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domingo, 20 de diciembre de 2015

De buceo en Gran Canaria


            El final de año se aproxima, de manera irremediable y a una velocidad que asombra (¡qué rápido se ha pasado de nuevo éste año!), pero después de mi viaje a Indonesia aún tuve la oportunidad de "escaparme" de nuevo a Gran Canaria, una isla que no deja de asombrarme cada vez que tengo la fortuna de visitarla. La estancia en ésta ocasión fue bastante reducida (los días de vacaciones escasean a éstas alturas del año), pero aún tuve tiempo de "perderme" de nuevo por el centro de la isla para redescubrirla por enésima vez, sin que por ello deje de sorprenderme por la belleza y la diversidad de los paisajes que atesora éste rincón del Atlántico Norte: el barranco de Guayadeque, el Roque Nublo, el mirador de las Nieves, las dunas de Maspalomas...Sin embargo el objetivo del viaje era descubrir la belleza submarina de la isla, un enfoque distinto y desconocido hasta la fecha. 







      Tras recibir el consejo de varias personas de la isla sobre el mejor lugar para bucear (la zona conocida como "el cabrón", en Arinaga, al Este de la isla), me puse en contacto con varios de los muchos centros de buceo que hay en la zona, y a falta de referencias de ninguno de ellos, me decanté por el centro de buceo Pandora (www.buceopandora.es), situado en Arinaga, principalmente por la rápida y atenta respuesta que recibí al correo solicitando información que les envié (la mayor parte de los otros centros con los que contacté o no contestaron o lo hicieron demasiado tarde) Los precios están en línea con lo que ofertan la mayor parte de los centros de la isla: 20€ por inmersión, con un mínimo de dos diarias, otros 20€ por el alquiler del equipo completo y 6€ por el seguro diario.


      Para mi sorpresa (agradable) a mi llegada al centro me dijeron que iba a ir yo sólo con dos instructores (Dani - el dueño del centro - y un chico que estaba convalidando una licencia de buceo), así que me sentí un poco aliviado porque era la primera inmersión desde que saqué la licencia y me vino bien una nueva toma de contacto personalizada. Equipado con todo lo necesario, emprendimos camino hacia el cabrón, aunque el estado de la mar hacía prever lo peor; el tiempo y yo no nos llevamos bien en Gran Canaria. Rara ha sido mi visita en la que, al menos algún día, no he tenido alguna inclemencia meteorológica. En esta ocasión el protagonismo se lo llevó el fuerte viento del Este que azotaba el archipiélago, tan sólo un par de semanas después de que las fuertes lluvias que causaron inundaciones y destrozos en numerosas islas se hicieran con unos minutos en los noticiarios nacionales. A la vista de la situación y con la clara referencia de otro instructor que tuvo bastantes dificultades para acceder con dos clientes a la zona de buceo (el acceso es a través de un terreno rocoso y escarpado, lo que combinado con las olas existentes hacían la entrada al mar cuando menos complicada y peligrosa, al menos para los que no estamos aún acostumbrados a movernos con las aletas y unos cuantos kilos cargados a la espalda...), Dani decidió no correr riesgos conmigo (novato reconocido en estas lides) y nos dirigimos al Noroeste de la isla, a Sardina, para probar suerte, un trayecto de una hora de duración que discurrió de forma entretenida (¡a Dani conversación no le falta!) 


      En Sardina se concentraron todos los buceadores aquel día. Al parecer, la vida marina en ésta zona no es comparable a lo que se puede ver en el cabrón, pero tampoco había muchas opciones...Nada que ver tampoco con las coloridas, cristalina y coralinas aguas que había tenido la suerte de disfrutar sólo unas semanas atrás en Indonesia. Una fuerte corriente estuvo presente durante ambas inmersiones (como se puede ver en el vídeo), lo que me impidió disfrutar de la inmersión tanto como hubiera deseado; si a ello se le une la escasa visibilidad y la casi inexistente vida marina, no es de extrañar que el resultado fuera un tanto decepcionante. Tan sólo unos chocos, algún banco de peces, un solitario caballito de mar, un par de rayas y el oriundo Rubio, un curioso pez que camina con sus patas sobre el arenoso fondo marino hasta que despliega sus alas para escapar nadando de cualquier amenaza que lo haga abandonar su plácido paseo por el fondo marino. 

Un Rubio, "volando" por el fondo marino
       Dos largas inmersiones que añadir a mi libro de buceo (de unos 75 minutos cada una, en ambas acabé haciendo uso del aire de mi compañero de inmersión), inmersiones que sirvieron para constatar que tal vez el buceo y yo no estemos hechos el uno para el otro (llegué incluso a marearme algún momento a 15m de profundidad por el movimiento del agua...), pero que nadie dude que le daré, al menos, ¡un par de oportunidades más! Sigo a la espera de disfrutar de aguas cristalinas en las que maravillarme de la belleza del fondo marino...¡tal vez en una futura visita a Asia! Y por supuesto, queda pendiente mi visita a el cabrón, que no dudaré de hacerla de nuevo en compañía de Buceo Pandora, ya que el resultado por su parte fue muy positivo e hicieron todo lo posible por que quedara contento con la experiencia. 

       A continuación dejo un vídeo (imágenes cortesía de buceo Pandora, ¡gracias! increíble lo que se puede hacer con una cámara igual a la que yo tengo pero con un foco y sabiendo manejarla bajo el agua, claro) para que podáis haceros una idea de lo que viví en Sardina



         Y sin darme cuenta han pasado varias semanas desde mi visita a Gran Canaria, meses en los que he estado muy ocupado: un par de viajes de trabajo, una visita de ocio (muy agradable) a Roermond (en Holanda) y unas cuantas visitas de familiares y amigos en las última semanas para vivir los únicos y especiales mercados de navidad de Colonia han ocupado el tiempo desde entonces. Ahora, tiempo para unas merecidas vacaciones...a caballo entre Colonia, Palencia y Sindelfingen, ¡para no perder la costumbre de viajar!