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2022 comenzó con un viaje de trabajo a Toulouse (el último - por el momento - de una larga serie de viajes a la ciudad francesa a lo largo de los últimos años), y como a Toulouse la verdad es que he tardado en encontrarle la "gracia" ya que durante muchos años me alojé en la zona del aeropuerto y le di la espalda a la ciudad, hasta que un día decidí alojarme en el centro, y me arrepentí de todas aquellas tardes que había "desperdiciado" en aquel fabuloso pero aislado hotel del aeropuerto - la imagen que abre ésta breve reseña es de Toulouse, aproveché una medio tarde que me quedó libre para sacarle partido al flamante BMW serie 6 que me "prestó" la compañía de alquiler de coches y acercarme a la localidad de Carcassone, localidad conocida por su fortaleza medieval, La Cité como se la conoce popularmente. Por su ubicación en lo alto de una colina, ha sido un lugar estratégico desde tiempos inmemorables. La construcción actual combina elementos de la época de dominio romano con otros medievales más recientes, y debido a su excepcional estado de conservación, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Al margen de la citadel, el resto de la localidad no tiene mucho que ofrecer, sinceramente. Pero la citadel bien merece una visita, ¡sin duda!
Y en Carcassone me planté con todo el equipo: telefóno, cámara, objetivos, dron...por desgracia la ciudadela está muy cerca de la senda de aterrizaje del aeropuerto de la localidad (bastante poco activo, la verdad, pero las limitaciones siguen ahí aunque no haya vuelos...), así que volar allí con un dron es casi misión imposible (en muchas zonas el sistema te impide incluso despegar por la proximidad del aeropuerto, y aún consiguiendo despegar, la altura de vuelo está muy limitada en todo el recinto - y bajo tu propia responsabilidad), lo que es una pena porque las imágenes del recinto, con su doble muralla, desde el aire, tienen que ser impresionantes.
Pero el sol lucía (aunque la intensidad se iba debilitando por minutos ya que la tarde iba cayendo), hacía bastante frío y me dediqué a recorrer el perímetro de la muralla y las zonas interiores de la ciudadela que se pueden visitar (hay una zona de pago, pero ya estaba cerrada cuando llegué, y es la que da acceso al castillo y a sus dependencias). Sin duda un lugar que te transporta a otra época: la soledad y el silencio que me acompañó en mi recorrido (apenas me crucé con un par de personas) hizo posible que la imaginación volara, y ese vuelo me transportó hasta una época muy lejana, donde pude sentir cómo se desarrollaba la vida tras esos muros e imaginar las innumerables batallas de las que las almenas y torres de vigilancia habrán sido testigos a lo largo de los siglos.
Para cuando terminé mi recorrido y regresé mentalmente al S. XXI, la ciudadela reflejaba los cálidos tonos de la luz del sol al atardecer, el momento ideal para acercarse hasta el cercano puente sobre la carretera N113 que lleva al centro de la localidad y desde el que se tienen unas estupendas vistas de la ciudadela y del puente viejo, siendo ésta la imagen más representativa de la fortaleza sin duda. Una visita breve pero interesante, y una recomendación clara para quienes estén por la zona y tengan un par de horas para descubrir un sitio con mucha historia.