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viernes, 25 de septiembre de 2020

Napoles y alrededores: Costa Amalfitana, Pompeya, Vesubio y Procida.


        Después de seis meses sin viajar por motivos profesionales, con escasos viajes personales y habiendo dejado atrás durante éste periodo viajes a Estados Unidos, China, Japón, Islandia, Indonesia, Malaysia, Irlanda o España, por citar solo algunas de las actividades planificadas y canceladas desde Marzo de éste año, unido a una nueva cancelación de un viaje que tenía previsto realizar con mi hermana y mi cuñado en Septiembre, me empujó a la necesidad de viajar, sin importar demasiado el destino, solo por el "placer" de viajar y recordar la que era hasta hace solo unos meses mi modo de vida: salas de espera de aeropuertos, vuelos y hoteles. Las restricciones impuestas por muchos de los países a la llegada de turistas (imposiciones que vienen tanto de países de dentro como de fuera de la Unión Europea), y las propias restricciones de viajes impuestas por mi país de residencia (la famosa lista del RKI) dejaban poco lugar para la elección, y con la idea de un vuelo corto y directo desde Colonia/Dusseldorf me decanté por la opción de Nápoles, una de las pocas opciones disponibles a un destino en el que no hubiera estado aún.  

       No nos engañemos: Nápoles no es un destino soñado, pero en las condiciones actuales cualquier destino sonaba, en cierto modo, atractivo. Las expectativas se cumplieron: Nápoles es una ciudad a la que, si de mí dependiera en el futuro, no regresaría: tiene un centro histórico que pese a ser Patrimonio de la Humanidad, se encuentra en un estado de abandono lamentable, unas infraestructuras más propias de un país en vías de desarrollo que europeo y unas condiciones higiénicas que hacen pensar que ciudades como Hanoi son un referente en cuanto a la gestión de la basura, con contenedores de basura rebosantes, desperdicios por todas partes y suciedad, mucha suciedad. Así las cosas, Nápoles gana en las distancias lejanas: cuanto más te alejas de la ciudad, mejor impresión te llevas: los miradores de San Antonio a Posillipo y de San Martino ofrecen, sin ninguna duda, la mejor cara de la ciudad. Y bajando de las alturas, la ciudad ofrece un par de sitios interesantes de visitar, pero todo eso te lo cuento con más detalle en la crónica completa del viaje.




        Pero por fortuna, el viaje no sólo era para visitar Nápoles; en toda viaje a la ciudad en la que nació la pizza no puede faltar una visita a Pompeya, una de las ciudades más famosas de los tiempos antiguos, y que quedó completamente destruida después de la violenta erupción del cercano Vesubio allá por el año 79 de nuestra era. Los trabajos arqueológicos que se han llevado a cabo han devuelto en cierta medida la vida y la actividad robada de forma violenta a la ciudad, y hoy es posible recorrer las calles de lo que era ésta gran ciudad de la época y visitar algunas de las viviendas y edificios que han conseguido recuperarse, en mayor o menor medida.






       Y lógicamente no podía dejar pasar la oportunidad de subir al cráter del volcán que originó tanta destrucción hace casi 2000 años; observando su estado actual, de total tranquilidad y ausencia de actividad, cuesta imaginar que pueda ser tan destructivo. Pero no hay que confiarse; desde el S. XVII el volcán ha entrado en erupción en numerosas ocasiones, a intervalos medios de unos 20 años. La última erupción se produjo hace unos 80 años...tal vez la naturaleza se esté simplemente dando un respiro después de un periodo tan activo, o quizás este cogiendo fuerzas para recordar a los miles de personas que se han asentado en sus laderas quién es el que manda. De una forma u otra, lo sabremos en el futuro (bien nosotros, bien las generaciones venideras, en caso de que el Vesubio decida continuar con su siesta unas décadas más).


      Procida. Posiblemente el nombre no te suene de nada, pero cuando veas las imágenes te enamorarás del lugar y no se te olvidará su nombre. Procida es el nombre de una pequeña isla situada muy cerca de Nápoles, un destino muy famoso y frecuentado por los locales. Varios ferris conectan la diminuta isla, de apenas 4Km de longitud, con la península itálica a diario, en un trayecto que dura una hora, lo que hace que sea una excursión ideal de un día desde Nápoles.



      Y para finalizar, no podía faltar en el viaje uno de los motivos fundamentales de haber visitado la zona, y que no es otro que recorrer la costa amalfitana en motocicleta. La carretera de la costera amalfitana pasa por ser una de las carreteras más bonitas del mundo, y doy fe de que así es. La carretera discurre bordeando la costa, sorteando acantilados y ofreciendo mil y un motivos para detenerse a contemplar la belleza del paisaje. Los pueblos de la zona costera, coloridos y vibrantes, se caracterizan por sus casas que parecen colgar de las montañas a cuya sombra han ido creciendo. Poco queda ya de la esencia de éstos pueblos que originalmente eran localidades de pescadores, y en la actualidad se han convertido en importantes focos turísticos: Amalfi, Atrani o Positano son solo algunas de las localidades que ven multiplicar su población exponencialmente durante los meses estivales.








      Como ves, el viaje ha deparado historia, arte, naturaleza, mar y montaña. Si quieres conocer todos los detalles del viaje y ver las estupendas imágenes que el viaje me ha regalado (algunas), te invito a que accedas a la crónica completa del mismo a través del menú de páginas situado a la derecha de la página principal (si accedes mediante un Pc), pinchando AQUI o haciendo clic en el siguiente enlace (para todo tipo de dispositivos):

 Crónica del viaje Nápoles y alreadedores

       ¡Nos vemos pronto!

lunes, 7 de septiembre de 2020

danipale ahora es elviajerodelasnubes

          Hola viajeros; danipale.blogspot.com se ha mudado a un nuevo sitio, donde podrás tener acceso a todas las crónicas como antes, solo el nombre ha cambiado. Ahora danipale es elviajerodelasnubes.blogspot.com. ¡Y también estrenamos logo! Espero seguir contando con tu compañía.