Tiempo de lectura: inferior a 15 minutos.
11 semanas. Casi tres meses, el tiempo que ha pasado desde que tuvo lugar mi último viaje, casualmente a España, justo el fin de semana en el que se declaró el estado de alarma por la crisis causada por un virus que todo lo ha cambiado. Un periodo sin actividad viajera de una duración sin precedentes en lustros. Un insignificante y odioso virus ha conseguido lo que parecía imposible: atarme a un lugar durante casi tres meses. Un periodo de confinamiento en Colonia que no he llevado (ni sigo llevando) muy bien, la verdad; ni M, ni la recién llegada miembro de la familia Kuki (o Cookie para los alemanes), ni las “relajadas” condiciones del confinamiento alemán (hemos podido salir a la calle en todo momento, sin horarios ni restricciones absurdas, apelando a la responsabilidad de la gente) han podido apaciguar mi frustración por no poder hacer aquello que más me gusta: viajar. Frustración también por la obligación de dejar atrás un modo de vida que sin duda nunca volverá (ahora más que nunca se puede decir aquello de que "cualquier tiempo pasado fue mejor"). Para ser sincero (como siempre), no he entendido la forma en la que se ha gestionado ésta crisis, al menos a nivel de viajes y vuelos en avión (que es de lo que “algo” se - no mucho), suprimiéndolos y cerrando fronteras en lugar de detectar a los posibles viajeros afectados en origen y permitiendo que el resto de la gente, bajo su responsabilidad y riesgo, pudieran seguir haciendo una vida más o menos normal, dentro de la que se pueda considerar normal en mitad de una situación de pandemia sanitaria sin precedentes. Pero esa es otra historia, y supongo que no todo el mundo estará de acuerdo con mi enfoque y tendrá su propia opinión al respecto (respetable, por supuesto).
El caso es que la primera semana de Junio fue la fecha marcada en el calendario para volver a viajar, dentro de Alemania, eso sí. Con la opción de volar eliminada (¡qué ganas de volver a montar en un avión!), solo nos quedaba la opción del coche. No nos arriesgamos a cruzar fronteras porque la situación no estaba muy clara, así que nos quedamos en territorio teutón, y la región del Allgäu fue la opción elegida. Esta región, conocida como los “Alpes Alemanes”, se ubica al sur de Alemania, actuando de frontera natural con Austria. Unas semanas antes ya nos habíamos quitado el gusanillo de salir a turistear visitando Drachenfels, ruinas de un castillo cuyo recuerdo de una visita pasada me transportó a otra época. En mi primera visita, acontecida en torno al año 2010, recuerdo que apenas había gente visitando éstas ruinas. La imagen que me traje de ésta nueva visita dista bastante de aquel recuerdo romántico de castillo abandonado que guardaba: en la explanada natural que daba acceso a las ruinas se ha construido una enorme terraza y una cafetería desde la que se puede disfrutar de unas impresionantes vistas del Rhin. Las vistas ya estaban antes, solo que ahora, sea por el virus o por el buen tiempo reinante, tienes que compartirlas con cientos de personas. Una feria en toda regla que ha conseguido arruinar completamente el encanto de éste pequeño rinconcito de tranquilidad que recordaba de mis primeros años en Alemania. Una pena.
Pero volviendo al motivo de esta entrada, nos desplazamos hasta el sur de Alemania, a la región de Allgäu, una región ya conocida, ya que en esta zona se encuentra el lago constanza (entrada del blog AQUÍ), y tuve la fortuna de trabajar con una compañía ubicada en Lindenberg durante unos años, lo que me permitió explorar la región más occidental del Allgäu, una región dominada por verdes colinas de caprichosas y sinuosas formas (un paisaje muy del estilo del que pude ver en Nueva Zelanda, pero mucho más cerca). En esta ocasión nos fuimos a la zona más oriental, donde la cordillera conocida como los Alpes Alemanes actúan de frontera natural con Austria. Para nuestra estancia de 4 noches nos alojamos en un apartamento en pleno corazón del Allgäu, en el distrito de Bad Hindelang, el Haus am Beissenbach (105€/noche), un apartamento con todas las comodidades pero en el que echamos de menos dos cosas importantes: una conexión a internet (que no funcionó durante la mayor parte de nuestra estancia) y cortinas opacas en el dormitorio (¿qué sentido tiene poner cortinas translúcidas en un dormitorio?). Correcto en todo lo demás: amplio, luminoso, bien ubicado, muy nuevo, aparcamiento gratuito y a pie de numerosas rutas de senderismo y sitios de interés.
Una vez en la zona, no pude evitar volver a visitar el castillo de Neuschwanstein, de nombre impronunciable para un hispano hablante, que si bien no se encuentra en la zona del Allgäu, se encuentra muy, muy cerca así que la visita era obligada. Yo lo había visitado hace muchos años (en torno al año 2001/2002, cuando me escapé un fin de semana a Stuttgart desde París donde estaba trabajando para visitar a una amiga), y la verdad es que no me acordaba de nada (tampoco pasamos mucho tiempo, porque llegamos muy tarde y ya estaba todo cerrado). En esta ocasión el castillo también estaba cerrado (por el dichoso virus...), pero el objetivo era verlo por fuera, y la experiencia no defraudó. Neuschwanstein significa literalmente "nuevo cisne de piedra". El castillo data del año 1869, y es fruto de la imaginación romántica de Luis II de Baviera, que concibió esta preciosidad no con fines militares, si no como un capricho personal. El edificio en sí ya es impresionante, pero si se le añade el idílico entorno en el que se ubica, la combinación resulta simplemente fascinante. No en vano, es el edificio más fotografiado de Alemania. Desde la zona de los aparcamientos, situados al pie de la colina sobre la que se alza el castillo, ya se tienen unas vistas soberbias del mismo.
Nosotros aparcamos en el parking P3 (7€/día, el cercano P2 cuesta 8€/6 horas). Para acceder al castillo hay varias rutas: la tradicional, un sendero que bordea la montaña y en el que emplearás (según los mapas turísticos) unos 40 minutos, o tomando el camino que parte justo detrás del aparcamiento P3, y que tras subir un pequeño tramo de escaleras te lleva a la base de la fortaleza en unos 20 minutos en total. Durante el camino de subida, el castillo se irá mostrando de forma tímida a medida que avanzas en tu recorrido. No pierdas la ocasión de pararte en el mirador para contemplar una de las vistas más impresionantes que el lugar ofrece, que no es otra que la del castillo Hohenschwangau, situado entre lagos en un entorno de una belleza excepcional (y si a eso se le une un día de sol, el resultado salta a la vista - imagen al inicio de ésta crónica).
Pero volviendo al motivo de esta entrada, nos desplazamos hasta el sur de Alemania, a la región de Allgäu, una región ya conocida, ya que en esta zona se encuentra el lago constanza (entrada del blog AQUÍ), y tuve la fortuna de trabajar con una compañía ubicada en Lindenberg durante unos años, lo que me permitió explorar la región más occidental del Allgäu, una región dominada por verdes colinas de caprichosas y sinuosas formas (un paisaje muy del estilo del que pude ver en Nueva Zelanda, pero mucho más cerca). En esta ocasión nos fuimos a la zona más oriental, donde la cordillera conocida como los Alpes Alemanes actúan de frontera natural con Austria. Para nuestra estancia de 4 noches nos alojamos en un apartamento en pleno corazón del Allgäu, en el distrito de Bad Hindelang, el Haus am Beissenbach (105€/noche), un apartamento con todas las comodidades pero en el que echamos de menos dos cosas importantes: una conexión a internet (que no funcionó durante la mayor parte de nuestra estancia) y cortinas opacas en el dormitorio (¿qué sentido tiene poner cortinas translúcidas en un dormitorio?). Correcto en todo lo demás: amplio, luminoso, bien ubicado, muy nuevo, aparcamiento gratuito y a pie de numerosas rutas de senderismo y sitios de interés.
Castillo de Neuschwanstein
Una vez en la zona, no pude evitar volver a visitar el castillo de Neuschwanstein, de nombre impronunciable para un hispano hablante, que si bien no se encuentra en la zona del Allgäu, se encuentra muy, muy cerca así que la visita era obligada. Yo lo había visitado hace muchos años (en torno al año 2001/2002, cuando me escapé un fin de semana a Stuttgart desde París donde estaba trabajando para visitar a una amiga), y la verdad es que no me acordaba de nada (tampoco pasamos mucho tiempo, porque llegamos muy tarde y ya estaba todo cerrado). En esta ocasión el castillo también estaba cerrado (por el dichoso virus...), pero el objetivo era verlo por fuera, y la experiencia no defraudó. Neuschwanstein significa literalmente "nuevo cisne de piedra". El castillo data del año 1869, y es fruto de la imaginación romántica de Luis II de Baviera, que concibió esta preciosidad no con fines militares, si no como un capricho personal. El edificio en sí ya es impresionante, pero si se le añade el idílico entorno en el que se ubica, la combinación resulta simplemente fascinante. No en vano, es el edificio más fotografiado de Alemania. Desde la zona de los aparcamientos, situados al pie de la colina sobre la que se alza el castillo, ya se tienen unas vistas soberbias del mismo.
Nosotros aparcamos en el parking P3 (7€/día, el cercano P2 cuesta 8€/6 horas). Para acceder al castillo hay varias rutas: la tradicional, un sendero que bordea la montaña y en el que emplearás (según los mapas turísticos) unos 40 minutos, o tomando el camino que parte justo detrás del aparcamiento P3, y que tras subir un pequeño tramo de escaleras te lleva a la base de la fortaleza en unos 20 minutos en total. Durante el camino de subida, el castillo se irá mostrando de forma tímida a medida que avanzas en tu recorrido. No pierdas la ocasión de pararte en el mirador para contemplar una de las vistas más impresionantes que el lugar ofrece, que no es otra que la del castillo Hohenschwangau, situado entre lagos en un entorno de una belleza excepcional (y si a eso se le une un día de sol, el resultado salta a la vista - imagen al inicio de ésta crónica).
Una vez en la base del castillo, y antes de dirigirte al Marienbrücke, el sitio por excelencia para tomar la típica foto del castillo, te recomiendo que visites la fortaleza por el exterior, porque tanto los paisajes como el castillo en sí no tienen desperdicio.
Füssen es la localidad principal que da acceso a los castillos de Neuschwanstein y Hohenschwangau, una localidad situada en el estado de Baviera a 1 kilómetro escaso de la frontera con Austria. La localidad se ubica por encima de los 800m de altitud y destaca por su atractivo casco histórico, con vestigios muy bien conservados de su pasado medieval. Como curiosidad, en los alrededores de la localidad se rodaron muchas escenas de la película "la gran evasión". Los indudables atractivos de la localidad quedaron enturbiados por la malísima climatología que nos deparó el día de nuestra visita, algo ya previsto porque días atrás las predicciones anticipaban lluvias y bajada de temperaturas, y ante ese panorama decidimos ir a una ciudad en lugar de aventurarnos en una caminata de varias horas por la montaña. Al final la lluvia fue de tal persistencia que no nos dejó ni disfrutar de los encantos de esta coqueta localidad, que cuenta con un castillo gótico (Hohes Schloss) - que a diferencia de los otros dos castillos de referencia en la zona nunca llegó a ser residencia real, si no que fue construido por un obispo como residencia veraniega -, varias plazas y edificios tradicionales.
Bad Hindelang es el nombre que recibe el municipio del Allgäu situado al norte de los Alpes del Allgäu y que engloba varias localidades, como la propia Bad Hindelang, Oberjoch o Unterjoch. La zona se puede definir como media montaña, con altitudes que oscilan entre los 700 y los 1600m. Es un destino vacacional muy apetecible tanto durante la temporada de invierno, por las numerosas pistas de esquí que hay en la zona, como en verano, por las innumerables y variadas rutas de senderismo que se pueden realizar. Es también un paraíso para los amantes de la bicicleta...y de las motos. Durante nuestra estancia, a pesar de ser vacaciones en el estado de Baviera, la verdad es que había bastantes sitios cerrados (también pudiera ser por el bichito...) y la ocupación hotelera se notaba a medio gas, pero también es cierto que nos encontramos a más gente de la que nos hubiera gustado en ciertos sitios, como en la cumbre del Speiser a 1650m de altitud. Ninguna de las tres localidades mencionadas tiene nada especial, la verdad, al margen de estar situadas en un entorno precioso dominado por los alpes alemanes. Oberjoch es un pequeño pueblo que cuenta con 200 habitantes y que se anuncia como la estación de esquí más alta de Alemania (1200m), una afirmación dudosa. Desde el enorme aparcamiento situado a la entrada del pueblo, junto a la oficina de información turística, parten innumerables senderos que permiten descubrir y disfrutar de la región. Hay numerosos folletos que indican la duración y dificultad de las rutas, en base al desnivel salvado, con una información muy bien detallada. Luego ya lo de encontrar un vínculo entre las rutas que figuran en el folleto y las marcas sobre el terreno empleadas para señalar las rutas es harina de otro costal, ya que no tienen nada que ver. No es que sea difícil, pero si vas pensando que la ruta azul del folleto se corresponde con la ruta azul de los carteles indicadores no vas a llegar a ningún sitio. Como el día lucía bastante bien y se avecinaban cambios los días siguientes, el primer día nos decantamos por hacer la ruta más larga y escénica de todas, la que parte del aparcamiento de Oberjoch (1134m) y asciende por un camino bien indicado y amplio hasta Ornach (1572m), desde donde se tienen unas vistas estupendas tanto de Oberjoch como de toda la región. Desde Ornach la ruta avanza por terreno de media montaña, con continuos desniveles, y se divide en varias rutas. Yo me decanté por ascender al cercano Speiser (1651m), donde para mi sorpresa me encontré con muchísima gente sentada por la ladera, lo que le quitó bastante encanto a la visita, así que la verdad es que no paré mucho y emprendí el camino de regreso hacia Hirsch Alpe, una cafetería de montaña donde me re-encontré con M y con Kuki y desde donde emprendimos el camino de regreso a Oberjoch. Una ruta de unos 8,5Km en la que empleamos unas 3 horas escasas (descontando descansos para comer, disfrutar de las vistas y tomar algunas fotografías como las que os dejo a continuación).
Desde Unterjoch, la localidad más cercana nuestro alojamiento y donde se encontraba uno de los pocos restaurantes que había abiertos durante nuestra estancia (Zinkenstube, una buena opción si visitas la zona), hicimos una pequeña ruta que bordeaba la montaña bajo la que se asienta la localidad, una ruta muy sencilla pero que ofreció unas vistas fabulosas de la zona.
Y como no hay dos sin tres, yo empleé una tarde en hacer una pequeña excursión por los alrededores de nuestro alojamiento, situado al pie de una estación de remonte de esquí, y ascendí unos 400m colina arriba para deleitarme con unas vistas espectaculares y cambiantes a cada minuto, merced al viento que agitaba las nubes y cambiaba la perspectiva del escenario a cada instante, con el sol bañando a intervalos irregulares el paisaje que se encontraba frente a mí. Ahí sí que me tomé mi tiempo para disfrutar del entorno y de las vistas de mi primera escapada en tres meses, una escapada necesaria y merecida.
Aún tuvimos tiempo de pasear por las calles de Bad Hindelang, y de descubrir algún que otro rincón de esta región del sur de Alemania, una región que bien merece una visita. Una escapada en la que la climatología no nos acompañó como nos hubiera gustado, pero que sirvió para volver a experimentar la sensación de viajar y de descubrir nuevos lugares. Espero poder seguir viajando nuevamente a nuevos destinos en breve para poder seguir llevándotelos hasta ti. De momento, te dejo con las imágenes de Allgäu, a la espera de un próximo viaje, que espero no tarde mucho en llegar. ¡Hasta la próxima y a cuidarse todo el mundo!
Pero la vista más famosa (que no necesariamente la mejor) del castillo y del entorno se obtiene desde el Marienbrücke, que se encuentra a unos 10-15min andando desde el castillo. Para nuestra sorpresa, un par de cientos de metros antes de llegar al puente nos encontramos en medio de una cola de gente que aguardaba pacientemente para acceder al mismo (vale que con lo del virus y el distanciamiento social la cola era más larga de lo normal, pero estuvimos cerca de media hora esperando para acceder al puente - un día de diario, de vacaciones en la región, eso sí, y con las baleares cerradas al turismo pues se ve que los alemanes decidieron hacer turismo de interior). El caso es que la afluencia de gente y lo angosto del puente, con gente yendo y viniendo, le quitaron bastante encanto a la visita (aunque las fotos no digan eso). Lo mejor sin duda es seguir por el sendero que continúa después del puente para tener acceso a un par de miradores desde los que poder tener una vista más relajada del entorno, bellísimo, eso no se le puede discutir. En algunos blogs leerás que hay otro sitio "secreto" al que se accede por un camino (cuyo paso está prohibido) y desde el cual tendrás una vista igual que desde el puente, pero en teoría sin gente, desde donde te puedes hacer fotos de cuerpo entero con el castillo de fondo. Ni lo intenté - por la ubicación y las fotos vistas, la perspectiva era prácticamente la misma, y para fotografiar el paisaje (sin "bicho") decidí no adentrarme por un camino no autorizado (me estoy volviendo demasiado alemán...).
Peeeero...esta no era la imagen que muestra una lámina que compré en mi primera visita al castillo, y claro, no pude menos que investigar el lugar desde el que se podría obtener esa imagen. Te adelanto que las imágenes que se venden en las tiendas de recuerdos están todas trucadas; es imposible ver el castillo con las montañas nevadas justo detrás (cuando haya nieve en las montañas, claro), básicamente porque detrás del castillo, cuando se le ve de frente, ¡no hay montañas!. Estas se encuentran muy, muy lejos (aunque en las láminas parece que están justo detrás del castillo). Pero sí hay una vista que merece la pena investigar, y es la que se obtiene desde el camino que parte del cercano aparcamiento del teleférico de Tegelberg. Desde ahí se obtiene una vista totalmente distinta del castillo y se aprecia mejor su ubicación en lo alto de la colina. El día no acompañó mucho en aquella ocasión, pero al menos la lluvia cesó durante un corto espacio de tiempo, el suficiente para traerte las siguientes imágenes.
Füssen
Bad Hindelang
Bad Hindelang es el nombre que recibe el municipio del Allgäu situado al norte de los Alpes del Allgäu y que engloba varias localidades, como la propia Bad Hindelang, Oberjoch o Unterjoch. La zona se puede definir como media montaña, con altitudes que oscilan entre los 700 y los 1600m. Es un destino vacacional muy apetecible tanto durante la temporada de invierno, por las numerosas pistas de esquí que hay en la zona, como en verano, por las innumerables y variadas rutas de senderismo que se pueden realizar. Es también un paraíso para los amantes de la bicicleta...y de las motos. Durante nuestra estancia, a pesar de ser vacaciones en el estado de Baviera, la verdad es que había bastantes sitios cerrados (también pudiera ser por el bichito...) y la ocupación hotelera se notaba a medio gas, pero también es cierto que nos encontramos a más gente de la que nos hubiera gustado en ciertos sitios, como en la cumbre del Speiser a 1650m de altitud. Ninguna de las tres localidades mencionadas tiene nada especial, la verdad, al margen de estar situadas en un entorno precioso dominado por los alpes alemanes. Oberjoch es un pequeño pueblo que cuenta con 200 habitantes y que se anuncia como la estación de esquí más alta de Alemania (1200m), una afirmación dudosa. Desde el enorme aparcamiento situado a la entrada del pueblo, junto a la oficina de información turística, parten innumerables senderos que permiten descubrir y disfrutar de la región. Hay numerosos folletos que indican la duración y dificultad de las rutas, en base al desnivel salvado, con una información muy bien detallada. Luego ya lo de encontrar un vínculo entre las rutas que figuran en el folleto y las marcas sobre el terreno empleadas para señalar las rutas es harina de otro costal, ya que no tienen nada que ver. No es que sea difícil, pero si vas pensando que la ruta azul del folleto se corresponde con la ruta azul de los carteles indicadores no vas a llegar a ningún sitio. Como el día lucía bastante bien y se avecinaban cambios los días siguientes, el primer día nos decantamos por hacer la ruta más larga y escénica de todas, la que parte del aparcamiento de Oberjoch (1134m) y asciende por un camino bien indicado y amplio hasta Ornach (1572m), desde donde se tienen unas vistas estupendas tanto de Oberjoch como de toda la región. Desde Ornach la ruta avanza por terreno de media montaña, con continuos desniveles, y se divide en varias rutas. Yo me decanté por ascender al cercano Speiser (1651m), donde para mi sorpresa me encontré con muchísima gente sentada por la ladera, lo que le quitó bastante encanto a la visita, así que la verdad es que no paré mucho y emprendí el camino de regreso hacia Hirsch Alpe, una cafetería de montaña donde me re-encontré con M y con Kuki y desde donde emprendimos el camino de regreso a Oberjoch. Una ruta de unos 8,5Km en la que empleamos unas 3 horas escasas (descontando descansos para comer, disfrutar de las vistas y tomar algunas fotografías como las que os dejo a continuación).
Desde Unterjoch, la localidad más cercana nuestro alojamiento y donde se encontraba uno de los pocos restaurantes que había abiertos durante nuestra estancia (Zinkenstube, una buena opción si visitas la zona), hicimos una pequeña ruta que bordeaba la montaña bajo la que se asienta la localidad, una ruta muy sencilla pero que ofreció unas vistas fabulosas de la zona.
Y como no hay dos sin tres, yo empleé una tarde en hacer una pequeña excursión por los alrededores de nuestro alojamiento, situado al pie de una estación de remonte de esquí, y ascendí unos 400m colina arriba para deleitarme con unas vistas espectaculares y cambiantes a cada minuto, merced al viento que agitaba las nubes y cambiaba la perspectiva del escenario a cada instante, con el sol bañando a intervalos irregulares el paisaje que se encontraba frente a mí. Ahí sí que me tomé mi tiempo para disfrutar del entorno y de las vistas de mi primera escapada en tres meses, una escapada necesaria y merecida.
Aún tuvimos tiempo de pasear por las calles de Bad Hindelang, y de descubrir algún que otro rincón de esta región del sur de Alemania, una región que bien merece una visita. Una escapada en la que la climatología no nos acompañó como nos hubiera gustado, pero que sirvió para volver a experimentar la sensación de viajar y de descubrir nuevos lugares. Espero poder seguir viajando nuevamente a nuevos destinos en breve para poder seguir llevándotelos hasta ti. De momento, te dejo con las imágenes de Allgäu, a la espera de un próximo viaje, que espero no tarde mucho en llegar. ¡Hasta la próxima y a cuidarse todo el mundo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario