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lunes, 23 de diciembre de 2019

Costa Oeste de Estados Unidos: de San Francisco a Las Vegas


        En Octubre, coincidiendo con las vacaciones escolares alemanas, M y yo nos embarcamos en un nuevo viaje por los Estados Unidos. El destino del viaje fue San Francisco, una ciudad que quería conocer desde hacía tiempo y que ya había quedado fuera de los planes del anterior viaje que me llevó a California hace ya más de 7 años, y que volvió a la lista de viajes por casualidad y merced a la agradable sorpresa (en cuanto a precio se refiere) que nos deparó nuestra búsqueda de destino vacacional otoñal cuando andábamos ocupados con éstas lides allá por el mes de Febrero (sí, ¡ésta vez llegamos a tiempo!). California es un destino de sobra conocido por M, no tanto por mí, pero por suerte M no tiene muchos reparos en regresar a aquella región siempre que surja la oportunidad. Y la oportunidad surgió. Nuestro vuelo partió de Frankfurt en la mañana del sábado, así que decidimos viajar la tarde anterior a la ciudad del Main para hacer noche allí, y de paso aprovechar para re-descubrir el centro histórico de la ciudad que se ubica a orillas del río que da nombre a la ciudad. Una visita breve pero de lo más provechosa, ya que la ciudad me brindó un atardecer espectacular y unas preciosas imágenes, ¡qué mejor manera de comenzar unas vacaciones!.



     Una vez en nuestro destino, no perdimos detalle del Golden Gate, uno de los símbolos de la ciudad, y que tuvimos la fortuna de disfrutar desde todos los ángulos posibles gracias al fabuloso tiempo que tuvimos durante nuestra visita (!y eso que cuando llegamos al mirador sobre el puente el primer día la niebla ocultaba toda visión!). Pero San Francisco ofrece muchos más atractivos: sus empinadas cuestas, los cinematográficos tranvías, la isla de Alcatraz, el muelle 39...tuvimos varios días para descubrir muchos de los rincones que atesora esta ciudad, y de los que daré buena cuenta en la crónica completa del viaje. 





     Finalizada nuestra primera parte de la estancia en la ciudad del Golden Gate (3 noches), nos dirigimos hacia nuestro siguiente destino, nada menos que la ciudad de Las Vegas. Como la distancia entre ambas ciudades es considerable, decidimos hacer el viaje un poco más ameno (aún a costa de incrementar algo la duración del viaje), y tomamos la Highway 1, la autopista que bordea la costa pacífica hasta más allá de Los Ángeles. La climatología no nos acompañó en nuestro recorrido costero, lo que limitó en parte el disfrute de los bellos paisajes que ofrece este recorrido. Al final de aquel largo día de conducción llegamos a Las Vegas, ¿qué os puedo decir de Las Vegas? Lugar hortera por excelencia, tiene en su extravagancia su mejor reclamo. Todo es posible en una ciudad en la que los límites los pone cada uno (y su tarjeta de crédito, claro). Ya sabes lo que te vas a encontrar allí, pero no por ello pierde su atractivo. Tanto M como yo habíamos visitado la ciudad anteriormente y no dudamos en hacer pasar nuestra ruta por allí tan pronto como decidimos destino vacacional. Estando en Las Vegas puedes pasear por París, Nueva York, Venecia, Atenas...todo un mundo al alcance de la mano. Visitamos la ciudad por tierra...¡y por aire! Toda una experiencia sin duda. 






      Desde Las Vegas emprendimos el regreso hacia San Francisco por el Norte, un viaje que nos llevaría a visitar varios parques nacionales en los días sucesivos, empezando por el Red Rock Canyon, situado muy cerca de Las Vegas, y el Death Valley, un lugar impresionante, como sacado de una película de ciencia ficción, con paisajes increíbles y donde la falta de planificación nos jugó una mala pasada, ya que apenas tuvimos tiempo para disfrutar del lugar como se merece. El valle combina miradores situados a varios miles de pies de altura con uno de los lugares más bajos de la tierra, y es que la cuenca del valle se ubica casi 86 metros por debajo del nivel del mar. Casi nada. Los paisajes son espectaculares, y conducir se convierte en un aliciente más del viaje en medio de tanta belleza paisajística. Desde allí continuamos hacia el norte, visitando y maravillándonos con la belleza del bosque nacional Inyo, de camino hacia Mammoth Lakes, el lago Mono y Bodie, un pintoresco pueblo histórico abandonado. El paisaje no ofrece pausas en cuanto a belleza se refiere, y si a todo ello se le añaden unas temperaturas excepcionalmente buenas para la temporada en la que estábamos, el resultado podéis imaginároslo. 







      Siguiendo nuestro recorrido hacia el Norte, llegamos al Parque de Yosemite, un icono de naturaleza en la región, con sus imponentes paredes verticales de roca blanca, frecuentadas por muchos escaladores. El parque ofrece un buen puñado de puntos interesantes, pero sin negar la belleza obvia del entorno, a mí personalmente fue el sitio que menos me impactó, posiblemente debido a la excesiva afluencia de gente durante nuestra visita (en fin de semana), las largas distancias entre los distintos puntos de interés que obligan a conducir gran parte de la jornada y el hecho de tener los itinerarios marcados (y por tanto, por donde todos íbamos). Sin duda nos faltó tiempo para descubrir más en profundidad el parque y para habernos embarcado en alguna ruta por el interior del mismo, pero el tiempo es el que es y no dio para mucho más. 





     Continuando hacia el norte llegamos al Lago Tahoe, una de las sorpresas del viaje (para mí al menos): las aguas del lago son tan cristalinas que resultan hipnóticas. Con la actividad turística que debe de tener el lago en temporada de verano, resulta difícil pensar que fuera de temporada pueda ofrecer tanta tranquilidad y belleza. Fueron los días más relajados sin duda del viaje, días que empleamos en descansar y en dejarnos seducir por la belleza sin igual de algunos de los rincones que el lago ofrece - y eso que no llegamos ni tan siquiera a darle la vuelta completa, ¡es inmenso!. Nuestra estancia en el lago Tahoe nos deparó alguna sorpresilla, aunque para descubrirla tendrás que leer la crónica completa del viaje :-). Y finalmente, y antes de regresar a nuestro punto de partida, visitamos la colorida ciudad de Sacramento, un centro histórico que se recorre fácilmente andando y que bien merece una visita. Unas horas son suficientes para descubrir las calles que otrora fueron el germen de la actual capital del Estado de California.






      Después de Sacramento aún pudimos disfrutar de una estancia de dos noches en San Francisco antes de emprender el regreso a Alemania, donde una apretada agenda de viajes de trabajo me esperaba. El viaje por los estados de California y Nevada estuvo repleto de imágenes y recuerdos, algunas de las cuales traigo hasta ti por medio de la crónica completa del viaje, a la que puedes acceder a través del menú de páginas de la derecha (si accedes mediante Pc), pinchando en el enlace AQUI, o a través del siguiente enlace (para todos los dispositivos):


¡Disfruta del viaje y hasta pronto! 


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