No soy un viajero
“tick”. Denomino así a esos viajeros (turistas) que dicen conocer un lugar en
el que han pasado 1 día, o 12 horas…nada que objetar; cada cual hace con su
tiempo y su dinero lo que quiere (o lo que puede) Haber puesto los pies en un
lugar es motivo de “tick”, y una vez señalado el lugar, al siguiente destino en
el que pasar unas cuantas horas para poder hacer otro “tick” (los chinos son los reyes en este tipo de viajes...) No,
definitivamente no soy de esos. Esta ha sido mi cuarta visita a la región de
Laponia, y en cada visita siempre descubro algo nuevo, como en todo lugar – de
hecho son poco los sitios que, por fortuna, solo he visitado una vez (pero hay
planes, siempre hay planes, para cambiar ésta situación), y menos aún aquellos
lugares que contando solo con una visita en su casillero no se encuentren en la
lista de ‘futuribles’.
Este año la
visita al círculo polar ártico no estaba en la lista de viajes. El año se
presentaba ya suficientemente cargado de viajes (y de gastos) como para
planificar una nueva visita al norte Europeo buscando hacer realidad de nuevo
un sueño, una fantasía. Pero los sueños están para hacerlos realidad (o al
menos intentarlo), y los planes existen para ser cambiados, y en esta ocasión
hizo falta bien poco para el cambio: un artículo de viajes sobre la región de Laponia
hizo que se encendieran todas las alarmas en mi cabeza. Según el artículo en
cuestión, la región de Saariselka es, estadísticamente, la
que ofrece el mayor porcentaje de visualización de auroras boreales,
centrándose en torno al equinoccio de primavera las mayores probabilidades. Soy
ingeniero, así que entiendo cómo funciona y lo que significa el término “probabilidad”, pero cuando algo
relacionado con “aurora boreal”
aparece en el horizonte, dejo de ser racional y doy rienda suelta a la pasión
que desatan estas hipnóticas maravillas naturales en mi cabeza. No hizo falta
más. Un rápido vistazo al calendario para comprobar mi disponibilidad, la
confirmación de que habría luna nueva en las fechas de mi viaje y el resto vino
solo. Lamentablemente esta vez tendría que viajar solo, ya que por distintos
motivos nadie se pudo apuntar a mi inesperado y emocional viaje.
Viajé sin otro
objetivo que dedicarme por completo a la búsqueda de auroras boreales.
Sencillo…o no tanto. Viajando solo las posibilidades de hacer alguna actividad
en la zona se limitan, y ya renegué hace tiempo de participar en ciertas actividades
uniéndome a un grupo de completos desconocidos (como por ejemplo paseos en moto
de nieve…), pero la región ofrece motivos más que suficientes para disfrutar de
la estancia, aun viajando solo.
Para la ocasión
volé con Finnair desde Londres, donde me encontraba por motivos
de trabajo en los días previos al viaje a Laponia,
en vuelo directo a la ida y con escala en Helsinki
al regresar (190€) El viaje de Londres a Ivalo, de algo más de
tres horas, se me hizo interminable. La noche anterior al viaje vi, por primera
vez, la previsión del tiempo en la zona, con un anticiclón centrado en el sur
de Noruega, afectando también la
región del norte de Finlandia, pero
en retirada. Tras la primera hora de vuelo, las nubes que me despidieron en Londres dieron paso a un cielo claro y
comencé a preguntarme cuánto puede tener un anticiclón de diámetro y si aún
tendría la oportunidad de, al menos, disfrutar de una noche de cielos rasos. Sigo
sin saber el diámetro de ese anticiclón, pero al llegar pude disfrutar de un
precioso cielo, sin nubes en el horizonte. La oportunidad iba a estar ahí, no
había nada asegurado (las luces del norte
son caprichosas), pero al menos la ilusión y la esperanza se mantuvieron en
todo lo alto.
Para moverme
libremente durante mi estancia de cuatro noches alquilé, como en otras
ocasiones, un coche (esta vez con Budget,
un coche de categoría económica – fue difícil cambiar el Jaguar que tuve en Londres por el Skoda Fabia – 4 días con seguro a todo riesgo por 190€), la forma
más cómoda y, según se mire, también económica, de moverse por la región. La
noche comenzaba a apoderarse del lugar, así que sin tiempo que perder, y tras
una breve parada en el supermercado de Saariselka
(a por provisiones, ¡que había que ahorrar!) me dirigí a mi alojamiento para los
próximos cuatro días, una casita localizada en Kakslauttanen, pequeña
localidad situada a unos 12Km de Saariselka,
que alquilé en Airbnb por 280€; el alojamiento estaba muy bien, el entorno idílico, en medio del bosque, pero mi
decepción en aquel momento fue comprobar que la estancia no era solo para mí, como yo
pensaba, sino que la dueña también vivía allí…el anuncio no era todo lo claro que
debiera, o al menos no para mí. De haber sabido que solo alquilaba dos
habitaciones en una casa, posiblemente hubiera cogido alguna otra opción más
económica (pagué por dos dormitorios cuando solo necesitaba uno…). Pero como
suelo decir…¡que todos los problemas sean esos! Coche, alojamiento...ya solo faltaba que las previsiones fueran favorables...¡y acertadas! (las previsiones meteorólogicas de www.yr.no suelen ser bastante acertadas y precisas, una herramienta importante, junto con la previsión de auroras, www.aurora-service.eu)
La inversión en
el alojamiento no tardó en amortizarse: a las 20:02h, cuando me dirigía al
coche a recoger las maletas, comencé a ver un resplandor verde sobre la casa.
En cuestión de segundos, el resplandor se convirtió en una hermosa y perfecta aurora
boreal. Un escalofrío (no causado por los -16 grados que había en el ambiente) recorrió
mi cuerpo – escalofrío que sigo sintiendo al recordar el momento – y asistí
atónito al que posiblemente sea el espectáculo más mágico de la naturaleza:
luces de colores que bailan en el cielo, iluminando la noche, desplazándose de
forma caprichosa mientras cambian de color, de forma, de posición…pura Magia
(sí, con mayúsculas), fantasía, el sueño se había vuelto a hacer realidad. Al
momento de duda y asombro inicial (no esperaba encontrarme nada más llegar con
semejante espectáculo, la mayor aurora de todas cuantas he visto hasta la fecha),
le siguió el sentimiento de rabia al no tener la cámara de fotos a mano (el
trípode aun andaba en la maleta, perfectamente cerrada, y la cámara en su funda
en mi maleta de mano), y sabiendo lo caprichosas que son estas luces y ante el
temor de que desaparecieran de mi vista de forma tan inesperada a como habían
aparecido, decidí disfrutar del espectáculo en vivo y usar el teléfono móvil para, al menos ,tener un recuerdo (aunque el mejor recuerdo está en mi memoria). La calidad de las imágenes no es la mejor,
pero imaginad la intensidad que tenía la aurora para haber podido obtener estas
imágenes sin trípode y con disparo automático.
Allí me quedé, con el maletero del coche abierto y corriendo de un lado para otro como un niño tratando de buscar un hueco entre las copas de los árboles para disfrutar del momento. Pese a encontrarme sin cámara y definitivamente no en el mejor de los lugares (con una vista muy limitada y rodeado de árboles), la aurora de aquella noche será irrepetible para mí. Difícil describir el torrente de sensaciones y emociones que me abordaron en aquel momento, en aquel lugar. Llegó de forma imprevista, como todas las cosas buenas de la vida, y le bastaron unos segundos para justificar el viaje y para recordarme por qué hay que perseguir los sueños: porque a veces se cumplen.
Allí me quedé, con el maletero del coche abierto y corriendo de un lado para otro como un niño tratando de buscar un hueco entre las copas de los árboles para disfrutar del momento. Pese a encontrarme sin cámara y definitivamente no en el mejor de los lugares (con una vista muy limitada y rodeado de árboles), la aurora de aquella noche será irrepetible para mí. Difícil describir el torrente de sensaciones y emociones que me abordaron en aquel momento, en aquel lugar. Llegó de forma imprevista, como todas las cosas buenas de la vida, y le bastaron unos segundos para justificar el viaje y para recordarme por qué hay que perseguir los sueños: porque a veces se cumplen.
El problema de
hacer realidad una ilusión es que quieres repetir. Y la noche presentaba todas las
condiciones para observar más auroras: cielo despejado, bajas temperaturas
(llegaron hasta los -25 grados), ausencia de luna y alta actividad solar. Ante
la ausencia total de consejos por parte de mi anfitriona en cuanto a dónde poder
ir para ver bien el cielo (decepcionante), y después de un par de intentos fallidos (incluyendo
el mirador situado al final de la carretera 9692 en Saariselka - 68.433616, 27.442177 -, que
es una verbena de coches que van y vienen, luces que se encienden, etc.),
google maps en mano (¡bendito fin del roaming en Europa!) di con un espacio en el que pude esperar en total oscuridad
y soledad (y tranquilidad, en Pitkäjärvi lake) que la magia se hiciera visible de nuevo. Hubo mucha
actividad aquella noche; disfrute muchísimo de la experiencia, tuve tiempo para
sacar fotos, para disfrutar del espectáculo olvidándome de la atadura que a
veces supone el tener que hacer fotos de todo, simplemente observando los
destellos de luz en el firmamento, guardándolos en mi memoria. Una experiencia
única. Difícil no sucumbir ante tanta belleza.
El día siguiente
amaneció radiante, con un cielo completamente despejado, tal y como anunciaban
las previsiones. Dediqué la mañana a descubrir los alrededores de la casa, por
donde pasa una pista de esquí nórdico (a solo 100m de la casa…menudo lugar para
haber podido disfrutar de las auroras la noche anterior, y ¡al lado de casa! De
haberlo sabido…pero mi anfitriona no me dijo nada), dejándome seducir por la belleza del entorno y las suaves
temperaturas (en torno a los -5 grados, pero con sol brillando era una delicia
pasear por allí y escuchar solo el sonido de la nieve bajo mis pies)
Pero las previsiones se basan en modelos matemáticos y estadísticos, y esa tarde fallaron: los cielos despejados anunciados para toda la jornada (incluidas las primeras horas de la noche) desaparecieron, y las nubes comenzaron a ensombrecer el lugar antes de lo esperado. El anticiclón dejaba de tener influencia sobre la región y las nubes comenzaron a entrar por el norte. Ante tal situación, si las nubes entran por el norte, ¿qué hay que hacer? Pues ir al sur en busca del buen tiempo. Y sin dudarlo me dirigí hacia el sur, hacia Rovaniemi (a unos 250Km), a donde llegué cuando el sol aún brillaba y las nubes no se habían apoderado del lugar. Tuve tiempo para visitar la aldea de Papa Noel (aunque esta vez no pude visitarle, porque como la visita no estaba programada llegué cuando el recinto ya estaba cerrado)
Aquella noche me dirigí al hotel Artic Snow, en busca de la suerte que me acompañó la primera vez que estuve allí hace ya 4 años, cuando vi la primera aurora boreal. Corazonada. Esta vez falló. No pudo ser. Las nubes cubrieron el lugar y solo pude adivinar los reflejos verdosos de una aurora que se producía por encima de las nubes y que no encontraba su camino.
Decepcionado abandoné el lugar y emprendí el largo camino de regreso a Kalkslauttanen. Laponia es una región única, y el clima también lo es. Cambiante y a momentos imprevisible, puedes pasar de una situación de fuertes nevadas a cielos completamente despejados en cuestión de minutos. Y eso es lo que sucedió. Después de conducir azotado por la nieve que caía copiosamente, por la ventanilla del coche pude observar un reflejo blanquecino, no dudé en parar tan pronto como fue posible (la E75 tiene numerosas áreas de descanso a borde de carretera donde poder parar cada pocos kilómetros) y allí me deje maravillar de nuevo por una aurora blanquecina que inundó todo el cielo con su halo de luz. Segunda noche en Laponia y segunda noche de actividad. Esta vez con un poco de suerte, porque el tiempo no estaba para muchas verbenas, pero la suerte también hay que buscarla. El espectáculo se prolongó por bastante tiempo, lo que hizo que de nuevo llegara a casa en torno a las tres y media de la mañana, en medio, de nuevo, de una fuerte nevada. Tiempo de descansar.
Pero las previsiones se basan en modelos matemáticos y estadísticos, y esa tarde fallaron: los cielos despejados anunciados para toda la jornada (incluidas las primeras horas de la noche) desaparecieron, y las nubes comenzaron a ensombrecer el lugar antes de lo esperado. El anticiclón dejaba de tener influencia sobre la región y las nubes comenzaron a entrar por el norte. Ante tal situación, si las nubes entran por el norte, ¿qué hay que hacer? Pues ir al sur en busca del buen tiempo. Y sin dudarlo me dirigí hacia el sur, hacia Rovaniemi (a unos 250Km), a donde llegué cuando el sol aún brillaba y las nubes no se habían apoderado del lugar. Tuve tiempo para visitar la aldea de Papa Noel (aunque esta vez no pude visitarle, porque como la visita no estaba programada llegué cuando el recinto ya estaba cerrado)
Conduciendo hacia Rovaniemi |
Aquella noche me dirigí al hotel Artic Snow, en busca de la suerte que me acompañó la primera vez que estuve allí hace ya 4 años, cuando vi la primera aurora boreal. Corazonada. Esta vez falló. No pudo ser. Las nubes cubrieron el lugar y solo pude adivinar los reflejos verdosos de una aurora que se producía por encima de las nubes y que no encontraba su camino.
Decepcionado abandoné el lugar y emprendí el largo camino de regreso a Kalkslauttanen. Laponia es una región única, y el clima también lo es. Cambiante y a momentos imprevisible, puedes pasar de una situación de fuertes nevadas a cielos completamente despejados en cuestión de minutos. Y eso es lo que sucedió. Después de conducir azotado por la nieve que caía copiosamente, por la ventanilla del coche pude observar un reflejo blanquecino, no dudé en parar tan pronto como fue posible (la E75 tiene numerosas áreas de descanso a borde de carretera donde poder parar cada pocos kilómetros) y allí me deje maravillar de nuevo por una aurora blanquecina que inundó todo el cielo con su halo de luz. Segunda noche en Laponia y segunda noche de actividad. Esta vez con un poco de suerte, porque el tiempo no estaba para muchas verbenas, pero la suerte también hay que buscarla. El espectáculo se prolongó por bastante tiempo, lo que hizo que de nuevo llegara a casa en torno a las tres y media de la mañana, en medio, de nuevo, de una fuerte nevada. Tiempo de descansar.
El día siguiente
amaneció gris. Las previsiones anunciaban mal tiempo en toda la región, día y noche,
así que me tomé un respiro. Descubrí un nuevo circuito por un bosque cercano a Saariselka, el circuito
de las auroras, un recorrido de unos 3Km que parte muy cerca del Santa’s Hotel en Saariselka y que lleva
hasta una casita con un mirador desde el que observar las auroras (la casita
tiene también una zona cerrada para esperar, lo que me pareció una muy buena
idea, aunque no sé cómo de concurrido estará en una noche estrellada),
redescubrí la localidad y al caer la noche me dirigí de nuevo a casa para
disfrutar de una tarde a lo finlandés, disfrutando de la sauna de la casa (mi anfitriona desapareció un par de días, así que las condiciones de la estancia mejoraron notablemente). Un
día de descanso…obligado por las condiciones climatológicas.
Las previsiones
se volvieron a equivocar y el nuevo día amaneció radiante, así que no tardé
en ponerme en marcha para disfrutar de nuevo de los idílicos paisajes nevados
que abundan en la región. Una bonita puesta de sol y de nuevo, con las nubes
amenazando con estropear otra noche estrellada, me dejé guiar por las
previsiones meteorológicas y me dirigí al sur de nuevo, y esta vez no hubo
sorpresas.
A una hora de viaje encontré una zona de descanso al borde de la carretera en la que disfrutar del espectáculo con el que me deleitó el atardecer, otra fabulosa exhibición de actividad solar en la zona: luces llegando de todas partes (norte, sur, este y oeste) iluminaban el ocaso, con multitud de formas, sugerentes movimientos y llamativos colores. No podía pedir más. La actividad se mantuvo, de forma más o menos intensa (a ratos) hasta que las nubes, obedeciendo, esta vez sí, a la previsión de www.yr.no, llegaron a la zona, haciendo estéril cualquier intento de disfrutar del espectáculo de las auroras boreales, pero eso sucedió unas horas después del atardecer, horas en las que de nuevo pude disfrutar del espectáculo en toda su grandeza. Las temperaturas fueron benévolas aquella noche (en torno a los -6 grados), así que permanecí apoyado en el coche, mirando al firmamento, vaciando la mente, fascinado por las luces del norte una noche más, una noche que se mostró de nuevo muy activa.
El artículo de viajes que de forma casual me llevó a Laponia este año no podía haber estado más acertado: pude disfrutar de tres noches de alta actividad solar y disfrutar de las auroras más bellas que hasta la fecha he podido vivir. ¿Casualidad? Quien sabe…tendré que volver otro año de nuevo para comprobar si realmente el equinoccio de primavera es la mejor época del año para disfrutar de las auroras ;-)
A una hora de viaje encontré una zona de descanso al borde de la carretera en la que disfrutar del espectáculo con el que me deleitó el atardecer, otra fabulosa exhibición de actividad solar en la zona: luces llegando de todas partes (norte, sur, este y oeste) iluminaban el ocaso, con multitud de formas, sugerentes movimientos y llamativos colores. No podía pedir más. La actividad se mantuvo, de forma más o menos intensa (a ratos) hasta que las nubes, obedeciendo, esta vez sí, a la previsión de www.yr.no, llegaron a la zona, haciendo estéril cualquier intento de disfrutar del espectáculo de las auroras boreales, pero eso sucedió unas horas después del atardecer, horas en las que de nuevo pude disfrutar del espectáculo en toda su grandeza. Las temperaturas fueron benévolas aquella noche (en torno a los -6 grados), así que permanecí apoyado en el coche, mirando al firmamento, vaciando la mente, fascinado por las luces del norte una noche más, una noche que se mostró de nuevo muy activa.
El artículo de viajes que de forma casual me llevó a Laponia este año no podía haber estado más acertado: pude disfrutar de tres noches de alta actividad solar y disfrutar de las auroras más bellas que hasta la fecha he podido vivir. ¿Casualidad? Quien sabe…tendré que volver otro año de nuevo para comprobar si realmente el equinoccio de primavera es la mejor época del año para disfrutar de las auroras ;-)
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