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martes, 21 de mayo de 2019

Madeira, el paraíso portugués en el Atlántico Norte.


     Con motivo de las vacaciones de Semana Santa de éste año, decidimos darnos un respiro y volar hasta la isla de Madeira, un destino que quería visitar desde hace algún tiempo, y que no decepcionó en absoluto. La pequeña isla de origen volcánico del Atlántico ofrece un buen puñado de actividades y lugares de interés para pasar una semana de lo más entretenida, la duración de nuestra escapada primaveral de éste año. La pequeña isla, de 57 Km de longitud y cuya  anchura máxima es de solo 22 Km, ofrece contrastes difíciles de explicar y de comprender, una orografía espectacular, herencia de su pasado volcánico, que se manifiesta con toda su grandeza en prácticamente cada rincón de la isla: acantilados imposibles, fascinantes miradores, hermosos picos escarpados que rozan los 2000m de altura, saltos de agua...todo rezuma naturaleza en Madeira. La isla ofrece un buen número de rutas de senderismo (para todos los gustos, duración y dificultades) que sin duda harán las delicias de todos los amantes de la naturaleza, excepción hecha de aquellas más populares y turísticas, donde la afluencia de gente resta atractivo a la experiencia. Desde los numerosos miradores con que cuenta la isla se tienen unas vistas espectaculares de sus costas, de sus hermosas y pintorescas localidades interiores y de sus impresionantes montañas, todo ello concentrado en un espacio reducido, pura esencia. 





     Viajar por la isla es una experiencia en sí misma: sus serpenteantes carreteras, con pendientes a menudo casi imposibles de afrontar, ofrecen vistas y paisajes difíciles de describir; en tan sólo 14 Km se puede pasar de estar al nivel del mar a coronar la tercera cima más alta de la isla, el pico Arieiro, situado a 1810 m de altura; Madeira también muestra orgullosa sus tradicionales y centenarias "levadas", canales usados para recoger y transportar el agua desde las zonas elevadas hasta otras más bajas, una red de 1400 Km de canales horadados en el terreno en forma de U que discurren por preciosos paisajes, a menudo por relajantes escenarios y en otras ocasiones bordeando peligrosos precipicios. 

      Si quieres saber todo lo que dio de si nuestro viaje de 7 días por la isla de Madeira, te invito a que me acompañes en el viaje. Para ello, puedes acceder a la crónica completa del viaje por medio del menú de páginas situado a la derecha de la pantalla (si usas PC), o a través del siguiente enlace (para todo tipo de dispositivos). ¡Disfruta del viaje! (tiempo de lectura en torno a los 20 minutos; tiempo para ver la fotos: todo el que necesites, que ¡hay unas cuantas!)







viernes, 10 de mayo de 2019

Hong Kong, una región encerrada entre el mar y la montaña


       Hong Kong ha sido el destino elegido de mi último viaje de largo recorrido a Asia. La ciudad, que tiene un estatus especial dentro de la organización territorial del gigante asiático, es una de las áreas más densamente pobladas del planeta y también la ciudad más cara (junto a Singapur y París) del mundo, según recientes publicaciones. Dividí mi visita a la ciudad, de algo más de tres días, en función de las zonas que quería visitar, dedicando un día completo a la parte continental de la ciudad, otro día para la cercana isla de Lantau y un tercero para descubrir las isla de Hong Kong

     La parte continental de la ciudad ofrece muchos templos de lo más interesantes que esperan a ser descubiertos, como el de los 10.000 Budas, jardines idílicos y asombrosas construcciones de madera que no emplean ni un solo clavo en los ensamblajes de piezas, todo ello al norte de la ciudad. El sur presenta una actividad frenética en torno a la calle Nathan Rd., cuenta con su propio paseo de las estrellas y ofrece unas vistas inigualables de la isla de Hong Kong.  





       La isla de Hong Kong representa la modernidad, el progreso y el crecimiento de una ciudad que, atrapada entre el mar y la montaña, solo puede crecer hacia arriba, un crecimiento que ha dotado a la ciudad de una fisionomía única y sorprendente. En medio de tanto acero y cristal también hay lugar para los parques y la tradición, encarnada en el templo de Man Mo que sobrevive en medio de las colmenas humanas que parecen amenazar su existencia. Una visita al Pico Victoria es la mejor manera para comprender la agonía de una ciudad que quiere crecer y no puede, un pico cuyo mirador ofrece posiblemente las mejores imágenes que se pueden obtener de la ciudad.





  
     El contraste perfecto a Kowloon y la isla de Hong Kong lo encontramos en la cercana isla de Lantau. Entre sus atractivos, el Buda Gigante, la mayor representación de un Buda sedente hecha en bronce del mundo, una estatua que se alza en lo alto de una colina sobre el monasterio de Po Lin. La cercana población pesquera de Tai O representa la tradición en una región desarbolada por el crecimiento desmesurado, posiblemente uno de los últimos núcleos de población tradicional que pueden encontrarse en la isla. 





      Si quieres conocer todo lo que dio de sí mi viaje a Hong Kong, te invito a que me acompañes en el recorrido; como de costumbre, puedes acceder a la crónica completa del viaje a través del menú de páginas situado a la derecha (para PC´s) o a través del siguiente enlace (para todos los dispositivos). Espero que te guste el recorrido...¡buen viaje!