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sábado, 26 de diciembre de 2020

Hattingen, tradición en blanco y negro.

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    A algo más de 70 Km al norte de Colonia se encuentra Hattingen, una localidad de 55.000 habitantes situada cerca del rio Ruhr. M me recomendó visitar este enclave hace unas semanas, cosa que hice en noviembre, aprovechando la benevolencia del clima durante un fin de semana. El pasado de ésta pintoresca localidad está íntimamente ligado a la minería del carbón primero, y a la producción de acero después, hasta finales del S. XX, cuando la última acerera cerró. La región se encontró entonces ante un futuro incierto, y en la actualidad trata de encontrar su lugar a través del turismo, sacando partido de su centro histórico, muy pequeño pero que atesora algunos atractivos para el visitante. El centro histórico se articula en torno a la Kirchplatz y la iglesia de S. Jorge que ocupa su centro, caracterizada por el “capirote” torcido que corona la torre principal. La plaza es una plaza muy pintoresca y bien merece una visita pausada.





      Desde la Kirchplatz se accede, a través de distintos pasos situados en varios accesos, al centro histórico de la localidad, caracterizado por sus casas blancas con entramado de madera visible, en un estado de conservación óptimo. Estas edificaciones fueron construidas entre los S. XIV y XVI, y obviamente han sido rehabilitadas en numerosas ocasiones – de otro modo no se explica su blanco inmaculado. Pasear por las callejuelas del centro histórico es pasear por un escenario en blanco y negro, las únicas tonalidades perceptibles para el viajero. En tu ir y venir podrás observar distintos edificios con un perfil un tanto particular (poco práctico, pero increíblemente atractivo para la fotografía). El centro histórico se reduce a unas pocas calles que discurren concéntricas a la Kirchplatz; el resto de la localidad la verdad es que no tiene mayor atractivo, ya que presenta la típica disposición urbanística “moderna” de casi todas las ciudades alemanas, con una calle comercial peatonal que concentra toda la actividad comercial de la localidad, con bastante poco interés para el viajero.












     En las proximidades de Hattingen se pueden visitar las ruinas del castillo Isenberg, una fortificación con una historia mas bien breve, ya que tan solo 25 años después de su terminación en el año 1200 comenzó su declive y abandono. En la actualidad tan solo quedan algunos vestigios de lo que fue una imponente fortificación que se alzaba a 100 metros sobre el nivel del rio Ruhr, de cuyos bancos con formas caprichosas se tienen unas excelentes vistas desde los restos del castillo. Una visita que puede ser un buen complemento en una visita a Hattingen, una visita breve, una excusa para escapar de la rutina de la pandemia y disfrutar de un soleado día de noviembre de una manera diferente. ¡Hasta pronto!.







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