Me gusta volar. Es una realidad. De las innumerables experiencias que he vivido en el medio aéreo a lo largo de los últimos veinte años (la mayoría a bordo de aeronaves en vuelos comerciales, incluyendo algunas no muy agradables, tales como aterrizajes frustrados, alertas de colisión entre aeronaves en aproximación, tormentas, turbulencias, etc.), solo recuerdo una ocasión en la que me haya sentido incómodo en el aire, y no fue otra que el preciso momento en el que la puerta de la avioneta que me llevaba para realizar un salto en paracaídas se abrió a 4000m de altura, justo antes del salto. Fue el único momento en el que estando en el aire pensé "¿qué hago yo aquí?" La duda desapareció tan pronto "salté" al vacío; recuerdo muy bien el momento, esa sensación de libertad, el aire sobre la cara, contemplar el horizonte hasta donde la vista alcanza, la velocidad en la caída, flotar....
De todos los artilugios que han sido creados por el hombre con el objeto de hacer realidad el sueño de volar (algunos de los cuales he podido probar, http://elviajerodelasnubes.blogspot.de/2015/07/sobre-volaro-como-hacer-realidad-un.html), el que ofrece las sensaciones más puras, en mi opinión, es el velero, seguramente por el silencio que rodea al vuelo, realizado sin ayuda de motores, la indescriptible sensación que supone encontrarse flotando en el aire, utilizando las corrientes, como los pájaros, para ascender y descender, vuelo en estado puro. Pero el vuelo es complicado: para llegar a tener esa sensación de libertad se necesita (ademas de tener/alquilar un velero, claro está) una avioneta que efectúe el remolque hasta la altura deseada en la cual el lastre se suelta y te permite quedar, ahora sí, a merced de las corrientes.
Y aún en el caso del velero, una estructura rodea tu cuerpo, así que las sensaciones son distintas de las que se tienen en un salto en paracaídas, mucho más naturales. Y cuando crees que ya está todo inventado, de nuevo surge una nueva forma de "volar" y a alguien se le ocurre crear un túnel de viento vertical que reproduzca las condiciones y sensaciones de un salto en paracaídas, pero sin los inconvenientes de aquel; no es nada nuevo, si bien su uso estaba destinado a profesionales por su elevado coste. En los últimos años han proliferado los centros de éste tipo destinados a todo tipo de público, y si bien los precios distan de ser accesibles para todos los bolsillos, sí permiten experimentar la sensación de flotar en el aire sin sufrir los inconvenientes de un salto en paracaídas.
Los Reyes Magos se suelen portar bien conmigo, y el pasado 6 de enero de 2017 no fue una excepción, así que entre los regalos que poblaban el suelo de mi casa bajo el árbol de navidad en Palencia se encontraba un bono para realizar 4 vuelos de un minuto de duración en el túnel de viento de MadridFly (https://es.madridfly.com/) El bono esperó paciente en la mesita de mi dormitorio de Colonia hasta que se diera la oportunidad de poder ser usado, y fue en un viaje de trabajo a Madrid realizada a mediados de Mayo cuando pude aprovechar la visita para materializar la experiencia.
La experiencia resultó de lo más entretenida. Una media hora antes de tu hora de reserva te equipan con el mono, gafas y casco y te dan una breve clase teórica explicando los principios de la cámara de vuelo, las señas para comunicarse, posición, etc. Una vez concluida la parte teórica, comienza la practica. Un reloj te va indicando el tiempo que te falta en tu vuelo (la cuenta se inicia en 1 min. 15 seg, para compensar el tiempo perdido por los cambios entre participantes), así como la velocidad del aire (en mi caso llegó a marcar unos 185Km/h, a un 80% de potencia), y una cámara de fotos perfectamente situada se ocupa de sacar las mejores instantáneas de tu vuelo. El vídeo se graba desde la parte inferior del túnel, así que las imágenes resultan muy diferentes a todo lo que hayas podido ver. Tras un primer vuelo de familiarización con el entorno, en el segundo vuelo ya subes y bajas por la cámara de vuelo (bueno, te suben y te bajan), ¡sin duda lo más entretenido de la experiencia! Los otros dos vuelos sirvieron para "perfeccionar" la técnica (con pocos progresos por mi parte...¡pero algún progreso hice!) y repetir los ascensos y descensos por la cámara. Como se va entrando por turnos, al final la aventura se demora por una media hora dentro de la zona de vuelo.
Al margen del vuelo, las instalaciones ofrecen un bar con servicio de restauración (hamburguesas y ese tipo de cosas) hasta las 1700h, y una tienda donde se pueden comprar artículos que te recuerden tu vuelo. En definitiva, un negocio redondo (si se calcula el precio por minuto y el número de personas que pueden volar en un día, las cifras marean), con unas instalaciones muy bien montadas y con todo lo necesario para poder disfrutar de la sensación de flotar en el aire, pero sin tener que saltar de un avión a 4000m de altura. ¡Un excelente regalo, queridos Reyes Magos! Y gracias también a Edu por el perfecto reportaje fotográfico de la experiencia ;-)
Datos de interés:
- 99€ por cuatro vuelos, de 1min cada uno.
- Hay que estar unos 45 minutos antes de la cita, para el briefing teórico, ponerse el traje, etc.
- Fotos digitales: 5€/foto
- Foto papel: 10€/foto
- Video: 15€
- Tus acompañantes pueden verte/grabarte/sacarte fotos desde el FlyBar, aunque por la posición de la cámara de vuelo, frente a un ventanal, las fotos pueden salir un poco a contraluz (dependiendo de la luz y hora del día)