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jueves, 18 de noviembre de 2021

Estados Unidos - Cincinnati, una pequeña gran ciudad

Tiempo de lectura: inferior a 5 minutos

        El mes de Octubre fue muy prolijo el viajes (¡ya tocaba!), un mes que recordó vagamente los buenos viejos tiempos antes de que un virus lo cambiara todo, y uno de esos viajes me llevó por motivos profesionales hasta Estados Unidos, cuando las restricciones a los viajes turísticos aún estaban vigentes al otro lado del Atlántico (aunque nadie lo diría por la cantidad de turismo que había, sobre todo en mi segundo destino en el país: Nueva York). La primera parada de mi viaje fue Cincinnati, que además de ser el nombre de guerra de Mónica en "La casa de papel" pasa por ser en la actualidad la tercera ciudad más poblada del estado de Ohio (y la 69 de EEUU). Como de costumbre, mi tiempo libre fue limitado, pero ya sabéis que lo aprovecho al máximo.

      El viaje a Cincinnati fue largo, muy largo: de Colonia fui en tren a Frankfurt, desde allí en vuelo de American Airlines hasta Dallas, donde tuve una larga escala de más de 4 horas antes de tomar el vuelo hasta mi destino final, a donde llegué unas 24 horas después de haber salido de casa en Colonia. Una paliza. Ni la comodidad del asiento de la cabina business de American ayudó a que pudiera descansar en el largo vuelo de 11 horas hasta Dallas: es el inconveniente de los vuelos diurnos, que vas con el horario Europeo y yo personalmente no puedo dormir - por fortuna las nubes que cubrían el cielo alemán se disiparon tras un par de horas de vuelo y disfruté de unas vistas espectaculares de Groenlandia (está en el punto de mira para un viaje futuro) y la región de los grandes lagos ya en territorio americano. 





      Cincinnati es una ciudad que viene de ser una de las grandes (durante el S. XIX estuvo en el top 10 de ciudades americanas por población), y ahora mismo mi impresión es que busca su camino. En la actualidad viven cerca de 300.000 personas en la ciudad, que cuenta con un puñado de lugares de interés histórico y con el río Ohio como elemento vertebrador, río que actúa como frontera natural con el vecino estado de Kentucky (en el que curiosamente se encuentra el aeropuerto Internacional de Cincinnati, Ohio). La primera cosa que llamó mi atención de Cincinnati (cuando lo vi a la luz del día, claro, porque llegué al hotel cerca de la medianoche) fueron los murales que decoraban muchas de las fachadas de sus edificios, auténticas obras de arte. Coloridos, detallistas, originales y cuidados con mimo, paseando (en coche, al más puro estilo americano) por las calles periféricas me detuve a cada paso para poder observar al detalle estas magníficas representaciones artísticas. No es que este tipo de murales sean exclusivos de Cincinnati (los hay en casi cada ciudad americana o canadiense que he visitado hasta la fecha), pero nunca los había visto en tal cantidad y sobre todo de tanta calidad (para mi gusto, claro). 





      El centro de la ciudad es muy, muy pequeño, y se visita fácilmente andando. Visitas recomendadas en Cincinnati (incluso si la visita es breve, como la mía) son la estación de tren Union Terminal, el vecindario "Over-The-Rhine", el Parque Washington o la plaza de la fuente. No creo que ninguno de éstos lugares te impresionen, pero es lo que hay. Y un consejo: visita la ciudad de día, porque al caer la tarde el centro se convierte en el de una ciudad fantasma, sin apenas coches y tan solo algún indigente o drogadicto mendigando las calles (y algún viajero despistado, como el que os escribe, claro...).








       Pero donde está realmente la acción es cerca del río Ohio. El puente suspendido de John A. Roebling conecta dos estados - Ohio y Kentucky - y es el símbolo de la ciudad. Cuando se inauguró en Diciembre de 1866 se convirtió en el puente suspendido más largo del mundo, con un vano central de 322 metros. El diseño puede que te resulte familiar, y es que Roebling utilizó el modelo del puente de Cincinnati para probar el diseño del que sería su obra más importante, el puente de Brooklyn, inaugurado en 1883 y que tiene un vano central de 486 metros de longitud. La zona anexa al puente en Ohio está llena de parques, estadios deportivos y zonas de restauración, mientras que la orilla opuesta, que pertenece a la localidad de Covington, en Kentucky, es más tranquila ya que es una zona residencial (siendo los que gozan de una de las mejores vistas que Cincinnati ofrece). 









      Y para finalizar, no puedo dejar de recomendar que visites el cercano Monte Adams: es una pequeña elevación que se encuentra muy cerca del centro de la ciudad (se puede ir andando, pero mejor en coche, porque son realmente 5 minutos desde el centro) y que ofrece unas vistas estupendas. Yo fui la primera vez por la mañana, antes de ir a trabajar, y la verdad es que la vista no me dijo mucho (estaba un poco oscuro aún), pero sirvió para darme cuenta de que al atardecer ese lugar podía ofrecer unas vistas estupendas de la puesta de sol sobre la ciudad, y así fue: allí me dirigí de nuevo por la tarde para disfrutar de un atardecer entre nubes que me dejó algunas de las mejores sensaciones del viaje. Un lugar imprescindible, desde mi punto de vista. Con la visita al Monte Adams me despido de Cincinnati, una ciudad que me sorprendió en algunos sentidos y que llevaba ya tiempo tratando de visitar, aunque este no fue, ni de lejos, el viaje que tenía planeado...pero al fin y al cabo, ¡objetivo cumplido!. ¡Hasta pronto!






sábado, 13 de noviembre de 2021

Inglaterra - Windsor, a orillas del Támesis

Tiempo de lectura: en torno a 2 minutos.

      Recientemente tuve que viajar a Londres por trabajo, y por aquello de cambiar y de conocer algo nuevo decidí alojarme en la pequeña localidad de Windsor, situada muy cerca de mi lugar de trabajo (el aeropuerto de Londres-Heathrow) y alejado del caos circulatorio londinense. Como de costumbre durante los viajes profesionales, hubo poco tiempo libre, pero el que tuve lo aproveché en descubrir un poco esta bonita localidad - a la que posiblemente tenga que regresar en el futuro por motivos profesionales. Si visitas Londres y tienes pensado hacer una excursión de medio día, Windsor puede ser una buena opción, ya que se encuentra muy bien comunicado con la capital (hay dos estaciones de tren), y el reducido tamaño de la localidad hace que en un par de horas lo hayas recorrido de norte a sur. 



      Windsor es hogar del castillo homónimo, famosa residencia de la familia real británica, una imponente fortaleza que domina la población y que es visible desde prácticamente cada rincón de la ciudad (y eso que no se ubica en ninguna colina), asentada a orillas del río Támesis, una fuente de vida y de actividad para esta pequeña localidad. Al margen del castillo, cuya visita es el motivo principal de quienes se acercan a ésta animada localidad (ni me planteé la visita del mismo principalmente por falta de tiempo e incompatibilidad de horarios, pero es que además durante mi breve estancia en Windsor - tan solo dos noches - el castillo estaba cerrado a las visitas), la verdad es que la localidad ofrece poquito, pero lo poco que ofrece, es bueno. El centro está formado por un puñado de calles y centros comerciales, nada que despertara mi interés, la verdad. La plaza del Mercado, situado justo enfrente del hotel en el que me alojé y a la que tenía vistas directas desde la habitación en la que pernocté, representa el presente del pasado comercial que forjó el carácter y la identidad de ésta localidad. 



      La escena cambia cuando te acercas al río; el Támesis actúa como frontera natural con la cercana localidad de Eton. Ambas están unidas - o separadas - por el puente de Windsor, que data del año 1828 y sobre el que no circulan vehículos desde el año 1970. Si cruzas el puente, sin saberlo, te encuentras en Eton, que también ofrece un par de visitas interesantes y sobre todo permite disfrutar de la tranquilidad de sus verdes prados y de relajantes paseos al borde del Támesis, siempre acompañado en la lejanía por el castillo, que todo lo observa.



     La otra orilla del Támesis, la de Windsor, es todo lo contrario a naturaleza y tranquilidad, y es que la zona es un potente imán para las actividades lúdicas, destacando el alquiler de barcas y la numerosa oferta de restauración existente. Y donde hay un río, normalmente hay buenas oportunidades para la fotografía, ocasión que no desaproveché para poder capturar un par de imágenes que poder llevar hasta ti, para que te puedas hacer una idea, muy elemental, de lo que Windsor ofrece.