Es hora de echar la vista atrás. No es nada nuevo, ni es la
primera vez que lo hago (ni espero sea la última); llegado el final del año,
toca hacer balance de los últimos 365 días, en éste caso en materia de viajes,
que es lo que nos une en éste espacio. 2019 ha sido un año excepcionalmente
activo: la primavera trajo un inesperado cambio laboral y con él una vorágine
de viajes difícil de digerir, una sobrecarga laboral de la que aún me estoy
tratando de recuperar durante las vacaciones navideñas. El año que nos deja no
ha sido históricamente el año con más viajes profesionales (“solo” he tenido 22 viajes de
trabajo - de hecho ha sido el año con menos viajes desde 2009, lejos de los 29 viajes profesionales del 2011 o los 27 del 2013), pero sí en el que más viajes de largo recorrido he realizado (y por
lo tanto de mayor duración). El punto negativo de tanto viaje (aparte de la
lógica carga – o sobrecarga – de trabajo que conllevan y el escaso tiempo que
he podido pasar en casa prácticamente desde Junio) han sido los frecuentes
cambios de horario y las interminables horas de aeropuerto y de vuelos. El
contrapunto positivo es que tanto viaje me ha permitido conocer muchos lugares
interesantes y descubrir otros que ya conocía desde otra perspectiva, la que otorga cada nueva visita a un destino ya conocido. ¿Me acompañas
en éste recorrido por lo que ha sido el año que nos deja?
Después del merecido descanso vacacional invernal, 2019
comenzó de forma pausada, según lo planificado, con viajes en territorio
europeo que me llevaron a visitar Toulouse, Praga, Madrid y Lisboa durante los
dos primeros meses del año, un calendario muy relajado, alternando semanas de
viaje con semanas en casa. Por desgracia Lisboa salió de mi lista de destinos
profesionales en Febrero y decidí aprovechar la despedida (temporal – espero) para
visitar Sintra en el país vecino. Portugal es uno de mis destinos favoritos a nivel Europeo
sin duda.
Marzo continuó con éste esquema relajado, alternando semanas
de viaje con semanas de “descanso” en Colonia, viajando a Londres (que también
salió de mi lista de destinos profesionales – en este caso no lo echaré tanto
de menos), y a Tulsa (Estados Unidos), cuna de la histórica y famosa ruta 66,
el primer salto transatlántico del año que me permitió descubrir ésta pequeña
localidad de Oklahoma que ofrece un reducido número de sitios interesantes, y
es que Tulsa no es uno de esos sitios a los que normalmente se viaja de
vacaciones, pero una visita profesional a este tipo de destinos siempre es
bienvenida ya que ofrece la posibilidad de explorar un destino que de otra forma posiblemente nunca visitaría.
En Abril tuve la fortuna de volver a visitar la siempre
atractiva e interesante Singapur, un viaje profesional de dos semanas que me
permitió disfrutar de uno de mis (muchos) destinos favoritos en Asia durante
unos cuantos días. Singapur suele ser un destino lanzadera para visitar otros lugares de la región, y en ésta ocasión me decanté por visitar Hong Kong. En Semana Santa M y yo nos dimos un respiro para
visitar Madeira, el paraíso portugués situado en el Atlántico que no defraudó:
naturaleza y paisajes de ensueño para alimentar una semana de vacaciones en la
isla volcánica.
Mayo fue el mes más tranquilo del año: solo un viaje a
Madrid. Pero fue un espejismo, porque Junio me deparó un calendario de locura,
con cuatro semanas viajando consecutivamente a destinos tan dispares como
Madrid, Cardiff, Lindenberg (situado al sur de Alemania, en las cercanías del
Lago Constanza, una zona de una belleza paisajística que bien merece una visita
– o varias) o Montreal, una ciudad que ya conocía pero de la me traje una
perspectiva totalmente distinta gracias al calor del sol del verano. Entre medias de tanto viaje de trabajo incluso tuve tiempo de visitar con M la localidad holandesa de Bergen op Zoom, unos días en el país vecino para recuperar energías.
Julio empezó como terminó Junio, con mucha actividad,
visitando Bruselas, Estambul y Praga justo antes del merecido descanso estival
por tierras castellanas, semanas que traté de aprovechar al máximo porque la
agenda después del regreso de vacaciones no iba a dejar lugar para el descanso;
En Agosto visité China (Beijing y Hainan, en la isla de Haikou, al sur del país), una
visita que me permitió acercarme a un tramo desconocido de la Gran Muralla y
que definitivamente me dejó uno de los mejores recuerdos del año: el tramo de
Jinshanling combina tramos de muralla restaurada con otros que conservan su
estado original. A esto se le añade un paisaje espectacular, con la muralla
serpenteando sobre las crestas de las montañas que dominan el paisaje.
Excepcional.
En Septiembre únicamente pasé 4 días en Colonia, los que
transcurrieron entre los dos viajes que realicé a Kuala Lumpur: en el primero
de ellos aproveché unos días intermedios entre las dos actividades
profesionales que me llevaron allí para descubrir Phnom Penh, la capital
Camboyana. Y en el segundo, me lancé a descubrir, por fin, después de tantas
visitas, algo más de Malaysia, eligiendo Penang y Langkawi como pioneras en mi
exploración del país más allá de las torres Petronas y la cosmopolita Kuala
Lumpur. La maratón de viajes de Septiembre se cerró con una estancia profesional
en Jakarta, la capital de Indonesia.
En Octubre, despues de visitar la catedral de Colonia desde una perspectiva diferente, por fin llegó el esperado viaje de vacaciones con M a la
costa Oeste de Estados Unidos, un viaje de dos semanas que nos permitió
disfrutar de destinos de lo más variados (a cual más espectacular): San
Francisco, Las Vegas, Death Valley, Yosemite, Mammoth Lakes, Lago Tahoe,
Sacramento…un viaje del que volví encantado, pero también con ganas de regresar de nuevo porque la zona da mucho de sí y dos semanas no son suficientes para poder
disfrutar de todos los atractivos que ofrece la región. Al regreso de las
vacaciones apenas tuve un día de descanso en Colonia antes de embarcarme en el
viaje más largo del año, de tres semanas de duración, que me llevó a Qatar y
Nueva Zelanda, destino del que espero poder contarte pronto lo que pude ver en
el reducido tiempo que pude pasar allí.
El año se ha cerrado con una nueva visita a Turquía
(Antalya) y a Lima en Perú en Diciembre, un viaje que me permitió descubrir la
histórica y fascinante ciudadela de Machu Picchu – estate atento al blog porque
en los próximos días publicaré la crónica completa del viaje, uno de los más
esperados (llevaba diez años esperando poder ir, desde mi última visita a Perú,
cuando el viaje a Cuzco no pudo materializarse por motivos diversos).
Como has podido leer, ha sido un año muy movido. Lo más
positivo sin duda es que todos los viajes se han desarrollado dentro de la
normalidad (más o menos), sin incidentes, y que de todos ellos he podido disfrutar con salud
(la mía y la de los míos), lo más importante sin duda alguna. Todo parece indicar
que 2020 comenzará por los mismos derroteros que 2019 en cuanto a viajes se
refiere, así que no pierdas de vista el blog porque habrá novedades y de nuevo
mucha actividad. Os deseo un feliz año 2020, repleto de viajes y destinos
interesantes, y mucha salud. Que no me falte nadie el año que viene, ¡que
pasaré lista!