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martes, 17 de julio de 2018

Sur de Alemania - el lago de Constanza



      Mayo fue un mes muy espléndido en cuanto a días festivos se refiere en Alemania, y M y yo aprovechamos uno de esos fines de semana largos para escaparnos a la región del lago de Constanza - Bodensee, una región de sobra conocida por M, pero no por mí (pese a que hasta la fecha había visitado la región por motivos profesionales en un par de ocasiones, nunca me había acercado hasta el borde del lago). Con una extensión de unos 60 Km de largo y 14 Km en su parte más ancha, y una profundidad máxima de 250 m, el lago es uno de los mayores de Europa central. Geográficamente hablando, el lago tiene dos características que lo hacen único: es la frontera natural entre Alemania, Austria y Suiza, y lo atraviesa uno de los mayores ríos del viejo continente; el Rhin, que desemboca por el costado oriental del lago desde territorio austriaco, atraviesa todo el lago, para efluir del mismo ya en territorio alemán a la altura de Constanza, la ciudad que da nombre al lago (en Castellano). El lago constituye la punta de lanza de una región cuya belleza paisajísitica no admite discusión. 





    Establecimos nuestro centro de operaciones en Fischbach, más concretamente en la Gastehaus zur Mühle Dehm (85€/noche), una casa rural situada en una tranquila localidad alejada de los núcleos más turísticos de la región, perfectamente equipada; un habitación amplia con balcón, cuyo único inconveniente es que estaba al lado del comedor, con lo que por la mañana el primer día nos despertaron los madrugadores del lugar (¡qué manía tiene la gente con madrugar estando de vacaciones!). El establecimiento ofrece buena conexión WiFi, aparcamiento privado gratuito y una decoración de lo más personal, con muebles y motivos característicos de la región.



      Por motivos logísticos también pasamos una noche en el das Mietwerk Boutique & Bio Hostel Lindau (92€/noche), un hotel estilo boutique (como su nombre indica), con una decoración muy cuidada y un ambiente muy familiar. Reservamos una habitación superior con baño y la sorpresa fue mayúscula al ver el reducido tamaño de la habitación (vimos una habitación estándar sin baño que era mucho más grande, estaba mucho mejor decorada y se ubicaba en la planta baja del establecimiento - la superior estaba en la planta -1). Solo pasamos allí una noche, así que tampoco pusimos muchos reparos, pero nos resultó cuando menos curioso. Un bonito hotel situado a poca distancia del centro de la turística localidad de Lindau, una parada obligada si se visita la región.



      Para finalizar, yo me alojé unos días en el Hotel Waldsee (83€/noche), precioso hotel situado en el borde del lago Waldsee, a las afueras de la pequeña localidad de Lindenberg im Allgäu. El entorno es idílico, y las vistas desde la terraza de las mejores que se puedan imaginar: fue todo un placer poder trabajar en la terraza del alojamiento con tales vistas. Habitación muy amplia, con un pequeño salón separado y una terraza muy amplia, buena conexión WiFi y un personal super amable. Uno de esos establecimientos que a buen seguro merecerá alguna que otra visita en el futuro cuando regrese a la zona.








  
    Uno de los principales reclamos de la comarca son sus vinos, y no es difícil percatarse de ello; los viñedos de donde salen las uvas que dan vida a los caldos de la región pueblan las laderas del lago, creando un contraste visual muy llamativo entre el verde de los viñedos y el cambiante color de las aguas del lago, cuyas tonalidades varían en función del día y de la luz solar que reciban. En días claros, a este espectáculo natural se une la posibilidad de poder disfrutar de los Alpes en el horizonte. Por desgracia no tuvimos uno de esos días claros del todo, pero nos hicimos una idea de cómo pueden ser las vistas. Pese a ello, y aunque nos cayeron un par de chaparrones encima bastante impresionantes, considero que tuvimos buen tiempo durante nuestro viaje, imprescindible si lo que se pretende es conocer una zona de naturaleza para disfrutar al cien por cien de la experiencia. Buen tiempo, sí, pero no tanto como para bañarnos en las gélidas aguas del lago en mayo: lo intentamos, pero acabamos por refrescarnos en la piscina de Fischbach.








     Aprovechamos nuestra estancia en la zona para descubrir algunas de las localidades más pintorescas de la zona, recorriendo la orilla norte del lago desde Überlingen, en el extremo norte del lago, hasta Lindau al sur, casi en la frontera con Austria:

       Überlingen: pequeña población de algo más de 20000 habitantes situada al borde del lago cuyo florecimiento se produjo principalmente en torno al S. XII, propiciado por un clima benévolo y el cultivo de la vid en las laderas del lago, una característica común a muchas localidades de la zona. En la localidad se puede disfrutar de un bonito paseo al borde del lago y de sus bonitas plazas, como la del ayuntamiento (edificio que data del S.XV) y la del principal reclamo de la localidad, la Catedral de S. Nicolás (también del S. XV). Durante nuestra visita, y a pesar del buen tiempo reinante, la localidad estaba muy tranquila, sin apenas gente por las calles.








      Unteruhldingen: a unos 12Km al sur de Überlingen se encuentra esta localidad que destaca por su museo de palafitos, un museo al aire libre en el que se pueden ver las antiguas construcciones sobre el agua características de la región. La localidad también destaca por su puerto náutico, aunque en esta ocasión tuvimos que acortar la visita porque el día amenazaba tormenta...¡y vaya si llovió! Tuvimos el tiempo justo para regresar al coche a terminar de comer el helado que habíamos comprado unos minutos antes. 




      A medio camino entre ambas localidades se encuentra el monasterio cisterciense de Birnau (http://www.birnau.de/) del que puedo decir que fue toda una sorpresa y un acierto decidir parar. Al margen de las fabulosas vistas que se tienen del lago desde este lugar, la basílica de estilo rococó presenta una decoración interior de lo más llamativa. La basílica de Birnau data originalmente del S. XIII, aunque el edificio actual es más reciente: la basílica fue inaugurada el año 1750. Una parada más que recomendable si se visita la zona.




      Continuando hacia el sur por la orilla norte del lago llegamos a la localidad de Meersburg, uno de los núcleos turísticos del lago, y motivos no le faltan: al margen de su privilegiada ubicación, elevada sobre el lago y frente a Suiza, la localidad conserva un buen número de las huellas medievales que fueron el germen de la actual ciudad. Entre las construcciones medievales destaca sin duda el castillo viejo (Altes Schloss), que se ubica elevado sobre el nivel del lago y data del S. VII, convirtiéndolo en el castillo habitado más antiguo de Alemania. El castillo nuevo (Neues Schloss) data del S. XVII y preside majestuosos el lago desde su privilegiada ubicación en lo alto de la colina. Pero todo en Meersburg recuerda su pasado medieval: es un auténtico placer para los sentidos pasear por su centro histórico (no tanto para los pies debido a los adoquines de las calles), repleto de edificios medievales en un estado de conservación envidiable y las características casas con sus vigas de madera entramadas a la vista. Al borde del lago, en las inmediaciones del puerto desde el que parten las embarcaciones hacia Suiza y Constanza, las cafeterías, restaurantes y heladerías se amontonan, un aspecto más propio del paseo marítimo de una localidad mediterránea que de una localidad de interior alemana. El centro de la localidad está completamente cerrado al tráfico, así que habrás de dejar el coche en uno de los aparcamientos (enormes) situados en la periferia del casco histórico (a más lejanía del centro, más barato). En cualquier caso las tarifas son totalmente asequibles (3€ el día completo en el parking de Tobele, el más alejado, a unos 20 min. andando del centro, o 0,65€/media hora en el aparcamiento de la calle Stefan-Lochner, que presenta el inconveniente de que es muy pequeño, las plazas de aparcamiento son minúsculas y sólo se puede aparcar por un máximo de 3h, tal vez no suficientes si quieres descubrir Meersburg a fondo). ¡No te puedes ir del lago de Constanza sin visitar Meersburg!















     Siguiendo nuestro recorrido hacia el sur bordeando el Bodensee, llegamos a localidad de Hagnau, que la verdad no ofrece mucho; al margen de un puñado de restaurantes (nosotros probamos el Seeblick, situado justo al borde del mar, donde cenamos bien - a secas - en un entorno precioso, eso sí), la localidad no tiene mucho más que visitar (que viéramos nosotros, claro). Lo mejor, las vistas de la localidad desde el mirador situado a las afueras de la misma. 



       Friedrichshafen fue otra de las paradas en nuestro recorrido. Conocida como la cuna de la aeronáutica alemana, alberga las sedes de las empresas Zeppelin y Dornier Flugzeugwerke (en mis inicios profesionales en Madrid, estuve involucrado en el diseño de la aeronave Dornier 728, que lamentablemente nunca llegó a operarse comercialmente, a pesar de que se construyó un prototipo). Friedrichshafen ha hecho del zeppelin el símbolo de la ciudad (uno de ellos vuela constantemente por la zona - chequeamos los precios por curiosidad y de lo exagerado de los mismos nos dio por pensar que debería de haber algún error en la web...). Todos los años se lleva a cabo una feria aeronáutica en el aeropuerto de la localidad. En la ciudad, además de visitar el museo del zeppelin, se puede disfrutar de un estupendo paseo al borde del lago, actividad que tiene su final en el mirador metálico (de aspecto horrible, pero muy funcional) situado en el interior del lago, desde cuya planta superior se tienen las mejores vistas de la localidad. La belleza de las vistas no consiguió retenernos mucho allá arriba, porque la estructura se movía de lo lindo (el vaivén se apreciaba perfectamente simplemente quedándose quieto...¡y eso que no hacía una brizna de aire aquel día!)   







      Y finalmente llegamos a Lindau, la localidad más turística del sur del lago (con el permiso de la cercana Bregenz, en lado austriaco). Ciudad imperial independiente hasta el año 1803, pasó a formar parte de Baviera desde entonces. La ciudad antigua se ubica en una isla, unida a la ciudad nueva por medio de un par de puentes. El epicentro de la actividad se localiza en torno al puerto, que también pasa por ser la zona más atractiva visualmente de la ciudad. La entrada al puerto está flanqueada por un faro (al que se puede subir) y un león, símbolo de Baviera, elementos que dotan a este puerto de una belleza única. Hacia el interior, la actividad se desarrolla en torno a al bulliciosa Maximilianstr., una calle de unos 230m de longitud donde se puede apreciar el pasado medieval de la ciudad. En la Bismarckplatz se pueden ver frente a frente el antiguo (Altes Rathaus) y el nuevo ayuntamiento (Neues Rathaus) de la ciudad (las comparaciones siempre son odiosas, pero es que en esta ocasión, a pesar de los esfuerzos por dotar al nuevo ayuntamiento de personalidad propia, es dificil igualar la belleza del Altes Rathaus, que data del S. XV). Un paseo por las calles de la isla permitirán al viajero descubrir la torre de los ladrones, que a pesar del alegre colorido de sus capiteles y desenfadado aspecto, encierra la que fue una prisión, sin duda un lugar que muchos preferirían haber evitado visitar en el pasado. En la Marketplatz se pueden visitar la Catedral de Notre Dame, iglesia católica cuyos orígenes datan del año 810. La decoración, a base de estuco blanco, coloridos frescos y llamativos grabados sin duda merece una visita relajada. Justo enfrente se alza la iglesia evangélica de S. Stephan, cuyo interior es mucho más sobrio y carente de elementos decorativos. En el extremo oriental de la isla se encuentra el parque de la ciudad (Stadtgarten) y el casino. Una ciudad, Lindau, que al igual que Meersburg, no puedes dejar pasar si visitas la zona. Absolutamente recomendable. 























      Una hermosa región que espera a ser descubierta. Uno de esos sitios más que interesantes que tenemos cerca y que muchas veces pasan desapercibidos. No te lo pienses y lánzate a descubrir el Bodensee, seguro que te gusta (¡yo desde luego pienso repetir!) ¡Feliz verano y hasta pronto!