Translate

martes, 30 de agosto de 2016

Petra, viaje a los orígenes del pueblo nabateo

         
          Mi primera incursión en Oriente Medio tuvo a Israel y Jordania como testigos de mis andanzas por aquellas tierras. Confirmada la necesidad de viajar a Israel por motivos profesionales, y toda vez que el destino no estaba en mi lista de favoritos por visitar, decidí extender el viaje y escaparme a Jordania para poder disfrutar de uno de esos lugares únicos, mágicos, que definitivamente sí estaba en mi lista de lugares por visitar: Petra. 



Las calles de Jaffa
      Pero una vez allí, tampoco iba a desaprovechar la oportunidad de conocer Tel Aviv, el destino de mi viaje de trabajo. La capital Israelí me decepcionó profundamente en cuanto a la imagen y aspecto que ofrece al viajero. Bien es cierto que no tuve tiempo de profundizar lo suficiente en todo lo que la ciudad puede ofrecer, pero con la excepción del Promenade (paseo marítimo), que aglutina buena parte de la oferta turística y de ocio de la ciudad, con Jaffa como lugar de referencia, la imagen que ofrece el resto de la ciudad es la de una ciudad vieja, obsoleta, descuidada y en proceso de transformación, una imagen que dista mucho de la imagen que tenia de Israel antes de mi viaje, la imagen de un país moderno y económicamente desarrollado. La ciudad ofrece no obstante un puñado de sitios interesantes que descubrir, y como no, la posibilidad de viajar a la cercana Jerusalén, visita que no estaba en la agenda de viaje pero que acabó sucediendo. Una visita breve, eso sí, pero suficiente para hacerme una idea de las maravillas que encierra la ciudad, la mayor por población del país, uno de los destinos de turismo religioso por excelencia, que también sirvió para dejar evidente, por qué no reconocerlo, mi profundo desconocimiento de las principales religiones monoteístas y de los vínculos que en ésta región se establecen entre ellas, una región que es un autentico polvorín, una encrucijada de religiones y culturas que amenaza con estallar en cualquier momento. 

Paseo marítimo de Tel Aviv
Jaffa, desde el malecón
El muro de las lamentaciones, Jerusalén
      La ciudad rojiza-rosada oculta en las montañas Jordanas fue el principal destino de mi viaje, un viaje organizado por libre, como de costumbre, viajando desde Tel Aviv hasta Wadi Musa, la puerta de acceso a la ciudad secreta de Petra, viaje no exento de dificultades y contratiempos (como cada vez que se hace un viaje por libre en un entorno que no sea Europeo o Americano), pero muy reconfortante. Bien es cierto que con la información que he recopilado durante el viaje y con lo vivido, si tuviera que organizar el viaje hoy lo haría de otra forma (posiblemente viajaría a través de Amman, en lugar de Aqaba, al borde del mar rojo, ya que ofrece muchas mejores comunicaciones con Wadi Musa)

Mezquita Al-Sharif Al-Hussein bin Ali, en Aqaba

        Petra, ciudad fundada por los nabateos hace más de 2000 años, figura por méritos propios en la lista de lugares considerados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Una visita que no defraudó en absoluto y que me ofreció multitud de experiencias y sensaciones, un territorio inhóspito que ofrece, al margen del circuito turístico tradicional que puede completarse en 4 ó 5 horas, multitud de oportunidades para descubrir por uno mismo el terreno, una ocasión para sentirse como un autentico explorador. Todo asombra en Petra, una ciudad excavada en la roca, en medio de un paisaje desértico hipnótico. Las altas temperaturas en la zona en Agosto no supusieron un freno para descubrir, mochila repleta de agua y cámara en mano, algunos de los secretos que la ciudad del desierto ofrece. Un viaje al pasado, a los orígenes de una de esas civilizaciones que durante años permanecieron olvidadas, como si nunca hubieran existido, y que fue redescubierta hace tan solo 200 años de la mano de un viajero suizo. 




           ¡Pero el viaje dio mucho más de sí! esto ha sido solo el aperitivo. Si quieres saber más sobre los secretos ocultos en el desierto Jordano, y sobre mi viaje a Tel Aviv, Petra y Aqaba, te invito a que accedas a la crónica del viaje completa, a la que puedes acceder como de costumbre desde la lista de páginas de la derecha o a través del siguiente enlace:


      Espero que disfrutes del recorrido tanto como yo lo he hecho del viaje. Mi próximo viaje, para el que ya estoy preparando las maletas, tendrá al continente africano como escenario, un safari fotográfico por Kenia, otro de esos viajes que a priori promete experiencias y sensaciones únicas. ¡Al regreso os cuento!

Atardecer sobre el mar rojo, Aqaba

sábado, 6 de agosto de 2016

Costa Este de Estados Unidos: NY, Atlantic City y Philadelphia

       La primavera de 2016 resultó ser muy activa en cuanto a viajes se refiere. Con motivo de la semana santa M y yo nos embarcamos en un viaje de dos semanas para descubrir la costa Este de Estados Unidos (Norte) y hacer una escapada a Toronto y Niágara, en Canadá, un capricho personal mío. Un viaje que comenzamos a  planear a finales del 2015 y que se concretó a primeros de año con la compra de los billetes de avión, el hecho que normalmente da el pistoletazo de salida a la preparación de todo viaje (¡si no hay vuelo, no hay viaje!) A partir de ahí, el tiempo voló y sin darnos cuenta nos encontramos a bordo del avión con destino a Estados Unidos

      La primera escala del viaje (después de la inevitable parada en Heathrow) fue Nueva York. Poco se puede decir de la Gran Manzana. Escenario de un sin fin de películas y series de televisión, portada de noticias casi a diario, Nueva York desprende el inconfundible aroma de la exclusividad, la que le otorga el ser la capital del mundo occidental. Pasamos seis noches en la ciudad, suficientes para conocer los sitios más emblemáticos de la ciudad, sin respiro, eso sí; insuficientes para conocer los entresijos de ésta magnífica ciudad...lo que garantiza (espero) una nueva visita en el futuro. 


       La siguiente parada del viaje fue Atlantic City, una ciudad que rezuma un aroma muy particular. La que fuera en otros tiempos la capital del juego y del tráfico ilegal de alcohol durante la ley seca, se ha convertido en una especie de Las Vegas de segunda división regional. La estancia de un par de noches fue más que suficiente para conocer la capital del juego de la costa Este. Una ciudad que sin duda vivió tiempos mejores en el pasado, y que sueña con revivir aquellos tiempos. Si bien la ciudad no respondió a las expectativas que tenía depositadas en ella (que quizá eran demasiado elevadas), la estancia fue de lo más agradable y resultó ser un buen punto de paso en nuestra ruta americana.

      Philadelphia fue la siguiente ciudad en sumarse al viaje. Una ciudad con personalidad propia y múltiples caras. Historia, ocio, modernidad, museos, gastronomía local...todo cabe en una de las ciudades más caras de cuantas he visitado. La ciudad en la que se gestó el nacimiento de una nueva nación conserva casi intacto su pasado colonial, pero no renuncia a mirar hacia el futuro, que se abre paso en forma de modernos rascacielos en el distrito financiero. 


       Desde Philadelphia nos dirigimos a Canadá, donde visitamos Toronto y las cataratas del Niágara, pero eso será objeto de una nueva entrada en el futuro (¡tan pronto como tenga tiempo para ello!) De momento, si quieres hacerte una idea de lo que estas tres ciudades de la costa Este estadounidense ofrecen, te invito a que leas la crónica del viaje completo, a la que puedes acceder como de costumbre, a través de la página del menú derecho o en el siguiente enlace:



jueves, 4 de agosto de 2016

Parque de la naturaleza de Cabárceno

       Después de unas semanas de trabajo muy intensas y con muchos viajes, por fin llegaron las merecidas vacaciones estivales, periodo que suelo aprovechar para hacer todo aquello que normalmente no puedo hacer el resto del año...es decir, visitar a la familia y hacer nada. Es el periodo para recargar baterías, para tomar impulso necesario que me permita afrontar la segunda parte del año, que promete ser muy, muy movidita, con unos cuantos viajes ya confirmados, y que me llevarán, entre viajes de trabajo y de vacaciones, de un lado a otro del planeta casi sin descanso hasta las navidades (en Agosto y hablando ya de navidades...¡el tiempo vuela!) 

Santander, desde el Parque de Cabárceno

      Pero dos semanas sin hacer nada (o casi nada) son muy aburridas...al segundo día de inactividad normalmente empiezo a planificar actividades. En previsión de ello, en ésta ocasión M y yo decidimos escaparnos unos días a Cantabria, con el Parque de la Naturaleza de Cabárceno (http://www.parquedecabarceno.com/inicio) como excusa principal para pasar unos días en el paraíso Cántabro. Cabárceno es sin duda alguna uno de los principales reclamos para locales y turistas de la comunidad Cántabra. Yo ya conocía el parque de anteriores visitas años pasados, y siendo como soy poco amigo de los zoos, reconozco que Cabárceno, siendo un zoo, es un zoo atípico, donde los animales gozan de un espacio libre a cielo abierto en el que pasar el día a día, un sitio en un marco natural incomparable que hace que la visita al parque sea un plan muy apetecible tanto para mayores como para pequeños, así que decidí compartir la experiencia con M y para allá nos fuimos. Cabárceno es también un buen lugar para afinar conocimientos sobre animales ante el inminente viaje a Kenia a principios se Septiembre para realizar un safari (fotográfico) por la zona, ¡a ver cómo se da!



      La entrada al parque es un tanto elevada (25€/persona), precio que se verá incrementado en breve una vez se ponga en marcha el monstruoso, anti estético y poco necesario teleférico que a algún político local se le antojó poner en marcha años atrás; el paisaje que yo recordaba era el de un paisaje de montaña, el propio de la mina a cielo abierto abandonada sobre la que se ubica el parque, un paisaje limpio, sin aparente contaminación visual debida a elementos externos. El paisaje que ofrece hoy el parque desde muchos de sus miradores está dominado por la maraña de cables y postes que siembran el parque y que servirán para que, una vez se ponga en marcha el teleférico (si es que se pone, ya que a nuestra partida leímos en el hotel que la apertura programada después de tres retrasos para el 2 de Agosto, se iba a demorar una vez mas debido a algunas licencias pendientes) los visitantes puedan surcar los aires del parque para ver...¡posiblemente nada! Gran parte del recorrido discurre por el medio del parque donde no hay recintos con animales, así que básicamente el teleférico ofrecerá unas vistas de las montañas y aparcamientos de coches por donde discurre...desde mi punto de vista un gasto totalmente innecesario y unas instalaciones que lejos de aportar un motivo adicional de visita al parque se lo restan. 





         Opiniones personales aparte, el parque (que se recorre en coche principalmente - se puede recorrer andando...pero es imposible recorrerlo entero en una sola jornada) ofrece 20km de caminos y senderos que conectan los 35 recintos en los que se "alojan" especies tan dispares como gorilas, leones, guepardos, linces, jaguares, elefantes, búfalos, jirafas, cebras, osos, rinocerontes...y así hasta completar las cerca de 100 especies animales que aglutina este inmenso y particular Arca de Noé. Orientarse en el recinto no resulta fácil en absoluto y las indicaciones en más de una ocasión son inexistentes, así que llegar al punto o recinto que quieres visitar puede llevar algo mas de tiempo del inicialmente planificado. 










Antílopes sable
Ñu azul
Eland
Bisonte
Camello bactriano

Águila americana
     El parque ofrece también un reptilario (totalmente prescindible desde mi punto de vista), una demostración de leones marinos (a horarios fijos, dos o tres veces al día en función de la temporada) y una demostración de aves rapaces, probablemente la atracción mas famosa y demandada del parque. Las gradas del recinto se suelen quedar pequeñas ante la afluencia de visitantes. El espectáculo, de casi una hora de duración, permite conocer y ver de cerca muchas de las rapaces que surcan los cielos de nuestro país. La primera parte, en la que se puede literalmente sentir el vuelo de aves como buitres, halcones y águilas, es mas divulgativa y se limita a ver volar las aves de un extremo al otro del hemiciclo en el que se sientan los visitantes, que no pueden evitar bajar la cabeza cuando ven que una de estas aves se dirige hacia ellos en su vuelo hacia el cebo que utilizan los criadores como reclamo para hacerlas volar. En la segunda parte se puede observar las diferentes técnicas de caza que desarrollan algunas de las rapaces, tanto en tierra, como en agua o aire. Las aves se sueltan desde lo alto de una montaña cercana (hoy dominada por las instalaciones del teleférico...) y se las puede ver cómo desarrollan su vuelo, cambian la velocidad, la forma de volar o su posición en busca de la mejor forma de acometer la captura de su presa. Una exhibición que merece la pena ver y disfrutar sin duda alguna. 



      En definitiva, una buena forma de pasar un día de vacaciones (que no de descanso, ya que el día resulta ser bastante cansado), en un entorno natural y rodeado de animales en estado de (semi)cautividad. A la espera de ver qué nos depara la aventura africana, al menos conseguí ver algunas de las especies más amenazadas del planeta durante la visita a Cabárceno. Por desgracia, si las cosas no cambian en los próximos años, tal vez estos parques se conviertan en un futuro cercano en la única "reserva" de animales salvajes de la tierra...

Hipopótamos
Un jaguar echando una siesta..¿macho o hembra?