Algo
más de 9 años y medio han pasado desde aquella noche de Mayo. El recuerdo sigue
ahí, y aunque en algunas épocas parece estar más ausente (solo lo parece), en estas
fechas el recuerdo vuelve a aflorar como si de un hecho sucedido ayer se
tratara. Un mal guiño del destino quiso separarme, de forma brusca y sin previo
aviso, de una de las mujeres que más han marcado mi vida, una de las personas a
las que más quise y aún, en la ausencia, sigo queriendo. El recuerdo de sus pequeños
ojos y su sonrisa picarona me acompaña en muchos de los momentos que vivo a
33000 pies de altura, recuerdos que me hacen sonreír, recuerdos que avivan los momentos vividos con ella en mi memoria (y espero que así siga siendo) y que ayudan a que esta
persona tan especial siga presente en mi vida, en mis pensamientos, en mi día a día.
Estés donde
estés, Felicidades abuela!
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