Tiempo de lectura: en torno a 20 minutos.
Tiempo para fotografías: es un recorrido en imágenes por la ciudad, así que tómate tu tiempo!
El año 2021 ha comenzado más o menos como terminó el 2020: con la pandemia desbocada y perpetuando el cambio en nuestro estilo de vida que comenzó allá por el mes de marzo del año pasado. Más de un año después de que todo comenzara, en Europa seguimos como al principio (o peor, según los países), las vacunas no han ayudado de momento en la medida esperada y las restricciones son la norma en nuestro día a día. Pero no tendría por qué ser así. Por mi trabajo tengo contacto frecuente con compañías ubicadas en China, y desde Marzo del año pasado me han reportado que trabajan y viven de forma normal, como que el Covid no fuera con ellos. He de admitir que cuando comencé a escucharlo, tuve ciertas reticencias al principio en creer que lo que me estaban diciendo era verdad, así que cuando surgió la oportunidad de viajar a China por motivos profesionales, no lo dudé: primero porque la ausencia de viajes y de actividad para un viajero insaciable como el que os escribe ya llevaba tiempo causando estragos en mi ánimo y mi moral, y segundo porque quería comprobar en primera persona cuál era la situación real en China en cuanto a la calidad de vida en la etapa post-Covid. Pero en nuestra realidad actual, viajar no es tan sencillo y el "regalo" de viajar a China venía con una cuarentena de 14 días en un hotel nacional. Os cuento mi experiencia antes de entrar al detalle de mis 12 recomendaciones sobre Shanghái.
El Viaje
Viajar a China en la fecha de mi viaje (Febrero 2021) no fue tarea sencilla. Las Autoridades Chinas exigen prueba PCR y de anticuerpos en sangre, ambos obtenidos como mucho 48 horas antes de la salida del vuelo. Una vez se tienen los resultados, hay que enviarlos a través de una aplicación de móvil (en China todo - TODO - funciona ya con códigos QR y aplicaciones móviles) para que, en caso de aceptarlos, recibas un código verde de salud que te permita embarcar, y un código rojo de aduanas que te permita entrar en China. Sin entrar en detalles, no fue sencillo recibir el código verde (pese a contar con los tests requeridos, pero cuando tratas con una aplicación y no hay posibilidad de contactar con una persona a través de un teléfono o una dirección de correo, cualquier pequeño problema se convierte en un obstáculo casi insalvable), pero el azar quiso que lo recibiera tan solo unos minutos antes de la hora límite que tenía para coger un tren con destino a Frankfurt, donde debería tomar mi vuelo directo a Shanghái (si haces escalas, tienes que repetir todo el proceso en el lugar de escala: nuevos tests, nuevos códigos, etc. con lo que la opción de volar con escalas era algo inviable). En la era pre-Covid, podías elegir el día de salida, la compañía aérea con la que preferías volar y casi hasta la hora de salida.
En la actualidad los vuelos son escasos y hay que adaptarse a las opciones disponibles. En mi caso solo tres compañías ofrecían vuelos directos Frankfurt - Shanghái, en frecuencias de 2 vuelos semanales como máximo. Yo volé con Lufthansa, que una vez más decepcionó en el tratamiento de la clase business: al margen de las limitaciones propias de la época que nos ha tocado vivir (mascarilla durante todo el vuelo, oferta limitada de servicio a bordo, etc.), en Lufthansa fueron un paso más allá y cerraron todas las salas business de Frankfurt (¿¿??). Ya a bordo, los asientos son de los peores que te puedes encontrar en la actualidad en ésta categoría de precio (superados por los asientos de British, que en mi opinión siguen siendo los peores ergonómicamente hablando sin duda), con muy poco espacio personal y muy incómodos para dormir (casi no hay espacio en la zona de los pies). A ello se le une una oferta de entretenimiento a bordo limitada y obsoleta, y un servicio a bordo deficiente (marca de la casa). Pero hubo cosas positivas: volé sin nadie al lado, el vuelo llegó puntual y la maleta llegó conmigo. Y punto. Un vuelo directo, que siempre es preferible, que podría haber sido gestionado de una forma un poco más "cariñosa" por parte de la compañía de bandera alemana. Así desde luego no creo que ganen mucho clientes para los tiempos futuros.
A la llegada, China demostró músculo y experiencia en éste tipo de situaciones: tan sólo una hora después del aterrizaje había salido del avión, había pasado por todos los controles de fronteras, me habían hecho el registro de entrada en el país, me habían tomado una nueva muestra para un test PCR, habían comprobado todo el papeleo, había recogido la maleta y estaba esperando a que me llevaran a mi hotel de cuarentena. En Barajas suelo tardar más solo en recoger la maleta. Luego la cosa empeoró porque una vez fuera del aeropuerto tienes que ir a la zona donde te asignan tu hotel de cuarentena (que no sabes cuál será hasta que no llegas) y ahí tuve que esperar dos horas hasta que decidieron meternos a todos en un autobús sacado de la película de E.T., con todos vestidos con trajes blancos y forrado de plásticos para evitar contactos entre pasajeros - los infectados -, y los locales. El trato es al estilo Chino: eres un número y punto. Y ahora encima, ante la duda, eres contagioso y estás infectado hasta que los 14 días de cuarentena demuestren lo contrario.
Sin saber tu destino, te montas en el autobús y comienzas a imaginar qué tipo de condiciones te esperarán en el hotel que te toque en suerte. Cuando llegamos al hotel, situado en la zona centro de Shanghái (el único criterio es que el hotel al que te trasladan está en el distrito en el que se encuentra el hotel para el que tengas una reserva para después del periodo de cuarentena), se me cayó el alma al suelo: la primera impresión no pudo ser peor, la verdad: de nuevo todo plastificado (no sabías si te iban a dar una habitación o te iban a envasar al vacío allí mismo), todos con trajes blancos y ausencia total de un mínimo de tacto al tratar con gente que se va a meter durante 14 días en una habitación. La habitación en sí no estaba mal: era bastante espaciosa e internet funcionaba bastante bien. Eso sí, yo tuve que cambiar de habitación a los 4 días porque mi habitación inicial daba a un patio de luces interior sin ventilación y hacía demasiado calor, ya que al estar en febrero, el aire acondicionado no estaba activo, por tema de infecciones y por que según el calendario estábamos en febrero (aunque en la calle los termómetros marcaban 25 grados). Esos cuatro días fueron los peores, sin duda. A partir del cambio, los días pasaron más rápido, tele trabajando y trabajando en la edición de fotos, planificando mi estancia después de la cuarentena, y hasta me hicieron una entrevista para la radio para el programa de Las Mañanas Kiss, de Kiss Fm (el momento de la cuarentena, sin duda, aunque lo que se emitió en antena fue mucho más reducido que la entrevista que me hicieron fuera de antena).
Por fortuna el hotel no tenía servicio de comida, así que más o menos podía decidir lo que quería comer cada día pidiéndolo en algún restaurante de la zona, y el reparto se encargaba de llevártelo a la habitación, cuando ellos quisieran, eso sí: en alguna ocasión me subieron la comida hasta 3 horas después de que ésta hubiera llegado al hotel. La experiencia con éste hotel fue horrible, aunque no creo que fuera el hotel en sí, si no el trato en general hacia los apestados. Pero los días pasaron y llegó el momento de mi libertad, ¡14 días después! El día anterior de tu salida te hacen otro test PCR (para entonces ya tenía yo listas las maletas para salir en cuanto pudiera), y al partir te dan un papelito que se supone que dice que has salido de cuarentena (en perfecto Chino), la factura, el resultado del ultimo test, y ni un adiós. Ale, ahí esta la puerta y listo. Ni un minuto más de lo necesario pasé allí. A partir de ahí comenzó la aventura para conseguir el código verde de salud que te permitiera entrar en restaurantes, metro, centros comerciales, etc. Pero esa es una historia muy larga: yo lo conseguí al 4º día después de salir de la cuarentena y porque me lo gestionó la compañía que iba a visitar en Shanghái. Costó conseguirlo, pero aún sigo teniéndolo en verde en mi teléfono (se actualiza cada vez que abres la aplicación, y para mi sorpresa al regresar a Europa todavía está activo y sigue siendo verde...).
Hotel Hyatt on the Bund (200€ / noche con desayuno, acceso a la sala VIP y vistas a los rascacielos de Pudong): Aquí pasé tres noches, y el motivo principal de haber elegido éste hotel lo vais a entender en cuanto veáis las fotos. El año pasado visitamos el bar del hotel (mi hermana, que es muy pispeja para estas cosas, localizó rápido el bar que hay en la azotea, que ofrece posiblemente las mejores vistas de la ciudad), y en aquel momento supe que si tenía que regresar a Shanghái a trabajar, iba a pasar alguna noche en él. En cuanto a la ubicación, está mucho peor situado que el Sofitel, las habitaciones son mucho más pequeñas e incómodas, es mucho más caro, pero ofrece unas vistas con las que pocos hoteles pueden competir, y puestos a pasar unos días fuera, mejor despertarse y acostarse con unas vistas inmejorables de la ciudad. La sala VIP también ofrece una cena (ente las 17:30 y 19:30) con bebida autoservicio y una selección de platos fríos y calientes. Al estar alojado en el hotel tienes acceso a cualquier hora y de forma gratuita al bar de la azotea (también al estar alojado en el hotel los precios de las consumiciones en el bar son menores), que ofrece unas vistas increíbles del Bund y de Pudong. Simplemente impresionante. Me faltó probar el jacuzzi de la terraza (hacía fresquete), pero ya habrá más oportunidades :-).
Ahora que ya os he contado un poco la experiencia de viajar en la "nueva normalidad" (me quedo con la antigua normalidad sin dudarlo un instante), vamos al lío, a mis 12 recomendaciones sobre Shanghái:
1. El Bund.
Si fueras a pasar poco tiempo en la ciudad y solo pudieras visitar un lugar, sin duda el Bund sería mi recomendación: es la visita que no puede faltar en todo viaje a Shanghái. A orillas del caudaloso río Huangpu que baña la ciudad se encuentra este paseo peatonal que ofrece lo mejor de la ciudad: de un lado, la historia de sus llamativos edificios coloniales, y del otro la modernidad representada por los rascacielos del distrito financiero de Pudong. El Bund es además un lugar de encuentro de locales y turistas, un lugar de lo más transitado que siempre está lleno de gente, pero especialmente en torno a las 6 de la tarde, la hora que marca el momento en el que se iluminan los edificios de la ciudad, un espectáculo que no te puedes perder porque es una sincronía perfecta: decenas de edificios se iluminan al unísono. Las posibilidades fotográficas de éste paseo son casi infinitas, un lugar en el que seguro no te cansas de pasar tiempo y de visitarlo una y otra vez - durante mi estancia de 13 noches en libertad en la ciudad lo visité casi a diario, ya que los hoteles se encontraban en las cercanías, así que pude disfrutarlo con sol, con lluvia, con nubes, de día, de noche...¡cualquier momento es bueno para visitar el Bund! (mejor con sol o de noche, claro).
2. Enamórate con el espectáculo visual de los rascacielos de Pudong.
Sin duda, la imagen más icónica de la ciudad, un perfil claramente reconocible dominado por la presencia de la Perla de Oriente, el edificio que dio el pistoletazo de salida a una brutal carrera constructiva en la zona: hace 25 años apenas había edificios en ésta zona de la ciudad, y en la actualidad hay cientos de edificios con una altura superior a los 30 pisos y cientos de licencias de construcción en progreso que sin duda cambiarán el perfil de ésta zona de la ciudad en el próximo lustro. Una vista que no me cansaré de contemplar y de fotografiar.
3. Vive la vibrante East Nanjing Road.
Los amantes de las compras no pueden dejar pasar la oportunidad de visitar East Nanjing Road, la calle comercial por excelencia de Shanghái; en esta larga calle se dan cita todas las marcas de referencia, tanto tecnológicas como de moda. También hay numerosos centros comerciales para aquellos que no puedan permitirse pagar cientos de euros por una camiseta o una sudadera, así como numerosos lugares de restauración, tanto occidentales (grandes cadenas de hamburguesas o pollo frito) hasta pequeños locales de comida local (principalmente en las calles que confluyen lateralmente en East Nanjing Road...¡no te pierdas la experiencia de comer en uno de éstos sitios!). La calle está muy concurrida en cualquier momento del día: por la mañana, si el tiempo acompaña, podrás encontrar a grupos de personas haciendo actividades en grupo (a los chinos les gusta mucho eso de hacer cosas juntos), desde taichí hasta bailes populares o simplemente bailes estilo libre. Más tarde, los neones dan vida y color a la noche, una actividad que no se detiene hasta las 10 de la noche, la hora decretada para el cierre de casi todo en Shanghái (independiente de la pandemia, ya era así antes). Estando alojado en el Sofitel que tiene su entrada en el punto más vibrante y activo de la calle East Nanjing Road, como podéis imaginar la recorrí unas cuantas veces, !pero no me cansé de ello!.
4. Disfruta de los Jardines de Yuyuan.
Otro de los imprescindibles que no pueden faltar en toda visita a Shanghái; los jardines en sí no tienen mayor interés (está bien verlos una vez, pero yo en ésta ocasión no los visité de nuevo), ya que se trata del típico jardín de estilo Chino, con pabellones, estanques de agua, etc. Con lo de la pandemia ya no se venden entradas físicas, así que la tienes que comprar a través de las aplicaciones de "WeChat" o "AliPay", que lo mismo sirven para pagar un refresco en un puesto de calle que para pagar un hotel, un taxi o una entrada a un lugar de interés, o para controlar tu salud en términos de Covid y rastrear tu actividad. Increíble. Si no tienes pagos domiciliados en una de esas plataformas, como en mi caso, complica bastante la experiencia actual en China. Los jardines se encuentran dentro de un recinto compuesto por varios edificios tradicionales, ricamente ornamentados y que bien merecen varias visitas (al menos de día y de noche, porque la perspectiva cambia radicalmente - personalmente me quedo con la noche). De nuevo, al visitar la ciudad unas semanas después del año nuevo Chino (festival de primavera para ellos), los motivos invocando al buey abundaban en la decoración. Me sigo quedando con las ganas de visitar el recinto sin decoración alguna. La zona es también un buen lugar para hacer un alto en el camino, ya que cuenta con numerosos restaurantes y algunos de los llamados "food courts", recintos con muchos y variados restaurantes donde la zona para comer es común, sin duda una muy buena idea cuando se viaja en grupo.
5. Vete de templos por la ciudad.
Hay quien se va de compras durante los viajes, y otros nos vamos de templos. En una ciudad centenaria como Shanghái no abundan los templos realmente antiguos, pero sí hay algunos con cierta historia, y sobre todo, muy frecuentados tanto por turistas como por locales. Entre los más conocidos y turísticos se encuentran los templos de Jing´an y del Buda de Jade, que pasan por ser también los más grandes de la ciudad. En ésta ocasión no visité el templo de Jing´an (50 CNY), principalmente por los problemas para acceder al no tener la posibilidad de pagar en efectivo y porque cuando me acerqué para visitarlo de nuevo aún no tenía el dichoso código verde de salud. Algo parecido me sucedió en el Templo del Buda de Jade, pero aquí conseguir burlar el control para entrar con mi pasaporte y el papelito de la cuarentena (20 CNY). Así como he de admitir que no tenía un interés especial en volver a repetir visita al templo de Jing´an, sí quería regresar al Templo del Buda de Jade, ya que me resultó una visita de lo más interesante, percepción que confirmé en ésta segunda visita.
6. Visita una de las muchas "Venecias de Asia" que hay en la zona.
En las proximidades de Shanghái se pueden visitar varias localidades que han crecido en torno a canales de agua, motivo por el que a algunas de ellas se las conoce como "Venecia de Asia". En mi anterior viaje visité Zhujiajiao, una visita que repetí en ésta ocasión. Se puede llegar fácilmente en metro por en torno a un euro desde el centro de Shanghái (el trayecto dura una hora aproximadamente). En ésta ocasión decidí entrar por la zona "tradicional" del barrio, siguiendo los canales que encuentras al salir del metro, en lugar de ir hasta la zona de la entrada oficial a la zona histórica, y fue todo un acierto, porque te ahorras bastante recorrido y te permite respirar la esencia del lugar (la zona tradicional es muy, muy turística). La ciudad ofrece oportunidades infinitas para capturar buenas fotografías; los canales se alternan con calles comerciales donde se pueden comprar productos artesanales (que no lo son), productos locales de alimentación, bares y restaurantes. En la zona histórica se pueden visitar varios templos (10 CNY), el toque espiritual a una visita de lo más lúdica. No te pierdas el atardecer en Zhujiajiao !porque es mágico!.
7. Vive la ciudad desde lo alto.
En la ciudad por excelencia de los rascacielos en China, no puedes dejar de visitar uno de ellos para observar la ciudad desde las alturas. En mi anterior viaje visité con la pandilla española la torre Jin Mao, uno de los edificios más representativos de la ciudad (Shanghai, la Perla de Oriente). En ésta ocasión visité la Torre De Shanghai, el edificio más alto de China y el segundo más alto del mundo, por detrás del Burj Khalifa de Dubai. La verdad es que después de haber visitado varios de estos miradores situados a varios cientos de metros sobre el suelo, he perdido completamente el interés por ellos: los cristales de los miradores impiden ver claramente lo que hay fuera (y suelen estar bastante sucios, sobre todo en lugares donde llueve mucho, como en Shanghái), y desde tan arriba se pierde un poco la perspectiva, por no hablar de que la altura puede impedir las vistas por completo debido a las nubes, al polvo en suspensión, etc., a pesar de que a nivel de suelo parezca que el día es claro. Esto es lo que me sucedió en mi visita a la Torre Shanghai (180 CNY): un día claro a nivel de suelo, la cima del edificio se veía de forma nítida desde abajo, pero al subir la niebla estropeó la experiencia (además de los cristales, los reflejos creados por la sombras, las luces interiores, etc.). Creo que ésta visita ha supuesto el punto y final a mis experiencias con los miradores cerrados, sin terrazas abiertas (al estilo del Marina Bay de Singapur, que ofrece vistas sin obstáculos del exterior).
8. Mézclate con los locales en uno de los muchos parques de la ciudad.
En contra de lo que podría pensarse, los parques y jardines abundan en la ciudad de Shanghái. Aprovechando el buen tiempo y el reclamo de la floración de primavera, todo un fenómeno en China, visité algunos de ellos durante mi estancia. El Parque de esculturas de Jing´an (entrada gratuita), donde se encuentra el museo de Historia Natural de la ciudad, supuso una agradable sorpresa: un espacio verde en el corazón de la ciudad, no muy grande, pero muy cuidado y con una estupenda colección de flores (tulipanes en su mayor parte) que rivalizaría con la famosa muestra de Keukenhof de Holanda.
El Parque del Pueblo se encuentra en el extremo occidental de East Nanjin Road, y es otro tipo muy distinto de parque: es un parque donde la gente se encuentra para hablar, para vender cosas o para hacer actividades de grupo (como ya he comentado, esto les gusta mucho a los chinos). El parque cuenta con un pequeño estanque y hasta un pequeño parque de atracciones para los más pequeños. También es la sede de varios museos y escenarios, como el Museo de Shanghái, el Gran Teatro de Shanghái o el Centro de exhibición de la planificación urbana de la ciudad.
Y para finalizar, el Century Park (10 CNY), un gigantesco parque situado en el distrito de Pudong, muy frecuentado por los locales que se reúnen allí durante los fines de semana (al menos es cuando yo lo visité), tienda de campaña incluida, para pasar el día al aire libre y compartir juegos y diversiones con miles de conciudadanos. Fue una de mis primera visitas después de dejar la cuarentena y quedé totalmente en shock cuando vi tal cantidad de gente sin usar mascarilla, sin respetar distancia, jugando y divirtiéndose todos juntos. ¿es o no es para reconocer que algo estamos haciendo muy mal en Europa? Sentí envidia (la sigo sintiendo, a la vista de cómo progresan - o no progresan - las cosas en el viejo continente). El parque es un auténtico pulmón para la ciudad, el equivalente a Central Park de Nueva York o el Retiro y la Casa de Campo en Madrid: hay áreas de recreo libre, un enorme lago donde se puede pasear en barca, jardines con flores (en ésta ocasión aún sin flores), una reserva natural en el centro del parque (a la que no se tiene acceso) y hasta un parque de atracciones para pequeños y no tan pequeños. Una visita interesante, más que nada por el contexto en el que se produjo, recién salido de una cuarentena y siendo el único occidental que vi durante mi largo paseo por el parque (y el único pardillo que llevaba mascarilla, por cierto).
9. Visita el barrio de Tianzifang.
Tainzifang es un barrio tradicional de la ciudad reconvertido en atracción turística para locales y extranjeros. Cada vez es más difícil poder acceder a éstos barrios residenciales si no eres residente (la mayoría cuentan con algo parecido a vigilancia a la entrada, y sobre todo están cerrados para impedir el acceso de extraños), así que a alguien se le ocurrió la idea de habilitar uno de ellos para las visitas, el problema es que ha terminado convirtiéndose en una turistada en toda regla: lo único que se conserva son las calles y edificios, pero los negocios poco tienen que ver con lo tradicional: hay tiendas de recuerdos, bares y muchos puestos de comida de calle, toda una religión en la ciudad. No lo había visitado antes; recomiendo visitarlo al menos una vez, para conocerlo y poder tener una opinión al respecto, pero sinceramente no creo que me deje caer por allí en una futura visita a Shanghái.
10. Descubre Pudong a pie de calle.
Merece la pena dejarse caer por la zona de Pudong, para descubrirla a pie de calle y no quedarse solo con la preciosa imagen que ofrece la zona desde el Bund. Pasear entre los rascacielos es una experiencia singular en sí misma (la vista puede jugar una mala pasada y se pierde la referencia de la altura de los edificios que se alzan por encima de ti). Pero es que además la zona te sorprenderá con algún parque rodeado de rascacielos, al más puro estilo Central Park, por no hablar de las impresionantes vistas que se tienen del Bund desde ésta orilla del rio Huangpu, una imagen no tan conocida de la ciudad ¡no te lo pierdas!.
11. Un poco de historia: Xintiandi.
Xintiandi es el nombre que recibe el histórico barrio en el que se estableció la concesión francesa, cuando los franceses colonizaron éstas tierras. De la historia de aquellos días tan solo queda una placa informativa y los característicos edificios coloniales de ladrillo. La zona ahora es un lugar de moda, repleto de bares y restaurantes que frecuentan los chinos más adinerados y los expatriados que residen en la ciudad. Como todo, creo que es una visita interesante, sobre todo si se visita la ciudad por primera vez, para tener una idea de la historia reciente de la misma (la única historia que tiene, porque Shanghái es una ciudad muy nueva), pero definitivamente no es uno de mis lugares preferidos de la ciudad.
12. Piérdete y añade números a ésta lista.
Y como siempre recomiendo, lo mejor es dedicar algo de tiempo a perderse por la ciudad, porque es la única forma de conocerla de verdad: en muchas ocasiones no darás con nada interesante (ya está todo descubierto, y en los tiempos de internet es prácticamente imposible "descubrir" algo nuevo, pero lo que puede ser interesante para ti puede no serlo para la gente que escribe los artículos de viaje), pero cuando encuentres algo que te llame la atención, sin duda darás por bueno el esfuerzo y los fracasos anteriores. Yo suelo (solía...¡qué nostalgia de los tiempos pasados!) viajar a casi los mismos destinos con mucha frecuencia, y hasta la fecha, casi siempre he encontrado algo interesantes que no conocía de visitas anteriores, a pesar de poder haber visitado la ciudad varias veces anteriormente (en ocasiones, docenas de veces).
Moverse por Shanghái es metro es muy sencillo: es una red muy extensa (aunque las estaciones no están cerca unas de otras, así que normalmente tendrás que caminar al salir), es muy barato (el billete cuesta en torno a 0.5 - 1€) y funciona increíblemente bien en cuanto a frecuencias y limpieza (aunque usarlo en horas puntas no es recomendable, como reza la imagen).
Y por supuesto, no dejes de probar el plato estrella de la región, la sopa de noodles, mejor si es en un lugar local: yo descubrí los Hefu noodles durante la cuarentena y repetí varias veces durante mi estancia, además de un lugar que descubrimos el año pasado, que está justo en frente del Sofitel de East Nanjing Road, que ofrece unos platos muy económicos, abundantes y un trato de lo más familiar, ¿Qué más puedes pedir?. Se convirtió en mi lugar de referencia en un par de ocasiones durante mi estancia.
Espero que las sugerencias y las imágenes te hayan ayudado para hacerte una idea de lo que la ciudad ofrece. Un saludo y nos vemos pronto, en ¡Xi´an!.
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