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sábado, 13 de mayo de 2017

Bangalore, la India menos turísitca

  
       La ciudad aún dormía, y el despertador se empeñó en apartarme de la comodidad de la cama del hotel Traders en KL para dirigirme muy temprano (demasiado...) al aeropuerto, desde donde debía tomar un vuelo de Malaysia Airlines rumbo a mi siguiente destino, Bangalore, en India. Siendo honesto, la zona sur de India no se encontraba en mi lista de países para visitar; sí he pensado en visitar la zona del triángulo dorado al norte del país, viaje que espero materializar en el futuro, pero no considero que esa zona sea realmente el reflejo de lo que es el país. Pero en cuestiones de trabajo no decido a dónde tengo que viajar, y prefiero pensar que una vez tengo que visitar una ciudad nueva, seguro que ésta tiene algo que ofrecer y decido aprovechar y exprimir la experiencia al máximo. Para viajar a India necesita visado - al viajar por motivos laborales tuve que pedir un visado profesional, pero si se viaja por motivos turísticos se puede obtener un visado on-line o una "visa on arrival" directamente al llegar al aeropuerto y pagar la correspondiente tasa. El vuelo discurrió según lo esperado, con llegada en hora a Bangalore unas cuatro horas después de la salida de Kuala Lumpur, con un servicio de entretenimiento y gastronómico correcto por parte de Malaysia Airlines. Cubierto el tramite del pasaporte y maleta en mano, me dirigí a mi hotel en Bangalore, el Sheraton Grand Bangalore (170€/noche), un hotel muy cómodo, con una habitación muy amplia y con todas las comodidades necesarias para pasar casi una semana allí. Internet funcionó perfectamente (aunque tuve que pagar un suplemento para hacer uso de él, unas 1250 IRP/día), el desayuno es muy abundante y de calidad, y el establecimiento ofrece tres restaurantes, centro de negocios, spa, gimnasio (de los más completos que he visto en un hotel) y piscina entre otros servicios. El hotel se encuentra muy cerca de una parada de metro/mono raíl (Sandal Soap Factory), y a escasa distancia del ISKCON en Chord Road, una de las visitas obligadas en la ciudad. En las proximidades también hay un centro comercial con numerosas tiendas y un "food court" con establecimientos de comida rápida. Los restaurantes que hay en los accesos al centro son más selectos y occidentales (y también más caros para el estándar indio, rondando la comida con bebida los 800-1200 IRP): un chino, un indio, un italiano y un alemán constituyen la oferta gastronómica de la zona. Probé todos menos el italiano, y la verdad es que sólo repetiría (aunque sin mucho entusiasmo...) en el indio. 



        Bangalore. Con casi 6 millones de habitantes es la quinta ciudad más poblada del país, y se ha convertido en los últimos años en un centro tecnológico de referencia en la India...eso es lo que dicen los datos y las estadísticas, porque la ciudad se empeña en decir otra cosa. Posiblemente ésta sea la crónica sobre un viaje más corta y con menos fotos de cuantas haya escrito hasta la fecha. Y es que Bangalore ofrece un sinfín de imágenes basadas en sensaciones, de esas que no se pueden plasmar en una fotografía, y mucho menos por escrito, aunque lo intentaré (asumiendo que posiblemente fracase estrepitósamente en el intento) La ciudad ofrece un puñado de puntos de interés, que se encuentran dispersos por la ciudad, por lo que acceder a ellos requiere tiempo, y la recompensa no suele justificar el tiempo empleado. Los alrededores ofrecen, a priori, visitas mucho más interesantes, pero en un viaje de trabajo es imposible organizar una excursión a un parque, cascada o templo que se encuentra a más de una hora en coche de la ciudad, así que me limité a tratar de conocer la ciudad en los ratos que el trabajo me dejó al término de mi actividad laboral diaria y antes de que la puesta de sol hiciera estéril cualquier intento, ya que después del ocaso la iluminación en las calles de la ciudad es muy deficitaria. 







      Caminar por las calles principales de Bangalore no es agradable. Al ruido infernal del tráfico y de las bocinas - que usan sin parar como si alguien las hiciera caso (cuando su uso se convierte en un acto tan cotidiano como respirar, dejan de cumplir su función, algo que parecen no entender en ciertos países), se une el caos circulatorio, basado en la ley del más fuerte, la frecuente ausencia de aceras y la más absoluta falta de educación vial, lo que hace que caminar por esas avenidas o tratar de cruzarlas se convierta en una actividad de riesgo. Visualmente la recompensa tampoco justifica el peligro: ausencia de edificios notables, templos o de cualquier rastro de diseño arquitectónico en las fachadas de sus castigados edificios y descuidados negocios locales. La actividad comercial gira en torno a MG Road y Brigade Road, donde se pueden encontrar infinidad de centros comerciales, tiendas y restaurantes, con un toque un tanto occidental. Para mi sorpresa, los precios en las tiendas (de moda, de ropa deportiva) son similares a los Europeos...por contra, el precio del billete sencillo del metro (o mono raíl) es de solo 17 IRP (1€ = 70 IRP) El mono raíl funciona bastante bien y ofrece coches muy nuevos y buena frecuencia de paso...todo lo contrario que el autobús, que también probé por curiosidad y que no recomiendo por motivos prácticos (aunque si quieres experimentar la vida de Bangalore, un recorrido en autobús te acerca más a la experiencia real) 



       Cuando se abandonan las calles principales y se camina por las enrevesadas calles que conforman la ciudad, la percepción visual no mejora, pero sí la sensorial. El catálogo de sensaciones e imágenes que ofrece un paseo por una calle "normal" de Bangalore, aquellas donde se desarrolla la vida cotidiana de sus habitantes, es indescriptible. Guardo en mi memoria muchas sensaciones, pensamientos, aromas e imágenes de muchas personas que vi en mi viaje, personas que aunque no me hablaron me dijeron muchas cosas, ¡la fuerza de una mirada! Pero soy de esa extraña clase de personas que consideran que hacer una fotografía de un primer plano de una persona es, en cierta medida, una "falta de respeto", una invitación a que la persona fotografiada piense que la considero diferente, y eso me lleva a guardar mi cámara, y archivar estas imágenes sobre personas, las más valiosas, en mi memoria. 

      Bangalore. Una ciudad sucia, muy sucia. Y muy particular. Resulta ciertamente curioso ver toda clase de ganado andando libremente por las calles, desde ovejas y gallinas hasta vacas, vacas sagradas (aunque el aspecto de algunas de ellas delata que de sagradas tienen poco hoy en día) El tráfico las esquiva, y ellas circulan ajenas al ruido y el caos que gobierna la ciudad; la basura se convierte frecuentemente en su principal fuente de alimento, al tiempo que se convierten, sin saberlo, en el objetivo de las cámaras de los pocos occidentales que nos atrevemos a abandonar la "jaula" de cristal que suponen la mayoría de los hoteles de categoría de la ciudad, situados en zonas pobres (de hecho cualquier zona de la ciudad puede considerarse tal - y eso que la gente de allí comentaba que Bangalore es mucho mejor que cualquier otra ciudad de las que se puedan encontrar en la zona...), y adentrarse en la realidad de la urbe, de sus habitantes, a los que no les falta una mirada amable, una sonrisa curiosa en su rostro. Comentaba la gente de la organización a la que visité que los extranjeros éramos considerados invitados en su país, y como tal nos trataban, y es cierto. Ni una queja al respecto: la gente se ha mostrado muy respetuosa, no invadiendo el terreno personal; no te sentirás agobiado como en otros países, donde tratan de venderte algo a toda costa, o simplemente de engañarte. Una experiencia muy gratificante en ese sentido. Si las ciudades son el reflejo de la gente que las habita, entonces Bangalore es una gran ciudad (aunque el tráfico y su descuidada arquitectura se empeñen en transmitir el sentimiento contrario)







      Y poco más puedo contar de mi primera (y breve) experiencia en India. Casi dos semanas después del inicio del viaje y un mes después de haber salido de casa con destino a Egipto, inicié mi regreso a Colonia, un largo viaje con Emirates vía Dubai, a donde llegué a bordo de un B777 dotado de una cabina muy espaciosa y cómoda, sin duda la mejor en la que he volado en este tipo de vuelos de corta duración (unas 3,5h), y desde allí de nuevo a bordo de un A380 a Düsseldorf (después de una interminable escala nocturna de casi nueve horas en el aeropuerto de Dubai, donde apenas pude descansar por el ruido ambiente, los continuos avisos por la megafonía del aeropuerto y porque a alguna mente privilegiada se le ocurrió poner la zona de descanso del lounge justo encima de la zona se acceso al lado aire del aeropuerto donde se realizan los controles de seguridad, con lo que el ruido de las bandejas y los pitidos de los escáneres eran continuos), en la ya conocida y estupenda cabina business de la que había disfrutado en los vuelos de ida a Kuala Lumpur vía Dubai





      Casi 24h después de salir de mi lugar de trabajo en Bangalore, por fin llegué a casa. Y de nuevo, pese a las escalas efectuadas en Dubai, no tuve oportunidad se conocer ésta ciudad tan única como artificial...la luz se ha encendido...¡objetivo a la vista! De momento, los planes de viaje para los próximos dos meses me llevarán a Portugal, España e Islandia (viajes de ocio), así como a Egipto, Gales, España (en un par de ocasiones) y República Checa (por motivos profesionales); una agenda de lo más cargada...¡acompáñame a través de este canal! 



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