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Emiratos Árabes Unidos: Una semana en Dubai.


       Dubai fue el destino de la primera semana de las (segundas) vacaciones de Otoño, una ciudad tan nombrada como desconocida, un destino que se encontraba desde hace tiempo en mi lista de posibles destinos de viaje por motivos profesionales, viajes que nunca se terminaron de materializar, así que finalmente M y yo, atraídos por la idea de huir del frío que tradicionalmente golpea la puerta de Europa central a finales de Octubre,  decidimos pasar una semana de vacaciones por aquellas latitudes, en busca de un merecido descanso en un destino que, en principio, no iba a llenar nuestra agenda de una forma muy exigente. Y es que si viajar a un sitio cálido era la primera premisa a la hora de elegir destino, la segunda era hacerlo a un lugar que nos permitiera pasar una semana de una forma tranquila y para el que no hicieran falta muchas horas de avión para llegar.
  
      A estas alturas de año las vacaciones de verano, destinadas a visitar a la familia y amigos, quedan muy lejos, y con la agenda de viajes profesionales en mano (con destinos entre Agosto y Octubre como Qatar, Indonesia, Tailandia y Egipto entre otros), M y yo pensamos que sería bueno tomarse un verdadero “respiro” en vacaciones. Viajar en temporada de vacaciones escolares hace que haya que añadir un plus de anticipación a la hora de elegir viaje, pero de nuevo y por enésima vez, fallamos con la planificación (o tal vez no fallamos, y es que en estas fechas los precios son los que son) Después de mirar y buscar opciones durante un par de semanas (o un par de días…), finalmente decidimos contratar un paquete de viaje que incluía vuelos, hotel con desayuno y traslados desde/al aeropuerto tanto en Alemania como en Dubai, ya que era la única opción de optar al vuelo directo de Emirates desde Dusseldorf a un precio razonable (había opciones más baratas, como de costumbre, pasando interminables horas de escala en Estambul o Kiev, pero no estábamos dispuestos a empezar las vacaciones empleando 20 horas en un vuelo que puede hacerse en 6…cuestión de prioridades, supongo) Conseguimos un precio más o menos aceptable, considerando las fechas de las que se trataba, y por unos 700€ nos embarcamos con destino a la que, a día de hoy, parece ser la capital de oriente medio. 

       El vuelo de ida a Dubai tuvo lugar el viernes del inicio de las vacaciones escolares en Alemania; como consecuencia el avión iba completamente lleno y no pudimos disfrutar de nuestro preciado asiento libre en el medio. Pese a todo, el vuelo discurrió de una forma muy cómoda, disfrutando de la amplia oferta de entretenimiento a bordo de Emirates, aunque no tanto de la comida que sirvieron a bordo - posiblemente la vez que peor he comido a bordo de un avión. Lo importante es que llegamos prácticamente en hora a nuestro destino, después de algo más de 6 horas en el aire. A nuestra llegada, una vez completados los tramites de inmigración (que nos llevaron un rato porque había una cola considerable) y maleta en mano, después de contactar con el personal de nuestro operador que nos esperaba a la salida, en medio de una multitud de carteles reclamando la atención de los viajeros que desfilábamos por allí (parecía como si nadie viajara sin un paquete organizado), esperamos una media hora hasta que nuestro mini bus estuvo listo (6 personas) y salimos del aeropuerto en dirección a nuestro hotel, el Golden Tulipe Al Barsha, situado a la altura del hotel Burj Al Arab, pero unos 3Km hacia el interior. El hotel está situado en Al Barsha, a unos 10Km del centro de Dubai (si es que aceptamos que el centro de Dubai se encuentra donde se alza el Burj Khalifa, algo discutible...) En una ciudad tan larga como Dubai, estar en el centro tiene una importancia relativa, ya que una vez allí se necesita utilizar el transporte público para llegar a los distintos sitios de interés, así que en nuestra elección, y entre la limitada oferta de hoteles que ofrecía nuestro paquete (a un precio razonable, claro), nos decidimos por éste principalmente porque estaba al lado de una estación de metro. Un acierto en toda regla (lo de la cercanía a la estación de metro) En teoría se trata de un 4*, pero en el estándar europeo seria un 3*…y gracias. Entre los puntos positivos me permito destacar la cercanía al metro, una habitación y un baño amplios, conexión a internet gratuita muy buena y un buen desayuno. No está mal. Entre los puntos de mejora sin duda el más importante es el estado del mobiliario en general, seguido del personal de recepción (no todos), que en su mayoría se mostraron bastante poco competentes (aunque con muy buena intención y muy dispuestos a agradar, pero muy ineficientes e incapaces de dar respuesta a las pocas preguntas que nos surgieron durante nuestra estancia) En las cercanías del hotel hay varios restaurantes de todo tipo, supermercados y el centro comercial de los Emiratos se encuentra a una parada de metro, así que en general diría que quedamos contentos con el hotel elegido. 


      Antes de entrar en detalle con lo que dieron de sí nuestros siete días en Dubai, un poco de historia (¡prometo ser breve!) El caso de Dubai es muy parejo al que describí en mi entrada sobre la reciente visita a Doha (doha); si cambiamos “perlas” por “pescado”, en realidad el desarrollo de estas dos ciudades va de la mano, con algunas diferencias. Hace menos de 60 años, Deira (al norte) y Bur Dubai (al sur) eran dos pequeñas localidades cuya economía se sustentaba en la pesca. El petróleo cambió la fisonomía de la ciudad y la forma de vida de la gente que habitaba en la nueva ciudad que resultó de la fusión de las dos: Dubai. La creación de los Emiratos Árabes Unidos en 1971 no hizo sino acelerar esta metamorfosis: en la actualidad Dubai es el hogar de cuatro millones de personas (cifra que aumenta de forma considerable casi de mes en mes), de los cuales tan solo el 15% son nacionales. Cientos de nacionalidades conforman la realidad social de un país en el que se pueden observar exactamente los mismos tres grupos de población que en Qatar, con los ciudadanos locales en la cúspide de la pirámide de distribución de la riqueza (y de los privilegios asociados a dicha posición) La clase media la conforman los cientos de miles de expatriados que trabajan en una de las cientos (o miles) de empresas que tienen su sede o una representación comercial en el país, y entre éstos la situación varía en función del puesto (o la suerte), pero por lo general pocos dejan Dubai por motivos económicos para volver a sus países de origen. La base de la pirámide la forman los cientos de miles de trabajadores que trabajan en los servicios, la construcción y similares, los que viven hacinados en barracones alejados de los puntos de interés de la ciudad (no sea que los visitantes vean esa imagen y Dubai pierda, de golpe, todo su “glamour”…) Curiosa la similitud con Qatar, un país con el que UAE ha roto relaciones diplomáticas hace algo más de medio año. Aunque también es interesante notar que ambos países han optado por líneas de desarrollo muy diferentes: mientras Qatar ha estado trabajando “a la sombra”, diplomática y comercialmente hablando, durante muchos años (para el gran público, Qatar solo se ha dado a conocer cuando el país decidió incrementar su exposición en eventos deportivos, patrocinando equipos de fútbol y presentándose para la organización de un mundial de fútbol, que pese a la polémica por su asignación, finalmente y de manera sorprendente se adjudicaron), los UAE siempre se han mostrado mucho más abiertos al turismo y no han dudado en dar a conocer su modelo, basado en la superación continua y en la acumulación de récords a nivel mundial (el hotel más caro, el edificio más alto, el mayor centro comercial, el parque de atracciones cubierto más grande, etc), un modelo cuya sostenibilidad, después de haber pasado unos días por allí, me permito poner en duda a medio y largo plazo. 





         Si Qatar representa la mesura, UAE representa la ostentación, la opulencia, la lucha permanente por ser los primeros en todo (si hace unos meses se publicaba que Dubai contaba con el primer policía robot – al que no vimos, por cierto… - ahora los esfuerzos se centran en ser los primeros en poner un marcha un sistema de transporte autónomo con drones, cuyas pruebas ya han comenzado - aunque tampoco vimos ninguno de estos artefactos surcando los cielos de la ciudad). Una ciudad de oportunidades, como nos comentaron una amiga de M y su pareja que residen en la ciudad desde hace más de diez años, oportunidades que requieren un cambio en el estilo de vida que no todos están dispuestos a aceptar. El coche se convierte en la herramienta principal en los desplazamientos diarios (pese a contar con un servicio de metro con unas instalaciones y frecuencias envidiables, la escasa red de estaciones limita mucho su utilización para muchas personas), y los edificios se convierten en mini-ciudades con todo lo necesario para vivir sin tener que salir de ellos: tiendas, supermercados y gimnasios constituyen la oferta habitual de las torres destinadas a ser viviendas, torres que reciben nombres, los cuales se usan como elemento sustitutivo al nombre de las calles, erigiéndose como la principal (más bien única) referencia para orientarse en la ciudad. 





       Para nuestros desplazamientos por la ciudad empleamos fundamentalmente el metro, y el taxi cuando no quedaba mas remedio. El metro es muy nuevo, tiene dos líneas (una que discurre de forma paralela a la costa y a la principal autopista que recorre la ciudad de sur a norte hacia Abu Dhabi), y otra línea que da servicio principalmente a la ciudad antigua, amén de una línea de metro ligero en la zona de la marina de Dubai. Con excepción de la mezquita de Jumeirah, a los demás destinos se puede llegar en metro de una forma más o menos cómoda. El sistema está dividido en dos zonas y se pueden comprar billetes para una zona, para dos o diarios. El acceso a las estaciones se realiza por medio de una tarjeta recargable (tardamos en darnos cuenta de que la tarjeta era recargable unos viajes...hasta que decidimos emplear un par de minutos en leer la información de las estaciones…) El precio del billete sencillo de una zona es de 6 AED, y el diario con acceso a todas las zonas es de unos 20 AED (la moneda de UAE es el Dirham de los UAE, y equivale a unos 4,2€)


Las paradas de autobús están ¡acondicionadas! 
La ciudad antigua

      Como nuestra agenda de viaje fue un poco caótica e improvisada, esta vez en lugar de contaros lo que hicimos día a día, me centraré en las distintas zonas que visitamos durante nuestra estancia, empezando por la zona de la ciudad antigua, la más alejada de nuestro hotel. En esta zona se concentran los edificios “históricos” de la ciudad, así como numerosos mercados y bazares, agrupados por materias (de joyas, de especias, de telas…) Se puede cruzar el canal que separa las antiguas poblaciones de Deira y Bur Dubai en una de las tradicionales embarcaciones (1 AED), un recorrido que emplea unos 15 minutos y que recomiendo hacer - no deja de ser una turistada, pero los barcos son auténticos, y ¡qué decir de quienes los manejan! 



           La antigua Deira conserva muchos de los zocos y mercados que le dieron fama en otros tiempos; las tiendas se agrupan en zonas en función del artículo de venta y los comerciantes se afanan en reclamar la atención de los transeúntes que, en la mayor parte de las ocasiones simplemente por mera curiosidad, visitan el lugar. No diría que pasear por algunos de estos zocos resulte una experiencia relajante, pero en general es una experiencia mucho más agradable que la que se puede experimentar paseando por zocos en otros lugares (Egipto, por ejemplo) En algunos de los zocos es fácil incluso pasear sin sufrir el "acoso" de los vendedores (en el del oro o el de las especias) Visitar uno de estos zocos es una experiencia obligada en toda visita a un país árabe, y en Dubai no es la excepción. Como siempre, si tienes intención de comprar algo, elige bien el sitio en el que quieres pasar un buen rato regateando, porque una vez que pongas tu atención en un articulo, el vendedor no te dejará marchar fácilmente sin llegar a un acuerdo. En la mayor parte de estos puestos, el pago se efectúa en metálico, así que siempre es conveniente viajar con unos cuantos dirhams en el bolsillo, para imprevistos...A éste respecto, en las casas de cambio que hay en esta zona obtendrás las mejores tasas de cambio, prácticamente al cambio oficial, y sin comisiones (nada comparable al cambio que ofrecen los hoteles...¡huye de ellos!) 



        Al otro lado, en Bur Dubai, quedan vestigios de las murallas que protegieron la ciudad en el pasado (reciente), y que sirvieron para delimitar el contorno de la ciudad; datan del S.XVIII y sirvieron para proteger el fuerte Al-Fahidi, la gran mezquita y las casas residenciales, entre otras construcciones. Originalmente la muralla tenía 2,5m de alto, medio metro de anchura y se extendía por cerca de 600m (vamos...que más bien era una murallita...) La mayor parte fue destruida a principios del S. XX debido al desarrollo de la nueva ciudad. Mejor suerte ha corrido el fuerte Al-Fahidi, que data del año 1800 y es el edificio mas antiguo de la ciudad, destacando la torre circular de 12.5m de altura que se utilizaba para vigilar y proteger la ciudad. Se puede visitar el interior del fuerte (3 AED) que alberga numerosas exposiciones y salas que ilustran cómo era la vida de los habitantes de la ciudad hace no tanto tiempo.



      El barrio de Al Fahidi es el barrio tradicional en torno al cual creció la ciudad. Paseando por sus rehabilitadas callejuelas, hoy hogar de numerosas casas de arte y pequeños museos locales, se puede tener una idea de lo que fue la ciudad. Gran parte de los edificios están coronados por las llamadas "torres del viento", la primitiva forma de tener algo parecido al aire acondicionado en las viviendas en la antigüedad. Sin duda, la imagen más tradicional e histórica de Dubai, una visita muy imprescindible y muy recomendable. 




Mezquita de Jumeirah

     La mezquita Jumeirah es la única mezquita abierta a los no-musulmanes. La mezquita es muy nueva (fue construida en 1998), y puede albergar hasta 1200 fieles orando en su interior. En el exterior destacan sus dos minaretes, cuya altura se basa en cuánto de lejos se tiene que escuchar la llamada a la oración. Seis días a la semana, a las 10:00h, se organizan visitas (20 AED), parte del programa del gobierno del país para dar a conocer la cultura islámica ("open doors, open minds" - puertas abiertas, mentes abiertas) Recomiendo llegar antes, ya que el precio incluye un desayuno tradicional árabe que se sirve antes del comienzo de la visita (azúcar en grandes dosis para empezar bien el día, cargados de energía) La visita a la mezquita no es tal, ya que básicamente es una clase sobre el islam: se entra en la sala de oración y de ahí no se sale; con todos los asistentes sentados, la visita es en realidad una charla de en torno a una hora y media, tiempo empleado en dar a conocer los principios del islam, los preceptos de la oración, el significado de las ablaciones, el sentido del Ramadán, el origen del culto en dirección a La Meca...interesante aunque no fue lo esperado (si te apuntas a una visita a una mezquita, espero ver la mezquita y conocer su historia, no simplemente la sala de oración)






Burj Khalifa

        Una de las visitas estrellas e inevitables en Dubai es la ascensión al Burj Khalifa, que con sus 828m es el edificio más alto del mundo. Situarse “debajo” de este coloso (todo lo debajo que se puede, ya que el acceso en superficie está cerrado y solo los clientes del lujoso hotel Armani y los residentes tienen acceso) es toda una experiencia. Cuesta creer que se mantenga en pie con su casi 1Km de altura, sobran las palabras. Por fortuna compramos las entradas online con tiempo (https://tickets.atthetop.ae/atthetop/), ya que cuando llegamos ya no había entradas para ese día. Se pueden comprar dos tipos de entradas: la normal (125 AED), que da acceso a los miradores de las plantas 124 y 125, situados a unos 450m de altura por un tiempo indefinido, y la VIP (350-500 AED, dependiendo de la hora de la visita), que permite acceder a la planta 148 por media hora (el mirador más alto del mundo…¡cómo no!), para luego bajar a las plantas 124 y 125. Optamos por la entrada barata, a las 16:30h (si se compra la entrada para las 17:00h el precio aumenta hasta los 200 AED…no llegamos a entender el por qué, ya que entrando a las 16:30 se puede disfrutar de las vistas de día y de noche)

      El edificio es soberbio, todo un hito arquitectónico. Por desgracia, la organización de la visita no está a la altura del edificio (nunca mejor dicho) Después de hacer un par de colas (adivinando más o menos dónde deberíamos ponernos, ya que la información brilla por su ausencia), una para recoger las entradas que ya habíamos comprado semanas atrás por internet, y la segunda para pasar el control de seguridad antes de acceder a la tercera y última cola que da acceso a los ascensores, nos encontramos frente al ascensor que en apenas 76 segundos nos llevaría hasta la planta 124, a 453m de altura. El ascenso es muy, muy suave: en ningún momento se tiene la sensación de estar ascendiendo a tal velocidad. No en vano, el Burj Khalifa presume de tener los ascensores más rápidos del mundo (aunque no son los que se utilizan para los turistas...)


       Una vez arriba, el glamour del edificio más alto del mundo se vino abajo, con sus 800 y pico metros. Los miradores son escasos, están saturados de gente (hasta el punto de que es difícil hacerse con un hueco en una de las ventanas que hay en la única terraza exterior del mirador, desde la que se pueden hacer fotos sin sufrir los reflejos de las cristaleras ya que tiene aperturas al exterior) y los ventanales interiores no están preparados para el objeto de la visita, que es disfrutar de las vistas desde las alturas de la ciudad: los reflejos por la penosa iluminación interior de la torre, junto a las marcas de miles de huellas que la gente deja, en un intento por...¡no sé por qué la gente se empeña en dejar sus huellas en los cristales, la verdad!, hacen que no se disfrute de la visita y de las vistas como el edificio merece. No es de extrañar que, ante la imposibilidad de sacar una foto medianamente buena desde los miradores, la organización de la torre se afane en crear puntos donde tomarse fotografías...¡pero ninguna con el fondo de la ciudad real! Todas las fotos se toman sobre un fondo verde que luego se puede personalizar a gusto del consumidor, pero la calidad de la fotografía es verdaderamente mala (los retoques que hacen para colocar tu silueta en el fondo escogido son muy burdos, y al final se acaba notando el borde y por consiguiente, que la foto está "trucada"); si a eso se le une el precio (unos 25€ por la foto en papel), el resultado es que como era de esperar, nos volvimos sin una foto de recuerdo juntos de la visita. Muy decepcionado con la organización de la visita, que dejó mucho que desear y desde luego no respondió a lo esperado.

Tratando de crear una sombra para poder sacar algo a través de los ventanales...


      Al margen de temas organizativos, las vistas desde los 450m de altura del mirador revelan la realidad de la ciudad, una especie de Las Vegas, ya que parece que solo la calle central está urbanizada. En cuanto uno se separa de la avenida principal, bien el desierto, bien las pequeñas construcciones tradicionales, ocupan el territorio de la ciudad. Desde la altura se tiene la sensación de que la ciudad está por hacer, y esa es la realidad. Unas vistas de lo más reveladoras y llamativas. 






Centros comerciales

       Por extraño que parezca, los centros comerciales merecen mención especial en Dubai, y por mucho que me pese, son una visita imprescindible si se quiere tener una visión completa de la ciudad y de la forma de vida allí.  Los hay por doquier, a cual más grande si cabe, aunque al final todos tienen básicamente las mismas firmas comerciales y lo que varía es el tamaño de los locales. Es imposible no encontrar algo allí (en materia de ropa, calzado, complementos y esas cosas): si no lo encuentras es o porque no lo buscas o porque no existe. Algunos de ellos son gigantescos, y otros tienen un tamaño más contenido. “Solo” visitamos tres:
  • Dubai Mall: la carta de presentación es sencilla: más de 1200 tiendas hacen de este centro comercial el mayor templo de consumo del mundo (y se está ampliando…) Al centro comercial, puerta de entrada al Burj Khalifa, se llega en metro…aunque eso de llegar es un decir: hay una parada de metro con su nombre, pero desde que se sale de la estación hasta que se llega al centro comercial se emplean unos 15-20 minutos andando por pasillos con pasarelas mecánicas, lo que nos llevó a pensar que el centro se encuentra a unos 1.5-2Km de la estación del metro. Increíble. Una vez dentro se caminan muchos kilómetros más, simplemente recorriendo sus calles y descubriendo las distintas áreas temáticas y atractivos: una pista de patinaje abierta, una acuario en el que se puede incluso bucear entre tiburones (a un precio ridículamente caro, como todo en Dubai), un zoco, el esqueleto de un dinosaurio, cascadas…en fin, todo cabe en el mayor centro comercial del mundo. En la fuente del centro comercial (a ver si lo imagináis...¡la más grande del mundo!), con la imponente presencia del Burj Khalifa al fondo, se puede ver un espectáculo de luces a diario que se ejecuta cada media hora, empezando a las 18:00h. Un espectáculo que nos dejó bastante fríos ya que no es para nada llamativo ni espectacular: luces monocolor para un espectáculo muy flojo, muy inferior al que se puede disfrutar en cualquier parque de atracciones de Europa, por hacer una comparación (con la ambición de UAE por el más grande, el más espectacular, el mejor, el espectáculo nos decepcionó enormemente) 












  • Mall of the Emirates: es otro de los más grandes de la ciudad, pero nada comparable al Dubai Mall. Se encuentra cerca de Al Barsha, así que resultó muy cómodo de visitar desde nuestro hotel. Además de cientos de tiendas (en torno a 600) y restaurantes, el centro comercial destaca por acoger una mini-estación de esquí, con capacidad para 1500 esquiadores, y que incluye una pista de esquí de 400m de longitud.Todo esto con una temperatura de 30 grados en la calle (que puede llegar a los 45 o 50 en verano)


  • Marina Mall: situado en la zona de la marina, un centro comercial muy pequeño y algo más parecido a lo que estamos acostumbrados por aquí. 

                                 La Marina
        
           La Marina de Dubai, localizada en el corazón de lo que se ha denominado "nuevo Dubai", es una de las zonas que más grata impresión me dejó. Se sitúa al este de la famosa palmera artificial y el principal reclamo es un canal artificial, creado por el hombre, de unos 3km de longitud con acceso al mar en ambos extremos, rodeado de un agradable paseo peatonal que miles de personas usan a diario para hacer deporte, pasear o simplemente para dirigirse a uno de los numerosos restaurantes que allí se concentran. Es una zona de reciente construcción, situada cerca de la universidad de Dubai, y posiblemente donde se encuentran los edificios más llamativos de la ciudad (al margen de los archiconocidos Burj Al Arab y Burj Khalifa), todo un centro de experimentación para los arquitectos. 






       La playa de la marina es una de las más frecuentadas, merced a los servicios que ofrece: conexión por metro ligero, restaurantes, centros comerciales, hoteles, apartamentos...toda una ciudad que está naciendo al norte de Dubai, a medio camino de Abu Dhabi.  



                        Madinat Jumeirah

      El Madinat Jumeirah es un lujoso complejo construido según los cánones tradicionales de la arquitectura árabe y que incluye dos lujosos hoteles y un centro comercial, todo ello en medio de un canal estilo veneciano apto para la navegación. El resultado es uno de esos rincones especiales de la ciudad, que ofrece unas vistas estupendas, un lugar artificial creado con todo acierto. El zoco ofrece productos locales y de artesanía a precios poco populares. Bordeando el canal veneciano se puede disfrutar de los restaurantes de grandes cadenas con unas vistas soberbias al Burj Al Arab






          Muy cerca se encuentra el Burj Al Arab, un lujoso hotel que se encuentra entre los más caros del mundo. Cuenta con helipuerto en la azotea y hay todo tipo de especulaciones sobre el mobiliario de sus suites, de las que se dice que la grifería es de oro (¿leyenda urbana? si alguien ha estado allí, que lo confirme :-)) El complejo se inauguró en 1999, se ubica en una isla artificial y con sus 321m de altura es el edificio dedicado íntegramente a ser un hotel más alto del mundo. El coste de su construcción nunca se ha confirmado (igual no hay ceros para la cifra...) Ni que decir tiene que no pudimos entrar (en teoría se puede reservar para subir a la cafetería a tomar un refresco, pero la entrada exige etiqueta - nada de pantalones cortos, ni vaqueros, ni chanclas, ni calzado deportivo, ni camisetas...y con las temperaturas que había en la calle no teníamos muchas ganas de pasearnos vestidos de boda para la ocasión, ropa que por otro lado yo no tenía...) El hotel cuenta con su propia playa privada, que guardan celosamente, pero se puede visitar la cercana playa pública que se abre al mar justo después del hotel Jumeirah Beach, otro de los iconos arquitectónicos de la ciudad. Desde esta playa se tienen unas vistas espectaculares de la puesta de sol sobre la palmera Jumeirah, una de las construcciones artificiales más impactantes, visible desde el espacio, y que alberga lujosos apartamentos y el icónico hotel Atlantis, con un acuario y un parque acuático abierto al público (solo el mono raíl para llegar a él cuesta unos 18€, por unos 2Km de recorrido; la entrada al parque acuático sale por unos 45€) 









OMÁN
        
         Como Dubai se nos quedaba pequeño y la opción de ir a Abu Dhabi tampoco nos terminaba de convencer por lo que nos dijo la amiga de M, al final nos lanzamos a visitar Omán, más concretamente la región de Musandam. La excursión, teóricamente, consistía en viajar hasta Omán para visitar a bordo de un barco la región de Musandam y sus fiordos. La empresa organizadora se encargaba del visado para entrar en Omán (en condiciones normales cuesta en torno a 50€, pero para promocionar el turismo, si viajas en una de estas excursiones organizadas el visado para entrada terrestre es gratuito, aunque hay que registrarse antes), y el precio (en torno a los 40€/persona) incluía el transporte por carretera hasta el puerto en Omán, comida y bebida a bordo del barco, actividades acuáticas, equipos de snorkel...vamos, un día de multiaventura en toda regla. Las empresas que ofrecen el viaje son muchas, el precio parece estar fijado y exigen reservar y pagar al menos 48h antes de la salida del viaje, para poder tramitar los permisos de paso en la aduana. Lo complicado es pagar, ya que muchas empresas no admiten pago por tarjeta y solo permiten pago por transferencia bancaria. Al final dimos con una empresa que aceptaba pagos por tarjeta y nos lanzamos a la aventura con ellos (aunque no recuerdo el nombre de la empresa...) Nos pasaron a recoger por el hotel más o menos puntuales, y después de recoger algunos pasajeros más en el centro, nos dirigimos hacia el norte por una carretera desértica al principio y montañosa después, pero en muy buen estado y con un tráfico fluido. 



      El destino en Omán fue Dibba...y aquí comenzaron mis sospechas al comprobar en google maps que estábamos en el otro lado de la península de Omán en la que se encuentran los fiordos. En mi caso la verdad es que después de mirar tantas páginas webs no reparé en este hecho (tampoco pensé que la región de Musandam abarcara ambas costas del país, y como todas las excursiones se ofertan como viajes a Musandam pues...), pero hubo gente que había contratado la excursión a los fiordos, y se quedó sin ver los fiordos. Sea como fuere, llegamos a la frontera con Omán y los militares armados hasta los dientes (y muy entrados en años), escudriñaron los documentos al tiempo que trataban de establecer quién era quién en la furgoneta. Impresionaba un poco...no me acostumbro a ver a gente con armas por las calles. Pasado el trámite nos dirigimos al barco, una típica embarcación de madera en la que pasamos el día costeando por las aguas de Omán. En esta ocasión no me mareé (¡soy un campeón!) y pasamos un día estupendo, disfrutando del mar, de paseos en banana, paseos en fuera borda, haciendo snorkel, comiendo, descansando, disfrutando del paisaje y del tiempo...un día de auténticas vacaciones. No vimos los fiordos de Omán, pero poco nos importó después de haber tenido un día tan estupendo. Poco después de caer la noche (a eso de las 19:00h), después de un trayecto de tres horas por carretera, estábamos de regreso en el hotel. Objetivo cumplido. 







Omán, desde el lado de Emiratos
      No hubo tiempo para más. Bien es cierto que con el despertador fuera de escena (nos propusimos no usarlo...aunque fallamos un par de días) y con lo pronto que anochece en la zona (en torno a las 18:00h), los días no dan mucho de sí, y Dubai es una ciudad que no ofrece mucho por la noche - o al menos no de lo que nosotros íbamos buscando. Una ciudad en la que los límites a la diversión y al ocio sólo los marca tu cartera, porque por lo demás no tiene límites (a modo de ejemplo, desde la playa de la Marina se puede ver despegar cada 20min. aproximadamente una avioneta repleta de paracaidistas - en torno a 8-12 en cada vuelo - ,que por el módico precio de 1990 AED - unos 500€ - te permite disfrutar de las vistas de la palmera Jumeirah desde los 4000m de altura en caída libre...operando de forma ininterrumpida sale una cantidad de dinero considerable...yo salté en paracaídas en España por 150€) Una ciudad que ofreció lo que esperábamos. Muy satisfechos con el viaje y por haber podido vivir Dubai, una ciudad que sin duda merece la pena conocer; repetir...igual ya es mucho decir ¡hasta la próxima!






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