leyenda, el elefante que transportaba las reliquias de Buda hizo sonar su trompa hasta en tres ocasiones. El emplazamiento es simplemente espectacular (si yo hubiera sido elefante ¡también hubiera barritado varias veces allí!) Incluso me atrevo a decir que las condiciones climatológicas del día influyeron en esta ocasión favorablemente respecto a mi opinión sobre el templo, y es que el sitio de por sí ya transmite mucha calma y tranquilidad, está rodeado de un halo de misticismo que no hace sino acrecentarse por la bruma que inundaba el lugar, el sonido del agua filtrándose entre las plantas, la sensación de templo abandonado (el musgo se ha “comido” literalmente algunas de las construcciones), el entorno…todo hace que este templo sea una de las visitas que más me han gustado de mi viaje a Chiang Mai. Uno de esos lugares que cuesta dejar…¡sensacional comienzo del día!
La serpenteante y ascendente carretera (se ascienden unos 1300m en 15Km) me condujo a través de la niebla hasta Doi Suthep, donde el sol comenzó a brillar tímidamente justo a tiempo (las nubes de lluvia habían quedado por debajo, así que la situación había mejorado considerablemente) Los accesos al templo son una autentica feria: cientos de puestos de recuerdos y de comida ocupan los últimos metros antes de llegar a la entrada del Wat, al que se accede mediante un largo tramo de escaleras flanqueadas como de costumbre por dos serpientes naga (también hay un funicular para subir, para los que así lo deseen o necesiten) Al final de las escaleras, y antes de entrar en el templo, hay que pasar por taquilla (30 BTH) El Wat está amurallado, y se accede por dos pequeñas puertas laterales que hay que cruzar descalzo (toda la visita se hace descalzo) A la izquierda del acceso se puede ver una escultura de un elefante, erigida en memoria de aquel que decidió la ubicación del templo en 1390 (en esta ocasión, según dicen el elefante emitió barritos y dió tres vueltas para marcar el lugar) Una vez dentro destaca el impresionante chedi chapado en oro que data del S. XVI. En el wiham principal se pueden observar varias figuras de Buda doradas. El recinto, aunque muy bonito es muy pequeño, así que poco más os puedo contar.
Fuera del templo se pueden ver las campanas que se usaban para llamar a monjes y fieles a la oración, y también se puede disfrutar de unas estupendas vistas sobre el valle y la ciudad de Chiang Mai. En esta ocasión, aunque la visita me gustó, no me costó mucho dejar el lugar y seguir ruta. Aprovechando la mejoría del tiempo, me lancé a visitar un pueblo de las montañas…¡maldita la hora!
En las cercanías se pueden visitar un par de pueblos tribales Hmong. El primero de ellos es muy turístico, Maeo, como atestiguan los numerosos anuncios que lo promocionan. Es el primero que se encuentra desde Wat Phrat Doi Suthep, a unos 8Km. Yo me decidí por visitar el más alejado, a unos 15Km, Khun Chankian. De camino pude visitar las ruinas de Sanku, unas ruinas de un antiguo chedi construido hace unos 700 años, aunque en sus terrenos se han encontrado restos mucho más antiguos, datados en el S.XIII A.C.
El camino hacia el pueblo tribal es simplemente horrible: lejos de estar asfaltado, el terreno es una mezcla de arena y grava, todo ello sembrado de grandes socavones, curvas imposibles y pendientes extremas. Cada 100m recorridos por ese camino eran un triunfo completo; apenas se pueden pasar los 15Km/h, así que os podéis imaginar…Los kilómetros parecen no avanzar, y ciertamente el camino se hace muy pesado…finalmente conseguí llegar a mi destino, y el resultado no pudo ser más decepcionante. Nada que ver: tan solo un poblado en la montaña, con sus tradicionales casas de madera y chapa, y la gente haciendo su vida normal por allí. No era exactamente lo que esperaba encontrar por allí (aunque tampoco sé lo que esperaba encontrar), pero la visita me deparó alguna imagen curiosa, experiencias y un momento de diversión jugando con un grupo de cachorrines (a punto estuve de traer uno :-))
El camino hacia el pueblo tribal es simplemente horrible: lejos de estar asfaltado, el terreno es una mezcla de arena y grava, todo ello sembrado de grandes socavones, curvas imposibles y pendientes extremas. Cada 100m recorridos por ese camino eran un triunfo completo; apenas se pueden pasar los 15Km/h, así que os podéis imaginar…Los kilómetros parecen no avanzar, y ciertamente el camino se hace muy pesado…finalmente conseguí llegar a mi destino, y el resultado no pudo ser más decepcionante. Nada que ver: tan solo un poblado en la montaña, con sus tradicionales casas de madera y chapa, y la gente haciendo su vida normal por allí. No era exactamente lo que esperaba encontrar por allí (aunque tampoco sé lo que esperaba encontrar), pero la visita me deparó alguna imagen curiosa, experiencias y un momento de diversión jugando con un grupo de cachorrines (a punto estuve de traer uno :-))
Un poco contrariado por la visita y el tiempo invertido, decido regresar sin más demora para continuar con mi plan para ese día (un plan que no era plan, porque el día se iba haciendo a sí mismo poco a poco) Y entonces sucedió ...(mamá, esto no lo leas que no es interesante, vete a las fotos de abajo que verás que bonitas son…:-)) A mitad del camino de bajada, en una de esas pendientes imposibles con grava y curvas de 180 grados, la rueda delantera de mi scooter decidió ir a su aire (que no era precisamente por donde yo quería ir…) Como resultado me encontré en mitad de una carretera de Tailandia, en mitad de la montaña, totalmente solo y con las manos, pies y rodillas cubiertas de sangre..¡vaya panorama! Fue más el susto que el resultado, porque iba a escasa velocidad, pero claro, con chanclas y pantalón corto (por suerte llevaba puesta una chaqueta, que evitó males mayores en los brazos y hombros) la caída resultó muy aparatosa. Recuperado del susto (y algo más…), me puse en marcha y conseguí llegar de nuevo a Wat Phrat Doi Suthep, donde me atendieron en algo parecido a un centro de salud para curar las heridas, y donde me percaté que además tenía una fuerte contusión en el pecho que me impedía acostarme o respirar profundamente…en fin, gajes del oficio. Pero este pequeño contratiempo no iba a cambiar mis planes, así que con más vendas que una momia y con alguna que otra molestia (…) proseguí con mi viaje; justo antes de salir del parque hice una parada en la cascada de Huaykeaw, un pequeño salto en el que es posible bañarse (pero en mi estado…preferí dejarlo para otro momento...)
Desde allí me dirigí al Wat Umong o templo de la cueva, que se encuentra en las faldas del monte Suthep, pero en otra dirección. El entorno en el que se encuentra el templo es precioso, rodeado de naturaleza y lagos naturales. El templo data de la época de esplendor del reino Lanna a finales del S. XIII, y destaca la enorme estupa central que se ubica sobre un conjunto de cuevas que dan nombre al recinto. El complejo es un importante centro de retiro espiritual, debido, supongo, a la tranquilidad que se respira en ese entorno natural. En el recinto se puede observar una réplica del pilar Ashoka de India, así como el bosque de los árboles que hablan (tienen carteles con proverbios budistas), o el jardín de los budas, con numerosas cabezas distribuidas por el suelo.
Después de pasar un buen rato por allí, empapándome del ambiente y charlando con algunos monjes que se interesaron por mis vendajes, al caer la tarde me dirigí finalmente hacia el hotel. Tuve tiempo para practicar mis dotes de enfermero en la habitación y finalizar el día con la visita al mercado central de Kalare, situado en Tambon Chang Moi, justo enfrente del bazar nocturno,el típico mercado de artículos locales que también alberga un food court, el lugar ideal para terminar en día un tanto accidentado. El mercado abre todos los días, y parece ser el epicentro de la actividad turística de la zona. Se ubica fuera de la zona amurallada, a unos 600-700m. Los viernes parece que se pueden ver combates de Muay Thai gratis – yo había leído que eran a las 2100; llegué al mercado en torno a las 2000h y ya no había nada. Como ver a gente pegándose tampoco es una cosa que me apasione, no me llevé un gran disgusto, la verdad.
Después de pasar un buen rato por allí, empapándome del ambiente y charlando con algunos monjes que se interesaron por mis vendajes, al caer la tarde me dirigí finalmente hacia el hotel. Tuve tiempo para practicar mis dotes de enfermero en la habitación y finalizar el día con la visita al mercado central de Kalare, situado en Tambon Chang Moi, justo enfrente del bazar nocturno,el típico mercado de artículos locales que también alberga un food court, el lugar ideal para terminar en día un tanto accidentado. El mercado abre todos los días, y parece ser el epicentro de la actividad turística de la zona. Se ubica fuera de la zona amurallada, a unos 600-700m. Los viernes parece que se pueden ver combates de Muay Thai gratis – yo había leído que eran a las 2100; llegué al mercado en torno a las 2000h y ya no había nada. Como ver a gente pegándose tampoco es una cosa que me apasione, no me llevé un gran disgusto, la verdad.
Día 2
Con el cuerpo dolorido, decidí tomarme el día con algo más de calma…el plan era visitar un par de sitios al Este de Chiang Mai, en teoría un par de esas visitas curiosas. Era sábado, y se ve que el sábado es el día que los policías trabajan...nada más salir del hotel me encontré con un control de documentación, y en ese momento me acordé del amable y dispuesto funcionario de la DGT de Palencia que a principios de Agosto, y con la oficina completamente vacía, se negó a atenderme para tramitar la licencia internacional porque no había solicitado cita previa, cita que por otro lado intenté conseguir pero que solo me ofrecían dos semanas después, cuando ya estaría de regreso en Alemania...¡qué decir a estas alturas de la administración española! En fin, que me pusieron una multa de 500 BTH por no tener la licencia internacional (al menos me dijeron que el pago era válido durante tres días, suficientes para completar mi estancia en la zona) Antes de salir de la ciudad tuve que parar de nuevo en otro control, tan solo diez minutos después, donde mostré orgulloso mi recién pagada multa y me dejaron seguir, después de mostrarme la mejor de sus sonrisas. Cuando conseguí salir de la ciudad, me dirigí a la cercana localidad de Borsang (a unos 15m de Chiang Mai), conocida por ser el sitio en el que se fabrican las tradicionales sombrillas tailandesas. En el centro de artesanía, además de una tienda donde se pueden comprar todo tipo de sombrillas y abanicos, se pueden visitar las instalaciones en las que se fabrican estos típicos artículos de regalo, de forma totalmente artesanal. Ni que decir tiene que acabé comprando una pequeña sombrilla (ya compré una más grande en algún viaje anterior a Tailandia, pero después de la mudanza de primeros de este año no recuerdo muy bien donde puede estar…) Una visita breve pero curiosa.
Desde allí me dirigí a otro de esos sitios curiosos: a unos 35-40Km de Chiang Mai se encuentran las aguas termales de Sankampaeng (100 BTH, más 20 BTH por el aparcamiento) El hecho de que en una zona tropical haya aguas termales atrajo mi curiosidad, y ahí me planté a comprobar cómo era aquello. El recinto ofrece la posibilidad de disfrutar de baños en aguas termales (de pago) Por el recinto discurre un canal de agua donde es posible meter los pies, y cuya temperatura está indicada con carteles (desde los 50 grados en la zona más cercana al origen del canal, hasta los 30 grados en la zona más alejada) En el recinto también hay un par de géiseres (artificiales), muy fotogénicos, pero al no ser naturales no dejan de ser más que un par de chorros de agua caliente que se lanza en vertical. La actividad más famosa es sin duda cocer huevos en las aguas termales, una actividad con la que los locales parecen pasárselo bomba. Por 40 BTH puedes comprar una cesta con 3 huevos que puedes dejar sumergidos en el agua para cocerlos. El cartel con las instrucciones reza que para huevos poco hechos hay que dejar las cestas sumergidas unos 2-3 minutos; para huevos medios, unos 6-8 minutos, y para huevos muy hechos entre 10-15 minutos. Con mi cestita de huevos, cual local, decidí esperar 8 minutos antes de probar suerte: el primer huevo se fue lamentablemente directo a la basura (solo faltaba que hubiera salido el pollito en modo sauna…) Los volví a meter unos 10 minutos más, y al final más que comerlos prácticamente los tuve que beber…un pequeño timo (me pregunto cuánto tiempo tardarán en hacerse unos huevos cocidos de verdad en las aguas geotérmicas de Islandia, por ejemplo)
Disfrutada la experiencia de comer (o beber) huevos preparados con aguas termales en Tailandia, me dirigí hacia Muang on cave (30 BTH el acceso, 10 BTH el aparcamiento), posiblemente uno de los sitios más originales e impactantes de cuantos pude disfrutar en mi viaje. El acceso no está muy bien indicado (aunque con google maps es todo mucho más sencillo hoy en día) El acceso a la cueva se realiza subiendo una escalera de unos 200 peldaños, custodiada por serpientes naga en sus bordes. En el acceso a la cueva ofrecen la posibilidad de alquilar linternas para la visita, pero no hacen falta en absoluto ya que la cueva está bastante iluminada. El acceso a la cueva se realiza por una pequeña abertura en la roca mediante unas escaleras que conducen, unos 15m más abajo, a la primera de las magníficas galerías que componen este templo. El acceso es muy estrecho (un tramo de las escaleras hay que pasarlo prácticamente reptando, porque no hay altura para más) En la primera galería se pueden ver algunos templos creados para los fieles, más frecuentados de lo que cabría esperar teniendo en cuenta dónde se encuentran. La vista es impactante, pero ¡esto es solo el principio!
El plato fuerte de la visita se encuentra en una cueva inferior (a unos 40-50m de profundidad), a la que se accede a través de un tramo de pronunciadas escaleras; una vez allí simplemente me quede atónito ante la visión. Dos enormes figuras de buda (uno tumbado y otro sentado), junto con una estalactita (o estalagmita….las que nacen del suelo, siempre las confundo) convertida en estupa. Simplemente fascinante. Todo ello en una enorme gruta situada a muchos metros de profundidad (cuando visito estos sitios siempre me pregunto cómo fueron descubiertos, porque el acceso se realiza por un pequeño orificio situado en mitad de una montaña - hoy hay escaleras, pero se supone que no estuvieron siempre allí) Sea como fuere, el lugar es de esos que cautivan, que hechizan. Uno de esos lugares únicos que merece la pena visitar si estás en la zona.
Escalera de acceso a Muang on Cave |
El plato fuerte de la visita se encuentra en una cueva inferior (a unos 40-50m de profundidad), a la que se accede a través de un tramo de pronunciadas escaleras; una vez allí simplemente me quede atónito ante la visión. Dos enormes figuras de buda (uno tumbado y otro sentado), junto con una estalactita (o estalagmita….las que nacen del suelo, siempre las confundo) convertida en estupa. Simplemente fascinante. Todo ello en una enorme gruta situada a muchos metros de profundidad (cuando visito estos sitios siempre me pregunto cómo fueron descubiertos, porque el acceso se realiza por un pequeño orificio situado en mitad de una montaña - hoy hay escaleras, pero se supone que no estuvieron siempre allí) Sea como fuere, el lugar es de esos que cautivan, que hechizan. Uno de esos lugares únicos que merece la pena visitar si estás en la zona.
Al salir de la cueva me llamó la atención el siguiente cartel:
Y ya que estaba allí, y sin tener ni idea de lo que me encontraría, decidí explorar y subir a descubrir la estupa Tune Jai Buda. La estupa en cuestión se ubica en lo alto de la montaña, y hay que subir la friolera de 696 escalones para acceder a ella. En la cima simplemente hay un pequeño templo (que me aventuro a pensar que no mucha gente frecuenta), y unas vistas soberbias del entorno, eso sí. Entre el calor, la humedad y mi dañada costilla mandándome mensajes de que ese no era el camino para su recuperación, yo personalmente llegué agotado. Sinceramente, podría haber prescindido de la visita por el esfuerzo que requiere (pero una vez iniciado el ascenso, y aún sin saber cuánto de lejos estaba el templo en cuestión, la curiosidad no me dejó dar la vuelta para regresar sin llegar a mi objetivo...¡menudo momento y lugar para recuperar la curiosidad!)
Casi 1000 escalones después me reencontré con mi moto para seguir mi visita por la zona. De regreso hacia Chiang Mai visité un templo que se encuentra en el acceso a Muang on Cave (Wat Tham Muang On), donde lo más sobresaliente es la enorme representación de Buda que se alza en mitad del campo, y los templos de Sankampaeng, que se encontraban cerrados, así que la visita fue rápida. El exterior de estos templos es muy atractivo visualmente, con ricos colores y mosaicos adornando el exterior de la entrada principal.
Antes de regresar al hotel, decidí acercarme a Lamphun, que no estaba en la lista de visitas, pero que decidí incluir con mucho acierto (o suerte) El templo más importante de la ciudad es el Wat Phra That Haripunchai, cuyo chedi central, coronado por un parasol de oro, data de finales del S. IX. El recinto alberga un pabellón abierto donde se aloja, supuestamente, el gong más grande del mundo. El templo es un importante centro de meditación y tuve la suerte de asistir a los rezos de la tarde. El templo reúne todos los elementos para justificar una visita, visita que no defrauda en absoluto.
Aquella noche decidí acércame al mercado de los sábados (en Tambon Hay Ya), muy cerca del hotel. El mercado es gigantesco, con todo lo esperado: productos locales, de artesanía, de comida…no estuve mucho tiempo allí: la multitud de gente que había y la imposibilidad de encontrar un sitio en el que cenar tranquilamente sentado me llevaron a abandonar el lugar y buscar una alternativa más tranquila para finalizar aquel día, que resultó ser, una vez más, mucho más activo de lo que había planeado en un principio.
Día 3
Después de haber estado pendiente de la previsión del tiempo desde mi llegada a Chaing Mai, con el objetivo de reservar la visita estrella para aquel día para el cual la previsión fuera más benévola, finalmente me decidí a visitar Doi Inthanon aquel tercer día de estancia en Chiang Mai. Al salir del hotel de nuevo me encontré con un control de documentación, mostré mi multa del día anterior y me dejaron seguir sin problemas. El Parque Nacional Doi Inthanon (300 BTH para extranjeros, 20 BTH por acceder en moto) alberga la montaña más alta del país, amén de numerosos rincones naturales y templos que bien merecen el esfuerzo de desplazarse hasta allí (esfuerzo mayor si se hace sobre una moto de 125cc) La entrada al parque se sitúa a unos 65Km de Chiang Mai (por autopista - autopista tailandesa, eso sí - así que la carretera es más o menos buena), y desde la entrada del parque hasta la cima aún hay otros 45Km (también de una muy buena carretera) El acceso desde Chiang Mai es muy sencillo, ya que está muy bien indicado y solo hay que utilizar dos carreteras: la 108 (que nace directamente en la esquina noroeste de la zona amurallada de la ciudad antigua), y la 1009 para acceder al parque.
El día lucía espectacular, y ante la duda de subir al principio para luego bajar visitando las cataratas y lugares de interés o hacerlo al revés, decidí ir parando en los sitios a medida que me los iba encontrando a mi paso (posiblemente la opción correcta hubiera sido haberlo hecho al revés, en vista de cómo transcurrió el día – sobre todo las últimas horas, cuando la niebla se apoderó de la cumbre de la montaña)
Antes de acceder al parque tomé el desvío para ir a uno de los objetivos marcados, la catarata Mae Ya (hay que desviarse unos 16Km por otra carretera, pero el camino está en muy buen estado y el desvío merece la pena), posiblemente el mayor salto de agua que ofrece Tailandia; con una altura de 250m, el espectáculo que ofrece esta catarata es simplemente indescriptible. Para acceder a ella hay que recorrer unos 600m de camino desde el aparcamiento. Antes de llegar hay una zona con mesas y sillas que para mi sorpresa, a pesar de ser un precioso día soleado y festivo, nadie ocupaba. De pronto, como suele suceder con todas las cosas grandes, la imagen del fantástico salto de agua se va descubriendo ante mis incrédulos ojos. El entorno es simplemente espectacular, precioso, fantástico…el agua se desliza sobre las rocas tratando de cubrir toda su superficie. Las imágenes, como suele suceder en este tipo de espacios, no le hacen justicia al lugar. Uno de esos sitios de los que cuesta despegarse; tenía la sensación de haber disfrutado del plato fuerte del día justo al comienzo. Después de haber disfrutado un buen rato del espectáculo y de haber hecho unas cuantas fotos, con la intención de que alguna captara mínimamente la belleza del lugar, me resigné a abandonar el lugar, echando en un par de ocasiones la vista atrás, tratando de capturar ese momento en mi memoria, ¡qué preciosidad de lugar!
De regreso a la entrada al parque y tras pasar el primer punto de control (donde se puede comprar la entrada de acceso al parque, o mostrar el resguardo si ésta se ha adquirido en Mae Ya), enseguida me encontré con la catarata Mae Klang, un bonito salto, pero en ningún modo comparable al que acababa de disfrutar. La cascada está a apenas 100m del aparcamiento y bien merece la pena una visita.
Justo a la salida de Mae Klang se encuentra un precioso y colorido templo budista, puerta de entrada al Parque Doi Inthanon. A partir de éste punto el camino comienza su ascenso, un ascenso que no concluirá hasta haber alcanzado la cota de los 2565m unos 40Km después. Por el camino aún decidí visitar un par de cataratas que prácticamente te encuentras de camino (sin necesidad de desviarse de de la carretera principal), como Wachirathan y Sirithan.
Pero no todo son cataratas y hermosos parajes naturales. En las faldas de Doi Inthanon se ubican numerosos pueblos tribales; estas comunidades acostumbraban a realizar prácticas que dañaban enormemente el entorno del parque; afortunadamente en los últimos años el gobierno ha puesto freno a estas actividades y estas comunidades sobreviven ahora gracias al cultivo, entre otros, de arroz. Estos cultivos se pueden ver desde varios puntos en el ascenso a la cima de Doi Inthanon, una práctica muy especial ya que es la única zona del país en la que el arroz se cultiva en escalones (muy similar a los arrozales de Bali, aunque ciertamente menos espectaculares); en visto de esto, la verdad es que la visita al pueblo tribal de las montañas de un par de días atrás me sobró por completo: a éste pueblo se accede fácilmente, las carreteras están bien preparadas y ofrecen lo mismo que aquella otra visita.
A éstas alturas del día la verdad es que estaba encantado: el día era espléndido y las visitas que estaba realizando me estaban entusiasmando; en teoría aún quedaba uno de los platos fuertes, que era la visita a las pagodas gemelas que se alzan cerca de la cima de Doi Inthanon. El lado negativo es que las horas pasaban demasiado deprisa y las nubes comenzaban a cubrir el cielo, nubes cuyo amenazador aspecto iba aumentando conforme progresaba en mi ascenso. Así que, una vez pasado el segundo punto de control, decidí dirigirme sin más demora hacia la cima de la montaña, dejando para la bajada la visita a alguna otra cascada a las que se accede por la carretera que se abre a la izquierda justo después de pasar el punto de control. Mi scooter no daba más de sí, y a pleno gas apenas alcanzaba los 40 Km/h; las ganas de llegar, las nubes amenazando con arruinar un día hasta entonces perfecto, la velocidad limitada…todo contribuía a hacer que los últimos kilómetros se hicieran un poco largos. Decidí dar un respiro al cansado motor en un par de ocasiones (después de la caída ya ¡sólo me faltaba sufrir una avería a más de 100Km de Chiang Mai!), paradas que aproveche para equiparme con una chaqueta ya que con la altura, el descenso de la temperatura se iba notando. A unos 8Km de la cima al fin acerté a divisar al fondo la inconfundible silueta de las dos pagodas que dan fama al complejo, y cuya foto iba buscando casi de forma obsesiva (la imagen de las dos pagodas tomadas desde lo alto, con las vistas del valle abriéndose a sus pies) Pasé de largo el acceso a las pagodas, en busca de un mirador que me ofreciera la vista que iba buscando (que no podría ser igual por las nubes que se habían apoderado de la tarde), pero lo siguiente que me encontré fue el final de la carretera, en la cima de Doi Inthanon, el punto más alto de Tailandia. El lugar ofrece poco que ver/hacer: tan solo un cartel anuncia el hito de la escalada al punto mas alto del país (al que contrariamente a lo que se pueda pensar se llega fácilmente por carretera)
A éstas alturas del día la verdad es que estaba encantado: el día era espléndido y las visitas que estaba realizando me estaban entusiasmando; en teoría aún quedaba uno de los platos fuertes, que era la visita a las pagodas gemelas que se alzan cerca de la cima de Doi Inthanon. El lado negativo es que las horas pasaban demasiado deprisa y las nubes comenzaban a cubrir el cielo, nubes cuyo amenazador aspecto iba aumentando conforme progresaba en mi ascenso. Así que, una vez pasado el segundo punto de control, decidí dirigirme sin más demora hacia la cima de la montaña, dejando para la bajada la visita a alguna otra cascada a las que se accede por la carretera que se abre a la izquierda justo después de pasar el punto de control. Mi scooter no daba más de sí, y a pleno gas apenas alcanzaba los 40 Km/h; las ganas de llegar, las nubes amenazando con arruinar un día hasta entonces perfecto, la velocidad limitada…todo contribuía a hacer que los últimos kilómetros se hicieran un poco largos. Decidí dar un respiro al cansado motor en un par de ocasiones (después de la caída ya ¡sólo me faltaba sufrir una avería a más de 100Km de Chiang Mai!), paradas que aproveche para equiparme con una chaqueta ya que con la altura, el descenso de la temperatura se iba notando. A unos 8Km de la cima al fin acerté a divisar al fondo la inconfundible silueta de las dos pagodas que dan fama al complejo, y cuya foto iba buscando casi de forma obsesiva (la imagen de las dos pagodas tomadas desde lo alto, con las vistas del valle abriéndose a sus pies) Pasé de largo el acceso a las pagodas, en busca de un mirador que me ofreciera la vista que iba buscando (que no podría ser igual por las nubes que se habían apoderado de la tarde), pero lo siguiente que me encontré fue el final de la carretera, en la cima de Doi Inthanon, el punto más alto de Tailandia. El lugar ofrece poco que ver/hacer: tan solo un cartel anuncia el hito de la escalada al punto mas alto del país (al que contrariamente a lo que se pueda pensar se llega fácilmente por carretera)
Después de haber peguntado a un par de viajeros por la imagen que estaba buscando y su desconocimiento total de la misma, decidí abandonar la cima (estábamos a 17 grados, así que tampoco el lugar ideal para pasar horas y horas en pantalón corto y chanclas - en el supuesto de que hubiera habido algo más que hacer allí), y me dirigí a las pagodas gemelas (40 BTH, entrada no incluida en la entrada general al parque) Vaya por delante que no conseguí disfrutar de la vista que me había llevado hasta allí (después de visitar el lugar, concluí que o bien se había hecho con un dron desde el aire o desde una de las cercanas colinas cuyo acceso se encuentra ahora cerrado - accesos protegidos por alambres de espino que no invitan a aventuras...) Pese a todo, el lugar es uno de los más bonitos y fotogénicos que se pueden encontrar en la zona. Las dos pagodas "gemelas" se alzan sobre sendos montículos, rodeados de preciosos jardines que se encontraban en plena floración. Un placer para la vista sin ninguna duda. Aproveché los paréntesis entre las multitudinarias visitas de turistas chinos que sin ningún respeto pisotearon flores y jardines, en busca de su mejor foto (los que vengan después que se aguanten, deben pensar...) para disfrutar del lugar con calma, alejado de esas multitudes, descubriendo los jardines...el objetivo hubiera sido disfrutar de la puesta de sol desde aquel paradisíaco lugar, pero la niebla que cubría las pagodas de forma intermitente invitaba a pensar que no iba a ser el día de la puesta de sol desde aquel lugar, así que una vez hube disfrutado de la visita, con toda la calma del mundo, emprendí lentamente el camino de descenso, en busca de aquellas visitas que habían quedado pendientes por la mañana.
En el camino de descenso y antes de emprender el regreso hacia Chiang Mai, visité las cataratas de Huai Sai Lueang y Mae Pan (un salto de unos 100m de altura, cuyo acceso es complicado, a través de un camino de montaña muy poco transitado que transcurre entre precipicios y caminos rocosos - en ocasiones me pregunté si el camino era el correcto, ya que era muy complicado e imagino que mucha gente directamente se de la vuelta a los 50m ante la ausencia total de indicaciones y la apariencia de ir hacia ninguna parte) entre otras. Después de haber corregido mi rumbo en un par de ocasiones (por la noche en aquellas carreteras me despisté en un par de ocasiones, hasta que conseguí dar con la carretera de regreso a Chiang Mai), emprendí el regreso a Chiang Mai.
Al regresar a Chiang Mai, bien entrada la noche, me pasé por el cercano Mercado de los domingos, situado en la antigua ciudad y muy cerca del hotel, y que básicamente ofrece lo mismo que el resto de los mercados, pero en esta ocasión, tal vez por ser domingo, o tal vez porque era tarde, con mucha menos gente. Los templos de la Rachadamnoen Rd en la que se celebra el mercado, se convierten en improvisados recintos donde poder degustar alguna de las especialidades locales en un ambiente de lo más único y singular, rodeado de estupas doradas e imágenes de buda. Una experiencia sin duda curiosa y que me gustó haber podido disfrutar (las imágenes corresponden al Wat Phan On).
Día 4
Mi último día completo en Chiang Mai lo dediqué a explorar la ciudad y descubrir algunos de sus numerosos templos. Aún disponía de moto, circunstancia que aproveché tanto como pude. Como ya he comentado, Chiang Mai dispone de un incontable número de templos budistas, así que me limité a visitar aquellos que por una razón u otra, llamaron mi atención (algunos de ellos los descubrí a pie de calle, simplemente andado por ahí sin rumbo fijo, y otros los descubrí gracias a los consejos de mi guía de viajes) De entre los templos que visité, me permito destacar los siguientes:
- Wat Lok Molee, situado al norte del recinto amurallado, este templo llamó mi atención por la curiosa mezcla que ofrece, con el templo tradicional de teca acompañado por una de las estupas más antiguas de la ciudad (S. XIV) El acceso está guardado por un par de enormes elefantes, y además de las construcciones (impresionantes por sí mismas), el recinto ofrece preciosos jardines. Es una de las visitas a los templos que más me gustó de todos cuantos vi, con el aliciente de ser un templo relativamente poco conocido y por lo tanto poco frecuentado.
- Wat Chiang Yuen: Situado a unos 500m del Wat Lok Molee, se cree que es uno de los templos más antiguos de la ciudad, aunque la fecha de su construcción no se conoce con exactitud. Fue un templo de referencia durante el periodo Lana; la estructura más llamativa es el chedi, con esculturas de elefantes adornando la base.
- Wat Umong Mahathera Chan: pequeño templo situado intramuros que destaca por tener algunas de las estupas más antiguas de la ciudad.
- Wat Chediluang Worawihan: (entrada 40 BTH para extranjeros) En el recinto se pueden visitar varios lugares de interés:por un lado está el edificio que alberga el pilar de la ciudad de Chaing Mai (mucho más ornamentado y cuidado que el de la vecina Chiang Rai) En teoría, en el interior del templo está el lugar en el que un rayo mató al rey Mengrai en 1317 (aunque no dí con el lugar en cuestión...) La construcción más notable sin duda son los restos del antiguo chedi, que llegó a medir 90m. de alto, pero que resultó gravemente dañado por un terremoto sucedido en 1465. Una visita más que recomendable.
- Wat Phra Singh: (entrada 20 BTH para extranjeros) Se trata del templo más grande de Chiang Mai y cuya construcción data de 1345. En la parte de atrás del templo se encuentra lo más llamativo del recinto, el conjunto de estupas doradas.
- Wat Phan Tao, un bonito templo de teca justo al lado de Wat Phra Singh, que descubrí mientras escapaba de una excursión de turistas que entraba en Wat Phra Singh, a la espera de que se fueran para poder disfrutar del recinto con más calma. Un templo tradicional muy poco frecuentado y que se encuentra en muy buen estado de conservación.
- Wat Khuan Khama: bonito templo situado al norte del recinto amurallado, cuya principal característica es el enorme buda sentado que preside la entrada al recinto.
Al margen de los templos, dentro de la ciudad amurallada se puede visitar el jardín de terracota (una cafetería en realidad), o visitar el sencillo monumento a los tres reyes (he de reconocer que me acerqué hasta allí movido por la curiosidad de si se trataba de los tres reyes magos...pero ¡nada que ver!)
El día finalizó con una visita al cercano mercado nocturno de Bumrung Buri; el mercado no me gustó mucho, ya que se encuentra dividido por la carretera, y teniendo en cuenta cómo es el tráfico en esa zona, no resulta entretenido andar cruzando de un lado al otro de la calle para comprobar lo que los distintos puestos de comida ofrecen. Al margen de eso, como de costumbre, precios muy económicos y buena oferta gastronómica (si te gusta este tipo de comida, ¡claro!)
Día 5
No hubo tiempo para más. Al día siguiente me levanté con el tiempo justo para regresar a Jakarta, donde mi actividad profesional comenzaría al día siguiente. Tomé un taxi colectivo para llegar al cercano aeropuerto de Chiang Mai (50 BTH) El viaje de vuelta lo compré a través de kiwi.com (100€, con maleta), principalmente porque era la opción que mejores horarios me ofrecía y a mitad de precio que en la web de Air Asia. Esta vez volé a Jakarta via Kuala Lumpur, con Air Asia al principio (Chiang Mai - Kuala Lumpur) y con KLM después (de Kuala Lumpur a Jakarta, en premium economy) El principal inconveniente es que al tratarse de dos reservas independientes, hay que pasar por el control de pasaportes, recoger la maleta, volver a facturarla y volver a pasar por el control de pasaportes durante el tiempo de la escala (unas 3h en mi caso), además de cambiar de terminal en mi caso (cambio de terminal del que no me habían informado) Afortunadamente todos los vuelos fueron en hora, pero no lo recomiendo en absoluto. Después de unas 9 horas, finalmente me encontraba en Jakarta, con energías renovadas para el resto de la semana, comenzando a pensar en el siguiente destino que llegaría tan pronto regresara de Jakarta: Doha, pero eso será para otra (breve) entrada. ¡Hasta la próxima!
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