Translate

sábado, 26 de febrero de 2022

Doha: entre el mar y el desierto

Tiempo de lectura: 3 - 4 minutos




       Después de mi primera visita a Doha, allá por el año 2017, escribí una pequeña reseña sobre la ciudad, que me sorprendió favorablemente (tal vez por mi desconocimiento previo de la capital de éste pequeño pero poderoso país árabe - puedes leer esa nota AQUÍ). Desde entonces, he visitado la capital del emirato Qatarí unas cuantas veces (por fortuna), con un parón forzado en el año 2020, pero a finales de 2021 la situación mejoró (al menos las posibilidades de viajar a ciertos países de la zona) y me embarqué en un viaje de varias semanas en Qatar (había mucho trabajo que hacer después de todo un año sin viajar allí), estancia larga que aproveché para descubrir un poco más el país y lo que ofrece más allá del zoco Waqif y el luminoso distrito financiero de la ciudad.



      El zoco Waqif es el innegable epicentro de toda la actividad turística (quienes viven allí dicen que nunca visitan el zoco porque es para los turistas, pero la verdad es que se ven muchos árabes por allí...), una visita imprescindible si se visita la ciudad. Y si hay escasez de tiempo, la otra visita que no puede faltar es el Corniche, el paseo que discurre paralelo al borde de la bahía que conduce hasta el distrito financiero, en continua expansión (más ahora que el país ha puesto toda la carne en el asador para estar listo para el mundial de fútbol del año que viene) y que ofrece la imagen más icónica del país, una imagen de apertura y modernidad donde todo está pensado hasta el más mínimo detalle. El máximo exponente de la "nueva" Doha es el museo Nacional de Qatar, un edificio de formas ovaladas imposibles que sin duda no deja indiferente a nadie. 




      Al norte, y ahora fácilmente accesible gracias al novísimo y lujoso a la par que barata red de metro de la ciudad, se encuentra la villa cultural de Katara, un espacio que intenta hacer de nexo con el Qatar más tradicional, el de los orígenes, un espacio que muestra el germen de la localidad pesquera que un día fue (luego encontraron gas y petróleo y todo cambió para éste pequeño país de pescadores). Y más al norte, y también accesible en metro, se encuentra la Perla, el lugar donde te sientes minúsculo, insignificante y pobre, sobre todo muy pobre: una isla artificial construida en terreno ganado al mar donde se dan cita yates de precios que ni alcanzo a imaginar, donde los Ferraris son como seiscientos al lado de los lujosas berlinas de Maserati y Benttley, donde McDonalds ni siquiera entra en el diccionario de los que se dejan ver por allí. Un lugar artificial como pocos y reflejo de una sociedad tremendamente mal distribuida (por solo mencionar las condiciones en las que trabajan los obreros que se afanan en tener todo listo para el mundial de fútbol, porque Doha, en Diciembre de 2021, era como una ciudad recién salida de la guerra, con prácticamente todas las calles levantadas por obras, escombros y suciedad por doquier - menos en la Perla, claro). Y si hay un sitio especial en La Perla ese no es otra que la pequeña Venecia: un barrio residencial de lujo construido a imagen de la ciudad italiana, con sus canales, sus coloridas casas y hasta música ambiental italiana que te acompaña mientras recorres sus calles. Durante mi visita no había góndolas (supongo que por la pandemia), pero los anuncios de los embarcaderos dan fe que, como las meigas, haberlas hailas. Todo lo que el dinero puede comprar: que nos gusta Venecia pero nos pilla un poco lejos, pues nos la hacemos cerquita en un ratillo. Increíble. Pero muy bonita, la verdad. 








      Y de Venecia, nos vamos al desierto. Porque si hay algo que abunda en Qatar, es desierto. La mayor parte del país es desierto, pero la zona que más frecuentan tanto turistas como locales es la zona del mar interior que hace de frontera natural con Arabia Saudí, una zona donde se puede navegar entre doradas dunas de arena contemplando el reflejo del sol sobre el mar, pasear por un mar interior de sal o disfrutar de la fauna local mientras la cálida arena masajea tus pies desnudos (imagino que en Agosto la sensación no será tan placentera, pero en Diciembre fue una gozada).






      Si quieres leer la historia completa de éste variado viaje por Qatar, te invito a que la descubras a través del menú de páginas situado a la derecha (si accedes mediante la versión web), pinchando AQUÍ o haciendo click en el siguiente enlace:

Doha, entre el mar y el desierto


     Disfruta del viaje, porque seguro que Qatar te sorprende, y nos vemos pronto, ¡espero!.






sábado, 19 de febrero de 2022

La Catedral de Justo

 Tiempo de lectura: inferior a 3 minutos


       Gaudí fue un genio. De eso no cabe duda. De los muchos trabajos que nos ha legado, quizá el más icónico sea la Sagrada Familia de Barcelona, obra maestra inacabada del genio Español. Recuerdo perfectamente la primera vez que la visité, de vacaciones con mis padres en la zona, siendo un niño, cuando solo había paredes, los bocetos del artista y alguna maqueta con lo que solo Gaudí era capaz de imaginar y plasmar en el mundo real, y la techumbre abierta dejaba ver el cielo; la obra maestra que solo existía en la cabeza del genio, un desafío a las leyes de la construcción y la ingeniería que toda una legión de ingenieros y arquitectos aún no han sabido entender décadas después de su muerte. Justo Gallego, natural de Mejorada del Campo, es otro genio, de otro tipo, pero un genio. Tal vez nunca reciba el reconocimiento que merece su obra, no tan espectacular ni llamativa como la de Gaudí, pero cuando uno conoce los detalles de ésta construcción, de aspecto tosco y sobrio, no queda más que rendirse a la evidencia. Tuve la oportunidad de visitar el lugar durante mi reciente estancia en Madrid (Febrero de 2022), y no quedé decepcionado en modo alguno con la visita.



      Nacido en 1925 en Mejorada del Campo, Justo sufrió los horrores de la Guerra Civil española en primera persona. Consagró su vida a Dios, durante un tiempo como novicio en un monasterio trapense, y más tarde con el trabajo de toda su vida para cumplir su promesa de edificar un templo en honor a la Virgen del Pilar si se curaba de la tuberculosis que contrajo en 1961, antes de que pudiera hacer sus votos. Recuperado de la tuberculosis, y sin conocimientos en arquitectura, sin planos ni bocetos (al menos no en papel, tal vez también solo existieron en su cabeza), comenzó a construir su "Catedral" a base de materiales que se desechaban de las obras cercanas y de materiales reciclados al principio, y de donaciones cuando la construcción fue tomando forma y se hizo famosa por una conocida campaña publicitaria de comienzos del S. XXI. 



      Justo trabajó en su obra de lunes a sábado durante 60 años (en ocasiones ayudado por voluntarios de forma puntual, y durante los últimos años de forma mucho más activa por Ángel López, un vecino de la localidad), empleando más de 10 horas diarias en dar forma a una iglesia de dimensiones extraordinarias (recordemos que estamos hablando de una persona sin formación en la construcción): el área construida es de unos 8000 metros cuadrados, la nave principal tiene unas dimensiones de 50m x 20m y la cúpula central tiene un diámetro de 12 metros y se alza 40 metros sobre el suelo. El complejo incluye un claustro, con su jardín rodeado de arcadas, una cripta, varias capillas menores, una biblioteca y la sacristía, entre otros. Y todo ello, construido empleando materiales sobrantes de otras obras y sin la ayuda de grúas. Con todo esto, no cabe duda de que Justo fue un genio. 




      Justo murió el 28 de Noviembre de 2021 a los 96 años de edad, no pudiendo ver culminada la obra de su vida. La fundación Mensajeros de la Paz se ha hecho cargo de la propiedad, con el compromiso de terminar el sueño de Justo.  En mi última visita a la ciudad condal, hace una década ya, quedé horrorizado al ver los "progresos" que se habían llevado a cabo en la Sagrada Familia. Espero que la historia no se repita y en ésta ocasión la idea de Justo quede plasmada en su "catedral", la Sagrada Familia de Mejorada del Campo. Todo un ejemplo de lo que el ser humano puede llegar a hacer con buenos propósitos (la historia nos ha demostrado que ejemplos de lo malo que el hombre puede llegar a ser sobran por desgracia). Justo, un visionario, un genio, un hombre de fe. DEP.


sábado, 5 de febrero de 2022

Irlanda, un viaje por el centro/sur de la isla

Tiempo de lectura: inferior a 3 minutos.



       Las últimas vacaciones de otoño en 2021 (¡anda que no ha llovido desde entonces! bueno...no tanto si vives en España, pero muchísimo si vives en Colonia...) las pasamos en Irlanda, un viaje que quedó pendiente allá por Abril de 2020, cuando con todo planificado y comprado la pesadilla que aún vivimos comenzó y dio al traste con nuestro plan de viaje. Pero todo pasa (aunque algunas cosas tarden más de lo que a muchos nos gustaría) y en Octubre pudimos retomar el viaje que dejamos pendiente 18 meses atrás. Irlanda es un país forjado en torno a mitos y tradiciones, a leyendas creadas en torno a los diminutos y escurridizos habitantes de sus frondosos bosques, un país con un abrumadora historia de la que son testigos los restos de numerosas fortificaciones que vieron mejores tiempos en el pasado, un país de verdes paisajes y abruptas costas, un país pequeño pero completito. 

     En ésta ocasión nos centramos en el sur de la isla; nuestro viaje empezó en la siempre atractiva Dublín, capital del país y una vieja conocida tanto para M, que vivió allí una temporada, como para mí, por ser lugar frecuente de viajes de trabajo hace unos años. Dublín es una pequeña gran ciudad: es de tamaño reducido y sin embargo tiene de todo (lo que incluye la fábrica museo de uno de sus productos más internacionales, la cerveza Guiness): animadas calles, pubs (muchos pubs irlandeses...¿obvio, no?), faros aislados en mitad del mar, una viva actividad nocturna, historia...un buen comienzo para el viaje y para recordar aquellos lugares que ya conocíamos (aunque también hubo lugar para conocer nuevos rincones, sobre todo por mi parte). 








        Desde Dublín atravesamos el país de Este a Oeste y nos plantamos en Galway, una animada localidad donde la estancia se nos quedó corta, no tanto por la ciudad en sí (que también) si no por los numerosos atractivos de los alrededores, entre los que destaca, como no podría ser de otra forma, los acantilados de Moher, una de las atracciones naturales más visitadas y conocidas de la isla, y razones no le faltan; te lo cuento todo en la crónica completa del viaje. Pero también visitamos lugares con historia, puentes de los deseos y parajes naturales de increíble belleza en la zona. 









       Y de Galway nos fuimos a Cork, en el sur; si Galway fue la sorpresa positiva del viaje, Cork representó la decepción. Con solo deciros que no tomé ni una sola foto en Cork (¡ni una sola!) os hacéis una idea...una localidad industrial sin ningún tipo de encanto ni atractivo: triste, gris, aburrida. Por suerte los alrededores ofrecieron unas cuantas visitas que salvaron la estancia en la zona, como el castillo de Blarney, la Roca de Cashel, una fortificación medieval que te hace trasladarte a la época de los caballeros y las justas, la colorida localidad de Kinsale o la curiosa Cobh con sus "casas naipe".










       Si quieres saber algo más sobre el viaje, te invito a que accedas a la crónica completa a través del menú de páginas situado a la derecha (si accedes a través de la versión web), haciendo click AQUI o en el siguiente enlace:

Un recorrido por el centro/sur de Irlanda

 

      ¡Disfruta del viaje y nos vemos pronto!