A mediados de Noviembre, y después del bajón moral sufrido por la inexplicable cancelación de mi viaje profesional cuidadosamente planificado a Kuala Lumpur (el último cartucho para viajar antes de final de año), M quiso levantarme un poco el ánimo y me preparó por sorpresa una visita al templo Sri Kamakshi Ampal, situado en la localidad alemana de Hamm, y que pasa por ser el templo hinduista tamil mas grande de Europa desde su construcción en 2002. El templo ocupa una superficie de 700 metros cuadrados y está dedicado a la diosa Kamakshi (lee los deseos de los ojos).
La historia del templo está estrechamente relacionada con la llegada desde Sri Lanka de miles de tamiles que salieron de su país cuando se intensificaron los conflictos religiosos en 1983. Uno de aquellos refugiados, un sacerdote tamil, comenzó años después a oficiar servicios en el sótano de su apartamento alquilado, pero el local no cumplía con ninguna de las normativas existentes y tuvieron que buscar un nuevo emplazamiento para continuar con sus celebraciones. En Marzo de 1997 se construyó un pequeño templo en el polígono industrial de Hamm (que hoy es la casa del sacerdote tamil que dio origen a todo esto, quien también es el administrador, experto en rituales, líder espiritual y presidente del templo y al que se puede ver preparando las ofrendas antes de las celebraciones, que tienen lugar a diario hasta en 3 ocasiones), y en el año 2000 se inició la construcción del templo actual justo enfrente. El templo, que además de a la diosa Kamakshi también rinde culto a los 9 dioses planetarios y otras 200 deidades distintas, sigue los cánones constructivos tradicionales del templo Kanchi-Kamakshi en Kanchimpura, al sur de la India, y para su construcción se contrató a trabajadores de la india, sobre todo para la decoración y representaciones de deidades. En su interior cuenta con 8 altares de oración, todos ellos muy coloridos, como suele ser habitual en éste tipo de templos. El templo se inauguró en el año 2002 con una celebración de 13 horas. Visitarlo justo antes de que comience la celebración de mediodía del sábado te transporta, durante unos instantes, a lugares situados a miles de kilómetros de allí.