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jueves, 5 de junio de 2014

Un capricho con historia

        No podía ser de otra forma. Paso mucho tiempo volando, así que se podría decir que la cabina de un avión es mi segunda casa. Llevaba tiempo buscando un trolley de avión para mi casa; el problema era el precio, ya que estos artículos se cotizan muchísimo en el mercado de segunda mano, y yo no estaba dispuesto a pagar lo que se suele pedir por un trolley más o menos en buen estado. Después de unas cuantas intentonas fallidas en un conocido sitio de subastas en internet, decidí jugar al mismo juego que los vendedores (que suelen inflar el precio al final de la subasta) y les pagué con la moneda inversa. El resultado es que he conseguido un trolley en bastante buen estado a un precio muy razonable. El objetivo ahora es convertirlo en un minibar, como no podría ser de otra forma. Me llevará un poco de tiempo hacer lo que tengo pensado, pero cuando este listo lo contaré. Mientras tanto, no puedo sino dar la razón a los estudios que afirman que nos sentimos mejor cuando compramos algo.

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