Harbin es una enorme localidad industrial de más de 5 millones de habitantes situada al Norte del gigante asiático, bañada por los gélidos vientos siberianos. Harbin es una ciudad relativamente nueva, ya que se fundó como ciudad en 1898, una nueva urbe creada para dar cobijo a los trabajadores rusos del tren Transmachuriano que se construía por aquellos tiempos. La ciudad, que pasó a formar parte definitivamente de China a mediados del S. XX, conserva la esencia del germen ruso del que nació. Abundan las muestras arquitectónicas de marcada reminiscencia rusa, como la Catedral de Santa Sophia, el ejemplo más representativo. Ya en la calle Zhongyang, la calle más comercial de la ciudad, se suceden las tiendas con motivos rusos, que ponen a la venta de turistas (la mayoría) y locales (los que menos) matrioskas y vodka como si de una calle comercial de Moscú se tratara.
Pero aunque llamativo y único, no es el carácter ruso de la ciudad China lo que nos llevó hasta allí. Ubicada por encima de los 45º de latitud Norte, la ciudad es conocida por gozar del clima más frío y los inviernos más largos de entre todas las grandes ciudades chinas. El clima condiciona la actividad y el día a día en ésta localidad, y gracias a éstas condiciones climatológicas invernales extremas, con temperaturas que pueden llegar a desplomarse hasta los -38º, se desarrollan desde el año 1963 varios festivales de hielo y nieve en distintos emplazamientos de la ciudad, festivales que atraen a millones de turistas anualmente, la mayoría locales, aunque algunos occidentales ya nos vamos dejando ver, todavía en número reducido, por aquellas latitudes. La calle Zhongyang se convierte en un improvisado museo al aire libre de auténticas obras de arte esculpidas en hielo, una calle en la que, a pesar de las gélidas temperaturas reinantes, hay numerosos mercados de comida callejeros, bastante frecuentados por los turistas (y nosotros dimos buena cuenta de ellos también, !por supuesto!).
Pero el grueso de las exposiciones y los festivales de hielo y nieve se desarrollan en la cercana Isla del Sol; durante el día disfrutamos de las impresionantes esculturas realizadas en nieve: soberbias obras de arte realizadas en un elemento tan frágil y difícil de trabajar como es la nieve compactada. El grado de detalle de las esculturas, algunas de un tamaño descomunal, es simplemente difícil de imaginar si no es está frente a una de estas magníficas obras de arte. El recinto también alberga unas cuantas pistas de nieve y hielo por las que deslizarse, para hacer las delicias de los más pequeños (!y de muchos otros no tan pequeños!). Un museo al aire libre de lo más divertido, ¿quién dijo que los museos eran aburridos?.
Y al caer la tarde, no hay que dejar de visitar la ciudad de hielo, también ubicada en la Isla del Sol, el verdadero reclamo turístico de la ciudad y el motivo por el que un grupo de 7 españoles nos lanzamos a visitar ésta septentrional región de China. La ciudad alberga una colección única de una impresionante y efímera muestra artística: los artistas emplean el hielo como único material para componer sus creaciones. Auténticas joyas abocadas al peor de los destinos en unos meses, cuando el sol comience a aumentar la temperatura de la región. Edificios y pequeñas esculturas se alternan en este espacio de ensueño, donde se cuida hasta el más mínimo detalle, como toda creación artística merece. Todo, sin excepción, hecho únicamente de hielo: torres, catedrales, trenes, templos...todo cabe en el imaginario de los artistas, simplemente impresionante.
Pero si lo que has visto hasta ahora te ha fascinado (¡y no es para menos!), lo que viene a continuación es !para quitar el habla!. A partir de las 4 de la tarde los edificios y las esculturas, fabricadas a partir de los bloques de hielo que se extraen del río Shonghua que recorre la ciudad, cobran una nueva dimensión: las luces dan vida a estas muestras inertes de agua solidificada y la ciudad de hielo de Harbin justifica el por qué año tras año millones de personas se desplazan hasta allí y soportan bajísimas temperaturas, solo por el placer de disfrutar de la experiencia. Pese a que durante nuestra visita estábamos en torno a los -18 grados, el frío ni se siente, pasa a un segundo plano en medio de tanta "excitación"; el tiempo parece esfumarse en medio de un marco tan incomparable, y las cámaras de fotos (sobreponiéndose a los efectos de las bajas temperaturas en muchos de los dispositivos) tratan de capturar el entorno, una empresa harto complicada, porque como suele pasar, poco tienen que ver las imágenes con la apreciación real de los ojos de quienes hemos tenido la fortuna de disfrutar de la visita.
Si quieres acceder a la crónica completa del viaje y al completo reportaje fotográfico sobre la ciudad del hielo que he preparado exclusivamente para ti, te invito a que accedas a la misma a través del menú de páginas situado a la derecha (versión web), pinchando AQUI o a través del siguiente enlace:
Sin duda, un viaje que no puedo sino recomendar a todos quienes quieran vivir una experiencia distinta en un entorno muy exigente pero también muy gratificante. Abrigaros bien, porque algunas fotos, solo con verlas, ¡transmiten frío! ¡Hasta pronto!
Pero el grueso de las exposiciones y los festivales de hielo y nieve se desarrollan en la cercana Isla del Sol; durante el día disfrutamos de las impresionantes esculturas realizadas en nieve: soberbias obras de arte realizadas en un elemento tan frágil y difícil de trabajar como es la nieve compactada. El grado de detalle de las esculturas, algunas de un tamaño descomunal, es simplemente difícil de imaginar si no es está frente a una de estas magníficas obras de arte. El recinto también alberga unas cuantas pistas de nieve y hielo por las que deslizarse, para hacer las delicias de los más pequeños (!y de muchos otros no tan pequeños!). Un museo al aire libre de lo más divertido, ¿quién dijo que los museos eran aburridos?.
Y al caer la tarde, no hay que dejar de visitar la ciudad de hielo, también ubicada en la Isla del Sol, el verdadero reclamo turístico de la ciudad y el motivo por el que un grupo de 7 españoles nos lanzamos a visitar ésta septentrional región de China. La ciudad alberga una colección única de una impresionante y efímera muestra artística: los artistas emplean el hielo como único material para componer sus creaciones. Auténticas joyas abocadas al peor de los destinos en unos meses, cuando el sol comience a aumentar la temperatura de la región. Edificios y pequeñas esculturas se alternan en este espacio de ensueño, donde se cuida hasta el más mínimo detalle, como toda creación artística merece. Todo, sin excepción, hecho únicamente de hielo: torres, catedrales, trenes, templos...todo cabe en el imaginario de los artistas, simplemente impresionante.
Pero si lo que has visto hasta ahora te ha fascinado (¡y no es para menos!), lo que viene a continuación es !para quitar el habla!. A partir de las 4 de la tarde los edificios y las esculturas, fabricadas a partir de los bloques de hielo que se extraen del río Shonghua que recorre la ciudad, cobran una nueva dimensión: las luces dan vida a estas muestras inertes de agua solidificada y la ciudad de hielo de Harbin justifica el por qué año tras año millones de personas se desplazan hasta allí y soportan bajísimas temperaturas, solo por el placer de disfrutar de la experiencia. Pese a que durante nuestra visita estábamos en torno a los -18 grados, el frío ni se siente, pasa a un segundo plano en medio de tanta "excitación"; el tiempo parece esfumarse en medio de un marco tan incomparable, y las cámaras de fotos (sobreponiéndose a los efectos de las bajas temperaturas en muchos de los dispositivos) tratan de capturar el entorno, una empresa harto complicada, porque como suele pasar, poco tienen que ver las imágenes con la apreciación real de los ojos de quienes hemos tenido la fortuna de disfrutar de la visita.
Si quieres acceder a la crónica completa del viaje y al completo reportaje fotográfico sobre la ciudad del hielo que he preparado exclusivamente para ti, te invito a que accedas a la misma a través del menú de páginas situado a la derecha (versión web), pinchando AQUI o a través del siguiente enlace:
Sin duda, un viaje que no puedo sino recomendar a todos quienes quieran vivir una experiencia distinta en un entorno muy exigente pero también muy gratificante. Abrigaros bien, porque algunas fotos, solo con verlas, ¡transmiten frío! ¡Hasta pronto!