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sábado, 28 de junio de 2014

Un capricho con historia II

         Y como de segundas partes va el tema en el día de hoy, también hace casi un mes os mostraba mi último capricho, un trolley de aviación. Durante los fines de semana que he estado en casa he estado trabajando un poco para darle un lavado de cara. No soy un manitas, pero me gusta chapucear, y a base de chapucear voy aprendiendo poco a poco. El trolley no estaba en muy mal estado (para lo que te puedes encontrar por ahí en este tipo de artículos), pero aún así he tenido que echar unas cuantas horas para "maquillarlo":
  • un pulido general,
  • un par de chapas nuevas (en la base interior y la superior exterior, que estaban muy abolladas),
  • un par de manos de pintura por dentro y fuera. Lo de la pintura ha tenido mucha historia...seguro que ya lo sabéis, pero no se debe pintar con aerosol en interiores  - y no lo digo sólo por el olor; lo peor es cuando se posa el polvillo del aerosol que queda en suspensión y te das cuenta que el color del suelo de las habitaciones adyacentes a la que has utilizado para pintar - que normalmente has protegido convenientemente, ha cambiado de color...quién hubiera pensado que el polvillo éste se mete por las rendijas por debajo de las puertas... Y cuando pintas en el sótano, los vecinos se quejan (no se muy bien de qué, porque mi nivel de alemán no da para tanto, pero el tono y los gestos no dejaron lugar para las dudas...). Total, que no sé dónde pintaré la próxima vez que necesite hacerlo.
  • Unos adhesivos para darle un toque mas personal.
  • Una maqueta del A380 (toque de la casa :-))
       Todavía me quedan unos pequeños retoques en el exterior para dejarlo a mi gusto; y el interior aún no está terminado (tengo pensado poner unas baldas de cristal y unas luces...pero para más adelante :-)), pero al menos ya se puede "presentar en sociedad". Espero que os guste!
 
 
 

Sobre las colecciones y la cerveza II

       A principios de Abril os mostraba el primer mural que hice con las etiquetas de las cervezas que voy guardando. También anunciaba que había una segunda entrega en camino (aunque según dicen, segundas partes nunca fueron buenas, espero que en este caso no se cumpla el dicho!)...pues bien, el esperado momento ha llegado! Desde hace un tiempo, en casi todos mis viajes hay una visita casi obligada: un supermercado local. Básicamente por dos motivos: el primero, que es un buen lugar para conseguir un juego completo de monedas del país visitado (cuando la moneda del país no es el euro...otro día escribiré sobre esto también!). Y segundo, porque es una buena forma de conseguir cervezas locales.  En esta segunda entrega hay cervezas de distintos países (además de cervezas Españolas, con la Mahou a la cabeza a petición popular), tales como Dinamarca, Alemania, Bélgica, Costa Rica, EEUU, Senegal, Finlandia, Macedonia, Ucrania, Rusia, Bosnia o Inglaterra. De momento me he quedado sin munición, pero como continuo viajando, muy probablemente habrá una tercera entrega! Entre tanto, y aprovechando el buen tiempo, intentaremos llevar a cabo la cata propuesta por Javi, que ya va tocando!
 

sábado, 21 de junio de 2014

Skopje, la puerta de entrada a Macedonia

       Después de haber visitado el año pasado países como Bosnia o Senegal, estoy acostumbrado a preguntas del tipo: “¿y a qué vas a Macedonia? ¿Hay algo que ver allí?”. Para ser honesto, Skopje, la capital de Macedonia, no entraba en mis planes iniciales de viaje para éste año (ni para los siguientes, probablemente), pero vi lo oportunidad de escaparme unos días y no lo dudé. La República de Macedonia comparte frontera con países tan dispares como Albania, Grecia, Bulgaria y Serbia, y eso se nota en su población y costumbres. Skopje se sitúa al norte del país, está dividida por el río Vardar en dos partes bien diferenciadas, poblada por unos 700000 habitantes, en una ciudad nueva, en plena renovación y crecimiento. El país, constituido en República independiente tras la disolución de la federación Yugoslava en 1991, trata de abrirse al futuro, aunque aún hay mucho trabajo por hacer. Basta salir del centro de la capital para comprobar la realidad del país y el contraste que existe entre la capital en proceso de renovación y reconstrucción, y el resto del país. Yo estuve solamente tres días, pero son suficientes para conocer Skopje (o al menos hacerse una idea de lo que ofrece), ya que la ciudad es pequeña y se puede recorrer andando sin mayor problema.

       El viaje

         Para entrar en Skopje basta con llevar el DNI (aunque si llevas el pasaporte te evitarás problemas en la aduana…). A mí se me olvidó mirar antes del viaje los requisitos de entrada en el país y sólo cuando llegué al aeropuerto de Colonia y accedí a la zona no Schengen reparé en  mi olvido (mi pasaporte no estaba en mi bolsillo, si no en la cómoda de la habitación), y la información que encontré en internet mientras esperaba la salida del vuelo era confusa. Una vez en Skopje, si viajas sin pasaporte te hacen firmar un papel con los datos del DNI y te ponen en esa hoja los sellos que deberían figurar en tu pasaporte, pero más allá de ese pequeño inconveniente, no hubo más problema.

        El aeropuerto de Alejandro el Grande de Skopje,  es muy pequeño; se encuentra a unos 17 km del centro de la ciudad, a la que puedes acceder en taxi (unos 20€ al cambio) o en autobús (de la empresa Vardar Express, por 150 dinares (http://skp.airports.com.mk/default.aspx?ItemID=491). El problema del autobús es que no es un servicio regular y ofrece muy pocas frecuencias (y cambian de un día para otro), pero si los horarios te cuadran, puede ser una opción más económica. En cualquier caso, en unos 20 minutos te encontrarás en el centro de Skopje. Varias cosas llamaron mi atención a la llegada: en primer lugar las dimensiones y estructura de la ciudad; yo me alojé en un hotel al lado de la fortaleza y el antiguo bazar, y desde allí se podía ver prácticamente toda la ciudad, apreciando las numerosas grúas, testigos de una ciudad en proceso de cambio, pero que anhela conservar su pasado, sin renunciar a su futuro, que pasa por ser un destino turístico en un tiempo no muy lejano. En segundo lugar, el innumerable número de banderas Macedonias que coronan cada edificio, plaza o lugar de interés (los macedonios se sienten orgullosos de su país y su bandera...como en España, vamos...). Y por último, lo barato que resulta (todavía hoy) viajar a ésta zona: el transporte público (autobús y taxi) es muy económico, así como los precios de la restauración (no tanto los hoteles, pero tampoco se puede decir que sean caros).

         A continuación os cuento los lugares que visité durante mi viaje:

         Zona antigua

         En la orilla este del río Vardar se encuentra la vieja Skopje, con la fortaleza Kale y el antiguo bazar. La fortaleza Kale se sitúa en lo alto de la ladera y ofrece unas buenas vistas de la ciudad (pero no las mejores). Originalmente data del S.VI, aunque la mayor parte de las secciones que se conservan datan de los S.X y S.XIII. La fortaleza, conservada en muy mal estado, llegó a tener 70 torres (de las cuales sólo se conservan 3 en la actualidad).

Muralla de la Fortaleza Kale
Vista de la fortaleza desde el puente nuevo, entrada a la zona
viaje de Skopje
         La fortaleza resultó gravemente afectada durante el terremoto de 1963 (un terremoto de 6.9 grados que arrasó la ciudad casi por completo, causando la muerte de más de 1000 personas según cuentan las crónicas y los “mayores” del lugar…yo no estaba aquí para comprobarlo…de hecho no estaba ni en el limbo, como decía mi abuela…). La entrada a la fortaleza es gratuita (¿por cuánto tiempo?) y te permitirá pasear por un tramo de unos 250m de la muralla y visitar el recinto. 

La fortaleza Kale por la noche, desde el río Vardar
         La puerta de entrada al bazar, que data de 1446, es la única que se conserva. El bazar de Skopje es el más grande que hay en los Balcanes y su origen data del SXII, si bien no ofrece el encanto del bazar de Estambul, con el que se le compara frecuentemente (pero no tienen mucho que ver… ¡por no decir nada!). 

Puerta de entrada al bazar
        El bazar tiene dos zonas bien diferenciadas: la zona histórica, rehabilitada, con calles más amplias y donde la actividad no resulta tan frenética, y la zona moderna, con multitud de pequeños tenderetes apelotonados unos contra otros, dedicada principalmente a la venta de productos frescos (más estilo mercadillo español), y donde la actividad es incesante. A diferencia de otros lugares, los macedonios no os agobiarán reclamando vuestra atención para visitar su comercio o comprar en su tienda, lo cual se agradece para poder pasear tranquilamente por el bazar y observar la actividad. En esta zona hay varias mezquitas, la iglesia de St. Spas, la torre del reloj y los museos de Macedonia y de arte moderno

Mezquita del Sultán Moratova, en el
viejo bazar

Vista del viejo bazar
    Podrás también optar por tomarte un té tradicional en una de las muchas tabernas otomanas, o tomar un suculento almuerzo a un precio “ridículo” (200-300 dinares). La zona del bazar más cercana a la fortaleza ofrece una activa vida nocturna, con numerosos restaurantes y bares de copas que permanecen abiertos desde la mañana hasta altas horas de la madrugada.

Iglesia de St. Spas, en el viejo bazar
       La nueva Skopje

       Abandonando el bazar y dirigiendo nuestros pasos hacia el río no tardaremos en divisar los nuevos edificios que se alzan en la ribera del Vardar, en las inmediaciones del puente de piedra se encuentra el edificio de la Galería Nacional de Macedonia (cerrado en la actualidad), junto a la plaza del levantamiento de Karposh, dominada por una gran fuente. 
Plaza del levantamiento, con la Galería Nacional de
Macedonia al fondo, a la derecha
       Aquí nos encontraremos con una manzana ocupada por los nuevos edificios (algunos de ellos aún en construcción, como la filarmónica o el edificio del ballet nacional) que albergan principalmente actividades culturales. Entre los que ya se encuentran completamente finalizados destacan el edificio ocupado por el Museo Arqueológico de Macedonia, el Teatro Nacional, el Museo Memorial del Holocausto o el Museo de la Represión Macedonia


Museo Arqueológico de Macedonia
        La ribera resulta, a pesar de los trabajos de reconstrucción que se llevan a cabo en la zona, una zona muy agradable para pasear y ofrece unas de las vistas más llamativas de Skopje. Pero lo más llamativo de la zona (y probablemente uno de los símbolos más conocidos de Skopje) es el puente de piedra, construido en el S. VI por el emperador bizantino Justiniano. El puente tiene 13 arcos y algo más de 210m de longitud. Como es de suponer, ha sufrido más de una restauración a lo largo de su historia, pero sigue manteniendo su esencia.
Fuente en el acceso al puente de piedra
El puente de piedra, con el Museo Arqueológico iluminado
        El puente te lleva directamente a la Plaza de Macedonia, el lugar más emblemático de Skopje, presidida por la inmensa estatua de Alejandro el Grande a lomos de su caballo (de 14,5m de alto), sobre un pedestal de 10m. El monumento es de nueva construcción; diseñado y producido en Florencia, ocupa su ubicación actual desde el 8 de Septiembre de 2011, con motivo de la conmemoración del 20 aniversario de la independencia de la República de Macedonia.

El puente de piedra con la Plaza de Macedonia al fondo
        De la Plaza de Macedonia parten diversas calles que te conducirán a otros tantos lugares de interés en Skopje. Mirando en la dirección de la estatua, encontrarás en Memorial de la casa en la que nació la madre Teresa y la Puerta de Macedonia apenas unas decenas de metros más lejos; la Puerta de Macedonia es un arco triunfal, dedicado nuevamente a los 20 años de independencia del país, y cuya superficie exterior está cubierta de relieves esculpidos en mármol, representando escenas de la historia Macedonia. El interior alberga una tienda de recuerdos y la azotea un mirador (aunque las vistas no ofrecen nada especial, ya que el arco no es muy alto y se encuentra “encarcelado” entre edificios altos y poco vistosos).  Si continuas por la misma calle que te llevó a la Puerta de Macedonia, verás el Monumento a los Héroes caídos de Macedonia (un conjunto de esculturas doradas que coronan un pequeño arco) y justo enfrente el edificio de la Asamblea de Macedonia.

              
Estatua de Alejandro el Grande en la
Plaza de Macedonia
Monumento a los Héroes caídos de Macedonia

Puerta de Macedonia
       De regreso a la plaza principal, tomando la calle Macedonia (la situada a la derecha de la estatua de Alejandro el Grande), llegarás al final de la misma a la vieja estación de ferrocarril, que resultó dañada durante el terremoto de 1963. En la actualidad alberga el Museo de la Ciudad; llama la atención el gran reloj parado de su fachada, que marca la hora del terremoto ocurrido el 26 de Julio de 1963, las 5:17am. Antes de llegar a la vieja estación habrás dejado a tu izquierda la casa memorial de la madre Teresa y la torre feudal, el propósito de cuya construcción no está claro. La calle Macedonia alberga numerosos restaurantes y cafés, y es otro de los puntos donde merece la pena hacer una parada para reponer fuerzas probando alguna de las especialidades culinarias de la cocina Macedonia.
Casa memorial de la madre Teresa
Vieja estación de ferrocarril con el reloj que
muestra la hora exacta del terremoto











       Hacia el Oeste, desde la plaza de Macedonia, se puede llegar al Palacio de la Presidencia (que durante mi visita estaba totalmente cubierto por lonas de obra) y el templo ortodoxo de St. Kliment Ohridski, sin duda uno de los edificios más llamativos de la capital (al menos por fuera, porque el interior está marcado por la sobriedad típica de los templos ortodoxos).

Templo ortodoxo de St. Kliment Ohridski
        A las afueras de la ciudad se encuentra la cruz del Milenio, una estructura de 66 metros de altura situada en lo alto del monte Vodno, construida para celebrar los 2000 años de cristianismo en Macedonia y en el mundo, y cuya construcción comenzó en 2002, en el mismo lugar conocido en tiempos del Imperio Otomano como “Krstovar”, que significa “el lugar de la cruz”, ya que había una cruz más pequeña situada en este lugar. El teleférico que te lleva a la cruz abrió en 2011 (100 dinares). Para acceder al teleférico hay un autobús que te lleva desde el centro de Skopje (35 dinares) o acceder en taxi (unos 40 dinares). Las vistas desde la base de la cruz son impresionantes.
Vista de Skopje desde la cruz del Milenio
La cruz del Milenio

En el teleférico de subida a la cruz
del Milenio













      Por la noche, los edificios públicos y monumentos ofrecen una bonita iluminación y la orilla oeste del Vardar, repleta de terrazas, resulta un lugar ideal para tomar una cerveza local, mientras escuchas música en directo y contemplas el ir y venir de la gente con la imagen del puente de piedra iluminado de fondo.

Vista nocturna de la ribera del río Vardar
El puente de piedra, con el Teatro Nacional y el Museo del Holocausto.
Al fondo, la muralla de la fortaleza vigila la ciudad
        El cañón Matka

        Durante mi visita también me acerqué al cañón Matka, una garganta natural excavada por el río Matka y cuyos complejos monásticos y las numerosas grutas constituyen su mayor reclamo turístico. El cañón se encuentra a unos 15Km al sur oeste de Skopje y se puede llegar fácilmente en autobús (línea 60, 35 dinares, http://www.sas.com.mk/, de momento solo en cirílico…). Hay autobuses cada hora – hora y media, dependiendo de los días y la época del año. Lo mejor es que preguntes por los horarios en el hotel (o practiques tu macedonio en la página anterior). El viaje en autobús es una experiencia en sí misma, ya que podrás comprobar los contrastes a los que hacía referencia al inicio de éste blog; a los pocos minutos de salir de Skopje las carreteras “desaparecen” y la auténtica Macedonia se abre ante tus ojos. Una vez en el cañón, destino muy frecuentado por los autóctonos del lugar ya que ofrece numerosas actividades (hiking, kayak, espeleología…), tendrás que caminar una media hora desde el lugar donde te deja el autobús para llegar a la presa y al resto de instalaciones turísticas (restaurantes, alquiler de kayaks, barcas…). 

Vista general del cañón Matka, desde el
camino que lo rodea
       También es el lugar de inicio de una ruta a pie que te llevará bordeando el cañón; la ruta dura unas 4 horas (ida y vuelta), pero la verdad es que después de la primera hora te puedes dar la vuelta tranquilamente, porque el resto de la ruta no ofrece nada nuevo (a no ser que te guste andar, ¡claro!). La primera parte sí es bonita porque discurre por la roca al borde del cañón y ofrece unas vistas fascinantes. A medida que el camino avanza, se va metiendo hacia el monte y el cañón se hace menos profundo, por lo que resulta menos vistoso. Al final de la ruta hay una cueva, que no es la famosa Vrelo (algo que nadie te dice hasta que llegas allí y lo compruebas por ti mismo…) y no ofrece nada especial.

        En esta zona, además de numerosas plantas y especies animales endémicas de la zona (entre ellas más de 77 especies de mariposas, no muy llamativas, pero si muy numerosas y que saldrán a “recibirte” en cuanto bajes el autobús), hay numerosas grutas. La más conocida de todas es la cueva Vrelo, a la cual solo se puede acceder por barca (400 dinares) o en cayak si estás dispuesto a remar durante unas cuantas horas…La seña de identidad de esta cueva es la gran estalactita situada en el centro de la misma, conocida como “cono de pino” por razones obvias. Además, la cueva tiene dos lagos, de 8 y 35m de largo con 15 y 18m de profundidad respectivamente. La profundidad de la cueva no se conoce con exactitud, ya que numerosas expediciones se han adentrado pero no han llegado al fondo. El patrón del barco me explicó que un grupo de submarinistas tiene previsto realizar una nueva inmersión durante el verano, para tratar de determinar la profundidad de la cueva, que en cualquier caso puede ser una de las más profundas del planeta.
Lago "grande" dentro de la cueva Vrelo
La estalactita más famosa de Macedonia, en
la cueva Vrelo
       De regreso, nada como tomar un almuerzo en uno de los restaurantes de la zona, más caros que en otras partes de Skopje (unos 700-1000 dinares), pero es que ¡el lugar se paga!


        Y poco más que contar de mi corta visita a Skopje. Me quedé con las ganas de visitar Ohrid, pero ya sabéis… ¡siempre hay que dejar algo pendiente para tener una buena excusa para volver en el futuro!

jueves, 5 de junio de 2014

Un capricho con historia

        No podía ser de otra forma. Paso mucho tiempo volando, así que se podría decir que la cabina de un avión es mi segunda casa. Llevaba tiempo buscando un trolley de avión para mi casa; el problema era el precio, ya que estos artículos se cotizan muchísimo en el mercado de segunda mano, y yo no estaba dispuesto a pagar lo que se suele pedir por un trolley más o menos en buen estado. Después de unas cuantas intentonas fallidas en un conocido sitio de subastas en internet, decidí jugar al mismo juego que los vendedores (que suelen inflar el precio al final de la subasta) y les pagué con la moneda inversa. El resultado es que he conseguido un trolley en bastante buen estado a un precio muy razonable. El objetivo ahora es convertirlo en un minibar, como no podría ser de otra forma. Me llevará un poco de tiempo hacer lo que tengo pensado, pero cuando este listo lo contaré. Mientras tanto, no puedo sino dar la razón a los estudios que afirman que nos sentimos mejor cuando compramos algo.