Finalizada la experiencia americana, emprendimos viaja hacia nuestra siguiente parada, que se encontraba en Canadá, nuevo país añadido a la lista de países visitados. El viaje desde Philadelphia fue mas largo de lo esperado, merced a la limitación de velocidad en las autopistas estadounidenses: hacer 700Km a unos
90-100Km/h se puede hacer muy pesado....el paisaje tampoco es idílico, así que M y yo aprovechamos para hablar, escuchar música y jugar a algo parecido al "veo-veo" y a adivinar cosas (¡en tantas horas da tiempo a todo!)
El paso de la frontera fue muy rápido y un tanto extraño: nos pusieron sello de entrada en Canadá en nuestros pasaportes, pero no el sello de salida de EEUU (luego recordé que no tengo sello de salida de EEUU de ninguno de mis viajes anteriores...ooops!)
Nada mas cruzar la frontera y después de equivocarnos al coger el desvío que debíamos haber tomado para evitar pagar el tramo de autopista que no usamos, (en Canadá ya no teníamos la ayuda del navegador que nos habían prestado unos amigos de M para la ocasión), hicimos una breve parada en las cataratas del Niágara justo al atardecer, para hacernos una idea de lo que nos esperaría allí unos días mas tarde, lo que seria casi el punto final a nuestro viaje por tierras americanas.
Concluida nuestra fugaz visita al lado canadiense de las cataratas, y un tanto decepcionados por la magnitud de las mismas (habiendo visitado Islandia y, sobre todo, Iguazú, la verdad es que Niágara sale muy mal parada en la comparación...), continuamos
nuestro camino hacia Toronto, donde llegamos sin mayores dificultades (excepción hecha del fenomenal atasco de entrada en Toronto, que retrasó nuestra llegada al apartamento), aunque un poco cansados, bien entrada la noche, en torno a las 22:00h, justo a tiempo para recoger las llaves del apartamento que habíamos reservado para nuestra estancia
en la ciudad. El apartamento Financial District Furnished Apartment (98$$/noche) estaba muy bien situado, en el centro de la ciudad, ocupando un edificio histórico muy bonito, y a escasos metros del ayuntamiento y del Euton Centre, y pese a su céntrica situación resultó ser muy tranquilo.
Un amplio y confortable apartamento con todo lo necesario para hacer de nuestra estancia en Toronto una agradable experiencia: cocina equipada con todo tipo de menaje (que no usamos, pese a que la intención era haber hecho un mayor uso de la cocina), lavadora
y secadora (a las que sí dimos buen uso después de algo más de una semana viajando por Estados Unidos), dormitorio completo y cuarto de baño. La conexión Wifi, al ser propia del apartamento, funcionaba muy bien y lo único que no nos gustó del apartamento fue
la limpieza, que dejaba mucho que desear (quizás no apreciable a simple vista, pero la suciedad estaba allí...), y el no tener parking propio, ya que tuvimos que aparcar el coche en un aparcamiento publico durante toda nuestra estancia (y a pesar de que los
precios no eran comparables a los de Philadelphia, tampoco resultó ser mucho mas barato)
Repuestos y reconfortados después de un merecido descanso, emprendimos nuestra visita a la ciudad, sin una agenda definida y de una forma muy relajada, porque en Toronto pasamos tres días, más que suficientes para recorrer la ciudad de punta a
punta. En lo referente a la climatología, Canadá nos ofreció su mejor y su peor cara: tuvimos un día de frío y lluvia, que limitó mucho nuestros movimientos en la ciudad, un día neutro y un día realmente bueno, soleado y con buenas temperaturas...¡y todo seguido!
Toronto fue toda una sorpresa (positiva), ya que no esperaba mucho de la ciudad y terminé muy satisfecho con la visita. Es una ciudad muy pequeña en la que no se necesita coche para moverse y todos los destinos son accesibles caminando. La ciudad ofrece varias caras: la ultra moderna, con enormes rascacielos acristalados en el distrito financiero, con la imponente sombra de la CN Tower dominando el cielo de la ciudad; la tradicional, con algunos edificios históricos notables; y la residencial, con
sus características casas unifamiliares. Una ciudad de contrastes que pide a gritos ser descubierta a pie de calle...y eso hicimos, nos adentramos en los secretos de una de las ciudades mas multiculturales de Norte América, y sin ruta ni objetivos marcados
fuimos descubriendo lo que la ciudad nos iba ofreciendo a cada paso, ¡que fue mucho!
El Toronto Eaton Center es un gigantesco centro comercial que ocupa un lugar importante en la historia de la ciudad, situado en Yonge St. (una de las arterias de la ciudad, con una actividad vibrante y repleta de restaurantes, pubs y comercios
de toda índole), fue abierto en 1979 y alberga en torno a 230 tiendas y restaurantes, así como un acceso al PATH, un paseo de 16Km de longitud que discurre por el subsuelo de la ciudad y que conecta numerosos centros comerciales y otros puntos de interés,
como el Hockey Hall of Fame, a salvo de las gélidas temperaturas exteriores durante la temporada invernal; nos adentramos en el PATH pero lejos de recorrer los 16Km nos conformamos con recorrer unos pocos metros porque, a falta de indicaciones, no supimos
por dónde seguir y terminamos de forma irremediable en la superficie de la ciudad. Dentro del centro comercial, ademas de muchas tiendas (demasiadas para mi gusto), se puede observar la fuente de su plaza central, que de vez en cuando lanza agua al aire a
una altura de 30m, la escultura que recibe a los visitantes que entran por el acceso de James St. y que representa gansos de Canadá volando en su migración anual, y la galería central con techos de cristal, de 256m de largo, y que se inspira en las galerías
decimonónicas Vittoria Emanuele de Milan.
El Toronto Eaton Center limita al Noreste con la plaza Yonge-Dundas, el particular Times Square de Toronto, una plaza muy animada y llena de carteles y anuncios luminosos, al más puro estilo Broadway; en el otro extremo, al Suroeste, se encuentra el
edifico del antiguo ayuntamiento, un bello edificio cuya construcción data de 1899 y que hoy alberga los juzgados de la ciudad, ya que a escasos metros se alza el nuevo ayuntamiento, abierto en 1965, y que consta de dos edificios curvos, diseñados por un arquitecto
finlandés y que causó una gran controversia en su apertura por el diseño innovador y rompedor. El edificio preside la plaza Nathan Phillips y, cosas de la historia, hoy es uno de los puntos neurálgicos de la ciudad y uno de los más queridos por los habitantes
de Toronto.
Antiguo Ayuntamiento |
Plaza Nathan Pillips y nuevo Ayntamiento |
Desde allí se abre la fascinante University Av., que conduce a la Universidad de Toronto al Norte (0,5Km), un enorme espacio repleto de edificios monumentales que albergan las principales facultades de la ciudad y donde también se encuentra el
Parque de la Reina, al norte del cual se alza el Museo Real de Ontario, el museo más grande de todo Canadá que alberga nada menos que seis millones de objetos en sus salones y vitrinas. Fue creado en 1914 y alberga muestras de arqueología, arte, historia nacional
y otras culturas del mundo. El edificio destaca también por su moderna fachada, que no deja indiferente a quien visita el museo, que también alberga una enorme tienda de recuerdos.
Universidad de Toronto |
University Av. |
Parque de la Reina |
Más al norte, en torno a un kilómetro, se puede visitar la Casa Loma, un castillo que data de 1914 y que se alza sobre una colina dominando la ciudad. Originalmente fue el capricho de un financiero e industrial que se vio forzado a abandonar la
mansión (y sus 98 habitaciones) solo diez años después de su construcción cuando se arruinó. El dueño original fue el fundador de la Compañía Eléctrica de Toronto, así que no es de extrañar que la casa, cuando se inauguró, contase con avances tales como un
sistema de iluminación controlado desde el dormitorio principal, sistema de ventilación y el primer ascensor eléctrico instalado en una vivienda canadiense. La casa se puede visitar (25$$), aunque nosotros no lo hicimos porque cuando llegamos ya era tarde y
estaba cerrada (el tema de los horarios en Toronto...), y tampoco hubiera pagado 25$$ por visitar una casa...los jardines se pueden ver desde el exterior y lucían un aspecto muy abandonado (nada que ver con las fotos publicitarias del lugar), así que con todo
decidimos no volver hasta allí, el punto mas alejado del centro de la ciudad.
Vista de Toronto, desde la Casa Loma |
Regresando hacia el centro por la Spadina Av. llegamos a Chinatown (¡otro más!), así que también lo visitamos. Aunque no lo parezca, Toronto tiene una de las poblaciones de etnia China mas numerosas de Norte América, y la ciudad cuenta con varios
"chinatowns", aunque el situado en el centro de la ciudad, en torno a las avenidas Spadina y Dundas, es el más antiguo (data de 1900) Los locales comerciales se suceden y constituye sin duda un buen lugar para hacerse con algún recuerdo de la ciudad a precios
más que asequibles, aunque mejor comparar antes de comprar porque los precios varían bastante de local a local. La zona alberga cientos de comercios donde se venden todo tipo de productos, desde especias orientales a telas y vestidos, sin olvidar los numerosos
restaurantes y supermercados que pueblan las concurridas calles de este colorido barrio chino de Toronto.
La Queen St. otorga el toque de exclusividad a la ciudad, con sus carísimas boutiques y tiendas de arte, ubicadas en coquetos edificios de una o dos alturas, sin duda el barrio mas selecto de cuantos visitamos en Toronto.
El resto de los puntos de interés que visitamos se encuentran al sur de la ciudad, al borde del lago. El punto situado mas al Este de cuantos visitamos es el Distrito Histórico de las destilerías, fundado en 1832 y que estuvo en pleno uso hasta
mediados del S.XIX. El recinto peatonal alberga mas de 40 edificios de lo que un día fue la destilería mas grande del mundo, y cuyo cierre como tal se produjo en 1990. Desde aquel momento, el lugar se convirtió en área de rodaje habitual de algunas producciones
de Hollywood (como Chicago o X-men) y series de televisión. Hoy algunos de esos locales aun rezuman el aroma del alcohol y han sido acondicionados como restaurantes, cafeterías, tiendas de licores o galerías de arte. Un lugar interesante que sin duda merece
una visita.
El distrito financiero ofrece posiblemente algunas de las vistas mas espectaculares de la ciudad y un buen puñado de sitios interesantes que visitar, entre ellos:
- Hockey Hall of Fame: visita obligada para los amantes de este deporte (no es mi caso...vi un partido en Colonia y...ni fu ni fa - http://danipale.blogspot.de), el deporte Rey en Canadá. En el centro se puede visitar una muestra sobre la evolución de este deporte, hacerse una foto con la Stanley Cup y comprar todo tipo de objetos relacionados con el hockey. Aunque resulte extraño...¡no compramos nada!
Hockey Hall of Fame |
- Union Station: inaugurada en 1927, la estación, que durante mucho tiempo fue la principal vía de comunicación de Toronto con el resto del país, se encuentra inmersa en una profunda renovación, que afecta a su parte interior, luciendo el exterior de forma sublime, manteniendo la esencia del edificio original.
- Torre CN: el edificio más representativo del skyline de Toronto pasa por ser, con sus 553m de altura, el edificio más alto en el hemisferio occidental. La torre de comunicaciones fue construida por la Compañía Nacional de Ferrocarriles en 1976. La torre ofrece la posibilidad de visitar sus miradores, disfrutar de una cena o almuerzo en su restaurante giratorio o, para los mas atrevidos, asomarse al vacío desde su plataforma de observación (http://www.cntower.ca/intro.html) Un edificio singular que atrajo mi mirada y mi objetivo en más de una ocasión...no en vano, es una torre inconfundible, símbolo del Toronto moderno. A la sombra de la CN tower se ubica una cervecería que produce su propia cerveza; nada que ver con las belgas, pero para ser canadiense...¡no estaba mal!
- Acuario Ripley de Canadá: situado en la base de la torre CN, el acuario abrió sus puertas en 2013 y acoge cerca de 16000 animales marinos en su interior (pobres...) Entre sus reclamos, un túnel bajo el agua de 96m de longitud desde el que poder ver tiburones o una recreación de un arrecife de coral. Como ya he comentado en alguna otra ocasión, no somos muy partidarios de pagar por ver animales encerrados en espacios minúsculos, así que aun estando en Canadá, tampoco hicimos una excepción esta vez.
- Centro Rogers: otro de esos edificios que dotan al skyline de Toronto de una silueta inconfundible, el Centro Rogers es un centro deportivo ubicado a los pies de la Torre CN, construido en 1989 y que alberga diversos eventos deportivos de diferentes deportes, como béisbol y fútbol. Su principal característica es el techo retráctil, que permite abrir o cerrar el estadio en solo 20 minutos.
Como suele ser habitual, a pesar de los numerosos atractivos que ofrece Toronto (algunos de los cuales he tratado de ilustrar, y otros simplemente permanecen en mi mente y tendrás que descubrirlos por ti mismo en tu viaje), lo mejor de la visita
a Toronto no se encuentra en la ciudad, si no en las islas que hay frente a sus costas en el lago. Las islas, que originalmente eran una península y que se formaron en 1858 después de que una violenta tormenta separara un pedazo de la tierra que la conectaba
con la ciudad, constituyen una visita obligada si viajas a Toronto. El acceso a las islas se realiza exclusivamente en ferry (dependiendo de la temporada del año hay uno o varios puntos de acceso abiertos; en semana santa solo permanece abierto el acceso a
la isla de Ward, la situada más al Este) El viaje, de unos 15-20 minutos de duración, ofrece las mejores vistas de la cuidad y se realiza a bordo de barcazas de los años 50. Pasear por las islas es un placer (incluso en Semana Santa, temporada baja en la zona,
ya que todo se encuentra cerrado y se ve poco movimiento), ya que apenas hay tráfico rodado (el uso de vehículos solo está permitido para los cientos de personas que viven de forma permanente en alguna de las islas) y se respira un ambiente de verdadera tranquilidad
en un entorno único. La situación tiene pinta de ser totalmente distinta en la temporada estival, donde según nos contaron algunos locales, las islas se encuentran saturadas de gente que huye de la ciudad en busca de un ambiente más fresco. Las islas albergan
un parque de atracciones y hasta un aeropuerto regional. Lo mejor, sin duda, las vistas de la ciudad desde sus orillas y el atardecer sobre Toronto, sin duda el mejor punto final a nuestra visita a la ciudad canadiense.
Cataratas del Niágara
Dijimos adiós a Toronto y nos dirigimos de nuevo a la frontera Estadounidense, para visitar, con más calma esta vez, las Cataratas del río Niágara. Pasamos una noche en el lado canadiense de las cataratas, un auténtico parque de atracciones al aire libre, algo que nos sorprendió muchísimo. Como la idea era pasar allí el día de mi cumpleaños, al niño se le antojó el capricho de alojarnos en el Embassy Suites Hotel (260$$/noche), situado al borde de las cataratas, y que ofrecía unas vistas soberbias del río y del salto de la herradura, el más llamativo y característico de Niágara. La suite de la planta 32 (los precios suben con la altura en este hotel...) ofrecía mucho espacio: sala de estar, una amplia habitación y un estupendo baño con bañera de hidromasaje; todo un lujo a la altura de la celebración de mi cumpleaños :-) Wifi correcto, cóctel de bienvenida con aperitivos y una bebida a la llegada y poco más. Mucha apariencia pero un hotel muy frío. Las vistas desde la habitación lo compensan todo, pero lo cierto es que el hotel presenta algunos inconvenientes, entre ellos el propio acceso a las cataratas (si se va andando quedan a unos 20 minutos, ya que hay que retroceder para bajar y luego volver a la herradura, y si se va en funicular resulta un tanto caro - 3$$ el trayecto de unos 20s); el parking, valet y excesivamente caro (25$$, cuando en el casino cercano se puede aparcar por 6$$), y el estar situado muy lejos de la zona de ocio, que se ubica al otro extremo, más allá del salto del lado americano. En definitiva, como capricho está bien, pero definitivamente el hotel no vale lo que cuesta...
Espectacular vista desde la habitación del hotel |
Las cataratas ofrecen un puñado de actividades para hacer en la zona, aunque de nuevo nos topamos con la sorpresa (que no fue tanta, porque ya lo sabíamos desde nuestra partida) de que Semana Santa no es temporada alta (ni tan siquiera media...) en Canadá, y muchas de las atracciones se encontraban cerradas, entre ellas el famoso paseito en barco para acercarse al borde de la catarata y recibir un refrescante chapuzón (https://www.niagarafallstourism.com/) Ciertamente me quedé con las ganas...pero bueno, no pudo ser. Sí disfrutamos de "behind the falls" (17$$), un recorrido por un estrecho túnel excavado por detrás de las cataratas, donde te puedes hacer idea de la cantidad de agua que cae por allí, y es que el sonido es ensordecedor y la sensación sobrecogedora. Con todo, solo se tiene acceso al exterior a través de unos pequeños ventanales, lo que quita mucho encanto a la visita (yo imaginaba que se paseaba completamente por detrás de la catarata, como en Islandia...pero no es así) La fuerza con la que cae el agua y la composición del terreno han hecho que la catarata haya cambiado su morfología de forma considerable en los últimos 150 años, tal y como señalan los anuncios informativos que se pueden ver en el recorrido.
Y poco más pudimos hacer, ya que el resto de atracciones se encontraban cerradas. Nos conformamos con aprovechar el buen tiempo que nos brindó el clima a nuestra llegada para disfrutar de la belleza del paisaje y hartarnos a recorrer de un lado para otro las cataratas (que tampoco es que sean muy grandes, pero un ratillo nos ocupó)
La catarata del lado americano, mucho menos espectacular que la herradura |
Por la noche aprovechamos para visitar la zona de ocio (un tanto apagada, con muy poca gente), tomar unas copas en el bar de un hotel cercano con música en directo para celebrar mi cumpleaños, dar una vuelta por alguno de los casinos que hay en la zona (sin despilfarros esta vez :-)), disfrutar del espectáculo de luz de los saltos de agua por la noche (un tanto deslucido debido al fuerte viento que hacía) y ¡¡regresar al hotel a abrir los regalitos!! Después de diez días cargando con los paquetes por la costa Este ¡había llegado el momento de desvelar la sorpresa!
¡¡Cumpleaños feliz!! |
La mañana siguiente nos recibió con un cielo gris, nubes y abundante lluvia. No era el mejor día para visitar las cataratas...por suerte habíamos hecho los deberes el día anterior, así que nos limitamos a dejar el hotel tan tarde como pudimos para dirigirnos a la frontera; tramite pasado y una corta parada en el lado americano de las cataratas, curiosamente mucho menos desarrollado en cuanto a infraestructuras que sus vecinos canadienses; y es que las cataratas, desde este lado, ofrecen mucho menos. El tiempo desapacible, con el viento y la lluvia empeñados en alejarnos del lugar, consiguieron su objetivo, y finalmente y sin demora nos alejamos de las cataratas del Niágara, con el sabor amargo de quien sabe que el viaje se acerca a su fin. Y es que desde allí, y después de otro largo viaje de regreso a Nueva York, tan sólo nos quedaban dos días de vacaciones en suelo americano, días que disfrutamos a lo grande, visitando algunas zonas que nos habían quedado pendientes en nuestra estancia inicial al comienzo del viaje.
Todo se acaba; un reconfortante viaje, una inolvidable experiencia llena de momentos que recordar. Sin tiempo para más nos vimos de nuevo en el aeropuerto JFK, donde un vuelo de Iberia ésta vez nos llevaría de vuelta a Dusseldorf via Madrid, un viaje muy agradable que discurrió sin mayores incidentes y donde pudimos disfrutar de una completa oferta de entretenimiento a bordo. El final de un viaje, de una experiencia, de una ilusión. Gracias M por hacerlo realidad.
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