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domingo, 5 de julio de 2015

Vega de Pas, recorrido por el río Yera


       Las buenas fórmulas nunca fallan: sol, agua, montaña y amigos. Imposible resistirse a un plan así. Recibida la llamada de la organizadora (mi hermana) para realizar un recorrido por un río que incluía descensos en rapel, saltos y toboganes naturales en la localidad de Vega de Pas, al pie de los Picos de Europa, no dudé en adelantar mi inminente viaje a Madrid por motivos laborales para unirme al grupo y participar en esta refrescante y divertida actividad, apta para todas las edades (¡mas o menos!)



       Nueve horas de viaje de Colonia a Palencia, con Dusseldorf y Madrid como puntos intermedios, apenas 6 horas de sueño (más bien recostado en la cama soportando las altas temperaturas nocturnas) y en ruta hacia el norte de Palencia para comenzar la actividad organizada por Palencia Activa (www.palenciactiva.com) Tras un par de horas de coche llegamos a Vega de Pas. El punto de encuentro con Daniel, nuestro guía para la ocasión, fue el restaurante El Café (www.restauranteelcafe.es), donde luego también comeríamos (copiosamente y a ¡precios increíbles!) 

      Equipados con todo lo necesario, remontamos el río caminando por el sendero adyacente hasta que una media hora más tarde llegamos al punto de inicio de la actividad (hicimos el recorrido completo - la empresa también ofrece un recorrido mas corto pero puestos a hacer algo...¡mejor hacerlo todo!) Con no poco sufrimiento (por el sudor de la caminata) y una buena dosis de risas, finalmente conseguimos equiparnos con neopreno, mosquetones, arnés y casco para comenzar el descenso por el río en un entorno impresionante, con el sol filtrándose entre las copas de los árboles que protegen el curso del río, tratando de esconder el secreto que esconde el valle. 




     La actividad comienza de forma suave, con un descenso por un pequeño tobogán natural que desemboca en una pequeña poza donde comprobamos que el neopreno cumplía con su función a la perfección protegiéndonos de las gélidas aguas del río. Un par de saltos pequeños (3-4 metros), un descenso en rapel por una pared vertical y otro tobogán natural dieron continuidad a la actividad, recorriendo entre una dificultad y otra el lecho del río. 

El primero de los toboganes naturales
El primero de los saltos al que nos enfrentamos en el recorrido

Bajando en rapel
Otra de las cascadas; en esta ocasión bajas atado como una longaniza
      La segunda parte del recorrido (el recorrido corto) ofrece un par de saltos algo mayores (de unos 5-6 metros), donde el grupo sufrió las primeras bajas (pero para aquellos que no se decidieron a saltar al vacío pudieron bordearlo andando por el camino cercano), algún tobogán y otro descenso "atados", esta vez no en rapel sino cogido como una salchicha para descender una pequeña cascada, ya que la profundidad de la zona no permitía salvar el obstáculo saltándolo. El plato fuerte de la actividad estaba reservado para el final, donde un salto de unos 8-9 metros en un estrecho y oscuro desfiladero que hacía difícil divisar el fondo del mismo puso a prueba el "valor" de los más aventureros. Cinco de los nueve integrantes del grupo afrontamos el "reto" y nos quedamos incluso con ganas de repetir. ¡Absolutamente recomendable!




¡El salto final!
        Tras algo mas de tres horas de caminata por el río, descubriendo sus rincones y salvando los obstáculos que la naturaleza había creado a lo largo de los años, llegó el momento de reponer fuerzas, satisfechos por la actividad realizada que sin duda había respondido a las expectativas (¡al menos a mí me encantó la experiencia!) En el restaurante El Café repusimos fuerzas en un entorno precioso: una excelente comida, en abundante cantidad y a unos precios difíciles de imaginar (aún es posible comer de calidad y a buen precio en algunos sitios) Por poner algún ejemplo, un cocido Montañés vale 3,5€, un perolo de alubias 2€, un solomillo (hermosísimo, sabroso y bien cocinado) sale por unos 11€ y una chuleta del tamaño de una pizza por 10€. De los postres mejor ni hablar, ¡a cual mejor! (Incluso para los no golosos, como yo) Y todo casero y con un trato excepcional...¿qué más se puede pedir?


¡Ojo con leer la prensa en el restaurante El Café!
      Una experiencia de lo más recomendable y divertida. El próximo reto a corto plazo pasa por completar el curso de buceo en aguas abiertas para obtener la licencia PADI que no pude completar en mayo por, entre otros motivos, el mal estado del mar (digámoslo así ;-))  Espero que en agosto pueda completarlo, ¡os mantendré informados! 

      Para finalizar, un pequeño vídeo resumen (cuatro minutos) de la actividad realizada en Vega de Pas:



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