Casi recién aterrizado del viaje a Estados Unidos y Canadá, me embarqué en un nuevo viaje a Asia; tercer viaje de vacaciones del año, tercer continente. Con motivo de una visita por motivos de trabajo a Kuala Lumpur y Singapur, decidí adelantar la salida del viaje de trabajo para poder pasar unos días visitando una de las joyas de Indochina. Después de un agotador viaje de casi 24 horas de duración (de Colonia a Frankfurt en tren, vuelo a Kuala Lumpur con escala en Doha, y vuelo final desde KL hasta Siem Reap después de una larguísima escala de cinco horas en la capital Malasia), finalmente logré poner mis pies en Camboya, un destino cuya visita anhelaba desde hace tiempo (junto con una visita más extensa a Laos, visita que de momento tendrá que esperar..¿quizás no por mucho tiempo? :-)) De nuevo a bordo de Qatar Airways, y de nuevo expectante por subir a bordo del A350: tres de los cuatro vuelos que tenía con Qatar eran con el A350, así que pensé que en esta ocasión lo conseguiría. Para mi sorpresa, Qatar cambió el avión ¡en todos los vuelos! Así que de nuevo me quedé con las ganas...un novísimo B787 Dreamliner sustituyó al A350 en esos trayectos. Como de costumbre, buena oferta a bordo (no tanto la gastronómica, pero sí la de ocio) y vuelos muy tranquilos, y como de costumbre, un paisaje extraordinario al otro lado de las grandísimas ventanillas del Dreamliner.
Novísimo aeropuerto de Siem Reap |
Para entrar en Camboya con pasaporte Español se necesita visado, que se puede obtener al aterrizar (tanto en Siem Reap como en la capital Phnom Penh) o solicitarlo por anticipado a través de internet (e-visa) El coste es de 37$ y se tramita en un par de días. Yo opté por la opción de internet. A mi llegada al novísimo y coqueto aeropuerto de Siem Reap, 42 grados y una altísima humedad ambiental me dieron la bienvenida... Hubiera agradecido una bienvenida mas fresca, pero es lo que toca en la época seca en esta región. Superado el trámite del visado (aun tendría que rellenar el impreso de entrada / salida del país), el conductor del tuk-tuk del hotel esperaba con mi nombre escrito en un papel...o ¡algo parecido a mi nombre! Al salir de la terminal me di cuenta que no había completado el papel de declaración de bienes...nadie me lo pidió, estaba cansado después de un viaje tan largo, no quería retroceder para buscar el papelito y completarlo y nunca he tenido muy claro para qué sirve: básicamente pones que no llevas nada (si es el caso), que no sobrepasas la cantidad de dinero en efectivo estipulada y lo dejas en una caja con otro montón de formularios...¿los tramitará alguien? Nadie me dijo nadie a la salida del país referente a la ausencia del dichoso formulario, así que di por bueno el olvido.
En el típico tuk-tuk hacia el hotel |
El tuk-tuk me llevó hasta el hotel, la Rose Blanche Boutique hotel (36$/noche), situado al este de la ciudad y un poco alejado del centro. La localización fue en realidad el único inconveniente. Por lo demás, el alojamiento ofrece unas habitaciones muy amplias y con una decoración muy particular, completamente equipadas (nevera, hervidor de agua para infusiones, aire acondicionado, televisión - que no llegue a encender - y buena conexión WiFi en todo el hotel) Un par de botellas de agua, un plato de fruta fresca en la habitación y un zumo de cortesía que ofrecen mientras se completa el trámite de registro en el hotel (trámite muy lento...¡esto es Asia!) complementan la oferta. La piscina es pequeña, y el agua estaba calentísima, pero era una gozada poder pegarse un chapuzón por la noche después de un día de visitas a los templos de los alrededores. El personal es extremadamente amable, atento, servicial y profesional; me gestionaron todo lo que necesité durante la estancia de forma eficiente y siempre con una sonrisa en la cara. El desayuno era correcto y ofrecía varios tipos de desayuno: el americano, el tradicional camboyano khmer y otro a base de platos más dulces. También ofrecían bicis de forma gratuita, aunque sólo tenían dos y no eran precisamente cómodas. En definitiva, un alojamiento nuevo, limpio, tranquilo y con todos los servicios para hacer la estancia de lo mas agradable. Lo recomiendo al 100%.
El primer día, pese al cansancio del viaje, decidí tomar una de las bicicletas del hotel y salir a explorar el centro de Siem Reap, y de paso aprovechar para cambiar moneda. La moneda oficial de Camboya es el Riehl Camboyano (1 € equivale a 4500 Riehl aproximadamente) Sin embargo, todos los precios están en dólares americanos (incluso el cajero te ofrece la posibilidad de sacar dinero en moneda local o ¡en dólares!), y el cambio que aplican suele ser de 1$ = 4000 Riehl. No me esperaba una aceptación tan extendida de los dólares en todas partes (incluso en los comercios de calle que preparan batidos o bebidas de fruta), así que tuve que cambiar moneda porque no llevaba dólares suficientes y el euro no goza de la misma popularidad que la divisa americana. La unidad mas pequeña de moneda es el billete de 100 Riehl (no tienen monedas, sólo billetes), así que todos los precios se redondean a la centena (siempre a favor del comerciante, ¡por supuesto!) Me tengo que acostumbrar a meter un puñado de dólares cada vez que viaje a esta región del mundo...visto lo visto me podría haber ahorrado un dinero en comisiones de cajero y de cambio.
Siem Reap ha crecido en torno al río del mismo nombre que la atraviesa de este a oeste. La actividad de la ciudad se articula en torno al mercado central, situado entre las calles 2 Thnou St y 11, al borde del río Siem Reap. En este mercado se puede encontrar casi de todo: desde producto fresco hasta decenas de puestos con recuerdos para los turistas (a precio de turista, claro) Pese a estar en el corazón de Asia, los precios son elevados, tanto en restauración como en otro tipo de servicios. Una comida normalita (a base de arroz frito o noodles) ronda los 4-7$, a lo que hay que sumar la bebida (1$ la lata de cola, 1$ la botella de agua, 3$ la cerveza pequeña...) En fin, precios más de Europa del Este que del Sureste Asiático, pero es el precio del turismo, imagino.
El río en torno al cual se articula la actividad de la ciudad |
Siem Reap al atardecer; ¡incluso hay un Hard Rock cafe! |
El mercado central de Siem Reap; se puede encontrar de todo |
La actividad y los puntos de interés en Siem Reap se ubican al borde del río, entre la National Hwy. 6 y Sivutha Blvd. Merece la pena dar un paseo por el barrio colonial, los jardines reales y vistar algunos de los templos budistas, como el Preah Prom Rath y el Bo. Siem Reap ofrece una vida nocturna muy activa, con la Pub Street (calle 8) como epicentro de la actividad de ocio. Tanto en esta calle como en las adyacentes se puede encontrar una buena variedad de restaurantes (no muy tradicionales...ni baratos) y bares, la mayoría de ellos con happy hour (caña por 0,5$...muy refrescante después de un caluroso día descubriendo los templos de los alrededores) Durante mi visita (o al término de la misma, para ser más exactos, del 13 al 17 de Abril), se celebraba el año nuevo Camboyano (Khmer), así que la ciudad presentaba sus mejores galas y los hoteles vestían los adornos típicos de tal celebración. Entre las celebraciones, además de los multitudinarios eventos que se organizaban en los alrededores de los templos de Angkor y Bayon (y que dificultó en algunos momentos moverse por la zona, ya que algunas calles estaban cortadas al tráfico), destaca la batalla de polvos de talco con la que los camboyanos dan la bienvenida al año nuevo. Una actividad mucho menos refrescante y multitudinaria que la fiesta del agua con la que los habitantes de Myanmar dan la bienvenida al nuevo año en estas mismas fechas.
La calle 8 (Pub Street), epicentro de la vida nocturna de Siem Reap |
Templo Bo (Wat Bo) |
Celebraciones del nuevo año Camboyano |
Templo Preah Prom Rath |
Al margen de los puntos de interés que pueda ofrecer Siem Reap, está claro que todo el que viaja allí lo hace para visitar los templos de la zona, con el formidable templo de Angkor a la cabeza. La entrada a la zona arqueológica se puede comprar en la oficina situada al lado del Angkor Panorama Museum, de camino hacia el templo de Angkor. El precio varia en función del número de días que se desee acceder a la zona; la entrada para tres días cuesta 40$ y permite el acceso a todos los templos del recinto. Por supuesto, esta entrada es solo para turistas, ya que los locales (o nacionales de los países colindantes) no pagan tasa de acceso y se pueden mover libremente por la zona, sin estar sometidos a los estrictos controles a los que nos vemos sometidos los occidentales para comprobar que hemos pagado la tasa de acceso. El ticket tiene que ser validado en uno de los puntos de acceso al recinto arqueológico cada día de visita, y lo piden siempre a la entrada a cada recinto (incluso en los templos más alejados y peor conservados, fuera del circuito turístico habitual), así que hubiera sido una buena idea hacerse con un pase de plástico para llevarlo al cuello (a modo de pase de F1), porque terminé cansado de buscar la cartera, buscar el pase, enseñárselo al vigilante de turno y volver a poner todo en su sitio después de cada visita.
La zona arqueológica incluye unas cuantas visitas obligadas, con los templos de Angkor y Bayon a la cabeza, y con otros templos de menos importancia pero también muy interesantes. Además, si dispones de tiempo, también puedes perderte por la zona y descubrir lo mucho que la zona ofrece a tu ritmo. Para recorrer los templos por lo que vi la mayoría de la gente decide usar los famosos tuk-tuk locales (unos 15-20$ por día, en función de tus dotes negociadoras) Yo opté por moverme a mi aire, para no estar pendiente de horarios y hacer el recorrido a mi gusto (fiel a mi particular manera de conocer Asia desde dentro) Moverse por la zona resulta muy fácil, aunque hay que hacerse con un mapa porque en muchas ocasiones las indicaciones están solo en Camboyano, pero apenas hay cruces de carreteras así que resulta difícil perderse (aunque no tanto confundirse de templo...como mas tarde contaré) Decidí copiar la fórmula que tan buen resultado me dio en la visita a la zona arqueológica de Bagan en Myanmar y opté por moverme en bicicleta. El primer día lo hice con la bicicleta del hotel, que resultó ser increíblemente incómoda, así que para los siguientes días alquilé una e-bike y quedé de nuevo encantado con la experiencia. El hotel se encargó de gestionar la reserva con una empresa local (http://www.ovelocity.com/), que me fueron a buscar al hotel y me llevaron a su oficina para la firma del contrato y el pago (10$ por 24h de alquiler, aunque también ofrece otras opciones para duraciones de alquiler mas cortos) Las distancias en la zona arqueológica de Siem Reap son mucho mayores que las de Bagan, así que para evitar quedarse sin batería en la e-bike la empresa ofrece distintos puntos de recarga a lo largo del recorrido para que puedas recargar la batería, sin coste, mientras visitas algún templo o haces el descanso para comer. Una opción muy acertada, ya que de otra forma seguramente el primer día me hubiera quedado tirado por el camino....al final del día, acudí a la oficina de alquiler y me cambiaron la batería por una nueva, y continúe con la e-bike hasta la mañana del día siguiente. A mi partida, deje la bici en el hotel y supongo que se encargaran de ir a buscarla...
Angkor fue la antigua capital del imperio jemer; hoy en día este enclave es considerado una de las principales maravillas del mundo por su importancia arqueológica. Desde comienzos del S.IX y hasta mediados del S.XV, Angkor fue el centro político y religioso del imperio. Sus principales palacios y construcciones de madera desaparecieron hace tiempo, pero los restos de los templos de piedra han llegado hasta nuestros días, en un estado de conservación muy pobre (demasiado que han llegado, teniendo en cuenta las guerras sufridas por esta región, y los masivos bombardeos americanos durante la guerra de Vietnam, ya que los comunistas vietnamitas usaron Camboya como punto de paso), pero suficiente como para permitir que nos hagamos una idea de la grandeza de esta ciudad del mundo antiguo.
Angkor Wat
La carta de presentación de Angkor Wat es impresionante: es el mayor complejo religioso del mundo. Si a ello se le une el misterio que envuelve a esta construcción y el maravilloso enclave en el que se ubica, el resultado es simplemente uno de esos sitios cuya visita bien merece unas cuantas horas de vuelo. Angkor Wat significa "ciudad templo". La construcción data del S.XII y la distribución toma como base el diseño del cosmos hindú; sus cinco torres centrales, en forma de flor de loto, representan el monte Meru, un lugar sagrado en el mundo hindú. El templo se orienta en dirección Este-Oeste, con entradas a ambos lados, si bien la principal se encuentra orientada hacia el Oeste, algo inusual en los templos jemeres, ya que el Oeste simboliza la muerte, el ocaso del sol.
Entrada Este del templo de Angkor |
Como de costumbre en estos sitios, más allá de los datos históricos y/o recomendaciones de las guías de viaje, lo mejor es simplemente perderse por ellos, descubrirlos por uno mismo y dejarse llevar por la imaginación. La estructura del templo se mantiene intacta, si bien las estructuras, esculturas y bajo relieves que un día dieron gloria al lugar, se encuentran muy deteriorados. La imagen más característica del templo son las "apsaras" o bailarinas celestiales, ricas y ornamentadas imágenes de mujeres en posiciones sensuales. Las paredes de las torres centrales conservan decenas de estas imágenes, muchas de ellas en un estado de conservación excepcional. Los bajo relieves de las galerías laterales que rodean el complejo también se encuentran en muy buen estado de conservación, y representan imágenes de la vida del rey que inició la construcción del templo.
El acceso al complejo central y sus cinco torres está limitado, y solo 100 personas pueden acceder a la vez. El acceso se realiza a través de una empinada escalera, al pie de la cual te harán entrega de una tarjeta, que es el método que tienen para controlar el aforo. Yo tan solo tuve que esperar unos minutos para recoger la tarjeta y poder acceder al corazón del templo. Y una vez arriba...simplemente disfruté del momento: me senté (a la sombra) en el patio interior contemplando la torre principal y quedé fascinado, fascinado por lo que se alzaba ante mi y por haber cumplido otro pequeño sueño al visitar un lugar tan especial. Pese a todo, y pese a haber quedado enormemente satisfecho con la visita (visita que recomiendo a todo el que tenga la fortuna de visitar al región), he de reconocer que no tuve la misma sensación que, por ejemplo, experimenté en Borobudur (Indonesia) Como suele suceder, quizás mis expectativas para Angkor Wat eran demasiado altas (tanto como las ganas que tenía de visitar el lugar), y el primer pensamiento que me vino a la cabeza fue el de los templos de Prambanan, en Java central, con una estructura muy similar a Angkor, aunque mucho más desconocidos.
Durante mi estancia de cuatro días en Siem Reap visité Angkor en varias ocasiones: la primera a medio día, para disfrutar del templo, descubrirlo y disfrutarlo a fondo. La segunda fue cuando al atardecer trataba de llegar a la entrada principal desde la puerta Este y me sorprendió una estupenda puesta de sol entre las torres de Angkor Wat. Curiosamente ese día no había nadie disfrutando del soberbio espectáculo. Obviamente ese día no llegué a la entrada Oeste, a la que si fui al día siguiente a la misma hora, encontrándome en esa ocasión con una multitud a las puertas del recinto (también motivado en parte por las celebraciones del año nuevo que comenzaban a gestarse en la zona) pero sin las estupendas vistas del atardecer que ofrece la entrada opuesta.
Entrada principal a Angkor Wat |
Y mi última visita al templo se produjo el día de mi partida: el despertador sonó aquel día a las 04:20 (despues de haberme acostado tarde la noche anterior, ya que tuve la oportunidad de coincidir con los chicos de Con un par de maletas - ¡un abrazo pareja! (http://www.conunpardemaletas.com/) en Siem Reap y compartimos unas cervezas para conocernos...¡la magia de twitter!), cogí la e-bike y recorrí los escasos 6km que separaban el hotel de Angkor Wat para estar allí al amanecer, uno de esos momentos que suelen considerarse mágicos. Cuando llegué al templo la noche aún se resistía a ceder su puesto al día, así que tuve que emplear la linterna del móvil para llegar al borde de uno de los estanques que dan acceso al templo, sin duda el lugar más fotogénico del recinto. Curiosamente, el estanque situado a la izquierda mirando hacia el templo es el mas reclamado por los visitantes (algo que comprobé en un par de mis visitas), mientras que el derecho apenas recibía visitas (con la excepción de un escorpión que andaba por allí...) Curioso.
Con los chicos de Con un par de maletas en Camboya, ¡menuda coincidencia! |
Las vistas son las mismas (o incluso mejores desde el lado derecho, ya que no se veían los andamios que cubrían uno de los edificios del patio del templo), pero la gente por alguna inexplicable razón se dirigía sistemáticamente hacia el otro estanque, donde una multitud esperaba la salida del sol. La salida del sol, como ya me ha pasado en otras ocasiones, me decepcionó un poco, ya que solo se observa cómo la claridad se va apoderando del ambiente, y el sol solo es visible muchísimo tiempo mas tarde (en torno a una hora), cuando se deja ver sobre el templo y el reflejo se proyecta en las aguas del lago. Ese momento si fue especial - pero no tanto el amanecer en sí mismo. Para gustos supongo, pero a mi me gustó mas la vista desde el estanque derecho que la ofrecida desde el izquierdo ¡Se admiten opiniones! Una vez mas quedó patente que los atardeceres, desde mi punto de vista, le ganan la partida a los amaneceres (¡y además no requieren madrugones durante las vacaciones!)
La secuencia del amanecer:
Desde el estanque derecho |
Desde el estanque izquierdo |
Angkor Thom
En torno a 1,5km al norte de la puerta Oeste de Angkor Wat se halla la puerta de acceso Sur de Angkor Thom, un colosal recinto amurallado que custodiaba el acceso a la mayor ciudad del imperio jemer, donde se estima llegaron a vivir hasta un millón de personas. El recinto amurallado tiene cinco puertas, cuatro de ellas orientadas hacia los puntos cardinales, siendo el acceso Sur el mas frecuentado, en parte por su cercanía a Angkor Wat, y también por ser el acceso que se encuentra en mejor estado de conservación y por la belleza del acceso en sí, que se realiza a través de un puente custodiado por dioses y demonios - cada grupo a un lado del puente. La estructura de acceso presenta enigmáticas caras en la torre central, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales.
Puerta de entrada del acceso Sur a Angkor Thom |
La ciudad fortificada de Angkor Thom encierra muchos secretos. Decenas de construcciones han desafiado el paso del tiempo y llegado a nuestros días en un estado de conservación envidiable; otras han sufrido más, y no pueden catalogarse de otra forma que no sea como "ruinas". De entre todas las estructuras que encierra el complejo, la más impactante y la que se encuentra en mejor estado de conservación es Bayon, cuyo elemento más característico son las enigmáticas y misteriosas caras sonrientes que adornan sus torres, cuatro por torre (el templo cuenta con 54 torres), que miran hacia los cuatro puntos cardinales. El templo de Bayon ha sido la grata e inesperada sorpresa del viaje: aquí si experimenté esa sensación de encontrarme en un lugar con un magnetismo especial, observado por esas enormes esculturas en piedra que todo lo controlan. El recinto llamó mi atención, hasta el punto que hoy una réplica de una de esas torres con misteriosas caras sonrientes "protege" mi casa y, de paso, me recuerda la magia de este lugar cada vez que mi vista tropieza con ella. Afortunadamente durante mi visita no había muchos turistas en el recinto, así que pude disfrutar del lugar con la tranquilidad y calma que un sitio así merece, demorando tanto como me fue posible la salida del templo...pero ¡aun quedaban muchos lugares maravillosos por descubrir!
Los bajo relieves son uno de los elementos destacados del templo. Las piedras se agolpan en los accesos al templo...difícil encontrar la posición original de cada una de ellas. |
Las estructuras se encuentran en un estado muy precario; la construcción de las torres es muy simple, sorprende que hayan llegado en pie hasta nuestros días. |
La ciudad fortificada ofrece otros muchos puntos de interés que bien merecen una visita, entre ellos:
- Baphuon: construido en el S.XI con forma piramidal, representa el monte Meru. El origen del templo era hinduista, pero en su interior se puede ver una figura de buda reclinado.
- Phimeanakas: data del S.X y es una de las construcciones más antiguas de la zona arqueológica. El palacio tiene forma piramidal y destacan las representaciones de leones que custodian las escaleras que llevan a la cima, así como las representaciones de elefantes que adornan las esquinas de la pirámide.
- Terrazas del rey Leper y de los elefantes: dos enormes construcciones profundamente decoradas que servían, se cree, para que el rey pasara revista a las tropas.
Phnom Bakheng
Es el templo más elevado de todos cuantos hay en el recinto arqueológico. La subida a la colina (subida sencilla, ¡no es un 4000!) se puede hacer fácilmente andando (unos 15 minutos), o utilizar la opción más cómoda y turística, que es subir en elefante (20$); yo lo visité a medio día, y allí no había nadie: ni turistas, ni elefantes...tan solo el vigilante encargado de guardar celosamente el acceso al recinto y de pedir el pase a los turistas que hasta allí llegábamos. La razón es que la mayoría de la gente sube al atardecer para ver la puesta de sol desde allí (por la tarde volví a pasar un día y aquello era una verbena...) Decidí hacer una primera inspección para ver si merecería la pena subir de nuevo al atardecer. El resultado fue desolador. El templo está siendo sometido a una profunda restauración (apenas quedan elementos originales) y las grúas invaden el espacio, haciendo que las vistas que desde allí se divisan sean de todo menos bonitas con tanto hierro y acero de por medio. Angkor Wat se divisa tímidamente entre los árboles al borde del sendero por el que suben los paquidermos; en cuanto uno se separa de ese punto (que seguramente no sea muy seguro en hora punta de elefantes), la imagen queda eclipsada por las grúas de construcción que en esa zona se alzan. Una pena, pero es lo que me encontré. Al parecer, en su origen el complejo contaba más de 100 torres, de las cuales apenas quedan algunas en pie y en un estado no muy bueno. Lo que mas me gusto de la visita fueron las esculturas de los leones que guardan los accesos de las escaleras. A la espera de ver lo que pueda resultar de la restauración que se esta llevando a cabo, a día de hoy para mi fue la gran decepción de entre los "templos principales" de Angkor.
Preah Khan
El acceso a este grandisimo templo se realiza por medio de un puente que recuerda al del acceso a Angkor Thom, aunque en éste caso no hay dioses y demonios enfrentados a ambas orillas; el estado de conservación es mucho más precario. El santuario central tiene forma de cruz, con cuatro puertas de acceso orientadas a los puntos cardinales. El complejo data del S.XII y en su origen fue un monasterio. El conjunto ofrece un buen puñado de espacios interesantes, como el pabellón de las bailarinas, con las apsaras dando la bienvenida a lo que queda del pabellón (solo las paredes, nada de techo) y el santuario de la Dama Blanca. La mayor parte del recinto se ha venido abajo: observando la técnica de construcción (basada en piedras superpuestas), lo extraño es que parte de la estructura haya llegado hasta nuestros días. En ocasiones, atravesando los distintos pabellones, uno tiene la sensación de que el techo se puede venir abajo de un momento a otro. Pese a la percepción, el complejo ha sido restaurado profundamente y ofrece una visión "limpia" de lo que debió ser el edificio original. En algunos lugares los árboles han recuperado el lugar que seguramente les correspondió en origen, y sus raíces han cubierto muchos de los muros y edificios que allí se alzan, dotando de un halo de misterio el lugar.
El acceso está prohibido en algunos puntos; en otros es simplemente imposible acceder. La función del palo es fundamental para soportar la estructura :-O |
El puente de acceso a Preah Khan, recuerda al de Angkor Thom |
El Pabellón de las bailarinas |
Ta Prohm
Sin duda alguna, el templo más misterioso y cautivador de todos cuantos se pueden visitar en Angkor - al menos para mí. En su origen fue un monasterio, y según cuentan los registros históricos, en su época dorada poseía 3000 aldeas y estaba atendido por 80000 personas. Su principal seña de identidad y atractivo son las enormes raíces de los árboles que cubren las paredes de los edificios y se han adueñado del lugar: enormes complejos venidos abajo ante el empuje de las raíces de los árboles tropicales que pueblan el lugar. Al parecer la restauración del templo comenzó durante la época colonial, y los franceses hicieron un buen trabajo al cortar la menor cantidad de árboles posibles durante tales tareas, para tratar de conservar el aspecto que tenía originalmente. Un gran acierto.
Es una de las visitas más concurridas de Angkor, debido, además de a la belleza del lugar, también a la estrechez de los pasillos que recorren el complejo, haciendo que se formen auténticos tapones en esos puntos en los que todo el mundo quiere una foto...durante mi visita tuve la desgracia de coincidir con un grupo de turistas chinos, y todos sabemos lo que eso significa: se adueñan del lugar y es imposible hacer una foto de un rincón sin que aparezca uno de ellos. Terminé bastante decepcionado, no tanto con el lugar, que me encantó, sino con el comportamiento de esos grupos de turistas que no tienen ningún respeto por el resto de la gente con quien tienen que compartir el espacio. Como resultado, mi último día de estancia en Angkor, y después de ver amanecer en Angkor Wat, me acerqué con la e-bike (¡vaya si la amorticé!) hasta el templo para tratar de hacer un nuevo recorrido en un ambiente menos multitudinario. Y ahí se dio la anécdota del viaje...en torno a las 0700 estaba a la puerta del templo, que abría a las 0730, y donde no había nadie. Cinco minutos después, el guardia de seguridad de la puerta se "apiadó" de mi y abrió el templo al público antes de la hora oficial. Animado y contento por ser el primero en descubrir el lugar aquel día, me dirigí al acceso por el polvoriento camino, pero algo no me cuadraba...no me resultaba familiar. Al llegar a la entrada del templo comprobé que... ¡me había equivocado de templo! Me encontraba en el vecino Banteay Kdei, que ya había visitado un par de días atrás. Así que emprendí el camino de vuelta y salí del templo ante la atónita mirada del guardia, y con la e-bike me dirigí raudo hacia el cercano Ta Prohm. Cuando llegué el templo aún no había abierto (no eran las 0730), pero a diferencia del templo "pirata", una multitud de agolpaba en la puerta de acceso...¡con una excursión de chinos entre ellos! Por suerte no había un orden establecido en la cola, así que pude acercarme al acceso y cuando se abrieron las puertas pude ser de los primeros en acceder al recinto (claramente íbamos todos a lo mismo, una vez conocido el templo en una visita anterior y de la que tal vez no pudimos disfrutar como merece) Un ritmo de marchador olímpico en el trayecto del camino hizo que fuera el primero en adentrarme de nuevo en los misterios del templo. Fui el primero en entrar pero no el primero en visitarlo aquel día: para mi sorpresa, un par de jóvenes parece que habían pasado la noche en el recinto, y deambulaban tranquilamente cepillándose los dientes ante la mirada confundida de quienes nos encontrábamos allí. Finalmente pude disfrutar del templo antes de que las hordas de turistas volvieran a ocupar el recinto, robando en parte el encanto de un entorno tan único y cautivador.
Prasat Kravan
El pequeño templo data del S.X y estaba consagrado en su origen al dios hindú Visnú. Está formado por cinco torres de ladrillo, en cuyo interior se pueden observar ricos bajo relieves. Para mi sorpresa, la Universidad de Colonia participa en el proyecto de reconstrucción del templo.
Preah Neak Pean
El templo de las serpientes enrolladas (nombre que recibe merced a las serpientes que rodean el santuario central), data del S.XII. La curiosidad el templo es que se alza en medio de un estanque circular artificial, rodeado de otros cuatro estanques menores que al parecer solo tienen agua durante la época de lluvias. El acceso al santuario se realiza a través de un "boardwalk" que se alza sobre los terrenos, ahora parcialmente secos, del baray Norte. Esta superficie se inunda durante la época de lluvias. El templo es un símbolo en si mismo: el estanque central simboliza el lago mítico Anavatapta, del que según cuenta la mitología nacen los cuatro grandes ríos del mundo, que se representan a modo de gárgolas (una con cabeza de elefante, otra de león, otra de caballo y otra humana), y de las que se supone fluía el agua desde el estanque central a cada uno de los otros cuatro que le rodean. En la actualidad el agua no fluye (con las temperaturas que hay allí, ¡demasiado que el estanque central tiene agua!)
Otros templos
Hasta aquí los templos considerados principales. Pero en la zona arqueológica se pueden encontrar muchos otros templos dispersos por el territorio, algunos de cierta relevancia. Al ventaja de descubrir la zona por libre es que te puedes permitir visitar estos otros templos que te vas encontrando sobre la marcha, siempre que tengas tiempo para ello, ¡claro! En cualquier caso, para visitar los templos principales yo no recomendaría menos de dos días completos. Para una visita más detallada y completa, tres días son necesarios.
- Banteai Kadei: Es un bonito templo que guarda la identidad inicial, su estructura básica, aunque su estado de conservación no sea de los mejores. Alberga un santuario budista, permanente visitado por fieles, y numerosos relieves en bastante buen estado. Como en otros tantos, adentrarse por los estrechos pasillos del templo es en ocasiones una aventura: la decadente estructura parece poder venirse abajo en cualquier momento. No encontrarás en este templo nada nuevo con respecto a lo ya visto en los templos considerados principales, pero el lugar bien merece una visita. El templo se encuentra frente a un lago que tiene un mirador desde donde se obtienen unas vistas estupendas.
- Pro Rup: Uno de los principales templos en su época, con una torre central alzándose sobre el conjunto, flanqueada por otras cuatro torres. La distribución recuerda a la del templo de Angkor (lejanamente...pero la recuerda) Las vistas desde la planta superior son de lo mejor de la visita, ya que permite apreciar las dimensiones y distribución del templo original.
- Ta Som: En las inmediaciones de Neak Pean se encuentra este coqueto templo, en muy buen estado de conservación y que aúna muchos de los elementos tradicionales de los templos jemeres: las caras de las torres de acceso, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, a modo de protección, y los estrechos pasillos entre pabellones, para tratar de huir del sofocante calor tropical de la zona (parece ser que en la época en la que se construyeron los templos no había aire acondicionado, y claro, había que buscar otras formas de paliar las elevadísimas temperaturas de la zona :-))
- Ta Keo: un coqueto templo, aislado en medio de la selva, que se encuentra en buen estado de conservación.
- Chau Say Tevoda y Tommanon: dos templos gemelos, separados por la carretera. Se estaban preparando para recibir al año nuevo, y las velas inundaban el ambiente...me hubiera gustado asistir al proceso de encendido de las velas, ¡tuvo que ser interesante!
- Prasat Prei: un templo modesto, un tanto alejado del circuito turístico, y al que se accede por un polvoriento camino que en nada justifica la visita...lo más interesante fue poder ver la técnica de construcción empleada, en base a piedras superpuestas, para formar los pasillos de los templos.
- Baksei Cham Krong: un modesto templo, a pie de carretera, cerca de Phnom Bakheng, no muy frecuentado...las imágenes justifican el por qué.
- Baray Oriental: en esta zona hay unos cuantos templos desperdigados. El atractivo está en dejarse perder y descubrir la zona por uno mismo.
curiosa señal de carretera...en algunos países hay ciervos, aquí hay elefantes |
Sin tiempo para más, y contento con la experiencia vivida (que había transcurrido sin mayores incidentes), emprendí el regreso a Kuala Lumpur para comenzar con la actividad profesional que me llevó allí. El vuelo de Air Asia, desde el que pude disfrutar de unas vistas espectaculares, como de costumbre, me llevó puntual a KLIA2, con el tiempo justo para llegar al hotel, cambiar el chip de modo vacaciones a modo trabajo y prepararme para las siguientes dos semanas, donde seguro tendría oportunidad de disfrutar de KL y de Singapur. Pero eso será en otra entrada del blog...
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