La siguiente parada en mi viaje por Tailandia de este año me llevó hasta Chiang Mai, un popular destino de mochileros que está tratando de hacerse con una identidad propia, alejado de la imagen de turismo barato y de escasa calidad que le dio fama. La ciudad se ha esforzado por cambiar esta imagen, y los boutiques-hotel proliferan en la ciudad. Siguen siendo alojamientos muy económicos (comparados con el estándar europeo), pero ofrecen servicios de mucha mayor calidad. La ciudad, unas cincuenta veces más pequeña que Bangkok, cuenta con prácticamente el mismo número de templos budistas que ésta, lo que da idea de la importancia que la localidad tuvo en tiempos pasados. Así, es prácticamente imposible pasear por esta enorme ciudad sin tropezarse con un templo.
Pero Chiang Mai es mucho más. La cercana Doi Suthep ofrece numerosos puntos de interés en un entorno privilegiado y muy cerca de la ciudad, con mención especial para Wat Pha Lat, el templo de la roca, y Wat Phra That Doi Suthep, referente religioso de la zona.
Los alrededores de la ciudad esperan a ser descubiertos: Borsang, el pueblo de las sombrillas tailandesas, o Sankampaeng, con sus aguas termales, ofrecen una visión bien distinta del país. Y qué decir de Doi Inthanon, donde se encuentra la montaña más alta del país y en cuyas laderas se puede disfrutar de espectáculos naturales sorprendentes y mágicas construcciones en la cima de la montaña. Chiang Mai ofrece la combinación perfecta de naturaleza y turismo urbano, todo un tesoro que espera a ser descubierto.
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