Lo
primero es lo primero…uno, dos, tres, cuatro, cinco ……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………..bien,
¡parece que estamos todos! Llegados a estas alturas del año, a algo más de cinco horas de recibir al 2018, es inevitable hacer balance, y lo más importante es contar
con salud y con todos nuestros seres queridos y amigos. Desde este prisma, el año
que ahora termina ha sido un buen año, sin altibajos emocionales, en el que he gozado de buena salud y con
solo un par de “pérdidas” (personas a las que consideras amigos y que se alejan
– o las alejas – de tu vida cuando compruebas que no eran realmente tales...au revoir!), así
que el balance en este sentido es más que positivo. En cuanto a viajes se
refiere, de las 53 semanas del año he estado fuera, viajando (bien por motivos
personales o profesionales) 33 de ellas. Un año muy exigente en este sentido.
Este año, al no haber tenido la oportunidad
de cruzar el atlántico, la dispersión geográfica ha sido menor que el anterior,
y podría decir que ha sido el año de oriente (próximo y medio), visitando numerosos
destinos en este área (Egipto, Israel, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Azerbaijan),
sin olvidarme del lejano oriente, un destino habitual en los últimos años. Despido 2017
habiendo visitado un total de 23 países (algunos de ellos en varias ocasiones),
con 6 nuevos sellos en mi pasaporte (Azerbaijan, Egipto, India, Qatar, Emiratos
Árabes Unidos y Omán, una cifra inferior a la del año pasado – 10), viejos
conocidos visitados regularmente (principalmente destinos europeos) y los
tradicionales y anhelados destinos asiáticos (Malaysia, Tailandia e Indonesia
en esta ocasión)
Con tal bagaje viajero, no es de extrañar que haya pasado cientos
de horas en aeropuertos y a bordo de aviones (a principios de año me planteé
contabilizar las horas que paso viajando a lo largo del año, por curiosidad,
pero fue una idea fugaz que deseché de inmediato), horas que, con excepción de
los vuelos de regreso de Egipto (uno en abril y otro en agosto) transcurrieron
sin incidencias reseñables. Ya en destino, todos los viajes (con excepción del pequeño
accidente sufrido en Tailandia) se desarrollaron según lo esperado, y sirvieron
para engrosar la lista de recuerdos, imágenes y sensaciones que me acompañarán
a lo largo del camino: la magia e indescriptible belleza de las auroras
boreales en el norte de Europa, la fascinación que despiertan los paisajes
islandeses, las enigmáticas construcciones del antiguo Egipto de los faraones,
el magnetismo que emana de los templos budistas tailandeses, el asombro que se
siente al situarse a los pies de los edificios más altos del mundo, las
reflexiones que surgieron paseando por las calles de Bangalore…un torrente de
emociones que espero tengan continuidad en 2018, un año que nace cargado de
retos e incertidumbres, ilusiones y sueños por cumplir, anhelos y esperanzas, recuerdos por descubrir.
Veremos lo que dan de sí las próximas 53 semanas…mientras lo descubrimos, os
deseo un feliz año 2018, ¡mucha salud y felicidad! Si quieres, nos encontramos aquí
el año que viene. ¡Feliz 2018!