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Kenia, ¡Hakuna Matata! De safari fotográfico por Masai Mara.

Los preparativos

     6 de Enero de 2016. En la mañana de Reyes, oculto en uno de los regalos encontré un sobre; el contenido: un vale para un vuelo en globo en Masai Mara. Mi cara de sorpresa debió de ser un poema...ni siquiera sabia que iba a ir a Kenia en aquel momento, aunque por lo visto mi hermana ya tenia pensado, mirado y decidido cuál sería el destino de nuestro tradicional viaje anual. Es cierto que la idea se hacer un safari fotográfico en África había rondado mi cabeza en muchas ocasiones (como tantos otros viajes y proyectos; algunos se terminan concretando y otros simplemente pasan al mundo de las ilusiones, a la espera de que algún día se hagan realidad), pero por distintas razones no pensaba que se concretaría tan pronto. El vale regalo permaneció paciente sobre la mesa de mi habitación en Colonia, a la espera de acontecimientos. Finalmente, unos meses mas tarde, compré el vuelo que me llevaría desde Dusseldorf a Nairobi, vía Dubai con Emirates (620€ aprox.), y fue sólo en ése momento cuando supe con certeza que el regalo de reyes se iba a materializar a principios de septiembre, fecha señalada para nuestra aventura africana. Así pues, el viaje a Kenia comenzó a gestarse mucho antes de que yo incluso fuera consciente de ello. 

Leones en Samburu
Samburu
      En esta ocasión apenas hubo preparativos para el viaje. Después de mi nefasta experiencia en mi hasta la fecha única incursión en África, viajando por libre (Senegal, Octubre 2013), y motivado por el hecho de que hacer un safari por libre en África no es como irse a comer al Burguer King, mi hermana (ella lo ha mirado y prácticamente decidido todo en este viaje...Así da gusto viajar, ¡qué relax! ¡Gracias hermanita!) contactó con una empresa de Kenia que organiza safaris en Español (fundamental para la mayor parte de mis compañeros de viaje :-)), así que en esta ocasión optamos por hacer un viaje privado. Es cierto que no soy muy amigo de los viajes en grupo organizados, pero al ser un viaje privado solo para nosotros, con un coche particular y guía privado, la idea no me causó tantos recelos, a la espera se ver como se desarrollaban los acontecimientos...

      Hay decenas de empresas que ofertan safaris en Kenia, Tanzania y Zambia. La organizadora del viaje, mi hermana, se puso en contacto con varias de ellas para obtener presupuestos y resolver dudas referentes al viaje en sí, incluida la posibilidad de tener guía de habla hispana. Algunas de las compañías nunca contestaron a los mensajes, y otras simplemente no se mostraron, digamos, demasiado interesadas en trabajar. De entre las opciones que barajamos en base a los presupuestos y respuestas obtenidas a nuestras preguntas, y también chequeando las valoraciones en internet de las distintas agencias, finalmente decidimos contratarlo con Masikio Safaris (http://www.masikiosafaris.com/ - 1700$/persona), que respondieron sin dilación a todas nuestras preguntas, se mostraron en todo momento muy profesionales y nos ofrecieron un viaje a la medida que incluía prácticamente todo: hoteles, comidas, traslados, entradas a los parques, guía, etc. Tan solo quedaban fuera las excursiones opcionales (como el vuelo en globo en Masai Mara, pero para eso tenia mi voucher!), bebidas alcohólicas y gastos personales (normal...), así que pese a lo abultado del montante del viaje, comparando con los precios ofertados por muchas empresas de viajes, resultaba incluso "barato" (teniendo en cuenta también la categoría y ubicación - en plena reserva natural - de los hoteles en los que nos íbamos a alojar...si se va, ¡se va a lo grande!) el único preparativo previo al viaje fue conseguir el visado para Kenia (http://evisa.go.ke/evisa.html, 51€), hacerse con alguna prenda adicional para los safaris y, para los más precavidos, vacunarse. El Ministerio de Sanidad recomienda una serie de vacunas para quienes viajen a esta zona del planeta, pero no hay ninguna obligatoria, así que yo no me vacuné de nada. Un repelente de mosquitos y cremas de protección solar, toda mi protección contra los elementos naturales. 

El viaje y Nairobi - días 1 y 2

       Llegada la fecha de salida, uno de los alicientes era volar a bordo del avión mas grande del mundo, un A380-800. Todo es enorme en este gigante de los aires. Dos plantas y plataformas de embarque diferenciadas para agilizar en la medida de lo posible el embarque de los cientos de pasajeros que en cada vuelo se dejan llevar a bordo del coloso de construcción europea. Diez asientos por fila en clase turista y 88 filas...me habían comentado que la sensación era un poco angustiosa por la escasa altura de los techos, pero para nada: los techos son altos (decorados a modo de cielo, con puntitos brillantes emulando estrellas que se iluminan en la oscuridad) y en ningún momento da la impresión de que sobre nuestras cabezas haya otra cubierta. Por contra, en Emirates me sorprendió muy negativamente el espacio entre asientos en clase turista, realmente escaso. Si a ello se le añade el tamaño de la pantalla de entretenimiento a bordo, que es demasiado grande desde mi punto de vista, el resultado es un poco agobiante (más aún si el pasajero de delante decide reclinar el asiento); a mí me resultó bastante desagradable, sensación aliviada en parte porque al menos en el trayecto de ida a Dubai viajé sólo en mi fila, así que pude hacer buen uso de los asientos adyacentes. Emirates ofrece una oferta de entretenimiento a bordo fenomenal: cientos de películas en una gran variedad de idiomas, internet a bordo (10Mb gratis - que funcionaba muy bien y cundió más de lo imaginado - y 500Mb por 1$), todo lo necesario para pasar un buen rato a bordo. La oferta gastronómica es también muy buena, a la altura de las expectativas, aunque el servicio a bordo la verdad deja mucho que desear y está muy por detrás del de la mayoría de compañías con las que he volado (tardan una eternidad en servir la comida, y luego otra eternidad hasta que pasan con las bebidas) Al margen de la oferta a bordo, el A380 es muy silencioso y ofrece un vuelo muy suave...increíble considerando el tamaño del aparatito. 



      Tras seis horas de vuelo aterrizamos en Dubai; una escala de unas cuatro horas (Emirates ofrece un voucher para consumir en el aeropuerto de Dubai en restaurantes seleccionados durante la escala...punto positivo para Emirates) para descubrir el enorme y fastuoso aeropuerto de UAE - el más grande del mundo, algo más parecido a un lujoso centro comercial que a un aeropuerto. Allí me reuní con mis compañeros de viaje que llegaban de Madrid, para emprender rumbo a Nairobi ya el equipo al completo, esta vez a bordo de un B777 bastante destartalado, la verdad; el mismo mal servicio a bordo y la misma buena oferta de ocio. Desde las sucísimas ventanillas del avión pude apreciar en la distancia la imponente silueta del skyline de Dubai, con el Burj Khalifa sobresaliendo sobre todos ellos...a la espera de una visita de verdad a Dubai, de momento me tengo que conformar con esa imagen nublada por el polvo en suspensión de la ciudad.



      Pese a haber salido con algo de retraso de Dubai por restricciones de tráfico aéreo, aterrizamos en Nairobi puntuales cinco horas después de nuestra salida. Superado el tramite del visado y el control de pasaportes, y con las maletas en nuestro poder, cambiamos moneda en el aeropuerto (1€ = 110 KES, chelín Keniano), me hice con una tarjeta SIM local (500MB y 100 sms por 250 KES - lo contraté con Airtel y la verdad es que no funcionó nada bien; en la mayoría de las reservas no tenía cobertura, así que es mejor hacerse con una SIM de Safaricom que ofrecía mucha mejor cobertura), y nos encontramos por fin con nuestro guía y conductor para el safari, Mwasi, un simpático keniata que nos acompañaría a lo largo de nuestras peripecias. Nairobi nos recibió con 22 grados y cielos nublados, toda una sorpresa, ya que esperábamos temperaturas más altas en una región del planeta situada prácticamente sobre el ecuador...pero no contábamos con la altitud, y es que Nairobi está a nada menos que ¡1700m sobre el nivel del mar!


       Superada la "impresión" de ver la furgoneta en la que nos desplazaríamos durante toda nuestra estancia en Kenia (yo personalmente esperaba un 4x4 o algo así, aunque teníamos WiFi en la furgoneta - a ratos -, algo con lo que no contábamos y que fue toda una sorpresa), Mwasi nos hace entrega de unos gorros y camisetas de Masikio Safaris (¡con las vueltas que dí yo para encontrar mi sombrero de explorador!), nos dirigimos al hotel, y por el camino pudimos comenzar a palpar el ambiente de la ciudad: África en estado puro, mareas de gente y de coches que se dirigen a sus hogares finalizada la jornada laboral en la ciudad, naturaleza por todas partes, mientras Mwasi nos va contando algunas curiosidades sobre el país y dando repuesta a la batería de preguntas a la que le sometemos. Durante nuestra estancia en Nairobi nos alojamos en la quinta planta del hotel Intercontinental, situado muy céntrico y dotado de unas excepcionales medidas de seguridad, hasta el punto que tan pronto intenté hacer una foto del exterior del edifico se aproximó rápidamente la persona de seguridad para indicarme que por motivos de seguridad no estaba permitido hacer fotos (luego descubrimos que había una conferencia de la ONU en el edificio al día siguiente) - llegó tarde, la foto estaba hecha. El hotel es un cinco estrellas, pero según los estándares europeos seria un tres estrellas. Buen servicio del personal, con habitaciones amplias y cómodas, limpio y con todo lo necesario para pasar una agradable estancia. El desayuno buffet  fue de lo mejor de la estancia, con mucha variedad y calidad de productos. La piscina, debido a la brevedad de nuestra estancia, no pudimos disfrutarla (así como otras muchas instalaciones) No llegué a probar la conexión wifi del hotel (ya que tenia mi tarjeta Keniata de teléfono), pero al parecer iba mas o menos bien. 



      Después de un breve descanso, decidimos salir a explorar la zona: el ayuntamiento, el mausoleo del presidente, el parlamento, la catedral...en todos los lugares nos encontramos con la misma respuesta: por motivos de seguridad no se permite hacer fotos...¡ni siquiera del exterior! El echo de ver a cinco blancos sin compañía local andando solos por las calles de Nairobi ya es bastante inusual, así que allá donde íbamos acaparábamos todas las miradas, curiosas la mayoría se ellas, y por ese motivo no pudimos robar fotos de esos lugares que visitamos (con excepción de la catedral, donde sí logramos burlar por unos segundos - el tiempo justo para hacer las fotos - a los vigilantes que no nos quitaban el ojo de encima) 







      Quienes visiten la ciudad de Nairobi disfrutarán de un paquete de aventura que viene incluido gratis en el precio de la visita: cruzar las calles. ¡Me río del barranquismo, el rafting y casi hasta del paracaidismo! Cruzar una avenida en Nairobi exige nervios de acero, sangre fría y una firme concentración...es una exageración, por supuesto, pero cruzar las calles, incluso con el semáforo para peatones en verde, es una actividad de riesgo, porque hay que andarse con mil ojos para encontrar el momento oportuno de cruzar, algo similar a lo que pasa en la mayor parte de ciudades asiáticas. Finalizada nuestra breve y poco fructífera visita a la capital (fotográficamente hablando), nos adentramos en el Simmer's (en la confluencia de la Kenyatta Ave. con Muindi Mbingu St.), que anunciaba la famosa cerveza local, Tusker. En el sitio también pudimos disfrutar de una buena cena a base de carne a la plancha (principalmente pollo), en un ambiente de lo mas relajado y con música local en directo. El precio al final resultó ser más Europeo que Keniano, y es que las cervezas (de 0.5l, eso sí), se pagan a 300 KES - precio turista, supongo -, pero la comida resultó ser muy barata. Un sitio muy recomendable y al que seguramente hubiéramos vuelto si hubiéramos tenido la oportunidad.





      Para terminar un día que había comenzado 36 horas antes, decidimos probar suerte en el casino del hotel, atraídos por el reclamo de la apuesta mínima: 25 KES en la ruleta (no había blackjack...lastima, con lo que me gusta...y sobretodo ¡lo bien que se me da! :-P) Cambiamos 1000 KES cada uno y nos dieron un porrón de fichas...que desaparecieron demasiado rápido en mi caso (no era ¡mi gran noche! - ¡grande Raphael!); mis compañeros de juego alargaron la racha un poco mas; para pasar el rato la verdad es que es super entretenido y principalmente porque ¡no te juegas en cada ronda 5€! Ese supuso el final a un día largo, nuestro primer día en Kenia.


Samburu - día 3

      Maldito despertador...a las 0600 sonó sin compasión la alarma multitono de mi teléfono (Kenia tiene una hora más que España, así que mi cuerpo decía que eran las 0500...) Y todo ello después de no haber dormido la noche anterior, la del viaje, y de habernos acostado mucho más tarde de lo inicialmente previsto - el casino tuvo la culpa. Habíamos quedado con Mwasi a las 0700, así que disfrutamos del fabuloso desayuno del hotel Intercontinental y emprendimos ruta a bordo de nuestro particular vehículo con destino a la reserva de Buffalo Spring y Samburu, en la región del mismo nombre. Después de una primera hora circulando por algo parecido a una autopista saliendo de Nairobi, donde pudimos contemplar algo más parecido al estilo de vida habitual de los Keniatas en la zona, nos dirigimos por una carretera de doble sentido y con un tráfico horrible hacia nuestro destino. A medida que los kilómetros pasaban el paisaje iba cambiando; una primera zona de terrenos fértiles y con abundante vegetación, llenas de plantaciones de plátano, mango y café (donde incluso algunas gotas de agua de lluvia hicieron su presencia durante el trayecto), dieron paso a un entorno más boscoso y arbolado en la zona del río Tana (el más largo del país), vegetación que fue desapareciendo progresivamente según nos aproximábamos a las áridas tierras del norte keniano.





      A mitad del camino hacia nuestro destino se encuentra uno de esos puntos que tanto me gustan: la linea que separa los hemisferios norte y sur, el ecuador. El cartel que lo anuncia se encuentra al borde de la carretera, en la entrada a la villa de Nanyuki, y se ubica a 6389 pies de altitud (¡unos 2100m!) Los comerciantes del mercado local recibieron nuestra llegada con alegría (pobres...pensarían que compraríamos algo...), pero la verdad es que ni la artesanía local ni sobretodo los precios que piden justificaban una visita más pausada a alguna de las tiendas. Compramos nuestro certificado de paso del ecuador (500 KES) y nos mostraron, para nuestra sorpresa, cómo incluso a escasos metros de la linea del ecuador el agua gira en un sentido o en otro, y cómo el agua no gira cuando se repite el experimento sobre el ecuador, el conocido efecto Coriolis. El experimento, muy simple: dejar caer agua de un recipiente con un orificio perforado en el fondo y poner un par de pajitas en el agua en dicho recipiente, que son las que indican el sentido de giro del agua en el desagüe. Y digo para nuestra sorpresa, porque si bien el efecto era de sobra conocido, no imaginábamos que fuera apreciable a tan escasa distancia del ecuador (apenas unos metros hacia el norte o hacia el sur) Una parada breve, pero muy divertida...¡y con certificado!



      Sin perder más tiempo seguimos nuestro camino hacia nuestro destino final, Samburu, donde llegamos antes del almuerzo, justo a tiempo para coger fuerzas para el safari en la reserva por la tarde. En Samburu nos alojamos en el Samburu Sopa Lodge, situado en plena reserva natural, un auténtico lujo. El recinto es espectacular, y las habitaciones son muy espaciosas y se encuentran construidas a modo de cabañas tradicionales, con techos de paja y vigas de madera soportando el mismo. La habitación no dispone ni de aire acondicionado (el tejado "flota" sobre las paredes, así que la temperatura exterior es la misma que la interior) ni de televisión (que no echamos de menos en absoluto, obvia decirlo) Solo hay wifi en las zonas comunes (iba muy, muy despacio), y lo que sí echamos de menos fue una nevera en la habitación, para refrescar el agua. Las instalaciones se complementaban con una pequeña piscina en la que poder relajarse al regreso de los safaris y un comedor/bar exterior, por donde transitaban todo tipo de aves y algunos monos. En definitiva, un complejo de lujo en mitad de la reserva natural de Samburu.






      La comida y cena son tipo buffet y ofrecen una variedad algo escasa de comida. Se echa de menos algún plato principal más, y una mayor calidad, para ser honestos. Las bebidas no están incluidas y resultan algo caras, como cabría esperar (cerveza Tusker a 350 KES)

       Por la tarde quedamos con nuestro guía, y a techo abierto emprendimos el primero de los safaris en la reserva de Samburu y Buffalo Springs. Aquí si hubiéramos agradecido un 4x4 porque los caminos son horribles, pero para ser honestos la furgoneta se comportó perfectamente y no hubo bache que se le resistiera, aunque fuera abordándolo mas despacio...los primeros animales (algunos de los cuales ya habíamos visto en el camino desde la entrada de la reserva hasta el hotel, una media hora larga de coche) comenzaron a pasar ante nuestros ojos para nuestra alegría:  jirafas reticuladas (endémicas de este parque), cebras, oryx, gacelas jirafa, antílopes enanos (una preciosidad)... Todos en perfecta armonía, en libertad y en estado salvaje. Se mostraron poco curiosos y sorprendidos de nuestra presencia; se ve que están "acostumbrados" a los hombres, pero no se fían (lo mejor que hacen) Pero habíamos venido a Kenia a fotografiar a los cinco grandes: elefante, rinoceronte, leopardo, búfalo y león; ¡a ver cuántos conseguimos ver!






      Los conductores están continuamente en contacto por emisora, así que tan pronto alguno divisa un grupo de animales, lo dice por emisora para quien se pueda/quiera acercar. Tras un par de intentos fallidos por ver a alguno de los cinco, divisamos coches parados y un grupo de elefantes, ¡vamos allá! Aquí el que primero llega, mejor sitio coge, y en esta ocasión llegamos un poco tarde, así que vimos a los elefantes aunque en un principio no en la mejor de las situaciones (con el sol de cara) Pero los elefantes se movieron y pudimos observarlos en su desplazamiento hacia otras zonas. Quizás sean los elefantes los gigantes a los que mas acostumbrados estoy, y habiéndome sentado en la rodilla se un elefante en Tailandia, la experiencia en esta ocasión me gustó pero no me impresionó tanto (pese a estar hablando de los primeros elefantes salvajes que he visto...¡el primero de los cinco!)





      Nos dirigimos de nuevo a la orilla del río en busca de un elefante enorme que creía haber visto uno del grupo, pero para nuestra sorpresa, mientras buscamos al elefante gigante, nos topamos ¡con un grupo de leones, dos hembras y un macho! Cómodamente tumbados a la sombra, en esta ocasión tuvimos un sitio excepcional al ser los primeros en llegar; Mwasi dio el aviso por emisora y al cabo de un rato se juntaron allí...¡al menos 12 coches! Algunos de ellos ni se pudieron acercar al lugar, de acceso complicado, pero nosotros pudimos disfrutar de la "inactividad" del rey; el segundo de los cinco grandes había sucumbido a nuestros objetivos.








       Contentos con la experiencia, continuamos con la búsqueda en otras áreas; pese a haber divisado en la distancia un grupo numeroso de elefantes, Mwasi ignoró nuestras advertencias y siguió a lo suyo...tenía otra cosa en la cabeza, pero no lo compartía. Habló con un par de coches (por la emisora, en swahili) y se dirigió a toda prisa hacia el otro extremo del río, donde finalmente dimos con el premio gordo del día: ¡un leopardo! La belleza del animal es indescriptible. El leopardo estaba en tierra pero duró poco tiempo, porque rápidamente subió con una facilidad espectacular a lo alto de un árbol, posiblemente en búsqueda de su cama para esa noche. Nos quedamos allí un buen rato; en esta ocasión no se acercaron tantos coches - estaba anocheciendo y seguramente muchos de ellos ya habían emprendido el regreso a sus hoteles. Ver leopardos no es fácil en absoluto; Samburu tampoco es el hábitat habitual de este depredador, y como nos comentó el guía ver tanto a leones como a leopardos en esta reserva es cuestión de suerte, y se ve que este día la tuvimos :-)








      Al atardecer regresamos al hotel con el tiempo justo para asearnos, sacudirnos el polvo e ir al restaurante a cenar (esa noche tocaba barbacoa) El hotel está ubicado en plena reserva, así que mientras cenábamos pudimos ver alguna jirafa y varios antílopes enanos desfilar ante nuestros ojos, ¡todo un lujo! La cena y la posterior charla en el bar al borde de la piscina marcaron el final de un día muy ajetreado y lleno de experiencias para recordar.

Samburu - día 4

      No mejoró mucho este día en cuanto a la hora de levantarse...habíamos quedado para salir en safari a las 07:30, así que para tomar un desayuno relajado nos levantamos en torno a las 0620...¿quién dijo que en vacaciones se descansaba y se podía dormir? El desayuno que ofrece el Sopa Lodge sigue la tónica de las comidas y cenas: poca variedad y en esta ocasión, como todo el mundo sale a la misma hora, encima masificado. 

     La mañana de safari (0730 - 1100) no ofreció mucho, la verdad. Mwasi estaba perezoso (¡o agotado de nosotros!) y la emisora no se mostró muy activa, así que la experiencia resultó algo "pobre" (¡qué pronto nos acostumbramos a lo bueno!): muchas jirafas, pájaros secretarios, gacelas, antílopes, gallinas de Guinea, monos, una pareja de leones (a los que vimos muy de cerca, tanto como estaba la otra furgoneta de Masikio Safaris que aparece en la foto...sólo que ellos no nos hicieron la misma foto a nosotros...), un león solitario durmiendo plácidamente y un grupo de elefantes que vimos en la distancia, al otro lado del río, atentos a los movimientos de los cocodrilos (o no tanto...) Estuvimos dando vueltas un buen rato en busca de unos cachorros se león, pero no los vimos. Regresamos al hotel un poco decepcionados esta vez (esperábamos ver algo nuevo, y no fue así), y tuvimos tiempo para relajarnos en la piscina un rato antes de la comida.

















      A las 1600 salimos de nuevo de safari por las reservas de Samburu y Buffalo Springs. La tarde fue mucho más emocionante que la mañana, y el safari el más excitante hasta el momento. Comenzamos avistando una pareja de leonas que estaban tratando de cazar un oryx; perfecta sintonía en la pareja de caza, que acechaban su grupo de presas cada una por su lado, tratando de crear una emboscada. Vivimos la experiencia desde muy lejos, y al poco rato de estar allí perdimos de vista a las leonas, así que ignoramos cuál fue el resultado de la caza.


¡Listo para la expedición de la tarde!
Leonas en actitud de caza:




      Al rato, y en dirección al río, divisamos un grupo de elefantes en mitad de la planicie, con muchas crías entre sus filas. En total algo menos de 20 ejemplares, el grupo más grande de cuantos habíamos visto hasta la fecha. La experiencia fue sobrecogedora, y pudimos disfrutar de la "compañía" cercana de estos pacíficos paquidermos, que seguían con su trayecto ajenos al revuelo que a su alrededor se había formado. Pudimos pasar al lado, muy cerca, a escasos 3-5m, de una madre con su cría, y el sonido que emitió la madre (no sé si sintiéndose amenazada o simplemente llamando la atención de su cría que se mostraba muy curiosa con nuestra presencia e incluso parecía saludarnos con su pequeña trompa) no lo olvidaré jamas: un sonido ronco y profundo que parecía querer advertirnos de lo que podría ser capaz de hacer para proteger a su cría. Una experiencia inolvidable, sin duda. 





La pequeña cría parece saludar a nuestro paso




      Seguimos nuestro camino hacia el río, en busca de leopardos o leones y de pronto nos encontramos inmersos en plena cacería de un grupo de leones que trataban de abatir a una jirafa; las jirafas corrían despavoridas y las leonas las acechaban; fuimos testigos de excepción de la cacería, que nos hizo mantener la respiración durante unos instantes temerosos de vivir en directo la muerte de una jirafa (el ciclo de la vida...pero una cosa es saberlo y otra muy distinta vivirlo y verlo) Finalmente creo que en esta ocasión los hombres influimos (¡cómo no!) en el resultado de la lucha - con nuestra sola presencia - y las jirafas consiguieron zafarse de sus cazadores. Como si nada hubiera ocurrido, las jirafas siguieron su marcha y las leonas desaparecieron entre la espesura, posiblemente en busca de otra presa mas accesible que saciara su apetito. Una de esas ocasiones únicas que solo un viaje de este estilo pueden ofrecer, simplemente impresionante.



       Por si no habíamos tenido bastantes emociones esa tarde, aún nos faltaba ver a un hermoso leopardo; Mwasi recibió el aviso y nos dirigimos a toda prisa hacia el lugar donde habían avistado un leopardo descansando sobre una roca. Visto el escenario...¡resulta difícil creer que alguien pudiera distinguir al leopardo sobre la roca!

Sí, ahí se encontraba el leopardo...
     Una caravana de no menos de diez coches se amontonaba en el lugar, ante la indiferencia del leopardo que permanecía ajeno al revuelo que su sola presencia originaba. Por suerte para nosotros (que llegamos mas bien tarde a la cita con este maravilloso ejemplar), al rato de estar allí y cuando conseguimos hacernos con una buena posición para observarlo, el animal decidió abrir los ojos y fue entonces cuando esa mirada nos cautivó (al menos a mi): unos ojos preciosos de un color verde profundo miraban hacia el horizonte con curiosidad. El leopardo se incorporó, mostrándonos su perfecta anatomía, y con total indiferencia descendió de su "altar" y emprendió su marcha hacia lugares menos concurridos, posiblemente al borde del río, el lugar perfecto para cazar y pasar la noche. Un ejemplar de una belleza difícil de describir:







Parece tener una herida en la pata delantera izquierda
      La puesta de sol marcó el final de nuestro safari por aquel día; de regreso al hotel nos tomamos una tapita española antes de la cena; cena y cerveza para poner el punto final a otro día intenso en África, lleno de emociones. 


Lago Naivasha - día 5

     Mwasi nos dijo que había que madrugar, ya que nuestro próximo destino, el lago Naivasha, se encontraba a unos 380km y había que llegar antes del almuerzo (considerando el estado de algunas carreteras y la limitación de velocidad de los vehículos de transporte de pasajeros a 80Km/h, la duración del viaje aumenta considerablemente) A las 0630 y con el sol rompiendo el horizonte nos pusimos en marcha. El trayecto desde el hotel hasta la salida de la reserva nos llevó 45 minutos, minutos en los que pudimos disfrutar una vez más de la vida en la reserva: oryx, antílopes enanos (nos quedamos con las ganas de traer alguno a casa), elefantes, jirafas, gallinas de guinea...no hizo falta desviarse esta vez del camino principal para disfrutar de la rica fauna local. Con un "hasta siempre" nos despedimos de Samburu, satisfechos con la experiencia vivida, principalmente durante el safari de la tarde anterior que resultó ser espectacular. 

      Los Samburu nos despidieron a nuestro paso, agitando sus manos al aire y regalándonos su mejor sonrisa (su sonrisa simplemente, no se esconden nada, muestran lo mejor que tienen) Grupos de niños caminaban por el polvoriento borde de la carretera, rumbo a la escuela. Mwasi nos comentó que de niño la escuela más cercana a su casa estaba a 6Km, así que todos los días tenia que andar esa distancia multiplicada por dos, y bromeaba sobre su aspecto actual y el que tenia en su época joven, mucho mas delgado. Por lo que vimos, algunos niños allí (muchos) tienen que andar de forma diaria una distancia mucho mayor para acudir a la escuela; no falta sin embargo una sonrisa en su cara, que parecen llevar puesta en todo momento, la expresión de la felicidad más sincera. No es la primera vez que aflora ese sentimiento de injusto inconformismo en mí, al comprobar cómo nuestra sociedad del bienestar ha acabado posiblemente con lo único que importa, que es ser feliz, anteponiendo las posesiones, la carrera profesional o una interminable lista de asuntos triviales (a gusto del consumidor) a las cosas importantes de la vida. Como suele pasar en todo viaje, se aprende. Esta gente, que solo dispone de un par de cabras y una chabola construida a base de chapa, cáñamo o ladrillos de adobe (en el mejor de los casos), nos ofrece, día tras día, una autentica lección de vida. En mi primera visita a África un Senegalés me dijo que ellos eran los más ricos del mundo, y no dudó en decirlo, con pleno convencimiento; luego descubrí que no hablábamos de lo mismo, y que el concepto de riqueza que nuestra sociedad nos ha inculcado poco tenía que ver con la riqueza a la que se refería aquella persona; y tenía razón, porque en África la gente tiene algo de lo que los habitantes del "mundo desarrollado" carecemos y a lo que no damos toda la importancia que merece: TIEMPO. Me explicó que ellos controlan su tiempo, y así controlan sus vidas. Esa frase se me quedó grabada, y cada vez que pienso en aquella persona que me abrió los ojos y en esa frase (que encierra mucho mas de lo que parece), más me convenzo de lo acertado que estaba. Viajando se aprende...y mucho.

De camino hacia el lago Naivasha; curioso hotel "español" en la zona
El monte Kenia

Cebras al borde de la carretera...¡impresionante!
     Con la inconfundible silueta del Monte Kenya (5199m) acompañándonos, nos dirigimos hacia el sur por el Parque Nacional de Aberdare, una de las regiones mas ricas y fértiles de Kenia, donde el paisaje se muestra exuberante. En Nyahururu visitamos las cataratas de Thomson, un impresionante salto de agua de 74m de altura a 2360m sobre el nivel del mar. El nombre se lo debe a al primer europeo que llegó a ellas, en 1883 (un escocés, para los curiosos) Aprovechamos la ocasión para hacernos una foto de grupo "turística" con unos guerreros locales (guerreros kikuyo), que nos dedicaron una pegadiza canción que escuchamos en más de una ocasión durante nuestro viaje, y empleamos algo de tiempo para compras en alguno de los muchos puestos de la zona (los vendedores resultan ser muy persuasivos...y tremendamente pesados; lo mejor es no entrar en las tiendas porque una vez dentro, salir sin nada resulta complicado...y si no que se lo digan a mis compañeros de viaje :-))





    Saliendo de Nyahururu nos adentramos en el valle del Rift, una gran fractura geológica de casi 5000 Km de longitud que sigue creciendo, tanto en anchura como en longitud; se estima que dentro de muchos, muchos años, esta parte de África se separará del resto del continente. El valle también es conocido por estar considerado como el lugar de origen del hombre. En el valle se pueden encontrar numerosos lagos que albergan una riquísima vida local, por lo que fueron considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco hace unos cinco años. Uno de esos lagos es el lago Naivasha, en cuya orilla se encuentra el hotel en el que pasamos una noche, el Lake Naivasha Sopa Lodge. Solo se me ocurre una palabra para definir las instalaciones de este hotel: IMPRESIONANTE. Las habitaciones son muy amplias y las zonas comunes son espectaculares: preciosos jardines, una enorme piscina (que por desgracia no pudimos disfrutar), y abundante fauna local salvaje campando a sus anchas por los jardines del hotel: cobos de agua, jirafas, cebras...Al margen, el servicio de restauración es mucho mejor que el del hotel de Samburu (de la misma cadena hotelera) y ofrece muchísima mas variedad y calidad de productos, y los mismos precios para las bebidas que el alojamiento anterior. Lo que no cambia es la mala conectividad WiFi, prácticamente inexistente (al menos en esta zona sí pude tener cobertura con mi tarjeta SIM local) Un hotel y unos alrededores espectaculares; nos hubiera gustado haber podido disfrutar con más calma del lugar y de las posibilidades que ofrece; tal vez nuestro operador del viaje nos debería haber informado de la duración de los desplazamientos por carretera, que por ejemplo en esta ocasión nos limitó usar y disfrutar de las instalaciones del hotel, un verdadero jardín del Edén





     Después del almuerzo nos dirigimos al embarcadero del lago Naivasha, para hacer un safari en barca hasta la cercana isla Crescente. El Lago Naivasha es el lago situado a más altura de todos cuantos hay en el valle del Rift (1890m) y constituye una reserva natural de cientos de tipos de aves y también de hipopótamos. A bordo de nuestra particular embarcación capitaneada por Ismail (muy majete el chico), nos dirigimos hacia la isla de Crescente, donde descendimos de la barca para hacer un safari a pie y poder ver más de cerca la fauna local: antílopes, cobos de agua, ñus y cebras. Todos se mostraron muy asustadizos ante la presencia de hombres, y tan pronto intentábamos acercarnos salían corriendo despavoridos. No vimos jirafas en esta ocasión, pero sí búfalos, el cuarto de los cinco grandes en nuestro viaje. Al ir caminando y sin protección alguna, Ismail no nos dejó acercarnos a los búfalos demasiado, para evitar problemas, aunque aparentaban tener una actitud más que tranquila, pero nunca se sabe. En esta isla se rodó parte de la película "Memorias de África", y parte de los animales que ahora la habitan se introdujeron de forma artificial para la película, y allí se han quedado. La sequedad del terreno (en el momento de nuestro viaje llevaba sin llover dos meses y medio) contrasta con el elevado nivel del lago, 4 metros por encima del normal, nivel que conserva desde las elevadas precipitaciones que se produjeron de forma casi ininterrumpida de enero a diciembre del año 2011. Estas inundaciones sostenidas en el tiempo han cambiado la imagen del lago y de las orillas que lo bordean; los más beneficiados de este cambio han sido sin duda los hipopótamos, que han visto ampliado su hábitat natural en la zona, aunque también las aves han sabido sacar partido del cambio sufrido por el humedal. 

De safari por la isla Crescente, "hogar" de la película "Memorias de África"



















     Concluido el safari en la isla Crescente, regresamos a la barca y nos dirigimos a territorios de hipopótamos; los hipopótamos son muy territoriales, y cada grupo ocupa siempre el mismo territorio, por lo que resulta relativamente fácil encontrarlos (en caso de que algún intruso se adentre en su territorio, lucharán hasta la muerte para tratar de conservarlo) Pudimos observar varios grupos de hipopótamos en distintas zonas del lago, con sus ojos curiosos asomando sobre la superficie del agua, moviendo sus pequeñas orejas de una forma muy graciosa y siempre curiosos (o temerosos) ante nuestra presencia. Los hipopótamos pasan todo el día en el agua, y solo salen de ella por la noche para comer; se pasan toda la noche comiendo y antes del amanecer regresan de nuevo al agua. Resulta pues, a priori, bastante difícil ver un hipopótamo fuera del agua.








    El final del día nos ofreció el soberbio espectáculo del atardecer sobre el lago Naivasha, al tiempo que marcó el inicio de nuestro regreso al cercano hotel, donde aún tuvimos tiempo de ver algunas jirafas y cobos en la oscuridad, antes de cenar y de dar casi por finalizado el día. La sorpresa vino al finalizar la cena; los bungalows se encuentran separados del edificio principal, por lo que cada vez que quieres ir de uno al otro tienes que llamar a recepción para que vaya un vigilante a acompañarte y eventualmente protegerte de la fauna salvaje que pueda moverse por allí. Nosotros pensamos que era mas bien parte del montaje turístico que rodea a este tipo de establecimientos, y una manera fácil de obtener propinas para los trabajadores del hotel, así que hicimos caso omiso a la "recomendación" y cuando uno de los vigilantes nos vió llegar al edificio principal solos se sorprendió de que no hubiéramos llamado para nuestra escolta, argumentando que había hipopótamos en los alrededores y que podían resultar muy peligrosos. Nos lo tomamos a broma, y le dijimos que si veía alguno nos avisara...una hora después cuando nos volvió a ver nos dijo que los hipopótamos nos esperaban...no salíamos de nuestro asombro cuando nos llevó a los mismos jardines del hotel por los que habíamos estado paseando horas antes y ¡había hipopótamos por todas partes! No dábamos crédito; los vimos desde una distancia más que prudencial, y con la oscuridad de la noche resultó imposible obtener una buena imagen de estos gigantes del agua. Regresamos al bar del hotel a celebrar el encuentro con los hipopótamos y de regreso a las habitaciones de nuevo, con otro guía mucho mas majo, le volvimos a convencer (costó poco) para que nos llevara de nuevo a ver hipopótamos, en esta ocasión mucho mas cerca. Llegamos a colocarnos a menos de cinco metros de un ejemplar adulto, que se mostró indiferente ante nuestra presencia hasta que se giró, dejó de comer, nos miró y el guía nos dijo que nos moviéramos atrás para alejarnos del animal. Un paso lateral y la amenaza desapareció para el hipopótamo, que siguió comiendo ajeno a nuestra presencia. Los hipopótamos habían incluso cruzado los jardines de algunos de los bungalows para llegar a sus pastos....¡imaginad el susto si sales a tomar algo tranquilamente al jardín del bungalow y te encuentras de frente un hipopótamo! Emocionados con la experiencia de haber estado tan cerca de estos animales, regresamos a los bungalows...pero lejos de dormir permanecimos en guardia en el jardín de enfrente, donde pudimos observar numerosos cobos de agua y algún hipopótamo en la penumbra, semi-iluminado por las luces del jardín, a unos 30-40 metros de nosotros. Un verdadero lujo poder dormir en un ambiente tan único y especial. Por si alguno se acercaba más, dejamos las cortinas abiertas por la noche para poder ver qué pasaba fuera mientras nos acostábamos. Era más de medianoche y Morfeo me acogió en sus brazos casi sin pedírselo...




Al regresar al hotel "sufrí" el ataque de un feroz hipopótamo



Masai Mara Norte - día 6

     Sonó el despertador muy temprano de nuevo aquel día....a las 0730 había que ponerse de camino a Masai Mara, en teoría el plato fuerte del viaje, ya que la reserva de Masai Mara, junto con la contigua de Serengeti en Tanzania, está considerada la mejor reserva de animales salvajes del mundo. Después de desayunar y antes de partir, aún tuvimos tiempo de disfrutar de la compañía de jirafas, cebras y cobos en las proximidades; la sensación de estar tan cerca de estos animales (sobretodo de las jirafas) es indescriptible. Se mostraron de nuevo muy asustadizas, y tan solo conseguimos acercarnos a una distancia de unos 7-10m, momento en el cual levantaban la cabeza, dejaban de comer para mirarnos y normalmente se alejaban unos metros de nosotros sigilosamente. Levantarse y ver jirafas y cebras desde la habitación...poco más se puede decir. 





     El tiempo pasa volando en tan agradable compañía, y por suerte para las jirafas teníamos que irnos, Mwasi nos esperaba (de otra forma habrían acabado posiblemente hartas de nosotros...) Con la sensación agridulce de abandonar un lugar tan único y del que pudimos disfrutar tan poco, abandonamos el lago Naivasha en dirección a Masai Mara Norte, por el valle del Rift, bordeando el Parque Nacional Longonot con su característico cráter volcánico. Los verdes paisajes arbolados dieron paso a un paisaje mas característico de la sabana, con enormes llanuras pajizas salpicadas de acacias de forma dispersa. Algunos rebaños de ganado en busca de agua y la abundante fauna local visible a cada paso hicieron muestro viaje (para los que no nos quedamos dormidos en la parte inicial del trayecto, es decir, Mwasi y el que escribe) más llevadero. 


      La segunda parte del viaje no resultó tan agradable; la carretera desaparece y da paso a un camino polvoriento por el que es difícil avanzar a más de 20Km/h (aquí sí eché de menos un 4x4 tradicional...¡nos pasaban a toda velocidad!) Con la furgoneta inundaba de polvo y con la sensación de que los kilómetros no pasaban fueron pasando las horas (se hicieron muuuy largas), hasta que Masai Mara se abrió ante nuestros ojos: enormes manadas de cebras y ñus (el animal más característico y abundante de la reserva) desfilando ante nuestros ojos, una explosión de vida en medio del paisaje más característico de la sabana: llanuras que abarcan hasta donde alcanza la vista salpicadas de arboles aquí y allá. 



     La primera noche nos alojamos en el Olumara Tented Camp (Mara Norte), situado en el limite de la reserva, en territorio Masai. El hotel está situado en medio de una arboleda y rodeado de animales salvajes, y el acceso a las instalaciones se realiza a través de un divertido puente colgante. Las habitaciones son en realidad enormes tiendas de campaña (estructura metálica y lonas a modo de paredes y techos), dotadas de pocos lujos, pero con todas las comodidades: agua caliente y electricidad (a ciertas horas) No ofrece conexión WiFi y la electricidad y el agua caliente solo están disponibles a ciertas horas (de 0600 a 0730 y de 1830 a 2300) El servicio de restauración es muy básico: poca variedad (un sólo plato disponible para comer) y calidad cuestionable. El personal y trato humano tampoco son el punto fuerte de este alojamiento; tuvimos un pequeño problema porque nos cobraron por las bebidas un precio diferente del que figuraba en la lista de precios que había en la habitación, argumentando que las listas no estaban actualizadas; en definitiva, un buen alojamiento, gestionado de una forma nefasta. 



     Por la tarde, primer safari en Masai Mara, en busca de los dos grandes que no hay en Samburu: rinoceronte y búfalo. Masai Mara es una reserva natural, continuación del Serengueti, que debe su nombre a la tribu de los Masais que habitan en la zona y el río Mara que riega las áridas tierras de la sabana africana. Es uno de los pocos lugares en los que se pueden ver a los cinco grandes (león, leopardo, elefante, búfalo africano y rinoceronte africano), con una importante población de leones y cientos de miles de ñus y cebras entre sus filas. En una superficie de 1500Km2, tan solo hay 20 rinocerontes africanos: cinco han sido abatidos en lo que llevamos de año por los cazadores furtivos, en busca de sus preciados cuernos, a los que los orientales atribuyen poderes casi sobrenaturales para aliviar problemas sexuales masculinos...que a estas alturas de la vida todavía haya gente que mate animales por placer me entristece; si encima lo hacen por razones como la que he mencionado anteriormente, no puedo menos que sentir repulsa y avergonzarme por pertenecer a la misma "especie" que esos asesinos. 

    El animal más característico de la reserva es el ñu, un animal de aspecto mitológico, de movimientos torpes, que se cuenta por cientos de miles en la reserva, y cuya migración anual es uno de los mayores espectáculos de la naturaleza: se calcula que el año pasado perdieron la vida en esa migración (de 800 millas) unos 250000 ejemplares, de un total de cerca de tres millones que emprendieron el viaje. Ejemplares de este curioso animal, mezcla de cebra, búfalo y león, se pueden observar prácticamente a cada golpe de vista en la reserva, normalmente acompañados por cebras, fieles compañeros de viaje en la sabana africana. 






      Por la tarde realizamos nuestro primer safari en Masai Mara: cebras comunes, elefantes, ñus, cobos de agua, leones, leopardos, facóceros (o Pumbas para el grupo), hienas, chacales...todos tienen su lugar en la reserva. Manadas en movimiento constante, sin descanso. La emisora en Masai Mara no estuvo tan activa como en Samburu; Mwasi comentó que la gente no comentaba nada sobre los "descubrimientos" de animales, así que la mejor pista para localizar los puntos de interés era dirigirse hacia donde se encontraban aparcados coches: normalmente, algo interesante se podía ver. Hubo sin embargo un grupo de animales para el que no necesitamos ayuda para encontrarlos: el búfalo africano. El cuarto de los cinco grandes hizo su aparición (de forma clara esta vez, no como en la isla Cresciente) en nuestro primer safari en Masai Mara. Un animal de apariencia tranquila pero que los locales temen: el mayor numero de muertes en la reserva se produce por ataques de búfalo - el león no es el más fiero en este aspecto. Cada vez que una manada o un grupo de estos animales hacían acto de presencia Mwasi nos decía que no se fiaba de ellos y que no se acercaba mas; aun así los vimos muy de cerca....











     Disfrutamos de un soberbio atardecer sobre la sabana, aún tuvimos tiempo de ver un leopardo camuflado en el forraje, y nos dirigimos al campamento a cenar y descansar, al igual que la familia de elefantes que desfiló por delante de nosotros en nuestro camino hacia el hotel. Punto final a otro largo día en África.











Masai Mara - día 7

      Sobrevivimos a la noche en el Olumara Tented Camp: sonidos de varios animales nos acompañaron durante nuestro descanso; no llegamos a saber, en la oscuridad de la noche, si los ruidos de ramas partiéndose que escuchamos frente a la terraza de la tienda los causaron hipopótamos o elefantes (se escuchaba el barruntar de los elefantes, pero sonaba más lejano) Después del desayuno (escaso en cantidad y calidad), salimos hacia la reserva de nuevo, donde teníamos planeado hacer un día de safari completo, para abarcar mas área sin tener que regresar al hotel para almorzar. Al amanecer pudimos disfrutar del maravilloso espectáculo que supone ver miles de animales caminando juntos (ñus y cebras); los animales se agrupan al anochecer para protegerse, y durante el día salen a pastar en diferentes áreas. En este tipo de viajes y en tales escenarios, las palabras y las imágenes no son suficientes para describir lo que la vista puede ofrecer...





     A bordo de nuestra furgoneta todoterreno (que nos dejó sorprendidos por la versatilidad y capacidad de moverse por los sinuosos y bacheados terrenos de la sabana), comenzamos a explorar nuevas áreas en Masai Mara, a la búsqueda del ultimo de los cinco grandes que nos faltaba, el rinoceronte africano. Este día la emisora se mostró mas activa y disfrutamos de varias escenas increíbles, con leones, leopardos y guepardos como protagonistas, testigos de nuestro asombro y fascinación al observarlos a solo unos metros de nuestro vehículo. 



Dos pequeños cachorros de león trataban de ocultarse







      Antes de nuestra comida tipo pic-nic nos dirigimos al río Mara que da nombre a la reserva, y que es uno de los puntos (si no el más) mas espectaculares y peligrosos en el viaje de migración del ñu; el río no se seca nunca; ofrece un caudal abundante que llega a inundar incluso las zonas cercanas durante la temporada de lluvias, pero en la época seca (cuando se produce la migración del ñu, entre septiembre y octubre), el caudal disminuye considerablemente y el agua discurre por el cauce hundido del río. Los ñus has de salvar el desnivel por los accesos que han ido creando con su paso ellos mismos a lo largo de los años, y esquivar los peligros que acechan en el río, principalmente cocodrilos. En manada, para protegerse, se lanzan a cruzar el río, pero muchos no lo consiguen, bien por que sufren caídas y se fracturan algún hueso, bien por que mueren aplastados por la manada o por caer en las fauces de un cocodrilo. Para quienes consiguen llegar a la otra orilla, un largo viaje les espera aún hasta su destino final, plagado de riesgos y dificultades. Lamentablemente no pudimos asistir en directo a tan magnifico espectáculo, así que la visita me sirvió para poner en contexto, una vez visto el lugar de los hechos, las imágenes y recuerdos de la migración del ñu vistas en algún documental de la televisión que perduran en mi memoria. 








     El río Mara, para mi sorpresa, además de cocodrilos alberga una importante población de hipopótamos, animales que abandonan el lecho del río en la temporada de lluvias, en busca de aguas mas bajas (ya que les gusta hacer pie mientras pasan interminables horas a remojo), y que se muestran muy cómodos en primavera, con un caudal de agua en el río mucho mas escaso. Para nuestra sorpresa y asombro, pudimos observar en nuestro paseo por la orilla del río numerosos ejemplares de hipopótamos tumbados al sol en las playas que el descenso del cauce había dejado al descubierto...¡con las horas de sueño que perdimos en el lago Naivasha tratando de contemplar a estos enormes herbívoros en la noche! Al final resulta que les gusta tomar el sol, así que de vez en cuando salen a descansar y dormir un rato (luego se pasan la noche comiendo y así no hay forma de guardar la linea...)









      Bajo una acacia, en mitad de la sabana africana, con unas vistas espectaculares y a salvo de depredadores y monos (no abundan en esta zona, ya que apenas hay animales), disfrutamos de nuestro merecido almuerzo (por decir algo...porque era mas bien un tentempié) y comenzamos a sumergirnos en la cultura Masai: ¡de momento solo la vestimenta!

      Concluido el almuerzo seguimos con el safari, pero no dio mucho mas de sí. Masai Mara es una tierra de contrastes: tan pronto ves animales por todas partes como puedes pasarte minutos y minutos circulando sin ver absolutamente nada vivo hasta donde la vista alcanza (o al menos visible, no oculto por la vegetación), y es que ir de safari es como ir a pescar: hay que armarse de paciencia y tener algo de suerte. Nos dirigimos a zonas de matorral, las preferidas por los rinocerontes, pero tampoco hubo suerte en ésta ocasión. Algún búfalo, las incombustibles cebras, jirafas y ñus, y una graciosa familia de elefantes, en pleno proceso de baño, fueron nuestros descubrimientos aquella tarde. El comportamiento animal resulta fascinante, y es asombroso observarlos tan de cerca, su comportamiento, sus reacciones ante los estímulos que reciben; hubiera pasado horas observando a esa familia de elefantes, pero era hora de emprender el regreso a nuestro ultimo alojamiento en Kenia para rematar el viaje en globo del día siguiente. 



Un facócero...para nosotros, ¡Pumba!





       Las dos ultimas noches en Kenia las pasamos cerca de Talek, puerta de acceso "oficial" a Masai Mara, en el Base Camp Explorer Masai Mara, en unas cabañas construidas también a modo de tiendas de campaña en zona de reserva natural, y cuyos jardines y zonas adyacentes rebosan vida (es un hotel ECO) El alojamiento (en el que se alojó Barack Obama cuando viajó a Kenia con toda su familia cuando aun era congresista - numerosas imágenes y carteles dan fe de este hecho en las instalaciones del hotel), es de mucha mayor calidad que el que ofrece el Olumara Tented Camp, con un amplio dormitorio y un enorme cuarto de baño donde todo funcionaba a la perfección. Sin restricciones en cuanto al uso del agua caliente o electricidad, con una más que aceptable conexión WiFi en las zonas comunes (recepción y restaurante), el alojamiento ofrece acceso directo a la reserva por la parte trasera a través de un puente colgante, por lo que a cada momento (por la noche) te acompaña un Masai con su lanza para protegerte de cualquier eventual problema con los animales salvajes (un poco de teatro, pero resultaba curioso) El servicio de restauración en las instalaciones es muy bueno (no así el pic-nic que dan si decides pasar el día completo en la reserva), con un trato excelente y muy profesional, y con servicio de mesa (solo tuvimos buffet la noche que llegamos; el resto de los días fue comida o menú del día), ofreciendo una oferta variada, de calidad y rica. El personal super amable y atento, la mayor parte de ellos Masais, se mostraron siempre dispuestos a satisfacer nuestros caprichos (mesa exterior a la luz de la luna) y resultó un autentico placer alojarse en este establecimiento. Recomendable al 100%. 

Talek




Acceso a Masai Mara desde el Base Camp Explorer
      Por la tarde visitamos una Manyata Masai, un poblado típico de Masais (30$/persona), sabedor de que posiblemente sería una turistada, pero estando en su territorio y con todos ellos moviéndose entre nosotros, queríamos saber algo más sobre su cultura y tradiciones. El poblado que visitamos se encuentra a las afueras de Talek. A nuestra llegada nos recibieron con sus canciones de bienvenida tradicionales y nos invitaron a participar en algunos de sus bailes, explicándonos el significado de los mismos. Resultó de lo mas interesante y divertido, por qué no admitirlo, y aprendí mucho sobre la cultura Masai: los Masais son los habitantes originarios de esta región y el color de sus prendas, mayoritariamente rojas, se debe a que según sus creencias el color rojo ahuyenta al león, su principal motivo de preocupación. Los Masais viven en la casa familiar hasta que se hacen adultos y se casan. Es una sociedad donde la igualdad no existe y la mujer ocupa un lugar secundario en la comunidad (pese a ser las que construyen las casas en las que habitan), los hombres se agrupan por edades y cuando se hacen adultos se les envía fuera del poblado a vivir de lo que la naturaleza les ofrece durante tres meses, al termino de los cuales, si quieren regresar al poblado, deben matar un león (el grupo) para demostrar su valía y convertirse en soldados Masais. Afortunadamente la mayor parte de ellos se dedican al pastoreo...¡si no, pobres leones! 

       Nos explicaron el significado de los característicos saltos Masais: el que más salta, mejor mujer o mujeres consigue (la poligamia está permitida en la sociedad Masai) En las ceremonias locales, los Masais compiten por saltar lo mas alto posible, ya que el orden en el que eligen mujer lo marca la altura de los saltos (me alegro de no haber nacido Masai...) Los Masais siguen practicando la circuncisión y la ablación (horrible...muchos puntos negativos para los Masais...), y el papel de la mujer en el grupo, como ya he dicho, es secundario: nuestro camarero en el Base Camp Explorer (Benito - nombre para los turistas) nos dijo al ver que mi hermana, la única mujer del grupo, era quien firmaba los recibos para abonar las consumiciones de las comidas, que eso no estaba bien, y que el hombre es el que piensa, y la mujer la que debe aceptar sin cuestionar (men is head and woman, neck




       Nos explicaron el método de construcción de sus viviendas, visitamos una de ellas, y nos mostraron cómo hacían fuego frotando dos palos...yo lo intenté pero quedé muy lejos de conseguir llama. Finalmente, las mujeres nos ofrecieron su canción de bienvenida y despedida del poblado para finalizar nuestra visita, que concluyó con una rápida visita a los tenderetes donde mostraban y vendían productos hechos por ellos. La verdad es que muchísima gente viste por la calle con la indumentaria típica Masai, así que no dudo de lo que nos contaron y del uso que les dan a las casas que nos mostraron (que también es donde duermen las crías del ganado), pero dudo que las personas duerman hoy en día en esas cabañas; me inclino a pensar que duermen en el cercano pueblo de Talek, y luego regresan a sus labores diarias, según la tradición Masai, aunque ellos aseguraban que aun dormían en la comunidad. Cuestión de opiniones o de credibilidad, supongo. 




       Finalizada la visita, que resultó muy enriquecedora, nos decidimos a ir a Talek a tomar unas cervezas en un bar local, en compañía de Mwasi, justo antes de la hora de la cena en el hotel, a cuyo termino fuimos sin mas dilación a dormir; al día siguiente había que levantarse temprano, muy temprano, para nuestra aventura en globo en Kenia


Masai Mara - día 8

      Los monos del hotel y los despertadores se encargaron de despertarnos muy pronto, a las 0500, para nuestra aventura en globo. La compañía nos pasó a buscar a las 0530 y a las 0550 ya estábamos en el lugar del despegue. El vuelo lo hicimos con Hot Air balloons, aunque todo lo gestionó Masikio Safaris (450$/persona) Finalizadas las formalidades del pago pudimos disfrutar del hinchado de los globos al tiempo que conocimos al capitán de nuestro globo, Ray, un canadiense que estaba de vuelta de todo pero que era un tipo muy agradable. Poco antes del amanecer ya estábamos en el aire, disfrutando de las maravillosas vistas de la sabana africana desde una altura inicial de unos 100m (aunque llegamos a subir por encima de los 800m en busca de corrientes que hicieran cambiar el rumbo de nuestra aeronave) La recompensa al madrugón vino en forma de un soberbio amanecer, al tiempo que disfrutábamos desde las alturas de la fauna local: leones, cebras, ñus y leopardos en plena actividad. Un vuelo de poco más de una hora de duración que discurrió de una forma muy tranquila, disfrutando de tan singular y espectacular escenario, y que finalizó al borde del río Mara, ¡una auténtica gozada! Sólo me queda agradecerle a mi hermana tan buen regalo de Reyes :-)




Por si quedaban dudas, ésta foto no es mía, venía en el paquete que le compramos a Ray con las fotos y vídeos de nuestro vuelo























      Al finalizar el vuelo nos llevaron a la zona donde tendría lugar el desayuno, en el corazón de Masai Mara: un desayuno completísimo y muy bien organizado, con todo lo que se puede esperar de un desayuno (leche, fruta, cereales, tostadas, huevos), regado con una (o varias) copas de vino espumoso, una tradición en los vuelos en globo, y todo ello en un marco incomparable...¿qué más se puede pedir?





      Finalizado el desayuno, en torno a las 0930, la compañía nos ofreció un safari por la reserva, en principio hasta nuestro hotel, pero nosotros quedamos con Mwasi dentro de la reserva (aún me pregunto cómo se encontraron...¡en mitad de la sabana! Supongo tendrán sus referencias, pero no deja de sorprenderme) Una hora de safari con Hot Air balloons en la que nos dedicamos a buscar rinocerontes, de nuevo sin éxito. Regresamos a nuestra furgoneta con Mwasi dando por finalizada la experiencia (muy satisfactoria, pero excesivamente cara...) con Hot Air balloons, y seguimos con nuestro safari de mañana. Un aviso de guepardo y emprendimos rumbo hacia el lugar del avistamiento. Al llegar, el guepardo estaba tan camuflado en el terreno que nos quedamos a unos dos metros del ejemplar, sin saberlo...¡no lo habíamos visto! Deleitados con la belleza del ejemplar nos dirigimos a unos arbustos cercanos a la búsqueda del rinoceronte. Una manada de elefantes nos entretuvo un buen rato, observando como arrancaban plantas y las limpiaban de tierra antes de comerlas, y tras un par de falsas alarmas de rinocerontes (creímos que eran elefantes, porque estaban muy cerca de la manada, aunque no llevamos a verlos de forma clara), decidimos continuar con el safari, bordeando la zona del río, cuando de pronto Mwasi recibió un aviso por radio y dió a toda velocidad la vuelta al coche para regresar en dirección a los elefantes que acabábamos de dejar, nos pide que nos sentemos, que el coche se va a mover...¡¡había un rinoceronte en la zona!!







¡A ver quién encuentra al guepardo en la foto! Está ahí...





        Nos dirigimos a toda velocidad hacia el lugar indicado, y...allí estaba un magnífico ejemplar de ¡rinoceronte africano! Impresionante, habíamos encontrado (con ayuda) la aguja en el pajar de Masai Mara. Comprobamos que posiblemente habíamos confundido al rinoceronte con una cría de elefante mientras habíamos estado viendo la manada solo unos minutos antes, pero no pudimos confirmar este hecho. Fuera como fuese, el caso es que estábamos frente a un individuo salvaje de una de las especies mas amenazadas del planeta, y lejos de verlo oculto entre ramas y arbustos o en el fondo de un río, lo vimos andando en campo abierto, ya que se mostró muy activo esa mañana. Un encuentro fortuito con una hembra de elefante y su cría puso de relieve el profundo respeto que ambas especies de profesan...poder observar su comportamiento en esas condiciones fue toda una experiencia. El ejemplar que vimos, uno de la veintena que habitan en la reserva, presentaba los cuernos limados, para protegerle de cazadores furtivos; por desgracia, la medida no parece disuadir a estos asesinos (no merecen ser ni llamados ni considerados personas) Observamos y seguimos al rinoceronte durante un buen rato, hasta que lo perdimos de vista...¡Habíamos visto al quinto de los cinco grandes! Muy reconfortados y satisfechos por el resultado del safari de la mañana nos dirigimos de vuelta al Base Camp Explorer para celebrar el evento y disfrutar de una exquisita comida. 

¡¡El quinto!!



Un encuentro fortuito entre elefante y rinoceronte demostró el profundo respeto mutuo que se profesan

      Antes de salir en el safari de tarde, sufrimos el ataque de un león en nuestro Camp Base Explorer; el susto fue de muerte, el león campaba a sus anchas por la entrada de nuestra habitación, pero pudimos librarnos del ataque de este majestuoso ejemplar simplemente corriendo (menos mal, porque no había Masais en la zona para protegernos...) El safari de tarde, el ultimo de nuestra estancia en Masai Mara, fue muy tranquilo. El cansancio del día (con madrugón incluido), las emociones vividas y el cansancio acumulado después de una semana muy activa, eran evidentes. Me hubiera gustado encontrar animales cazando, en actividad, pero eso se antojaba más complicado que la empresa del rinoceronte.  Anduvimos por las zonas habitadas por los leones y vimos varios ejemplares machos, imponentes e impresionantes, pero ninguno con muestras de emprender ningún tipo de actividad en el corto plazo. Finalmente divisamos a un hermoso león hembra que acababa de saciar su apetito: restos de ñu deban fe del festín que se había pegado, posiblemente en compañía de otros miembros que ya habían abandonado el lugar. Una pena, porque el momento de la caza seguramente se había producido unas pocas horas atrás. El rey de la sabana marcó el final perfecto a nuestro safari en Masai Mara, y casi de nuestro viaje a África. Disfrutamos de una cerveza en otro bar local en Talek y regresamos a tiempo de cenar en el hotel, el punto final a un día, como todos en este viaje, muy completo y cargado de experiencias y recuerdos.

Escapando del ataque del león...¡menuda experiencia!






Aquí la jovencita se había pegado un atracón que casi no podía ni andar...
Sí, sí, tú, no me mires así, que te has comido un ñu casi tú solita






Nairobi y regreso - días 9 y 10

       Despues de un reconfortante desayuno y con quince minutos de retraso con respecto a la hora de salida prevista por Mwasi, dejamos el Base Camp Explorer con cierta tristeza, sabedores de que la marcha también significaba casi el final de nuestra aventura africana. Abandonamos Talek con dirección a Ololulunga, la ciudad en la que la carretera vuelve a ser tal; por delante casi 100Km por polvorientos y bacheados caminos de piedras, trayecto que completamos en 3 horas...de nuevo la idea de un 4x4 tradicional pasó por mi cabeza. A nuestra llegada a Nairobi nos dirigimos directamente al restaurante Carnivore, un típico de todo viaje a la capital Keniata. Durante nuestra estancia nos ha sorprendido el nivel de los precios en Kenia en general, y de Nairobi en particular, que no dista mucho del nivel de precios europeos; lo comprobamos la primera noche en Nairobi y lo confirmamos durante nuestro ultimo día: el menú en el Carnivore (una especie de Rodizio, que ofrecen diferentes tipos de carnes servidas en espadas) cuesta la friolera de 3200 KES, y las bebidas 450 KES, muy por encima de los habituales 300 KES que pagamos en la mayoría de los sitios por una cerveza que en un supermercado cuesta 150 KES. Pese a los elevados precios, el restaurante estaba completo, y no solo de turistas que finalizaban su experiencia en Kenia, sino también de gente local. Estamos hablando de una comida a base de pollo, cordero, ternera, cerdo y pavo al precio de unos 50€ por persona con bebidas...excesivamente caro incluso para un país Europeo. En una visita posterior a un centro comercial cercano pudimos comprobar que los precios son puramente europeos...algo no me cuadró, pero era tarde para investigar qué fallaba en la ecuación (sueldos bajos, precios altos...)



     Sin tiempo para más nos dirigimos al aeropuerto para tomar el vuelo de regreso a Dusseldorf (en mi caso) vía Dubai, al igual que en el viaje de ida. El vuelo a Dubai partió puntual del vetusto aeropuerto Keniata, un B777 completamente lleno de gente; aunque inicialmente había una persona sentada a mi lado, decidió cambiarse al lado de su mujer al poco de despegar, así que pude volver a disfrutar de espacio extra en el asiento contiguo al mío, aunque el avión era nuevo y ofrecía mucho más espacio entre asientos que el disfrutado en el viaje de ida. Una escala de casi 4 horas en Emiratos y de regreso a Dusseldorf, esta vez a bordo de un flamante A380. El vuelo en la parte delantera de la cabina esta vez fue de los más placentero (y pude disfrutar de mayor espacio para las piernas que el que disponen las plazas traseras de la aeronave), ni una sola turbulencia, ausencia casi total de ruidos...el Rolls Royce del aire aterrizó puntual en Dusseldorf, dando casi por finalizada la aventura africana.

Maravillas de volar: vuelo en paralelo con un avión de Ethiad, que acabó cruzando su trayectoria con la nuestra por
encima de nuestro avión
Fabulosas vistas de Dubai en el despegue del vuelo hacia Dusseldorf

Llegada a Dusseldorf...¡al menos hacía sol!
      Como al final de todo viaje, toca hacer valoración del mismo. Personalmente he quedado encantado con la experiencia, aunque también he de reconocer que ha sido agotador. Hubiera agradecido tener alguna tarde libre para descansar entre semana, o que los trayectos hubieran sido algo más cortos (la distancia entre lugares no se puede acortar, pero sí se puede acortar la duración del viaje con un vehículo más apropiado - aunque también hay que decir que durante los safaris la furgoneta nos pareció mucho más cómoda para moverse en grupo por su interior que los land rover; mitad y mitad) Al margen de esto, la gestión de Masikio Safaris resultó excelente, y sin duda volvería a confiar en ellos para preparar un futuro viaje a Kenia, Tanzania o Zambia. Me quedé con las ganas de pasar algo más de tiempo en el lago Naivasha, pero el tiempo es el que es, y en este viaje, por desgracia, no disponíamos de mucho. Un placer haber compartido ocho días con este grupo de amigos con los que viajar resulta tremendamente fácil (nos vemos pronto de nuevo, ¡en los mercados de Navidad de Colonia! Un abrazo!)

      Mi segunda experiencia en África dista mucho del resultado de mi primera visita a Senegal, cuando llegué a dudar seriamente en regresar al continente. Ahora las sensaciones son distintas, con un balance más equilibrado (he quedado muy satisfecho en esta visita, pero es que el viaje a Senegal fue posiblemente el peor de mi vida, así que es difícil compensar una experiencia tan negativa como aquella) El desempate de mi percepción de África en Noviembre, cuando volveré a visitarlo, esta vez la zona norte. 

     Sin tiempo casi de saborear la experiencia, continúo con mi temporada viajera. Después de un par de viajes de trabajo por Europa, a finales de septiembre iré a Asia, donde visitaré las ciudades de Ho Chi Minh (Vietnam) y Jakarta (Indonesia), y al regreso me embarcaré destino a Cuba, para disfrutar de dos semanas de vacaciones descubriendo la isla. Cuatro continentes en apenas un mes y medio, viajes de los que espero dar buena cuanta a través de este canal...¡os espero!

1 comentario:

  1. ¡Qué viaje más increíble!
    Yo tenía una granja en África.... Jajaja
    Preciosas fotos.

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