Me gusta volar.
Si me sigues habitualmente en este espacio, ésta afirmación te sonará familiar
(me gusta volar, sobre volar). Después de haber disfrutado de vuelos en velero y avioneta, entre
otras aeronaves, el siguiente paso lógico era probar el motovelero, un híbrido
entre ambos con la apariencia y maniobrabilidad propia del velero pero dotado
de un pequeño motor que le permite despegar sin ayudas externas y desplazarse por el aire sin necesidad de ser
un experto en corrientes térmicas. Y siguiendo esa curiosa tradición no escrita
de que estas actividades me suelen llegar como regalos, en esta ocasión no iba
a ser menos y la actividad se la debo al regalo que M me hizo por mi (ya no tan) reciente cumpleaños: un día en el cockpit de un motovelero.
El club de vuelo de Leverkusen (localidad que tiene su razón de ser en la empresa química Bayer), Luftsportclub Bayer Leverkusen E.V., fue el escenario de mi particular regalo. Después de pasar por un proceso de reserva complicado e ineficaz (primero hay que hacer la transferencia, luego se recibe un bono por correo ordinario en casa y después hay que hablar con el piloto para acordar fecha y modelo de aeronave para la actividad...), y merced a un cambio imprevisto de última hora en las reservas de vuelo del club, pude disfrutar de mi regalo antes de lo que en principio había pensado. A la hora señalada nos encontramos con el piloto, Dirk, que actuaría como guía durante la actividad.
Después de una breve clase teórica y de preparar el vuelo (identificando los sitios que me gustaría visitar durante el mismo), nos dirigimos a los hangares para preparar la aeronave. El club cuenta con dos motoveleros, aunque solo uno estaba operativo (de este “pequeño” detalle nos dimos cuenta casi al final de la inspección prevuelo, ya que Dirk identificó una pieza rota en la tapa del tren delantero), un bimotor equipado con un motor rotax de 4 cilindros que desarrolla una potencia cercana a los 100CV (sin turbo; el otro sí disponía de turbo). Finalizados los preparativos, ya estábamos listos para el vuelo…¡allá vamos!
Tras una breve
carrera de despegue, la pequeña aeronave se hizo al aire de una forma muy
suave; una sensación de estar flotando invadió mi cuerpo en esos instantes
posteriores al despegue. Por unos segundos tan solo la confirmación visual de
ver que el suelo se "alejaba" hacía indicar que estábamos volando. El vuelo
discurrió de la misma forma que el despegue, de forma muy tranquila, sin las
turbulencias que cabría esperar en una
aeronave de unos 500Kg de peso surcando los cielos en plena ola de calor.
Establecido el nivel de vuelo en torno a los 2000 pies (unos 600m), disfruté a
lo grande de tan relajado paseo, disfrutando de la belleza del entorno de
Colonia, descubriendo lugares desconocidos para mí después de tantos años
viviendo en la región; y es que desde el aire, todo se aprecia de una forma
diferente.
En primer lugar
nos dirigimos a los lagos cercanos a Odenthal y Hückeswagen, una zona que ofrece
posiblemente una de las vistas más impresionantes de la región. Los colores
verdes de las zonas arboladas contrastaban con el inusual color pajizo que
lucen las llanuras de césped de toda la región, una tonalidad totalmente
desconocida por mí en esta zona y que es fruto de un verano extremo, con
altísimas temperaturas y ausencia de lluvias, que lleva azotando la región
desde hace ya casi tres meses.
Nuestro vuelo continuó sobrevolando las localidades de Wermelskirchen y Solingen, con su precioso castillo ubicado en la cumbre de la colina que domina la localidad, con tiempo para familiarizarse con el entorno, los instrumentos de vuelo y disfrutar de un día precioso desde el aire.
Desde Solingen nos dirigimos hacia Düsseldorf, una vista más familiar en esta ocasión ya que Düsseldorf es punto de salida habitual de mis viajes profesionales, y con la premisa de volar siempre que puedo al lado de una ventanilla, las vistas de la ciudad alemana desde el aire me resultaban muy familiares. Tuvimos tiempo de visitar una de las muchas centrales térmicas de la región, y hasta una mina de carbón a cielo abierto: impresionante la vista desde el aire, apreciando las dimensiones de la explotación en toda su magnitud. Dirk me comentó que cuando termine la explotación de la mina, hay planes de crear en el enorme agujero generado un lago artificial, llenado con agua del Rhin. El proceso puede durar entre 30 y 80 años...todo un dato.
La última parada del recorrido no podía ser otra que Colonia; después de solicitar permiso a la torre de control del aeropuerto de Colonia-Bonn para sobrevolar la zona de la catedral y de obtenerlo, nos dirigimos directos hacia nuestro objetivo. Colonia es otra localidad que conozco muy bien desde el aire por el mismo motivo explicado anteriormente sobre Düsseldorf, pero desde los 600m de altura y sobrevolando tan cerca la ciudad la perspectiva y las sensaciones son completamente diferentes. La experiencia es absolutamente recomendable, el final perfecto a una experiencia formidable a bordo, con la posibilidad de sobrevolar muchos de los lugares por los que habitualmente camino, con el punto álgido que supuso poder circunvolar la catedral, el icono de la ciudad y casi de la región, una construcción magnífica que sorprende desde tierra y asombra vista desde el aire. ¡Absolutamente fascinante!
El tiempo de vuelo llegaba a su fin y ya solo quedaba dirigirnos de regreso al aeródromo de Leverkusen desde el que despegamos una hora atrás. Tiempo aún para ver desde el aire es fabuloso estadio del Bayer Leverkusen, y tomar tierra en la bacheada pista pajiza del aeródromo de una forma sorprendentemente suave (¡ya quisiera tener aterrizajes así en muchos de los vuelos comerciales que he tomado!), de igual manera que había transcurrido todo el vuelo. En la retina las imágenes de los pantanos, los puentes metálicos, las pequeñas poblaciones que habíamos sobrevolado, y como no la imagen de Colonia y su catedral. Ni que decir tiene que terminé encantado con la experiencia, que superó ampliamente mis expectativas. Como Maverick y Goose (:-P) abandonamos el aeroplano y nos dirigimos hacia el restaurante del club, donde M nos esperaba para terminar la experiencia con un sabroso almuerzo en el club de vuelo, donde seguimos interrogando a Dirk sobre el funcionamiento del club, sembrando la semilla para más actividades en el futuro tal vez... Si tienes la oportunidad de hacer algo parecido en tu región, ¡ni lo dudes! Y para finalizar...¡gracias M por el regalo!
Nuestro vuelo continuó sobrevolando las localidades de Wermelskirchen y Solingen, con su precioso castillo ubicado en la cumbre de la colina que domina la localidad, con tiempo para familiarizarse con el entorno, los instrumentos de vuelo y disfrutar de un día precioso desde el aire.
Desde Solingen nos dirigimos hacia Düsseldorf, una vista más familiar en esta ocasión ya que Düsseldorf es punto de salida habitual de mis viajes profesionales, y con la premisa de volar siempre que puedo al lado de una ventanilla, las vistas de la ciudad alemana desde el aire me resultaban muy familiares. Tuvimos tiempo de visitar una de las muchas centrales térmicas de la región, y hasta una mina de carbón a cielo abierto: impresionante la vista desde el aire, apreciando las dimensiones de la explotación en toda su magnitud. Dirk me comentó que cuando termine la explotación de la mina, hay planes de crear en el enorme agujero generado un lago artificial, llenado con agua del Rhin. El proceso puede durar entre 30 y 80 años...todo un dato.
La última parada del recorrido no podía ser otra que Colonia; después de solicitar permiso a la torre de control del aeropuerto de Colonia-Bonn para sobrevolar la zona de la catedral y de obtenerlo, nos dirigimos directos hacia nuestro objetivo. Colonia es otra localidad que conozco muy bien desde el aire por el mismo motivo explicado anteriormente sobre Düsseldorf, pero desde los 600m de altura y sobrevolando tan cerca la ciudad la perspectiva y las sensaciones son completamente diferentes. La experiencia es absolutamente recomendable, el final perfecto a una experiencia formidable a bordo, con la posibilidad de sobrevolar muchos de los lugares por los que habitualmente camino, con el punto álgido que supuso poder circunvolar la catedral, el icono de la ciudad y casi de la región, una construcción magnífica que sorprende desde tierra y asombra vista desde el aire. ¡Absolutamente fascinante!
El tiempo de vuelo llegaba a su fin y ya solo quedaba dirigirnos de regreso al aeródromo de Leverkusen desde el que despegamos una hora atrás. Tiempo aún para ver desde el aire es fabuloso estadio del Bayer Leverkusen, y tomar tierra en la bacheada pista pajiza del aeródromo de una forma sorprendentemente suave (¡ya quisiera tener aterrizajes así en muchos de los vuelos comerciales que he tomado!), de igual manera que había transcurrido todo el vuelo. En la retina las imágenes de los pantanos, los puentes metálicos, las pequeñas poblaciones que habíamos sobrevolado, y como no la imagen de Colonia y su catedral. Ni que decir tiene que terminé encantado con la experiencia, que superó ampliamente mis expectativas. Como Maverick y Goose (:-P) abandonamos el aeroplano y nos dirigimos hacia el restaurante del club, donde M nos esperaba para terminar la experiencia con un sabroso almuerzo en el club de vuelo, donde seguimos interrogando a Dirk sobre el funcionamiento del club, sembrando la semilla para más actividades en el futuro tal vez... Si tienes la oportunidad de hacer algo parecido en tu región, ¡ni lo dudes! Y para finalizar...¡gracias M por el regalo!