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domingo, 8 de julio de 2018

Hanoi y bahía de Ha Long


       Y por fin llega la última entrada del viaje de primavera (¡qué lejos queda a estas alturas!) que me llevó a disfrutar de cuatro maneras distintas de entender Asia - sin duda mi destino favorito -  en otros tantos países; después de haberos contado lo que dio de sí mi visita a Singapur, Kuala Lumpur y Phuket, llega el turno de Vietnam. Después de haber visitado la antigua Saigón hace apenas año y medio, en esta ocasión me decanté por el norte de país, con el objetivo de descubrir Hanoi y la bahía de Ha Long. Vietnam ofrece todo lo que se puede esperar de Asia; el contraste con Europa es difícil de asimilar para muchos viajeros: caos circulatorio, ambiente estridente, aromas intensos, calles rebosantes de vitalidad, polución (sin duda lo peor de visitar esta región del planeta), gente amable y curiosa...el contraste es aún mayor si se llega desde la ultramoderna y repulida Singapur



     Hanoi es una ciudad muy peculiar, con numerosos templos taoístas dispersos por la geografía de una ciudad dividida por el río Rojo, con un barrio antiguo que se extiende en torno al lago Hoàn Kiếm, verdadero epicentro  de la actividad comercial y turística de la ciudad, la ciudad en la que se encuentra el mausoleo de Ho Chi Minh. La herencia de la época colonial francesa es palpable en muchos rincones de la ciudad, con numerosos edificios notables que por momentos te trasladan (mentalmente) a otra ciudad muy lejos de allí, como la catedral de Hanoi, conocida popularmente como la "pequeña Notre Dame" por motivos evidentes, prácticamente una réplica de la de París, el edificio del Teatro de la Ópera o la prisión histórica de la ciudad, por poner solo unos ejemplos. Pero sin desmerecer todo lo anterior, lo que de verdad marca el carácter y define la personalidad de la ciudad son sus gentes, la vitalidad que se respira a pie de calle, el disfrute del día a día en la ciudad, esos detalles que no se captan en fotografías y que difícilmente se pueden describir. Durante mi visita tuve tiempo suficiente para poder "disfrutar" de estos pequeños detalles (donde algunos ven una ciudad fea, sucia y sin ningún atractivo, otros vemos una ciudad vibrante, activa, dinámica...Asia en definitiva). 






       Y una vez en Hanoi, lo mejor es aprovechar el viaje y lanzarse a conocer algunos de los muchos reclamos que se encuentran a un par de horas por carretera de la ciudad. De entre todos ello me decanté por la bahía de Ha Long, un precioso enclave natural que, para mi desgracia, pasa a engrosar la cada vez más abultada lista de lugares naturales que entre todos hemos terminado arruinando con el incontrolado turismo de masas. El entorno me recordó mucho a la bahía de Phang Nga, recientemente visitada en Tailandia, pero mucho más masificado. Si en Phang Nga te puedes encontrar con decenas de barcos que a diario parten para surcar sus aguas, en Ha Long te encuentras en medio de cientos de embarcaciones (sin exagerar) que hacen excursiones de uno o de varios días, todos siguiendo unas rutas más o menos similares. De los cientos de opciones existentes (una locura tratar de entender los itinerarios, precios, categorías...), yo me decanté por pasar dos noches en un barco recorriendo algunos de los puntos más pintorescos de la bahía, repleta de enormes cuevas naturales, islotes de formas caprichosas y hermosas vistas (pese a los barcos). La experiencia a bordo resultó ser toda una sorpresa, y a pesar de algún contratiempo menor (si no, no sería Asia), la calificaría de muy positiva, teniendo en cuenta cómo funcionan las cosas normalmente en este tipo de actividades en esta región del planeta, y la reciente y nefasta experiencia sufrida en Tailandia en la excursión a Phang Nga. 




      Si quieres saber todos los detalles de mi viaje a Hanoi y a la bahía de Ha Long, te invito a que accedas a la crónica completa a través del menú de páginas situado a la derecha de la página (para PCs), o a través del siguiente enlace (para todos los dispositivos); ¡disfruta del viaje!




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