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martes, 28 de octubre de 2014

Crónica de mi viaje a Indonesia - 3ª parte (final)


       Para completar la crónica de mi viaje a Indonesia, ya puedes leer la tercera y última parte: Java Central - Monte Bromo / Bali
 
       Puedes acceder al relato en la página del menú de la derecha o en el siguiente vínculo:

 
                                                  Indonesia - 3ª parte (final)

      
       Próxima parada...¡Brasil!
                                                             

sábado, 25 de octubre de 2014

Gran Canaria, un paraiso de diversidad

      Desde hace cuatro años tengo la fortuna de visitar Gran Canaria con cierta asiduidad, lo que me ha permitido descubrir algunos rincones que no podía imaginar tan siquiera en hallar en una isla. Desde que hace dos años mi vida diera un vuelco a causa de los acontecimientos que se sucedieron durante mi estancia en la isla y que a la postre originarían el comienzo (aún no sé muy bien de qué), los sentimientos que experimento cada vez que visito de nuevo las islas afortunadas son contradictorios. Por un lado está el recuerdo de aquel 20 de noviembre, evento que siempre estará ligado a Gran Canaria, aunque los hechos sucedieran a miles de kilómetros de allí; un triste recuerdo que no merece estar vinculado a tan hermoso lugar, pero así es. Por otro lado, la isla de Gran Canaria es, en mi modesta opinión, uno de los rincones más bellos que podemos encontrar no sólo en España, sino en toda Europa. Un lugar que combina como pocos pueden hacer mar y montaña, ocio y trabajo, relax y actividad, una especie de Maracaibo español en donde, tal y como cantaba La Unión, se unen cielo y mar.
 

Cielo y mar, en el Parque Natural Tamadaba
      La zona sur aglutina la mayor parte de la oferta turística de la isla, con destacados santuarios donde practicar el buceo o el snorkel, como El Cabrón (sí, sí...así se llama) o Las Burras, y destinos como Playa del Inglés o Maspalomas que se han erigido por méritos propios como puntos de referencia de un turismo predominantemente británico, alemán y nórdico, una auténtica Babel donde en ocasiones puede resultar complicado encontrar un hispanohablante.
 


 
Dunas de Maspalomas, espacio natural protegido
 
        Los turistas pasean sin complejos luciendo el recién adquirido tono rojizo de su castigada piel por el largo paseo marítimo que recorre el litoral desde S. Agustín hasta Maspalomas, 6 km que constituyen una continua sucesión de playas de fina arena negruzca que va cambiando de tonalidad hasta alcanzar el dorado característico del espacio protegido de las Dunas de Maspalomas, donde mar y desierto mantienen una feroz lucha buscando imponer su hegemonía en la zona.
 
Mar y desierto, en su particular pulso
 
Caminando por playa del Inglés


Paseo marítimo entre S. Agustín y Maspalomas, al fondo

       En la zona sur es posible, no obstante, disfrutar de una oferta turística menos masificada. Zonas como S. Agustín, Puerto Rico o Taurito ofrecen buenas alternativas para aquellos que se quieran alejar del epicentro turístico sin renunciar por ello a una buena oferta de playa y restauración, más orientada al turismo nacional.

Atardecer desde un hotel en Maspalomas
Playa de S. Agustín
        Donde para la mayoría de la gente termina Gran Canaria, es donde realmente empieza para mí. El sur y las Dunas de Maspalomas no son más que la punta del iceberg de lo que la isla ofrece al visitante. Si el litoral sur es la seña de identidad turística de Gran Canaria, con hermosas localidades como Puerto Mogán o Arguineguín al suroeste, el verdadero corazón de la isla y sus tradiciones más arraigadas se encuentran en el interior, viaje para el que inevitablemente requerirás un coche.
 
Puerto Mogán, en la costa suroeste

Puerto Mogán

Puerto Mogán
 
Puerto Mogán
       Desde Puerto Mogán puedes acceder a Mogán, en el interior de la isla, bordeando el parque de Güigüi, donde la vegetación sustituye a los paisajes volcánicos. En ésta ruta hallarás el molino de viento que data originalmente de finales de 1700, aunque el actual data de 1998 cuando concluyó la reconstrucción a la que se sometió tras resultar gravemente dañado por un incendio un siglo atrás. En la costa suroeste las serpenteantes carreteras te permiten descubrir la otra cara de la costa canaria: una sucesión de acantilados, a cual más hermoso, que sólo podrás descubrir si estás dispuesto a enfrentarte al implacable guardián de los mismos, guardián que toma la forma de estrecha carretera: una sucesión de curvas sin fin en una ascensión al borde del acantilado que parece no terminar nunca (sensación que también tendrás en el viaje de descenso para regresar ya que el norte y sur de la isla no están comunicados en la costa oeste) Una delicia para aquellos a quienes les guste conducir (y para copilotos con poca tendencia al mareo) y un infierno para ciclistas y personas propensas al vértigo, a los cambios de presión y a los mareos.
 
 
 
El molino de viento de Mogán
 
        Dejando el sur, sus acantilados y playas, nos dirigimos hacia el norte por la vertiente este, que comunica mediante autovía de tres carriles el sur y el norte de la isla. Si te adentras hacia el interior de la isla, muy pronto apreciarás el cambio en el paisaje. Municipios como Ingenio, Carrizal o Agüimes, en la costa este y muy cerca del aeropuerto, ofrecen la versión más auténtica y menos conocida de la isla y sus habitantes, pequeños núcleos urbanos en cuyo centro histórico parece haberse detenido el tiempo. Edificios e iglesias de arquitectura colonial que te recordarán a aquellos de América latina.
 
Vista de Agüimes

Hacia el interior de la isla, el paisaje cambia radicalmente
 
Ingenio
 
 
 
Ingenio, con su iglesia



Por las calles de Ingenio

Iglesia de Agüimes

Por las calles de Agüimes

Agüimes contiene numerosas estatuas animando sus calles
 
       El viajero que se adentre hacia el interior de la isla por Ingenio, se verá sorprendido por numerosos barrancos, cuya belleza innata se verá añadida si se tiene la fortuna de visitarlos después de que éstos hayan recibido la siempre inusual visita del agua de lluvia, ya que lucirán un aspecto verdoso que nada tiene que ver con el aspecto árido que lucen la mayor parte del año, recuerdo de su origen volcánico. De entre ellos me permito destacar el barranco de Guayadeque, al que se accede por una sinuosa carretera que discurre ascendiendo por el interior del barranco hasta llegar a una pequeña ermita en la cima, desde donde las vistas deleitarán varios de tus sentidos. No sólo la vista se verá recompensada por esta visita, ya que en el restaurante del mismo nombre (antes conocido como Tagoror) que se haya a sólo unos metros de la citada ermita, varios más de tus sentidos recibirán su recompensa y premio, a modo de deliciosas especialidades locales que podrás degustar en el entorno único de la cueva en la que se haya el restaurante. Calidad y buen precio en un sitio distinto y original como pocos.

Carretera de acceso al barranco de Guayadeque

De camino al barranco podrás visitar las antiguas
viviendas de los habitantes de la zona
Vista general del barranco de Guayadeque

Barranco de Guayadeque

Ermita en el mirador de Guayadeque
      En el norte se encuentra la capital, Las Palmas de Gran Canaria, cuya oferta es muy limitada. Una ciudad enquistada en el pasado, con algunos barrios que transmiten una imagen no acorde con la isla a la que representa. Salvando un par de puntos de interés, la capital canaria se ha quedado a medio camino entre convertirse en una urbe del SXXI o permanecer en su original y único pasado. El resultado de tal transformación inacabada da como resultado, desde mi punto de vista, una ciudad sin personalidad.  

Catedral de Las Palmas de Gran Canaria



         Saliendo de la capital en dirección este, podrás encontrar una curiosa escultura de roca volcánica, situada a pie del mar; un buen lugar para tomar algo en una de las terrazas que hay en las cercanías y disfrutar de la vista del mar.
 


       La costa noroeste, la gran desconocida y a menudo olvidada de la isla (por encontrarse en una zona remota de difícil acceso), presenta su mejor tarjeta de visita con una sucesión de verdes colinas que se adentran en el mar como si de una cola de dragón emergiendo de las profundidades se tratara. En esta zona encontrarás paisajes que fácilmente podrían haber servido como escenarios de rodaje de la serie Lost. La localidad de Agaete, pequeño pueblo pesquero, es la puerta de acceso al Parque Natural Tamadaba. Una zona que no puedes pasar por alto si realmente quieres conocer la isla.
El mar rompiendo sobre el muelle de Agaete
 
Agaete, pequeño pueblo pesquero
 
La pequeña iglesia de Agaete

       Desde el cercano puerto de la Aldea, en la costa oeste, en los días claros podrás observar la isla de Tenerife con el Teide asomando entre las brumas en el horizonte.


El Teide se adivina en el horizonte
Costa del Parque Natural de Tamadaba

Una vista difícil de imaginar después de visitar Maspalomas

Sucesión de acantilados volcánicos en Tamadaba

La cola del dragón, emergiendo de las profundidades del mar

       El norte de la isla es la ruta de acceso natural al montañoso interior de Gran Canaria. En nuestro viaje pasaremos por la localidad de Arucas, conocida por su famoso ron y que posee una preciosa iglesia y un completo parque botánico.
 
Una de las calles de Arucas
La preciosa iglesia de Arucas
 
 

La plaza central de Arucas, con su casa consistorial

 

El parque botánico de Arucas

 
 


















        Hacia el interior, la localidad de Teror es un buen lugar para descansar después de un tramo de curvas y ascensiones que pondrán a prueba tu pericia como conductor. Comienza a insinuarse otro paisaje, lejos de las playas y las verdes colinas del este y sus acantilados, el terreno se torna más árido a medida que la ascensión continua.


¡Curvas vienen!

Teror


Plaza central de Teror

        El epicentro de la isla se encuentra en Tejeda, señalado mediante una cruz justo en frente del Parador de la Cruz de Tejeda, plaza en la que además podrás visitar un mercado con muestras de la artesanía local de la isla. El Parador está en un enclave privilegiado y sus habitaciones no te defraudarán; es la merecida recompensa a un largo viaje que te llevará desde la costa hasta los 1050m de altitud por medio de una carretera con giros continuos de 180 grados y pendientes imposibles (no es extraño encontrar nieblas en esta zona si se recorre después de la puesta de sol). La zona ofrece numerosas rutas de treking que podrá recorrer incluso el más inexperto trekker, pero no por ello son menos interesantes para el experto andador.

La cruz de Tejeda que señala el epicentro de la isla

Vistas del interior montañoso de la isla desde una de las
rutas de treking que parten de Tejeda




        Hacia el interior de la isla se halla el icono Canario por excelencia, el Roque Nublo, una extraña formación rocosa de 80m de altura que se alza aislado, soberbio y orgulloso de su célebre pasado (no en vano es la imagen de los antiguos y añorados billetes de 1000 pesetas) dominando el valle, vigilante sobre el basto dominio de terreno que se haya a sus pies desde su privilegiada situación a 1813m. Los antiguos moradores veneraban este lugar, que hoy es una visita imprescindible en el interior de la isla. Para acceder al mismo tendrás que recorrer andando un trayecto de unos 3-4km desde la base del aparcamiento más cercano por un terreno volcánico pedregoso, por lo que un buen calzado es más que aconsejable.
 
El Roque Nublo







      El punto más alto de la isla, el Pico de las Nieves, se haya a 1949m de altitud, donde se encuentra el Mirador de las Nieves; a los pies de la base militar que gobierna esta zona de la isla, el mirador recibe su nombre de las antiguas neveras que se hayan en la zona y que aún pueden visitarse actualmente, aunque obviamente están en desuso. Las neveras servían para acumular la nieve de la montaña, que posteriormente se transportaba mediante mulas a las distintas zonas de la isla, una ardua y poco reconocida tarea, ya que durante el trayecto y como consecuencia del progresivo aumento de las temperaturas conforme se iba descendiendo, tan sólo llegaba a su destino un porcentaje en torno al 30-40% del total cargado en origen. No es extraño salir de Maspalomas con un sol espléndido y 28 grados y encontrarse con una cerrada niebla y 15 grados menos al llegar al mirador. Yo he tenido que hacer varios intentos en sucesivas visitas para poder divisar un panorama más o menos claro; la vista es simplemente espectacular. El valle y las dunas del sur de la isla son fácilmente reconocibles. En días muy claros dicen que incluso se puede divisar Tenerife. Yo aún no he tenido la fortuna de comprobar si el dicho es realidad.

Una de las neveras del Pico de las Nieves


         Y mientras me alejo, escribo y reviso estas notas, a 33000 pies de altura pienso que tal vez las playas de Gran Canaria no son las más hermosas, ni sus aguas las más transparentes ni sus montañas las más altas, pero la combinación única que ofrece la isla de tan dispares paisajes en un territorio de apenas 1600 km2, hacen de este enclave un lugar único que sin duda merece la oportunidad de ser visitado y descubierto. Además, ¿en qué otro lugar podrías disfrutar de amaneceres como el de la imagen?