Bangkok, una metrópolis de más de 10.000.000 de habitantes no ofrece, a priori, una buena carta de presentación para el visitante si sólo se miran las cifras. La oportunidad de visitar la capital Tailandesa se presentó casi por casualidad (como suelen ocurrir todas las cosas buenas en la vida), ya que el buscador de vuelos quiso que fuera uno de los destinos más baratos a los que podía acceder desde KL una vez concluida mi semana de trabajo en la capital Malasia. Después de la ruta realizada por Myanmar mi idea era establecerme en un sitio y pasar una semana relajada para completar la experiencia asiática, y Bangkok fue una elección perfecta. El desconocimiento acerca de lo que la ciudad ofrece y la falta absoluta de preparación del viaje por falta de tiempo hicieron del viaje uno especial, sin ningún tipo de idea preconcebida sobre la ciudad, una buena forma de conocer de verdad lo que la ciudad ofrece, y el resultado de tal experiencia no ha podido ser más positivo: Bangkok, la tercera ciudad más visitada del mundo (por detrás de Hong Kong y Singapur) ocupa ese puesto en el ránking mundial por méritos propios, ya que aúna tradición y modernidad, cultura y diversión, descanso y actividad como pocas otras ciudades lo hacen. En Bangkok he disfrutado de lugares increíbles y de una belleza indescriptible, como Wat Pho y el Templo del Buda Esmeralda, lugares que por sí solos bien justificarían una visita a la capital Tailandesa.
Wat Pho |
El Palacio Real |
Pero es que Bangkok ofrece más, mucho más: cientos de templos, la cultura milenaria del antiguo reino de Siam, un río que riega y sirve de nexo de vida a una ciudad vibrante, Asia en estado puro, la historia de la antigua capital del reino, Ayutthaya, diversión...Una semana que se quedó corta, como suele pasar en todo buen viaje, pero que me ha servido para descubrir y conocer un poquito más sobre esta región del mundo, su vida, su cultura, su religión y sus gentes.
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El Templo del Buda Esmeralda |
¡Buen viaje!
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