13 horas. Las horas que tuve entre viaje y viaje. Las horas que pasé en Colonia desde que llegué de mi viaje de vacaciones con M recorriendo Egipto hasta que emprendí el viaje por carretera hacia el aeropuerto de Düsseldorf, donde comenzó un nuevo viaje de trabajo que me llevaría a Kuala Lumpur y Bangalore durante las próximas dos semanas. Un viaje eminentemente profesional, pero con un fin de semana entre destino y destino, por lo que esperaba poder hacer algo de turismo, aunque breve, en aquellos lugares.
Mi primer destino fue Kuala Lumpur, una vieja conocida; allí comenzó mi particular romance con Asia, y cada viaje a Malaysia es especial, y los disfruto como si fuera el primero. En esta ocasión volé con Emirates, a bordo de un A380-800, vía Dubai. Volar en business es siempre toda una experiencia, pero con Emirates la experiencia comienza antes del vuelo, ya que ofrecen un servicio de traslado con chófer desde el domicilio hasta el aeropuerto. Una vez en el aeropuerto, Emirates dispone de su propia sala business (¡nada de compartir con otras compañías!), y ciertamente la oferta está un paso por delante de todo lo que he experimentado hasta ahora. Una vez a bordo (toda la planta superior del A380 está ocupada por las clases First y Business), el asiento es similar al de otras compañías, pero mejorado: mini-bar individual, tablet para manejar los contenidos multimedia (con una oferta impresionante), pantalla de gran tamaño, mayor anchura y espacio para el pasajero, acabados en símil madera, bar con lounge en la parte trasera de la cabina, servicio de cócteles...en definitiva, ¡una gozada! Todo lo que ganan en la experiencia pre-vuelo lo pierden, en parte, durante el vuelo, ya que el servicio presenta algunas carencias, como la ausencia del famoso (¡y esperado!) neceser de viaje en vuelos diurnos (¡sorprendente!), una oferta gastronómica limitada (y excesivamente orientada a paladares árabes) y una atención más que discreta: mucho tiempo entre platos en las comidas (¡hasta 40min en el vuelo DUB-DUS!), bebidas servidas a destiempo...
22 horas. Las que pasaron desde que salí de mi domicilio en Colonia hasta que llegué a mi hotel en Kuala Lumpur, el Traders KLCC, la misma elección que hice el año pasado en mi visita a Malaysia (110€/noche, habitación executive) La habitación 2323 me brinda unas estupendas vistas de las torres Petronas. Una habitación muy cómoda y amplia, un servicio impecable junto a una muy buena conexión a internet, imprescindible en todo viaje de trabajo, fueron los motivos que me llevaron a repetir experiencia en el corazón de Kuala Lumpur.
Y una vez en Kuala Lumpur, el trabajo y el tiempo empleado a diario en los desplazamientos desde KLCC hasta KLIA, mi lugar de trabajo, dejaron poco (ningún) tiempo para el turismo. Al menos pude aprovechar la tarde del viernes y el sábado completo para redescubrir mis zonas favoritas de la ciudad, y conocer algún rincón que se me había escapado hasta la fecha.
Cuevas Batu
He tenido la fortuna de visitar Kuala Lumpur en varias ocasiones, y he descubierto la ciudad plano en mano, a la antigua usanza, perdiéndome y encontrándome, caminando por caminar a la espera de la siguiente sorpresa que me pudiera deparar la ciudad, o buscando aquellos edificios simbolizados por grotescos dibujos en el mapa proporcionado por el hotel que indicaban la existencia de un punto de interés. Quizás fuera por eso por lo que nunca deparé en estas cuevas (¡no aparecían en mis mapas!), hasta que por casualidad di con ellas un día buscando visitas que hacer en los alrededores de la ciudad, y me propuse visitarlas en mi próxima visita a Kuala Lumpur, y aquella ocasión había llegado. Las cuevas toman su nombre del cercano río Batu y son el escenario de la peregrinación anual de en torno a 1,5 millones de fieles que acuden al lugar para honrar al dios guerrero Murugan, a quien están dedicadas las cuevas templo, a las que se puede acceder fácilmente en tren desde la estación KL Sentral, o KL (2,5 RMG/trayecto) El trayecto dura unos 20-25 minutos y el tren te deja a escasos metros de la entrada al recinto. La frecuencia de trenes durante los fines de semana es muy escasa (cada 45 minutos), por lo que es mejor informarse antes de los horarios (para no tener que estar esperando como hice yo...¡45 minutos! Entre semana los trenes circulan cada 15 minutos.
La entrada a las cuevas está presidida por la que hasta la fecha es la mayor representación de una deidad hindú en el mundo (casi 43m de altura, inaugurada en 2006) La deidad dorada marca el comienzo de una ascensión compuesta por 272 escalones que desembocan en la cueva del Templo, en cuyo interior hay diversos santuarios con distintas representaciones hindúes. Esta cueva esta prácticamente cerrada (tan solo tiene un par de pequeñas aberturas laterales al exterior, por donde se filtran los rayos del sol), y en ella se respira un ambiente místico y espiritual; el agua que se filtra por su techo produce un efecto de lluvia permanente en el recinto, lo cual no hace si no aumentar esa sensación especial, al estar en una cueva en la que "llueve".
El templo principal se encuentra más adelante, en la siguiente cueva (que no es tal porque está abierta al cielo), un precioso recinto natural al que se accede subiendo otros 63 escalones donde se enclava, en un ambiente único, el pequeño templo hindú. Esta combinación de naturaleza y misticismo hace de éste un lugar con una personalidad única y muy especial.
Al margen del templo principal, cuya entrada es gratuita, en el recinto se pueden hacer varias visitas extras (todas ellas con coste):
- Templo Ramayana (5 RMG), el primero que te encontrarás al salir de la estación de tren, presidido por una enorme representación de una figura mítica de color verde. El interior de la cueva presenta numerosas representaciones que narran la vida de esta deidad hindú; la cueva es de unas dimensiones mucho menores que las del Templo, aunque también presenta una ascensión interior de unos 100 escalones que conducen a...¡ninguna parte!...¡podrían indicarlo al comienzo de la escalinata!
- Saliendo del Templo Ramayana y caminando hacia la entrada principal se puede visitar una especie de zoo o recinto donde aparentemente se muestran distintos animales autóctonos (15 RMG) Viendo el aspecto del recinto, prescindí de la visita.
- La cueva oscura, una cueva natural a la que se accede por la escalera principal de acceso al Templo (35 EGP) poco antes de llegar al mismo. Hay visitas guiadas de 45 minutos de duración en las que se recorren las cuevas y se explican detalles sobre sus habitantes (murciélagos, gusanos, larvas...) y su fauna; por la información que se ofrece en la entrada y las explicaciones previas que dio la guía decidí ahorrarme la experiencia de caminar a oscuras con un casco con una lucecita pisando sobre guano y aguas estancadas y quien sabe que otras lindezas (pero como siempre...¡para gustos!)
La visita a las cuevas se puede realizar fácilmente en unas cuatro horas, incluyendo traslados, así que aun queda tiempo para dejarse seducir por las calles de Kuala Lumpur. En esta ocasión decidí bajar del tren en KL (la antigua estación de trenes), para poder visitar la mezquita nacional, ya que en anteriores visitas siempre la había visto por fuera al estar cerrada. Ésta vez sí pude acceder al recinto (semi-descalzo...vi que un par de personas iban con calcetines, y como se suele decir..."allá donde fueres haz lo que vieres") Pude descubrir el recinto (excepto la sala central de oración, que está reservada a los fieles musulmanes), y me sorprendió poder andar tan libremente por aquel lugar (a los grupos de visitantes les colocan unas túnicas azules, para tenerlos bien localizados), así que me vine arriba y me conecté a la red WiFi gratuita que tiene el recinto, y me puse a escribir a M, a mi madre, a mi hermana, a intentar llamar a un amigo cuyo cumpleaños se me había casi olvidado (¡según el horario español le felicité en hora!)...vamos, que debí de llamar algo la atención y me invitaron a salir para dejar los calcetines...y como yo ya pisé descalzo todos los templos que tenia que pisar en mi vida durante mi viaje a Myanmar, decidí abandonar el lugar (después de disfrutar de la conexión WiFi unos minutos más...normalmente compro una tarjeta SIM a la llegada, pero con un viaje tan corto y un teléfono nuevo que no sabia si la aceptaría...) Una visita, la de la mezquita nacional, que me resultó muy interesante y que tenia ganas de hacer.
Después del estupendo tiempo del que gocé por la mañana, la tarde amenazaba tormenta...¡y vaya si cumplió su amenaza! Cuando llueve en las zonas tropicales...¡llueve! Y más vale estar a cubierto porque si no es como un baño pero en cuestión de dos segundos. La primera explosión tormentosa me pilló muy cerca del mercado central, así que aproveché para dar una vuelta (se ofrecen todo tipo de recuerdos de la ciudad, artículos se artesanía y textiles a precio fijo, y sin presionar al comprador que puede pasear tranquilamente por los pasillos entre las tiendas) Como no escampaba, decidí probar el "food court" de la planta superior, que presenta especialidades tailandesas, indonesias y chinas mayoritariamente a unos precios muy competitivos (entre 7,5-18 RMG cada plato, en función del contenido) Una buena elección (como casi siempre en este tipo de lugares) El precio es inferior al que se paga en el barrio chino, en Jalan Alor, otro de mis lugares favoritos en KL, aunque en Jalan Alor puedes disfrutar de una gigantesca cerveza Tiger bien fría acompañada por varios platos...¡una experiencia, la de Jalan Alor, que no hay que perderse!
Mercado central de Kuala Lumpur |
Finalizada la tormenta proseguí con mi paseo, y con la noche acechando la ciudad me dirigí a la Plaza Merdeka, donde se encuentra el Museo de la Ciudad de Kuala Lumpur y el Club Selangor, y desde donde se puede disfrutar de una de las vistas más hermosas y distintivas del skyline de la ciudad, con las torres gemelas y la torre Menara abriéndose paso entre el resto de los edificios. La tarde finalizó con la tradicional y esperada visita a la calle Petaling, donde se pueden encontrar todo tipo de recuerdos e imitaciones de casi todo lo que se pueda imaginar: bolsos, carteras, camisetas, relojes...pese a lo esperado de la visita, esta vez no compré nada ya que no encontré ninguno de los artículos que iba buscando (por primera vez desde que visito esta calle tuve la impresión de que está perdiendo fuelle y ya no es lo que era...veremos si fue solo una sensación o se convierte en un hecho, aunque para ello tendré que esperar a mi próxima visita...)
Sin tiempo para más me dirigí al hotel a preparar la maleta. La tan esperada visita a Kuala Lumpur había pasado tan rápido que casi no me había enterado. 4 días en un suspiro. Y es que en Kuala Lumpur el tiempo pasa tan rápido que asusta; el romance continua...¿cuándo será nuestro próximo encuentro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario