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viernes, 3 de octubre de 2014

Escapada a Milán y Monza

      A principios de septiembre, y aprovechando la celebración del GP de Fórmula 1 de Monza, hice una escapada a Milán para visitar la ciudad y acudir al GP en el circuito que otrora fuera sinónimo de velocidad, el circuito de Ferrari, Monza. Más allá de las horas bajas por las que atraviesa la Scuderia (y que ya duran unos cuantos años, desde que primero las flechas plateadas y después el toro de la bebida energética dejaron al caballino rampante en una situación de inferioridad técnica nunca conocida hasta la fecha), y de los continuos cambios de normativa que han convertido el actual campeonato en un espectáculo aburrido y sin emoción alguna (lo que debería ser un campeonato de velocidad y desarrollos tecnológicos se ha convertido en una carrera por la eficiencia de consumos, por encontrar al mejor aerodinámico o al diseñador más astuto capaz de concebir un diseño al límite de un reglamento ambiguo), el fin de semana se presentaba como una oportunidad de conocer una de las ciudades más renombradas de Italia y de acudir a la cita anual con la Fórmula 1 en un nuevo circuito.
Milán
       Si tuviera que resumir en una sola palabra mi opinión con respecto a Milán, ésta sería decepción. Bien es cierto que un par de días de "turismo" no son suficientes para conocer una ciudad de las dimensiones de Milán, pero también es cierto que si una vez visitados los sitios más emblemáticos de la ciudad ésta no es capaz de despertar un mínimo interés en el visitante, el sentimiento de decepción es inevitable.
      Milán tiene dos aeropuertos, el de Linate, situado al este de la ciudad, y el de Malpensa. Yo volé a éste último, situado a unos 45km al noroeste del centro de la ciudad y bien comunicado por tren (siempre que tu destino no sea la estación central de Milán, ya que sólo hay dos trenes a la hora, que parten de forma casi consecutiva; el primero emplea unos 50 minutos en el recorrido y el segundo una hora y media....en la práctica por lo tanto solo hay una conexión por hora). La primera impresión a la llegada a la estación Milano Centrale no puede ser más deprimente: el edificio es grandioso, imponente, pero la suciedad y el ambiente que se respira en los alrededores, ocupado por todo tipo de tribus urbanas e inundado por un hedor irrespirable, hará que no quieras más que salir de aquella zona a toda costa. La situación de camino al hotel, situado a un par de kilómetros del Duomo, no mejora demasiado: suciedad, oscuridad y una sensación de inseguridad impropia de una ciudad de tan reconocido prestigio. La percepción a la luz del día no mejora mucho. De mi visita de un par de días solo puedo destacar los siguientes lugares de interés (uno imprescindible y los restantes por aquello de llenar el tiempo y por hacer algo más que recorrer la ciudad tratando de hallar restos del glamour que la hicieron famosa)
 
Plaza del Duomo
       Evidentemente la visita obligada no es otra que la Catedral, el Duomo, verdadero epicentro turístico de la urbe. Exteriormente llama la atención su pórtico, la limpieza del conjunto y el exquisito trabajo realizado por los grabadores en esta magnífica obra cuya construcción abarca nada menos que cinco siglos, desde que se puso la primera piedra a finales del SXIV hasta la conclusión de la misma en 1965.


Plaza del Duomo, con las galerias Vittorio Emanuele II a la izquierda
Interior del Duomo...le falta la magia de otras
grandes catedrales
Vista de la ciudad de Milán
     Si exteriormente el Duomo llamó ciertamente mi atención, he de decir que visitando el interior no experimenté la misma admiración. El interior resulta algo lúgubre, con unas vidrieras que no transmiten mucho y que no cumplen con el principal cometido para el cual fueron concebidas, que no es otro que dotar de luminosidad al interior, añadiendo esos matices luminosos presentes en otras grandes catedrales y ausentes en la de Milán. Lo que más me gustó de la visita no obstante no fue ni el exterior ni el interior; lo más destacado es que tienes la posibilidad única de caminar por las terrazas del edificio, obteniendo una perspectiva totalmente distinta del complejo, de los alrededores, de la ciudad. La subida puedes hacerla en ascensor (11€) o a pie (7€); la subida a pie por las escaleras no es angosta, ya que no es la típica subida en espiral, si no que se realiza por pequeños tramos de escaleras que van definiendo el contorno de un cuadrado; tampoco es una ascensión exigente, ya que tan sólo ascenderás a unos 70m, y es que la altura no es la principal característica de este icono Milanista.
 
Los pináculos del Duomo, desde la terraza
La Plaza del Duomo
      De la plaza del Duomo parten las arterias principales de la ciudad; una de ellas es el Corso Vittorio Emanuele, una calle peatonal repleta de galerías comerciales, restaurantes y cafeterías, que desemboca en la Iglesia de S. Babila, cuya plaza lleva el mismo nombre.
Plaza de S. Babila
      A apenas 50m del Duomo, se sitúan las afamadas galerías Vittorio Emanuele II, que deben su nombre al primer rey de la Italia unificada. Lujo y ostentación, pero nada del otro mundo, en mi opinión no merecen la fama que las precede. A la salida de las galerías se encuentra la Scala, edificio que si bien por dentro no dudo de su belleza (no lo visité), por fuera pasa totalmente desapercibido y solamente con la ayuda de un mapa podrás identificarlo, ya que su apariencia es sumamente ordinaria y aséptica.
 
Interior de las galerias Vittorio Emanuele II



La Scala de Milán
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
     La animosa Vía del Mercante primero, que conecta con la Vía Dante después, repleta de restaurantes y terrazas para tomarse un respiro mientras se observa el devenir de la ciudad,  dan acceso al Castello Sforzesco, fortaleza que data del SXIV que hoy alberga un museo de arte.
 
Via Dante, con el Castello Sforzesco al fondo
       Atravesando la fortaleza, los refrescantes jardines y sus fuentes te conducirán al Arco della Pace.
Castello Sforzesco

Jardines del Castello Sforzesco y Arco della Pace
     Decepción. Para ser la ciudad con mayor renta per cápita de Italia, no se percibe el mínimo atisbo de tal riqueza y la exclusividad asociada paseando por sus precariamente conservadas calles.
 

 
Monza
       El circuito de Monza se encuentra a unos 20km al norte de la ciudad y está comunicado por tren con el centro de la ciudad (con mayor o menor frecuencia en función de la estación de partida; nuevamente la estación de Milano Centrale ofrece las peores comunicaciones - estación que si bien recibe el nombre de "central" no es para nada la más céntrica de la ciudad; las mejores conexiones las ofrece la estación de Pta. Garibaldi). El acceso del sábado, día de los entrenos oficiales, fue una pesadilla. Trenes abarrotados, denotando una falta de previsión y una organización mediocre - por no decir pésima - de un evento de tales características. Por suerte el trayecto es corto, de unos 15min. El domingo, día de la carrera, la situación mejoró y se reforzaron los servicios de acceso al circuito. A la llegada a Monza hay que tomar un autobús que te acerca un poco al circuito (el servicio de autobuses funcionó correctamente durante todo el fin de semana, y siempre había autobuses esperando para que el flujo de visitantes no se amontonara en la estación de tren). Unos 20-25 minutos de trayecto y aún había que caminar otros 20-30 minutos hasta llegar al acceso al circuito (¡dependiendo de donde esté tu asiento!). Nuestras localidades estaban situadas antes de la parabólica, en la parte exterior (grada 21), última fila (con pantalla gigante justo en frente para poder seguir la carrera), y esto fue lo mejor, ya que te permite muchísima libertad de movimiento sin preocuparte de la persona que pueda estar sentada detrás. La grada está relativamente cerca de la pista, comparada con otros circuitos. La vista desde nuestra posición era más o menos la siguiente:
Vista hacia la derecha desde nuestra localidad

Vista hacia la izquierta, entrada en la parabólica, desde
nuestra localidad
¡Para que no haya dudas de a quien he venido a animar!
      
       Para que os hagáis una idea del sonido de los monoplazas de F1 este año (primera vuelta del GP):


        Y el sonido de los GP2... ¡yo creo que suenan hasta mejor!:


       Las instalaciones y condiciones de limpieza de las zonas comunes del circuito son mucho mejores que las de otros afamados circuitos, como Spa - sin duda alguna, el peor circuito en cuanto a limpieza se refiere en el que he estado.
       Al margen del resultado de la carrera y de la paupérrima actuación de los Ferrari en su circuito, la carrera no tuvo ninguna emoción (algo previsible a tenor de lo visto a lo largo de todo el campeonato).
La 'Drivers parade', a su paso por nuestra localidad

Grande Alonso!
       El circuito de Monza se caracteriza por la indiferencia (o permisividad) que muestran los comisarios al término de la carrera, permitiendo que los aficionados invadan la pista para tratar de llegar a la recta de meta y ver la entrega de premios - de hecho a los pocos minutos de concluir la carrera, los primeros aficionados desfilaron ante nosotros en sus bicicletas, para asombro de todos los asistentes. Lamentablemente mis compañeros de viaje en esta ocasión no me "permitieron" disfrutar de la experiencia de abordar la pista, tal como hicimos en Spa, ni tan siquiera de ver por las  pantallas la entrega de premios. Con la carrera terminando en torno a las 15:30 y con los vuelos hacia nuestros respectivos destinos partiendo de Malpensa a partir de las 20:00, hubiéramos tenido tiempo más que de sobra para "disfrutar" de una forma más completa del Gran Premio, pero a cambio salimos literalmente a la carrera del circuito para finalmente esperar en el aeropuerto durante 3 horas (¡no fuésemos a perder el vuelo de vuelta!)
       En definitiva, un fin de semana largo, difícil desde el punto de vista personal, y que no respondió a las expectativas que tenía depositadas en él.

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